La decadencia de Génesis
Lizzie calentó una taza enorme de té, pues sabía que Génesis era una adicta al té y al café y qué tipo de té era el preferido de su amiga. Tras salir del hospital, la científica había salido pocas veces de su habitación. Y casi siempre que ella entraba para darle conversación en el interior del dormitorio que Génesis ya consideraba su santuario, la muchacha estaba mirando la representación del Universo que hizo ella misma con nueve años. Daba igual qué tema de conversación sacara, ya que Génesis solo abría la boca para pronunciar la misma pregunta una y otra vez. ¿Qué se me está escapando? Incluso Gabriel notó que su hermana estaba muy rara, aunque la palabra precisa era deprimida. Génesis era toda una eminencia de la astronomía y sobretodo por su temprana edad. Pero ni eso parecía consolarla. Ella solo tenía interés por aquella maldita estrella y asuntos que estuvieran relacionados con el caso de V-5Alfa. Ya ni siquiera llevaba a su hermano al colegio. Lo hacía Lizzie. Pero Gabriel ya no se enfadaba con su hermana. Sabía que estaba pasando una mala racha.
Lizzie cargó la taza de té en una bandeja, acompañada por un pequeño plato con galletas. Picó en la puerta y entró sin recibir respuesta. La pelinegra astrónoma estaba tumbada en su cama, con la representación del Universo en las manos. Se notaba que hacía días que no tocaba el agua porque su pelo estaba tieso y grasiento y su cara presentaba un aspecto horrible.
- Gene, te dejo el té y las galletas en el escritorio -dijo Lizzie dejando la bandeja a un lado, viendo que todo el escritorio estaba lleno de papeles y documentos-. ¿Cómo puedes dormir tranquila con el desorden de esta habitación?
- Que más dará... ¿Le importa a alguien mi vida?
- Claro -respondió mientras se sentaba al lado de Génesis. Era la primera vez que hablaba algo que no tenía nada que ver con V-5Alfa-. ¿Te acuerdas de cuando, hace años, perdiste a tu madre?
- ¿Cómo no he de acordarme? Fue el peor día de mi vida.
- ¿Desde cuando? Gene, me estoy cansando de tu actitud de mártir. Antes nunca decías eso. Bendecías aquel día por haber conocido a Gabriel, la luz de tu vida. ¿Te acuerdas de él?
- Lizzie, sabes que lo estoy pasando mal. No tengo ganas de...
- No tienes ganas de ser tú. La Génesis que yo conozco jamás dejaría que nada se interpusiera entre ella y su hermano, ni siquiera una estrella.
- V-5Alfa no es una estrella.
- Me importa un carajo lo que sea. Sabes perfectamente que tu hermano es pequeño y que tiene un grave problema afectivo. ¿Cómo puedes ser tan egoísta y abandonarlo así? De verdad... No te reconozco.
- Estoy muy confundida... V-5Alfa me está volviendo loca. No puedo seguir una vida normal mientras esa estrella intenta matarme.
- ¡Despierta de una vez! Esto no es una película de esas en las que todo es posible. Esto es la vida real y se rige por unas normas físicas que son inquebrantables. V-5Alfa, sea o no sea una estrella, no puede matarte. Pero un tribunal si que puede decir que estás mal de la cabeza y llevarse a Gabriel a un centro de acogida mientras que tú eres internada en un hospital psiquiátrico.
Aquellas palabras parecieron más de lo que eran. Los ojos de la astrónoma se abrieron de manera exagerada y la mente de la chica pareció brillar por unos instantes. La idea de que separaran a Gabriel de ella habría matado a la antigua Génesis. Sin embargo, a la nueva ni siquiera la hacía temblar. Acabó la conversación con un rotundo: "No es asunto tuyo". Tras eso, Lizzie se marchó. No estaba preocupada. Algo protagonizaba sus pensamientos desde el día anterior, algo que ahora consideraba más importante. Un test de embarazo confirmó que en su vientre crecía la vida de un futuro bebé. Lizzie llevaba mucho tiempo queriendo ser mamá y era algo que ella y su futuro marido tenían en común. Principalmente era él quien había hablado siempre de niños, pero a Lizzie siempre le había gustado la idea. Aquella mañana, ni siquiera la actitud depresiva de Génesis podía perturbar su alegría. La mujer de origen ruso pasó a buscar a Gabriel, que llevaba días sin ver a su hermana. Subidos en el coche, Gabriel y Lizzie intercambiaron unas miradas y Lizzie notó que el niño estaba algo extraño.
- ¿Qué es lo que te pasa, Gabriel? ¿Va todo bien en el cole?
- Sí. Es mi hermana la que no va bien -dijo el niño derramando una lágrima-. Lizzie, tienes que ayudarme. Presiento que algo malo le va a pasar.
- ¿Tú también? Cariño, los presentimientos sólo son eso... Presentimientos.
- Lizzie, no es una chorrada. Siento que algo malo va a pasar con mi hermana. Estoy inquieto y tengo miedo.
- ¿De qué Gabriel?
- De él. Es un hombre extraño. Se comporta de forma extraña y no para de hablar de un asesinato...
- ¿A quién te refieres, Gabriel? ¿Quién es él?
El teléfono de Lizzie sonó antes de que Gabriel le contara quién era la persona a la que tanto temía. Al otro lado del teléfono móvil estaba su futuro marido, Michael. Lizzie decidió cogerlo, ya que la conversación que estaba manteniendo con el niño la ponía nerviosa. Génesis y su hermano se estaban comportando de forma extraña. Al llegar a casa, la científica estaba en la puerta, esperándolos sonriente. Había encendido una pequeña hoguera en el jardín, llamando la atención de los viandantes. Lizzie salió del coche para frenar a la astrónoma, temiendo que pudiese realizar alguna locura. Sin embargo, lo que se encontró fue un espectáculo muy diferente al que se había imaginado. Su amiga había quemado la representación del Universo que tanto había usado aquellos últimos días y había abandonado aquellas paranoias sobre V-5Alfa.
Lizzie se alegró mucho de que su amiga ya hubiera abandonado aquella postura de enferma mental. Génesis abrazó a su hermano y de nuevo en llanto le pidió perdón. Gabriel estaba acostumbrado a los desequilibrios emocionales de su hermana que eran causados por V-5Alfa, así que le correspondió con un fuerte abrazo. Ambos entraron en casa, y celebraron una pequeña merienda en honor al embarazo de Lizzie, que dejó de ser un secreto.
Michael llegó de trabajar. Besó rápidamente a su prometida y se encerró en la habitación. Lizzie lo notaba un poco extraño. Parecía agobiado y preocupado. Génesis recogió la mesa para que Gabriel pudiera hacer sus deberes y mientras tant, Lizzie entró en su dormitorio para hablar con su prometido sobre el bebé que venía en camino. La conversación no debía ir bien, ya que la científica escuchaba los gritos desde la cocina. Gabriel y ella se despreocuparon. Parecía una simple pelea de enamorados.
Al día siguiente, Genesis decidió ir a trabajar. En su nuevo empleo no tenía jefes. Ella investigaba lo que quería y cuando quería. Era la jefa de un equipo de nueve astrónomos recién contratados. La astrónoma decidió dividir a los empleados en equipos y los puso a investigar temas que para ella eran importantes. Pero finalmente, los dejó investigar libremente, siempre en grupo. Ella se encerró en su despacho. Que se hubiera olvidado de las paranoias de una estrella asesina no quería decir que se hubiera olvidado de V-5Alfa. Para variar, la estrella ya no se había movido desde el suceso que Génesis consideraba como segundo intento de homicidio. Ahora era como lo había sido en sus inicios. Una estrella oscura varada en el espacio. Génesis comenzó a anotar todos los movimientos que la estrella había realizado. Sí que era una realidad que se había acercado a la Tierra. Aaron y ella habían enviado su proyecto semanas atrás, y aquella mañana, la pelinegra recibió una llamada. Una eminencia de la astronomía había leído el caso... El esperado compañero experto en el estudio de los astros.
- Señor Hudson, es un honor hablar con usted.
- Lo mismo digo, Génesis. Pero no me llames así., llámame Hudson. Me parece que vuestro proyecto es algo muy curioso con una gran importancia. No se ha dado el caso de ninguna estrella como V-5Alfa. Me gustaría, si me lo permites, ayudarte a resolver este enorme misterio.
- Sería un honor trabajar con usted, Hudson.
- Bien, pues dentro de unos días me mudaré a un hotel cercano y quedaremos para hablar. Estoy realmente impaciente por tocar este tema. Pero tendría que comentarte un par de cosas antes de empezar a colaborar.
- Está bien, Hudson, será como digas. Gracias por tu llamada. Adiós.
Génesis no podía creerse que aquella eminencia de la ciencia hubiera leído su proyecto. El señor Hudson era un hombre que había cultivado tres de los más gloriosos campos de la ciencia: la geología, la astronomía y la biología. Era una especie de divinidad en el mundo de la ciencia americana. Todos los aspirantes a científicos querían ser como él. Todos los científicos querían ser como él. La joven astrónoma tenía ganas de dejar a V-5Alfa al descubierto. Quería que aquella estrella, si realmente lo era, dejase de ser un completo misterio para la ciencia. Y Hudson era el más indicado para ayudarla en esa tarea. Absorta en su trabajo, recibió una nueva llamada. Era de casa. Génesis puso el manos libres.
La voz de Gabriel sonó al otro lado del aparato. Sin embargo, la chica no sonrió ni se alegró. La voz de su hermano era nula. Solo se escuchaban gritos y más gritos, y la respiración acelerada de su hermano, el cual parecía muy asustado. Sin demorarse, Génesis salió corriendo, se subió al coche y salió velozmente hacia casa. Algo horroroso estaba sucediendo allí. Desgraciadamente, al llegar era demasiado tarde. La luna ya había salido y la puerta de la gran casa estaba abierta de par en par. Las luces estaban encendidas y había lámparas rotas y muebles destrozados. Parecía que alguien había saqueado su hogar. Sin embargo, lo peor vino cuando la pelinegra vio el cadáver de su amiga en la cocina. Tenía un profundo corte en la garganta y una herida profunda en el vientre, causada por un cuchillo. Lizzie estaba muerta, aunque hacía tan solo unos minutos.
Génesis buscó desesperadamente a su hermano por toda la casa. Pero Gabriel no estaba. Lo único que quedaba de él era un zapato que había en la puerta de entrada. Una catástrofe había sacudido la vida de la científica más famosa de toda California, la misma que aún no podía explicarse qué era lo que había sucedido. Los coches patrulla no tardaron en aparecer después de que ella los llamase y el infierno de la chica tampoco tardó en nacer. Aquella noche, Génesis inició la peor etapa de su vida.
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