Hotel Birdy
La carretera seguía estrellándose contra el horizonte, a pesar de que Génesis llevaba horas en ella. Había abandonado el centro urbano hacía ya horas y se encontraba en medio de la nada. A ambos lados de la carretera había lo mismo, una enorme extensión de tierra árida y rojiza que kilómetro a kilómetro dejaba ver matojos de aspecto inhóspito.
Y entonces encontró el lugar en el que creyó ver la salvación. A un lado de la carretera se erguía un edificio, la única construcción humana en kilómetros. Un letrero roído y descuidado señalaba el nombre de un hotel, el Hotel Birdy. Un hotel que, por el aspecto exterior, debía ser un nido de cucarachas de mala muerte. El lugar perfecto para esconderse.
Tras traspasar las puertas de cristal sucio, Génesis confirmó que era un nido de cucarachas de mala muerte. La sala de recepción estaba cosida de polvo y ácaros y no hacía falta concentrarse para encontrar algunas cucarachas enormes y negras correteando a sus anchas. La científica se acercó al mostrador y picó en un timbre de mano más antiguo que el respirar. Tal vez así se presentase alguien para atenderla. Y tras unos minutos interminables, apareció un hombre de aspecto demacrado. Su calva relucía bajo las antiguas lámparas del techo y su notable masa corporal apenas le dejaba espacio para entrar al mostrador.
- Bienvenida al Hotel Birdy. Soy Ezequiel, dueño y gerente de este tugurio en el que supongo no querrás quedarte.
- Hola. Yo soy... -Génesis decidió tomar todas las medidas de seguridad posibles, por eso mintió sobre algunos aspectos de su vida-. Yo soy Paula. Necesito una habitación porque...
- Me importan una mierda los motivos que la lleven a morirse del asco aquí. A mí con que me pague... Me basta. ¿Qué tipo de habitación busca?
- Una que pueda alquilar con este dinero.
- Por esta cantidad, le ofrezco una básica por dos meses, incluyendo desayuno y comida, o...
- Esa oferta me parece muy bien. Gracias.
- Tenga. La habitación es la 215, en la planta de arriba. Disfrute de su estancia aquí si se puede disfrutar viviendo en este infierno.
Génesis subió las escaleras con las llaves en la mano. Aquel hombre era muy extraño. Y a decir verdad, todo el hotel era bastante extraño. Su habitación estaba al fondo del pasillo. Abrió la puerta y no se extrañó de lo que encontró en el interior. Una habitación pequeña, con una cama de matrimonio, una mesa y una silla. No había nada más. Al menos, la "suite" tenía un baño privado. Un inodoro y un plato de ducha, que tiempo atrás debieron ser blancos, pero que ahora presentaban un aspecto amarillento. La científica dejó sus cosas sobre la cama. La habitación tenía una ventana, no muy grande, pero con un gran alféizar. A la pelinegra le encantaba sentarse en el alféizar de la ventana. Le traía sensaciones de cuando, a sus siete años, en el laboratorio de su padre, contemplaba la lluvia caer sobre la superfície del mar. Se sentaba con una taza de chocolate caliente sobre el alféizar y se arrinconaba allí, sorbiendo lentamente la delicia de cacao. Eran recuerdos verdaderamente felices.
Deshizo la maleta. Había gastado todo el dinero en pagar los dos meses de aquella habitación, así que tenía dos meses para conseguir más dinero. Colocó su ropa sobre la mesa. En la maleta también estaban las investigaciones, las cuales guardó bajo el colchón fosilizado de la cama. La foto que se hizo junto a su hermano y que antes decoraba su dormitorio, la colocó en la mesa. Después se tumbó en la cama y tras sollozar mirando la foto, se quedó dormida.
Unos golpes en la puerta la despertaron. Génesis comprobó que todo estuviera bien y fue a abrir la puerta. Al hacerlo, se encontró de frente a una mujer gruesa de cabellos muy rizados, amontonados hacia arriba como si fueran una escarola. Era de mediana edad y de cara simpática.
- Buenas. Perdone que la moleste, pero quería presentarme, ya que se quedará dos meses aquí. Yo soy Anamor, la encargada de la cocina y el servicio de limpieza. Si necesita algo, solo tiene que buscarme y pedirlo. La atenderé encantada.
- Gracias Anamor. Yo soy Paula. Le tomo la palabra y si no quiere nada más, me gustaría echarme. Estoy algo cansada por el viaje en coche.
- Claro. Hasta luego y disculpe las molestias.
Génesis cerró de nuevo la puerta. Por alguna razón, lo hizo con pestillo. Se tumbó en su cama, pero las ganas de descansar y dormir ya se habían esfumado. Así que sacó la investigación que había llevado a Hudson a morir asesinado. Las primeras hojas decían cosas que Génesis ya sabía, como el tamaño de V-5Alfa, los movimientos orbitales, las luces... Sin embargo, tras llegar a la decena página, encontró algo que la dejó con la boca abierta. V-5Alfa nunca fue una estrella como otra cualquiera. Siempre había sido una estrella oscura, como las que poblaron el Universo en sus primeros tiempos. Y aquellos días en que Génesis vio luz de colores, no pudo explicarlo. Pero ahora todo cobraba sentido. Aquellos colores no eran más que explosiones en el núcleo de la estrella, pero en ningún momento eran luces que pudieran brillar permanentemente. Y lo que más extrañó a Génesis fue que Hudson había conseguido analizar la "estrella" a fondo.
Los gases que tenía en su interior no eran los gases que tienen las estrellas conocidas. V-5Alfa no tenía helio ni hidrógeno como las estrellas normales. El 90% de su materia era potencialmente peligrosa. Era fosgeno. un potente y peligroso gas venenoso que afecta gravemente al sistema respiratorio produciendo enseguida la muerte por asfixia. Pero lo que más sorprendió a la astrónoma no hizo falta leerlo. Génesis ya sabía lo peligroso que era aquel material, el cual componía el 90% de la masa de V-5Alfa, de la misma manera en que sabía que aquel material no se encontraba en forma natural.
Aquello hizo que la pelinegra se asustara mucho. V-5Alfa era en su mayoría una bola de gas venenoso que había sido utilizado durante la Primera Guerra Mundial como responsable de la mayoría de las muertes. Si aquella bola de gas venenoso se había estado acercando a la Tierra con la intención de llegar a ella podía causar una catástrofe. Un auténtico fin del mundo. Aunque V-5Alfa ya había dejado de moverse y estaba situada a años luz de la Tierra, era algo muy peligroso. Lo peor de todo fue saber eso. V-5Alfa jamás fue una estrella. Siempre fue una bola de gas mortífero...
Pero el fosgeno no se encontraba de forma natural en la Tierra. ¿De dónde había salido entonces V-5Alfa? Ella sabía que era una locura pero no podía explicarse de otro modo. V-5Alfa había sido creado por algo o alguien y seguramente sin intenciones buenas. Génesis recogió toda la investigación y la guardó bajo el colchón. Estaba muy asustada.
Se tumbó en su cama y bajo el firmamento nocturno, se dispuso a dormir. Pero estaba pensando en lo peor que podía suceder. Eso era que V-5Alfa se acercara a la Tierra, penetrara en la Vía Láctea hasta alcanzar el Sistema Solar, y de ese modo, la Tierra. El fosgeno no solamente era una gas altamente venenoso asfixiante, sino que tenía la propiedad de hacer explotar todas las sustancias inflamables que encontrara a su alrededor. Era una completa catástrofe lo que V-5Alfa podía hacer.
Pero Génesis no podía hacer nada. Ni siquiera sabía de dónde había salido aquella bola de gas. Con esos pensamientos terroríficos, la científica fugitiva se durmió. Pero aquello no eran pensamientos. Eran cosas que podían pasar si V-5Alfa se acercaba a la Tierra. El mundo estaba en peligro, y como ella había creído siempre, V-5Alfa no era algo natural, creado por el Universo. Había sido creado por algo con conciencia e inteligencia. Mucha inteligencia.
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