Su hambre famélica la despertó. Estaba tumbada en lo que parecía ser una habitación de hospital, con una venda que le cubría todo el antebrazo derecho. Sentía dolor a causa de varios golpes y magulladuras en la cara y las piernas. Una mujer con una bata blanca entró en la habitación y entonces la científica recordó todo. El accidente, el coche hundido, los sucesos extraños...

- Buenos días, Génesis. ¿Qué tal amaneciste hoy? 

- La verdad es que me siento algo confusa, pero no me duele nada. ¿Podría decirme qué hora es?

- Son las doce del mediodía. Pero eso no debe preocuparte. Aún no vas a moverte de esta cama. Como mínimo estarás toda la semana en esta habitación. Tienes fuertes golpes en la cabeza y necesitamos comprobar que todo ahí dentro sigue bien.

- ¿Y mi hermano? No puedo quedarme aquí. Mi hermano me necesita.

- Quédese tranquila. Su hermano Gabriel está en casa de su amigo, un tal Aaron que es quien la trajo aquí.

- Vale -dijo Génesis algo abrumada-. ¿Podría llamarle? Necesito ver a mi hermano.

La doctora salió de la habitación dispuesta a llamar a Aaron para que trajera a Gabriel al hospital. Génesis estaba segura de que el accidente había sido causado por algún tipo de fenómeno paranormal. Sin embargo, no podía explicarlo. Sentía que algo que ella y el resto de la humanidad desconocían, estaba intentado hacerle daño. Pero claro, aquello no podía decirlo. Parecería una loca. Por otra parte, intentaba desechar la idea de que todo lo sucedido se den irse a los frenos de su coche.

No llegó a pasar una media hora cuando Gabriel y Aaron se presentaron en el hospital. El chico saltó a la cama a abrazar a su hermana, por la que había estado muy preocupado. Los besos que Gabriel le daba parecían curarle todos los dolores. Altaír apareció poco después que su novio. Tanto ella como Aaron se alegraron de que Génesis estuviera consciente y aparentemente sana. La astrónoma notaba aquella alegría a través de forzadas sonrisas en los rostros de los visitantes.

***

La semana pasó como si fuera una película. Los días se pasaban volando casi sin ser vistos y Génesis se sometía a todo tipo de pruebas para comprobar el estado de su mente. Unas pruebas que demostraron que el cerebro y la cabeza de la accidentada muchacha estaban en perfectas condiciones. Las noches fueron reconfortantes, ya que a Génesis le suministraban sedantes para dormir.
Y así, sin darse cuenta, Génesis regresó a su vida. A pesar de eso, no se le olvidaba el angustioso rato que pasó en su coche con algo que había denominado fenómenos paranormales. Cosas inexplicables, como que los seguros no respondieran o que el coche no respondiera a sus movimientos y órdenes. Para ella, el coche cobró conciencia en aquel momento y estaba claro que había intentando matarla. 
Desgraciadamente, aquello no podía demostrarse. Gabriel regresó a casa con su hermana y ambos disfrutaron de momentos muy especiales y hermosos dado lo sensible que estaba Génesis. Y por supuesto, la hermana mayor tenía que ir a trabajar cada día al laboratório para seguir viviendo como lo habían estado haciendo. La única diferencia era que ahora tenía que salir media hora antes de casa para llegar a tiempo a los sitios, pues no disponía de vehículo todavía.

Tras haber corregido los informes de los becarios que habían entrado a trabajar, Génesis se asomó al ordenador para comprobar que todo fuera como debía ir respecto a V-5Alfa. Y entonces se descompuso. La estrella no estaba en el lugar donde siempre había estado. La chica salió corriendo en busca de su superior y ambos concluyeron que la estrella no estaba, algo que desde el principio ya sd sabía. ¿Cómo podía explicarse que una estrella desapareciera? Y más siendo una estrella de la edad de V-5Alfa. Todo el laboratorio se puso a investigar y sucedió lo que parecía imposible. V-5Alfa no había desaparecido. Estaba, tan oscura como lo estaba la mayor parte del tiempo. Sin embargo, el joven astro estaba a varios años luz de su posición original.

El superior de Génesis dejó de preocuparse rápidamente por aquella "anomalía". Y la científica no lo entendía. Aunque la estrella siguiera existiendo, ¿cómo podía explicarse que una estrella se hubiera movido tantos años luz ella sola? Las estrellas son cuerpos inmóviles y nunca se desplazan. Son el centro de todo y no pueden moverse. El superior de Génesis le restó importancia y al poco tiempo lo olvidó, al igual que el resto de compañeros.
Pero Génesis no. Estaba obsesionada con aquella maldita estrella. Era muy extraño, como si la estrella tuviera voluntad para hacer lo que ella quería. Brillaba cuando y como ella quería, y encima, se había desplazado. Aquello le recordó el suceso del coche.

***

Los meses siguientes pasaron hasta que se cumplió un año del descubrimiento de V-5Alfa. Y en ese año, la caprichosa estrella había cambiado de posición tres veces, regresando siempre a su antigua posición. Aunque los demás ya ni siquiera lo vieran extraño, era toda una curiosidad que una estrella tuviera aquel extraño comportamiento y Génesis estaba investigándolo en secreto, a pesar de que lo tenía prohibido. Ella sabía que V-5Alfa era única. Ninguna otra estrella en el Universo se comportaba como ella, lo que hacía de V-5Alfa un reliquia de la naturaleza. Y Génesis sabía que aquella estrella tan especial ocultaba algún misterio. Algún misterio que tenía que resolver, ya que podía desmontar totalmente la idea que hasta entonces tenían del Universo. Pero aunque aún no lo sospechaba, V-5Alfa no era para nada una reliquia. Era la ruina, una ruina que iba a destruir a Genesis poco a poco. La chica jamás había tenido tantas ganas de recibir a un compañero, aquel estudioso experimentado en el estudio de los astros.