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Capítulo 31.

Os dejo una imagen de Zabini que también podréis encontrar en la página de Facebook de La estrella más oscura <3

Capítulo 31

31- «Gryffindor es la casa de los valientes, Ravenclaw de los inteligentes, Hufflepuff de los leales y Slytherin... te hablaré de Slytherin en otra ocasión».

-De Sirius para Leah, 6 de junio de 1979.

Cuando Hermione se fue, el ambiente se volvió pesado. Draco podía ver que demasiadas cosas pasaban entre Blaise y Pansy delante de sus narices, pero aun así ella había accedido a pasar los pocos días que quedaban de vacaciones en la casa de Zabini. Debía permanecer escondida hasta la hora de regresar a Hogwarts, una vez allí, si todo salía como Hermione esperaba, estaría segura.

—Necesito un baño —musitó Pansy, rompiendo el silencio que se había establecido en la habitación. —¿Te importa, Draco?

—Adelante.

La joven abrió la puerta del baño que se encontraba en la habitación de Draco y desapareció tras ella. Draco aún tuvo que suspirar antes de poder girarse hacia su amigo, que lo observaba con gesto pétreo.

—Suéltalo —le instó, alzando una mano, como dándole permiso.

Entonces el rostro de Zabini cambió por completo. Alzó las cejas y sus ojos oscuros se abrieron mucho. Se llevó las manos a la cabeza.

—¿Se puede saber en qué coño estás pensando? —preguntó, alzando la voz repentinamente hasta el punto de encontrarse a sí mismo gritando—. ¿Granger? ¡¿De verdad?!

—No es lo que crees...

—Sí, seguro —bufó Zabini.

—No lo es, Blaise. Joder, tú no entiendes nada.

—Explícamelo entonces.

Su voz era sincera. Como si de verdad estuviera dispuesto a escuchar, como si de veras fuera a hacerlo... pero Draco sabía que no podía, no podría revelarle qué era eso que lo unía a Hermione.

—Es un asunto nuestro —se excusó—. Esto es... entre Granger y yo.

—Ya lo veo. —Zabini gruñó en voz alta—. Creo que no te estás dando cuenta de en qué te estás metiendo, pero te juro que tenía un pálpito. Me lo imaginaba: primero lo de las peleas en Hogwarts, el castigo que tuvisteis que cumplir juntos, después dejas a Astoria y ahora esto...

Draco frunció el ceño, molesto.

—¿Cómo sabes tú lo de Astoria?

—No lo sé por ti, desde luego —respondió Blaise con cierto sarcasmo—. Mis padres invitaron a los Greengrass a tomar el té hace unos días. Astoria pensó que yo lo sabía y lo mencionó... pero sin ningún drama, me dijo que la habías dejado porque no eras capaz de gestionar algo así ahora mismo.

—Y no lo soy.

—¿Pero con Granger sí?

—Joder, Blaise. Te he dicho que no es así, lo mío con Granger es... distinto.

Blaise no dijo nada. Miró a su amigo durante varios segundos, tratando de adivinar cada una de sus expresiones: sus ojos grises entrecerrándose, mortificados, su cabello rubio cayendo sobre su frente y sus manos pálidas moviéndose con nerviosismo. Estaba claro que Draco no esperaba que Pansy y él aparecieran allí ese día, algo le llevaba a pensar que ni siquiera parecía darse cuenta de que lo que quiera que estuviera sucediendo con Hermione Granger se le estaba yendo de las manos.

—¿Distinto? —musitó al final. Sabía lo que eso significaba, se daba cuenta de que Draco comenzaba a perder el control sobre su situación con la Gryffindor y eso lo asustaba—. No me jodas, Draco. Es Hermione Granger, la amiga de Potter, sus padres son muggles y ella...

—¿Y ella qué?

Blaise bufó de nuevo, frustrado.

—¿Es que acaso no te das cuenta de lo que va a suceder tarde o temprano?

—¿Te refieres a que Potter y Weasley terminarán enterándose? Granger no va a decir nada, ¿vale? Sé que no lo va a hacer y... joder, aunque lo hiciera. Me da igual, me importa una mierda ya.

Su amigo negó con la cabeza, con gesto serio.

—No, no me refería a eso. La he visto con mis propios ojos: Pansy se le ha aparecido delante vestida de mortífago y ella se ha quedado aquí parada contigo en vez de salir corriendo a buscar a los aurores. Ya sé que no va a abrir la boca... —Avanzó unos instantes y posó su mano sobre el hombro de su amigo, mirándolo a los ojos con solemnidad—. Lo que digo que sucederá es... que nada saldrá bien. En cuanto Él se entere de que hay algo entre vosotros, sea lo que sea, y créeme que se enterará... acabará con los dos. No vais a tener ni una oportunidad, Draco. Sigues siendo un Malfoy.

Las palabras de su amigo lo preocuparon y Draco estuvo a punto de responder, pero entonces la puerta del baño se abrió y de ella salió una Pansy recién bañada y envuelta en dos enormes toallas. Su cabello húmedo estaba peinado hacia atrás y la hinchazón de su rostro a causa de las lágrimas había remitido casi por completo.

—¿De qué habláis? —preguntó.

Draco suspiró antes de girarse hacia su amiga.

—De nada —susurró.

Zabini tampoco dijo nada más, ya lo había dicho todo.

***

Astoria tomó un bocado de pavo y masticó en silencio, mirando fijamente a su plato. A su lado, sus padres y su hermana comían y bebían sin apetito, como ella. Nadie intercambiaba ni siquiera una palabra en esa mesa, a pesar de ser Navidad, a pesar de estar juntos. Había un vacío en los Greengrass ese día: Paul no estaba junto a ellos.

Daphne lanzó un suspiro profundo que interrumpió la cena durante unos instantes. Todos se giraron hacia ella.

—¿De verdad no vais a decir ni una sola palabra en la cena de Navidad? —preguntó.

—¿Qué esperas que hagamos, que cantemos villancicos? —preguntó Astoria con sarcasmo.

Se ganó una mirada asesina por parte de su hermana.

—No. Espero que hablemos de lo que ha sucedido hoy en el Callejón Diagón. ¡Maldita sea, han muerto cinco personas!

Su padre se aclaró la garganta.

—Es una noticia trágica, pero estamos en guerra, Daphne.

La joven puso los ojos en blanco. Su cabello rubio era más oscuro que el de su hermana Astoria y sus ojos grandes y expresivos parecían lanzar chispas en ese momento.

—No me lo puedo creer... ¿por qué actuáis como si Paul no fuera un mortífago? Como si no hubiera estado allí esta mañana, ¡puede que él mismo haya matado a alguno de ellos!

Su madre abrió mucho los ojos al escuchar eso.

—Daphne, no te atrevas a insinuar que...

Daphne dio un golpe sobre la mesa.

—¿A insinuar que Paul ha matado a alguien? ¡Como si fuera una novedad! —exclamó—. ¿No recordáis a Fred Weasley?

Sus padres tomaron aire a la vez, profundamente asombrados por las palabras de su hija. Daphne siempre había estado en contra de los mortífagos y la guerra con Voldemort, pero jamás se había enfrentado a los Greengrass de ese modo.

—Porque yo sí lo hago. Cada vez que veo a sus hermanos en los pasillos de Hogwarts y me siento mal, sucia. Como si les hubiera arrebatado algo y ahora se lo debiera.

Entonces Astoria alzó la vista de su plato por primera vez. Ella siempre había sido más comedida y dulce que su hermana, no era explosiva... pero sentía exactamente lo mismo que Daphne, aunque nunca hubieran hablado de eso antes. Astoria observó a sus padres, que aún permanecían en silencio y con la boca abierta. Ellos negarían lo que su hija acababa de decirles hasta la muerte; para los Greengrass, Paul y todo en lo que se había convertido éste era un orgullo.

Sin mediar una sola palabra Astoria se levantó de su silla y dejó los cubiertos sobre la mesa. Después, simplemente abandonó la sala.

Estaba harta de esa guerra.


Gracias por leerme, ¡me encanta este capítulo porque adoro a Blaise y a Draco, son mis Slytherin bad boys! <3 
Nos vemos muy pronto :)

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