Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 18.

Esto se empieza a poner intenso ;)


Capítulo 18

18- «Sirius, por favor. Necesito que contestes mis cartas. ¿Dónde estás?» Hace más de dos meses que no me escribes. Debemos hablar, es urgente de verdad. Sirius hay algo que tengo que decirte.»

-De Leah para Sirius, 8 de junio de 1981.

.

La fría brisa escocesa acariciaba las mejillas de Hermione, que se encontraba sentada sobre el frío suelo en uno de los pequeños patios exteriores de Hogwarts.

Todos los alumnos -o al menos los que no se encontraban estudiando- estaban dentro del colegio y Hermione había conseguido escaparse de Ginny durante unos minutos. Necesitaba un momento a solas para pensar.

De la pequeña carpetita que ella misma había fabricado extrajo los últimos cuatro sobres con cartas que le quedaban por leer y de repente se quedó con la boca abierta. No lo esperaba, pero al tomar los sobres con las manos descubrió algo inesperado: dos de ellos ni siquiera estaban abiertos.

¿Cómo podía ser? Su mente trabajó rápidamente, buscando una explicación. ¿Por qué Sirius no leería las dos últimas cartas que Leah le había mandado? Apretó los labios y consultó las fechas: databan de noviembre del 1981 y de febrero de 1982.

-Pero Sirius ya debía de estar en Azkaban para entonces... -susurró para sí misma, sin comprender la situación.

Si esas cartas habían llegado a Sirius cuando éte ya estaba en la prisión mágica, ¿cómo habían acabado todas las cartas en la mansión de los Black en esa pequeña caja escondida en el cuarto de Sirius?

Su cerebro trabajaba a toda velocidad y habría comenzado a formular hipótesis si no hubiera sido por el sonido de unos pasos muy cerca de ella que la sacaron de sus pensamientos. Supo que se trataba de Draco Malfoy sin necesidad de ver su cara. Caminaba con pasos lentos pero decididos y sus zapatos resonaban sobre la piedra del patio.

Hermione guardó todas las cartas en su pequeña carpeta y la cerró, escondiéndola en su mochila, entre los demás libros del colegio.

-¿Aún sigues con las dichosas cartas?

El atrevimiento de Malfoy, que al fin y al cabo la había pillado in fraganti, la ponía de mal humor, pero se limitó a apretar los labios y no perder la calma.

-No es asunto tuyo.

Para su sorpresa, antes de que Hermione pudiera reaccionar levantándose del suelo para volver al interior de Hogwarts, Draco se dejó caer a su lado, flexionando sus piernas largas hasta acercarlas a su pecho y con la espalda apoyada en el gran muro de piedra que los refugiaba del crudo y gélido viento de la calle.

Hermione se fijó en los labios del joven, que habían adoptado un tono rojizo, al igual que sus manos. Se preguntó si estarían fríos al contacto con la piel.

-No creas que me importa. No malgasto mi tiempo pensando en muertos.

Hermione tomó aire un instante, sin más ganas ya de seguir controlándose.

-Vete a la mierda, Malfoy.

Se sorprendió a sí misma, tanto por su rudeza como por sus malas palabras. Ella trataba de hablar correctamente siempre y de hecho solía reprender a Ron y a Ginny cada vez que éstos utilizaban ese tipo de vocabulario que ella acababa de usar.

-¿No te decían tus padres que a las personas que hablan así hay que lavarles la boca?

Hermione se carcajeó sonoramente.

-No vayas a decirme ahora que has recibido una educación mejor que la mía, porque entonces voy a comenzar a creer que también tienes sentido del humor.

-Ja, ja. Muy ocurrente, Granger. Y muy noble, digno de Gryffindor.

Ella chasqueó la lengua.

-¿Se puede saber qué quieres? -preguntó, molesta-. Porque doy por hecho que no has venido hasta aquí para tener una charla conmigo, ¿no, Malfoy?

-Muy observadora.

La mirada asesina de Hermione le advirtió de que, si no iba al grano cuanto antes, acabaría sacando su varita y apuntándolo con ella sin dudar.

-¿Qué quieres, maldita sea?

-Respuestas.

Ella lo miró significativamente.

-Imagino que no son precisamente las del examen de pociones o de defensa contra las artes oscuras, ¿no?

-Quiero que me expliques algunas cosas.

La preocupación brillaba en los ojos de Draco. Sabía que debía andarse con cuidado con Hermione, que ella era demasiado lista.

-¿Y yo qué gano a cambio?

-Nada.

-Dame respuestas tú también y tendremos un trato.

Draco le sostuvo la mirada unos segundos y finalmente alzó las palmas de las manos de forma teatral.

-Si en algo va a ayudarte eso... -cedió-. Una pregunta, una respuesta. ¿De acuerdo?

Hermione tomó aire, comenzaba a ponerse nerviosa. Esa especie de juego con Draco Malfoy podía ser muy arriesgado. Debía tener cuidado para salir ganando con ese intercambio que ambos iban a realizar.

Hermione tomó la iniciativa:

-Comenzaré yo -dijo sin darle ocasión a rebatir-. ¿Eres un mortífago?

Draco miró al cielo al tiempo que suspiraba. Imaginaba que diría algo así.

-¿Por qué preguntas una cosa que ya sabes?

-Porque quiero escucharte decirlo.

Al cabo de unos segundos él asintió con la cabeza, confirmándolo una vez más. No hubo orgullo ni felicidad en su rostro, tan solo plena aceptación.

-Ahora es mi turno. ¿Qué saben tus amigos sobre... eso?

-Nada.

Eso no se lo esperaba. Draco frunció el ceño, sin creérselo.

-Sé sincera. Yo lo he sido.

-Lo hago. No saben nada. No se lo he dicho a nadie.

-¿Por qué?

-Ahora no es tu turno, Malfoy, sino el mío -le recordó-. ¿Desde hace cuándo eres un mortífago?

Draco bajó los ojos.

-Desde hace cinco meses.

Hermione echó cuentas. Debió de ser en ese verano pasado, cuando Fred y Sirius ya habían muerto. Sólo con pensarlo se estremeció de pies a cabeza.

-Ahora dímelo, Granger. ¿Por qué no les has contado a tus amigos o a los profesores lo que viste?

Hermione no quería contestar, era algo difícil para ella, pero escuchar de los labios del propio muchacho que efectivamente se había convertido en un militante del bando enemigo la descompuso.

Cuando Hermione se dispuso a contestar por fin, miró a Draco a los ojos. No recordaba haber estado nunca tan cerca de él, jamás lo había sentido tan real... bueno, sólo en una ocasión; el día del castigo, cuando él había llorado y ella le había consolado, calmando su dolor.

-¿Y qué más voy a hacer? -susurró, con una mezcla de desesperación y... ¿dulzura?-. Si Harry y Ron se enteran, querrán matarte. Si se lo cuento a los profesores, te expulsarán de Hogwarts.

-¿Y a ti qué diablos te importa lo que me pase? -gruñó Draco, notando su pulso acelerarse mientras un nudo se formaba poco a poco en su garganta.

-No quiero que te suceda nada malo, ni a ti ni a nadie más, Malfoy. ¡Entiéndelo, por Merlín! Ya hemos perdido a demasiada gente. Todos mueren a mi alrededor, sus vidas se acaban de repente y no hay nada más que hacer... No quiero que nadie más sufra. Me gustaría poder agitar mi varita y que esta pesadilla acabe, no perder a nadie más.

Jamás en toda su vida habría imaginado que Hermione Granger intervendría por él; por una causa tan... perdida.

Ella quería que la guerra acabara y no estaba cegada por el rencor, como creía que estaría. Al fin y al cabo él formaba parte de aquellos que habían asesinado a gente realmente importante para ella, incluso a su novio. Y aun así, ella anteponía la paz a la venganza. Por primera vez Malfoy pensó que Hermione era demasiado buena. Quizás nunca había conocido a alguien que lo fuera tanto.

Se sorprendió tanto que ni siquiera pensó antes de hablar. Las palabras abandonaron sus labios, sin preguntarle a su cabeza.

-A mí tampoco me gusta esto. -Su voz fue tan suave que Hermione creyó que se lo estaba imaginando-. Estoy harto de toda esta basura.

Los labios de Hermione se entreabrieron al oírlo y sintió su respiración pesada. Draco la sorprendió componiendo una sonrisa torcida.

-Cualquiera diría que no te lo esperabas.

-Creí que a ti...

«No te importaba nada». Antes de decir esas palabras, Hermione se quedó en silencio de nuevo.

-Yo también tengo familia, Granger. Y amigos que mueren o acaban en Azkaban. El equipo de Harry Potter da por hecho que ellos son los únicos sufriendo por la guerra... pero no es cierto.

Definitivamente Hermione se quedó sin palabras ante esto. Ella había sido sincera al admitir que estaba preocupada por él, pero Draco... él había reconocido su propia debilidad, algo que jamás habría hecho delante de ella.

¿Pero qué más daba ya? Hermione Granger lo había visto lloriqueando como un niño, suplicándole que hiciera parar el profundo dolor que sentía con la marca tenebrosa. ¿Qué más le quedaba por ver de él?

-¿Y entonces por qué te convertiste en uno de ellos?

-Por lealtad -respondió Draco sin dudar un segundo-. ¿Y tú por qué elegiste tu bando y no el del Lord Oscuro?

La pregunta en sí era absurda, pero Hermione entendía lo que él quería decir con eso. Draco no se había unido a los mortífagos porque quisiera pelear o porque creyera que eso era lo correcto, sino por algo mucho más profundo; por apoyar a su familia, por no dejarlos solos pendiendo de un hilo.

Al fin y al cabo su razón no era muy distinta a la suya propia. Hermione quería ver a Lord Voldemort derrotado por todo el daño que él había hecho. Por Harry y sus padres, por Fred y Ron, por el resto de los Weasley, por Sirius y Leah...

-Por lealtad -contestó Hermione también al cabo de unos segundos.

Miró a Draco a los ojos y su piel se erizó. Estos eran grises, con rayitas plateadas en su interior. Sus pestañas, un poco más oscuras que su cabello casi blanco, eran largas y espesas. Vio en Draco algo distinto, algo que no era gélido y vacío como de costumbre.

Él se levantó de golpe, como despertando de un trance en el que no sabía que estaba inmerso. Se aclaró la garganta, molesto consigo mismo por haber bajado la guardia en sus defensas y haber hablado más de la cuenta.

-Tengo que volver -se disculpó, sin saber aún por qué lo hacía.

Hermione reaccionó al momento.

-Espera. -Lo retuvo-. Una pregunta más, por favor.

Draco apretó los labios. Tenía miedo, no sabía qué podría decir ella y se encontraba vulnerable en su presencia.

-Dijimos una pregunta por otra y yo ya no tengo nada más que saber.

Su voz sonó más fría de lo que cabría esperar tras su reciente sinceridad, aun así ella no se desanimó y continuó mirándolo con intensidad.

-Fuiste tú quien quiso hablar, me merezco una más por haber cedido en eso, ¿no?

Draco pareció calibrar la idea unos segundos y finalmente asintió con la cabeza casi imperceptiblemente. Hermione lo miraba desde el suelo, con la cabeza alta y los ojos brillantes.

-¿Qué más quieres saber?

Hermione no dudó ni un segundo.

-¿Leah está viva?

Los labios de Draco se fruncieron al escucharla. Pensó en mentir, en hacerla sufrir, pero finalmente decidió que no valía la pena; de todas formas esa charla ya lo había cambiado todo entre ellos.

-No lo sé -contestó muy serio-. Pero tampoco importa ya.

Después se fue. Caminó con pasoos largos hasta desaparecer tras el muro que conducía de nuevo al interior de Hogwarts. Hermione compuso una pequeña sonrisa esperanzada. Malfoy acababa de abrir de nuevo una puerta en su mente: Leah podía estar viva aún.

Con las manos frías por el viento, acarició una vez más la carpeta que contenía las cartas de Leah.

Había descubierto que ni siquiera Draco Malfoy era solo oscuridad.


Gracias por leer. Me encaaaaaanta escribir este fanfic y espero que disfrutéis mucho con él :)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro