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De vuelta en el espacio

El día de la acordada reunión entre Mario y Rosalina, el primero se encontraba en su casa descansando en su cama, con su gorra colocada sobre su rostro, cuando escuchó golpes en la ventana de la habitación. Al inicio no le tomó importancia, pensando que se trataría de alguna rama de un árbol que se cayó por el viento y fue a dar a la ventana. Sin embargo, volvió a escuchar los mismos golpecitos unos segundos después, y al estar más atento, distinguió que sonaba como si alguien estuviera tocando a la puerta, pero con la ventana. Ya con su atención puesta en este fenómeno, el héroe de rojo se quitó la gorra del rostro y se sentó en la cama, viendo fijamente hacia la ventana. De repente, vio aparecer una mano fina con esmalte en las uñas y una manga celeste con borde blanco por la parte superior de la ventana, la cual nuevamente le dio unos cuantos golpecitos al cristal. Teniendo ya una idea de qué estaba pasando, Mario se levantó de la cama y caminó hasta la ventana, tras lo que la abrió de par en par.

Rosalina (asoma su cabeza por la parte superior de la ventana) : Hola.

Mario (sonriendo) : Hola ... esto es un poco extraño ¿no crees?

Rosalina : Pensé que te haría gracia si me veías de cabeza.

Mario (ríe suavemente) : Y lo hace, aunque ¿Cómo le haces para que tu pelo no cuelgue también?

Rosalina : Aplico el hechizo de levitación a mi pelo también.

Mario : Hum ... como sea ¿A qué debo el honor de que me visites en la mañana? Especialmente cuando más personas pueden verte.

Rosalina : No, no pueden. También me estoy haciendo invisible.

Mario (sorprendido) : ¿En serio?

Rosalina : He tenido mucho tiempo libre, además ... no puedo vivir solo de engaños.

Mario : ¿De qué hablas?

En ese momento, Rosalina se dio la vuelta y apoyó sus manos sobre el marco de la ventana, dejando su rostro al mismo nivel que el de Mario.

Rosalina : No soy tan poderosa como crees ... o como les hice creer a todos. Mi origen humano, el porqué tengo estos poderes, y qué tanto puedo hacer en realidad ... son cosas que solo te puedo confiar a ti. Sabrás más de mi pasado pronto ... una vez que estemos en el espacio. Para los demás, será mejor que quede como una figura misteriosa de mucho poder, una especie de diosa incluso. Esa imagen me sirve para que aquellos que quieren dañar a los destellos se lo piensen dos veces antes de intentar algo ... sin embargo, he aprendido que eso no es lo mejor. Debo aprender a defenderme por mi cuenta también. Pero hasta que este segura de eso, quiero mantener esa imagen falsa de mí.

Mario : Claro. Yo no le he contado a nadie más sobre tu historia, y puedo ser muy bueno para exagerar cosas. ¿Cómo ves ser capaz de mover planetas con telequinesis?

Rosalina (suelta una risilla) : Bueno, si no te preguntan tampoco es necesario exagerar. (hace una pequeña pausa) Pero, volviendo a porque vine, solo quería decirte que lleves ropa cómoda esta noche. No sé cuánto tiempo vamos a estar fuera.

Mario (preocupado) : ¿No va a ser solo de una noche?

Rosalina : No creo. Tengo las coordenadas del lugar al que vamos a ir, pero no sé cuánto nos tome llegar, o si encontraremos problemas en el camino, o si habrá que buscar otro lugar de emergencia.

Mario : Hum ... vaya búsqueda ¿eh?

Rosalina : No tienes que ir si no quieres. Entiendo que tienes cosas importantes que hacer aquí.

Mario : No, no es eso, es solo que ... no sé que excusa me voy a inventar para decirle a los demás.

Rosalina : No inventes una excusa.

Mario : ¿Disculpa?

Rosalina : Diles que Rosalina regresó a la Tierra y te pidió ayuda con algo. No tienen que saber que hemos estado hablando. Entenderán que te pida ayuda personalmente ya que me ayudaste a recuperar las estrellas que el monstruo me arrebató.

Mario notó que Rosalina seguía seria y serena, como si ya hubiera considerado esa opción antes de venir a hablarle.

Mario : De acuerdo, si no tienes problemas con eso. 

Rosalina : Bien ... entonces, te veo en la noche.

La madre de los destellos le dedicó una leve sonrisa a su amigo, lo que causó que Mario sintiera una calidez difícil de describir en su pecho, tras lo que Rosalina se fue volando hacia arriba para regresar a su hogar; sin embargo, Mario sacó su cabeza por la ventana y la llamó desde allí antes de que ella desapareciera.

Mario : ¡¡Rosalina, espera!!

La mujer del vestido celeste se detuvo y comenzó a descender lentamente hasta estar al nivel de Mario nuevamente.

Rosalina (calmada) : ¿Sí, Mario?

Mario (algo nervioso) : Bueno, es que, Peach me dijo que desearía poder darte las gracias en persona, y ya que probablemente le tenga que contar que me iré por un tiempo indefinido para ayudarte tal vez quiera ...

Rosalina (lo interrumpe) : Acepté hablar con Luigi porque es tu hermano y comprendo el sentimiento de hermandad que hay entre ustedes y tu deseo de no ocultarle cosas. Sin embargo, no tengo nada que hablar con la princesa Peach. Puedes darme su agradecimiento si quieres.

Mario se sorprendió por la fría respuesta que recibió de Rosalina, quien nuevamente se elevó para esta vez sí regresar a su hogar.

Mario (pensando) : '¿Por qué es tan reacia a hablar con más personas?'

El héroe de rojo se apartó de la ventana y la volvió a cerrar, tras lo que se dirigió hacia la cama nuevamente para volver a acostarse. Al cabo de unos minutos, Luigi regresó a la casa, y luego de dejar sus llaves en la entrada subió hasta su habitación, en donde encontró a Mario acostado en la cama, roncando y hablando de comida mientras tenía su gorra sobre el rostro. El hermano de verde se dispuso entonces a seguir los pasos de su hermano. Se quitó los zapatos, se recostó en la cama, se colocó la gorra sobre el rostro ... y tocaron a la puerta. Luigi soltó un quejido de molestia, tras lo que intentó ignorar a quien tocaba la puerta, pero segundos después volvieron a tocar, esta vez más fuerte. 

Luigi (se levanta de la cama) : Ya que ...

El héroe de verde se colocó sus zapatos nuevamente y bajó al primer nivel para abrir la puerta y atender al molesto visitante.

Luigi : ¿Toad?

C. Toad : ¡Hola Luigi! ¿Está Mario dentro?

Luigi : Sí, pero está algo ... ocupado.

C. Toad : ¿Está dormido, verdad?

Luigi : Sí.

C. Toad : Pues entonces despiértalo. Dile que traigo un mensaje de la princesa, eso seguro lo levanta.

Luigi dio media vuelta y subió al segundo nivel mientras Toad entraba a la casa y se acomodaba en la sala. 

Luigi (se pone al lado de Mario) : Hermano despierta (lo mueve un poco) Toad vino a decirte algo ... dice que es de parte de Peach.

En ese momento Mario se quitó la gorra del rostro y se restregó los ojos mientras bostezaba, estirando también sus piernas.

Luigi : Sí que estabas dormido ¿eh?

Mario (se sienta en la orilla de la cama) : Sabes que somos de sueño pesado. (bosteza) Me pregunto que sucedió ahora. (se levanta de la cama) Y por cierto ¿Cómo te fue a ti?

Luigi : Bien. El koopa troopa al que le dejé las invitaciones fue bastante amable conmigo.

Mario : Por algo Peach decidió invitarlo a este torneo de karts. (se pone sus zapatos) Aún me sorprende que tengamos que mandarle invitaciones a Bowser. Él posee como la mitad de los derechos del torneo y más patrocinios de los que puedo contar, podría meter a todo su reino si se le antojara.

Luigi : Supongo que sueña con que algún día llegue la princesa en persona a dárselas.

Mario (ríe) : Lo que tiene de terco lo tiene de tonto ¿eh?

El hermano de verde no pudo evitar reír ante el comentario de Mario, tras lo que ambos salieron de su habitación.

Luigi : Por cierto, el koopa troopa me comentó que aparentemente están buscando expandir la pequeña ciudad donde viven los desertores del ejército de Bowser. Parece que esperan a un grupo grande en los próximos días.

Mario : ¿En serio? ... Bueno, entonces creo que iré a echar un vistazo luego.

C. Toad (al ver a Mario entrar) : ¡Allí estás! A veces me pregunto si eres un humano o un yoshi.

Mario : Supongo que se me pegaron algunas mañas de pequeño; como sea ¿Qué sucedió ahora? ¿Necesitan más ayuda para la organización del torneo?

C. Toad : Algo así. (se quita la mochila y la abre para registrarla) La princesa me pidió que te mandara esto (saca tres sobres café con orillas rojas y se los ofrece a Mario), ella quiere que hagas el favor de llevarlos a la isla DK.

Mario (toma los sobres) : Ya veo ... uno para DK, otro para Diddy ... y el tercero no tiene nombre.

C. Toad : Es para un invitado especial, la princesa dijo que los Kong pueden decidir quien es su tercer representante.

Mario : Ya veo. Bueno, ya se está haciendo algo tarde, así que iré ... luego.

C. Toad : De preferencia mañana.

Mario : Sí ... creo que eso no se va a poder.

C. Toad : ¿Por qué?

Mario : Por que tengo algo importante que hacer ... fuera del planeta.

C. Toad y Luigi : ¿¡Qué!?

Mario : Fue algo repentino ¿recuerdan a Rosalina?

C. Toad : ¿La mujer de vestido celeste que daba miedo?

Mario (suspira) : Sí, ella. Regresó para pedirme ayuda con algo importante que necesita encontrar, y me dijo que solo puede confiar en mí.

Luigi : ¿Regresó solo para pedirte ayuda?

C. Toad : Debiste caerle muy bien.

Mario : Supongo ... ... como sea, nos vamos esta noche y no sé cuánto tiempo voy a estar fuera.

Luigi (nervioso) : ¿Y si Bowser ataca de nuevo?

Mario (pone su mano derecha en el hombro izquierdo de Luigi) : No espero irme por tanto tiempo. Además, si lo que dices sobre la pequeña ciudad de los desertores es cierto, entonces Bowser va a estar en aprietos juntando un ejército. Todo va a estar bien.

C. Toad : Bueno, supongamos que nada malo pasa mientras no estás ... ¿Quién va a entregar las cartas?

Mario (voltea a ver a Toad) : ¿Tan urgente es?

C. Toad : La princesa necesita la lista de participantes lo antes posible. Recuerda que los participantes también se pueden negar a asistir.

Mario : Pues entonces ve tu ... o Luigi.

Luigi (preocupado) : No, no, no, claro que no.

C. Toad (asustado) : Estas loco si ... si crees que v~voy a ir.

Mario : Arrgh, vamos chicos, los Kong no son malas personas ... algo bruscos y bromistas, sí, pero no son de mala sangre.

C. Toad : La princesa quiere que vayas porque eres el único al que respetan.

Luigi : Si Toad o yo vamos ... quién sabe lo que nos va a pasar.

C. Toad : No quiero ser comida de tiburones.

Mario (suspira) : De acuerdo ¿Por qué no los acompaña Peach?

C. Toad : Ella está muy ocupada.

Mario : ¿Y qué hay de Daisy? Esa mujer asustaría hasta a Rambi.

Luigi (un poco molesto) : No creo que ...

C. Toad : ¡Me parece! Si va ella sí me animo a ir yo.

Mario : ¿Ven? Todo tiene solución. (se acerca a Luigi y le susurra) Además, así puedes pasar tiempo con ella.

Luigi (susurrando) : ¿Y que me vea esconderme detrás de ella cuando algo me asuste?

Mario : Hermano, con todo respeto, si a Daisy le interesara tu valentía no habrían pasado de la primera conversación. (se aleja de Luigi) Bien Toad, ya puedes ir al castillo y decirle a Peach que todo quedó solucionado. Luigi hablará con Daisy para que los acompañe (voltea a ver a Luigi) ¿Verdad?

Luigi (algo sonrojado) : Eh sí ... sí, por supuesto.

C. Toad : De acuerdo. Entonces les dejo las cartas, y nos ponemos de acuerdo luego. 

El capitán del escuadrón Toad se levantó de su asiento y volvió a colocarse la mochila, tras lo que se despidió de los hermanos y salió de la casa rumbo al castillo. Más tarde ese mismo día Mario recibió una llamada de parte de Peach, lo que no lo sorprendió.

Mario (contesta) : Hola Peach ¿Qué tal has estado?

Peach : Hola Mario. He estado bien, gracias ... bueno, no del todo. Toad me contó que te vas a ir del planeta.

Mario (ríe) : ¿Al menos te dijo el motivo?

Peach : Que Rosalina regresó a solicitar tu ayuda con algo.

Mario : Exacto, así que estaré fuera tal vez un par de días. Confío en que esto no tardará mucho.

Peach : Espero que así sea. No me gusta la idea de quedarme sin el protector del reino.

Mario : Oh, vamos, sabes que Luigi es capaz de hacer todo lo que yo y más.

Peach : Sí ... pero aquí entre nosotros ... me siento más segura contigo que con él.

Mario (sonrojado) : Eh ... yo, um ... no ... no sé qué decir.

Peach : Claro, como ya dije, no es que no me fíe de tu hermano, pero si no estás cerca para animarlo igual no es la mejor opción ¿sabes? 

Mario (regresa a la normalidad) : Sí, creo ... creo que tienes razón (se rasca la cabeza) como sea, Luigi y Toad van a ver si convencen a Daisy de que los acompañe para protegerlos o algo así.

Peach : Lo sé, no es por eso que te llamé. Yo ... quería saber si me puedes presentar a Rosalina antes de irte, para que pueda darle las gracias en persona.

Mario : Siiii ... respecto a eso ... ella fue muy clara en que no quería hablar con nadie más a parte de mí. Es muy tímida ¿sabes?

Peach : Mmmmmmm ... bueno, tu la conoces mejor que nadie.

Mario : Peeeero, si quieres, puedo darle las gracias por ti.

Peach : Bueno, en ese caso le escribiré una carta y te la mandaré con el toad cartero en un rato.

Mario : Perfecto, me encargaré de dársela entonces.

Una vez que terminó la llamada, Mario subió a su habitación para cambiarse la ropa. Se colocó el mismo atuendo de siempre, guardó la linterna en su bolsillo, y se quedó esperando a que el toad cartero llegara a la casa. Ya con la carta de la princesa en mano, el héroe del reino se quedó sentado en el sofá de la sala a esperar a que llegara la hora acordada para encontrarse con Rosalina. Su hermano aprovechó para despedirse de él y desearle suerte, y luego de tomar otra pequeña siesta, Mario salió de la casa rumbo a la colina con el árbol solitario, donde se encontró con Rosalina de pie y de espaldas a él, viendo hacia el horizonte.

Mario : Ya estoy aquí.

Rosalina (voltea) : Perfecto (mira la mano derecha de Mario) ¿Qué llevas allí?

Mario (levanta su mano) : Es una carta que Peach te escribió, ya sabes, para darte las gracias.

Mario le tendió el sobre rosado a Rosalina, quien estiró la mano con la que sostenía la varita hacia la misma y le dio un gentil toque con la punta de la estrella de su varita, haciéndola desaparecer.

Rosalina : La leeré luego. 

Mario : Claro.

El pequeño héroe se acercó un poco más a Rosalina, quien repentinamente lo tomó de la mano y ambos fueron rodeados por una potente luz blanca, tan fuerte que Mario tuvo que cerrar los ojos. Entonces sintió como si estuviera en una montaña rusa, siendo zarandeado hacia todos lados, aunque su cuerpo se encontraba estático. De repente sintió que algo intentaba aplastar su cuerpo mientras Rosalina sostenía su mano con más fuerza, sensación se fue tan rápido como apareció al mismo tiempo que dejó de sentir la suave brisa del bosque en su rostro. La luz desapareció por completo y Mario comenzó a abrir los ojos poco a poco, dándose cuenta de que estaba parado sobre el césped cerca de la cúpula del observatorio. Frente a él se encontraba Rosalina, quien tenía una mirada serena y tranquilizadora, sonriendo levemente mientras tenía sus ojos parcialmente cerrados, aunque se podía ver que también estaba algo preocupada por él. 

Mario (sintiendo que le falta el aliento) : Eso fue ... intenso.

Rosalina (en un tono dulce) : La primera transportación suele tener ese efecto. Pero ¿Cómo te sientes? ¿Tienes náusea, dolor de cabeza, cansancio?

Mario : No realmente, aunque ... ahora que lo mencionas ... me siento algo ... mareado.

Mario sintió que perdía el equilibrio y todo comenzaba a darle vueltas, tras lo que se fue de espaldas. Sin embargo, Rosalina lo atrapó antes de que tocara el suelo, tras lo que ella se puso de rodillas sobre la grama y lo recostó sobre su regazo.

Rosalina : Tranquilo, es normal. De echo, me sorprende que solo te sientas mareado (se sonroja) la primera vez que yo lo intenté ... vomité cuando aparecí del otro lado.

Mario (sonriendo levemente) : Bueno ... eso todavía puede pasar.

En ese momento, Mario se dio cuenta de que seguía sosteniendo la mano de Rosalina, pero al ver que a ella no le incomodaba decidió no hacer nada al respecto. Entonces, la madre de los destellos soltó su mano y pasó su brazo por debajo de sus rodillas, colocando su otro brazo detrás de su cuello, y con una facilidad que tomó por sorpresa a Mario lo levantó, poniéndose ella de pie.

Mario : ¡Wow! ... (mira a Rosalina al rostro) Eres fuerte ¿eh?

Rosalina (voltea a ver a Mario) : Hay mucho que todavía no sabes de mí. Como por ejemplo, mi cuerpo se volvió más fuerte y resistente de lo normal para permitirme sobrevivir sin problemas en el espacio.

La madre de los destellos procedió a caminar hacia su habitación. Mario notó que las luces del lugar estaban apagadas, por lo que lo único que iluminaba el camino eran las estrellas del espacio y la tenue luz que desprendía el vestido de Rosalina. Frente a ellos se encontraba el planeta Tierra, tapando el Sol. El ambiente se sentía pacífico con un aura de misterio, y Mario no pudo evitar sentir algo de nostalgia por estar de nuevo en el espacio, esta vez sin ninguna presión de por medio.

Mario : Oye, Rosalina ... ¿Por qué vamos a tu habitación? 

Rosalina : Para que te recuperes del viaje. Tranquilo, todavía no tengo sueño, así que te voy a recostar en mi cama mientras te recuperas. Luego ya te enseñaré donde puedes dormir.

Mario : ¿Segura? No quiero ser una molestia para ti, además de que ya me siento mejor.

Rosalina (levanta una ceja) : ¿Ah sí? ... Pruébamelo entonces.

Para ese momento de la conversación ya habían llegado a la entrada de la habitación de Rosalina, la cual tenía una barrera mágica sellando la entrada. La mujer del vestido celeste dejó al pequeño héroe en el suelo y quitó la barrera mágica.

Mario : ¿Ves? ... estoy (se empieza a poner pálido) bi ... bien.

El héroe de rojo volvió a sentirse mareado, pero esta vez, también sintió nauseas.

Rosalina (viendo a Mario) : Tengo un baño privado, es la única puerta en mi habitación, y no tiene llave.

Mario comenzó a tambalearse por la habitación hasta que sintió que iba a vomitar, teniendo que taparse la boca y hacer un esfuerzo por no dejarlo salir en medio de la habitación de la madre de los destellos. Sin embargo, lo tomó como una advertencia y salió corriendo hacia el baño, abrió la puerta rápidamente y se dejó caer de rodillas sobre el inodoro antes de vomitar en la taza, aferrándose al borde. En ese momento, Polari se asomó a la entrada de la habitación de Rosalina, quedándose a la par de ella.

Polari : ¿Primera vez?

Rosalina : Sí.

Polari : ¿Quiere que me haga cargo?

Rosalina : No. Tú ve a dormir ya, de seguro estas cansado.

Polari : ¿Segura? Usted también debe tener sueño.

Rosalina : No sería la primera vez que me acuesto tarde, o no duermo, por cuidar de alguien.

Polari (suspira) : Si así lo desea, bien. 

Mario (levanta la cabeza de la taza) : Sabía que era mala idea comerme esa segunda hamburguesa.

Polari (ríe) : Buenas noches a ambos.

Rosalina : Buenas noches, Polari.

El destello de ojos azules dio media vuelta y se dirigió a donde estaban los demás destellos para acostarse, mientras que Rosalina entró a su habitación y volvió a colocar la barrera en la entrada. Encendió la luz y comenzó a caminar lentamente hacia donde estaba Mario, quien seguía de rodillas a la par del inodoro, sin despegar sus manos de la orilla mientras veía fijamente a la nada, respirando lentamente. La madre de los destellos se sentó a la par suya y le quitó al gorra, tras lo que colocó su mano derecha detrás de la cabeza de Mario y comenzó a acariciarlo suavemente.

Rosalina : ¿Cómo te sientes?

Mario : Pues ... menos mal que antes.

Rosalina (ríe suavemente) : Pero es una mejora ¿no?

Mario (sonríe levemente) : Supongo.

Rosalina : ¿Puedes caminar hacia la cama para recostarse?

Mario : No creo que ... sea buena idea.

Rosalina : Créeme, esto no es como una nausea normal. Si ya vomitaste, no vas a volver a hacerlo.

Mario : ¿Cuántas veces ... te pasó esto?

Rosalina : Solo la primera. A la segunda solo me sentí mareada, a la tercera me dio dolor de cabeza, y a la cuarta ya no hubo efectos secundarios.

Mario : Ya.

El héroe de rojo intentó ponerse de pie mientras Rosalina permanecía detrás de él, atenta a cualquier cosa que pudiera pasar para atraparlo antes de que se hiciera daño al caer al suelo. Mario se tambaleó un poco, por lo que Rosalina lo sostuvo de los hombros y lo ayudó a caminar hacia su cama, donde lo recostó. Ella le quitó los zapatos y los dejó a un lado, y acomodó su cabeza sobre una almohada, asegurándose de que estuviera lo más cómodo posible.

Rosalina : ¿Quieres agua?

Mario : Si no fuera mucha ... molestia.

La rubia dio media vuelta y comenzó a caminar hacia la entrada de la habitación mientras Mario la observaba. Una vez que desapareció la barrera mágica de la entrada, la voz de su invitado la detuvo.

Mario : Gracias ... por ser tan atenta. 

Rosalina (sonríe) : Bueno ... he sido madre por más años de los que puedo contar. Creo que se termina haciendo natural ¿sabes?

La mujer del vestido celeste salió de la habitación y volvió a colocar la barrera mágica, mientras que Mario se quedó viendo hacia el techo de la cama.

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