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Capítulo 8

-¡Ja! ¡Y decías que ganarías!

-¡Solo eres una niñata engreída!

-¡Eso, tú solo... !

-Oigan... - los del equipo se colocan frente a ellos y consiguen intimidarlos, pero ahora no les prestaba atención.

-¿Qué pasa? ¿Te comió la lengua el gato? ¿No dirás nada?

Levanté la mirada hasta ella, aparté su pie de un manotazo y me levanté. No, no dije nada, solo la miré guardandome mis maldiciones para mí misma.

-¡_______-San! ¡Dígale algo! - dicen las chicas y mi equipo las apoya.

Yo resoplé antes de hablar finalmente, pero no dije las cosas que los demás esperaban.

-Al menos deja que esas chicas jueguen aquí, por lo menos cuando ustedes no estén...

-¡______-San!

-Bien, ellas podrás venir. - sonríe -. Pero no quiero verte aparecer por aquí de nuevo.

-¡Eso no es jus... !

-Bien.

Interrumpí a los demás, fui a por mis cosas, ni siquiera miré a los chicos, no podía... me sentía avergonzada por haber perdido frente a ellos. Agarré mi bolso y me lo colgué, pero hice una mueca y cambié de hombro. Suspiré, me alejé de ellos con la cabeza gacha y salí de la cancha.

-¡_______cchi!

No me detuve, fingí no escucharlo.

-¡Oye, espera! - seguí mi camino - ¡_____... !

Cuando me sujeta la muñeca para detenerme, yo la aparté bruscamente haciéndolo detenerse a él.

-¿Qué?

-Oye... sé que es frustrante perder un partido por primera vez... sientes tanta impotencia, ¿no?

Apreté los dientes pero los relajé, asentí ligeramente. Él me sujeta la muñeca e intenta que lo mire, yo no quería que me viera así, quería ocultarme.

-_______cchi... vamos, mírame ¿Si? - no respondí -. _______...

-Kise... estaré bien, no te preocupes por mi... - Me solté de su agarre -. Llegaremos tarde al entrenamiento.

Comencé a caminar y alejarme, no lo escuché seguirme hasta que los demás llegaron. Finalmente se colocaron tras de mi y entre todos fuimos a la escuela para el entrenamiento de los fines de semana. Tuvimos un sermón por parte del entrenador pero la verdad es que no le presté atención. Los chicos hacen sus ejercicios y luego juegan un par de partidos, tuve que atender ya que el entrenador me hacía un par de comentarios o preguntas. Hasta el final del entrenamiento.

-Buen trabajo, chicos.

-Buen trabajo.

-Nos vemos.

Todos se alejan junto a sus cosas, yo me quedé en silencio o me despedía con la mano, hasta que sentí una apoyarse sobre mi hombro.

-¿Te acompaño a casa? - miré a Kise.

-Creo que entrenaré un poco, puedes adelantarte. - le sonreí.

-Si quieres puedo esperarte.

Apoyé mi mano sobre la suya en mi hombro y la aparté con disimulo antes de voltear completamente para verlo.

-No te preocupes, Kise. Tienes que ir a descansar, yo tardaré un poco. Debo fortalecerme más.

Él se me queda mirando pero finalmente suspira derrotado y asiente sonriendo.

-Está bien, no te quedes hasta muy tarde _______cchi.

-Seguro.

Lo vi alejarse junto a los demás, pero noté que me miró de reojo y dejando de sonreír antes de cruzar por la puerta. Yo aparté la mirada hasta un balón, lo agarré y lo vi por un buen tiempo antes de lanzarlo.

-¿Qué... ?

Miré el balón cuando rebotó por la canasta, y cayó fuera de esta, abrí los ojos de par en par y me quedé paralizada. Había fallado... Fruncí los labios, volví a agarrar el balón pero encesté. Suspiré profundo, y me recordé a mí misma que cualquiera puede fallar en cualquier momento... no debía de asustarme por eso.

Pensé en el partido de esta mañana, quería saber de dónde era esa chica y cómo es que esos idiotas consiguieron que jugara para ellos. Mientras me sumergía cada vez más en mis pensamientos, hacia algunos tiros y movimientos, pero me estaba molestando al recordar lo molesta que fue esa chica, mis manos comenzaron a temblar de la frustración e impotencia por haber perdido, hice un movimiento brusco pero que hizo mover mi hombro.

-¡Agh... !

Dejé escapar la pelota y me sujeté el hombro con dolor, me costó mover el brazo cuando lo hice, mi hombro volvió a su posición normal. Resoplé más frustrada que antes, decidí que era todo por hoy. Guardé las cosas, agarré las mías y salí del gimnasio para ir a mi casa.

-Cariño, que bueno que llegas. La cena está lista. - avisa papá.

-Gracias, pero no tengo hambre...

-¿Sucedió algo? - pregunta mamá.

-No, no... solo ya comí.

Ellos se miran y luego mamá se me acerca para abrazarme, su cercanía era una debilidad para mis emociones, me sentía reconfortada pero no quería preocuparlos.

-Si te sucede algo ¿nos lo dirás?

-Claro que sí, no se preocupen.

Les sonreí para calmarlos, le di un beso en la mejilla a mi madre y me fui a mi habitación antes de derrumbarme frente a ellos. La frustración contenida se siente horrible.

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