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Capítulo 17

    No sé cuánto tiempo estuve rodando hasta que conseguí frenarme por fin boca abajo, contra el asfalto y respirando con dificultad, me moví para poder incorporarme pero el cuerpo me dolía a rabiar, no tenía intención de quedarme ahí todo el día y menos aún, cuando escuché unas ruedas chirriar. Mal asunto. Alcé la vista para ver a un coche a gran velocidad cara mí en línea recta, de nuevo me esforcé por incorporarme pero no me daría tiempo a salir de ahí antes de que el cuatro por cuatro aplastara mi cabeza contra el cemento negro que ahora mismo estaba atrapando a mi cuerpo.

Veía el coche acercarse más, como a cámara lenta, apreté los puños centrándome en el coche y cerré los ojos, sentí mi energía vibrar por mi cuerpo y salir de él. Sentí un fuerte viento pasar por mi cuerpo y levantar mi trenza desaliñada por una extraña onda que me traspasó. Abrí los ojoslentamente y vi el parachoques del coche en una extraña posición a escasos centímetros de mi cara.

Suspiré y relajé mis hombros, lo había conseguido, había paralizado justo a tiempo el cuatro por cuatro.

Levantémí pesado cuerpo de doscientos kilos y grité de dolor nada másconseguí poner los pies en tierra. Estaba hecha una porquería, mis brazos y piernas estaban llenas de cortes con sangre por todos lados, notaba el sabor de la sangre mezclarse en mi boca y la notaba chorrear por mi cara.

Entre la caída y la vieja brecha a saber cómo tenía la cara.

Centré la vista en el coche parado en medio de la carretera, ahora entendía porque había visto en una posición tan extraña el parachoques. El coche estaba suspendiendo por los aires, solo el lado trasero, en un ángulode unossesenta y cinco grados. Lentamente lo devolví al suelo con un sonido seco ya que la gente que observaba la escena estaba paralizada y realmente asustada por la estatua que yo había creado en medio de la carretera.

Di unos pasos hacia delante y fijé la vista en los ocupantes, los cuales continuaban paralizados mirando al frente como si nada hubiera sucedido. Una ira y rabia loca salió de mí interior quemándome con intensidad, noté de nuevo vibrar el poder de mí con más intensidad y las cuatro puertas del flamante cuatro por cuatro se abrieron para dejar salir alos tres ocupantes, los cuales salieron volando y se estamparon contra el asfalto violentamente.Cerré de nuevo solo tres de las puertas y acerqué el coche hasta mi posición, coloqué mi pesado cuerpo dentro y cerré la puerta, solo que esta vez utilicé las manos.

Le di al contacto pero antes miré a los cabronazos que casi me atropellan tirados en el suelo, quietecitos como niños buenos, la adrenalina se apoderó de mí, estaba realmente rabiosa y deseaba devolverles cada una de las heridas que había por todo mi cuerpo.Sentí una fuerza en mi interior arder que casi no podía controlar, así que la dejé fluir, tres armas de un cañón impresionante, un poco más grande de lo normal y pesadas, salieron del coche y se colocaron delante de las cabezas de cada uno de ellos, esto les iba a doler y era lo que deseaba pero quería que ellos lo vieran con sus propios ojos y como no, así lo hice, quitándoles mi poder de dominación y mostrándoles sus últimos segundos de vida, cual destino nunca podrían escapar. Las balas salieron disparadas mezclándose con el humo que salió de ellas, persiguiéndolas pero a una menor velocidad. Cada bala se incrustó en la cabeza de ellos y en cuestión de segundos se evaporizaron, lo observé con satisfacción, me había transformado en una salvaje y estaba orgullosa de ello.

Metí la primera marcha y salí de ese espectáculo chillando ruedas, aún quedaban más Narcisos vivos que estaban atacando a Chilo y Mikael. Clavé la cuarta marcha de un coche de alta potencia y salí disparada a gran velocidad esquivando los coches con los que me cruzaba y desastres que habían hecho otros coches por esquivar la batalla que se ejecutaba en plena carretera. De pronto me crucé con el destartalado coche de Chilo que conducía a toda velocidad marcha atrás. Miré por el retrovisor y lo vi frenar, me habían visto. Aminoré la velocidad para esperarlos y entonces un ruido extraño y distorsionado, provocándome que diera un bote, salió por los altavoces del coche llenándolo con ese sonido irritante, por suerte duró unos segundos ya que cesó y se escuchó una voz a cambio.

–Maldita sea, sois un atajo de inútiles incompetentes... –Decía una voz con un débil acento ruso al otro lado. –Dejad al muchacho y traer a la zorra de la mestiza.

– ¿Viva o muerta? –Preguntó otra voz con un acento extraño.

–Viva idiota. –Contestó el ruso irritado.

–De acuerdo señor.

–Uron va hacia ya, él os echará una mano ya que por lo visto no sabéis hacer nada solos. –Sus últimas palabras las dijo totalmente enardecido.

La conversación se cortó dejándome escuchar de nuevo el chirrido de la radio.

Serán cabrones, la mestiza era yo, ahora sí que venían apor mí, por ese motivo los disparos iban directos a Chilo, porque a mí me querían viva, pero... ¿Quién era el muchacho del que hablaban? Mikael tal vez... No, no podía ser, el golpe en la cabeza estaba afectando mí razonamiento.

Unos pitidos me sacaron de mis pensamientos, miré de nuevo por el retrovisor, Chilo se acercaba a mí atoda velocidad con dos coches a cada lado disparándoles y dándoles golpecitos a los lados, uno de ellos era la furgoneta que antes nos había atacado y el otro era nuevo.Reduje la velocidad totalmente parando el coche y colocando la marcha atrás, salí quemando las ruedas y dejando un sendero de humo espeso con olor a goma quemada.

Chilo se había desecho del coche que tenía a su lado el cual se había estampado contra una bomba de agua de la cual comenzó a salir agua con fuerza como una fuente a máxima presión, pero todavía tenían al otro dándoles golpes, de pronto, como de la nada salió un coche rojo enorme saltándose el stop de cruce de carreteras a gran velocidad por uno de los laterales de la gran avenida y los embistió a todos dándoles un terrible golpe por el lado de Chilo.

Todo ocurrió muy rápido y muy cerca de mi posición, no pude ver mucho por el retrovisor porque tuve que dar un volantazo para que la furgoneta negra no se me cayera encima, ya que había salido volando por chocarse contra uno de los pilotos que habían en la cera cerca de un supermercado, el coche rebotó contra el suelo y chocó de nuevo contra una pared de ladrillos destrozándola e introduciendo la mitad de la destrozada furgoneta en la pared. El deportivo de Chilosalió volando dando varias vueltas de campana sobre sí mismo hasta aterrizar boca abajo. Cuando llegué hasta ellos el coche continuaba rodando como una peonza sobre el suelo.

Salí del coche y corrí hacia ellos, saqué el poder de mi interior para parar de una vez la chatarra rodadora.

–Chilo, Mikael. –Grité angustiada acercándome a ellos.

Me agaché por la zona del copiloto y vi a Chilo intentando salir de ahí, nada más me vio apuntó su arma contra mí, una vez se dio cuentade que era yo retiró el cañón y continuó intentando desabrochar el cinturón, el cual parecía que se le habíaapegado ala piel. Tenía sangre por todas las partes de su cuerpo y parecía que no le quedaran fuerzas, así que, metí las manos en el enganche para ayudarlo a salir de esaenredadera de hierros que salían peligrosamente por todos lados como cuchillas amenazantes para cortarte la piel.

– ¿Dónde está...?

–Búscalo, déjame a mí. –Cortó Chilo mi pregunta casi sin fuerza. –Salió volando en la primera vuelta, el idiota se quitó el cinturón. Búscalo Alaya, rápido.

Sacó una mano donde tenía el arma fuertemente cogida y me empujó, lo miré irritada pero salí corriendo de allí para buscar aMikael. Lo divisé a seis o siete metros del coche, fui corriendo hacia él y me agaché a su lado, parecía que estuviera muerto de lo quieto que estaba, alargué el brazo y lo toqué, gruñó a mi contacto, normal lo había tocado directamente en una de sus numerosas heridas.

–Mikael ¿Estas bien?

–La verdad es que no muy bien. Me duele el cuerpo por todas partes.

–Tranquilo ahora te sacaré de aquí.

Intenté incorporar ese cuerpo pesado, pero era demasiado peso para mí. Mikael estaba hecho una mierda, tenía la pierna en una posición poco natural para un cuerpo humano, brechas por toda la cara y todavía llevaba la cadena enrollada en la mano, fui directa a por ese metal robellado, pero el nudo llegaba hasta su hombro, se le enrollaba por el brazo como una serpiente apretando sus músculos con fuerza pero aun así,continúedesenrollándola.

Escuchéunos golpes fuertes de metal partiéndose junto con unos cuantos gruñidos de dolor y ladeé la vista en esa dirección. Había un superviviente en la furgoneta negra.

–Alaya tenemos que salir de aquí. –Su voz se quebraba con cada palabra.

Mi vista la tenía fija en el Narciso mal herido intentando salir de la chatarra partida que se había convertido la furgoneta, era el conductor, el único que había sobrevivido.

–Alaya tenemos que marcharnos, deja la maldita cadena, ¿No lo hueles? –Insistía de nuevo casi sin voz esta vez.

Me giré cara él ya que la cadena me tiraba y era porque el muy tonto estaba esforzando a su cuerpo para poder levantarse.Había conseguido después de varios tirones quitarle la cadena del brazo y decidí mantenerla fuertemente cogida de la mano por si acaso al bastardo del Narciso se le ocurría atacarnos, aunque primero tenía que salir de la furgoneta, la cual se había convertido en una bomba.

–¡! Alaya!! –Gritó angustiado Mikael. –Cada vez la huelo mas ¿Tu es que no la hueles?

Joder, claro que olía la gasolina, la olía con intensidad, me molestaba hasta respirar, me daban arcadas cada vez que aspiraba ese aroma en el aire e incluso podía escuchar el sonido de las gotas caer contra el ardor del alquitrán de la carretera.

–Vamos.

Lo tomé con fuerza de la cintura colgármelo con la ayuda de mi brazo pero de pronto todo se vino abajo, la furgoneta explotó casi en nuestros morros llegándonos la onda violentamente y expulsándonos por los aires a unos cuantos metros de distancia, tan fuerte que la onda nos separó por el camino. Me golpeé la espalada contra el duroasfalto, fue un dolor espantoso que me dejó inmóvil durante varios segundos, luego vino el silencio y un pitido horrible que atravesaban mis tímpanos con intensidad. Respire intentando relajarme mientras miraba el cielo azul pero la neblina de mi vista era bastante blanquecina. Me incorporé lentamente pero un mareo horrible me obligó a recostarme en el suelo, lo intenté de nuevo y esta vez sí que lo conseguí, aunque recibí como recompensa un pitido más consistente pero aguantable en mis oídos, pero los desperfectos venían en cadena y por si solos.Me atraganté con mi propia sangre, la cual tuve queescupir para no ahogarme. La neblina iba desapareciendo a cada segundo que pasaba dejándome ver mejor a mi alrededor,me sentía perdida, como si hubiera perdido la noción del tiempo por un momento e incluso llegué a preguntarme qué demonios hacía en el suelo, hasta que el terrible recuerdo vino a mí.

Mikael.

Comencé a buscar con la poca visión que tenía pero no daba con él.El pitido de mis oídos había disminuido y tragué varias veces para recomponer mi estómago.

–Mikael. –Realmente no estaba segura si esas palabras habían llegado a salir de mis labios ya que no conseguía oírme ni yo misma. –Mikael, Mikael, Mikael. –Por fin escuché mi voz pero en ecos.

El pitido disminuíatotalmente y la neblina estaba desapareciendo también, ojala pudiera decir lo mismo del dolor que sentía por todo el cuerpo y me atravesaba como un puñal ardiendo con cada movimiento que hacía para poder respirar.

Sacudí la cabeza para ayudar a mi mente a centrarse y busqué con la mirada a Mikael centrando mi don a ver más allá de lo que podía ver hasta que di con él, pero no estaba solo y no estaba en el suelo como yo imaginaba que estaría, más bien, en los aires y engrave peligro.

Un mastodonte enorme tenía cogido del cuello con una mano a Mikael. Animé ami cuerpo a que levantara el culo del suelo y me puse a buscarun arma o una piedra o algo para atizarle al grandullón, hasta que vi la cadena en el suelo, justo a mis pies y enrollada en mi muñeca.

Que suerte.

Me merecíauna gran medalla de oro por haber mantenido la enorme y pesada cadena enrollada en mi mano y no haberme desecho de ella, ahora esta arma se había convertido en mi salvación y la de Mikael.

Levanté la cadena y la enrollé en mi mano con fuerza para que no saliera volando detrás de mí estocada mientras caminaba cojeando y un poco mareada cara la bestia. Aun dando la mitad de mí, me pude acercar lo suficiente a ellos, por suerte el rinoceronte todavía no me había visto, yo solo podía mantener la vista fija en Mikael, el cual estaba pálidopor no poder respirar y el pie bueno lo sacudía sin fuerzas, sus brazos que estaban amarrados al gran brazo de ese ser cayeron inertes a los lados de su cuerpo y pude ver como sus ojos se cerraban.

¡NO! Lo iba a matar.

La rabia se apoderó de mi ser y alcé la mano con todas mis fuerzassacudiendo el látigo hacia atrás para soltarlo de nuevo con impulso hacia delante y darle un latigazo a la bestia, la cadena le dio en la cabeza y funcionó,soltó por fin a Mikael de su agarre el cual cayó al suelo y se puso a toser intentando recuperar el aliento.Al menos continuaba con vida pero muy mal herido, estaba peor que antes por culpa de la explosión. Para mala suerte mía no podía decir lo mismo del rinoceronte, por lo visto el golpe que le había dado para mi hubiera sido mortal mientras que para él habían sido simplemente unas cosquillitas. Sacudí de nuevo la cadena hacia atrás para atestarle otro, pero más fuerte, lo hice lo más rápido que mis genes me permitieron pero el rinoceronte fue más rápido y bloqueó mi golpe con un brazo cogiendo la cadena de un extremo, me miró y ladeó la cabeza, yo miré fijamente la cadena que amarraba en su enorme mano, sabía lo que venía ahora y no me dio tiempo ni a pestañear. Fui lanzada contra un coche que había a mi derecha a gran velocidad, no tuve tiempo ni de incorporarme, la cadena tiró de nuevo de mí y me estampó contra una pared de muro de cemento, abriendo un pequeño hueco por ella, tosí la sangre que bailaba por mi boca como unos cuantos huesos por mi cuerpo y dirigí mi mano rápidamente ala cadena para desenrollarla, pero no sirvió de nada, otra vez, pero con más violencia fui arrastrada y estampada contra otro coche, el cual escuché por mi golpe como los cristales explotaban y salían volando por todos lados e incluso algunos cayeron encima de mí. El golpe me dejó tonta pero no perdí el tiempo,continúehurgando en la cadena hasta que conseguídeshacer el nudo, la cadena salió volando alos segundos pero sin mí detrás esta vez.

Me incorpore sentada apoyando mi dolorida espalda contra el coche y sin fuerzas, estaba tan hecha polvo que casi no sentía el dolor de mi cuerpo, el cual estaba bañado en sangre, y no me extrañaba, después del viajecito feriante al cual me había montado obligada, debía de tener tantos cortes, tantos moratones por la cara y tantos huesoso rotos que ni mi propio padre me reconocería.

Fijé la vista en el rinoceronte que se avecinaba a mí, mediríamás de dos metros de altura y dos metros de ancho por lo menos, era impresionantemente grande, el suelo temblaba con cada uno de sus pasos, deduje que sería el tal Uron que el jefe ruso había enviado a los incompetentes de sus hombres.Tenía el pelo largo y negro como sus ojos, también tenía una cicatriz horrible surcándole la cara desde la frente pasando por su ojo derecho hasta la mitad de su mejilla, su olor era extraña, no podía diferenciar que era, olía a una mezcla de todo pero no lo relacionaba con nada, no sabía que era ese ser exactamente.

Observé sus manos buscando la cadena y me di cuenta que llevaba dos peromás cortas, había roto la cadena larga en dos y ahora las meneaba en círculos serpentéales como las agujas del reloj, poniéndome altamente nerviosa.

–Mierda. –Mi susurro llenó el aire de terror a mí alrededor.

Lo que yo había calificado de rinoceronte paró a unos cuatro metros de mí, ladeó su rostro y me sonrió con malicia, me puso los pelos de punta, el miedo me traspasaba como un rayo bloqueándome la respiración, ese ser era horripilante y tenebroso.

–Mi señor no me deja matarte y me encantaría. –Su voz era muy aguda y sus silabas como deseosas, me estrangulaban la garganta en un abrazo invisible. –Disfrutaría arrancándote la piel a tiras, mestiza, te torturaría hasta la muerte. –Y lo creía, cada una de sus palabras las decía con el corazón mientras daba dos pasos más hacia mí. –Me tendré que conformar con dejarte volar en un sueño doloroso del cual despertaras, tranquila, todavía no vas a morir. –La cadena comenzó aumentar su velocidad, podía escucharla cortar el viento. –Esto te dolerá un poquito pequeña mestiza.

Una vez acabado su escalofriante discurso lanzó una de las cadenas hacia mí, giré mi rostro y cerré los ojos esperando el golpe mortal pero solo sentí el golpe del aire al pasar la cadena a escasos centímetros de mi cara y a gran velocidad.

Imposible, el rinoceronte había fallado.

Abrí los ojos con temor y volví el rostro de nuevo hacia él pero lo único que vi fue un humo rojo con partículas brillantes entrelazarse en el aire mientras el rinoceronte se desvanecía. Me quedé helada y sin poder articular palabra alguna.

¿Qué demonios era esa cosa?

–Venga nena salgamos de aquí.

Escuchar la voz de Chilo me despertó algunas neuronas del cerebro para poder espabilarme, su cuerpo aparecíadetrás del humo que comenzaba a desaparecer, con una daga en la mano y respirando con dificultad.

–Venga Alaya, tienes que ayudarme con Mikael, tenemos que largarnos de aquí antes de que venga la caballería.

Chilo me ayudó a incorporarmemientras miraba a mi alrededor, estaba todo destrozado, coches destartalados por todas partes, fuego por doquier, las paredes de establecimientos agujereadas con coches en sus interiores, gente gritando y corriendo por todas partes y sangre, mucha sangre. Las alarmas de los comercios sonaban mezclándose entre ellas componiendo una música bastante molesta para finalizar con una que resonaba de fondo, una sirena que se aproximaba a nosotros y mucho más fuerte que las otras daba el toque personal a tal sinfonía.

Avanzamos a pasos agigantados hacia el cuerpo tirado de Mikael ignorando el desastre de nuestro alrededor y a la gente que gritaba mientras intentaban huir o ayudar a alguien herido.

– ¿Qué demonios era esa cosa? –Pregunté alucinada a Chilo recordando al rinoceronte que extrañamente no podía quitarme de la cabeza.

–Una sombra, no son reales. –Llegamos a Mikael y Chilo se agachó a su lado. –Cógeletúde los pies.

– ¿Como que no son reales? ¡Casi nos mata! –Critiqué a Chilo mientras cogía a Mikael de los pies y lo levantábamos.

–Son seres creados por la bruja Esbeltina, ella los llama Sígols. Gira a la derecha, les cogeremos ese coche, es el único que no está destrozado. –El coche que no estaba destrozado era el bestial todo terreno rojo que los había envestido y enviado por los aires. –Ayúdame, abre la puerta, corre, la policía está muy cerca.

Metimos a Mikael en la parte trasera acostándolo con cuidado para no romperle más huesos de los que yatenía rotos y le enganché los tres cinturones de seguridad que había, asegurándome que el cuerpo estaba perfectamente sujeto, pude oír una risita y mire a Mikael con las cejas arqueadas y la sonrisa en los labios.

– ¿Dónde están los ocupantes de este coche? –Le pregunté a Chilo mientras montaba delante con él.

–Me los he cargado ¿Es que no has oído el arsenal de disparos? Esos tíos tenían una munición bastante explosiva. –Arrancó el coche y metió la primera.

–Oh perdona, es que me ha explotado un coche en la cara que me ha dejado tonta, luego un mastodonte, bueno perdona, una sombra imaginaria con el nombre de Sígol, me ha lanzado por los aires y he atravesado una pared de cemento partiéndome unos cuantos huesos y algo más por el camino. –Mi voz salía con mucha ironía. –Así que, lo siento mucho Chilo, perdona por no haberte prestado más atención.

Recibí un fruncimiento de cejas muy flojo como respuesta pero supuse que era por el dolor de su cuerpo, estaba tan baldado como yo, por lo visto él también se había divertido mucho. Salimos a gran velocidad por la calle y nos cruzamos con la policía, un montón de coches de policía nos pasaban a gran velocidad en dirección contraria sin fijarse en nosotros y era extraño, porque el coche en el que íbamos era enorme con los cristales ahumados y el parachoques tenía una abolladura como un caballo de grande, aun así, por lo visto era peor el destrozo que habíamos provocado que los siniestros de nuestro nuevo coche, porque todos nos pasaron de largo.

Giré mi cabeza hacia Mikael que tenía los ojos puestos en mí, tenía una fea brecha en la frente, el labio hinchado que le hacía conjunto con uno de sus ojos y en su cuello tenía la forma de una mano gigante en color rojizo. La mano donde había tenido la cadena enrollada estaba descansando en su pecho y parecía que se la hubieran metido en una licuadora, la muñeca estaba destrozada, podía verle perfectamente los huesos. Le sonreí por no ponerme a llorar histérica delante de él y recibí una sonrisa ladeada junto con dos gruñidos de dolor.

–Aguanta, estamos llegando. –Lo animé.

–Se recuperara, sus heridas ya comienzan a cicatrizarse, sin embargo las tuyas...

Ungruñido no le permitió acabar la frase, Chilo se tocaba el estómago y el pecho, el agujero de la bala que le habían disparado hacia rato ya debería estar cerrado y curado, sin embargo de la herida continuaba saliendo sangre, era extraño, Chilo era muy antiguo y con mucho poder, sus heridas ya deberíande haberse cicatrizado.

– ¿Te duele? –Pregunté mientras me acercaba a él.

–Sí, joder. Ni se te ocurra tocar, esos cabrones me han disparado con balas de diamante negro.

–Y ¿Qué? –Pregunté, pero de pronto recordé la conversación que había tenido con Mikael la otra noche y lo comprendí, pero de todas maneras Chilo contestó a mi pregunta.

–Que son venenosas, nuestros organismos no las toleran, si no me la quitan pronto me matara poco a poco. –Volvió a gruñir de dolor. –Los muy cabrones solo disparaban estas balas, me pregunto de dónde demonios habrán sacado tanto arsenal.

– ¿Por qué?

–Porque se supone que el contrabando de estas balas es ilegal, es más, los reyes controlan todo lo que entra en las ciudades y se apoderan de la carga nada más se enteran de sus entregas, sin embargo el arsenal que esos mamonazos han soltado hoy equivale por lo menos a dos contenedores enteros. –Gruñóde nuevo y apretó el volante con fuerza, parecía que lo fuera arrancar.

–Yo te puedo ayudar. –Le dije arrimándome a él. –Con mi poder la puedo sacar de ti.

–No. –Gritó y me aparto de un manotazo. –No cometeré el riesgo de que la toques, es peligroso y no sécómo puede actuar el veneno contigo.

–Pero si no hace falta que la toque, con la mente la expulso de ti, de tu cuerpo sin ponerte las manos encima. –Insistí pero Chilo me volvió aparta de un manotazo. –Chilo noseas idiota, te puedo ayudar. – Esta vez el empujón que me dio fue con más fuerza, salí disparada hasta estamparme contra la ventana de enfrente. Por suerte para él no me dolió. –Muy bien, pues ahí te mueras.

Coloqué mi cuerpo en el asiento mirando alfrente, maldito cabezón, no volvería a preocuparme por él nunca más, tampoco deseaba que se muriera pero si él quería sufrir pues adelante yo no se lo iba a impedir, aunque su respiración y sus gruñidos me estaban poniendo de los nervios, necesitaba una distracción.

–Lo siento Alaya, pero no quiero que te pase nada, si algo te sucede por mi culpa tu padre me mataría.

– ¿Qué son las sombras? Porque algo será, te pueden atacar, hablan y tocan toda clase de materia, digo yo que algo reales sí que son.

–Joder que manera más radicaltienes de cambiar de tema.

–Y bien...

–Luego hablaremos Alaya, ahora mismo no me puedo concentrar ni siquiera en conducir ¿Tú crees que puedo mantener una conversación en este estado? –Dijo con los dientes apretados por el dolor.

–Ya que no me dejas quitarte la bala, hazte un favor y déjame conducir el coche.

No obtuve respuesta, no hizo falta, Chilo frenó el coche de golpe y abrió su puerta yo lo cogí del brazo y lo paré antes de que saliera.

–Yo bajare, tú vota por aquí a mi asiento.

Más bien sonó a una orden e incluso Chilo me hizo una pequeña reverencia burlona por ello pero no rechistó, se cambió de asiento sin problemas, menos mal, porque si hubieratenido que esperarlo al paso que se movía nos hubieran dado las tantas de la noche y todavía no hubiera conseguido llegar ni a la puerta del copiloto. Me senté en el asiento del piloto, abroché el cinturón y toquéel volante con energía, la adrenalina me volvió a subir de golpe dejando a un lado todas las heridas de mi cuerpo, escapándoseme sin darme cuenta una sonrisilla.

–Me alegra mucho hacerte tan feliz pero ahora princesa, hazme tu a mí arrancando de una vez, yo te guiare, no te preocupes. –Chilo reposó su espalda cómodamente en el respaldo con una sonrisilla, le guiñé un ojo y él me mandó un beso. –Si te pones así por un coche te aseguro que si llego vivo te enseñaré a conducir una moto, conmigo detrás claro.

–Claro, contigo detrás.

–Como dios manda princesa.

No hice caso a ese último comentario y arranqué el coche para salir volando de allí. El coche tenia marchas automáticas y aunque Chilo no me había dicho nada lo supe nada más tocar la piel del volante. Chilo me guiaba por donde tenía que ir y aunque decía que quedaba poco el recorrido se me estaba haciendo eterno. De vez en cuando miraba por el retrovisor para ver como lo llevaba Mikael, el cual miraba fijamente el techo, supongo que para concentrarse en el dolor. Sin embargo Chilo parecía que se fuera durmiendo, de vez en cuando lo golpeaba en el brazo para que me dijera por donde ir y para que no se dejara llevar por el sueño, su estado se estaba complicando por momentos, notaba su energía como disminuía y su voz iba desapareciendo con cada palabra que me daba.

Salimos por fin de la ciudad, la pista de aterrizaje era privada y abarcaba aviones más pequeños de personas importantes. La carretera me la conocía, era una recta vacía sin problemas hasta que viera aparecer el área de vuelo ante mí. Pero con tanto desierto a mi alrededor parecía que ese lugar nunca aparecería, aceleré desesperada por el estado de mis ocupantes hasta que por fin la vi, brillante y hermosa delante de mí, aceleré a lo más que alcanzaba la bestia que conducía y giré el volante con violencia para acceder a ella, entonces, como de la nada, nos dispararon.

Estaba tan obsesionada en llegar lo antes posible para que se ocuparan de Mikael y Chilo que no me di cuenta de que me estaban siguiendo. Un deportivo negro volaba detrás de nosotros a gran velocidad mientras medio cuerpo de uno de ellos asomado por la ventana nos disparaba con unagran arma que califique de metralleta, porque salían tantas balas como segundos tiene un minuto. Arremetí contra la verja de la entrada que estaba cerradallevándomela unos kilómetros enganchada al parachoques, no disminuí mi velocidad y no les dejépasar por delante de míbloqueándoles el paso en todo momento mientras me intentaba cubrir de las balas que bailabanpor dentro del coche.

–Chilo, despierta y ayúdame.

Pero no había reacción de él, estaba cada vez peor, agaché su sillón acostándolototalmente para impedir que una de las balas le diera y le di una bofetada para que no se durmiera.

Llegué porfin al jet privadode mi padre y pude llegar a ver a todos fuera mirando la escena con sorpresa, creo que no se habían enterado de que éramos nosotros, claro, el coche que llevábamos no era ni siquiera de los nuestros y tener los cristales tintados no ayudaba mucho, así que, les di una pequeña ayudita para que despertaran de su embobamiento. Bajé la ventanilla y pasé por sus lados derrapando y frenado lo justo para que me vieran, aceleré de nuevo y rodeé el avión llegando a la pista de aterrizaje, una línea recta, amplia y peligrosa.

Por favor que se hallan dado cuenta, recé a gritos en mi pensamiento.

El deportivo negro rodeó también el avión mientras disparaba en otra dirección, supongo que a ellos, ahora sí que se habrían dado cuenta de nuestra apurada situación. Fije la vista en el retrovisor, el coche venia de nuevo detrás de nosotros y lo peor de todo es que nuestra salvación tardaba mucho y el coche de nuestros perseguidores lo teníamos demasiado cerca como para poder aguantar la marcha y que no nos pillaran, tenía que pensar en algo y rápido, mi padre y el resto no llegarían a tiempo.

Le di un volantazo mientras subía el freno de mano y paré el coche justo cara nuestros perseguidores, ellos también se frenaron justo a unos treinta metros de nosotros, le di al acelerador mientras apretaba el freno y ellos aceptaron el reto actuando de la misma manera, llaméa mi poder desde mi interior abriendo las puertas del coche y desabrochando los cinturones de Mikael, el mío e incluso el de Chilo (Cosa que me sorprendió porque no tenía ni idea de en qué momento se lo había puesto).

– ¿Alaya que vas hacer? –Preguntó angustioso Mikael a mi espalda.

–Tranquilo, les voy a dar un poco de caña.

Acto seguido expulsé a Mikael y Chilo del coche dejándolos en el suelo con mucho cuidado a varios metros de distancia de mí. Bajé el freno de mano, levanté el pie del freno ypisé el pedal a tope para salir a toda pastilla hacia el deportivo negro, el cual ejecutó mi misma maniobra.

Les gustaba la marcha, pues se iban a enterar.

Los segundos pasaron ante mí como minutos y la cercanía de los coches lo podía ver a cámara lenta, sabía que detrás del deportivo tres coches más se acercaban a gran velocidad en línea recta, quemando la goma de las ruedas, pero ya no había vuelta atrás, mi decisión estaba tomada. Acelerémás, pisando el pedal con fuerza sacando toda la energía de esta bestia de metal y justo cuando solo faltaban dos metros para el choque frontal salte del coche rodando por el duro suelo. Escuché la impresionante explosión y la onda me lanzómás lejos, pero esta vez caí en terreno arenoso de boca pero en zona más blandita.Levanté el rostro para ver lo sucedido, una llama se levantaba hasta el cielo y la mezcla de dos coches ardíaviolentamente entre sí. Un humo negro se apoderó detoda la visión que alcanzaba a ver hasta que a través de ese humo aparecieron los tres coches, los cuales frenaron justo a mis pies.

Lo había conseguido, me había cargado a los Narcisos con un coche, habían caído en la trampa, tal vez no era tan mala defendiéndome como parecía.

–Alaya. –Gritó mi padre acercándose a mí.

Me desplomé en el suelo mirando el cielo azul y justo en el momento que mi padre aparecía en mi campo de visión me acordé de los dos hombres que había echado del coche antes de mi pequeña aventura, cosa que me había costado un dislocamiento de hombro.

–Alaya ¿Qué demonios ha sucedido?– Preguntó Efrain agachándose a mi lado. –Dios mío estas sangrando, estas...

–Mikael y Chilo están muy mal,a Chilo lo han disparado con unas cuantas balas de diamante negro, necesitan ayuda.

–Tranquila no te preocupes por ellos.

–Pero...

–Epicydes, Romeo y Samuel están con ellos, deja de preocuparte.

Efrain cogió mi cuerpo del suelo con cuidado y me llevó al coche en brazos, arrancó y en dos segundos estábamos entrando al jet privado, nada más entrar y notar el frescor por mi cuerpo todo mi dolor se relajó y cerré los ojos para suspirar de alivio.

– ¿Qué ha sucedido?

Di un respingo y abrí los ojos de golpe soltando un gruñido al escuchar esa voz tan sensual, nunca había escuchado su voz pero sabía a quién pertenecía antes de mirarla.

¿Qué estaba haciendo Drusila aquí?

Claro, Romeo se habíatraído a su amante con él.

Menudo día.

Efrain me dejó acostada en el sofá y salió corriendo al baño,en ese corto abandono aproveché para observarla.Esa mujer era espectacular, llevaba un vestido negro ceñido a su cuerpo marcando unas curvas impresionantes, piernas largas, piel blanca, tersa y fina que parecía tan suave que daban ganas de tocar para notar su textura, su cabello era rubio y corto, por su barbilla y brillaba, parecía un manto carísimo de hilo dorado. Yo sin embargo a su lado parecía un monstruo destartalado, mi short blanco parecía negro con estampados mal formados en rojo y rotos por todos lados aunque la camiseta había salido más mal parada, entre la sudor, la sangre seca y la reciente que no paraba de salir parecía que se hubiera pegado a mi piel como los hongos convirtiendo la prenda en algo extraño, pero el pelo ero lo mejor, la trenza estaba apelmazada, desecha y muy tiesa, y lo había visto todo sin mirarme al espejo y eso que había sacado mi mejor conclusión, tal vez, si me echara un pequeño vistazo en un espejo estuviera mucho peor de lo que me imaginaba.

Conclusión: Alaya no te mires en un espejo y olvida competir con una mujer así.

Mi padre llegó y me cogió en brazos, Samuel y Romeo entraron con un Chilo inconsciente en sus brazos y justo detrás Epicydes con Mikael el cual todavía podía caminar. Los llevaron a la habitación del fondo mientras mi padre me metía en el cuarto de baño, colocó mi cuerpo dentro de un minúsculo plato de ducha medio lleno y le dio al agua tirándomela toda por el cuerpo, bañando de un rojo intenso el agua que cubría la mínima parte de mi cuerpo, estabadesesperado y ese sentimiento me tocó el corazón al ver la preocupación que reflejaban sus ojos al intentar curar mis heridas y ver que no funcionaba, solo podía notar relajación en mi trasero y en los pies que era lo único que alcanzaba a bañar el agua.

–Papa, mi cuerpo tiene que estar en remojo totalmente para que esto funcione.

Mi padre apagó el agua y se derrumbó en el suelo a mi lado derrotado, le di la mano y el apretó más fuerte su contacto, se sentía inútil lo percibí pero él no podía hacer mucho, tampoco estaba tan mal, el agua había arrancado la mitad del abrigo de sangre que me cubría y las heridas no eran tan feas como pensaba, miré a Efrain y le sonreí.

–Hay una cosa que necesito que hagas por mí y no precisa de agua para curar.

–Dime.

–Mi hombro esta dislocado, ponlo al sitio, me está matando de dolor.

Efrain lo miró y abrió los ojos, no sabía decir si es que había encontrado otra herida espantosa o es que la postura de mi hombro era terrorífica. Me ayudó a incorporarme un poco y agarró con las dos manos mi brazo con fuerza.

–Esto te va a doler mucho.

–Estoy preparada. –Lo animé para que acabara cuanto antes.

Respiré varias veces concentrándome en su mirada violeta fija en el lamía y dejé que lo hiciera sin mostrarle temor en ella.

–Aaahhjjjjj.

El grito del dolor resonó por todo el avión y el crujido del hueso retumbó en mis oídos durante varios segundos. El dolor había sido horrible pero tan solo duro lo que había durado mi tremendo grito, después despareció. Me ofreció unas pastillas redondas y me las tragué sin agua y sin vacilar, luego colocó una toalla tapando todo mi cuerpo y me llevó en brazos a la habitación donde habían acostado a Chilo yMikael, en una cama de dos metros por dos metros impresionante pero aun así, parecía pequeña, todo lo grande que era esa habitación y era grande, solo que con los enormes cuerpos que había acostados en la cama parecía diminuta. Mi padre me dejó en el suelo y apoyada en la pared para no molestar. En la habitación también estaban Romeo, Samuel y Epicydes, el cual acababa de extraer las balas del cuerpo de Chilo. Me retiré a un lado para dejarlos pasar, ni siquiera los miré cuando pasaron por mi lado pero noté sus miradas, sobre todo la de Romeo, la cual me puso de los nervios.Mi padre acarició mi espalda y se fue con ellos.

–Deberías descansar estrella, no te podemos curar hasta que no lleguemos a casa. –Dijo Epicydes parándose a mi lado, lo miré y le sonreí.

–Descansare aquí, no te preocupes. –Me acerqué un poco a la cama apretando la toalla sobre mí.

–De acuerdo mi niña.Te quiero, y llámame si necesitas algo.

Epicydes me dio un beso en la frente y se marchó sin cerrar la puerta, la cual se quedó abierta de par en par, me giré para verlo marchar pero topé con la mirada fija de Romeo en mí.Estaba plantado en medio del pasillo con todo el cuerpo tenso, estuve observando esos ojos que me quemaban poco a poco pero entonces como un imán mi mirada fue directa a una mano que acarició suavemente su brazo y unos labios rojos cerca de su oreja, alcé la vista fijándome en los ojos azules de Drusila, los cuales me observaban con una sonrisa maliciosa demostrándome que él era suyo y ella de él. Esa mano se apoderó de la de Romeo para poder llevárselo y antes de que él se fuera miré de nuevo su turquesa intenso clavado en mí, en ningún momento élhabía apartado su mirada de la mía pero aun así, me dolió ver esa escena y obliguéa mis ojos a retirar la mirada de ese hombre mientras abrazaba mi cuerpo dentro de la toalla con fuerza.

No solo me dolían las heridas que rodeaban mi cuerpo, me dolía el pecho y un extraño nudo en la garganta me ahogaba en una espiral de emociones contradictorias y casi todas dolorosas.

–Alaya. –Dijo Mikael en susurros. –Deberías descansar, has saltado dos veces de un coche en marcha, creo que no deberías poner a prueba a tu cuerpo en ver cuántas vidas tienes, no eres un gato.

Le sonreí y me acerqué a él para que no se moviera más de la cuenta. No entendía como en momentos como estos aún tenía ganas de bromear.

– ¿Te importaría si descanso aquí con vosotros? No me apetece estar ahí fuera.

–No, ven aquí anda. –Dijo haciéndome un lado.

Acosté a mi cuerpo entre Chilo y Mikael, me coloqué de lado cara él tapándome mejor con la toalla y él giro su rostro haciamí, le sonreí y él a mí mientras me daba una mano para que se la cogiera.

– ¿Sabes que estas como una cabra? Eres una tía suicida. –Me recriminó melosamente sin dejar de sonreír. –Primero eso de ir botando por los balcones y luego tirarte de los coches en marcha, ¡Ah! y me dejaba lo mejor ¿Qué es eso de enfrentarte a tíos que te sobrepasan diez cabezas?

–Me gusta vivir aventuras, creo que me han robado muchos años de mi vida.

–Joder pues como sigas por ese camino tu vida durara un latido.

Un silencio para nada incomodo nos procedió, estaba agusto con Mikael, me sentía normal por una vez en mi vida y él me trataba como una más. Un remordimiento se removió en mi interior recordándome imágenes de Mikael que me gustaría borrar para siempre.

–Perdóname por lo que te hice. –Le dije.

–Fue culpa mía.

–No,teníasrazón, debí habérselo dicho a mi padre y no debí mentirte a ti.

–En eso tienes razón, estuve muy preocupado por ti, no vuelvas a engañarme jamás.

–Nunca.

–Solo te pido una cosa que hagas por mí, es una promesa. –Esperó a que le dijera que si con la cabeza y continuó. –Si te vuelves a escapar aunque sea para no volver nunca más con nosotros, prométeme que me llevarás contigo.

–Prometido. –Ni lo pensé, aunque él no me lo hubiera pedido, en un futuro si me tuviera que ir por cualquier cosa, igualmente le hubiera ofrecido venir conmigo, de eso estaba segura.

– ¿Siempre juntos Alaya?

–Siempre juntos Mikael pero como...

–Como amigos. –Me cortó él acabando la frase con una sonrisa.

–Como familia.

–Sí, eso me gusta más.

–Y a mí.

Le sonreí y me acerqué a él para darle un beso en la mejilla, me acomodé mejor a su lado sin molestarlo y giré mi rostro a mi espalda para asegurarme que Chilo continuaba dormido y ahí estaba, con sus ojitos cerrados durmiendo tranquilamente. Suspiré manteniendo cogida la mano de Mikael con la mía y cerré los ojos para descansar después de este día tan horrible pero pensé en Romeo y en su beso, por lo visto nosignificó nada lo que había hecho ayer por mí, pensé que sentiría algo por mí después de enfrentarse a mi padre desafiando a su rey pero me equivoqué, me hice ilusiones para nada, porque si hubiera sentido algo por mí no la hubiera traído a ella aquí.

Esto era la realidad, a Romeo yo no le interesaba nada, en cambio él a mí sí que me interesaba y mucho, cada día que pasaba junto a él más crecía el sentimiento de necesidad en mi interior. No debí dejar que pasara, nunca debí dejar que mis sentimientos volaran tan alto, debí controlarlos pero ahora mismo era demasiado tarde para arrepentirme y demasiado tarde para mí.

Esta vez era yo la que había metido la pata. Y no había vuelta atrás.

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