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Capítulo 15

 Me soltó de su abrazo y me dijo que me sentara en el sofá, él se sentó también a mi lado y clavó su vista al frente sin ver nada, en una mirada al vacío como recordándolo todo, como si viviera ahora mismo en ese momento.

–Conocí a Cordelia cuando yo todavía no era rey y me enamoré de ella nada más la vi, la deseaba para mí, pero ella era una Victoriana y con las guerras entre nuestras razas no me dejaban acercarme a ella, me lo prohibieron. Aun así, la buscaba, la seguía por todos lados pidiéndole un beso, parecía un acosador. –Dijo entre risas. –Pero todas y cada una de ellas Cordelia me rechazaba una y otra vez. –Se cayó intentando recordar un buen momento, deseaba ver lo que él veía a través de su mente para ver a mi madre como era de joven. –Al fin le robé un beso y supe que ella era para mí. Ese día que lo decidí me convertí en rey.

– ¿Cómo?

–Mi padre murió de una enfermedad extraña, nunca supimos lo que era, pero murió pasándome el reino a mí. Pasamos el luto correspondiente y una vez terminado y aceptado su muerte con mi nombramiento de rey lo primero que hice fue buscar a tu madre, sellar nuestra unión en sangre y trazar una alianza con su familia, la cual aceptaron enseguida, querían una tregua y yo se la ofrecí enseguida a cambio de la mano de tu madre. En cuestión de semanas Cordelia y yo nos casamos y fui el hombre más feliz del mundo hasta que Eutropia nos maldijo a todos.

Lo dijo con cierta ira, la odiaba, se notaba en cada una de las palabras y en como pronunciaba el nombre de su hermana.Sabíaquién era Eutropia, Yulian me lo había contado y también porque la buscaban pero ahora mi padre me hablaba de porque Eutropia era una Narcisa, de su pasado y del mío.

– ¿Cómo llego a ser una Narcisa Eutropia? –Pregunté a mi padre, el cual se giró bruscamente cara mí con ceño.

–Ya veo que Yulian te conto más de lo que me dijo.

De repente todas las alarmas de mi cabeza saltaron, había metido la pata y no quería meter en más líos a Yulian, ya tenía bastante con mi escapada, el cual había salido el más perjudicado de todo eso.

Efrain tuvo que ver algo en mi cara reflejado porque me cogió de la mano y me sonrió con ternura.

–No pienso castigar más a Yulian, tranquila. Sé que si te hubiera pasado algo, él te protegería con su vida el primero, pero me gustaría que te mantuvieras alejada de ese hombre.

Le dije que si con la cabeza y me tranquilicé, creía en sus palabras, no sabíapor qué pero creía en él y eso me asustaba un poco, parecía que comenzara a gobernar en mi cerebro y no quería que en un futuro el pudiera manejarme a su antojo y tomara decisiones a través de mi cabeza de un futuro que no mecorrespondía y del que no pudiera salir.

Deseché esos pensamientos de mi cabeza, ya tendría tiempo de preocuparme por esto y continúe con la conversación.

– ¿Qué paso con Eutropia? –Le pregunté volviendo al tema anterior.

Mi padre se pasó la mano por el cabello mientras respiraba varias veces y su rostro cambio transformándose en una máscara totalmente diferente a la de antes, esto era algo que no le gustaba recordar, así que, me preparé para una historia con un mal final.

–Eutropia fue obligada a un matrimonio concertado por mi padre que ella no deseaba pero aun así yo y Epicydes la llevamos a su futuro esposo, un rey Dragón muy poderoso, ambicioso, corrupto pero con un enorme y fuerte ejército que se uniría a nosotros en la batalla. Necesitábamos esa unión de fuerzas pero, al dejarla allí con ese Dragón cometimos un horrible error. –Efrain se frotó las manos nerviosamente. –Mi hermana estaba enamorada del líder de una manada de lobos y aun así, después de su matrimonio con el Dragón continuó viéndose con el lobo hasta que su marido acabo enterándose. Fue al reino donde vivía la manada y la masacró dejando el ultimo al lobo amante de Eutropia, el cual torturó hasta la muerte delante de ella, cuando paso un tiempo y Eutropia se había recuperado un poco de la pérdida de su amante le tocó el turno de sufrir a ella, no le importó que fuera su esposa perotemió que fuera nuestra hermana, quería castigarla en silencio, un secreto del cual nosotros jamás nos enteraríamos, y así lo hizo, solo pensaba en arruinarle la vida.La violaron entre él y dos de sus hombres con violencia, después le pegaron una terrible paliza hasta tal punto de casi matarla y la encerraron en una torre durante varios meses.

–Oh, que salvajismo ¿Cómo no hicisteis nada para impedirlo? –Pregunté horrorizada.

–No lo sabíamos Alaya, nosotros nos enteramos ya muy tarde.

– ¿Qué paso después? ¿Cómo salió Eutropia de la torre? – No estaba segura de querer saber más estaba asqueada de escuchar tal barbaridad y temía que la historia se pusiera peor.

–No la sacaron hasta que no dio a luz...

– ¿Estaba embarazada? –Pregunté cortándolo y alucinada.

Si, desde luego la historia se ponía peor.

–Sí, pero como no sabíanquién era el padre, el Dragón decidió entregarlo a una familia de campesinos, si era suyo no quería matarlo y que una maldición lo persiguiera eternamente.

–Pero el bastardo lo abandonó. –Me salió en susurros para mí, pero aun así, Efrain estuvo de acuerdo conmigo.

–Sí, lo abandonó pero el muy idiota cometió el error de quitarle el hijo a la madre. Eutropia se volvió loca y se intentó suicidar tirándose desde lo alto de la torre donde la tenían encerrada, no lo consiguió, su don o maldición que nos otorgaron al nacer se lo impidió y cuando despertó al caer la noche era otra persona, otro ser mucho más fuerte y endemoniado. Esa noche masacró a todos los habitantes del reino de su esposo, hombres, mujeres, niños, todo aquel que se atrevía a cruzarse en su camino lo mataba, y a su marido lo dejó para el final, lo torturó tanto que él suplicaba que lo matasen, pero ella no paraba hasta que estaba en su último aliento, entonces lo curaba, sanándolo del todo y comenzaba su tortura de nuevo, cada vez más dolorosa. –Agachó la vista al suelo y suspiró. –Uno de los hombres que pudo sobrevivir a tal caos, acudió a nosotros y nos lo contó todo, el pobre muchacho estaba asustado, decía que el castillo estaba rodeado de seres horripilantes, salidos del mismísimo infierno, con un aroma extraño y hambrientos de sangre, Epicydes, un ejército entero y yo fuimos al encuentro de tal desastre y cuando llegamos tenía razón, parecía el infierno y Eutropia su reina. No conseguimos llegar hasta ella, pero desde lo alto de una de las murallas nos habló en susurros que el viento trajo a nosotros en una escalofriante amenaza.Todavía recuerdo sus palabras: Yo, Eutropia, iré a por cada uno de vosotros y a por cada ser amado que tengáis y lo destruiré, no habrá piedad, ni perdón, mi lista está escrita y seréis los siguientes en ella.

Mi padre se silenció y yo intenté controlar el escozor extraño que de pronto me entro en los ojos sintiendo un fuego arder en ellos, sentía ira y lastima a la vez, deseaba consolar a mi padre, devolverlo a la realidad pero yo misma estaba en ese mundo que élhabía descrito y viviendo de cerca la amenaza helada de Eutropia. De todas maneras alcé la mano y la coloqué encima de la suya, estaba fría como la mía, la estrujé con suavidad y lo miré a los ojos, que casualmente me miraban reflejándome en ellos.

–Tuvimos que volver a nuestro reino, cabalgamos lo más deprisa que pudimos, teníamos que protegerlo y durante todo el camino solo pensaba en que a tu madre no le pasara nada, que estuviera a salvo, por suerte pasaron meses hasta que Eutropia atacó a un poblado vecino e inocente, teníamos que ayudarles y salimos de madrugada a la lucha. Para cuando regresamos, cinco díasmás tarde, tu madre no estaba, me había abandonado dejándome una simple nota, fría y colocada encima de nuestra cama donde me decía que no la intentara buscar, que la olvidara, que la dejara de amar porque ella ya no me amaba.

–Mentía. ¿No la buscaste? –Pregunté casi sin respiración.

Él me miró extrañado, sabía que mi madre no mentía, lo sé, ella lloraba por él cada noche, así supe cómo se llamaba mi padre, lo llamaba en sueños.

–Claro que la busqué, incluso cuando Epicydes vino a buscarme y me contó de tu existencia seguía buscándola. –Me miró con las cejas arqueadas. – ¿Por qué dices que mentía?

–Ella siempre te ha amado, te lo puedo asegurar y esa carta te la escribió para protegerme a mí, ahora lo entiendo todo. Íbamos de pueblo en pueblo, escondiéndonos de todo el mundo, huyendo. Ahora se de quien huíamos.

Hubo silencio, yo asimilaba todo lo que me había contado y recordaba tantas casas humildes en las que había vivido hasta llegar a Epicydes, todo sin saber la razón de porque huíamos o de quien escapábamos y ahora por fin lo entendía todo, el dolor de mi madre y el secreto de mi nacimiento. Luego lo atroz de Eutropia, ella también había sufrido, lo había perdido todo, tal vez, si me hubieran arrancado de los brazos a un hijo mío, a un pequeño pedacito amado de mí, también me hubiera vuelto loca. Entonces, me surgió una pregunta que hice en voz alta sin darme cuenta.

–Su bebé ¿Estará vivo?

– ¿Qué bebé, Alaya?

–Él bebe de Eutropia, ¿Seguirá con vida?

Efrain sacudió la cabeza como si quisiera borrar las imágenes que acababa de recordar, como si fuera tan fácil apartar tanto dolor, yo aúntenía grabado en la memoria el ataque que sufrimos hace milaños, era el primer ataque que vivía en toda mi vida y ver la imagen de Epicydes en tal estado y a punto de ser atacado no se me había borrado con tanta facilidad, cada vez que cerraba los ojos lo veía como si todavía estuviera allí.

Efrain se levantó del sofá y fue directo a una mesita que por muy extraño que pareciera no estaba para nada destrozada. Cogió una botella con el contenido en un color oscuro, sin embargo, el vaso que cogió del suelo estaba un poco partido, igualmente se sirvió el contenido dentro y le dio un intenso trago vaciándolo, lo llenó de nuevo y balanceó el vaso en su mano mientras observaba el contenido menearse.

–Ese bebe sigue vivo, lo sabemos, aunque ahora mismo será unhombre y con muchas olores, el de nuestra sangre ya no le perdurará, habrá sido alimentado con otra sangre borrando nuestro rastro e impidiéndonos la busca, Epicydes lo está intentando buscar sin ningún éxito pero seguiremos buscando, es nuestro sobrino, nuestra sangre y ese joven es la clave que tan desesperadamente está buscando Eutropia, él es la llave para poder abrir las puertas del propio infierno.

– ¿Qué sucederá si lo consigue? –Le pregunté, sabía a qué se refería, era el motivo de que la estuvieran buscando, era lo que Yulian me había contado.

–El apocalipsis.

Se me pusieron los pelos de punta y de pronto me vi sumergida en otro lugar, en un sitio frío y perdido con una extraña sensación de dolor en el pecho, una extraña perdida en el corazón, sentí el acero silbar por el viento a gran velocidad directo a un objetivo pero no veía nada, entonces comencé a correr sin saber hacia dónde, solo me dejaba llevar por ese sonido que notaba cada vez más cerca, más peligroso y de pronto lo vi lentamente, la daga atravesaba una pared de ramas y se clavaba en el corazón de un cuerpo, ese cuerpo caía al suelo muerto, me acerqué a él pero no podía verle la cara, sin embargo, debía ser alguien a quien quería por que las lágrimas inundaron mis ojos al coger su mano y notarla fría, traté acercarme más pero de pronto me vi de vuelta a la habitación junto a mi padre que me miraba preocupado.

–Alaya ¿Estas bien?

No sabía que responder a eso, no sabía que había sucedido pero algo tenía claro, si mi predicción era cierta alguien iba a morir, no sabíaquién, pero era alguien de los nuestros, alguien que me rompería el alma perderlo y no podía permitirlo, no podía dejar que nadie muriera.

– ¿Alaya?–Insistió con la voz preocupada.

–Quiero ayudaros atraparla, Eutropia no puede abrir las puertas, no puedo permitir que se derrame más sangre inocente.

–No, no pienso exponerte a ella, esa mujer es muy fuerte y no siente debilidad por la familia, no ama a nadie y si ella te viera, si se enterara que eres mi hija te utilizaría para llegar a mí y una vez me tuviera en su poder te mataría y yo no podría hacer nada para salvarte.

–Pero debo ayudar, tengo fuerza, poder y voluntad, sé que puedo luchar contra ellos.

– ¡No! –Gritó apoyando sus manos en mis hombros. –Alaya eres lo único bueno que me queda en esta vida si te pierdo a ti también... no deseo vivir otra perdida durante el resto de mi vida, no lo soportaría. –Apartó sus manos de mis hombros para cogerme el rostro con fuerza y fijarlo cara él. –Mantente a salvo por favor, es lo único que te pido que hagas por mí.

Sus palabras eran suplicas, estaba tenso, preocupado e incluso parecía que estuviera aguantando la respiración, era como si se sintiera impotente, pero aun así, su reflejo de rey seguía presente en él, tan seguro, fuerte y respetado pero con un punto débil:

¡YO!

Y me acababa de dar cuenta de ese detalle, él podía manejar mi cabeza, controlarla, relajarla como a una muñeca hasta controlar mis sentimientos, pero yo tenía una pieza más importante en la mano y esa pieza era yo misma. Para mí era bueno pero para aquel que quisiera llegar hasta mi padre a través de mí era cavar su propia tumba y eso me ponía a mí en peligro constante y ami padre y a todos los que me rodeaban en guardias de seguridad de veinticuatro horas.

Genial, me había convertido en un cebo andante y una presa de caza excitante.

–Alaya, prométeme que no te pondrás en peligro.

Casi no me había dado cuenta pero él continuaba esperando mi contestación, quieto como una estatua y con los signos vitales a punto de ser arrollados por un tren como no le dijera mi sencilla pero poco realista promesa.

–Alaya...

–Sí, intentaré no ponerme en peligro, pero si necesitáis mi ayuda o si alguien está en peligro y yo puedo hacer algo por sacarlo de ese estado lo haré, eso no te lo puedo prometer.

–Ya veremos.

Mentía, lo sé, no iba a permitir que lo ayudara, pero como él había dicho, ya veríamos.

Le sonreí y recibí otra sonrisa de su parte. Había conseguido algo de toda esta conversación, mi padre se había sincerado conmigo, me había contado todo acerca de Eutropia y sus planes, de los problemas que tal vez no me interesaban pero aun así había querido compartir algo más conmigo. Me había hablado de mi madre y sobre todo me había acercado más a él. Tal vez las cosas entre nosotros se afianzaran, tal vez esto nos había unido y las cosas cambiaran entre los dos e incluso que comenzara a tenerme confianza.

La cuestión era ¿Podía fiarme yo de él? No lo sé, pero por el momento sería bueno tenerle un poco de confianza, darle lo que él me había dado y el mejor comienzo era tener una buena respuesta de mi siguiente pregunta.

– ¿Me vas a entregar al Victoriano?

Nada más escuchar mi pregunta el rostro de mi padre se giró rápidamente hacia mí, era sorprendente como le cambiaban los gestos cuando escuchaba algo que no le gustaba, pero supocómo esconderlo rápidamente con facilidad para que yo no lo notara, el problema es que yotenía un don, percibía y veía con mayor facilidad antes que ellos cosas apenas visibles e incluso, escuchaba mejor que ellos si me concentraba, un don con el que ellos no contaban.Pero eso no lo sabía nadie, siempre había preferido esconder ese don. Aun así, ante el rostro inexpugnable de mi padre yo también estaba aguantando la respiración, él era el que decidía sobre mi futuro, él era mi padre y mi rey y si Mikael teníarazón sobre lasuniones, el tomaría la decisión y yo la tendría que acatar sin poder quejarme pero también, había dicho que nunca mezclan las razas y que no habían uniones entre ellos exceptuando con mi madre, en ese caso sí que se habían mezclado las dos razas pero era diferente, mis padres se amaban y juntos habían creado a una niña morena de ojos violetas y única en el mundo. Pero este caso, mi caso era totalmente otro asunto muy diferente y Arín, tal vez era el enemigo, pero... ¿Por qué tardaba tanto en darme una contestación?

Justo en el momento que iba hablar mis tripas sonaron salvajemente en un sonido vergonzoso, lo que hizo que Efrain arqueara las cejas cómicamente y yo abriera los ojos sorprendida.

–No, no pienso entregarte a un Victoriano, ni pensarlo. –Dijo con una preciosa sonrisa. –Y ahora comeremos algo, yo también tengo hambre. ¿Qué te parece una lasaña y una ensalada de pollo?

No hizo falta contestarle a la pregunta, mis tripas sonaron de nuevo respondiendo a su pregunta, comencé a reírme haciéndole soltar una carcajada a él, ese sonido me provocó un pinchazo en el estómago, era la primera vez que escuchaba su risa y me encantó ese sonido, tenía la misma risa que Epicydes, era increíble lo que se parecían en muchas cosas e incluso algunos gestos inapreciables los hacia idénticos y a la vez tan diferentes.

Estaba anocheciendo cuando nos trajeron la comida, estaba hambrienta y el olor de mi lasaña caliente me volvió tan loca que salté al plato casi devorándolo, parecía que no hubiera comido en días, atacaba mis dos platos a la vez, como cuando Drumon me encontró y me preparó su especial pollo de arroz blanco y salsa secreta. Efrain había pedido un trozo de carne con verduras y patatas al horno, tenía una pinta deliciosa y olía de maravilla. Comimos, compartimos comida y no me había equivocado al juzgar el plato de mi padre, estaba de muerte. Hablamos de todo, él me habló de cuando Epicydes y él eran pequeños, de cómo mis abuelos los amaron y los cuidaron, de la muerte de mi abuelo en extrañas circunstancias y de cómo esa muerte se llevó a mi abuela a los pocos días. Yo le hablé de mi vida con Epicydes y de lo mucho que me amó, de mis poderes, todos e incluso le hice una pequeña demostración de lo que era capaz, cosa que le sorprendió y observó con un brillo de admiración.

Cuando por fin acabamos de cenar Efrain sacó el carrito al pasillo para que vinieran a recogerlo, entró desabrochándose los primeros botones de la camisa y sacándosela por fuera de los pantalones, miré por la ventana. No sabíaqué hora era pero estaba oscuro, se podía apreciar las pocas estrellas brillar en la noche y era hora de volver a mi cuarto, pero no deseaba marcharme, deseaba estar aquí con él.

– ¿Te importa si esta noche me quedo aquí? Dormiré en el sofá, no me importa.

Después de mi pregunta, la cual me costó un gran esfuerzo hacer, lo miré con una pequeña sonrisa que se esfumó nada más ver el gesto de su rostro, parecía como si pensara la mejor forma de decirme que no y no hacerme daño, por el consiguiente, me levanté para marcharme, no hacía falta que contestara, su cara lo había dicho todo.

–Lo siento, no te molestare más, buenas noches.

–Alaya, te puedes quedar esta noche conmigo, pero no pienso permitir que duermas en el sofá, dormirás en la cama. –Sonrió y luego me señaló con un dedo. –Y que quede claro que tú nunca me molestarás.

Estaba sonriendo mientras hablaba y yo le sonreí agradecida, rápidamente me quité los zapatos y me fui directa a la cama antes de que se arrepintiera y me echara de allí. Acostétodo mi cuerpo en ella y bostecé, por lo visto estaba más cansada de lo que me creía. Efrain acudió a mi lado y se sentó en la blandita cama cara mí.

–Háblame de mi madre, no recuerdo mucho de ella, háblame de cómo era ella contigo, háblame de lo que me perdí al no nacer a vuestro lado.

Sin previo aviso se levantó y se sentó de nuevo colocándose a mi lado, apoyando su espalda en el respaldo de la cama, me acerqué a él y coloqué mi cabeza en el apoyo de su hombro, mi padre se puso tenso pero de inmediato se relajó y pasó un brazo por mi cuello mientras se colocaba mejor y me dejó apoyar la cabeza en su pecho, estaba a gusto y sentí que la sombra que había aparecido desde que nos conocimos iba desapareciendo poco a poco.

Sentía sus dedos acariciar mi brazo con ternura mientras hablaba con alegría del pasado junto a mi madre, escuchaba los latidos de su corazón en mi oído convirtiéndose en una suave nana para mi cabeza mezclándose con sus palabras de amor y orgullo sobre ella, recordando momentos especiales de su vida y me di cuenta que no había dejado de sonreír en ningún momento. Yo también sentía esos momentos, eran como si me trasladaran a ellos. No sé en qué momento pero me quedé dormida, tranquilamente dormida y feliz en un cuerpo blandito que continuaba hablando en susurros que desaparecían con cada latido de su corazón.

Un ruido me despertó, miré a mi alrededor intentando averiguar a donde estaba hasta que el recuerdo de ayer vino a mí, suspiré y me quedé tumbada enla cama, pasé la mano por donde había estado mi padre anoche sentado hablándome de sus recuerdos y la noté caliente, por lo visto no erala única que se había quedado dormida. Miré hacia la ventana, era de día, aunque las cortinas estaban corridas una pequeña luz de un preciosodía se filtraba por ellas atenuando todo la habitación. Escuché de nuevo un ruido junto con unas murmuraciones que salían del salón y fijé mi vista en esa zona, las puertas corredizas estaban casi cerradas pero no del todo, una pequeña ranura me permitió ver a Epicydes y Efrain en la otra sala, permanecí quieta, haciéndome la dormida y afinando el oído para poder escucharlos ya que entre esas murmuraciones había escuchando mi nombre.

–Supongo que esta noche has dormido bien. –Era Epicydes.

–Pues sí, hacía tiempo que no dormía tan feliz. ¿Envidia hermano?

Lo continúo un silencio y aunque no llegaba a ver sus caras sabía que estaban un poco tensos por sus formas de hablarse, parecía que se estuvieran tirando cuchillas afiladas entre los dos.

–Epicydes, no tienes razones para molestarte conmigo, ella es mi hija, tú la has tenido casi todo su vida, la has visto crecer y tú eres quien la ha educado,déjameentonces que disfrute ahora de ella.

–No pienso separarme de ella, se lo prometí a Cordelia.

–Y yo no te estoy echando de su lado, eres un pilar muy importante de su vida y...

–Es más hija mía que tuya.

Otro silencio y este por lo visto estaba siendo más peligroso que el de antes, podía sentir el poder de Efrain recorrer todo el cuarto uniéndose con el Epicydes, las cosas ahí fuera se estaban calentando.

–Tú me negaste el derecho que me correspondía al no contármelo en su momento.

–Se lo prometí a su madre y lo hubiera hecho una y otra vez por ella.

–Vas aecharme en cara lo de Cordelia, asume que ella me eligió a mí.

–No me dejaste luchar por ella, te la llevaste antes de que pudiera tomar una decisión. La obligaste a elegirte a ti.

– ¡Yo no la obligué a nada, maldita sea! –Gritó Efrain con ira. –Sabes una cosa... Basta, estoy harto, hace mucho tiempo de todo eso, yo también terminéperdiéndola y... Epicydes, no pienso hablar más del tema, solo te diré una cosa para que te quede claro, Alaya es mi hija y tu sobrina. No lo olvides.

¿Pero de qué demonios estaban hablando?

Por dios, no entendía ni una palabra, nadie me había contado nada de esto.

Mi madre eligióami padre porque lo amaba, él lo había dicho y ella me lo había asegurado cada noche, él se casó con ella y ella lo aceptó, si no, yo nunca hubiera nacido.

Pero¿Qué demonios pintaba mi tío en todo esto?

Acaso que él también hubiera estado enamorado de mi madre, no, no podía ser,mi madre solo amó a mi padre, fin de la historia. Y si no era así y yo me equivocaba, mi tío tenía algo que contarme que pronto le preguntaría.

– ¿Vas a continuar con el plan? –Esta vez fue Epicydes quiencortó el silencio y dejó la ira aun lado.

–Por supuesto, después de lo del Victoriano el plan continúamás en marcha que nunca. ¿Por qué lo preguntas si estabas de acuerdo?

–Porque ayer vino una de los míos.

–Te dije que ya estaba decidido quiénsería el afortunado. –Contestó con brusquedad Efrain.

–No hay nada decidido todavía, solo tú has decidido por ellos, razón de más, ayer hable con Romeo y la rechaza, si quieres puedo decirte cuales fueron las palabras exactas que utilizó, por ese motivo he traídomás opciones para ella.

– ¿Y tú te lo has creído? –Preguntó Efrain con ironía. –Después de lo que sucedió ayer ¿crees que de verdad la rechaza?

–Sí, estoy seguro de ello, habla tú mismo con él si no te convencen mis palabras, creo que te sorprenderá mucho conocer su opinión. –Silencio entre los dos. –Mira Efrain, es su futuro, al menos deja que lo elija ella como desea vivirlo.

La cabeza me iba a estallar, no tenía ni idea de que hablaban, esto era un maldito puzle y me faltaban más de la mitad de las piezas para completarlo, sabia seguro que hablaban de mí, de Romeo y de otros más, sobre una elección pero ¿el motivo? Ni idea, y estaba realmente agotada de recomponer mi desastrosa vida.

–Está todo preparado ¿Alaya continua durmiendo?

Me escondí un poco entre las sabanas por que escuché el sonido de la puerta corrediza y sentí la presencia de mi tío por toda la habitación.

–Sí, déjala descansar, ha sido un día muy duro para ella. –Protestó mi padre algo molesto.

Epicydes se paró muy tenso justo delante de mí, yo continuaba en mi teatro de hacerme la dormida lo mejor que podía para que ellos no notaran nada y se dieran cuenta que había escuchado cada palabra, aunque realmente no había escuchado gran cosa que se pudiera entender, pero mi corazón comenzó a latir más fuerte y a mayor velocidadcuando se acercó más mi tío,por suerte ellos no notaron nada, yo, sin embargo, si pude notar la grandísima tensión que había entre los dos y más aún desde mi llegada y aunque lo intentaban disimular era muy evidente que algo pasaba.

–Bueno, avísame cuando estéis listos yo mientras iré preparando al resto para nuestra salida.

Noté el beso que depositó Epicydes en mi cabello y escuché sus pasos al marcharse, no me meneé ni un centímetro, mi padre continuaba en la habitación, no lo oía pero lo olía. Noté un apoyo en la cama, a un lado y mi nerviosismo creció, creo incluso que me sudaban las manos.Disimuladamente me introduje más en el cobijo de las sabanas y noté su mano en mi cabello el cual comenzó acariciar con suavidad, utilicé todos mis esfuerzos por no sobresaltarme y lo conseguí, me estaba convirtiendo en una fantástica artista de teatro.

–Yo te ayudare a elegir bien mi pequeña. –Susurró y se marchó.

Gracias a dios, creo que no hubiera aguantado más.

Abrí los ojos de golpe y respiré soltando el aire que había estado aguantando todo el rato. Entonces era cierto, quedaba claro que definitivamente hablaban de una elección que tenía que tomar, pero ¿Cuál? Bueno fuera cual fuera yo era la dueña en tomarla y ya me enteraría, no tenía ni ganas ni tiempo en pensar con este nuevo acertijo. Ahora lo importante eran otras piezas:

Primero: Averiguar quién me había encerrado bajo tierra mil años y para qué. Imposible e incluso lo tenía que dejar de lado para poder ayudarlos atrapar a la loca de mi tía Eutropia.

Segundo: Arín, pronunciar su nombre me ponía la piel de gallina y el cuerpo acalorado. Tenía que averiguar quiéndemonios había firmado ese compromiso, una cosa estaba clara, mi padre no había sido, tenía que haber sido alguien de la familia de mi madre, el problema es que no conocía a nadie de esa parte de mi árbol genealógico y sin embargo, si había alguien en ella que a mí me conocía y deseaba ese trato.

Tercero: Y último, Romeo. Mi desastre universal, un misterio que me atraía a lo más oscuro, que aunque me irritara sus cambios de humor hacia mí (cosa que no comprendía el motivo) mi cuerpo y mi estúpida mente seguían traicionándome en recordarme sus besos, sus caricias, el cuerpo me ardía dolorosamente de solo pensarlo. Tenía muchos poderes pero el maldito don que necesitaba para poder detener el sentimiento que crecía dentro de mí hacia él ya no lo podía parar, era imposible, ese hombre se estaba haciendo el dueño de mi corazón.

En cuestión, me estaba enamorando de un hombre que me odiaba y que nunca me correspondería y todo eso en cuestión de cinco días que lo conocía.

¿Y quién dijo que el amor era lo mejor que te podía pasar?

Seguramente alguien que se inspiró y decidió dar amor a todo el mundo.

A duras penas me levanté de la cama y fui directa al cuarto de baño, abrí la ducha y me sumergí dentro, no esperé ni un segundo a que se calentara, en esos momentos lo único que necesitaba era agua fría, muy fría, necesitaba enfriar mi mente y mi cuerpo.

–Alaya. –El grito de Efrain desde el otro lado de la puerta me dio un susto de muerte, estaba tan concentrada en mí que no lo había escuchado entrar. – ¿Ya te has despertado?

– Si, dame unos minutos y salgo de inmediato.

–Tranquila, te dejo la ropa encima dela cama, mandaré a alguien para que te suba algo de comer, te esperaremos abajo, cuando estés lista bajas. No tardes mucho, el avión nos espera.

– ¿Avión? ¿Dónde vamos? –Pregunté apagando el agua.

–Volvemos a casa, a tu nuevo hogar Alaya.

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