Cap.1:Apariencias y engaños.
Antes de nada, esta historia estará disponible en la app Dreame y Sueñovela, pongo aquí los tres capítulos, para solicitar contrato, porque no deseo ponerla en otra plataforma.
Luis Miguel "Mike" Duque estaba sentado en el sofá de cuero negro de su lujoso pent-house, mirando con una sonrisa bobalicona a su prometida, Evangeline Decker, la modelo más cotizada y hermosa del momento. Ella estaba de pie frente al espejo de cuerpo entero, revisando su imagen desde todos los ángulos, asegurándose de que cada detalle de su apariencia estuviera impecable. Mike siempre se quedaba absorto cuando la miraba; para él, Evangeline era la mujer perfecta. Con su cabello largo y rubio, piel impecable y un estilo de vestir digno de las mejores revistas de moda, parecía sacada de un catálogo.
—¿Qué opinas, amor? —preguntó ella, dándose la vuelta para lucir el vestido ajustado de diseñador que acababa de probarse.
Mike sonrió, sin quitarle los ojos de encima.
—Te ves increíble, Eva. Siempre te ves hermosa —susurró con voz ronca, mojándose los labios recorriendo con su mirada el cuerpo perfecto de su futura esposa—, claro que sin ropa te ves mejor.
Ella sonrió levemente, pero en su mirada había un destello calculador. Se acercó a Mike, sentándose a su lado y recostando la cabeza en su hombro.
—Sabes, cariño... hay algo que me preocupa —mencionó ella, en un tono que sabía que funcionaba para captar la atención de Mike.
—¿Qué pasa? —preguntó él, acariciando su cabello, completamente entregado a lo que fuera que ella pidiera.
—He estado pensando en la boda... y siento que necesitamos que sea aún más especial. No sé... algo diferente. —Eva suspiró teatralmente—. Pensé que la boda en la playa sería suficiente, pero no. Creo que deberíamos hacer algo más grandioso, algo que todos recordarán, tú sabes que estoy en mi mejor momento y nuestro matrimonio debe ser el evento del año.
Mike frunció el ceño levemente. Habían estado planificando esa boda durante meses, y los gastos ya eran exorbitantes. Pero él estaba dispuesto a hacer lo que fuera por ella.
—¿Qué tienes en mente? —preguntó, sin saber lo que vendría.
Evangeline sonrió en su interior. Sabía que Mike era fácil de convencer cuando usaba su encanto.
—Bueno, estaba pensando en traer a esa famosa banda que tanto me gusta para el after-party. Ya sabes, no es algo que cualquiera pueda hacer. Pero... bueno, el costo es considerable. Sería algo exclusivo. —Ella deslizó sus dedos por el pecho de Mike, jugando con el borde de su camisa—. Estoy segura de que sería perfecto.
Mike sintió una ligera incomodidad, pero la sonrisa de Evangeline lo desarmaba. Sabía que ella tenía gustos caros, pero siempre lo había manejado con cautela. Sin embargo, no quería decepcionarla. Después de todo, quería que su boda fuera tan especial como ella lo soñaba.
—Claro, si eso es lo que quieres... —respondió, suspirando levemente—. Puedo hacer un ajuste en el presupuesto. Quiero que la boda sea perfecta para ti.
Evangeline sonrió ampliamente, satisfecha. Sabía que había ganado otra vez.
—Eres el mejor, amor. Sabía que lo entenderías.
Antes de que Mike pudiera reaccionar, ella agregó con un tono más suave:
—Oh, y cariño, ahora que mencionas el presupuesto, ¿recuerdas el dinero que dijiste que me ibas a transferir para la compra de la nueva casa? Ya sabes, ese lugar en el sur donde podríamos tener un retiro de fin de semana. —Guiñó un ojo—. Solo faltan unos cuantos detalles financieros para cerrarlo. Sería maravilloso tener todo listo antes de la boda, ¿verdad?
Mike asintió, sin pensarlo demasiado. Estaba tan acostumbrado a las peticiones de Evangeline que ya no las cuestionaba.
—No te preocupes, te haré la transferencia esta semana, tú eres la que te encargas de eso, cariño.
Evangeline lo besó en los labios, satisfecha por su habilidad para obtener lo que quería. Sin dejar de mirarlo con esa mirada encantadora que lo desarmaba, se acomodó a horcajadas sobre él. Mike la observó con una mezcla de deseo y adoración. Para él, Evangeline era perfecta en todos los sentidos. La pasión que sentía por ella era tan abrumadora que cada vez que ella lo tocaba, sentía que su mundo giraba en torno a ella.
Evangeline, por su parte, sonrió internamente mientras lo besaba con más fervor. Sabía que tenía el control, que él haría lo que fuera por complacerla. Cada caricia que le ofrecía estaba calculada, y aunque disfrutaba de la pasión del momento, su mente no dejaba de pensar en lo que había ganado: otro paso hacia una vida de lujos asegurada.
Los besos de Mike se volvían más intensos, su necesidad de ella cada vez más evidente, pero en el fondo, mientras él se perdía en su amor por Evangeline, ella pensaba en la transferencia, en las cuentas que estaría manejando pronto. Era un juego que sabía manejar bien, y la recompensa era siempre mayor cuando lograba envolverlo en esa red de deseo y promesas.
Para ella, Mike, no era más que una herramienta para conseguir su vida ideal. Y aunque él no lo sabía, ella ya tenía otros planes.
****
A kilómetros de distancia, en Newport, Stella Hampton observaba a su prometido, Julián, mientras hablaba por teléfono con aparente urgencia. Lo había conocido tres meses atrás, durante unas vacaciones en su mansión, y desde el primer encuentro en la playa, quedó impresionada por su apariencia. Apuesto, carismático y sorprendentemente interesado en ella, algo que rara vez le sucedía.
Un mes después de comenzar a salir, Julián le propuso matrimonio, algo que la tomó por sorpresa pero la llenó de ilusión. Aún más sorprendente fue su decisión de mantener la boda en secreto. Nadie en Burlington sabía que Stella estaba comprometida, mucho menos con un hombre como Julián. Toda su vida había sido objeto de burlas por su apariencia, con muchos insinuando que terminaría sola. Pero eso estaba a punto de cambiar.
«Ya verán cuando les muestre a Julián» pensaba con satisfacción. Él era el hombre que había esperado, la respuesta a todas las humillaciones que había soportado. Nadie imaginaría que un hombre tan guapo y encantador se había fijado en ella. Estaba decidida a sorprender a todos aquellos que la habían subestimado.
Mientras Julián hablaba, Stella se sentía afortunada. No le preocupaban sus problemas financieros, tenía los recursos para solucionarlos y para hacer realidad la boda de sus sueños. No dudaba de su amor, había sido su apoyo constante desde el inicio.
Pero para Julián, la historia era distinta. Cada vez que Stella se le acercaba, no podía evitar sentir una creciente repulsión. Su apariencia, lejos de los estándares a los que él estaba acostumbrado, lo incomodaba. Se vestía mal, con ropas sin forma que ocultaban su figura, haciéndola parecer aún más desaliñada de lo que realmente era. Pero había algo que le hacía soportarlo: el dinero.
«Esto es un sacrificio por el futuro que quiero. Solo unos días más y todo saldrá como lo planeado» pensaba Julián, mientras observaba a Stella con una mezcla de disgusto y resignación.
—Amor, esto es un desastre —espetó Julián resoplando, colgando el teléfono y sentándose a su lado—. La transferencia de mi cuenta en el extranjero sigue retrasada. ¡Es frustrante! No entiendo cómo pueden tardar tanto en desbloquear mi dinero.
Stella sonrió débilmente, tratando de tranquilizarlo. Aunque Julián insistía en que su fortuna estaba atada en el extranjero, ella sabía que, con su propia riqueza, no era un problema hacer un adelanto. Al final, lo que importaba era estar juntos y que la boda fuera perfecta.
—No te preocupes, cariño. Seguro que todo se resolverá pronto —informó, tratando de sonar segura, aunque en el fondo sentía una ligera inquietud.
Julián se inclinó hacia ella, tomándole las manos con un aire de seriedad que siempre lograba convencerla de que lo que decía era verdad.
—Lo sé, pero hay tantas cosas pendientes... —suspiró—. Sin un auto no puedo moverme con facilidad. Pero sin acceso a mis cuentas, no puedo hacer mis negocios, y no quiero parecer un mantenido. —Resopló—. Sé que es mucho pedir, pero... ¿podrías ayudarme con eso? Prometo que, apenas la transferencia esté liberada, te devolveré todo.
Stella lo miró, con sus ojos llenos de amor y confianza. Aunque la cantidad para la casa era significativa, tenía los recursos para ayudarlo. Había heredado una fortuna considerable de su familia, y no le preocupaba el dinero. Lo único que deseaba era estar con Julián y que él también se sintiera seguro con ella.
—Claro, Julián. Dime cuánto dinero necesitas para el auto. No me importa adelantar el dinero. Después de todo, lo mío es tuyo ¿no?
Él la abrazó con fuerza, como si sus palabras hubieran aliviado toda la tensión que llevaba encima, mientras internamente pensaba en lo fácil que había sido manipularla.
—Sabía que podía contar contigo, amor. Eres increíble. Pero... —hizo una pausa, como si estuviera sopesando qué decir—. Además del auto, hay otro pequeño detalle. Mis padres necesitan que les envíe dinero para sus pasajes a la boda, y ya sabes, te prometí que yo pagaría lo de la luna de miel en Dubái, pero si no hago el pago...—Frunció los labios—. Quiero que todo sea perfecto para ti.
Stella lo miró con una sonrisa cansada, pero llena de cariño. Sabía que estaba cubriendo cada vez más gastos, pero para ella, Julián lo valía.
—No hay problema, cariño. Puedo cubrir también los pasajes y la luna de miel. No quiero que te preocupes por nada —respondió, sabiendo que con su fortuna, esos gastos no eran significativos—. Sabes, te haré en este momento un cheque en blanco, pon la cantidad que quieras.
Al escucharla la mirada de Julián brilló, sus labios esbozaron una amplia sonrisa.
—Te prometo que te devolveré todo en cuanto mi transferencia se desbloquee —insistió Julián, mirándola a los ojos, como si estuviera tratando de asegurarle que todo saldría bien.
Stella asintió, confiando ciegamente en él. Después de todo, estaba segura de que Julián también la amaba, y el dinero no era algo que pudiera interponerse entre ellos.
—Sé que lo harás —respondió ella suavemente, intentando disipar cualquier duda que pudiera surgir en su mente.
Pero mientras Julián la abrazaba, una pequeña voz en el fondo de su mente trataba de advertirle que quizás las cosas no eran tan perfectas como ella quería creer. Pero Stella decidió ignorar esa voz, cegada por el amor que sentía por él. No podía imaginar que alguien como Julián pudiera aprovecharse de ella, no después de todo lo que habían compartido.
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