IRREALIDAD
Con un suspiro sale al balcón. El aire se encapricha en mover su largo cabello a voluntad mientras se apoya en el barandal. Al inclinarse hacia adelante la brisa suave mueve su pequeña falda mostrando sus muslos. Vuelve a suspirar por la sensación de ser acariciada, o eso piensa. Sus ojos admiran el paisaje frente a ella. Al vivir en el piso 50 tiene una agradable vista de toda la ciudad y más allá.
Las estrellas se adueñan del cielo y abajo las lucen de la ciudad parecen imitarlas con su esplendor. Fija su vista en la luna tan parecida a sus ojos y vuelve a suspirar con ilusión.
Aparta un mechó de cabello de su rostro y baja la mirada. La brisa juega con su falda y franela haciendo que sus pezones se endurezcan bajo la fina tela de seda. Se abrazó así misma.
-¡Que frustrante! –Exclamó bajito. Hoy también sentía como que le faltaba algo. Sentía que no encajaba en lo que hacía y ya había tratado de remediar eso. Soy un caso sin remedio alguno. Pensó con la mirada triste. Era Dueña de la mayoría de las acciones en una empresa muy reconocida y tenía vienes en todo el país y otros países. También era la heredera de un imperio turístico que ha dominado el mercado por más de 15 años, pero... se preocupaba más en otras cosas. ¿Qué si las ventas bajaron o que recién descubrió que un empleado estafaba en la compañía donde era accionista? Eso tenía solución pero su situación no, por más que lo intentaba no se solucionaba y estaba cansada de buscar.
Alzó la vista al cielo justo para ver una estrella fugaz. Cerró los ojos rápidamente. Ya sabía lo que quería.
-Quiero un hombre. ¡Diablos! Quiero saber y sentirme amada por un hombre. Uno que no se atreva a engañarme y menos con una de mis amigas. –Y con ese deseo se sentó en una de las sillas del balcón con la mano derecha en su vientre.
Había sido engañada tantas veces que a sus 25 años no confiaba en los hombres. Hace más de 6 años que no tenía un novio. Su última relación fue con su ex prometido y no fue que haya terminado bien. Ella siempre había soñado con entregar su virginidad el día de su "Luna de miel", al menos ese era su deseo en ese tiempo y esa fue la causa de que su "Prometido" rompiera con ella.
Lo había encontrado en la cama con otra y no precisamente durmiendo.
Y para colmo le restregaba en cara que ella no le daba lo que tenía que darle, lo que lo empujó a buscarlo en "Otros" lugares.
-¡Maldito bastardo! –Y lo peor fue que ese "Otro lugar" fue una de sus amigas cercanas. Los años pasaron y la confianza entre ellas aún seguí rota, perdonada sí, pero recuperada... Jamás.
Cruzó las piernas y la brisa alzó la falda mostrando sus pantaletas color lila bien fina y apegada a su cuerpo. Cerró los ojos y se permitió divagar un rato en sus fantasías. Su ex prometido fue la gota que derramó el vaso y desde entonces no ha dejado que los sentimientos interfieran pero... su cuerpo quería.... No, ansiaba sentirse vivo bajo las caricias de un hombre. Se lo imploraba cada noche. No era ciega. Sabía muy bien que podía tener a cualquier hombre con sólo mirarlos pero no quería uno cualquiera... quería uno único y sólo para ella.
Se acarició el cuello con la mano izquierda al sentir de repente una subida de calor por todo su vientre. Eso es lo que pasaba cada noche y luego venían esos deseos carnales. Sus pezones se endurecieron aún más por el repentino cambio de temperatura corporal y su respiración se agitó un poco. Miró las estrellas. No había luna aún, peor el cielo seguía con su hermosura nocturna.
-Un hombre... -Susurró y empezó a acariciar su vientre de lado a lado. –Un hombre que me quite el peso de la virginidad de encima. –Dijo bajito y se recostó en la silla con la cabeza hacia atrás.
Pasaron los minutos y ella aún seguía sin moverse. No quería dormir aún. Mañana tendría que ir a trabajar y no le apetecía. Sin embargo, tenía una reunión de accionistas a la que no podía faltar. Resignada se fue a su cama. Dejó la puerta del balcón abierta y no se arropó. Dejó que el frío entrara y la tocara. Necesitaba bajar su temperatura o por lo menos, intentar normalizarla.
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Caminar por los pasillos de la empresa era un martirio para su percepción y olfato. Desde hace unas semanas un olor la ha estado intranquilizando. Siempre que una mujer se acercaba a ella, sentía que debía gruñirle y no entendía ese deseo y el olor... Por alguna razón que no entendía realmente, podía saber si una mujer era virgen o no, y eso le molestaba. No le gustaba que las vírgenes estuvieran cerca. Sin embargo, su asistente lo era por lo que se obligó a ser amable con ella, es decir, no gruñir como animal.
-¡Buenos Días! –Exclamó al entrar a la sala de reuniones, su asistente Rin la seguía con unos documentos en una mano y en la otra una taza de café. Todo murmullo cayó al ver a Hinata entrar. Se pusieron en sus respectivos lugares y esperaron. -¿Dónde está Tsunade? –Preguntó. Nunca habían llegado después de ella, de hecho, el que llegaba después de Hinata se consideraba despedido. Era estricta con las normas y sería un pesar sancionar a uno de sus accionistas.
-Ella... -Empezó a decir un hombre con don extrañas marcas en sus mejillas. Miró a su Jefa que esperaba una respuesta. –Ella vendió sus acciones anoche señorita Hyuga. –Dijo y vio la sorpresa generada en su Jefa.
Hinata miró a todos y a cada uno de los accionistas que tenía en la sala de reuniones. Todos eran conocidos pero había un asiento vació del lado izquierdo del suyo... el que era de Tsunade.
Y ese maldito olor volvió. Sabía quién lo tenía y por eso la tenía bien lejos de su asiento.
-¿Se puede saber quién compró sus acciones? Y a todo esto... -Tomó asiento. -¿Por qué Tsunade no me reportó de esto? –Todos se veían algo incómodos al no tener una respuesta clara. Su jefa, por alguna razón que ellos no entendían, (En especial los hombres) siempre entraba de mal humor a pesar de ser tan gentil... y muchas veces estricta.
-Nos acabamos de enterar por su secretaria. Dijo que anoche simplemente decidió vender e irse a su tierra natal con su familia. –Dijo una mujer de pelo Rubio. La tercera según el orden de accionistas mayoritarios. Hinata la tenía en una esquina contraria a la suya. La miró de mala gana.
Maldición, no podía evitarlo. No le gustaban las vírgenes.
Hinata tenía el 45% de las acciones convirtiéndola en la accionista mayoritaria. Tsunade tenía el 20%, Ino el 15%, Tenten el 10%, Kiba y Shino poseían el 5% cada uno.
-El que compró esas acciones debería est... -Ino fue interrumpida por la llegada de un hombre que entró como si nada. Todos los presentes le miraron pero este ni se inmutó. Los miró a todos sin mostrar alguna expresión hasta que se fijó en Hinata. La miró con una intensidad tan cruda que la hizo estremecer. Caminó lentamente hasta tomar asiento en el lugar vacio, junto a Hinata.
Ella lo veía y examinaba muy cuidadosamente. Había entrado como si fuera amo y señor del lugar y lo peor fue el poder de atracción que había sentido en él. Había algo antiguo y poderoso en su presencia. Algo que se extendía en ella y hacía que su cuerpo ardiera en llamas. Su caminar le resultó como de un cazador asechando a su presa y cuando se sentó a su lado su masculino aroma envolvió sus sentidos. Algo en él era de terror, lo sentía. La llamaba. Su pelo rubio alborotado y esos ojos tan azules hacían sus sentidos volar. Tenía unas extrañas marcas en sus mejillas que le hacían parecer rudo y tierno, como un animal. Un gruñido quería escapar de su garganta pero lo contuvo.
¿De dónde venía este atractivo Adonis?
-Buenos Días. Soy Naruto Namikaze. – ¡Santo Dios!, su voz era profundamente masculina y tenía un melodioso y marcado acento que sólo podía describirse como musical. Erótico. Y francamente estimulante. –Soy el poseedor de las acciones de Tsunade. Perdonen mi tardanza, pero tenía asuntos de suma importancia. –Miró a todos con una media sonrisa.
-¡Naruto Namikaze! ¿El Naruto de... de Namikaze Corp? –Dijo Kiba asombrado. Naruto sonrió al asentir y todos estaban con la boca abierta.
Estaban estupefactos. El magnate millonario había comprado unas acciones de una empresa menor a la de él y totalmente contraria a su estilo. No cuestionaron nada, pero obviamente estaba más que sorprendidos en especial Hinata.
Había escuchado de Naruto Namikaze en las farándulas. Era despiadado en sus negocios y tenía una fama de ser un despiadado con sus enemigos.
-No debo acercarme a él. –Se dijo. Sin embargo, cuando él puso su mirada en ella sintió que miraba más allá de la Hinata que todos veían. Lo vio bajar su mirada hasta su vientre, siguió hasta sus piernas y luego volvió a subir la mirada y sonrió. Se sintió expuesta y bajó la mirada sonrojada. ¿Qué le pasaba?
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Al anochecer Hinata estaba organizando todo su papeleo. Rin, su asistente, entró con un vaso de té, el cual se tomaba cada noche antes de irse.
-Gracias Rin. Puedes retirarte temprano. Yo terminaré lo demás.
-Entendido. –Se inclinó. –Con su permiso Señorita Hyuga. –Salió de la oficina. Hinata frunció el seño. No importaba las veces que le dijera que le llamara por su nombre, Rin siempre era muy formal. Suspiró. Después De todo era muy eficiente pero a veces quería entablar una relación de amistad con ella, al menos para tratar de persuadirla a que se quite el olor de la virginidad de encima y, por lo visto, eso nunca pasaría.
Pero eres virgen.
Su mente siempre la cuestionaba.
Negando algo divertida salió de su oficina sólo para casi chocar con su nuevo accionista, Naruto Namikaze. El hombre que no la dejaba de mirar a todo momento, como ahora. La miraba como si la desnudase y lo peor, a ella le gusta eso. Él volvió a examinarla y su mirada cambió a una de ternura total. Que extraño. Sin embargo se excitó mucho y si a eso le sumamos la cercanía y su olor tan excitante y embriagador, no era para menos. Este hombre prometía una sección de sexo increíble. Ya palpitaba por él.
Él volvió a mirarla a los ojos y la pasión de su mirada le robó el aliento. Se fue a las puras al tocador. Estaba hasta la coronilla de los nervios. Cada vez que él la miraba ella sentía una electricidad en el cuerpo y su centro palpitaba de ansiedad. Nunca había sentido algo como esto. Tanta ansia, tanto deseo por un hombre... tanta necesidad. ¿Quién era él que le provocaba así? Miró el espejo y se obligó a tranquilizarse. Había estado conteniendo sus reacciones pero le era difícil cuando él se acercaba tanto.
Y es que, ¡Dios!, si se ponía a pensar él era un hombre sacado de los sueños de cualquier mujer... ¡Era perfecto! Podía sentir una atracción sexual casi animal en ella cuando él la miraba y esa mirada... tan salvaje, cruda y decadente...prometía placer y peligro.
-Tranquila Hinata... -Se dijo e inconscientemente se tocó el vientre. –Hace mucho que no tienes una relación y sólo estás deseosa. Sólo quieres un buen polvo. Nada más. –Pero no podía dejar de pensar en que había algo escondido en él que la llamaba.
Al salir del lavado lo encontró a él entrando en el pasillo para dirigirse al de hombres. Lo vio sonreír y eso la paralizó. Esa sonrisa... esa mirada... ¿Qué tenía él?
-Hola. –Esa voz... esa maldita voz que la ha atormentado todo el santo día, está ahí de nuevo torturándola. Él se acercó y la miraba con una intensidad que sintió marearse. Había deseo en su mirada y posesión. Se había acercado tanto que podía olerlo y al hacerlo sintió un millar de voltios recorrerle el cuerpo. Cerró los ojos y no tuvo más opción que dejarse llevar. Algo en ella despertaba, un deseo primitivo indomable. Sentía un hormigueo en el estómago y su centro palpitaba. Su olor la embriagaba y ¡Oh oh!... sintió la respiración de él en su cuello y eso fue todo.
Consciente de que sus piernas ya no la sostenían él la tomó por la cintura y ella, al sentir tan poderosa cercanía, se desmayó.
Naruto la observó serio por un momento. Ni siquiera pudo acercarse como quería y ya se había desmayado. Eso no era bueno. Había visto su resistencia desde que sus miradas se cruzaron. Sería difícil llegar a ella pero sonrió. Difícil, pero no imposible y Hinata Hyuga en definitiva valía la pena. Con cuidado de no lastimarla la tomó en sus brazos.
-Estás tan hermosa Hinata. –Dijo con ternura. –Este último mes ha sido un martirio sin ti, pero al fin te encontré. Al fin puedo tenerte otra vez. –Abrió su boca para mostrar unos perfectos colmillos. Acercó los labios a su cuello y dejó que su aliento la marcare. Ahora que podía rastrearla tenía que acercarse a ella de otra forma más... práctica.
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Rodeada de una blanca neblina sentía que flotaba. No podía ver más allá de unos simples metros y eso no le gustaba. Ya había tenido este sueño varias veces, lo que no entendía era ¿Por qué? Siempre estaba rodeada de neblina pero sentía que había algo más allá que no podía ver. Algo que le llamaba... que le pertenecía. Sentía que algo faltaba y le inquietaba.
Dejó de caminar al sentirse observada. Eso era nuevo. Usualmente vagaba y vagaba sin llegar a ningún lado pero sentía algo o a alguiencerca. Miró alrededor, pero no pudo ver más allá de la neblina y no podía dejar de sentirse observada.
-¿Quién anda ahí? –Dijo algo temerosa. Por alguna razón estaba asustada, o era simplemente la sensación de escalofríos recorriéndole el cuerpo. Su cuello empezó a picarle y se quejó. Con su mano se tocó la parte afectada. ¡Le picaba mucho!
-Hinata –Esa voz... Conocía esa voz muy bien. Poco a poco se dio la vuelta sólo para encontrarse con Naruto. Vestía un traje de negra armadura, hombros increíblemente amplios, su pelo rubio le tocaba la frente, tenía un bastón negro en una mano y esas marcas en sus mejillas estaban más marcadas que antes. Sus ojos eran de un azul tan profundo que parecían brillar. -¿Te dejé sin habla eh?
Arrogante.
Trató de hablar, pero no salía nada. Su mirada la tenía paralizada. Era tan magnífico. Él se acercó a ella y le acarició la mejilla suavemente y luego se inclinó e invadió su boca.
Hinata gimió ante el sabor tan primitivo que él tenía. Sintió sus manos en su cintura y luego todo el cuerpo de él pegado al suyo. Era tan viril que no pudo negarse. Después de todo quería esto. Era su sueño y lo disfrutaría.
Naruto soltó el bastón y la tomó por la nuca para profundizar el beso. Se aferró a ella con cada fibra de su cuerpo ardiente y dolorido por poseerla. Su lengua tocó la de ella, probándola, atormentándola. Se sentía tan bien en sus brazos.
Ella estaba atrapada. Tan apretada a él que podía sentir su corazón latiendo contra su pecho. La intensidad de él la rodeó haciéndola arder en una volcánica necesidad. En lo único que podía pensar era en desnudarlo y ver si su cuerpo era tan magnífico y caliente bajo esa armadura como se sentía.
-Déjame amarte Hinata. Déjame hacerte el amor. –Respiró contra su oído mientras que la mano en la cintura bajaba a su trasero. –Quiero sentir tu calor rodeándome. Llenarme de ti. Sentir tu aliento y tu lengua contra mi cuerpo desnudo.
¡Santo Dios! ¿Qué tenía él? Apenas se conocían y ya quería hacer todo eso con él y más. Tenía tanta necesidad como nunca había experimentado. Debió de ofenderse por eso pero no... deseaba tanto sentir la piel contra piel. Sentirlo dentro de ella, llenándola. Era tanta su excitación que lo único que pudo hacer fue asentir para luego sentir la lengua de él recorrerle el cuello haciéndola gemir de anticipación. Nada tenía sentido para ella, ni ninguno de sus sentimientos. Se aferraba a Naruto mientras buscaba una explicación de por qué lo soñaba. Porque iba a hacerlo con él. Alguien a quien apenas conocía.
Pero es un sueño. Tú sueño.
Sí. Un sueño que le quemaba la piel con cada roce de sus manos. Pero todo lo que importaba ahora ese momento. Él devorándola y haciéndole sentir cosas que jamás creyó posible.
Acababa de desear que ambos estuvieran desnudos y en un lugar cómodo cuando sintió que chocaba contra algo suave. Se separaron y él miró por encima del hombro de ella y sonrió al ver la cama.
-¿Ansiosa? –Dijo su sonrisa se amplió más al ver que ninguno tenía ropa puesta.
Hinata lo miró completamente y se le resecó la boca. Él era la personificación del deseo. Algo en ella clamaba por la virilidad de él, por tenerlo dentro de ella. De sólo pensar en lo que vendría se sintió húmeda.
-Excitada. –Respondió en un jadeo. Tanteó su pecho con las manos y lo sintió tensarse. Tenía ocho paquetes en sus abdominales, cadera estrecha y varias cicatrices por sus costados. Las tocó por el borde preguntándose qué tan profundas estaban. – ¿Qué sucedió?
-Te diré que la mejor forma de explicarlo es que cada una es una medalla de guerra. –Tomó un mechón de cabello entre sus dedos y lo olió. Tenía un rico aroma a lavanda. Como extrañaba eso. -No te haré daño Hinata. –Dijo al ver que se ponía nerviosa. Ella lo miró y sonrió.
-Lo sé. –Lo extraño era que sí lo sabía. Por alguna razón sabía que él nunca le haría daño. Como si todo él le prometiera protección absoluta.
Naruto la tomó en sus brazos y la acomodó en la cama. La observó tendida por unos segundos. Por fin podía acercarse a ella. Ella siempre se proyectaba a su jardín cuando dormía pero no había podido hablar con ella ni acercarse. Había tratado que le reconociese, de que pudiese verle pero era inútil hasta que supo donde estaba su cuerpo.
El cuerpo de ella le llamaba. Le reconocía. Respondía a su presencia, a su cercanía.
Miró su pecho hinchado por la excitación y tocó su vientre. Cerró los ojos.
-¿Pasa algo? –Preguntó al verlo actuar diferente. Por un momento tuvo miedo de qué se haya retractado de estar con ella. Lo vio abrir los ojos y mirarla como si fuera comérsela. Algo que sin duda se dejaría hacer.
-Sólo me preguntaba si saliste de una fantasía. Eres como una diosa.
Incapaz de aguantar más ella lo jaló y capturó sus labios. Él se acomodó sobre ella y entre sus piernas haciendo que sus cuerpos se amolden. Era tan increíble. Hinata podía sentir cada centímetro de su cuerpo, su respiración, sus jadeos, su corazón. Era totalmente consciente de este hombre de una forma que la abrumaba. Se arqueó al sentir como él abandonaba sus labios para mordisquear su cuello y bajar a sus pechos. La sensación fue increíble. Le dedicó tiempo a cada uno sacándole estremecimientos continuos y poderosos.
Hinata lo miraba mientras él mordisqueaba un camino desde sus pechos hasta el estómago donde lamió cada centímetro de piel. Su mano subía por su muslo hasta su palpitante centro donde empezó a acariciarle de manera tan sutil. Su corazón golpeaba dúramente por la anticipación y el anhelo de ser tocada en esa zona. Sintió crecer el calor en su cuerpo.
-Eso es, Hinata. Déjame sentir tu placer. Déjame cubrirme con tu aroma. Déjame probarte toda.
Él entró un par de dedos penetrándola. Ella empujó sus caderas para así sentirlo aún más dentro de ella.
-Quiero más. –Demandó ella mientras lo tomaba en su mano y lo acariciaba.
Él rió perversamente.
-Y lo tendrás.
Gimió frustrada cuando sintió que él retiraba la mano y luego sintió el cielo. Él utilizaba su lengua para darle placer. Jamás creyó eso posible. Sabía que sería exquisito pero esto superaba cualquier especulación del asunto. Gemía fuerte, él lamía y saboreaba su centro como si fuera un elixir muy exquisito y raro de encontrar. Su cuerpo palpitaba y sufría por sentir cómo él le llenaba. Quería más de él... mucho más.
Naruto sintió como el orgasmo la atravesaba. No dejó de probar de ella hasta que el último estremecimiento abandonó su cuerpo. Como un animal salvaje se posicionó sobre ella y capturó su boca. Hinata lo abrazó por el cuello y enredó las piernas alrededor de él. Ambos gimieron al roce de sus sexos.
Hinata lo miró con algo de miedo en sus ojos.
-Soy virgen. –Declaró y Naruto frunció el ceño extrañado.
-¿Crees que eres virgen Hinata? –La sintió ponerse nerviosa y removerse un poco. Ella bajó la mirada apenada y se sonrojó.
-Sé que es raro pero, no lo creo. Estoy segura de ello. Nunca he tenido relaciones sexuales antes.
-Hinata. –susurró. –Te aseguro que hace unos años dejaste de ser virgen. –Declaró mientras le hacía subir la mirada. Ella lo miró incrédula.
-¿Qué dices? ¿De dónde sacas semejante estupidez? Yo nunca...
-¡Me la diste a mí! –Declaró. La intensidad de su mirada le decía que era verdad. –Cuando nos... -Dudó. No era el momento de decirle semejante verdad. –Fui el primero en tu vida y Júralo... seré el último.
-Se me hace imposible creerte Naruto. Además, esto es un sueño. Nada de esto es real.
-Esto no es un sueño Hinata. Es real. –Sonrió y la tomó de las caderas. –Te lo demostraré. –Y con una estocada se hundió en su suave humedad. Hinata se asombró cuando él la llenó. Lo que sentía era un increíble placer recorriéndola. Él estaba tan duro dentro de ella, tan grueso y caliente. Sus golpes eran profundos e iguales. La llenaban con un placer inmenso. Se aferró a su espalda clavando las uñas.
Necesitaba más... más de él.
Estaba fuera de sí por el éxtasis. Respondía a cada golpe lujurioso con la misma intensidad que él. Sentía como si su cuerpo tuviera vida propia, como si el placer que ella sentía tuviera su propia entidad. Sus jadeos eran incontrolables.
Sentía como si miles de manos le acariciaban el cuerpo al mismo tiempo. Una electricidad le recorría cada centímetro de la piel. Gritó cuando se corrió aumentando las embestidas.
Naruto estaba fascinado por su respuesta. Conocía su fuego pero esta vez fue más intenso. La sentía tan increíblemente bien, tan cálida, tan acogedora, Perfecta. Se enterró profundo en ella y estalló en un maravilloso orgasmo. Todo su cuerpo se estremecía.
Hinata gimió al sentirlo derramarse en ella y luego él se acomodó a su lado abrazándola y respirando en su cuello. Ambos estaban agitados. Podía sentir su trabajosa respiración y su corazón martilleando contra su pecho.
-Es el sueño más increíble que he tenido nunca. –Declaró. Se sentía tan bien en sus brazos. Tan saciada y tranquila como nunca antes.
Él acarició su cintura deleitándose de su textura sedosa.
-Hinata... Cuando miras el cielo ¿no has sentido como que algo en tu vida falta? ¿Cómo que hay algo mal? ¿No sientes que perteneces a otro lugar?
Era exactamente como se sentía. Desde hace un mes sentía este vacío que le decía que le faltaba algo. Como si no encajara.
Se dispuso a mirarlo de frente. Los ojos de él parecían decir que él decía la verdad. Entonces la pregunta debería ser Por qué se sentía así.
-¿Sabes algo que yo no sé sobre mí? –Su mirada cambió a una de preocupación y ternura. Luego se inclinó como si escuchara algo.
-Búscame cuando despiertes Hinata. Debo irme. –Empezó a desvanecerse.
-¡Espera! ¿Cómo sé que me dirás la verdad? Además, esto es un sueño.
-Hace un rato saboreé tu cuerpo Hinata. Lo que te hice aquí lo sentirás y verás cuando despiertes. –Ella lo miró temerosa.
-Imposible...esto es-
-Magia. –Dijo interrumpiéndola. –Búscame Hinata. –Se desvaneció completamente y en ese instante Hinata se empezó a sentir muy cansada.
¿Quién era realmente Naruto Namikaze? ¿Y por qué soñó con él a tan sólo horas de conocerlo? Estaba inquieta al no tener las respuestas pero... su corazón estaba tranquilo. Como si pudiera confiar en sus palabras.
Con un suspiro se acomodó en la cama y se arropó. Estaba tan cansada y era algo que no entendía. Cansada en un sueño y con ganas de dormir... raro.
Esto no es un sueño.
Eso había dicho él... pero cómo no iba a serlo cuando todo parecía tan irreal y lleno de neblina.
Puso una mano en su vientre y se cerró los ojos. Extrañamente sintió que flotaba pero sus párpados pesaban mucho como para abrirlos. Se rindió a la sensación.
.
.
Continuará...
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