EPILOGO
Epílogo
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Quería salir. Otra vez tenía esas ganas de salir. Desde hace varias semanas que ha tenido ese impulso raro de salir y despejarse. De comer en pequeños restaurantes, de visitar parques y comer helado hasta más no poder. Pero, no entendía por qué.
Hace cuatro meses se había ido a vivir a Italia. No supo las razones del porqué había dejado su país natal sin ninguna explicación, simplemente se fue decidida. Ahora estaba de regreso. No había durado ni dos meses completos cuando un día se había despertado con la idea de regresar y en menos de tres días ya estaba bajando del avión. Sus amigos la habían recibido gustosos. Ahora vivía en su antiguo apartamento, el mismo que se había comprado con el sudor de su frente. Había decidido no vivir de la fortuna de sus padres. Estudió y empezó a trabajar en cuanto tuvo la oportunidad. Ahora se valía por sí misma y no le faltaba nada. Tenía una empresa de publicidad que le agradaba. Bueno... tal vez sí le faltaba algo y es que últimamente ha sentido un vacío. Desde que se mudó a Italia sintió que algo no cuadraba y ahora sentía que debía ir al parque.
Se rió.
-De verdad que soy rara. –Se dijo. Miró su reflejo en el espejo y sonrió. Su pelo brillaba de color azul en la luz y sus ojos perlas la hacían ver adorable. Estaba vestida de forma casual, pero también elegante. –Tal vez hoy tenga suerte y me consiga a un chico apuesto. –Se dijo y empezó a reír. –Ya Hinata, sabes muy bien que los apuestos salen gay, o están casados. –Se recriminó. En Italia los chicos lindos que se encontraba eran amanerados y gay. Por no decir que "ocupados" también. Había que tener cuidado. Ya tenía bastantes desilusiones con los hombres. -Gay, casados o te engañan con tu mejor amiga. -Dijo bajito. Recordar ese suceso aún le dolía. No tanto por el hombre sino por la amistad perdida entre dos amigas.
La confianza, por más que intentaron restablecerla, está rota.
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Había dado una gran caminata por todo el parque y ahora disfrutaba su tercer hotdog. No era la mejor forma de almorzar pero considerando lo mucho que había extrañado la comida de acá, no le importó en nada. Había disfrutado el día, sólo faltaba asistir a una fiesta esta noche o acceder e ir con Temary a una disco esta noche. Estaba pensando el lo que le faltaba por hacer en ese día que no se fijó cuando dobló a la derecha y chocó con alguien fuertemente. Ambos cayeron al suelo.
-¡Maldición! –Escuchó decir, pero ella aún estaba recuperándose del golpe. Se puso una mano en la cabeza y miró a los lados buscando su hotdog caído. Lo localizó e hizo un puchero al ver que un perro lo devoraba.
-Ése era mío, lo quería. –Dijo con recelo. Se miró y casi reía ante la mancha que tenía. Era una blusa hermosa y ahora estaba manchada. No le dio importancia de quien estuviera viéndola e hizo un puchero gracioso.
-¿Te encuentras bien? –Le dijo alguien con una poderosa voz afrodisíaca. Alzó la vista y lo que vio la dejó pasmada. Un rubio... No, un Dios le daba la mano para ayudarla a levantarse. Sus ojos eran tan azules que brillaban, su rostro parecían hecho a la medida y el molde destruido para asegurarse de ser el único en la faz de la tierra tan apuesto como él. -¡Oye! ¿Te encuentras bien? –Volvió a decir.
Ambos se mantenían mirando.
-L-Lo siento. E-Estoy bien. –Le tomó la mano y sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo. Se levantó con su ayuda, lo miró a los ojos y quedó marabillada con el color y el brillo que resaltaban. Por otra parte, él la miró fijamente y durante unos segundos no movieron ni un músculo. Después él parpadeó como recuperando la compostura y suavizó su mirada.
Su hermosa mirada de ángel.
-Me llamo Naruto. Namikaze Naruto. –Sonrió. Ella juraría que ya nada podía ser más hermoso que él.
-Hinata. Hyuga Hinata... –Quería decir algo más pero él empezó a caminar con ella de la mano. Hinata estaba desconcertada. –O-Oye. ¿A dónde vas? Aún tienes mi mano...
-Me debes una cita Hinata.
-¡¿Qué!?
-Lo que oíste. Me debes una cita.
-¡Pe-Pero si, literalmente, hace un minuto que te conozco Namikaze-san! –Él se detuvo, pero no volteó a verla.
-Por favor. Llámame Naruto, Hinata. ¡No soy un viejo 'ttebayo! –Estaba desconcertada. Claro que no era un viejo, era el hombre más magnífico que hubiera visto nunca pero, apenas lo conocía. –Además... -Continuó. –Será tu forma de retribuirme.
-¡¿Eh!? –Ok, ahora sí que estaba confundida, pero la confusión desapareció cuando él se volteó. Ella jadeó. ¿Cómo no lo había notado antes?
-Este traje es muy caro sabes. Lo acababa de comprar. –Dijo normalmente, como si no le importara en lo más mínimo la mancha y Hinata se sintió mareada.
¡Dios! No se había dado cuenta de esa mancha roja que dañaba el traje inmaculado de él. ¡Se lo había estropeado! Tenía todo manchado desde la parte de arriba hasta casi la cintura. Era como si se hubiera peleado con el lienzo de un artista. Manchas por todos lados.
-Lo siento. –Bajó la mirada. Estaba apenada y moría de vergüenza.
-Yo no. –Hinata alzó la vista y él le sonrió. –No lo lamento. Porque gracias a esto... -Se señaló las manchas en el traje negro. -Tendré una cita con una mujer hermosa.
Hinata frunció el ceño. Ella sabía que hombres como él, apuestos, no se acercaban a mujeres como ella, simples.
-¡No iré a ningún lado contigo! Apenas te conozco. Te pagaré el traje.
-Te ofrecí una forma de pagarme.
-No pienso salir contigo. –Él empezó a reír muy divertido y Hinata lo miró extrañado. -¿Qué es tan gracioso?
-Tú. –Dijo. Aún se reía pero ahora era leve. –Eres la primera mujer que me dice que no piensa salir conmigo.
-¿Y ese es un golpe para tu inflamado ego?
-Pues, la verdad es que si. –Empezó a caminar otra vez y se la llevó a rastras. Lo curioso es que no se había dado cuenta de que él aún tenía su mano agarrada, hasta que él empezó a caminar llevándosela con él. Hinata miró su espalda. Tenía que admitir que el hombre era sexy en traje... eso hacía preguntarse cómo sería sin el traje puesto.
Se sonrojó ante el pensamiento.
-No aceptas un "No" por respuesta, ¿verdad? -Dijo ella desviando la mirada de su espalda.
-Tengo un imperio debido a eso. Y... tú no dejas de ser terca, ¿verdad? –Con un resoplido ella se rindió y se dejó llevar hasta un pequeño restaurante elegante al otro lado de la calle. Lo había visitado la semana pasada. Le gustaba la comida de ahí. Y tenían unas sabrosas hamburguesas.
Se sentaron en una mesa cerca de la ventana. Él se había quitado la chaqueta en donde tenía la mayor cantidad de mancha roja. En la camisa blanca no se notaba mucho. O eso quiso creer. Naruto no dejaba de verla, incluso después de haber pedido sus órdenes seguía con la mirada puesta en ella. Era como si intentara ver adentro de ella. Eso la ponía nerviosa.
-¿Qué?
-¿No tienes esa sensación de que fuimos locamente felices y casados en una vida anterior?
-¿Estás de broma, verdad? –Él sonrió más.
-Es que tengo la sensación de que si te beso jamás podremos separarnos. –Alzó una ceja. – ¿Experimentamos?
-Ni siquiera nos conocemos. No sabes lo que me gusta y no sé qué te gusta.
-¿Te gusta el agua?
Una pregunta realmente extraña, pensó Hinata.
-Pues... si.
-Bien. Vamos avanzando. Te gusta el 70% de mí. –Su sonrisa se amplió otra vez y Hinata decidió no hablar más del tema. Este hombre debía de estar loco. Loco y sexy.
El camarero les trajo sus órdenes y dieron finalizada a la plática. Cuando él se había quitado la chaqueta ella había puesto la mirada en sus brazos y en la forma en la que se movía. Este hombre tenía algo que la atraía. Debajo de esa camisa podía divisar un cuerpo espectacular. La ropa se le pegaba haciendo que lo viera. Pero ahora, frente a frente y comiendo, Hinata no lo miraba y él se la pasaba viéndola. Podía sentirlo observándola. Y, por alguna razón, cuando lo miraba de reojo y se encontraba con su mirada, su corazón se alocaba. Esa mirada azul la intimidaba.
-Eres hermosa. –Dijo él de repente. Hinata lo miró con la mirada entrecerrada.
-Oh sí. Y ahora me dirás que nunca habías visto a una mujer tan hermosa como yo, ¿cierto? –Sonrió de forma retadora.
Naruto tomó un trago de su copa de vino.
-He visto mujeres más hermosas que tú. –Declaró. Hinata alzó una ceja ante eso. –Me inclino más por las mujeres de ojos verdes y, no muy seguido, por las pelirojas. Mayormente modelos o actrices. Aunque mi última novia era rubia y de ojos claros.
-Déjame adivinar. Encontraste otra mejor, una que estaba entre las revistas más vendidas y la dejaste. –Trató de ser hiriente, algo no usual en ella, pero él ni se inmutó.
-Ella me dejó. –Eso sorprendió ligeramente a Hinata. –Encontró otro con mucho más dinero que yo. Uno que si cumplió con ponerle un enorme diamante en su dedo en vez de la sortija de su madre.
Hinata no concebía la información. ¿Cómo una mujer era capaz de abandonar a semejante hombre por otro? Si fuera ella estaba segura que no sería capaz de dejarlo por su propia voluntad. Este hombre exhalaba deseo y sexo por los poros. Dudaba seriamente que él fuese abandonado. y Ahora se preguntaba si de verdad sería capaz de no volverlo a ver después de ésto. La verdad no entendía nada. A penas lo conocía y sentía un tipo de necesidad con él. Como si estar juntos fuera... predestinado.
Ella debió de poner una cara triste y pensativa mientras reflexionaba, porque Naruto tomó su mano por sobre la mesa y sonrió ligeramente. Su contacto le erizó la piel.
-No me siento mal por eso. Al contrario. Se lo agradezco. Gracias a ella aprendí una lección grande. Una que mis padres siempre trataron que aprendiera. –Hinata quiso saber. Su curiosidad debió ser evidente pues, él continuó. –Mis padres llevaron una vida donde el amor era lo primero sin importar el estatus o las apariencias. Yo fui el que se desvió. Estaba a punto de casarme. Lo que ella hizo me abrió los ojos.
Increíble. Por alguna razón no sabía lo que le sorprendía más: que una mujer le haya abandonado o que él le estuviera contando su vida a una desconocida. Aunque claro, también invitó a comer a una desconocida.
-Dime, Naruto... -Ella retiró su mano disimuladamente y empezó a cortar la carne. -¿Es normal para ti contar tu vida a perfectas desconocidas?
Naruto tomó su copa de vino en una mano y observó el líquido. Hizo mover el vino en movimientos circulares.
-No. –Dijo después de unos segundos en silencio. Tomó un trago. –Eres la primera a quien le cuento esto.
-Ya... sí, claro. -Él desvió su vista a Hinata.
-En serio Hinata. –Ella lo miró. Tenía una mirada tan intensa que le fue imposible quitar la vista de sus ojos. –Tal vez te conozco desde hace un rato, pero siento que tú y yo tendremos historia. –Él tomó su mano de nuevo. –Jamás había sentido esa electricidad como la que sentí cuando te tomé la mano al levantarte.
Ella no entendía por qué el corazón se le aceleró ante esas palabras. También sintió esa electricidad e intuía que él también, pero intuirla y escuchar eso de él, era diferente.
-Estás vestida muy elegante. Ropa de marca. –Al parecer él era observador. –Sin embargo comías ese hotdog en el parque sin ningún miedo a mancharte. Eso me dice que trabajas y ganas mucho dinero pero que no eres pretenciosa. Y por la forma en que discutes conmigo, y no te inmutas ante mi presencia, me apuesto a que eres independiente y no aceptas a que te digan qué hacer y qué no hacer. ¿Me equivoco?
Naruto vio satisfecho como ella volteaba la mirada sonrojada hasta el tope y sonrió ante eso. Hinata le parecía una mujer fascinante. Una mujer que, si no se equivocaba, era luchadora. Le gustaba. Más tarde averiguaría más de ella. Nunca le había interesado tanto una mujer como ella, pero ya era hora de que el cambio lo tocase. Pero nunca se imaginó que el toque del cambio sería tan... Intenso.
Al terminar salieron del restaurante y caminaron otra vez al parque. Ya eran pasadas las dos de la tarde. Naruto tenía su chaqueta en un brazo y le pasó una tarjeta.
-Escribí mi número personal en la parte de atrás. Llámame esta noche, o mejor aún... cenemos juntos.
-¿Quién te dijo a ti que quiero volver a verte? –Lo miró con la frente en alto. Este hombre sacaba su lado impulsivo.
-Yo quiero verte. –Se acercó a ella lo suficiente como para sentir su aroma a orquídeas. –Tal vez soy el hombre que entró a tu vida por accidente, Hinata. –No lo había notado, pero este hombre era realmente alto y poderoso. Sentía algo en él muy intenso. –Pero soy el que se quedará en tu vida a propósito. –Ella tragó duro. A él se le ocurrían las palabras más extrañas y lindas. Algo inusual, y no conquistaba con las típicas frases machistas y de cliché.
-Te confías mucho.
-Sólo cuando voy tras lo que me gusta. –Estaba muy cerca. –Y tú me gustas. –Hinata no podía moverse. Juraría que le besaría y ¡Joder! Ella quería probarlo y saber si besa tan bien como se ve.
Naruto estaba maravillado con ella. Nunca había conocido a una chica que se le negara tanto. De hecho, no recordaba la última vez que se esforzó por hablar con una chica o alguna discusión con una. Tampoco recordaba la última vez que había insistido tanto en llevar a una mujer a comer. Algo le decía que Hinata rompería con su monótona vida y le daría luz. Luz en sus noches oscuras. Así como la luna. Se acercó más ante la atenta mirada de ella. Se embriagó de su aroma a orquídeas, le encantaba. Alzó una mano y le acarició la mejilla lentamente. Ella aún tenía oportunidad de alejarse, pero la vio cerrar los ojos y suspirar. Para él, eso era buena señal.
Luz verde.
Después de todo no le era indiferente.
-Cena conmigo, Hinata. –Dijo con voz ronca y sensual. Hinata sentía que sus piernas no la sostendrían más. –Quiero que nos conozcamos más. –Ella podía sentir su aliento muy cerca de sus labios. ¡Dios, iba a besarla! –Estaré esperando tu llamada. –Al hablar rozó sus labios. Algo en su cuerpo empezó a despertar. Su estómago se estrujó y sentía un anhelo de ser besada por él.
¡Lo necesitaba!
Hinata acortó la distancia besándolo. Algo se movió en ella. Jamás había sentido esto antes con nadie. Para ella un beso sólo era un beso, pero con Naruto basándola, era algo totalmente diferente. Había hambre, sed, deseo por ser saciado. Y falta de aire. Él le rodeó la cintura con sus brazos apegándola e intensificando el beso. Este hombre era pasión. Su lengua jugaba con la de ella. Enseñándole cosas que jamás creyó. Este beso superaba cualquier otro. Ella le rodeó el cuello con los brazos. Al él ser más alto tuvo que ponerse de puntillas apegándose más a él. Éste hombre despertaba en ella una necesidad volvánica que no podía negar. Lo quería todo de él. Todo.
Gimió complacida. Naruto sabía cómo besar, pero sobre todo sabía excitarla con un beso.
La pasión empezó a arder.
Pero estaban en un parque.
Se separaron sin ganas de hacerlo. Su respiración se volvió pesada y parecían desorientados, pero al escuchar las bocinas de los autos y los murmullos de las personas, comprendieron donde estaban. Hinata se sonrojó. Nunca se había dejado llevar por la pasión o el impulso, y mucho menos por un beso. Pero claro, nunca le habían dado un beso como el que acababa de recibir.
-Llámame Hinata. Por favor. –Su tono suave la abrumó tanto como el beso que se dieron. Pero él tuvo razón. Lo reconocía. Después de ese beso quería más de él. Quería volver a verlo, conocerlo más.
-Te llamaré. –Prometió. Él sonrió, pero no como antes. Su sonrisa era sensual y erótica. ¡Oh Dios! Esa sonrisa le aceleró el corazón. Él chocó las narices varias veces y luego se alejó de ella aún sonriendo.
-No te retractes Hinata. –Ella también sonrió. Se mantuvieron mirando hasta que él se acercó a un auto negro. Una persona le abrió la puerta de atrás y él entró. Rato después se perdieron en las abarrotadas calles.
-Tengo la sensación de que mi vida ha cambiado. –Dijo para sí. Miró la tarjeta. –Namikaze Corp. –Murmuró. Por lo visto el señor espectacular tenía una empresa con su apellido, y no cualquier empresa. Namikaze Corp era una empresa muy importante en tecnología. La miró por atrás. Tenía un mensaje sobre el número de teléfono.
¿Sabías que cuando comes sonríes como una niña en una dulcería?
Me dejaste fascinado, Hinata. Llámame.
N. N. U.
¡Oh! claro que lo llamaría. Después de todo él había tenido razón. Después de ese beso no quería separarse de él. Además, ya le gustaba el 70% de él, sólo le falta un 30% por conocer.
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Se encontraban en la terraza de un imperioso castillo. Ella veía con detenimiento al hombre frente a ella. Sus ojos estaban cerrados y su respiración era muy pausada. Parecía dormido, sin embargo sabía que no lo estaba. Cada mañana desde hace unas semanas tenían ésta rutina. Mientras él estaba así ella atendía las responsabilidades de él como Rey, y al terminar, esperaba a su lado por noticias.
Mientras esperaba miró el reino que se extendía desde la terraza. Aún estaba feliz de haber regresado hace unos meses. Habían celebrado por días su regreso. Nunca supo qué tan querida era hasta esos días. Se hicieron Bailes en honor a su regreso y por el fin de la guerra. Los granjeros del reino trajeron presentes para ella, algo que agradeció y sobre todo cuida en su jardín. Muchos le preguntaron cómo había sido capaz de eliminar a Madara cuando los más poderosos no podían. Ella sólo sonreía y acariciaba su vientre mientras decía: "Una madre, para proteger a los suyos, es capaz de todo". Y en efecto así fue. Había usado un Jutsu muy poderoso de su clan para eliminarlo, pero esto conllevaba una gran perdida de chakra. Esa técnica la dejaba casi en cero y sólo se usaba como último recurso. Con lo que no contaba era que su recién formado feto tuviera poder y ella lo usase. Aún no lo entendía por completo, pero estaba muy agradecida con eso.
Volvió a mirar a su esposo al escucharlo moverse. Él abrió los ojos y ella se puso frente a él. Su roja mirada se fijó en ella. Estaba expectante.
-Está hecho niña. –Dijo. Su voz era fuerte y masculina. Ella sonrió y lo abrazó.
-¡Gracias!
-No entiendo por qué te preocupa tanto la vida de esos humanos. –Ella lo besó fugazmente.
-Kurama. Yo usurpé su vida. Dos Hinata en un mismo mundo no es bueno. Al yo ser llevada allá la obligué a abandonar e irse lejos. Estuvo todo un mes tan confundida como yo, lo sé.
-Lo entiendo, ¿pero juntarlos? El destino se iba a encargar solito de eso. Iban a conocerse por trabajo ya que el padre de la mocosa hará negociaciones con el estúpido. La conocería, se intrigaría por su "Aparente timidez y sencillez" y luego avanzarían a cortejarse. No tenías que adelantar las cosas.
-Eso iba a pasar dentro de seis meses cuando ella decidiera llevar su negocio de publicidad a nivel Internacional y contactase a su padre. Además, su padre es... como decirlo... contrario al mío. Es Mandón y frío. –Se alejó de él unos pasos. –Tómalo como una disculpa por alejarla de su vida. Me entrometí.
-Es que eres una entrometida. –Gruñó y le dio la espalda. Hinata juraría que se estaba riendo.
-Ah... ¿Es que acaso no te gusta que sea una entrometida, Kurama? –Se acercó a él y lo abrazó por la espalda. Sus manos acariciaron cada centímetro de su piel. A él le gustaba estar sin nada arriba. -¿No te gusta cuando te saco de esas aburridas juntas y te secuestro bajo las sábanas de mi cama? –Pasó las manos por su pecho y las fue bajando hasta su entrepierna. -¿No te excita saber que te espío mientras te bañas? ¿O que me gusta tocarme mientras te pienso? ¿O que cuando duermes profunda y complacientemente, te toco por todas partes?
Él se volteó y la encaró. Su mirada roja se fijó en ella de una manera tan intensa que casi la hizo gemir. Había lujuria en su mirada. Tanta que humedeció a Hinata.
-Te gusta bailar en el fuego, niña. –Dijo con voz ronca y excitante. La estimulaba.
-Sólo si eres el que me guía. –Él sonrió ladino, bajó la cabeza a su cuello y le dio una lamida.
-Te has vuelto una pervertida.
-Soy un trago de tu propia medicina, Kurama. –Él levantó el rostro y Hinata vio algo que casi nunca veía. De hecho, dudaba que alguien más lo hubiera visto antes. Kurama estaba sonrojado. Lo vio mirar a un lado y luego sonreír con una gracia contagiosa. Al mirarla otra vez su mirada era azul. Tan azul como el cielo.
-Hina-chan. Me encanta que te lleves tan bien con ambas partes de mí. –Dijo Naruto. Este la estrechó en un abrazo y escondió su rostro en el cuello de ella. Le lamió las marcas de las mordidas que aún tenía. Ahora eran dos pares de marcas de colmillos que ella tenía en el cuello. Un par la marcaba como su esposa y el otro par reafirmaba sus votos matrimoniales. Sólo esas mordidas son visibles y son una advertencia para los demás de que ella era de él.
Y esta vez, se aseguró de proteger su mente. Nadie volvería a alejarla de él nunca más.
-Me gusta tu parte sensible y juguetona, y también tu parte ruda y fría. En especial me gusta que ambas partes me amen. –Dijo Hinata.
-No lo dudes. Te amamos. Y aunque Kurama no lo diga, le gusta que lo secuestres y te apoderes de él como ama y señora. –Ronroneó en su cuello. –Nos excita mucho. Aunque a mí me gusta más estar bajo las sábanas contigo. –Empezó a reír muy divertido. Hinata también empezó a reír, pero sintió algo que le hizo parar de repente.
-¡Naruto! –Se separó de él y se tocó el abultado vientre. -¡Se está moviendo! –Dijo y Naruto se maravilló. Puso su mano en el vientre de ella y cerró los ojos. Tenía cinco meses y medio de embarazo. Han sido unos maravillosos meses.
El embarazo para el clan Uzumaki era diferente. En los primeros tres meses no se notaba ningún cambio físico en la mujer embarazada. Pero después del cuarto, el feto se desarrollaba muy rápido, tanto que llegaba a estar totalmente desarrollado al quinto mes. Y en los últimos meses de gestación el niño pasaba un proceso de aprendizaje. El chakra se unía a él y modificaba sus músculos.
-¿Qué está diciendo, Naruto? –Lo mejor del embarazo era que Naruto podía escuchar lo que el bebé decía. Eso era gracias a Kurama. Él le había explicado lo que sucedería en el embarazo y también que no importara que ella no fuera una Uzumaki de nacimiento, porque desde que ella probó su sangre ya era una y estaba unida a él. También le explicó que mientras esté de parto tendría que beber de él, de lo contrario el parto iba a ser demasiado doloroso y hasta podría morir. Eso sólo pasaba con la mujer no Uzumaki casada con el Rey que en cuyo cuerpo se encontrara Kurama. Las Uzumaki de nacimiento no necesitaban beber la sangre de su marido para dar a luz.
-Quiere que le cantes esa canción para dormir. Le gusta oír tu voz. –Él sonrió. –También tiene hambre.
-Ahora que lo dices tengo antojo de Ramen y de muchas frutas. –Naruto sonrió más. Estaba encantado de su vida actual. Esta mujer lo llenaba por completo.
Aprovechando su estado de felicidad, la tomó en brazos y se encaminó hacia la habitación.
-¿Qué tal si terminamos lo que iniciamos esta mañana? –Dijo él.
-Me parece una estupenda idea. ¿En dónde nos quedamos?
Naruto la puso en la cama y le pasó la mano por una pierna subiendo hasta su pecho donde reposó. Empezó a ronronear.
-Creo que estabas apunto de gritar que te tomara de una maldita vez.
Ella sonrió.
-¿Y lo harás? –Él se acostó con ella a su lado. La puso de espaldas a él.
-Lo que no haré, mi Reina, será salir de ti. No hasta que estemos exhaustos. –Empezó besándola en el cuello. Hinata empezó a gemir gustosa.
-Me encanta sentir que me quemo cuando estoy contigo.
-Y a mí me encanta como respondes al tomarte salvajemente. –Su voz había cambiado. Era una mezcla de animal y hombre. A Hinata le gustaba cuando Kurama se unía. Ambas partes de Naruto la poseían al mismo tiempo. La pasión que sentía en él era abrumador. Tan abrumador que la humedeció al instante y la hizo gemir.
Él no perdió tiempo y la penetró desde atrás. Éste era una posición que usaban a menudo por el embarazo. Hinata se arqueó. Naruto la llenaba de una forma increíble. La embestía de una forma tan erótica que le robaba el aliento. Era salvaje y tierno. La devorada, la marcaba. Ella era suya y a ella le encantaba pertenecerle. Cada embestida era más fuerte que la anterior. La cama crujía y se movía. Naruto tomó una de sus piernas y la alzó. La penetración se hizo más profunda y Hinata gritó.
Lo mejor de estar embarazada era que sentía el orgasmo el doble de intenso.
Naruto la sintió llegar al éxtasis y con un par de embestidas más, la acompañó.
Permanecieron unidos hasta que ella se durmió satisfecha. Naruto la acomodó mejor en la cama y la arropó. Con una mano apoyó su cabeza y la miró.
Éste era la mujer que había entrado a su vida y no iba a ser capaz de abandonar. Hinata era un tesoro. Le daba más amor del que jamás creyó volver a tener. Con sus padres se sentía completo, amado. Cuando murieron se sintió sólo. Y en efecto lo estaba. En ese tiempo Madara había acabado con todo el clan Uzumaki. Él era el último. Pero ya no más. Iban a empezar de nuevo y sería feliz. Ya no había un Madara que los quería destruir. No había amenaza para él o su Reino. No había nada por qué tener miedo. Al menos, no por ahora. Sentía que tarde o temprano alguien se levantaría y le declararía la guerra. Volverían a pelear y a defenderse.
Le había cortado la cabeza a la araña, pero sabía que sus patas se moverían.
Siempre lo hacen.
Abrazó a su dormida mujer cariñosamente. Su vida era con ella. Aguantaría todo lo que le venga encima para protegerla. Ella era su familia, su todo. Acarició su vientre y sonrió.
-Lo siento... -Dijo y esperó unos segundos como escuchando. -Sí, lo sé. Cuando Mami despierte estoy seguro que te dará triple porción. –Sonrió tiernamente. –También te amamos pequeña. Duerme bien. –Dijo encantado.
No le había dicho a Hinata sobre el sexo del bebé por petición de ella. Quería verle en sus brazos y elegir un nombre cuando le viera. Eso le había dicho ella. Al bebé le gustó el plan y Naruto terminó por aceptarlo. Meterse entre dos mujeres era peligroso.
Sin embargo, las cuidaría con su vida. No importase que lo problemas vengas con nubes de tormenta.
-Que venga la lluvia. –Susurró con confianza y se acurrucó bien con Hinata. La esencia de ella le gustaba y lo hacía dormir bien. Olía el inmenso amor que ella tenía por él. Un amor muy paciente y protector. Un amor que le daba la fuerza para enfrentarse a quien fuera para protegerla y proteger el reino.
Sabía que su felicidad no duraría siempre. Aún había maldad y codicia pero se aseguraría de proteger el Reino mientras vida tenga. Se aseguraría de vivir todo lo que tenga que vivir junto a los suyos, pero sobre todo, se aseguraría de ser feliz. Muy feliz.
Y mientras Hinata y su futura inmensa familia estén a su lado, se sentía capaz de hacerlo todo.
Que venga la lluvia.
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Fin
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