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Capítulo tres

Concubina

El palacio imperial se encontraba actualmente en un desastre, no porque hubiera peleas o estuviera celebrándose algo. Era porque una concubina había sido enviada al palacio.

Aprovechando la rara ausencia de su hijo en el palacio, la reina madre había enviado una hermosa mujer al palacio para que sirviera como concubina a su único hijo.

La reina madre, madre de Minho, era una mujer extremadamente tradicional que pensaba que tener hijos era la prioridad estando al poder.

No podía creer que su hijo se hubiera casado con un hombre el cual no podía concebir a sus hijos.

El día que se enteró de la boda ella se había negado con insistencia, pero su hijo no hizo caso alguno y se casó con Han Jisung, hijo de un simple ministro de bajo rango.

Incluso su marido había estado de acuerdo en ese momento!. No podía creerlo, era inconcebible.

Pocos días después de la boda conoció al chico pelinegro, era lindo y amable, algo tímido. Siendo sincera, le caía muy bien, era extremadamente tierno.

Pero, las reglas son las reglas, su hijo tenía que dejar descendencia.

Con un suspiro, se fue con rapidez del palacio para vivir nuevamente en su palacio personal lejano a la capital, aunque debía vivir en el palacio principal había querido alejarse de todo el atareo de la ciudad por un tiempo, solo vino a dejar a la mujer.

Volvería tal vez en medio año más, quería estar cerca de la tumba de su esposo y la misma se encontraba cercana al lugar donde residía en la actualidad.

Era el sitio favorito de su marido para relajarse, por lo que decidió enterrarlo en el lugar.

Volviendo al desorden del palacio imperial, varios sirvientes miraban a la mujer con curiosidad mientras que otros miraban a la emperatriz con suma vigilancia.

Jisung miraba a la mujer con confusión, no entendía qué demonios hacía esta mujer en su hogar y por qué decía que era concubina de su marido.

Su esposo había prometido que nunca tendría concubinas.

Sintió un nudo en la garganta y lágrimas amenazaban con caer de sus ojos estrellados, su pecho se sintió doloroso.

— ¿Q-quién er-eres? — la voz del pelinegro era entrecortada y muy dificil, sentía incomodidad por cada palabra dicha.

La mujer sonrió con tranquilidad, traía puesta una túnica exquisitamente decorada, pero muy reveladora, dejaba ver su pierna derecha y parte de su blanco muslo.

Su piel parecía ser suave y de un lindo color blanco, su cabello era negro azabache, poseía unos hermosos ojos marrones claros y su figura era estilizada.

— Respondiendo a la señora emperatriz, mi nombre es Im Nayeon, la señora madre me ha enviado para servir al señor emperador como concubina de alto rango. — la mujer se presentó con naturalidad y coquetería, su ropa era negra y resaltaba sus ojos al igual que su blanca piel.

Nayeon se acercó a la emperatriz con pasos firmes y coquetos, algunos de los hombres presentes ya habían puesto su vista en ella y su hermosa figura.

— Un placer conocer a su señoría, la emperatriz. — la pelinegra debía mirar a Jisung con respeto, en lugar de eso, lo miraba como si fuera inferior a ella.

Nadie se dio cuenta de su condescendiente mirada gracias a que se encontraba dándole la espalda a la mayoría de los presentes.

El único que notó esa mirada fue Jisung que estaba frente a ella, se sintió pequeñito al verla, era como lo miraba su padre antes de casarse con su MinMin.

Jisung sintió sus ojitos llenarse de lágrimas, intentó detenerlas, pero seguían amenazando con bajar por sus pálidas mejillas. En ese momento el jefe de la servidumbre llegó al lugar, había escuchado que la señora madre había enviado una concubina y fue corriendo al lugar de su llegada.

En cuanto el viejo hombre llegó al lugar todos se pusieron rectos, el hombre era conocido por ser muy estricto con los sirvientes y guardias, todos le tenían mucho respeto y algo de miedo.

El hombre, de nombre Lee Kwang, miró a todas las personas de alrededor con firmeza, entonces su vista se posó en la hermosa mujer frente a la emperatriz.

El viejo hombre se encontraba frente a ella por lo que pudo notar su mirada irrespetuosa hacia la emperatriz del imperio.

Su ceño se frunció con molestia ¿qué se creía esa mujer para mirar a la emperatriz con esos ojos llenos de superioridad?

Con un suspiro Kwang se acercó a la mujer y la apartó del pelinegro el cual miraba a la chica con lágrimas en los ojos, se veía muy lastimoso. La mujer al sentir el tirón del viejo frunció el ceño con enojo.

— ¿Quién demonios te crees? ¡Soy Im Nayeon, hija del gobernador del pueblo del sur! — exclamó la mujer con el tono lleno de alarde, todos se sorprendieron, el gobernador del sur era muy rico y trataba muy bien al pueblo que gobernada, aunque igualmente estaba bajo los pies del emperador Lee Minho.

Jisung se secó las lágrimas y se quedó allí parado con tristeza, quería ver a su esposo.

— ¿Quién te crees tú para mirar de esa forma a la emperatriz y tratarle de esa forma? — la chica pareció asustarse pero al recordar su estatus su sonrisa pretenciosa volvió.

— La concubina del emperador Lee Minho. — alardeó, aunque seguía siendo inferior a la emperatriz no consideraba que nadie le dijera nada, ella creía que el emperador en realidad no amaba a Han Jisung, ¿quién amaría a alguien que lo ato a no tener hijos?

Le parecía estúpido. Para ella, lo que estaban haciendo frente al pueblo era fingir, opinaba que mientras una mujer bonita como ella llegara y lo seduciera podría obtener fácilmente su corazón.

El viejo Kwang estaba a punto de decir algo para echarla, pero en ese momento llegó el majestuoso carruaje del emperador, todos miraron enseguida en esa dirección.

El carruaje se detuvo y de allí salió el emperador Lee Minho, su andar era pausado pero al ver a la extraña mujer en la entrada frunció el ceño.

Los guardias apartaron a las personas para que el emperador pasar, Minho vio a su linda esposa en la entrada, aceleró sus pasos para llegar a su bebé con rapidez.

El rubio ignoró a todos en su camino, incluida la mujer la cual quería presentarse rápido ante el emperador y ganar su favor, Nayeon se mordió el labio inferior con verguenza al ver como el hombre la ignoraba para prácticamente correr hacia la emperatriz.

Jisung miró como su esposo corría hacia él, sus ojitos volvieron a llenarse de lágrimas y frunció el ceño mientras recibía a su esposo con una carita como de gatito enojado.

Minho se extrañó pero igualmente intentó abrazar a su bebé, al ver que lo rechazaba se sintió perdido.

— ¿Qué pasa bebe? ¿Por qué no me das un besito de bienvenida? — el emperador parecía un perrito abandonado, miraba a su esposa con tristeza y se veía algo miserable.

— ¿Por qué trajiste a una concubina a nuestro hogar? — Jisung miró a su esposo con enojo, estaba triste y enojado con él ¿a dónde se había ido su anterior promesa de nunca llevar concubinas?

— ¿Qué? Pero si yo no traje a nadie. — Minho estaba confundido.

— ¡No mientas! Esa mujer dice ser tu concubina, dice que tu madre la envió, seguro hablaste con tu madre para que la enviara porque ya estabas cansado de mí. — sus ojitos dejaron caer dos lágrimas, las cuales pronto se convirtieron en llanto.

Minho frunció el ceño y volteó a mirar a la mujer mientras abrazaba consolando a su pequeño, miro a la pelinegra con fiereza y enojo, ya había entendido más o menos la situación y estaba enojado.

— Alguien échela, no la quiero cerca de mí ni de mi esposa. — exigió con voz fría y ronca, el mayordomo asintió y dejo que los guardias la echaran del palacio, hasta el final Nayeon gritaba diciendo que era la concubina del emperador.

Minho susurró palabras de amor al oído de Jisung, el chico se sonrojó pero estaba feliz por las palabras de su esposo, eso significaba que no había roto su promesa, ya que él no sabía que su madre había enviado a esa mujer

— Nunca pediría a mamá que envíe a alguien, no es necesario, ya que te tengo a ti, precioso. — murmuró y Jisung se sonrojó.

La pareja ahora felizmente reconciliada volvieron al palacio abrazados, parecían murmurarse palabras de amor, eso era evidente ante el sonrojo de las mejillas de ambos.

Y en la entrada no quedó rastro de que alguna vez hubo una concubina, mucho menos en los registros.

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