Capítulo catorce (Final)
Familia Feliz
La emperatriz Jisung siempre había añorado una familia, ni su padre ni su madrastra le habían querido a lo largo de su vida, la única persona que podía decir durante su crecimiento que era su familia, era su hermana, pero al casarse ella obviamente se había dedicado a su propia familia, dejando a Jisung en un segundo plano y queriendo su propio vínculo.
Luego de su matrimonio con Minho este sentimiento había amainado mucho, dejando su corazón sentirse pleno y completo, sin embargo al pasar los años un nuevo deseo había invadido su corazón; el deseo de un hijo.
Claramente no iba a ser su hijo biológico, pero eso no importaba, solo quería un pequeño niño o niña en el que volcar su amor, aquel que le habían negado durante la totalidad de su infancia.
Pero, Jisung tenía miedo, un temor llenaba su mente al pensar en tener un hijo propio.
¿Sería un buen padre?
Esa única pregunta rondaba en su cabeza de manera constante, ese mismo cuestionamiento le detenía de proponer a su esposo de adoptar algún niño, o de quedarse con el pequeño bebé que había encontrado esa mañana al pasear con Boqiu.
Estaba aterrado.
Él no quería ser como su padre, quería darle amor a su hijo.
El sabía que tenía que alejarse del bebé, no apegarse a él, pero no podía, le trataba como si fuera su hijo e incluso le había dado un nombre lleno de bendiciones, esperando que pudiera obtener mucho cariño a lo largo de su vida.
Jisung esperaba que el pequeño Jeongin se sintiera amado con cualquier familia que le adoptara.
Pasaron algunos días y Minho estaba cada vez más ansioso, desde aquel momento Jisung no parecía entusiasmado al cuidar al bebé, ni siquiera quería verlo ya, pero solo él sabía que el pelinegro fingía, solo él veía como los ojitos de su flor amada brillaban con cariño y anhelo cada vez que veía al pequeño Jeongin.
El rubio había intentado decirle a su emperatriz que no sería como su padre, que sería un padre ejemplar, pero eso solo parecía cerrar más a Jisung, sus ojitos se ponían vidriosos, rompiendo el corazón de Minho en miles de pedazos.
Al final, el emperador solo podía continuar intentando apoyar a su amor para que abandonara ese pensamiento pesimista.
— ¿Cómo está Jeongin? — preguntó el rubio con un suspiro, su asistente más confiable, Hyunjin, le miró y asintió antes de responder.
— En estos momentos está siendo cuidado por las sirvientas, su majestad. — dijo el chico de cabello castaño con una leve reverencia.
Minho soltó otro suspiro mientras revisaba distraídamente unos papeles, los mismos eran sobre un proyecto en la capital, pero no podía concentrarse en eso si su mente vagaba una y otra vez hacia su emperatriz y Jeongin.
— Su majestad, si tanto desea que ese pequeño sea su hijo, ¿por qué no le adopta directamente? — preguntó Hyunjin, aunque más que una pregunta era una sugerencia, el rubio lo pensó antes de negar.
— Eso solo empeorará todo. — dijo, al ver la confusión de su asistente más confiable, decidió explicar —. Si adopto a Jeongin sin tener en cuenta la opinión de la emperatriz, eso solo hará que se sienta siempre con dudas, incluso podría rechazar al bebé pensando que no hará un buen trabajo. — argumentó masajeando sus sienes con cansancio, no sabía qué hacer.
El castaño hizo una expresión de entendimiento y volvió a su trabajo. Pero el emperador no podía esperar más, se levantó de su asiento.
— Debo ir a ver. — dijo sin notar del todo la ansiedad en su propia voz, Hyunjin le dio una sonrisa de entendimiento y asintió, le dio una reverencia mientras el rubio se iba.
El castaño suspiró mientras se hacia cargo del trabajo de su jefe.
Minho caminó con rapidez por los pasillos del palacio, en el camino varios empleados le saludaron haciendo que el gobernante asintiera a modo de corresponder el saludo, un par de sirvientas se miraron ya que era extraño ver al emperador Lee de esa forma tan alterada, siempre era muy tranquilo.
Luego de algunos minutos caminando, Lee llegó a la habitación que compartía con su esposa, tomó una respiración profunda antes de entrar directamente al lugar.
Al abrir las puertas lo primero que notó fue a su amada estrella acostado en la cama, su cuerpo cubierto con una túnica interior blanca, sus ojos estaban ligeramente rojos y en sus manos sostenía un libro sobre estrategias de guerra.
El rubio suspiró y se sintió angustiado al ver las obvias señales de que su emperatriz había llorado.
— Mi amor... — dijo Minho con un suspiro, se sentó al lado del pelinegro y le quitó con delicadeza el libro de las manitas de su bebé, el menor lo miró con un puchero.
— Estaba leyendo eso. — dice él, pero no puede evitar darle un beso rápido a su emperador, ya que la pareja no se había visto desde hace algunas horas que Minho partió a la corte.
— Lo sé amor, pero debemos hablar de algo importante. — con una sola mirada Jisung supo de lo que su amado esposo quería hablar, y aunque quería evitar esta conversación con todas sus fuerzas, sabía que debía afrontar el problema, y además no tenía a donde huir, por lo que suspiró y esperó a que el rubio hablara primero, como siempre lo hacía en este tema específico.
Minho se acomodó al lado del menor luego de quitarse los zapatos, suspiró ya que no sabía por dónde comenzar la conversación sin que Jisung se volviese a cerrar, su mente giró por un par de minutos hasta que simplemente decidió decir lo que tenía en su corazón.
— Cariño, sé muy bien que no quieres hablar de este tema, pero hay que hacerlo. — dijo el mayor con un suspiro, Jisung asintió con un puchero —. Yo sé que en el fondo quieres al pequeño Jeongin como si fuera tu hijo. — comenzó, haciendo que el corazón del pelinegro fuera estrujado.
— Y-Yo lo quiero, pero ya sabes lo que opino, esposo. — fueron las palabras de la emperatriz luego de un par de segundos de silencio.
— No, amor, sé que no es así, tu amas a ese bebé, pero tienes miedo ¿no es así? — preguntó el rubio con una suave sonrisa tranquilizadora que derritió el corazón de Jisung, todo aquel que lo viera quedaría asombrado ante aquella gentil sonrisa en su gobernante, pero para su esposa era la regla, lo más común, y lo que más adoraba ver.
El menor no podía más, así que simplemente asintió intentando contener las lágrimas que se acumulaban en sus ojitos brillantes.
— No llores estrellita, está bien tener miedo, es normal. — dijo el mayor en un susurro que calmó al pelinegro, sintió los dedos de su marido secar con delicadeza las lágrimas que colgaban de sus ojos.
— Tengo miedo de no ser un buen padre, de que en algún momento prive al bebé de amor. — murmuró el menor soltando un pequeño sollozo, Minho le dió un piquito en sus temblorosos labios.
— Para eso estaré yo, cariño. Para hacerte saber si estás cometiendo un error y apoyarte, y ahí estarás tu para hacerme saber si hago algo mal y apoyarme. — dijo el emperador mientras apoyaba la cabeza de su amada esposa contra su pecho.
Minho acarició el cabello largo y suave de su amado bebé mientras este se aferraba a su pecho.
— Somos un matrimonio, los esposos se ayudan mutuamente. — dijo con tono reconfortante y dulce, lleno de amor y cariño hacia su amado.
El menor levantó la vista, una sonrisa en sus labios, sus ojos llorosos mirando a su marido con amor, asintió suavemente.
— Tienes razón, Honnie. — dijo con esa voz que hacia latir el corazón ya enamorado del emperador, el rubio no se pudo resistir a besar con ahínco los labios de su amado, ambos se sumieron en un apasionado y amoroso beso.
Cuando se separaron, las respiraciones de ambos se encontraban ligeramente aceleradas, la pareja se miró con cariño por un rato.
— Entonces, vamos a ver como está nuestro hijo. — ese término hizo latir el corazón de la emperatriz, su interior dichoso por ser padre, aún tenía un poco de miedo, pero sabía que lo superaría junto a su amado Minho, su esposo, su único amor y el causante de su felicidad.
La pareja de esposos ingresó a la habitación del palacio donde habían acomodado al pequeño Jeongin, la misma estaba decorada con tonos verdosos y amarillos, todos tonos claros y pasteles, adecuados para tranquilizar al niño y dar un ambiente cálido para él.
Jisung se maravilló por la decoración aniñada, los leones pintados en las paredes, el armario marrón y la cuna de madera blanca, misma que contenía algunos juguetes para que el bebé al menos pudiera apretarlos, ya que aún era muy pequeño para jugar con ellos.
El menor sabía que todo había sido obra de su marido, lo miró agradecido y apretó su mano ligeramente con cariño.
Apenas pusieron un pie en la habitación notaron al bebé acostado en su cuna, en su mano un muy pequeño peluche de dragón, estaba vestido con una braguita azul cielo, sus pies desnudos, sus ojos brillantes pasaron de mirar el techo decorado con estrellas a mirar a los gobernantes, sus ojitos brillantes e inocentes derritieron los corazones de sus padres con puro amor.
La emperatriz no pudo evitar acercarse a la cuna, sus manos tomaron al niño entre sus brazos mientras que Minho le indicaba a la sirvienta que lo cuidaba que podía retirarse, luego de eso el rubio también se acercó a Jeongin.
Minho abrazó con delicadeza a su amada esposa mientras cargaba al bebé, ambos miraron con cariño a la pequeña criatura.
Al ver la mirada de amor de su esposo y la felicidad en los ojos de su querido hijo, Jisung sintió que dejaba sus miedos atrás, aquel pasado donde su padre lo odiaba no sería un impedimento para lograr la felicidad en un futuro próximo.
Ahora tenía una familia.
Fin
Muchas gracias por el apoyo que le dieron a la adaptación, espero les haya gustado tanto como a mi me gusto adaptarla, espero verlos en otras adaptaciones los amo <3
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