EPÍLOGO. Epígrafe.
—Buena gente, he venido aquí para morir de acuerdo con la ley, y como juzga la ley que muera, no diré nada contra ella. He venido aquí no para acusar a ningún hombre ni a protestar de lo que soy acusada y condenada a morir, sino a rezar a Dios para que salve al rey y le dé mucho tiempo de reinado sobre vosotros, por el más generoso y misericordioso príncipe que hubo nunca y que para mí fue siempre bueno, un señor gentil y soberano. Y si alguien pensara entrometerse en mi causa, requiero que juzguéis lo mejor. Y así tomo mi partida del mundo y de todos vosotros, y cordialmente os pido que recéis por mí. ¡Oh, Señor, ten misericordia de mí! A Dios encomiendo mi alma.
Últimas palabras de Ana Bolena (¿1501-1507?-1536) antes de su ejecución.
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