『 CAPITULO XXVIII 』
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La de cabellos castaños miraba como la asesina se desplazaba por aquel túnel que la chica de ojos color ámbar había diseñado. La hechicera se acercó más hacia el falso árbol, el toque se sentía muy rígido, como si estuviera tocando algo plano, frunció el ceño mientras acercaba más su cara hacia el árbol, y unos rayos de sol golpearon sus ojos haciendo que ella los cerrara y arrugara las cejas sintiéndose irritada por la radiante luz. Echó un vistazo arriba donde se suponía estaba la copa del árbol.
Una brisa de aire movió sus cabellos, el vuelo de su vestido y a diferencia de los otros arboles —que eran reales— las hojas de este árbol frente a ella no se movían, estaba estático, como si fuera una ilusión. Chasqueó su lengua cuando ese pensamiento cruzó por su mente. Si con lo poco que conoció a esa chica ojos ámbar sabía que detestaba la magia, no usaría algo como eso, usaría sus creaciones.
Caminó alrededor del árbol casi como si fuera un león rodeando su presa, y solo al caminar de forma lente lo notó, una pequeña línea oscura, de color gris opaco, quizá por el polvo, esa pequeña y delgada línea hacía que el patrón del árbol fuera uno falso.
Se quitó uno de los guantes y tocó esa delgada línea, descubriendo con el tacto que era, como si sus yemas de los dedos vieran por ella. Movía sus dedos de un lado a otro hasta que sintió otra cosa, se sentía como un panel, lo movió un poco y aquel panel hexagonal ahora mostraba el reflejo del césped.
—Son espejos —sonrió cuando descubrió el truco que había usado la joven.
Volvió a poner el panel en la misma posición que reflejaba al árbol que tenía en frente, ahora en lugar de ver sus botas miraba la otra parte de la corteza del árbol real. Se puso su guante y puso ambas manos en sus caderas.
—No está mal —ladeo su cuello e hizo una mueca —pero no creo que dure mucho tiempo, se darán cuenta que es falso. Solo una cubierta, aun así, me sorprende que haya estado aquí durante un mes. O la chica pulpo es muy buena o La Ley Arcana muy estúpida —se alzó de hombros.
En eso recordó aquella mujer de cabello color dorado que vio salir de una cabaña, la bruja que era miembro de La Ley Arcana. Sintió un escalofrió y se abrazó asimismo para sentir calor. Tenía un mal presentimiento de todo esto. No sabía si Himiko Toga era tan poderosa para enfrentar a La Ley Arcana o si todos ellos la rebasaban en magia.
Sin duda algunas la magia de esa bruja haría que Toga ponga sus ojos en esta región, llegando al pueblo arrebatarle el poder a esa jovencita, y solo era cuestión de tiempo para que Uraraka terminara con el mismo destino que la bruja de La Ley Arcana.
Tenía que evitar que la jovencita usara su magia para no llamar mucho la atención de Himiko. Bajo sus manos haciendo que su báculo cayera hacia el suave césped, miró como el báculo giró y mostro como las tres gemas de rubí una de ellas estaba opaca y con una gran fisura, la misma que había estallado.
Uraraka se sentía que estaba en una batalla contra el tiempo, y debía ganarla. Fue hacia el agujero donde anteriormente todos usaron para entrar a la madriguera de la chica de ojos ámbar.
Colocó sus piernas hacia el agujero, sostuvo con fuerza su báculo y se deslizó, la sensación era como si volara en picada, la hizo sonreír porque le parecía divertido, pero negó, no podía distraerse por algo tan banal. Las suelas de sus botas tocaron el suelo, echo una mirada hacia su alrededor, no pudo evitar arquear una ceja, la chica de ojos ámbar no mentía en decir que era una madriguera.
Porque todo el lugar tenía forma como si el techo fuera una curva, a lado suyo de donde el túnel la había arrojado estaban unas escaleras de madera en forma de caracol, posiblemente conducían hacia la copa del árbol falso.
Asui, la asesina estaba junto a Iida, el caballero sacro, se encontraban hablando de lo que miraban, un almacén de chatarra apartó sus ojos color chocolate hacia la emocionada voz de Midoriya, caminó para encontrarlo y estaba en otra sección junto a la chica, había una amplia mesa, un desorden por toda esa pieza, muchas hojas amarillentas con dibujos que ella misma no entendía.
—¡Me encanta tu taller, Mei! —Alzó los hombros con felicidad, su amplia sonrisa no dejaba de mirar a la nombrada, que ella simplemente le sonrió y asentía a la par de los cumplidos recibidos. Finalmente, verde con marrón se encontraron. —Ochako mira —se hizo a un lado y le mostró lo que parecía ser como una armadura grande, color plata sin ningún polvo. —Mei lo llama roboto.
—Robot —corrigió la chica de hebras rosas mientras sonreía sintiéndose orgullosa. —Es de la máquina de la que les hable, no está hueca, tiene muchas cosas que no entenderías, chica mágica —la hechicera refunfuñó.
—Y se opera con esto —Corrió Midoriya hacia un estante donde tomó algo y se lo enseño a la hechicera. Uraraka vio que lo tenía en las manos era un objeto rectangular corto que le cabía en una sola mano. —¡Oprime este botón!
Tal y como le dijo, ella oprimió el botón color rojo, el sonido del metal chocando la hizo dar un pequeño brinco del susto, vio como aquella armadura llamada robot movió el casco. La hechicera recordó esto como el típico movimiento que una persona hace al despertar.
—Esta encendido —explicó Mei cuando miró el rostro de la hechicera que entendía que había sucedido.
—¡Asombroso! —Festejaba Midoriya.
«Así que lo trata de convencer enseñándole la máquina, ¿eh? Astuta la chica pulpo»
Sintió la llegada del caballero sacro y la asesina que pusieron atrás de ellos. El momento justo que la hechicera aprovechó para hacer el siguiente movimiento.
—Veo que en el centro del robot hay una tapa de cristal en forma de circulo —se llevó su dedo índice a su mentón, Mei miraba a la chica —¿es ahí donde pondrías las gemas de mi báculo? —Preguntó la hechicera en un tono inocente mientras ocultaba una sonrisa.
Cuando Midoriya escuchó la pregunta de la hechicera automáticamente su sonrisa se desvaneció, arrugó sus cejas y su alegra se fue, ahora sentía una gran culpa por haberse alegrado de aquella máquina, olvidando ese gran e importante detalle.
Mei frunció el ceño cuando notó que el ánimo de su amigo de la infancia bajo hizo que se cruzara de brazos.
—Si, veo que aprendes rápido, chica mágica, te subestime —respondió mientras caminaba hasta ponerse a lado de Midoriya, la hechicera comenzaba a sentirse molesta por el tono que había usado a su respuesta, pero también por la cercanía innecesaria hacia su chico. —Solo le mostraba a Deku lo maravilloso que es mi creación, somos inventores y esto nos encanta, ¿verdad, colega? —Le guiñó un ojo mientras le daba un golpecito a su hombro.
El de hebras verdes tocó el hombro donde había recibido ese golpe, sonrió un poco.
—Si, es una buena máquina, pero recuerda que no la usaremos, y mi nombre es Izuku, no Deku, Mei —la inventora rodo sus ojos y se encogió de hombros.
La hechicera relajo su postura, dejo salir un cálido suspiro.
—Mientras estaba volando por la zona, vi a una bruja —comenzó a decir casi en voz baja, lo que hicieron que los otros se callaran, Midorirya parpadeó un poco por la sorpresa, mientras que Asui dibujo una amplia sonrisa —mi plan es —hizo una pausa y los miró a todos, en especial a la asesina —secuestremos a la bruja para disminuir su ataque mágico. Buscamos evitar una gran pelea que ponga en peligro a los pueblerinos y sus tierras —frunció el ceño.
Iida se llevó su mano a su barbilla mientras lo pensaba. Mei se encontraba apartada de ellos cuatro, pero no lo suficiente para poder escucharlos, Midoriya no dijo nada, pero imaginaba los posibles desenlaces sobre la propuesta de Ochako, pero, la asesina arrugó sus cejas y puso sus manos a la altura de su cintura.
—En realidad no es mala idea priorizar el bienestar de los pueblerinos, después de todo su líder nos dio esta encomienda, y no queremos ocasionar más daños de los que se podrían desarrollar en una batalla —ante las palabras del caballero sacro la hechicera sonrió.
—Sin embargo —habló la asesina en un tono pensativa, algo no le gustaba, Ochako borró su sonrisa. Tenía que buscar la forma de convencer a la azabache con hambre de sangre. —¿Cómo vamos a capturarla? No sabemos qué tipo de magia tiene, si queremos evitar que los pueblerinos estén involucrados en el juego cruzado lo mejor sería matar a la bruja antes de que nos ataque.
—Y no tenemos idea de cuantos son en La Ley Arcana y que tipo de magia usan, no podemos solo simplemente ir a atacarlos si no sabemos a qué nos enfrentamos. —Midoriya levantó la cabeza y miro a la hechicera —¿Por qué quieres tener de rehén a la bruja?
Las miradas se centraron hacia la hechicera poniéndola nerviosa, apretó su báculo y rápidamente se recompuso.
—Porque así podemos solucionar esto sin tener un enfrentamiento, la bruja debe ser importante para ellos —respondió cruzándose de brazos.
Mei arqueó una ceja.
—¿Y si no es así? —Preguntó la de ojos color ámbar, Ochako la miro frunciendo el ceño. —La brujita se podría librar, ¿conoces algún truco, una especie de cárcel mágica para que no escape?
—Sera mejor matarla —propuso la asesina, Iida asintió.
—Si, de cualquier forma, si atrapamos a toda La Ley Arcana la bruja será sentenciada a muerte por ser un peligro.
Ochako sintió sus manos calientes de tanto que apretaba su báculo, sentía en este momento enojo, no sabía si era porque era horrible para ella que su propia raza este siendo masacrada sin tener una oportunidad de demostrar lo contrario, o si porque si había una pelea que involucraba a la bruja llamaría la atención de su cazadora, Himiko Toga.
—Esta noche debemos de hacer un reconocimiento del área, me ayudaras Midoriya —más que pedirlo, sonó a una orden.
—Entendido, Iida... —murmuró, no se sentía satisfecho de que ambos estén de acuerdo en quitarle una vida a alguien —«si esa bruja es tan peligrosa como lo es Himiko Toga no les da derecho a matarla... pero sé que Asui lo hará, aunque me oponga»
—No se preocupen, les ahorrare esa pérdida de tiempo. Durante este mes los he estado observando de lejos, pero no tenía idea que la mujer rubia era una bruja —Mei sonrió un poco, fue hasta un cajón que estaba detrás de la mesa sacó un libro de pasta gruesa con muchas hojas amarillentas, hojeo un poco y la mitad de las hojas estaban en blanco —hice anotaciones de ellos, y un retrato, también tengo sus nombres y anote lo que hacían, los trucos que usan —sonrió aún más cuando miro los rostros sorprendidos, dejo el libro abierto en la mesa.
—¡Mei, eres brillante! —Le gritó eufórico el de hebras verdes mientras veía el dibujo de uno de los miembros.
Los cuatro se acercaron más hacia la mesa, leían en silencio mientras hacía gestos por la información que procesaban. La hechicera se acercó un poco más, leyó la segunda hoja amarillenta.
Un boceto de una mujer con facciones finas, el color carbón del lápiz hacia remarcar más los contornos del retrato, pensó que Mei es muy buena dibujando, pero no le haría un cumplido. Después de vagar por unos segundos se concentró más en las anotaciones que tenía al lado del boceto.
Nombre: Tatami
Descripción de habilidades: puede contraer las partes de su cuerpo y esconderlas, similar a una tortuga.
Tiene una relación amorosa con el otro chico de nombre Yo Shindo. Se la pasa en la casa principal donde el pueblo se reúne para hablar sobre los asuntos de la agricultura y vienes comerciales. Hace guardia en las noches y a veces es acompañada por el chico.
Terminando de leer la ficha de esa mujer, Ochako no pudo evitar fruncir el ceño, la descripción de su habilidad mágica le confirmaba que se trataba de una bruja, que Ochako no se había equivocado, y esperaba haberlo estado. No conocía ningún hechizo o magia creada por magos que pudieran retraer su cuerpo.
—Sin duda es una bruja, ¿cierto Ochako? —La voz de Asui la hizo regresar a su realidad. Miró a la asesina que sonreía, pero la hechicera mantenía el ceño fruncido, pero de preocupación.
Ochako echo un vistazo a su báculo, mirando la gema estrellada, cerró sus ojos y apretó sus manos, y finalmente suspiró con pesadez.
—Así es... —hizo una pausa, su frente tocó el centro de su báculo —en ningún libro se habla de esta magia.
Midoriya al escuchar el tono de voz triste de su novia la miró con inquietud.
—¿Podría tratarse de una bendición? ¿Qué hace que una mujer sea una bruja? —Preguntó Midoriya atrayendo la atención de todos. Asui se cruzó de brazos molesta.
—No lo creo, Midoriya —respondió Iida sin mirarlo, leía atentamente el libro, más con exactitud la primera hoja. Los ojos azules de Iida miraron a los verdes de su amigo, —las brujas tienen una clase de magia que es imposible encontrarle por qué hacen lo que hacen, nadie sabe de dónde viene el origen de esa magia, por eso su magia es poderosa, descontrolada, y como no hay un libro que les explique cómo usarla causan destrozos atormentando a cualquier lugar donde vayan, por eso son peligrosas y se les da fin —habló seriamente Iida. La hechicera apretó más sus manos, su ceño fruncido se marcó más y no levantaba la mirada. —Mi hermano Tensei ha capturado a muchas brujas trayendo la paz en nuestro reino, algunas que se han resistido a su juicio las he tenido que matar. Ciertas brujas dependiendo de sus crímenes obtienen la paz o la condena de la esclavitud sellando su magia en brazaletes —Mei se asombró por ese detalle. Hubo un profundo silencio, Midoriya miraba al caballero sacro con horror, Iida se encogió de brazos y ladeo su cuello —sé que suena mal...
—¿Qué suena mal? —Lo interrumpió Ochako mirándolo molesto. —Sabía que tenías relación con Tensei, ¡¿Qué él trajo la paz?! —El caballero sacro se sorprendió de la actitud de la hechicera. —¡Tu hermano mató a una mujer inocente! —Le apuntó con su báculo y miro hacia Midoriya —su hermano fue aquel que se llevó a la madre de Shinsou —los ojos verdes del chico se agrandaron por la revelación —la madre de Shinsou sanó a las personas usando una investigación de flores combinando su maná, pero por el temor a esa magia desconocida le pagaron aun caballero sacro que sin indagar y cuestionar solo siguió órdenes y la mató.
Mei que se encontraba recargada en la pared frunció el ceño, entendía ese sentimiento de injusticia, ahora le agradaba un poco más aquella jovencita pequeña de carácter fuerte.
—¿Fue tu hermano, Iida? —Se acercó más Midoriya hacia donde estaba su novia.
—¡Dejaron a un niño huérfano! Que creció con odio hacia el pueblo que le arrebató a su madre. Conocimos a Shinso hace un mes, tuvimos un enfrentamiento porque estaba por asesinar a todo el pueblo, pero Izuku logró hacerlo entrar en razón que sus acciones no eran las correctas, y ahora el pueblo y el tienen una buena relación —apretó más su báculo —si Izuku y yo no hubiéramos llegado a ese pueblo la historia sería diferente.
—Y Hitoshi seguiría con el odio en su corazón, solo quería a su madre... —murmuró Midoriya entiendo el punto.
Asui aplaudió sin detenerse, todos se giraron para verla, Midoriya y Ochako la miraron con molestia.
—¿Y qué? —Respondió en tono de voz irritado. —Todos tenemos una vida difícil. Y no estoy llorando de por tener una vida tan miserable, se lo que tengo que hacer —empuño su daga y la apretó fuertemente. — Detenerse a discutir si las brujas son buenas o malas es una pérdida de tiempo. Tan solo mírenme, kero —se señaló así misma y gruñó cuando su muletilla apareció —desde hace 50 años mi familia ha sufrido de esta discriminación por culpa de ese maleficio que la bruja Toga Himiko impuso, siendo parte de la sociedad de los marginados, a los que llaman maldecidos. No puedes culpar a Tenya por el error de su hermano, era solo un niño cuando sucedió. —Se acercó a su compañero, le tomó la mano que estaba cubierta por su armadura, dándole así su apoyo, Iida sonrió con melancolía por ese gesto amable. —Si hay alguien a quien culpar es a Toga, ella es la única responsable de darle esa mala fama a las brujas, no existen brujas buenas, a las brujas se les mata, yo las asesino —se llevó su daga a su pecho sosteniéndola, —el reino Todoroki es más misericordioso y las deja vivir siendo esclavas —se llevó la daga apuntando hacia la derecha como si es fuera la dirección hacia el reino de la Flama, —de lo contrario mueren si sus crímenes son peores.
—No tenía idea que mi hermano... —las palabras se quedaron en su boca y retiró por completo su casco bajando la mirada con vergüenza.
Ochako sintió pesada su respiración, miró con tristeza a Iida, se sentía culpable de haberle gritado. Asui Tsuyu tenía razón, cuando aquello sucedió Iida solo era un niño como todos los que se encontraban en este lugar. Se había sentido frustrada por todo lo que estaba cargando, por lo que tanto ocultaba, comenzaba a atormentarle guardar secretos; antes era más sencillo, estaba sola, pero ahora era acompañaba por personas que al parecer se preocupaban por ella.
—Iida... —susurró Midoriya y le dio una palmada en la espalda, pero se encontró con el tacto solido de la armadura de su amigo. —Tu hermano cometió un error, pero eso no significa que lo que crees este mal, sabes que uno hace el bien no porque sea correcto sino porque se necesita hacerlo.
—Es cierto —murmuró. Se tocó la frente —necesito estar solo.
Mei se acercó y lo tomo del brazo, él la miró sorprendido, pero ella solo le regaló una media sonrisa.
—Te llevare a donde será tu habitación —respondió para después caminar hasta las escaleras en forma de caracol que estaban al lado del túnel por donde bajaron.
—¡I-ida! —Tartamudeó la hechicera, el caballero sacro detuvo su paso y Mei hizo lo mismo. No la miró, le daba la espalda, y eso hizo que la hechicera sintiera como si le hubieran hecho un corte en su piel, dolía, —perdóname... —mordió su labio inferior.
Hubo un silencio.
—Está bien —finalmente habló —tendrás tus razones por actuar de esa manera.
La joven inventora había regresado al taller donde se encontraban todos. Miraba atentamente a sus invitados, notaba como en sus rostros reflejaban en algunos culpa, confusión y enojo. Pensó que lo mejor era que se tomaran un respiro al igual que el caballero sacro; sabía que eso le funcionaba a ella cuando se estresaba y sus creaciones fallaban, tener la mente calmada y relajada la hacía razonar mejor.
—Imagino que deben de estar cansados de dormir sentados —dijo la joven de ojos color ámbar atrayendo la atención a los presentes. —Descansen del carruaje y duerman en mis futones.
—¿Hay suficiente espacio? —Preguntó Midoriya, no queria sentirse una molestia. La de cabellos rosas bufo mostrando una sonrisa.
—Es mi fuerte, lo construí con ayuda de mi abuelo, ya sabes que el abuelo es muy bueno en carpintería. Tenemos dos habitaciones arriba que se tendrán que compartir —borró su sonrisa, y miró a la hechicera que se encontraba con la mirada perdida en su báculo —¡hey! —le gritó un poco para traerla a la realidad, —puedes estar tranquila, no te quitare tu juguete —sonrió y agregó —aun.
Midoriya sonrió, sabía que lo decía en broma, o eso esperaba, lo poco que recuerda de su amiga de la infancia Mei, era que la chica le gustaba meterse en problemas en la aldea, siendo regañada por los ancianos que la habitaban. Mei es la clase de persona que crea su propio caminó sin seguir a los demás, que ignora los malos comentarios y no entristece por fallar, quizá porque tiene confianza en lograr sus objetivos o porque es muy egocéntrica y sabe que ella es grandiosa. No importa que motivo fuera, pero a Midoriya eso le encanta, recuerda admirarla desde que eran niños, queriendo ser como ella, tener esa valentía y el espíritu inquebrantable de aquella niña que se convirtió en una señorita hermosa.
Pero, cuando su amiga se fue de la aldea, su pequeño corazón se partió, se sentía más solo que nunca, los niños de su aldea se burlaban de él, lo marginaban por no tener magia; había sido Mei la única que lo trataba como su igual y eso lo había hecho feliz, demasiado, incluso su madre lo había notado, y le decía que no dejara de frecuentarla porque quería tenerla como su nuera, siendo parte de su pequeña familia.
Mei no solo fue su amiga de la infancia, también había sido su primer amor, y aunque no estuviera consciente de esos en aquellos años ahora lo había entendido; aquello hizo dibujar una sonrisa. No dijo nada porque Mei nunca mostro algún otro comportamiento que no fuera solo una amistad.
No importaba mucho ahora, cuando creía que estaría solo en búsqueda de una mística espada que todos creían que era un cuento de niños, se encontró a una encantadora, bella y deslumbrante damisela de cabello como el cacao, mejillas sonrosadas y cautivadores ojos caramelo. Una hechicera, él había enamorado a una hechicera, y pensó que no tenía magia, él había hechizado su corazón, es muy feliz a lado de Ochako.
Por eso mismo tenía que decirle, que cuando encontraran la espada legendaria y salvaran a su madre, le pediría que se quede en su aldea, para hacer su vida ahí, que su madre la llene de pasteles y compartan recetas de cocina. Quería verlas felices a ambas.
Solo esperaba que su bendición no arruinara sus planes, no debía usar demasiado maná, sino será como lo dijo la sanadora de aquella cabaña, Recovery Girl dijo que no podría usar demasiado su maná o podría morir.
El de hebras verdes tomó la mano de su novia sorprendiéndola en el acto haciendo que sus mejillas se colorearan de rojo. Asui que no se movía del mismo lugar simplemente sonrió.
—Tu amiga tiene razón, Midoriya —habló Asui mirándolos, en especial a la hechicera —necesitamos descansar.
—¡Ah! —Exclamó la inventora y se puso en medio de la hechicera y Midoriya, separando su agarre, aquello molestó a la de cabellos color chocolate.
—¿Mei? —Dijo confundido, —¿por qué haces esto? Quiero estar con Ochako —respondió en un tono ligeramente molesto, lo había sorprendido a la inventora.
La hechicera se alejó y se puso a lado de Midoriya y le tomó la mano con fuerza.
—Quiero estar con mi novio —recalcó la última palabra sorprendiendo al chico que bajo la mirada apenado. Después a Ochako se le tiño la cara de rojo cual tomate y soltó el agarre —¡ah! —Se giro rápidamente y se tocó sus mejillas con sus manos enguantadas —que vergüenza... «pensara que soy posesiva no es soy así —echó una mirada al chico que sonreía ampliamente sin contener la emoción, mientras que Mei arqueaba una ceja sintiendo asco por verlos así —pero, quiero estar con Izuku»
—Ay —canturreó de forma aguada Midoriya y fue hasta ella para abrazarla y darle un beso en la mejilla —que tiernas te ves, Ochako —la hechicera sonrió sentir los labios presionar su suave mejilla.
—Prefiero que La Ley Arcana me capture que seguir viendo esta tortura, agh —dijo si estuviera a punto de regresar su almuerzo.
Asui Tsuyu dibujó una media sonrisa, debía de aceptar que le gustaba observar a la pareja de jóvenes enamorados. Los toleraba hasta cierto grado, pues consideraba que eran tiernos, idiotas —en el sentido de que no son expertos— e inocentes.
Carraspeó, atrayendo la atención de los tres jóvenes que de inmediato la miraron. Mei arqueó una ceja, Ochako aún con sus manos en sus mejillas levantó la mirada, y Midoriya que no le quitaba sus ojos esmeraldas a su novia, curioso echó un vistazo hacia la asesina.
—Debo de suponer que lo que —Asui hizo una pausa, no sabía cómo llamarle, y no recordaba su nombre completo, —la joven inventora —agregó a tiempo —quiere decir es que no hay collar de compromiso o anillo, dependiendo sus tradiciones.
—¿Collar de compromiso? —Murmuró Midoriya pensativo mientras se llevaba sus dedos hacia su mentón.
«¡De compromiso!»
Gritó internamente la hechicera sintiendo que su corazón salía de su pecho, se sostuvo más de su báculo cuando sintió un mareo.
—Si, exactamente. —Asintió la inventora dándole la razón a la asesina. —Si no han contraído nupcias no pueden dormir en el mismo dormitorio. No los dejaré solos —la cara de espanto se apoderó de su ser —no quiero pensar que cosas íntimas harán... —dijo con desagrado.
—¡Un momento! —Gritó el de hebras verdes entendiendo la situación, al fin. —Hablas de matrimonio, ¿cierto? —Miró a la hechicera que tenía su rostro rojo, la joven se abanicó con su mano. —¿Debo de darle un collar a Ochako para que sea mi esposa?
—¡Ay! —Chilló la nombrada cuando Midoriya lo dijo en alta. Asui sonrió, se preguntaba qué tan rojo podría llegar a tener el rostro aquella hechicera. —Aún falta para eso... —dijo en voz baja.
—O un anillo —dijo la asesina. —En la capital del reino de la Flama, las familias de la realiza y personas con un estatus alto dan un anillo. Es un símbolo para que aquellos hombres que piensan cortejar a la dama vean que ella ya unió su vida con alguien más, se dice que se usa más un anillo a petición de una joven reina de hace tres generaciones ya que no quería dejar de usar el collar que su abuela le regaló, cambió esto a un anillo, que después se explicó que se pone en el dedo anular que conecta la vena hacia el corazón dándole un símbolo más profundo de un amor real y eterno —explicó como si estuviera recitando un papel. Había dejado a todos con la boca abierta. Asui rodó los ojos —se todo esto porque ya me han hecho propuesta de matrimonio.
—¿En serio? —Preguntó con una sonrisa Midoriya.
—¿De verdad? —Se cruzó de brazo Mei. Y observaba de pies a cabeza a la joven asesina. Aquello no pasó desapercibido por la joven y la hechicera.
—Se que puede parecer mentira, por mi aspecto —dijo esto último mirando a la inventora. —Las propuestas son más que nada negocios, piensan que le pueden sacar ventaja por mis habilidades de asesinato y espionaje, o porque como soy una persona de confianza ante la reina y el rey, quieren acercarse más a mis reyes. O quizá al joven príncipe Shoto —dijo pensativa. —Fui por un tiempo miembro de la guardia real custodiando a la princesa Fuyumi, sea cual sea el motivo no es por un amor, eso lo sé, y rechace las propuestas.
—Es lo mejor, Tsuyu, no podría casarme con una persona que no ame —dijo Ochako aún con un sonrojo en su rostro.
—Pero, si irán a la capital, al reino Todoroki para unirse a la brigada de Iida de forma oficial, podrían seguir estás tradiciones. La familia de Iida es de la nobleza, ustedes dos serán muy bien recibidos, una gran hechicera Ochako, el reine y los generales les encantará que trabajes para ellos, y Midoriya —lo miró atentamente —no hay mucho que decir sobre ti, eres como un diamante entre un mundo de lleno de arena. Por supuesto que te van a aceptar sin cuestionarse, necesitan de tu bendición.
Mei bajo sus brazos y los puso en su cadera mientras fruncía el ceño. ¿Había escuchado bien? ¿Que Deku tenía una bendición? No, eso era imposible. Nunca mostró nada interesante cuando era un niño, ¿Acaso él estaba mintiendo para sorprenderlos y encajar con estás personas mágicas? Ahora los planes que tenía Mei parecían alejarse de su alcance.
—No recuerdo que mi madre usará un anillo o un collar —dijo mirando hacia el techo como si intentará haciendo memoria. Luego fue con Ochako, quien le tomó la mano haciéndola que se sonroje más —¿Que te gustaría más?
—¿¡Eh!? —Sus orejas y rostro tenían un tono de color entre rosa y rojo, de repente sentía que hacía mucho calor. Miraba la sonrisa y los ojos brillantes de Izuku que incluso podría verse en el reflejo de sus iris, la sonrisa tierna, hizo que la hechicera se relajara y entrelazó más su mano, se sentía con seguridad —no importa que me des, lo voy a atesorar con mi vida.
Tanto las mejillas de Midoriya como las de ellas se colorearon de un rosa suave, sus pupilas se dilataron y acercaban sus rostros poco a poco para darse un cálido beso.
Y, cuando estaban a punto de unir sus labios, alguien jalo a la hechicera alejándola de los cálidos brazos de su novio.
—Lo siento —se excusó la inventora, —no me gusta ver estas cosas, me dan ganas de vomitar.
Midoriya la miró con el ceño fruncido y se cruzó de brazos. La hechicera estaba de la misma manera, sentía enojo, pero después tendría tiempo de estar con su novio, sin que nadie la interrumpiera a propósito.
—Muestra nuestro dormitorio de una buena vez —giró su báculo y miraba sus gemas. La inventora asintió Y caminó hacia las escaleras seguida de Asui, en eso aprovecho Ochako para darle un corto beso a Midoriya.
Él sonrió después de haber correspondido el beso, le encantaba sentir los labios suaves de la hechicera golpear con los suyos.
Midoriya movió los cabellos castaños de su novia y los pasó por detrás de su oreja, tocó su mejilla con delicadeza y aun sonriendo le dijo unas bonitas palabras que habían llegado al corazón de la hechicera:
—Te amo —murmuró.
La hechicera se sorprendió y sus mejillas se volvieron más rojas del color que ya tenía naturalmente. Aún con sorpresa, ella tomó su mano, quería sentir el toque suave, pero sus guantes se lo impedían.
—Izuku... —masculló, bajo la mirada, se sentía cohibida.
—Tranquila, sé que sientes lo mismo, no tienes por qué decirlo si eso te hace sentir presionada, todo a su tiempo, Ochako —le dio un beso en la frente, los latidos del corazón de la chica aumentaron más de lo que pudiera imaginar —ahora ve, o Mei vendrá hasta aquí a buscarte —la hechicera rodó los ojos y sonrió con burla.
Asintió, le dio un abrazo fuerte, eso le había sorprendido al de hebras verdes, se sentía como si ella se estuviera despidiendo, pero sabía que no era así, sin preocuparse de más, la abrazó de la misma manera, estrechándola en sus brazos.
Ochako se separó después de un minuto silencioso de abrazo, suspiró y se palmeo las mejillas haciendo reír a Izuku de ternura, la hechicera debía de recobrar el color normal de su rostro.
Caminó rápidamente hacia las escaleras en forma de caracol y se encontró con Mei, Asui e Iida, estaban en la habitación de los jóvenes, hablando un poco con el caballero sacro.
Cuando la inventora les mostró la habitación, tanto Ochako como Tsuyu se sorprendieron de dos cosas, la primera era que no era un simple dormitorio estrecho, había espacio suficiente para no estar incómodos, y la segunda era que el equipaje —no todo— estaba en la habitación.
—Debió ser Iida —dijo la asesina con una media sonrisa. —Es amable.
Ochako asintió sintiéndose más culpable de haberle alzado la voz. Se acercó a los baúles y sonrió cuando solo estaban algunos con ropa y medicina, había más cosas que la hechicera guardaba, pero Iida solo subió lo que era necesario.
La noche había caído, estaba tan silencioso, y aquello no dejaba dormir con tranquilidad a la joven de cabello castaño. La luz de luna se filtraba por las aperturas de las tablas de madera, no tenía idea de lo mucho que extrañaba dormir en el carruaje o acampar en el aire libre, ahí podría escuchar a los grillos, la brisa del viento golpear las hojas.
La inquietud no abandonó su cuerpo, se puso de pie y tomó su báculo, quería salir, a dar una vuelta y así observar mejor a La Ley Arcana, bajo las escaleras haciendo más silencio del que ya existía, pero escuchó murmullos, se acercó un poco y miró las sombras que la lámpara de cera iluminaba el taller, reconoció la silueta de Midoriya y no estaba solo.
Ahora salir sería imposible.
—Después de que mi pueblo sea liberado por La Ley Arcana y la señora Inko sea salvada, podrías ir conmigo a Erudito.
Ochako detuvo sus pasos cuando escuchó la propuesta de Mei. Sus latidos aumentaron más cuando Midoriya tardaba en darle una respuesta.
—No parece ser una mala idea, Mei. Un herrero me contó que yo podría encajar muy bien con ellos.
La respiración de Ochako se detuvo, le dolía el corazón, sus piernas temblaron, corrió hacia las escaleras y una cesta de herramientas se cayeron cuando accidentalmente se golpeó, no miraba bien por tener los ojos nublosos de contener las lágrimas.
—¿Que fue eso? —Preguntó Midoriya levantándose de la silla.
—No lo sé, quizá algo que no acomodé se cayó —respondió mientras seguía dándole mantenimiento a su máquina en forma de armadura de caballero. —Me mandaras un gorrión cuando estés libre, e iremos hacia la nación de Eruditos, allá la magia no existe, se basan en principios que se puedan comprobar, escuché que lo llaman ciencia. Es un lugar perfecto para nosotros.
—Sabes, antes hubiera deseado eso, ir a un lugar donde me sentiría que pertenezco, pero ahora —el rostro sonriente de una jovencita apareció en su mente —pero, no necesito ir a un lugar, mi corazón está donde Ochako este, si ella quiere vivir en mi aldea o ir al reino Todoroki la seguiré sin cuestionar. Ochako me mostró un nuevo mundo, me enseñó de lo que puedo ser capaz, me dijo quién soy —la sonrisa de Midoriya crecía más, y Mei lo miraba en silencio. —No hay caminos diferentes, puedo ser un inventor y ser un caballero sacro. Tener una bendición no me obstruye de hacer lo que me gusta. Además, no puedo ir a Erudito si no aceptan a Ochako.
Mei suspiró y dibujo una media sonrisa.
—Vaya, sí que has crecido, De —se interrumpió, —Izuku. Me siento orgullosa de ti, está es la versión de ti que quería ver cuando éramos niños. —Se cruzó de brazos —En serio que amas demasiado a la chica mágica.
—Como no tienes idea, a dónde sea que vaya, yo estaré con ella, la amo mucho.
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