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『 CAPITULO XXIII 』


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El caballero sacro miró a lo lejos el carruaje detenido en la entrada del pueblo, las pocas personas que habitaban el lugar rodeaban a los cuatro integrantes que abordaban el carruaje.

La hechicera se sentía incómoda que una multitud la rodeara, más que nada porque las madres de las jovencitas imploraban con lamentos que les ayudaran a encontrar a sus hijas. La mano de la hechicera fue sujetada por una mujer de cabellera rubia desaliñada y rostro pálido con notables ojeras debajo de sus ojos, resultado de estar en vela por el insomnio.

La mujer puso una bolsa pequeña de cuero en la mano de Ochako, la castaña al sentir el peso sabía que eran por lo menos diez monedas de plata.

—Es todo lo que tengo, pero por favor, hechicera, salve a mis niñas de ese monstruo —su voz afligida la hizo sentir más incómoda.

Por el otro lado, Tsuyu Asui también tenía a su alrededor a las madres desamparadas en la búsqueda de sus hijas, le daban comida y algunos de sus ahorros para pagar por el servicio de rescate. La asesina que a su vez es una cazarrecompensas estaba acostumbrada a recibir tal hospitalidad, un pan de cada día, recibir dinero de los pueblerinos para que realice encargos ya sean por un rescate, robar o incluso asesinar; después de todo esa es su profesión.

A pesar de que a Ochako Uraraka le gustaba el dinero, por primera vez estaba dispuesta a negarlo, no quería aceptar la pequeña suma de dinero, además no le hacía falta, aún tenía consigo un par de cinas de oro para poder pagar algunos gastos que se necesiten en su viaje.

La hechicera pensaba que, cuando unas niñas o chicas están en peligro no debía de aceptar el dinero, porque si ella estuviera en su lugar quería ser rescatada cuanto antes, y el dinero la madre lo ocuparía para comprar alimento, no podría tomarlo, así que negó con una sonrisa triste.

—No es necesario, señora. Le hará más falta a usted que a mí, créame —tomó la mano de la madre y le puso la bolsa en la mano. La mujer sonrió complacida, pequeñas gotas se asomaban por sus ojos —salvare a sus hijas, a todas las hijas que han secuestrado —la madre la abrazó por impulso.

La hechicera se quedó congelada, no se esperaba esa muestra de afecto, ni siquiera pensó en corresponderlo, sonrió con fuerzas y lentamente le dio unas palmaditas en la espalda.

La madre se separó y volvió agradecerle, todas las madres se fueron y los dos chicos hablaban con algunas señoras.

Tsuyu se le acercó a la hechicera que solo se quedó quieta mirando hacia las madres en silencio.

—¿Tienes donde guardarlo, kero? —Tsuyu señaló con la mirada hacia las bolsas de dinero que traía en sus brazos, la hechicera abrió más sus ojos, no pudo ocultar su sorpresa.

—No acepté su dinero, Tsuyu —dijo aun mirando las bolsas de cuero, la chica solo se encogió de hombros.

—Trabajo es trabajo, además no será todo para mí, dividiremos el pago entre los cuatro. Esos dos de ahí ya le debieron de dar un pago por adelantado —miró al chico de cabellos rubios y al otro de cabellos azabaches, después volvió a mirar a su amiga —¿tienes donde guardarlo, kero? —Repitió con una sonrisa.

—S-si —respondió dudosa, —en el carruaje hay unos baúles, guardarlo ahí. —La asesina asintió y caminó hacia el carruaje, pero al tener las manos ocupadas pensó en usar su lengua para abrir la puerta, pero esta se abrió antes de hacer su movimiento. —Izuku se ha tardado —dijo preocupada aun sujetando su báculo apuntando hacia la puerta.

Ochako se había encargado, Tsuyu se adentró, abrió el primer baúl que vio y guardó las pequeñas bolsitas con dinero.

—No deberán de tardar, Iida es muy rápido en llegar —dijo bajando del carruaje. Miró hacia su izquierda, y los divisó a unos cuantos metros —¡Ahí, están, kero! —Apuntó hacia ellos.

La hechicera dio un brinco y se montó en su báculo y marcho a toda prisa hacia donde estaban. Tsuyu solo recibió una pequeña ventisca de viento entre tierra y hojas.

—¡Izuku! —Asustada, gritó su nombre.

—Ay no —ocultó su rostro usando la armadura ancha del caballero sacro. Iida solo se rio.

—¡Izuku! —Volvió a gritar, con la diferencia de que esta vez su tono de voz es molesto. Frunció las cejas, y se bajó de su báculo. —¿En serio te escondes detrás del hombre de hojalata? —Se cruzó de brazos y aun mantenía el ceño fruncido. Se acerco más a ellos, caminando molesta, ahora el caballero sacro sentía miedo —¡tuvieron una pelea! —Le apuntó con el dedo en su pechera.

Iida sentía que estaba de regreso a los entrenamientos cuando se postuló para ser un caballero sacro, sentía que la hechicera tenía una gran autoridad, digno de admirar, pero aterrador.

—S-sí, lo siento mucho Lady Uraraka —respondió nervioso.

—¿Lady Uraraka? —Murmuró Midoriya arqueando una ceja mirando a su nuevo amigo.

—Bueno, quiero creer que sus diferencias ya fueron resueltas ¿cierto, Iida? —Puso sus manos a su cadera, arrugando sus cejas.

—Así es, Lady Uraraka. No volverá a pasar —su tono energético le afirmaba que podía confiar en su palabra.

—¿Por qué Lady Uraraka? —Seguía murmurando el de hebras verdes, un poco molesto, un poco celoso, un poco confundido.

Sintió un toquecito en su espalda, lo que hizo dejar de murmurar, ahora estaba flotando.

—Iida —lo miró a los ojos, ya que se había levantado la tapa de su casco —yo me encargo.

El caballero sacro asintió, así que bajo la abertura de su casco y corrió hacia adentrase a la aldea.

—¿Estoy en problemas? —Preguntó con una voz tímida bajando su tono a uno agudo, la hechicera solo hizo un mohín y caminó en silencio mientras el cuerpo de Midoriya se movía. —Lo siento mucho, es que no sé cómo ocurrió esto de la pelea, pero como dijo Iida, ya no volverá a pasar, confía —movía sus piernas y un poco sus brazos, movimientos como si estuviera nadando, pero en el aire, ahora tenía una vista perfecta de la chica. —Te ves muy bonita cuando estas molesta. —La hechicera detuvo su paso, su rostro enrojeció de golpe, los latidos de su corazón se alteraron, y Midoriya de forma brusca besó el suelo. —¡Auch!

El de hebras verdes se puso de pie como pudo, estiro sus piernas y tocaba sus brazos, también limpió su cara que tenía un poco de polvo en su nariz.

—¡N-no digas eso! —Apretó su báculo y dio un pisotón con su pierna derecha, su rostro regresó a su color natural, solo un poco, ahora sus mejillas estaban más rojas. —Haces que me ponga nerviosa —caminó apresurando el paso.

Midoriya también caminaba para alcanzarla.

—Si vi que te pusiste rojita, Ochako —le dijo con una sonrisa.

—Me tomaste por sorpresa, nada más... —molesta infló sus mejillas sintiéndose al mismo tiempo un poco avergonzada de oír el comentario de su amigo.

—Sobre lo que hablamos hace rato, podríamos retomar eso ahorita, me siento seguro para —pero, fue interrumpido abruptamente.

—Para ayudar al pueblo —asintió una y otra vez, su corazón latía muy rápido, no quería oír lo que sabía que le diría, no aún. La sonrisa de Midoriya se borró, al igual que sus ánimos.

—Huh, sí... —caminó en silencio.

—Solo —dijo en un susurro, Midoriya la miró —estaba molesta porque terminaste agotado, recuerda que estuviste en cama, no puedes excederte, Izuku. Solo eso —le regaló una sonrisa a medias, el chico solo asintió sin decir nada.

—Tenemos un plan y va a funcionar —dijo con una sonrisa el de hebras doradas mientras asentía.

—¿Cuál es ese, Kaminari? —Le preguntó Iida cruzándose de brazos mirando a los dos individuos.

—¿Kaminari? —La hechicera preguntó confundida mirándolos.

Acababa de llegar hacia dónde estaban los chicos, suponía que ya se habían presentado.

—Ella es Ochako Uraraka, y su amigo es Izuku Midoriya—dijo Tsuyu ladeando su cabeza y tocando su mentón —hechicera y un espadachín, kero.

Kaminari, el chico de hebras doradas y puntiagudas caminó hacia la castaña y tomó su mano, aunque él quería besar su mano, tuvo que conformarse con el sabor de cuero de su guante.

—Mucho gusto, Ochako —le sonrió y besó su mano de forma coqueta, Midoriya rodó los ojos y frunció el ceño, —mi nombre es Denki Kaminari, un cazarrecompensas —le guiñó el ojo de forma coqueta.

Ella le sonrió incomoda, y lentamente le retiró su mano.

—Usar guantes tiene sus ventajas —dijo en un susurro sin borrar su sonrisa. —Si, mucho gusto, Kaminari.

El chico hizo una mueca, esperaba que la hermosa hechicera le llamara por su nombre, se había decepcionado.

—Hola, Denki —saludó Midoriya caminando un paso hacia adelante poniéndose enfrente de la hechicera, como si la protegiera.

—Hola Izuku —saludó fingiendo una sonrisa dulce.

Tanto Midoriya como Kaminari tenían un interés por la hechicera, por parte de Midoriya es un amor sincero y verdadero, pero simplemente Kaminari le llamaba la atención lo atractiva y hermosa que es la chica.

El chico es un coqueto con c mayúscula.

—Señorita mi nombre es Hanta Sero, también soy un cazarrecompensas como mi amigo, llámame como gustes, no me interesa —habló de forma carismática mostrando una sonrisa, al menos eso la hizo sentir tranquila.

Ochako caminó hacia el carruaje, abrió un baúl y sacó una pequeña cajita.

—¿Cuál es el plan? —Preguntó caminando hacia el chico de hebras verdes, abrió la cajita, se quitó el guante estirando la tela con sus dientes, ya que su mano estaba ocupada —arremángate la camisa —pidió mostrando sus tres dedos que tenía ungüento —el chico levanto ambas mangas, la chica toco al inicio torpemente la piel de Izuku, pero luego se acostumbró.

Las mejillas de Midoriya estaban rojas y sonreía mirando a la hechicera, pero ella mantenía sus ojos en los brazos del.

—Sospecho que no te gustara, Ochako —dijo la asesina con una sonrisa de burla.

La hechicera arqueó confundida una ceja, cerro la caja y limpió su mano con un trapo, después se puso su guante.

—¿Por qué no le gustará? ¿Qué tiene que ver con ella? —Preguntó Midoriya mostrando preocupación y confusión.

—Por la información recolectada, las madres de las damiselas en peligro afirman que solo las señoritas hermosas fueron tomadas a la fuerza —mencionó Iida un poco nervioso, y después tosió.

—Si ¿Y? —Los miro a todos, Sero soltó un chillido apenado, Kaminari solo se cruzó de brazos.

—Tsuyu Asui es linda —comenzó hablar Kaminari caminando hacia la asesina y toco su cabello —y tiene un buen cuerpo —señaló sus atributos —, pero no es una mujer normal —le tocó la cara y mejillas —no será atractiva a los ojos de Muscular.

Midoriya enrojeció, primero de vergüenza y luego de coraje.

—Ay por amor a los dioses —la hechicera se llevó su palma de la mano a su frente y frunció los labios.

—¡No, no, no! —Gritó molesto, con sus mejillas coloridas —¿me estas insinuando que Ochako tendrá que ser capturada? ¡No, me niego!

—No te lo estoy insinuando, te lo estoy diciendo, Izuku. Ochako es una pieza clave en mi plan, ella será la carnada, Muscular no le hará daño, creo —susurró lo último —no deja que nadie entre a su cueva, así que Ochako se va infiltrar —se acercó a la chica y le toca las mejillas —es una joven muy hermosa, no levantara sospechas.

—Te dije que no estaría de acuerdo, Denki —sonreía la asesina, le divertía ver a Midoriya alterado y preocupado.

—Lady Uraraka será la distracción, ella se encargará de salvar a las jovencitas, en especial a la señorita Jirou, ella usaría su poder para aturdir a Muscular y entonces nosotros lo atacaríamos —dijo Iida tratando de convencer a su amigo.

—No —se cruzó de brazos.

—Lo hare —soltó un suspiro cansada, Midoriya la miro asombrado —entiendo tu preocupación Izuku, pero se cuidarme sola, no necesito que decidas por mí, se de lo que puedo ser capaz, además no tenemos tiempo que perder, otro pueblo necesita nuestra ayuda.

Midoriya bajo la mirada, se había enfocado mucho en la hechicera que había olvidado que su amiga de la infancia, Mei, también estaba en peligro, y si, no tenían que perder tiempo.

—Me alegra que lo entendieras, Ochako —sonreía Sero —pero, para que Muscular no sospeche necesitamos que no lleves tu báculo.

La chica sintió que su respiración se detuvo, miro su báculo y lo apretó, ahora no se sentía tan valiente.

—¿Estarás bien sin él? —Midoriya había observado el rostro pálido de la hechicera.

—S-sí, es solo que nunca me he separado de él, es muy importante mi maestra me lo obsequio, además —se quedó callada.

—Si su báculo se llaga a romper, Ochako tendrá problemas, no podrá usar magia y terminara debilitada, porque es su fuente de poder, kero —se llevó su dedo a su mentón.

—Si —dijo en un susurro, pero eso no la inquietaba, no del todo —no me puedo alejar mucho de mi báculo.

—¿Por qué, Ochako? —Preguntó Kaminari con curiosidad tocando su mentón.

La hechicera lo miró, achico los ojos y frunció el ceño.

—Eso no te concierne —respondió molesta.

Kaminari se sintió mal, ninguna chica lo había tratado así. Midoriya no dijo nada, pero su semblante entre preocupado y serio no le quitaba la mirada a las manos de la hechicera que aun sujetaba su báculo, quería preguntarle, pero sabía que solo evitaría la pregunta, Asui miraba con recelo el báculo y achicaba los ojos analizando aquella reliquia de la hechicera.

—Necesitas dejar de usar esas ropas, quítatelas —dijo el de hebras doradas.

—¡Denki Kaminari! —Furioso sacó su espada y se puso en posición de pelea. Kaminari levantó sus manos.

—¡No me refería a que se las quitara aquí mismo! Aunque si lo hace no tengo ningún problema —sonrió divertido por su comentario, eso solo hizo molestar más a Midoriya.

Iida solo suspiró cansado e incómodo por la situación, lo que lo llevó a que se cruzara de brazos.

Kaminari salió volando por los aires cayendo en una copa de un frondoso árbol, Midoriya miró hacia atrás, la hechicera tenía apuntando su báculo hacia el chico que arrojó lejos de ellos.

—¡Denki te dije que te detuvieras, eres un imbécil! Eso mereces —se fue hacia el árbol y usando su bendición, con las cintas blancas tomó el torso de su amigo y lo bajo.

—Lo que Kaminari se refería era que usando esas ropas sabrá que eres una hechicera y no una chica más del pueblo —dijo Iida que se acercó a la hechicera y le entregó un conjunto de ropa.

—Puedo atacar a cualquier hora del día, eso no es desventaja para mí, pero es mejor esperar a la noche, un ataque sigiloso es prioridad así que te debe capturar al atardecer, Ochako —sacó un par de cuellos de sus bolsillos y los cruzaba haciendo mucho ruido, como si lo estuviera afilando.

La hechicera asintió, tomó las ropas y fue hacia una casa que le habían dicho que se podía cambiar. Cuando entró a la habitación de una de las hijas desaparecidas miró mejor la ropa que le había entregado Iida, apostaba lo que fuera que esas ropas eran de unas de las jovencitas.

Un vestido de tela suave, de color crema, largo hasta los tobillos y de manga larga, miró la otra prenda, un corsé rosa que tenía en la parte de frente los listones para ajustarse a la curva de la chica, el corsé a diferencia de ser solo una pieza, esta tenia a sus lados unas telas del mismo color tan largas que hacían juego con el vestido.

—Se ve lindo —sonrió y dejo la ropa en la cama.

Camino al baño, se quitó sus guantes y lavo su cara, cepillo su cabello y trenzo los dos mechones que sobresalían y los unió en una media coleta, dejando su cabello suelto pero un peinado simple, ahora solo se veía su flequillo en ambas direcciones.

Se puso el vestido, y le costó un poco ponerse el corsé, no le gustaba usar ropa apretada, lo suyo es usar ropa un poco holgada y fácil en hacer movimientos, ya que constantemente se la pasaba en peleas.

Salió de la casa, miró como los demás estaban sentados en unas sillas de roble, se encontraban comiendo, mientras las mujeres les servían alimento en la mesa, no dijo nada y tomó otra dirección, caminó hacia una colina arriba y se sentó para mirar el cielo, en poco tiempo el atardecer se haría presente, siendo esa su señal.

—¿No comerás nada?

Escuchó la voz detrás, sonrió porque sabía que se trataba del chico de cabellos rizados. Midoriya se acercó más y se sentó a su lado izquierdo.

—No sé si sea buena idea comer.

Midoriya que tenía en sus manos dos platos con comida, al sentarse los dejó en su regazo, pues se había quedado callado observándola con detalle, nunca había visto a su amiga con un peinado diferente a excepción cuando estuvieron en la cueva para recolectar el mineral ónix.

Ochako hacia lucir el vestido con su figura, no podía negar que tenía unas buenas curvas, la cintura se acoplaba al corsé, era como verla si nunca hubiera sido una hechicera. A los ojos esmeralda de él, Ochako se veía como una doncella, como estar en presencia de una princesa.

—¿Pasa algo? —Preguntó nerviosa sin quitarle la mirada.

—Te ves hermosa, Ochako —su sonrisa tierna más el halago recibido hizo que la castaña se sonrojara y sonriera con pena. Midoriya bajo su mirada notando que la hechicera aun usaba sus tan característicos guantes. Toco sus manos y estaba por quitarle los guantes, pero ella regresó su mano a su pecho. —Puedes confiar en mí, ¿lo sabes verdad? —Le mostró una media sonrisa.

Ochako solo miraba los ojos esmeraldas de Midoriya, en su mirada no se mostraba nada mas que una sincera expresión de cariño, sonrió; le gustaban esos ojos, le gustaba las diminutas pecas que tenía, la sonrisa que hacia sentirla tranquila y por supuesto, la voz tan agradable y dulce.

—Lo se —le dijo en voz baja y le dio su mano.

La hechicera estaba segura que al no sentir nada mas que tranquilidad no podrían verse esas almohadillas que ocultaba con los guantes. Midoriya con delicadeza le quito cada guante y lo guardó en su mochila.

Le ofreció un plato, ella lo tomó sin decir nada y comenzaron a comer, lejos de parecer incómodo el silencio, les parecía agradable, habían disfrutado de como el aire movía las hojas de los árboles.

Midoriya sabia que era un buen momento, tenía que hablar, tenía que decirlo lo que había estado sintiendo todo este tiempo; que esta enamorado de ella. Y, no le importaba si no era correspondido, necesitaba decirlo para que su corazón descansara, era un sentimiento muy grande que debía expresarlo ahora con palabras.

—Ochako, hay algo que tengo que decirte —dijo un poco nervioso, su corazón le latía muy rápido, y sus manos le sudaban. Ella lo miró atenta, sintiéndose casi igual que él, pero lo controlaba un poco. Midoriya le quitó el plato que estaba vacío y lo dejo en el suelo junto al suyo. —No se como comenzar.

—Yo si —se acercó un poco más a él, recargó su cabeza en su hombro, Midoriya se puso nervioso y sus mejillas se ruborizaron, miraba hacia el cielo —quiero estar a tu lado, me hace feliz que me protejas, pero recuerda que puedo defenderme, pero —su respiración aumentó al igual que los latidos de su corazón —estoy siendo victima de unos sentimientos que no creía que podría afectar mis sentidos. Me haces muy feliz, y después de tanto tiempo siento calidez y calma, todo gracias a ti. Las personas no se cansan de repetirme lo mismo siempre.

Midoriya paso saliva y agarró la mano de ella.

—¿Y qué es, Ochako?

Ella se movió, para verlo de frente, sus mejillas estaban mas rojas, sus ojos achocolatados brillaban como los de él.

—Lo mismo que sientes tú, Izuku.

Midoriya apretó mas la mano de la castaña, y poco a poco se acercaron más, el sol se ocultaba debajo de una lejana montaña, los colores rosados y anaranjados habían pintado el cielo; ante el nuevo atardecer, los labios de Ochako e Izuku se sellaron en un dulce beso, no era el primero, pero por lo menos ambos estaban consientes.


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>>  Me sorprende haber terminado el capitulo dos días después de publicar el anterior, pero me espere porque quería dar este capitulo como regalo de cumpleaños a mi novio que es un bomboncito.

Pareciera que todo fue una gran coincidencia, pero justo quedó la confesión en este capitulo para dedicarlo.

Espero que se la hayan pasado bien en esta nochebuena y en la navidad, no creo sacar capitulo pronto, así que no los veré para año nuevo. Que tengan un bonito inicio de año nuevo.

¡Y, Bunny te amo muchísimo ♥!

Eclipsa, fuera c;

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