『 CAPITULO XVII 』
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La hechicera abrió sus ojos y lo primero que visualizo fue la cabellera verde alborotada de su amigo, sonrió con ternura y le toco los cabellos, el tacto a su piel era suave, como si tocara las plumas de algún ave, su mirada bajo hasta encontrarse con las constelaciones de pecas de Midoriya. Un sonrojo adornó sus mejillas, pasó la yema de sus dedos por el labio inferior del chico y sintió su cara roja al recordar que le había dado un beso, y rápidamente alejo su mano atrayéndola a la almohada.
Ahora sentía un ardor, como si se hubiera quemado, su pecho le dolía. Eso la confundía, estaba segura que no estaba herida, ni sangraba, las manos le temblaban y las sentía húmedas, sus mejillas no bajaban del tono intenso carmesí. Había pensado que si Midoriya sabría que ella lo había besado mientras dormía se molestaría con ella y eso hacia que su pecho ardiera.
—Así que... —frunció el ceño mostrando un semblante preocupado —esos son los famosos sentimientos de amor —volvió a mirar los labios del chico, y rodó los ojos —«¡es una tontería, yo no puedo...! —imágenes donde recordaba la sonrisa del chico aparecieron en su mente —no puedo» —hizo una mueca, y paso su mano por la mejilla de Midoriya.
Se puso de pie, notó que tenia el camisón de la punta doblado y se le notaba mas las piernas y su cintura, rápidamente lo bajo y paso sus manos por su cabello peinándolo hacia atrás. Aspiró profundo y soltó el aire. Echo una mirada a Midoriya que seguía sumergido en el profundo sueño.
La hechicera se encogió de hombros y en un hábil y rápido movimiento se había cambiado mostrando su habitual vestido mostaza y sus botas carmesíes. En el sillón se encontraba Snowey aun durmiendo. Sin hacer mucho ruido abrió la puerta y salió de la habitación.
Caminó hasta encontrar un barril con agua, sumergió sus manos formando un medio círculo para tener el agua y se la echo en la cara, miró hacia un lado agarro la barra de jabón y enjabono su rostro, volvió a echarse agua. Aspiró profundo, como si estuviera cansada y recargó sus manos en el borde del barril, miraba su reflejo en el agua y frunció el ceño.
Escuchó una ventisca de aire pasar por su espalda, como si fuera una corriente helada, lo que hizo ponerla en alerta, después una rama crujió, lo tomó como una señal, sus manos brillaron por un instante de color rosa, rápidamente cargó el barril y lo arrojó hacia la dirección de donde provenía el ruido.
Su pecho subía y bajaba de forma acelerada, los latidos de su corazón también incrementaron su velocidad, ponía sus manos como si se cubriera de una gran luz, tratando de hacer un escudo.
Y volvió a escuchar el ruido, pero esta vez por unos arbustos a unos cuantos metros de ella, sea lo que sea que la tenía observando desde que llego al bosque Galloway al fin lo descubriría. Bajo sus manos y giro su cabeza para tomar lo que siempre acostumbra llevar.
—No esta... —dijo en un susurro —el báculo está en la habitación, ¡maldita sea! —tragó saliva.
Sin aparentar tener miedo caminó hacia el arbusto notando que en el medio del sendero estaba el barril de madera partido en dos y un gran charco de agua, por precaución sus manos volvieron a brillar de ese peculiar color rosa.
Detuvo su andar, movió los cabellos marrones que estaban en su rostro cubriendo sus ojos, y estando a unos cuantos pasos, sin dar advertencia, una ráfaga de aire salió de la palma de su mano cortando gran mayoría de todos los arbustos en fila que adornaban el sendero.
—Oh no... —una mueca triste se formó en su rostro, frente a ella estaba una ardilla partida en dos, la sangre había salpicado hasta la corteza de un árbol y manchado alrededor de esta el líquido carmesí —lo siento pequeñita, creí que eras algo o alguien —arrugó sus cejas.
—¡Ochako! —Su cuerpo tembló al oír el grito de Midoriya —¡¿estas por aquí cerca?!
—¡S-si! —Titubeó sin dejar de mirar el cuerpo de la ardilla —¡ahora voy, Izuku! —se dio la vuelta hasta llegar a los rastros del barril, los tocó y estos levitaron para después arrojarlos lejos de su vista.
Corrió hasta entrar a la vivienda, buscó a Midoriya en el comedor, pero no estaba, después se le ocurrió indagar por el taller y ahí estaba él junto al herrero. Miraba como Midoriya desenvainaba la espada y hacia un par de movimientos con esta, no estaban a la altura de un verdadero caballero sacro, pero al menos sabia como usarla.
La hechicera soltó una risita y se cubrió su boca, Midoriya la miro y la saludó con una gran sonrisa, tomó de la mesa de madera el báculo de su amiga, luego fue hasta Ochako y se lo entregó.
—Ahora somos todo un dúo mágico ¿no? —Las mejillas del chico de hebras verdes estaban teñidas de un color rosa pastel, sus ojos jade brillaban mas que de costumbre. La vibra tan agradable del chico fue contagiada por la hechicera que sin darse cuenta sonreía.
—Si, cabellos rizados —movía su báculo en giros circulares.
Midoriya se alejo un poco mas de ella, saco su espada de la funda que tenía amarrada atrás en su espalda.
—Movimiento especial: destello de relámpago —desenvaino la espada, la hoja de un color negro azabache con tintes azules metálicos, hizo un rápido movimiento cortando la mesa de madera.
—Mas despacio, muchacho —se carcajeaba Power Loader.
Midoriya se avergonzó, no solo su cara estaba roja, también sus orejas, y guardo rápidamente la espada en la funda.
—¡Tiene mucho filo! —Dijo nervioso mientras intentaba reparar la mesa, cosa que era inútil.
Vio en el suelo unas botas carmesíes, levantó la vista y miró a la hechicera que sonreía, ella flexiono sus rodillas y se agachó para estar en la misma altura que él.
—O quizá tu eres muy fuerte, Izuku, no menos precies tu fuerza —le dijo mirándolo para seguir recogiendo los pedazos de la mesa.
Midoriya desvió la vista hacia el suelo y torpemente recogía otros pedazos de madera, sentía sus mejillas calientes y estaba muy seguro que estaban ruborizadas, pues su corazón latía con mucha intensidad.
Abrió ligeramente su boca, pero cuando estaba por decir alguna palabra, su cerebro le impidió pronunciar alguna cosa. Quería decirle, comentarle, o mejor aún, preguntarle a la hechicera ¿por qué había despertado en la cama y si ella había dormido en el suelo? Pero, Midoriya quería pensar que no fue ninguna de las cosas que creía; quería pensar que ambos habían dormido juntos, también quería ese sueño donde él besaba a Ochako fuera real, pero solo eran sueños. Así era como lo creía él.
Metió su mano en el bolsillo de su pantalón, sentía una tela suave y recordó que la hechicera había dejado sus guantes en la habitación.
—O-ochako —murmuró aun con el tono nervioso. Ella lo miro atenta esperando que siguiera, Midoriya le mostro los guantes que tenia en su mano y ella alzo sus cejas. —Los olvidaste en la habitación, desde... —hizo una pausa, no estaba seguro si debía continuar con lo que iba a decir, suspiró y se arriesgó —eso, —la hechicera arqueó una ceja confundida. —Ya sabes, desde que tu —alargaba la vocal —lo que sucedió en el pueblo de Hitoshi, has usado los guantes, no tengo idea de porque cubres tus manos —el de hebras verdes bajo la mirada hasta buscar las manos de la hechicera y las toco con delicadeza haciendo sonrojar a la chica —si son muy suaves y bonitas, tan bonitas como tú.
La hechicera paso saliva de forma apresurada, sus mejillas se tornaron de un color rojo intenso mas del que ya suele tener, los latidos de su corazón aumentaban más el ritmo. Sentía muchas cosas por dentro, sentía su boca seca, no sabía que responder. Al principio el tema le parecía incomodo, no quería revelar la verdad de porque de un día para otro comenzó a usar guantes, pero la neblina que hacia en su cabeza fue disipada cuando Midoriya le tocó su mano diciéndole esas palabras.
Que, para sus ojos, ella era bonita. Nunca le había importado la belleza, ni mucho menos su apariencia, no cuando tenia asuntos mas importantes y pensamientos mas maduros. Tenia 16 años y actuaba ante el mundo como una señorita de al menos unos 25 años, pero cuando Midoriya llegó a su vida, estaba notando que después de todo si era una adolescente. (Y si tenia esos sentimientos).
Y experimentar el amor era algo natural para su edad, aun así, no lo quería aceptar, sabia que estaba enamorada del chico de cabellos rizados, pero decirlo en voz alta seria aceptar esos sentimientos, cosa que no quería, no podría soportar perder a otra persona. Siempre las personas que ella amaba le pasaban cosas. Sus padres fallecieron cuando su aldea fue invadida, su maestra y hermana habían muerto en esa batalla en el castillo flotante.
Sabia que si se quedaba mas tiempo con Midoriya podría pasarle un destino simular o peor, además de que tener sentimientos por el la haría dudar de su verdadero plan. Así que para Ochako Uraraka ser amada y amar, no era algo que fuera para ella.
Con esos pensamientos pesimistas hizo que poco a poco el color de sus mejillas regresara al habitual tono color rosado, los latidos de su corazón volvieron a la normalidad y desvió la mirada rompiendo el agarre de Midoriya.
—Lo siento —tomo los guantes de la mano del chico, se los puso para después ponerse de pie —es algo que no te puedo decir, Izuku. Espero lo entiendas —remarcó en un tono de voz serio.
Midoriya no dijo nada, pero su rostro lo decía todo. Ante esa reacción por parte de su amiga, hizo que frunciera el ceño, no sabia hasta cuando podía soportar que ella no hablara de las cosas que la molestan o le atormenten.
Ochako tomo su báculo y lo apunto hacia los restos de la mesa de madera, las piedras de su báculo brillaron y las piezas levitaron, moviendo su báculo hacia la izquierda era como las piezas seguían esa dirección y ahora estaban en un rincón del taller donde estaban los troncos de los árboles.
Power Loader había regresado con Snowey en sus brazos, no dijo nada y se acerco hasta la hechicera para darle al conejo, Ochako extendió los brazos y cargo a Snowey haciéndole mimos.
—Muchacho, ahora que tienes la espada lo correcto es que aprendas a darle un uso a mi creación —afirmaba el herrero poniendo sus brazos en su cintura.
Midoriya sonrió y asintió dándole la razón para después sacar la esfera de su bolsillo y observar la lacrima, esta dispersó su neblina y mostró a una bella mujer de cabellera lacia mientras bordaba. La sonrisa que principalmente tenia Midoriya cambio a una melancólica.
—No se preocupe —guardo la lacrima, y su semblante cambio a uno serio —le daré un buen uso, pueda que me tropiece en el camino, pero lo lograre.
Power Loader asintió, se acercó a Midoriya y le extendió la mano, el chico sonrió de lado y la estrechó.
A pesar de haber convivido pocos días con el herrero Power Loader ambos jóvenes se habían encariñado con el hombrecito, aun si su primer encuentro fue tan extraño, ahora lo recuerdan de forma graciosa. Midoriya creía que así podría ser su viaje, que en cada parada conocería a una persona y se harían amigos, sucedió con Ochako, la hechicera que ahora lo acompañaba a su aventura, después con Hitoshi Shinso, aunque este se presentó como su enemigo, y ahora el herrero Power Loader que le había forjado la espada para usar mejor su bendición.
El de hebras verdes se sentía feliz, nunca había tenido amigos y tal parece que el viaje a encontrar la cueva del caballero All Might le acercó a conocer a las personas correctas. Le hubiera gustado que las circunstancias fueran diferentes, que su travesía fue por mera curiosidad y aventura, lo cierto es que no, tenia que salvar a su madre de la orden de caballeros negros y liberar a su aldea.
Lo había pensado mejor, el mapa que el libro le enseñaba estaba incompleto y solo lo descubrió cuando conoció a la hechicera resultando que ella tenía la otra mitad. Ahora no sabia si eso era casualidad o destino.
¿Él y Ochako estaban destinados a encontrarse?
Si así fuera ¿la encontraría incluso si realiza el viaje por aventura?
Parecían preguntas simples, pero entre más las pensaban había más posibilidades de cambiar la trayectoria de su vida. Se sentía agradecido de conocer a Ochako en una situación agradable; pero, si conocería a la hechicera en un punto donde ella lo atacara estaba muy seguro que su pelea seria decidida en un instante, la hechicera ganaría y lo dejaría en el suelo para seguir su camino.
E imaginar ese escenario ficticio había tocado una parte sensible de su corazón, no sabía si era porque estaba enamorado de ella, pero dejarla ir, que ella tomara un camino diferente le dolía y lo hacia sentir muy solo, mas de lo que podría recordar.
Conocer a la hechicera fue lo que hizo que el chico se fuera abriendo mas con las personas, nunca había tenido amigos y creía que arruinaría todo, pero pensó que, si solo hacia lo que siempre quiso que hicieran por él, podría irle bien.
Y no quiere estar solo, así que no soltaría la mano de la hechicera, aunque eso le pueda costar su propia vida, y no es porque fuera su primera amiga o porque la amara, es porque nunca se permitiría abandonar a una persona. Su corazón es tan bondadoso que no se atrevería a lastimar a los demás.
—Si nos damos prisa, Ochako, podremos dirigirnos hacia la cueva, encontrar la espada, salvar a mi madre y aldea, y después te ayudare a que Toga Himiko pague por sus crímenes, te lo prometí ¿no? —guardó la espada en el estuche de cuero que colgaba en su espalda y caminó hacia la salida.
La había dejado sorprendida a la chica, pero sonrió con timidez, miró su andar, se notaba tan decidido al igual que sus palabras, sus mejillas brillaron de rosa por corto instante y después pasaron a tener un marcado color carmín, aunque ella se negaba a sentirlo, su corazón no dejaba de latir con intensidad y era algo que no podría controlar, porque su corazón ya lo había elegido a él.
—¿No lo vas acompañar? —Preguntó el herrero, la voz del hombrecito la trajo a la realidad notando que en efecto no estaba sola.
Ochako se giro para verlo y después rápidamente se volvió a girar para quedar enfrente, mirando aun como Midoriya caminaba hacia el carruaje. La hechicera cerró con fuerza sus ojos y después los abrió, con una sola mano sujetó a Snowey y con otra se palmeo la mejilla derecha.
—¡S-si! —Titubeó con nervios. Se giro hasta ver al herrero, y le sonrió —muchas gracias por fabricar la espada, pero le quiero pedir un favor —su sonrisa se borró, Power Loader achico los ojos, pero nadie lo vio porque usaba el casco gris en forma de cabeza de dragón —no comente nada que vio a una hechicera y un chico que están buscando la espada legendaria.
El herrero no dijo nada, pero su silencio lo decía todo, él creía que posiblemente la hechicera o el chico los estaban buscando, esto lo inquieto un poco, no se preocupa por la hechicera, sabia como defenderse, pero Midoriya no conocía de lo que podría llegar hacer con la espada ónix.
Ochako subió a la parte de enfrente, tomó las riendas del caballo, su amigo estaba a su lado y le dio a Snowey, que lo puso en el regazo del chico.
—Te demoraste un poco —dijo mientras sacaba una manzana y le daba un bocado. —¿No harás levitar el carruaje como la vez pasada?
—Podría, pero podemos pasar normal en tierra, el mapa de Shinso marca unos senderos para atravesar el bosque y tomar la ruta para seguir con el camino a la cueva —hizo un gesto con sus manos y el caballo blanco comenzó andar.
Midoriya la miro en silencio uno segundos para después mirar hacia enfrente.
—Es más rápido si haces levitar el carruaje, estoy seguro que ir de esta manera nos tomara unas horas cruzarlo por completo —la hechicera no dijo nada, pero arrugó sus cejas —si usas tu magia llegaríamos en minutos y no nos atrasaríamos más.
La hechicera lo miró de reojo, un suspiro salió de sus labios e hizo una mueca, todo esto sin dejar de arrugar sus cejas. Claramente eso lo notó Midoriya, y él intuía que la chica le escondía algo.
—Se que —tosió un poco, hacia tiempo para pensar en una buena excusa, pero sabía que si usaba la carta emocional Midoriya accedería —tu madre esta en peligro —ante eso el chico frunció el ceño y dio otro mordisco a la manzana con la diferencia de que este era mas grande que el anterior —y que los minutos son importantes, las horas y los días. Solo date cuenta del gran avance que tenemos, nos tomó un par de días tener tu espada perfecta, mientras que si viajábamos a la isla calavera por el mineral nos tomaría mas de una semana, acorté el tiempo. Cruzaremos el bosque de forma no-mágica.
Midoriya terminó de comer la manzana y limpió el poco jugo de sus labios con la manga de su camisa, Ochako lo miró por un instante y le sonrió nerviosa, no era tonta, sabia de antemano que había una tensión entre ellos.
—Si... —alargó la vocal y se cruzó de brazos —no es como si algo pasara si usaras tu magia para hacer flotar el carruaje, solo lo decía porque es un bosque misterioso y mágico, nos podríamos encontrar con cosas.
—Si con cosas te refieres a criaturas, no te preocupes, te servirá como un pequeño entrenamiento para usar la espada, y además serán fácil derribarlas con mi ayuda —su mano toca la de él, lo que lo sorprendió y su ceño fruncido se borró para mostrar un semblante nervioso, sus pecas se perdían entre el rubor de sus mejillas.
Lo que no sabía Ochako era lo cuan equivocada estaba respecto a eso.
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>>Hola a todos, después de casi dos meses está aquí el capítulo 17 de este fic.
No quiero hacer tan larga la despedida y no quiero profundizar mucho, pues no soy de contar mi vida personal (porque tal vez eso no les importe mucho y lo entiendo), pero si he tenido problemas. Aun así, aquí esta el capitulo porque me daba ansiedad no haber publicado nada desde mayo y quería terminarlo de escribir antes de entrar a la universidad.
Solo quiero comentar que no tengo fechas de cuando salgan los otros capítulos, se publicaran cuando se tengan escritos y eso depende mucho de como yo me sienta, porque la he estado pasando realmente mal.
Bueno, no les quería traer un capitulo corto, así que largo de como mas de 3,000 palabras y ya eso para mi es decente. Espero que les haya gustado.
Nos leemos en la próxima actualización 💖
¡Eclipsa, fuera!
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