『 CAPITULO XVI 』
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Ochako se encontraba pensativa en si era correcto la acción que iba hacer, y no era porque se podría sentir avergonzada, sino porque no quería que se notara algo que Midoriya pudiera preguntarle, pero se sintió relajada cuando recordó que él no tiene tanto conocimiento sobre el mundo de la magia.
Apretó sus manos, frunció el ceño con determinación, cerro los ojos para tomar aire. Movió sus brazos y con delicadeza, aunque con torpes movimientos se quitaba los guantes y los dejó a su lado izquierdo. Froto sus propios dedos con las yemas de estos y sintió que las almohadillas no estaban, haciéndola sentir más calmada.
Sin decir absolutamente nada giro un poco su cuerpo cuidando de que Snowey no se despertara, Midoriya imito su movimiento y ahora ambos estaban frente a frente sobre la roca, él la miraba con una extrañeza ya que no sabía que era lo que estaba planeando y le intrigaba aún más porque Ochako evitaba el contacto visual.
La hechicera tomó la mano de Midoriya, la que tenía el vendaje, Uraraka de uno de los bolsillos de su vestido color mostaza saco un pequeño estuche que rápidamente Midoriya reconoció y sonrió.
No podía olvidarlo.
¿Y cómo hacerlo? Fue un choque de emociones y sentimientos golpeando su cuerpo; cuando creyó que perdería a su amiga, cuando esos pueblerinos la hirieron, haciéndola sangrar de la frente. Ese día había conocido un poco más del pasado de su amiga... Lo justo era que él contara lo mismo ¿no es así?
—¿Quieres hablar sobre lo que paso allá adentro? —Le preguntó mirando la mirada hacia Snowey y le dio una caricia en el lomo, después sus ojos se enfocaron en su amigo. —No soy tan buena para dar consejos o que decir en los momentos adecuados, pero soy buena escuchando, me puedes contar lo que quieras o nada si así lo quieres, como te sientas más cómodo, Izuku —le mostro una sonrisa sincera —recuerda que siempre estaré aquí para ti.
Midoriya abrió ligeramente sus labios por las palabras de su amiga, sonrió de lado y la miraba con ternura, una vez más estaba el impulso de tomarla de la mejilla, dándole una caricia de amor, pero no se atrevía, aunque lo deseaba, debía abstenerse.
Ya una vez estaba a nada de darle un beso, no quería que de nuevo pasara y no porque no quisiera, porque si tenía el anhelo de juntar sus labios con los de ella, para finalmente despejar sus dudas sobre cómo era un beso, qué emociones y sentimientos podría despertar y si Ochako moría tanto por descubrir la textura de sus labios.
Se puso de pie dándole la espada a la hechicera, llevándose sus manos a sus cabellos verdes pasando sus dedos sobre ellos y peinándolo hacia atrás. Ochako paso saliva, no creía que Midoriya le accediera a contarle algo personal, al menos no tan rápido. Lo cierto era que Izuku se había puesto de pie para respirar con regularidad, porque su corazón se aceleraba demasiado al imaginar tomar a la hechicera entre sus brazos besándola.
—Gracias por decir eso, Ochako —dándole la espalda fue como respondió. La chica confundida arqueo una ceja, —cuando esté listo te contare.
—No te presiono, cabellos rizados, —hizo una pequeña pausa y frunció el ceño, —entiendo lo complicado que es hablar sobre el pasado. Te escuchare cuando estes listo —sonrió para darle ánimos.
—Sera mejor que nos demos prisa, si anochece podremos estar en desventaja en un bosque embrujado —habló Midoriya mirando a la hechicera.
Una pequeña risa salió de los labios de la castaña.
—No está embrujado, en todo caso está encantado —dijo con una sonrisa burlona.
Tomó su báculo y tocando suavemente a Snowey, que aún continuaba su siesta de forma tan placentera, no rechisto en lo absoluto cuando comenzó lentamente a flotar del regazo de la hechicera.
Midoriya caminó hasta donde estaba el carruaje, pero se detuvo cuando miró que su amiga en lugar de subirse solo fue a la parte trasera del carruaje y entro, este se cruzó de brazos y pacientemente la espero mientras miraba como el conejito flotaba lo que le causó una sonrisa.
—Aquí tienes —llegó hasta Midoriya, sosteniendo una caja rectangular de madera que en la parte de atrás tenía unas agarraderas. —Están todas las herramientas que vamos a utilizar para obtener el mineral —el chico abrió la tapa que tenía un broche metálico como de seguro.
—Podrían usar cuero para hacer una mochila —murmuró examinando la caja.
—Deja tus pertenencias en el carruaje —él asintió, después regresó a ella quien amablemente la castaña le puso las agarraderas sobre los hombros del chico. La caja de madera, era en pocas palabras una mochila solo que construida de un material más común y al alcance del herrero.
Sujetó al conejito con delicadeza y entro a la vivienda del herrero, para que después de un par de minutos ella regresará. Sacudió sus ropas y movía sus labios.
—¡Bien! Llegó la hora, Izuku —tomó su báculo y se montó en el —vamos hacia donde nos marque el mapa. No hay tiempo que perder.
—¿Y Snowey? —Preguntó Midoriya sentándose atrás de la hechicera —no lo veo por ningún lado.
—No te preocupes, lo deje con el herrero, estará bien —paso su mano por sus cabellos y le sonrió, —sujétate bien —el chico asintió, y con un poco de nervios se abrazó de ella tomando parte de su estómago.
La hechicera ya estaba acostumbrada a su compañía, lo que tan cerca podían estar uno del otro, y aunque al principio si se sentía nerviosa y temblaba sin saber cómo reaccionar, poco a poco se acostumbró. Ahora simplemente su cercanía la hacía estar feliz. Al contrario de Midoriya, él aun continuaba con el nerviosismo, sus latidos acelerados y la falta de hidratación, pero sabía que si actuaba muy extraño, su amiga se sentiría incomoda y no quería ser un muñeco de trapo que simplemente se moviera si el viento sopla, porque él pensaba que Ochako podría lanzar un hechizo sobre él para que se mantuviera en el aire flotando, la sensación al principio era increíble, pero conforme más tiempo permanecía sin tocar el suelo sentía su cabeza dar vueltas y las náuseas se hacían presente.
La hechicera sin notar los murmullos que, hacia Midoriya, estaba centrada en el dibujo del mapa que Power Loader le había dado, agradecía que el herrero sabe dibujar, no era un mapa tan detallado como el que tenían ella e Izuku donde los guiaba a la cueva de All Might, pero era fácil de interpretar.
Afortunadamente su recorrido no duro horas, solo un par de minutos, Midoriya se preocupaba porque estaba viendo la puesta de sol y en tan unas horas más la noche caería sobre ellos. Siendo Galloway un bosque mágico, temía que este cobrara vida y los frondosos árboles le obstruyeran el camino, o que las ramas sujetasen el báculo de Ochako y así ellos quedarían perdidos, con las misteriosas criaturas fantásticas que habitan el bosque.
Mientras que Izuku Midoriya pensaba las distintas maneras de cómo sobrevivir a un posible ataque por parte del bosque, no había notado que sus botas habían tocado el césped. La hechicera miraba a su alrededor para después regresar su vista al mapa, asintió y apretó su báculo.
—Hemos llegado, Izuku —le dijo girando su cabeza para poder verlo y después guardo el mapa en uno de sus bolsillos del vestido.
—¡Ah! —Dio un grito sorpresivo, y parpadeo un par de veces —¿en qué momento...? —murmuró para el mismo.
—Las aguas termales están debajo de aquí —mencionó la hechicera caminando a hacia pequeña caverna que entre más se adentraba parecía que conducía al subterráneo.
—¿Es seguro? —Pregunto con la voz temblorosa siguiéndola detrás mirando arriba, esperando que la estructura no fuera tan ligera y así los aplastara.
Una vez adentro, Midoriya notó que la caverna era mucho más amplia de lo que pensó. Los rayos del sol se filtraban por los pequeños lunares que la misma caverna tenía, iluminando el suelo donde estaban algunos huecos con agua y vapor salía de esta.
Unas gotas de sudor comenzaban a deslizarse por su frente, que las limpio con la tela de su camisa usando el antebrazo. Al estar en un lugar poco concurrido, y con aguas termales el calor era poco tolerado.
—¿Y cómo lo haremos, Ochako? —Miro hacia donde se encontraba la hechicera, pero se quedó mudo.
Quería apartar la vista, pero simplemente no podía, o no quería. A unos cuantos pasos estaba Ochako, con su cabello recogido en una pequeña coleta alta, los mechones marrones sobresalían, dándole una apariencia linda e infantil, pero dejando al descubierto su blanquecino cuello. Lo que Midoriya tragara duro de tan solo pensar en poner sus labios sobre la piel de su amiga; bajo la mirada enfocando su vista al cuerpo de ella, no se había percatado que el vestido color mostaza le lucia muy bien a su figura, entonces la hechicera se quitó las botas y las medias negras, para levantar los olanes del vestido y amarrándolos dejando como resultado una corta falda.
Sin duda alguna Uraraka Ochako es muy hermosa, desde sus ojos, sus mejillas sonrojadas, su cuello que le provocaba a Midoriya querer besarlo, su cintura, la cadera y sus piernas, que no estaban ni tan delgadas, ni tan gruesas, pero se veían perfectas sin esas medias que siempre usa.
Midoriya sentía demasiado calor en su cuerpo, y creía que era porque estaba rodeado por las aguas termales, cuando en realidad, simplemente su cuerpo reaccionaba a los deseos ocultos. Sentía una presión en su pecho y en sus pantalones. Poco a poco entendía esos balbuceos nerviosos donde su madre le contaba que al llegar a una edad su cuerpo tendría reacciones, y ya lo había comprendido.
Y no quería ser ningún estúpido, aparto la vista, apretó su labio cerrando sus ojos para imaginarse cualquier otra cosa y no recordar la imagen del cuerpo de su amiga, pero simplemente no podía. Así que camino hacia el estanque de las aguas termales y metió su mano.
Por lo menos así el dolor lo mantenía centrado en solo eso, el dolor del agua caliente sobre su mano.
—¡Izuku! —Gritó preocupada y asustada yendo hacia él.
Midoriya por su parte cerraba los ojos arrugando el ceño, ahogando un grito de dolor, pero poco a poco el agua no le pareció tan caliente. Sintió como su amiga le saco la mano del estanque, abrió los ojos encontrándose con el rostro de ella, pero al bajar la mirada notó que sus manos estaban entrelazadas.
Rápidamente ella soltó su mano, y arrugo sus cejas un poco molestas, pero sus mejillas se veían sonrojadas.
—Por supuesto que el agua está caliente —dijo después de alejarse de él, retirarse los guantes y guardarlos. —Ya que estas bien, creo —susurro lo último un poco dudosa, —tu busca por este lugar si está el mineral. Recuerda que son pequeñas rocas, como el tamaño de una uva.
Midoriya asintió sin siquiera verla, lo que la hizo sentir un poca mal. Agarró su báculo y elevada en el aire, miro la parte de arriba de la caverna, buscando si incluso en la roca lisa podría haber cristales de diferentes colores, algo que le gusta mucho, su segunda cosa favorita, porque lo primero era el pastel de calabaza.
A pesar de haberse levantado de más el vestido, de quitarse las medias negras y sus botas, el calor era peor, por su frente caían algunas gotas de sudor que retiro con su mano. Rendida porque no había cristales de colores, se fue hasta el otro extremo de la caverna para comenzar la recolección del mineral ónix.
Miro hacia la dirección donde se encontraba Izuku.
—Vaya, no está usando su camisa... —dijo para después volver a lo suyo, usar una herramienta punzo cortante y rasgar la piedra caliza —¡no está usando camisa! —Gritó en un susurro, sintió sus mejillas calientes, y no pudo volver a voltear hacia donde esta Midoriya. Quien seguía concentrado en su labor, la camisa blanca la traía amarrada a su cintura y el chaleco marrón estaba sobre la especie de mochila de madera. —Es la primera vez que veo el torso desnudo de un chico —después negó, y miro hacia donde inicialmente estaban sus ojos achocolatados —eso no es importante, se la quitó porque hace calor y nada más. Debo darme prisa y conseguir el mineral ónix para irme de aquí.
Un par de horas habían pasado y el dúo caminaba de regreso a la cabaña del herrero Power Loader. Todo el transcurso de camino al hogar del herrero, Ochako había usado su báculo, pero a unos cuantos metros Midoriya había visto flores al tamaño de un niño de 10 años y su curiosidad pudo más que le rogó a su amiga para poder examinarlas.
Les había ido bien en la recolecta del mineral, tenían muchas piedras negras de ónix y esperaban que fuera lo suficiente para fabricar la espada. Ochako miró hacia el cielo e hizo una mueca cuando noto que el sol ya estaba por ocultarse.
—Todo indica que pasaremos la noche aquí —le dijo Midoriya cuando vio que la hechicera había detenido su paso. Ella lo miro y le asintió, —no tienes por qué dudar, nada malo ocurrirá.
—Tienes razón —le sonrió y siguió caminando, y cuando llego hasta Midoriya el continúo caminando para entrar juntos hasta la choza —«pero, tengo un mal presentimiento» —pensó mientras su mirada se centraba en los frondosos árboles.
—¡Bienvenidos! —Saludo alegre el herrero, lástima que ninguno del dúo notó la bonita sonrisa. —No importa cómo les haya ido, les he preparado la cena, espero y no sean vegetarianos, amo la carne y les prepare un filete con verduras.
Midoriya sonrió apenado y arrugo sus cejas, suspiro para después asentir.
—Es perfecto Power Loader, en serio —el de hebras se quitó el equipaje y lo dejo a lado de la puerta.
Ochako hizo lo mismo y siguió al herrero que caminaba hasta el comedor. Power Loader movió una silla para que la hechicera se sentara y agradeció en voz baja con una media sonrisa. Midoriya apretó el respaldo de la silla y bajo su mirada, Ochako que dejo de cortar el filete lo miro extrañada.
—¡Power Loader! —Grito cuando había escuchado los pasos, suponiendo que él los dejaba solos. Midoriya miro al herrero, y este hizo lo mismo. —Le debo una disculpa por lo de hace rato... —hizo una pausa y paso saliva —no debí de responder de esa manera, lo siento. No quería desquitar mi furia con usted —la hechicera sonrió de lado y se puso su mano enguantada en su mejilla.
—No tienes por qué sentirte mal, muchacho. Descuida, todo está bien —el de hebras verdes asintió con una sonrisa tímida —su habitación ya está preparada, me imagino que estarán cansados. Saliendo de aquí, atrás del taller esta un pequeño cuarto con una tina con agua para que tomen un baño, hay barriles con agua por si necesitan más.
—Muchas gracias, herrero. Dígame, ¿acostumbra a trabajar en la noche? —Preguntó la hechicera.
—Si, es muy habitual para mí.
—En la mochila que me prestó esta todo el mineral recolectado. Izuku y yo esperamos que sea el necesario —le dijo con una sonrisa —y nuevamente, muchas gracias por su hospitalidad.
Power Loader asintió y se rasco el casco como si fuera su propia cabeza, después se retiró. Ochako e Izuku comían y hablaban de cosas triviales y entra ellas platicaban sobre lo que habían vivido juntos, reían y se la pasaban muy bien.
—Izuku, ¿te parece bien si primero tomó el baño? Mientras tanto puedes ir con el herrero —le dijo amablemente mientras que con su báculo lo movió y los platos flotaban en el aire.
—Si, de hecho —se levantó de la silla —te iba a decir que te bañaras tu primero —hubo un corto silencio en donde ambos se miraban sin borrar la sonrisa, —en fin —paso su mano por su cuello y rio nervioso —iré a ver como se crea mi espada.
Midoriya salió de la casa y camino hasta el taller que estaba a lado de la cabaña, vio al herrero Power Loader que estaba cerca de un caldero y lo movía para que el líquido azabache cayera en un molde. El de cabellos verdes sonrió de lado, se sentía muy emocionado de poder tener la espada por fin entre sus manos, miro hacia donde estaba un mueble de madera que tenía hojas arrugas con bosquejos, y ahí se encontraba Snowey.
—Hola amiguito —fue hasta él y daba caricias en el lomo —¿fuiste bueno? ¿te la pasaste bien?
—Ha sido muy silencioso y eso lo agradezco mucho, me gusta. Sería difícil que fuera algún otro animal que este curioseando por todo mi taller —dijo Power Loader sin siquiera mirarlo, estaba enfocado en lo que hacía.
—Power Loader —llamó en un murmullo, camino hasta donde estaba él e hizo una mueca —en serio ha sido muy bueno con nosotros, y no sé si se debe a que somos amigos de Hitoshi. Nos recibe en su casa, nos prepara la comida, el baño y la espada —suspiro, —es mucha amabilidad —se cruzó de brazos.
El herrero se carcajeó, Midoriya confundido arqueo una ceja.
—¿La hechicera no te contó? —Esta vez, Power Loader miró al chico, quien negó aun confundido. —La espada no te la estoy obsequiando, tiene un precio, pero por haber sido recomendados por Hitoshi, ese precio fue menos del habitual. —Tu amiga pago una cantidad de 9,000 cinas de oro para su fabricación, pensé que empezaría a regatear, pero aceptó a la primera.
Midoriya se quedó callado, el herrero al no ver mover los labios del chico se giró para continuar con su trabajo.
—Ochako ha hecho tanto por mí, que no sé cómo poder recompénsaselo, pero una vez que tenga la espada podré protegerla como se merece, ya no me quedare atrás —dijo en un tono de voz serio apretando sus manos formando un puño.
El herrero, se giró y lo miro por la pequeña abertura de su casco, sonrió, pero se notó su gesto, pero después su sonrisa se borró y sus ojos miraron la hoja de la espada color azabache con rastros de color azul rey.
—Izuku Midoriya. Debes saber, que una vez que tengas la espada legendaria, aquella que le perteneció al caballero sacro All Migth, toda tu historia cambiara, ¿estarás preparado para eso? Porque ahora, será tu deber que esa legendaria espada no caiga en las manos equivocadas —el tono de voz de Power Loader era tan sombrío y gélido, que hizo que el chico sintiera un escalofrió, pues era la primera vez que la voz animada del herrero cambiaba de forma drástica.
—L-lo sé —titubeo frunciendo el ceño —pero, no es como que alguien la buscara. Muchos creen que solo es un cuento de hadas...
—Es cierto —Power Loader desprendió la hoja de la espada del molde y la sumergió en un pozo con agua, la saco y comenzó a darle unos golpes —. Aun así, hay una persona que cree en esos cuentos de hadas... y es muy probable que la busque, así como también al portador de la bendición —se escuchó otro golpe sobre la hoja.
—¿Tu hablas de... —arrugo sus cejas, hizo una mueca burlona —el Señor Demonio? Solo es una figura inventada por los malvados para influir terror, dicen que le sirven, pero nadie lo ha visto en muchos años.
—No... nadie lo ha visto —mintió.
Power Loader no quería revelarle que él había sido el herrero que fabricó todas las espadas y armas para los seguidores más cercanos. Quizá la historia del herrero Power Loader era tan diferente a quienes todos creían, muchos decían que no tenía familia; pero si la tuvo, sufrió las consecuencias de haberse negado a trabajar para aquel ser maligno. No sabía en qué momento Power Loader terminó sirviendo al Señor Demonio y al mismo tiempo al rey de la nación de la Flama, Endeavor.
Midoriya se metió sus manos en los bolsillos, dio medio vuelta, permaneció en silencio tan solo un par de segundos, pensando aun en la extraña conversación. Se encogió de los hombros y caminó directo hacia Snowey para después cargarlo. Fue hasta el carruaje, abrió un baúl y saco una camiseta verde de manga larga holgada y un pantalón negro.
Con un mano cargaba la ropa y con la otra a Snowey que lo tenía apoyado en su pecho. Volvió a entrar a la casa y lo dejo.
—No tardo mucho, quédate aquí, sé bueno —Snowey movió sus largas orejas, como diciéndole que obedecía.
El de hebras verdes caminó rumbo al pequeño cuarto al lado del taller del herrero, toco un par de veces a la puerta, pero nadie le respondió. Lo que significaba que Ochako ya había salido de tomar el baño.
Pasando un cuarto de hora, no había casi nada de luz a excepción de las pequeñas llamaradas que se dejaban ver donde estaba el horno del taller. Midoriya pensó que las estrellas del cielo nocturno eran muy pequeñas y luminosas, pero se percató que había luciérnagas postradas en las hojas de los árboles, era como ver pequeños puntos brillosos, le encanto la imagen que vio porque todo parecía tan pacífico.
Una pequeña lágrima se escapó de su ojo derecho que rápidamente quito con la yema de su pulgar. Recordó cuando tenía 10 años y era su cumpleaños, su madre le había preparado un delicioso estofado de cerdo para la cena, y al terminar ella lo llevo a un pequeño bosque cerca de su casa donde le pedía que cerrara los ojos, su madre silbó y las luciérnagas brillaron, dando luz a todo a su alrededor.
—Falta poco, mamá... —entro a la vivienda, cargo a Snowey y fue hasta la habitación que él creía que era en la que va a dormir. Sus ojos esmeraldas se encontraron con la hechicera que estaba sentada en la cama leyendo el libro. —¿Qué?
—Oh, Izuku —cerró el libro y se reincorporo para estar mejor sentada, —no te importa, ¿verdad? —Agitó el libro, Midoriya negó arqueando una ceja, la hechicera se puso de pie. —Mmm ¿buenas noches? —Preguntó dudosa.
Midoriya cerró la puerta, dio un paso, abrió la boca y la volvió a cerrar.
—¿Qué? —Repitió esta vez arrugando las cejas.
—¿No vas a dormir?
—No —la hechicera abrió más sus ojos, rápidamente agregó —digo, sí. Si lo haré, pero... ¿Qué haces aquí, Ochako? Y —su mirada inicio desde los pies descalzos hasta su cuello, la chica usaba un camisón de seda blanco que le llegaba después de la rodilla —vestida así.
La hechicera bajo la mirada, toco su ropa, y dio una vuelta. Los olanes se movían acorde al giro.
—Es mi ropa para dormir, así como la tuya —lo señaló, se cruzó de brazos comprendiendo a lo que se refería. —Si lo que quieres decir es ¿Por qué estoy compartiendo habitación contigo? Es porque el herrero Power Loader me dijo que así debía ser. A menos que quieras dormir afuera, en el carruaje.
Midoriya dejo a Snowey en el sofá marrón. Miró como la hechicera se metió en la cama, y permaneció callado.
—¿Qué esperas, Izuku? —Él no le respondió y la hechicera rechisto —ya antes hemos dormido juntos, ¿Cuál es la diferencia?
—¡N-no es cierto! —Nervioso gritó. —No es hemos dormido juntos, tú has dormido muy lejos de mí, no compartiendo cama o un saco de dormir. —Además... —sus mejillas enrojecieron y bajo la mirada —no creo que podría resistir —murmuró. —«no cuando he pensado en Ochako de otra forma, cuando la he mirado de diferente manera, como una mujer... no puedo» —pensó sintiéndose culpable.
—¿Qué tanto balbuceas, cabellos rizados? —Se cruzo se brazos y fruncía el ceño. Midoriya camino hasta ella, y ahora estaba del otro lado de la cama, ella sonrió y suspiró victoriosa —sabía que accederías —cerró los ojos y asentía satisfecha. Y los abrió cuando escucho un sonido como si algo se cayera. Miro como Midoriya ponía en el suelo un manta seguido de una almohada. —Ah —exclamó, pero después hizo una mueca.
—Así está mejor ¿no? —Le sonreía, —además esto me recuerda a cuando me dejaste dormir en la cabaña que resultó no ser tuya. Cada quien tiene su espacio.
Ochako relajo su rostro y le sonrió, Midoriya se acostó.
—Buenas noches, Ochako. Descansa.
—Buenas noches para ti también, Izuku —tomó el candelabro con la vela y soplo. Ahora solo había oscuridad en la habitación.
La hechicera se dejó caer en la gran cama, se giró de lado, pero no cerró los ojos, hace poco estaba feliz pensar en compartir la cama con Izuku, y ahora que no es así se sentía triste. Incluso hasta se sentía sola a pesar de que él estaba abajo, en el suelo. En su mente se escuchaba una frase que Midoriya le dijo.
«¡No iba a invitar a un extraño a dormir conmigo, cabellos rizados, es una reacción normal y se le llama sentido común! —se giró y puso sus manos en su cara —pero, ahora que te conozco, quisiera dormir a tu lado. Y es porque me agradas, te quiero abrazar porque me agradas, es fácil de entender»
Como era de esperarse Ochako Uraraka no podía dormir por tener la sensación de que algo le faltaba. Ni ella sabía cuánto tiempo había transcurrido desde que le dio las buenas noches a Izuku, pero sabía que eso ya tenido rato.
—Izuku... —susurró —Izuku —pero, no obtuvo respuesta. —Si que esta dormido —una gran sonrisa adorno su redondo rostro. Bajo de la cama, se inclinó hasta él y le pico la mejilla —muy dormido. Su mano toco el pecho de Midoriya y una pequeña luz rosa apareció por segundos y el chico flotaba.
Ochako sabía que no debía usar su verdadera magia, pero no quería usar su báculo o más bien, no lo pensó porque estaba centrada en el chico de hebras verdes. La hechicera agarró la almohada y la puso en el lado izquierdo, Snowey abrió los ojos y miraba atenta a la castaña, ella se percató de eso.
—Shhh —puso su dedo índice en sus labios, y de nueva cuenta Snowey cerró los ojos. Exhalo el aire, tomó la mano de Midoriya y con delicadeza lo llevaba hasta el lado izquierdo de la cama, y cuando el chico estaba a centímetros del suave colchón junto la yema de sus dedos —liberar —murmuró.
Fue al lado derecho de la cama y con cuidado se metió. Se acostó y sonrió mientras miraba a Midoriya dormir, su corazón latio con más intensidad, sintió su boca seca, sin dejar de mirarlo se movió un poco más hacia él y toco los suaves cabellos verdes y paso su mano por la mejilla del. Los mofletes de la castaña tenían un color más rosa del habitual.
—Buenas noches, Izuku Midoriya.
Dio unas delicadas caricias al cabello rizado, y besó los labios del chico, fue solo un par de segundos, pero para ella fue más que eso. Dormido, Izuku le sonrió.
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>> Y hasta aquí ha llegado el capítulo número 16 de esta historia. Si, como verán ya el arco del herrero está a nada de finalizar.
Unas personitas se unirán al dúo, y pronto ya no serán dos, sino cuatro o cinco.
Espero les este gustando las interacciones entre Midoriya y la hechicera Ochako.
Eclipsa, fuera.
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