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『 CAPITULO XIX 』

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El cielo se tornó de grisáceo, ocultando el sol, los caminos se oscurecieron y la lluvia cayó. Aun así, nada la hacía detenerse, su vestido color mostaza se empapó, su cabello marrón perdió el brillo, al menos con esta estrepitosa lluvia, las lágrimas de la hechicera se perdían entre las gotas de lluvia que recorrían sus mejillas.

Regresar hacia la choza del herrero sería un desperdicio de tiempo; y era justo eso lo que la chica no tenía. Los latidos de Midoriya eran tan débiles como una estatua de hielo, solo le quedaba cabalgar a toda prisa en busca de alguien.

Las medicinas que llevaba consigo no servían, porque Midoriya no tenía ninguna herida, y tampoco tenía un remedio para regresar el maná de su amigo a la normalidad. Aquella tormenta se intensificó costándole mantener sus ojos abiertos, pero aun así vio una luz a lo lejos y un humo en aquella dirección. Dirigió al caballo hasta llegar a la luz amarilla, se dio cuenta que era una cabaña con una chimenea.

Bajo rápidamente del asiento delantero del carruaje manchando sus botas de lodo. Tocó muchas veces la puerta de madera.

—¡¿Hola, puede escucharme?! —Colocó sus manos alrededor de su boca para intensificar más el grito, pero sus emociones no las pudo controlar, se le notaba nerviosa y angustiada —¡Necesito de su ayuda! —Puso su frente en la puerta de madera y apretó sus puños —por favor, mi amigo está muriendo.

La puerta se abrió y la hechicera se tambaleo un poco. Una anciana la miraba arrugando sus cejas.

—Si una vida corre peligro será mejor que nos demos prisa —dijo la anciana abriendo más la puerta indicándole que pasara a su hogar.

La hechicera asintió y fue hasta el carruaje, su amigo estaba dormido, pero su pecho bajaba y subía de forma lenta, el semblante de Midoriya se notaba que sufría por el dolor de perder una cantidad de maná en un parpadeo. La hechicera tocó a Midoriya usando su báculo y el cuerpo flotó, lo cubrió con una manta para que no se mojara tanto y lo llevó hasta adentro de la casa.

—Justo aquí, ponlo en la mesa —dijo la anciana que se había puesto una capa blanca y sostenía un bastón marrón. —¿Heridas? —Preguntó, mientras tocaba el cuerpo del chico inspeccionándolo.

—Solo raspones, su maná fue absorbido —dijo la hechicera con voz temblorosa. La anciana creyó que la chica tenía frio, después de todo estaba muy mojada, había dejado un pequeño charco de agua en el lugar donde estaba parada.

—Eso explica su palidez, la fiebre, y sus pulsos debilitados. Acércate al fuego para que tu no tengas un resfriado.

—Yo estoy bien señora —dio un golpecito al suelo con su báculo y en un parpadeo su vestimenta y cabello quedo seco.

La anciana se acercó a un cofre y saco unos frascos transparentes con líquidos de colores azules y morados.

—Esto le bajara un poco la fiebre, pero el problema es el maná, como hechicera debes saber que el maná es la principal fuente de energía de un ser humano, usar más de lo normal puede llegar a la muerte —los latidos de la chica aceleraron al oír esa palabra —y le han quitado una gran cantidad, ¿a qué bestia se enfrentaron? —Frunció el ceño.

—A un... —la chica apretó los labios, cerro los ojos y suspiró —a un nomu —la anciana se sorprendió —no sabía que podían absorber el maná.

—No lo hacen, sin duda esas criaturas han evolucionado, señal de que el Señor Demonio se ha hecho más fuerte, ¿los estaban persiguiendo? ¿Hay más? —Abrió la camisa de Midoriya y su ceño se frunció aún más. El chico tenía una marca en su pecho, justo en el lado del corazón, que se extendía como raíces hacia el cuello.

—No, solo era uno, no había nadie con el nomu. —Su tono de voz cambió a uno de temor y desesperación. —Por favor, sálvelo, puedo darle todo el oro que quiera, pero por favor tiene que salvarlo, es lo único que tengo —los ojos achocolatados de la hechicera brillaban para dar paso a las lágrimas.

La anciana arrugó sus cejas mostrándose afligida, no le gustaba mucho su trabajo porque odiaba ver los rostros preocupantes de las personas, y también porque no soporta dar malas noticias.

—No hay una medicina o poción para curar el daño que tiene —las lágrimas de la chica comenzaron a caer —lo lamento, pero tu amigo... —y antes de terminar la frase fue abruptamente interrumpida lo que hizo que la anciana formara una línea recta con sus labios.

—Eso no es cierto —se acercó a Midoriya, el chico respiraba con dificultad, Ochako miró la marca que tenía recorriendo su pecho y lo abrazó llorando —él no puede morir, tiene que encontrar la espada legendaria, salvar a su madre —lo abrazaba aún más fuerte —ayudarme a mí.

La anciana mostraba un rostro triste, sus arrugas se perdían al fruncir el ceño. Colocó ambas manos en su bastón, no estaba segura si lo que diría funcionaría, y estaba mal darle esperanzas a la jovencita.

Aun así, sus labios se abrieron.

—Existe una posibilidad de que el chico sane —habló la anciana. Ochako levantó la mirada y la miró expectante a qué continuara —el problema que tiene tu amigo es la falta de maná, bueno, si tú le das el maná lo pondrías estable y su vida no correría peligro.

La hechicera se limpió las lágrimas con sus dedos.

—Tengo que intentarlo —se separó de Midoriya y dejo su cuerpo lentamente en la mesa. —¿Qué debo hacer?

—Es arriesgado, él estará bien, pero tú estarás por lo menos en cama dos días, estarás dando más de la mitad de tu maná. Por lo cual tu cuerpo estará débil, no podrás moverte y tampoco no harás magia, ¿Aun así quieres intentarlo?

—Izuku está así por mi culpa, es lo mínimo que puedo hacer —frunció el ceño —tengo una gran fuente de maná que no se agota fácilmente.

La anciana abrió más sus ojos, eso último no le había gustado. ¿Estaba diciendo que tenía un maná infinito? Solo un sector de personas lo tenían, uno pequeño que era mayormente mujeres y estaban siendo cazadas por caballeros sacros. Se acercó aún más a la mesa, no podría juzgar a nadie y negarse a salvar una vida. Sus principios eran más importantes, siempre se le enseñó a priorizar la vida que una clase social o un tipo de magia en específico.

—Coloca ambas manos una encima de otra sobre la marca de tu amigo —la chica asintió cuando escuchó la indicación. Había perdido sus guantes, y estaría titubeando, pero quería salvar a su amigo. —No harás magia, vas a hacer fluir tu maná a través de la marca, imagina que es como un río que fluye en una sola dirección, en este momento el río de tu amigo está seco, tú vas a darle un poco de tu agua, suficiente para que su vida no corra peligro.

—Entiendo, pero si hago lo que dice ¿él despertará de inmediato? ¿Estará despierto para mañana? —La anciana negó, la hechicera rechistó.

—¿Te quieres morir? No creo que el jovencito este de acuerdo en despertar, y tú ya no estés para él. ¡Si bien dices que es lo único que tienes, entonces vive para estar con el chico! —Había levantado la voz haciendo sentir avergonzada a la hechicera.

«Lo entiendo, pero usted no sabe mis secretos señora».

—Como si fuera un río fluyendo... —dijo en un susurró y cerró los ojos para concentrarse. Era la primera vez que hacía algo como eso, no tenía idea que se podría transferir maná, se sentía muy aliviada y agradecida de haber encontrado la cabaña.

Para la anciana era todo un espectáculo ver la transferencia de maná, estaba muy orgullosa de que su teoría en la que había estado investigando por años fuera real. Nadie estaba dispuesto a dar maná, porque nadie quería dejar de usar magia, aunque sea temporal y quedar indefenso, sobre todo porque si no se hacía bien, el usuario podría morir en el proceso, pero algo le decía que no se tenía que preocupar por la chica. Pequeñas luces celestes circulaban por la marca que se extendía hasta el cuello del chico, fue un proceso largo, pero poco a poco las marcas acortaban la distancia hasta quedando nula el trayecto entre el cuello y el corazón.

—Así está bien —anunció la anciana —su temperatura ha bajado y su color de piel está volviendo al habitual.

Ochako comenzó a sudar, no lo quería decir, pero le ardían sus manos, pensó que era parte del proceso, pero, si fuera así, ¿Por qué la anciana no se lo dijo? La hechicera era testaruda y necia, no dejaría de transferir maná hasta que la respiración de Midoriya fuera la normal. Una luz azul brilló cegando a las mujeres por tan solo unos segundos.

La hechicera antes de caer al suelo fue sostenida de la cadera por la anciana quien rodó los ojos.

—Por eso le dije que no lo hiciera. 


>> Hola, ya habrán notado los cambios ¿no? XD

Pues si, con este cierre del capítulo, siendo así, concluyendo con el arco tres. Damos inicio al arco cuatro.

Con la novedad de que estamos estrenando una hermosa portada y separador a juego. Está hermosa edición fue hecha por Pizza_Tefi todos sus créditos a ella, también sus respectivos créditos a los artistas del fanart.

Una cosa que quiero mencionar. Si bien, las ropas que están en muchos fan arts del medieval no son las que usan en este fic. Midoriya usa la ropa de ese dibujo donde se muestra que están creando una máquina (arte oficial) de colores blanco y negro la ropa.

Por otro lado, Uraraka al inicio si usaba la vestimenta rosa, pero en el arco dos con la aparición de Shinsou se cambió de roja, un vestido color mostaza y botas carmesí, no usa una capa.

Cuando salgo el siguiente capítulo notarán que tendrá al inicio el título del arco, podrán hacerse una idea de quiénes podrán ser.
De hecho ya en los capítulos anteriores dice el título de los arcos.

Eso es todo de mi parte, espero y el capítulo les haya gustado. Lo dividí en dos partes porque fue mejor de este modo, además de que tenía que cambiar unas cosas.

Eclipsa, fuera ✨

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