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『 CAPITULO XIII 』

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El hombrecito carcajeaba y levanto su mazo sin borrar su entusiasmada sonrisa. Miro hacia arriba donde se encontraba la hechicera que mostraba un semblante asustado.

—¡Oye tu, mujer! —Señaló el hombrecito levantando su mazo. La hechicera arrugó sus cejas cuando escuchó que se dirigía a ella —¿Cómo puedes volar si no usas alas? ¡¿Qué clase de bicho raro eres?! —Cuestionó una vez que su mazo se tornó de color rojizo.

—¡¿Cómo me llamaste, enano?! —Exaltada fruncía el ceño.

—Ay —balbuceo Midoriya que seguía de cabeza, y asustado arrugo sus cejas por el carácter de su amiga y por la incertidumbre de qué les haría ese hombre de corta estatura, —esto va de mal en peor —rodó los ojos.

—¡Dije bicho raro, sorda! —Repitió el misterioso hombre apretando la empuñadura del mazo. No le gustaba repetir las cosas y eso lo irritaba. —Que rara criatura eres —dicho esto, corrió y dio un salto a uno de los troncos que estaban sobre el suelo para impulsarse hasta alcanzar a la hechicera.

«Dudo mucho que ese idiota pueda llegar hasta mí. En el aire soy imparable»

Pensaba la castaña con una sonrisa triunfante.

Pero no contaba que ese hombrecito tenía trucos bajo la manga. Se impulsó sobre una de las ramas del árbol para llegar hasta la altura de la hechicera. Ochako abrió ligeramente su boca sorprendida de que el misterioso hombre estuviera a metros encima de ella. Midoriya se preocupó, pero confiaba mucho en la chica fuerte de la que se había enamorado y sabía que ella era más astuta que ese hombre.

—¡Te tengo criatura rara! —Gritó con euforia sin borrar su sonrisa. Su mazo coloreado de tonalidades de rojo con ligeros tonos de marrón brilló justo cuando habló y dio un golpe donde se encontraba la hechicera.

Un gran estruendo se escuchó, Midoriya no podía distinguir desde, donde se encontraba y mucho menos volteado de cabeza quien era la persona que salió disparada hacia el frente y que había chocado a unos cuantos metros donde inicialmente se encontraban, por otro lado, el árbol que estaba a unos cuantos pasos del chico de hebras verdes había sido cortado en dos, poco a poco las llamas fueron consumiendo la madera y las hojas del mismo.

Midoriya cayó al suelo. Sin dejar de cargar al conejo de nombre Snowey se puso de pie, paso saliva y miraba a ambas direcciones: el árbol quemándose y donde la persona derrotada había sido lanzada. Miró a Snowey y se encogió de hombros y caminó hasta donde se encontraba esa persona.

—Tranquilo Snowey, pronto te acostumbraras a todo esto —dijo en un tono nervioso acariciando la cabeza del conejito —aunque, para mi pareciera como si fuera la primera vez siempre —suspiró cansado.

Traspaso los arbustos y sus ojos esmeralda vieron que sobre una gran roca estaba el cuerpo del hombrecito, no pudo evitar sonreír calmado al saber que su amiga estaba bien.

—Menos mal —dijo sin borrar su aliviada sonrisa.

—¿Menos mal que? —Preguntó la hechicera detrás del en un tono molesto. Midoriya se giró y notó que sus ropas estaban sucias de tierra como también su mejilla. Dejo a Snowey en el suelo, de su bolsillo del pantalón saco un pedazo de tela y se acercó a su amiga, ella alzó una ceja confundida por el repentino acercamiento —¿Qué ocurre? —Nerviosa pregunto, pero como respuesta recibió una dulce sonrisa. Midoriya pasaba el retazo de tela por las redondas mejillas de la hechicera.

Ochako se quedó firme, como si de un ancla se tratara, respiraba con dificultad y miraba el rostro sonriente y calmado de Izuku que tenía delante de ella. No sabía que era lo que le estaba pasando, de vez en cuando al estar ellos tan cerca del uno como del otro, Ochako se sentía sumamente nerviosa y al mismo tiempo muy relajada, como si estuviera siendo rodeada por suaves plumas, pero su corazón estaba más inestable que ella, lo podía sentir latir mucho más rápido de lo normal, la misma sensación a cuando siente que está en peligro, lo cual era extraño porque cuando estaba con Midoriya se sentía tan protegida.

«¿De dónde viene este sentimiento misterioso? —Indagaba curiosa en sus propios pensamientos, lo cual la llevo a desviar la mirada y hacer una mueca triste —es frustrante no saber qué es lo que me pasa, pero al menos sé que quiero seguir a su lado... —volvió a mirar a Midoriya, pero sus ojos nunca se encontraban, —y dolerá cuando me tenga que alejar.»

—Listo —guardó el pedazo de tela en su bolsillo.

—¿L-listo? —Tartamudeando preguntó y se tocó su cabello por el nerviosismo que sentía.

—Si, ahora luces más bonita que antes —sin darse cuenta de lo que dijo. Midoriya volvió a cargar a Snowey y se dio la vuelta para vigilar al hombrecito.

—Ah... —masculló con un rubor en sus mofletes rosados.

Bajo su mirada hasta mirar sus botas, acerco más su báculo hacia su pecho y lo apretaba como si fuera lo único de lo que se podía sostener, y no estaba en el aire, pero justo así se sentía. Ya muchas veces había estado entre los árboles, sentada a una gran altura mirando como todo era tan diminuto, o montando su báculo sintiendo la brisa del aire tocar su rostro, tenía la necesidad de sostenerse de algo porque de alguna forma sentía que caería de golpe hacia el suelo; sus latidos aumentaban como cuando descendía a picada y la hacía recordar aquellos momentos donde era una niña y comenzaba a dominar el vuelo.

La hechicera manteniendo el rubor en sus mejillas, lentamente levantó su cabeza para mirar a Izuku quien estaba anotando en unas hojas de papel lo que más le parecía interesante del individuo que los atacó, sonrió con timidez cuando notaba los gestos graciosos que el chico hacía. Midoriya se dio la vuelta para mirarla lo que la hizo sobresaltarse un poco y darse la vuelta para darle la espalda.

«¡Ah! ¡¿Por cuánto tiempo me le quede mirando?! —Pensaba preocupada arrugando sus cejas, claramente estaba exaltada, su rostro se tornó de un color rojizo por la vergüenza —¿Y si Izuku notó que yo no dejaba de mirarlo? —Sosteniendo su báculo con su mano derecha se llevó ambas manos enguatadas a sus mejillas. Midoriya arqueó una ceja confundido y nervioso de la rara actitud de su amiga —¡Primero que nada, ¿Por qué lo estaba mirando?!»

—¿Ochako? —Se acercó a la castaña y le toco el hombro, ella volvió a sobresaltarse, él miró como su amiga lucia entre nerviosa y asustada, lo que lo llevo a cambiar su expresión preocupada a una seria —¿sucede algo? Tiene que ver —echo un vistazo hacia atrás y señaló con su pulgar al hombrecito —¿con ese tipo? —Preguntó en un tono apático.

—¿Ese tipo? —Se dio la vuelta para estar cara a cara al de hebras verdes y miro al hombre que comenzaba a moverse poco a poco, negó bruscamente confundiendo más Izuku —estaba pensado en tonterías, cabellos rizados —giro su báculo como si se tratara de un juguete y se acercó al hombrecito que poco a poco abría sus ojos. Cuando recobro la conciencia se encontró frente a él que estaba una jovencita de vestido color mostaza, medias negras, botas del mismo color y una pequeña capa roja. —¡Empieza a cantar! —Demando en un tono autoritario colocando la punta de su báculo en el torso desnudo del hombre.

—¡Ahh! —El grito agudo llamo tanto la atención de la hechicera como del hombrecito, y hasta el pequeño conejo Snowey miraba confundido a Midoriya.

—¡¿Y ahora qué?! —Preguntó en un grito molesta la castaña mirando al chico con el ceño fruncido, apretando su báculo. —¿Qué no ves que trato de sonar amenazante?

—¿En serio? —Inquirió el hombre que miraba al dúo con una sonrisa.

—¿En serio? —Repitió Midoriya abriendo más sus ojos.

—¡En serio! —Recalcó sumamente irritada y se toco el puente de su nariz. Cabe destacar que ahora Snowey imitaba los gestos de la hechicera.

—Creí que... —balbuceada el de hebras verdes y se rascaba su mejilla apenado, después hizo una seña de pasar su dedo índice por su cuello, el típico gesto de "matar" que se suele usar mucho por los bandidos. La castaña arrugó sus cejas sin apartar sus ojos achocolatados del —¡lastimarlo! —Dijo por fin.

Snowey miraba a la hechicera y al hombrecito con curiosidad.

Ochako y el misterioso individuo se miraron confundidos, y el hombre rio.

—Niño —se puso de pie y tomó su mazo que lo paso detrás de su hombro cargando su empuñadura con su mano recargandola en su hombro. —Lo que acabas de hacer significa matar. —Después fijo su mirada hacia el dúo y asentía, —así que no eras un bicho raro, niña —le dijo a la hechicera que esta como respuesta inflo sus mejillas. —Me confundí, pensé que eran mi cena, en este bosque se encuentra criaturas de todo tipo, ¿Que son?

Aunque la pregunta parecía que cuestionaba el tipo de especie que eran, al dúo le dio lo mismo.

—Cazarrecompensas.

—Exploradores.

Ochako miró seria a Izuku que este se cubría el rostro mostrando al conejito para no sentirse intimidado.

—¿Son cazarrecompensas y exploradores en su tiempo libre? —Preguntó el hombrecito que examinaba con detalle las vestimentas de ambos jóvenes. Ochako suspiró cansada e Izuku se ría nervioso. —Con esas ropas no son ninguna cosa, no encajan en lo absoluto. Ese chico de cabellos alborotados no tiene un arma para ser un cazarrecompensas y es muy asustadizo con los temas de la muerte —el nombrado bajo la cabeza avergonzado sin dejar de darle caricias a Snowey, —y tú —miro a la hechicera, ella se cruzó de brazos e hizo una mueca —no llevas ninguna insignia —la castaña llevó sus manos a su cadera —no estas afilada a ningún reino, usas un báculo así que intuyo que eres una hechicera.

—Maravillosa deducción —sarcástica hizo una ovación de pie.

El hombre caminó hasta donde se encontraba Midoriya, caminaba en círculos sin quitar su mirada misteriosa como si de un felino rodeando su presa se tratara, esto hacia ponerlo mas nervioso al chico de pecas coloreando sus mejillas de rosa, le pedía ayuda con la mirada a su amiga, pero ella se encogió de hombros sin saber el comportamiento del hombre, aun así, no sentía que estaba en peligro como hace un momento. Ochako pudo divisar que el hombre era incluso más pequeño que Izuku, el individuo de rostro oculto bajo un casco de hierro en forma de cabeza de dragón le llegaba en estatura hasta el hombro de su amigo.

¡Era mas pequeño que ellos dos!

Se preguntaba si había incluso otra persona mas pequeña que aquel hombre.

—Tus manos —pidió el hombre mirando al de hebras verdes, pero antes dejo su mazo en la tierra. El chico arqueó una ceja dudoso y desconfiado —anda, ya no tengo intención de hacerles algo. —Midoriya asintió y le mostro sus manos, el hombre las tocaba sintiendo cada detalle, —vaya que necesitas entrenamiento con esa arma —después lo miró a los ojos esmeralda, aunque el chico no sabía de qué color eran los ojos del hombre por el casco —por cierto, ¿Dónde está?

—¿Dónde está qué?

Retiró sus manos del hombrecito y ahora era él quien las miraba como si tuviera algo extraño, la hechicera se cruzó de brazos y los miraba pensativa.

—Nos puedes decir, por favor —las últimas dos palabras las dijo con una sonrisa que parecía irritante, tal parece que le costaba tratar bien al hombre que anteriormente le había llamado bicho raro. —Quién eres tú de una vez por todas.

El hombre de estatura corta se rascó el casco como si fuera una extensión de su cabeza.

—No diré mi nombre, pero me suelen conocen más por mi oficio y un apodo —tomo su mazo y este brillo de color rojizo —se me conoce como Power Loader herrero, medalla de plata —dibujó una oculta sonrisa dejaba de su casco.

Ochako e Izuku intercambiaron una sonrisa genuina, sus ojos brillaron por la emoción.

—¡Tú eres el herrero del que Histoshi Shinso nos habló! —Exclamaron ambos jóvenes sin borrar su sonrisa, por su parte Midoriya se sentía ansioso de conocer cuál podría ser su espada.

—Oh, Shinso el mago con ojeras —asentía, dejo su mazo recargado en el suelo, — así que ustedes son de quienes que me habló —sonrió —es un gusto finalmente conocerlos. Me dijo que ambos son muy especiales, acompáñenme a mi humilde morada —comenzó a caminar perdiéndose entre los frondosos árboles.

—Pero ¿qué hay del carruaje? —Preguntó Midoriya mirando a la hechicera.

—Síguelo, yo ahorita te alcanzo, te vere desde el cielo —le guiñó el ojo haciéndolo sonrojar.

—Bien, ten mucho cuidado, Ochako —la chica paso sus brazos por detrás de su espalda, —¡quiero decir! Eres una chica fuerte, amable, aunque no lo creas, muy decidida en hacer las cosas, no dejas que el miedo te domine por completo, y luego esta tu cabello —decía entre balbuceos hablando rápido con sus mejillas de un tinte rosa.

—¿Mi cabello? —Dijo preocupada por verse mal estíticamente, se tocó sus cabellos marrones —sabía que debía usar un sombrero.

—¿Qué? ¡No, no, no es eso! —Negaba moviendo sus manos, arrugó sus cejas, suspiró y tocó el mechón café sobresaliente del cabello de su amiga —tu cabello es muy lindo, este corte te queda bien, luce más tus ojos, tu sonrisa, esas mejillas redonditas, y además tu cabello es sueve y tiene olor a lavanda, me gustas —después se corrigió —¡Me gusta! ¡Me gusta tu cabello! —Se reía sumamente nervioso, su rostro se tornó de un color carmín.

La hechicera lo miraba sorprendida con un brillo en sus ojos achocolatados y después sonrió con ternura, se acercó mas al chico de hebras verdes, Midoriya la contemplaba sonrojado y apenado, Ochako se acercó incluso aún mas haciéndolo retroceder por los nervios, cerró los ojos y sintió en su mejilla derecha la calidez de los suaves labios de su amiga.

Abrió sus ojos y el reflejo de estos se miraba la cara sonriente de la hechicera.

Midoriya se tranquilizó, su rostro regresó a su tono normal de piel, pero sus mofletes seguían adornados por ese color rosado.

—Gracias por el cumplido, Izuku —sin borrar su sonrisa, comenzó a caminar yendo hasta el carruaje —me pone muy feliz que pienses eso sobre mí. También me gusta mucho tu cabello —recalcó la ultima palabra riendo él se giró, pero la encontró sobre el cielo.

—Soy un idiota —se tocó sus cabellos sintiéndose frustrado, —le dije que me gusta y si es cierto si me gusta, me enamoré de mi amiga, pero sentí miedo al rechazo y le mentí —fijo su mirada a la tierra, —¡bueno no le mentí sobre su cabello! —Escuchó un cuchicheo y elevo su vista hasta la roca donde estaba Snowey —Ochako me gusta, pero no quiero que me rechace —se acercó al conejo y lo cargó —¿te has enamorado Snowey? Yo he leído sobre eso, pero es la primera vez que me pasa, también mi madre me hablaba sobre el amor —al decir eso abrió mas sus ojos e hizo una mueca. —Arg, es cierto, ¡este es un viaje para salvar a mi madre y a la aldea, no para enamorarme! —Una sombra lo cubrió, al mirar hacia el cielo el carruaje junto al caballo estaban flotando y se movían en dirección recta hacia él, diviso a la hechicera arriba sentada en el techo del carruaje. Midoriya sonrió rendido —pero aun así sucedió.

El de hebras verdes que cargaba al conejito, corrió hasta alcanzar al herrero, para su sorpresa no fue mucha la distancia y, aun así, aunque era más pequeño que él lo diviso entre los matorrales. Power Loader animadamente tarareaba una canción. Cuando Midoriya estaba a su lado dejo de trotar para estar al mismo paso mientras que Ochako los seguia desde los aires.

—Hace rato... —habló con timidez en un tono bajo interrumpiendo al herrero que lo miro —mencionaste algo sobre que Hitoshi te habló de nosotros, ¿Cómo es posible? —El de hebras verdes abrió mas lo ojos al recordar cierto articulo mágico, —¿usa una lacrima, se puede?

—Se puede. Son llamadas lacrimas de comunicación, ves a la persona a través de la esfera de cristal y puedes tener una grata charla, son difíciles de encontrar y solo las personas con muchas cinas la pueden comprar, pero para mí que no soy usuario de la magia como lo es un mago no es importante para mí. Usó un buscador.

—¿Un buscador? —Pregunto Midoriya deteniendo su paso al visualizar un gran muro construido de piedras, en la parte central había un par de rejas de color cobre lo que intuía que era la entrada.

—Así es Izuku, un buscador —abrió la reja pasando hacia la cabaña, —por tu mirada perdida puedo notar que no sabes que es —caminó hacia la izquierda de la casa a una pequeña choza donde había un gran horno, —es un gorrión con la cualidad mágica de poder encontrar a una persona con la que antes ya has contactado. Shinso me solía comprar dagas y espadas.

—Ya veo, de ese modo que por medio de una carta te hablo de nosotros.

Se escuchó un ligero ruido, Izuku guardó al conejo en su mochila y fue hasta afuera, recibió a la hechicera con una sonrisa, pero la encontró pensativa, su mirada se perdía entre los arbustos. Él hizo una mueca de lado.

—¿Todo en orden? —La hechicera parpadeó, abrió ligeramente su boca aislando un poco sus labios de su posición inicial, pero los volvió a unir. Midoriya frunció el ceño y se acercó a su amiga. —Qué es lo que te disgusta, el herrero Power Loader es amable.

—No es eso, es solo —volvió a mirar hacia los arbustos —tuve la sensación de que alguien me observaba —suspiró cansada y recargo su cabeza en el hombro de Midoriya, él paso saliva nervioso, Snowey los miraba con curiosidad. —Pero, siempre lo he sentido desde que viajo sola, solo que esta vez mucho mas intensa —el de hebras verdes la abrazo.

—Tranquila, ahora estas junto a mi y ya nunca estarás sola, no lo permitiría, no me dejaré  que nadie te aleje de mí —dijo en un tono dulce sonriendo, estrechando aun mas fuerte a su amiga.

Snowey formó un corazón con sus orejas.

Mientras el dúo entraba a los aposentos del herrero. Midoriya le explicaba a Ochako que él sabia de ellos por medio de un buscador, el de hebras verdes no le sorprendía que su amiga conocía más sobre el mundo mágico que él, no tuvo que explicarle que era y cuál era la función del gorrión.

—En la carta menciona que eres un chico con una bendición —habló Power Loader buscando entro unos cajones un libro. Los tres se encontraban en el taller donde suele construir las herramientas. —Y que se activa al usar armas —dijo al abrir el grueso libro, —¿Cuál es tu favorita? —Dejo el libro sobre una mesa de madera que tenía varios utensilios y aserrín.

Midoriya y la hechicera se acercaron más para poder ver los dibujos y los textos del libro. Trataba solo de ilustraciones de todo tipo de armas junto a su estilo de pelea.

—Pues... —alargo la palabra hojeando el libro, entre las armas había lanzas, hachas, mazos, martillos, unos escudos, dagas, cuchillas —ya antes he usado una espada.

Power Loader tomó el libro y paso unas cuantas hojas hasta llegar a la sección de las espadas donde se mostraban sus empuñaduras y los estuches.

—Izuku tiene la misma bendición que el caballero sacro All Might, queremos una espada que sea simular a esa —habló seria la castaña mirando al herrero. —Power Loader, ¿de casualidad sabe algo sobre la legendaria espada que blandaba ese caballero?

Midoriya miraba a la castaña que mantenía un semblante serio, y eso lo incómodo. Sentía que no había necesidad de que ella usará ese tono de voz y estuviera a la defensiva con el herrero.

—Se un par de cosas, pero te apuesto que lo que yo sé tú ya lo conoces —se cruzó de brazos mirandola. Ochako achicó los ojos —la espada apareció ante el primer portador de la bendición, él les rogaba el poder para salvar a su hermano de la oscuridad y los dioses le obsequiaron la espada, pero si quieres saber de qué está conformada dicha espada; su estructura y propiedades, no tengo idea. Nadie realmente lo sabe, y lo que sabemos fue porque esas personas de ese tiempo escribían lo que veían y los relatos se volvieron cuentos y los cuentos libros de fantasía y después leyendas.

—Pero las leyendas si existen —dijo Midoriya buscando de su mochila el libro de pasta dura color marrón y el conejo Snowey se lo entregó —en este libro muestra las travesías de All Might, también habla de la espada, los movimientos y unas runas que supongo son hechizos.

El herrero tomó el libro y examinaba las páginas, sobre todo las letras de las runas y suspiró.

—¿De dónde conseguiste esto? —Cerró el libro y dirigía su mirada al de pecas.

—Mi madre me lo regaló al cumplir cinco años, es mi tesoro más preciado.

—Izuku este libro es único —fue hasta un librero y saco otro libro exactamente igual al de Midoriya solo que este tenía los bordes de la pasta con un color dorado. Hojeaba el libro hasta la misma sección donde se encontraban las runas y se los mostró a ambos.

Ochako lo tomó y miraba con detalle la hoja de un color amarillento y tinta negra, después agarro el libro que tenía en las manos su amigo y busca la misma página.

—Las runas son diferentes... —susurró al ver ambos libros, después miró al herrero —¿por qué lo son? ¿No deberían ser iguales? Si son solo copias a menos que... —miró a Midoriya y este los veía ambos arrugando sus cejas sin comprender.

—¿Q-qué sucede? —Preguntó, nervioso por tener las miradas sobre su persona.

—El libro que tienes Izuku, es el auténtico. Escrito por la mano del compañero de All Migth, aquel que solían llamarle Sir Nighteye.

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>> Capitulo nuevo después de exactamente diez días. Lo publico de una vez porque la siguiente semana y la que viene de esa, me tocan ya los exámenes.

Pero, si puedo y quiero escribiré a ratos y de pequeños fragmentos se completa un capítulo.

Los conceptos nuevos sobre este AU Medieval espero no lo estén mareando. Tenemos: lacrimas, el buscador (que es un gorrión), los brazaletes. Y pronto se explicará más sobre las espadas.

Por otra parte, la relación de Ochako e Izuku es muy bonita, se quieren mucho, como amigos y como algo más, pero solo uno de ellos se dió cuenta que lo que siente es amor. Todo va despacio, no se desesperen.

Hasta la siguiente actualización.

Eclipsa, fuera.

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