『 CAPITULO XII 』
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ARCO 3
EL HERRERO
El de hebras verdes era quien sostenía las riendas por esta ocasión dirigiendo el sendero que el caballo seguía para ir hacia donde Hitoshi Shinso les había marcado la ubicación en el mapa para encontrar al misterioso herrero Power Loader. Midoriya debería de estar emocionado por saber que él tenía una bendición y que pronto conseguiría una espada que se adecuara a su poder, pero no lo estaba.
Sus pensamientos estaban centrados en su amiga: la hechicera de cabellera castaña y mejillas ruborizadas. Midoriya pasaba entre lapsos de estar sonrojado y preocupado; ya que antes de que Hitoshi llegara, ellos estaban por tener un beso. De tan solo volver a pensarlo su rostro se tornó de un calor carmín y sentía sus mofletes y sus orejas calientes.
Recuerda no apartar sus ojos esmeraldas de los labios rosados de Ochako, de pasar saliva ansioso por probarlos, ¿Cómo sería su textura? ¿Sus labios serian como sus mejillas? No lo entendía, en ese momento tenía un enorme impulso de querer besarla sin preguntar antes si ella también lo quería. Solo estaba pensando en el mismo, lo cual lo ponía incómodo al mirarla porque sus ojos viajaban directo a los labios de su amiga.
Se preguntaba si ella se sentía igual que él, pero su poca conversación era tan normal y casual que parecía que ese momento no había sucedido.
«Izuku deja de pensar ya en eso —se regañaba mentalmente haciendo una mueca molesta frunciendo el ceño mirando hacia el frente —lo que en verdad importa —aspiró y soltó el aire con pesadez y miro el mapa que estaba sobre su regazo, —encontrar al herrero y ser de utilidad para Ochako ahora que sé que tengo una bendición.»
La hechicera estaba adentro del carruaje leyendo el libro que Midoriya le presto, pero había páginas en blanco y otras escritas en runas que apenas conocía una que otra letra. Lo que en verdad le importa de ese libro no eran los relatos del caballero sacro All Might, sino la información para usar el poder de la espada.
<<El caballero All Might consideró esconder la espada lejos de todos aquellos que querían obtenerla para evitar posibles guerras. No sabía que era lo que hacía diferente entre la espada y su propio poder, ni siquiera sabía quién la había forjado, su antecesor no conocía las respuestas. Solo se dice que un día, la espada apareció ante la primera persona que necesitaba un inmenso poder para salvar a su hermano, como si fuera un regalo de los mismos dioses.>>
Ochako terminado de leer el párrafo elevo su vista los baúles que estaban frente a ella y apretó el libro con sus dos manos.
—Deidades —dijo en un tono frívolo mostrando una media sonrisa, —por supuesto que existen no por nada, no estarían esas personas con peculiaridades —la imagen de Izuku apareció en su mente al decir eso y negó para no desconcentrarse, —si los dioses otorgan bendiciones a las personas, ¿ellos pueden crear objetos o tendrán una persona que los forja? Sería interesante si el herrero sabe un poco de historia.
Pensativa cerró el libro inflando sus mejillas y después miro su mano enguantada y torció sus labios en una mueca entre triste y preocupada, dejo el libro en el cojín del asiento, aparto la mirada y en un rápido movimiento quitó su guante. Sostuvo la respiración y miro por fin hacia su mano izquierda, exhalo el aire con una sonrisa de alivio. Movió examinando su mano y no tenía esas almohadillas que se formaron cuando perdió el control.
De su palma de su mano apareció un brillo de color rosa y ahí se revelo las almohadillas que estaban camufladas, paso saliva asustada, se concentró para que esa magia desapareciera, pero se formaba una esfera luminosa y eso la asusto más. Agito su mano y el destello rosa salió por la pequeña ventana del carruaje impactando contra un árbol.
—Mierda —susurró cuando el carruaje detuvo su movimiento. Rápidamente, se colocó su guante y tomó su báculo que estaba a lado de ella sobre los baúles de madera.
—¿Ochako, que fue eso? —Preguntó, preocupado se bajó del asiento y camino hasta estar frente a la puerta del carruaje. —¿Fuiste tú o... —su tono de voz cambio a uno tembloroso —nos están atacando?
La puerta se abrió y Midoriya cayó de espalda hacia el suelo, la hechicera no tuvo oportunidad de reaccionar y detener el golpe que se hizo, el de hebras verdes respiro hondo y soltó el aire cerrando sus ojos.
—¿Estás bien, Izuku? —Se arrodilló ella acercando más su rostro al de él, cuando Midoriya abrió sus ojos se sonrojó —dime, te duele algo —preguntó en un tono dulce.
El chico se levantó de inmediato apartando la mirada de la castaña fijando sus ojos a su propia vestimenta y se llevó su mano a sus cabellos haciendo una mueca de dolor.
—Duele, pero no tanto como la vez que active la bendición lastimando mis brazos —cambió su semblante y se puso de pie, la miro preocupado, —lo de hace rato, ¿Qué fue eso? —Se llevó su mano a su mentón examinando el carruaje.
La hechicera rio nerviosa, bajo la mirada y apretó el mango de su báculo y frunció sus labios. Midoriya la miraba confundido sin comprender la actitud de su amiga, después ella en un movimiento lento y torpe señalo la ventana derecha del carruaje. El de hebras verdes alzo su ceja con curiosidad, caminó un poco hasta estar frente a la diminuta ventana, asomó su cabeza saliendo de los bordes del carruaje y abrió sus ojos de la impresión.
—Ah —dijo mirando como el árbol se encontraba levitando en el aire, en su rostro se dibujó una media sonrisa, le parecía como una travesura o como si su amiga fuera una niña pequeña aprendiendo a usar magia —«me pregunto si cuando estudiaba le sucedían estas cosas» —al pensar en aquello su sonrisa tierna paso a una divertida, observo por unos segundos más el árbol suspendido en el árbol y ladeo su cabeza extrañado. Miro a la hechicera, —Ochako ¿es normal que el árbol tenga el contorno de color rosa?
—Claro que si —dijo sin darle importancia ignorando a su amigo. La hechicera estaba buscando unas hojas de plantas del baúl de medicamentos. Hubo un corto silencio, la castaña pestañeo mirando fijamente la tapa del baúl y elevó la vista hacia Izuku, —¿Qué fue lo que dijiste? —Cerró de golpe la tapa, se puso de pie y salió del carruaje.
Midoriya le pareció extraño el comportamiento de la hechicera y decidió seguirla. El chico caminó hasta estar al lado de su amiga, la miraba en silencio, observando como fruncía los labios.
—¿Eso, —carraspeó Izuku apuntando al árbol y después cruzando sus brazos —no debería de pasar? —Finalizó la pregunta volviendo a ver Ochako. Ella se giró y cambió su semblante, le dedico una sonrisa. —¿Significa que pudiste descifrar las runas del libro? —Preguntó, los ojos esmeralda del chico brillaban con emoción y asentía mirando el árbol, —¡eso es increíble! Es probable que en el libro vengan algunos hechizos de movimientos especiales con la espada —el de hebras verdes sintió una corriente de aire pasar hacia su lado, su sonrisa y emoción desapareció al notar que estaba en peligro, un par de sus cabellos verdes fueron cortados y con ello el árbol cayó hacia la tierra.
Midoriya giro su cuerpo hacía estar frente al árbol que antes se mantenía en el aire, ahora solo era un tronco con un corte diagonal y las hojas esparcidas a su alrededor. La hechicera se acercó hasta las ramas y se hincó buscando las manzanas que ese árbol podría tener.
—No Izuku —dijo sin mirarlo moviendo las hojas y ramas, —por desgracia no puedo descifrar esas runas, conozco unas cuantas, pero no soy capaz de crear palabras —tomo las tres manzanas, se puso de pie y sonrió de lado, —pero hay una persona que puede leer las runas al derecho y al revés.
Se subió al asiento principal de carruaje esperando que Midoriya hiciera lo mismo.
—¿Y quién es? —Preguntó con esperanza de tener finalmente el libro descifrado para ser leído sin hacer pausas. Se subió al carruaje sentándose a lado de Ochako, —¿sabes dónde vive? —Buscó el mapa entre su mochila y lo desdobló. Era el mismo mapa que ellos dos habían unido las piezas para forma uno solo —espero no desviarnos de la ruta hacia el herrero que marcó Hitoshi.
La castaña dio una mordida a la manzana y después de comer el bocado miro fijamente el camino de tierra.
—Solo te puede oír, no te puede ver, nunca se va de su sitio y no puede hablar —dio otro mordisco a la manzana, Izuku la miro arrugando sus cejas, sentía entre temor y emoción, porque creía que se podría tratar de una persona con una gran magia o una criatura mágica.
—O-oh —titubeó sin saber que decir, abrió su boca para preguntar que era realmente a lo que su amiga se refería, pero ella fue más rápida interrumpiéndolo.
—Es una estatua —sonrió con melancolía, sus uñas perforaron la manzana que comenzaba a derramar un poco del jugo. Midoriya miró en silencio con un rostro serio y frunció el ceño, después sus ojos miraron a su amiga que mantenía aquella sonrisa de tristeza. —Una hermosa mujer convertida en una estatua.
Midoriya tocó la mano enguantada de su amiga. Ochako levanto la cabeza para encontrarse con los ojos color esmeralda de Izuku, quien simplemente la miraba mostrando un rostro compasivo.
—Si quieres hablar de eso, aquí me tienes Ochako —dijo aquello en un susurro, pero con un tono de voz suave y dulce apretando delicadamente la mano de la hechicera quien se encontraba con un colorete más marcado en sus sonrojadas mejillas.
—Preferiría —dijo mirando como Izuku no retiraba la mano de ella, después sonrió y lo miró —no hacerlo —ante la respuesta, notó preocupación en los ojos de su amigo —estoy bien —agregó para no inquietarlo en vano.
Mientras se dirigían en silencio hacia los aposentos del herrero, Midoriya estaba perdido en sus pensamientos. Ochako era de las pocas personas por no decir la única que le permitía tocar el libro e incluso leerlo, pero a pesar de las sonrisas, las palabras y los gestos de amabilidad de la hechicera, desde el fondo de su corazón sentía que faltaban más piezas en el rompecabezas. No quería encarar a su amiga para que le revelara todo su pasado como si estuviera leyendo una biografía, pero las falsas sonrisas, las palabras y los repentinos actos de Ochako lo comenzaban hacer dudar.
Midoriya no era ningún tonto. Él sabía que la hechicera no quería responder por qué alrededor del árbol toda su figura brillaba de un pálido color rosa, la castaña prefirió destruir el árbol en lugar de responder.
Entonces entendió que Ochako no se había sincerado del todo con él y eso le dolía mucho. Como si se hubiera hecho un corte en alguna parte del cuerpo y la herida seguía abierta, pero no tenía el valor de reclamarle nada, porque tenía miedo de que con sus insistentes preguntas la hechicera se hartara del y lo abandonara. Y él sabía que no podría estar alejado de ella.
Con Ochako Uraraka a su lado las noches de soledad vagando por el mundo habían terminado; vio por primera vez a una persona dominar la magia a la perfección, con ella pudo tener la oportunidad de tener otro amigo, a su lado reía, sonreía y olvidaba por completo las pesadillas que tenía al no poder ir a su aldea a rescatar a su madre. Ochako se había convertido en su felicidad y no sabía que seria del y si la hubiera conocido aquel día que llego a un pueblo y fue víctima de unos pueblerinos en la taberna.
Sonrió de lado, sus pecas se perdían entre el carmesí que adornaban sus mejillas. La castaña era más que todo eso, al pensar en todo eso no tuvo más dudas. Aceptó que se había enamorado de hechicera.
Dicha revelación lo hizo sudar, temblar de sus manos y enrojecer. Por eso aquella vez tenía el impulso de besarla porque la ama.
—¿Izuku, estás bien? —Preguntó mirándolo como su amigo tenía su rostro de color rojo, —no me digas que estas por enfermarte —hizo una mueca de lado, él se giró para verla, Ochako se retiró sus guantes y los puso en su regazo mientras que tocaba la frente del con su mano y con la otra se tocaba su frente, sintiendo que los niveles de temperatura concordaran. —Pues no, no tienes fiebre.
Midoriya se mantenía inerte, mirándola con timidez, respirando con dificultad.
«¡Está muy cerca! ¿Qué se supone que deba hacer?»
La hechicera le sonrió cuando noto que el de hebras verdes no decía nada. Midoriya paso saliva, retrocedió nervioso, pero por desgracia no había un soporte atrás del, cuando estaba por caerse por acto de reflejo jalo a su amiga cerrando sus ojos y, cuando él esperaba el golpe sobre su espalda nunca llegó.
Una vez que abrió sus ojos con temor lo primero que vio sobre su pecho fue los marrones cabellos alborotados de la hechicera. Sintió como era rodeado con tanta fuerza por los brazos de Ochako, cosa que no ayudó porque su color rojizo en su rostro aumento más. No veía la cara de ella y eso lo aliviaba porque no sabía cómo le haría frente. Y, apenas noto que se encontraba flotando en el aire.
—Que impertinente de tu parte, cabellos rizados —dijo en un tono de voz grave levantado su cara del pecho de Izuku para mirarlo molesta, —¿Por qué hiciste eso? —Preguntó para después hacer fruncir el ceño.
—Ah —fue lo único que logro decir desviando sus ojos mirando las flores que se encontraban a los lados del sendero que recorrían, después regresó su mirada y pestañeó incrédulo. —¿Ochako —la miró aún con sus mejillas sonrojadas —por qué estás abrazada a mí? —Preguntó esta vez mostrando una sonrisa tímida y al mismo tiempo llena de ternura.
El enfado le duro muy poco, si Midoriya no hubiera mencionado que ella lo estaba rodeando con sus brazos, lo más probable era que la hechicera mantendría una mirada seria sin importarle nada, pero ante la pregunta, Ochako bajo su mirada y después la elevo y con eso sus mofletes se pintaron de un color carmín.
Se escuchó un sonido seco.
El caballo resopló asustado por el ruido. Tanto Izuku como Ochako habían caído al suelo manchando sus ropas de tierra. El de hebras verdes había perdido la cuenta de las veces que se había caído y las que estaba por caerse. Literalmente estaba cayendo por Ochako en todos los sentidos.
—¡Por qué! —Exclamó con enfado Midoriya.
—¡L-lo siento! —Avergonzada tartamudeó y rápidamente se colocó los guantes color amarillo y le dio la mano para levantar a su amigo.
Ambos se miraron a los ojos y después rieron por lo torpes que habían sido.
Parte del viaje lo pasaban de forma amena, Midoriya se enfoscaba en llegar cuanto antes hasta el sitio donde era el paradero del herrero, pero le era difícil apegarse a los tiempos de viaje, ya que Ochako cada vez que pasaba por algún pueblo quería visitar las tiendas para buscar objetos mágicos o solo por simple curiosidad, Midoriya lo podría aceptar, pero por su desgracia su amiga solo entraba a los locales, pregunta por artefactos que para él eran desconocidos y no compraba absolutamente nada. Después entre susurros le comentaba a su amigo que le gustaría "tomarlo prestado", lo cual coloquialmente se le conocía como robar.
Aun así, Izuku se la pasaba riendo cuando regañaba a Ochako por querer tomar prestados los objetos, no cabía duda que siempre a su lado se ría. Se turnaban entre un lapso de cuatro horas para que en las noches uno durmiera y el otro se mantenía haciendo guardia, no se sabía quien o quienes podrían atacarlos.
En las horas de guardia Midoriya o estaba leyendo el libro, pensando en como usar el poder que corrían por su cuerpo o simplemente sacaba la lacrima de su mochila para darle las buenas noches a su madre y contemplarla por unos minutos.
—¿Entonces... —balbuceaba el de hebras verdes mirando el mapa y después lo dejo en su regazo para ver el paisaje que estaban por entrar —es aquí? —Preguntó con duda alzando una ceja e hizo una mueca rascando su nuca.
—Bueno —dijo la castaña después de pasar el alimento y agarró el mapa, —obviamente tiene más vegetación que este simple dibujo. Shinso marco que el herrero Power Loader se encuentra en el bosque Galloway, ahora debemos adentrarnos y buscar una choza.
—¿Crees que solo sea él viviendo en este gran bosque? —Preguntó, movió las cuerdas para que el caballo comenzara a recorrer el lugar.
Ochako quien termino de comer el pay de calabaza se sirvió un poco de té y después de beberlo lo miro y se encogió de hombros. Midoriya dibujo una sonrisa nerviosa en su rostro.
—No debes de tener miedo, no es como si ¡Ah! —Gritó de sorpresa al sentir un pequeño choque, pero por suerte ninguno se cayó de su sitio. Uraraka fruncía el ceño, se puso de pie —¡Hey, tú! —Se dirigía al caballo —¿Por qué te detuviste de golpe?
Midoriya sonrió conteniendo sus risas. Después miró hacia el frente, alzo un poco su cuello para observar porque el caballo detuvo su andar. Vio que no había manera de que el caballo pasara por ese puente de madera construida con tablas y unas sogas, el camino era estrecho, bajo del puente había un inmenso lago cristalino que se podía ver con claridad algunos de los peces de colores y algunas plantas marinas.
—Que sorpréndete que la única manera de cruzar el bosque es pasar por el puente, ¿y si es una trampa? —Dirigió su mirada a la hechicera que de un brinco llego al suelo e hizo unos estiramientos de brazos y movía las piernas.
—Y dices ser todo un explorador chico seguridad —con una sonrisa tomo su báculo —trampa a o no, —se rio y se apartó de la vista de su amigo, se quitó su guante y toco el carruaje que al poco tiempo comenzó a flotar asustando a Midoriya —¿Cómo nos podría afectar si estamos en el aire, Izuku? —Preguntó sonriendo estando atrás del.
Jalo al chico quien cayó sentado el báculo y luego con un movimiento de manos el báculo se elevó a unos metros y escucho un grito agudo por parte de su amigo.
—Tranquila, si no estás alterada no se verá el brillo rosa —murmuró para ella misma, se volvió a quitar el guante amarillo y tocó el caballo que únicamente resopló cuando sus patas dejaban de sentir el césped.
Miro hacia el cielo y rio un poco, podía ver la figura flacucha de su amigo aferrándose al báculo con tanto temor, después movió su dedo índice en círculos y el báculo comenzaba a imitar los gestos de su dedo.
—¡Ahhhhh! —Gritaba Midoriya aterrado por caer o por vomitar. —¡Ochako no es gracioso! —Inflo sus mejillas luchando por no devolver el almuerzo de la mañana. Izuku sabía que la única forma de volver a poner sus pies sobre la tierra era con decir una palabra que hacía que la castaña se enfadara. —¡Hechicera loca! —Gritó, cerro sus ojos cuando sentía la brisa del aire golpear su rostro, aunque no viera que ocurría sabía que estaba descendiendo.
La de ojos achocolatados tenía sus manos a la altura de su cadera haciendo una mueca en forma de desaprobación y chasqueo la lengua. Se sentó en el espacio libre de su báculo y a Midoriya lo dejo caer en el asiento del carruaje donde anteriormente estaba dirigiendo los pasos del caballo.
—Quédate ahí, no te pasará nada, yo me encargo de manejar el curso —le ordenó y como respuesta él asintió sintiéndose cohibido.
Ochako estaba a unos metros arriba de ellos mirando si de casualidad se encontraba una persona, pero solo miraba animales, los nidos de los pájaros sobre los árboles, después de cruzar a su estilo el puente, la hechicera echo un vistazo hacia abajo para no ser vista por su amigo. Una vez que el carruaje junto al caballo estaba a unos centímetros del suelo, se retiró sus guantes, unió sus manos y al fin tocaban tierra. La hechicera sintió un mareo lo que ocasiono que su vuelo se viera afectado y chocar con una rama gruesa de un árbol.
—¡¿Ochako, estás bien?! —Exaltado preguntó, se bajó del asiento y corrió hacia donde estaba su amiga que se encontraba sujetada de la gran rama. Apoyaba sus antebrazos en la rama y con su mano derecha tenía su báculo.
—Había olvidado esta sensación al usarlo —susurró entrecerrando los ojos, miro hacia abajo y sonrió para no preocuparlo, —todo bien —dijo mostrando el gesto del pulgar hacia arriba —me distraje.
Dio un impulso hacia atrás y en un hábil movimiento se encontraba montando en su báculo, y después estando a una altura apropiada toco el suelo.
—Que susto me diste —dice en un suspiro de alivio poniendo sus manos en sus rodillas. Ladeo su cabeza cuando vio a un conejo blanco a unos metros de ellos y sonrió con ternura, —pero mira que lindo, Ochako —dijo apuntando hacia el animal y la hechicera también lo miró.
—Si, lo es.
—Hay que quedárnoslo, por favor —comenzó a caminar hacia donde se encontraba el conejo.
La hechicera hizo una mueca desconfiada la situación.
—Izuku no debes de caminar libremente por aquí, no sabemos qué cosas pueda haber, o peor, que criaturas. De por sí los bosques ya tienen mala fama, ahora solo piensa en todo lo relacionado con lo mágico —se cruzó de brazos intentando sonar autoritaria para encubrir su miedo.
El conejo blanco movía sus patas delanteras y levantó su cabeza de las hojas que tanto inspeccionaba con curiosidad. Cuando escuchó crujir de las ramas movió una de sus orejas hacia la dirección donde se encontraba caminando el de hebras verdes, con pasos lentos y torpes.
La hechicera después de la advertencia se dedicó a mirar la corteza de los árboles y notó que en varios de estos había rastros de arañazos y torció sus labios llevándose su mano enguatada a su mentón.
—Te tengo amiguito —dijo con una sonrisa y un tono agudo mientras daba caricias a la espalda del conejito. Después lo sujeto del pecho para verlo de frente y miraba como las largas orejas peludas se movían —necesitas un nombre... —observaba en silencio y después asintió —Snowey —finalizó acercando el pequeño conejo blanco a su pecho moviendo él sus piernas. Tal movimiento le costó ver todo de cabeza, literalmente. —¡Ochako! —Gritó asustando abrazando con fuerza al conejo.
La nombrada se sobresaltó y corrió hacia donde estaba Midoriya y lo encontró colgado de los tobillos boca abajo suspendidos en el aire. La hechicera suspiró irritada y se tocó el puente de su nariz.
—Cabellos rizados —dijo con voz gruesa aun tocándose el puente de su nariz, claramente se encontraba irritada por el comportamiento tonto del chico, retiró su mano y apretó molesta el báculo de madera, —¿Te lo dije o no?
—¿Qué no sé suponía que los conejos dan suerte o algo así? ¡¿O es que Snowey fue apartado de su manada por no tenerla?! —Preguntó exaltado mirando al conejo.
Ochako movió los olanes de su vestido amarillo y con su báculo apuntaba hacia la soga que sostenía las botas rojizas de Midoriya.
—Voy a cortar la soga con mi magia, la caída no te va a doler, no es tan alto, pero trata de que el conejo este a salvo de tus tonterías —el de hebras verdes asintió y esperaba que su amiga usara algún hechizo para liberarlo. La hechicera ladeó su cabeza y su mirada se perdía la piedra rubí mágica de su báculo. —¿Todo bien, Ochako?
—Izuku —lo miro arrugando sus cejas y su tono se escuchaba preocupante, —¿Por qué había una trampa? —Cuestionó con una risa nerviosa. Asustado, él se encogió de hombros.
—¡El cazador ha encontrado una gran presa! —Escucharon un grito de un hombre que estaba muy emocionado.
Ochako se dio la vuelta y miro que en una colina a unos cuantos metros estaba un hombre de estatura bajita, con un casco de hierro en forma de cabeza de dragón, no usaba alguna camisa, su pecho estaba al descubierto y tenía musculatura como si ese hombre nunca dejara de ejercitarse, su pantalón de cuero marrón desgastado y sus botas del mismo color y sucias no era lo único más notorio, pues sobre su hombro cargaba un gran mazo que le llegaba a la mitad de su propia altura.
—Mierda —susurró cuando noto como el mazo comenzaba a brillar de un color rojizo. El hombre dio un salto para atacarlos a ambos. La castaña empujó a Midoriya que este simplemente se columpiaba como un péndulo, mientras que ella estaba en el aire montando su báculo. Observo que el suelo se cuarteó, la tierra se mezclaba entre un color café y con tonos rojos y anaranjados asimismo un vapor comenzaba a en manar. —¿Un arma con propiedades mágicas?
—¡¿Por qué nos ataca ese hombrecito?! —Gritó aterrorizado el de hebras verdes mirando como todo giraba a su alrededor.
—Hábiles para escapar de su muerte —masculló el hombre mirando hacia arriba donde se encontraba la hechicera y comenzó a reír exageradamente —¡Hace mucho que no me divertía así!
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>> Bueno aquí el capítulo número 12 del tercer arco. Me tarde, pero tampoco tanto según yo jajaja. Igual andaba haciendo notas sobre está historia y cosas a futuro que quiero implementar.
Y después me distraía escribiendo otros fanfics que tengo en borrador. Sip, tengo muchos fanfics en borrador y no soy de publicar a lo loco porque luego me siento presionada sobre la actualización 😥😔
Entre ellos están el KamiJirou (escolar), otro Izuocha (escolar), Oneshot de solo Ochako, ideas para escribir un TamaNeji, tengo en borrador una historia Kacchako. Si banda, me gusta ese ship.
Pero, bueno, la máxima prioridad es terminar esta historia au medieval. Feliz fin de semana (aunque falten dos días).
Pd: Perdonen si hay errores en el capítulo (no serán tantos) yo reviso el cap, pero aunque lo revise se me escapan cosas.
Eclipsa, fuera.
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