『 CAPITULO X 』
━━━━━━✧ ❀ ✧━━━━━━
Midoriya abrazaba a la castaña y suspiró aliviado, miró hacia el cielo estrellado y cerró los ojos para respirar con calma después sus orbes esmeraldas se encontraron con la luna llena y sonrió de lado. Movió a Ochako para cargarla estilo nupcial y caminar hacia uno de los enormes agujeros que se había hecho por los torbellinos de viento.
Una vez afuera en el césped que estaba rodeado por las murallas de piedra se encontraba el mago de pie mirando con fastidio a las personas dormidas aún en los capullos. Midoriya se acercó hasta llegar a él y dejó de forma delicada a la hechicera en el césped a lado de los pueblerinos.
—Estas personas estaban por morir y ellos no tenían idea —dijo el mago cruzándose de brazos sin apartar la mirada hacia las personas.
Midoriya hizo una mueca.
—¿Lo dices por Ochako o porque tú las estabas matando indirectamente? —Preguntó en un tono molesto.
Justo en este momento Izuku hizo un gruñido de dolor tocando sus brazos. El mago lo miró por el rabillo del ojo y achico los ojos.
—Estas personas mataron a mi madre —dijo el mago con desprecio en su voz que Midoriya lo miró frunciendo el ceño. —Mi madre, una mujer tan hermosa y alegre que únicamente quería sanar los enfermos con métodos no tradicionales, fue lo que la llevo a su muerte. —Vio al chico de hebras verdes, —la confundieron con una bruja. Llamaron a los caballeros sacros y se la llevaron, y todos sabemos que, o son esclavas o están muertas. Mi madre adoraba la magia, los experimentos y las pociones, amaba crear hechizos con flores, y antes de que me apartaran de ella me escondió y me dejó toda su investigación.
—¿Cómo sabes que tu madre está muerta?
—Porque —de un compartimento de su capa sacó una esfera de cristal que se la arrojó a Midoriya quien la atrapó con torpeza, aun le dolía los brazos y tenía una sospecha de por qué, —antes de que se fuera de mi lado me dio esta lacrima. Con ella podía verla, no importara como, pero a los dos días la esfera no reflejaba nada, lo que significa que... —hizo una pequeña pausa y apretó su mano, —ya no existe.
—¿Izuku Midoriya cuál es tu historia? —Preguntó con curiosidad el mago sorprendiendo al chico quien apartó la vista de la lacrima para verlo, —esa chica es especial para ti, ¿no? ¿Qué los une?
Él se giró para mirar hacia donde estaba Ochako durmiendo tranquilamente y sonrió, regresó la mirada hacia el mago de hebras índigos.
—Ochako es mi primera amiga en mucho tiempo. Hui de mi aldea que fue atacada por una orden de los caballeros negros, seguidores del señor oscuro, mi madre así como a ti, me escondió y llamó la atención para que solo creyeran que vivía sola en nuestra casa, pero planeo salvarlos, a toda la aldea aunque me hayan tratado tan mal y se hayan burlado de mi por no ser como ellos, con una habilidad fantasiosa —el mago arqueó la ceja confundido, pero no dijo nada y escuchaba atentamente, —estoy en búsqueda de la espada legendaria del caballero sacro All Might y salvar a mi aldea.
El mago se sorprendió, apretó sus puños y rechistó.
—¡Eso es una estupidez! —Dijo con molestia.
—¡La espada existe! —Respondió de igual forma Midoriya.
—¡No hablo de la espada! —Gritó frunciendo el ceño y el chico lo miró molesto, —me refiero a salvar a toda tu aldea. ¿Por qué? —caminó más para estar cerca del —¿Por qué salvarlos si te hicieron daño? Lo poco que pude indagar en tu mente fue simples fragmentos y vi las imágenes donde llorabas por el mal trato de esas personas. ¿Por qué simplemente no consigues la espada y salvas a tu madre y dejas que la aldea viva con esa condena?
Midoriya lo miró con tristeza e hizo una mueca que molestaba al mago por esa expresión de melancolía hacia él.
—Porque a pesar de todo eso no es lo que mi madre quisiera —dijo con tristeza en su voz, —entiendo que estas personas —miró los pueblerinos que estaban durmiendo —nunca podrás perdonar lo que hicieron, pero tenían miedo. Los asesinos, los cazarrecompensas, la orden de caballeros oscuros y las brujas; todos le temen a eso, —lo tocó de sus hombros, —pero el escarmiento no te traerá de vuelta a tu madre. Si ella quería salvar a todos incluso aunque la recriminarán, es porque tu madre tenía un gran corazón y era un ser bondadoso.
El mago se dejó caer de rodillas al césped y comenzó a llorar llevándose sus manos a su cara.
—E-era un niño... cuando todo pasó. Midoriya yo solo quería que todas las personas fueran felices en sus sueños —limpió sus lágrimas con su mano y miró con tristeza a los pueblerinos.
Midoriya se hinco para estar a la altura del chico de cabellos índigos y le dio suaves palmadas en la espalda para darle una calidez a su corazón como a su alma.
—Tienes que aprender a dejar ir el pasado, créeme, solo así puedes avanzar. Tu madre no quisiera verte en ese estado, estoy seguro que ella estaría feliz si ayudas a los demás como ella los ayudaba, por eso te dejo su legado: su investigación —el mago levantó la cabeza mientras miraba al chico de hebras verdes sonriéndole para darle ánimos, las lágrimas caían en silencio y miraba a las personas dormidas.
Se puso de pie, limpió sus lágrimas con su capa y asintió mirando al chico. Alzo ambos brazos y cerró las manos formando un puño y los tallos de las flores se deshicieron. Vio hacia la casa donde todo ese tiempo se había mantenido escondido y sintió un nudo en la garganta, Midoriya lo notó.
—Lamento eso —dijo apenado tocando su nuca, —Ochako y yo te ayudaremos a reconstruirla —le dijo con una sonrisa, —¿Cuál es tu nombre?
El mago lo miró en silencio arqueando una ceja confundido. No entendía porque él se ofrecía a ayudarlo a reconstruir la casa.
—¿Por qué quieres saber mi nombre, Midoriya?
—Quiero conocer el nombre de mi nuevo amigo —le sonrió cerrando sus ojos.
El mago se sorprendió y bajo la mirada ocultando su pequeño sonrojo en sus mejillas. Estaba feliz de ser considerado para el cómo un amigo, toda su vida había estado concentrado desarrollando el hechizo, y molestando al pueblo que para las personas lo notaran, pero para ellos ese niño se convirtió en un fastidio. Midoriya tenía razón y debía avanzar.
—Mi nombre es —hizo una pausa y sonrió de lado para después mirarlo, —Hitoshi Shinso.
—Un gusto, Hitoshi —se acercó a él y le mostró la pequeña esfera de cristal —te devuelvo la lacrima —el mago negó.
—Midoriya estoy seguro que la necesitaras. —Tomó un cabello del chico quien se quejó, pero guardo silencio al ver como Hitoshi hacia unos gestos con sus manos, alguna especie de coreografía extraña. La hebra de cabello brilló de un color dorado y el mago la dejo caer en la esfera de cristal que fue absorbida como si hubiera lanzado una piedra a un lago, Midoriya parpadeó incrédulo. —Ahora con simplemente pensarlo la podrás ver.
Caminó Hitoshi hasta los pueblerinos, se hinco y tocando la frente de ellos y murmurando unas palabras es como aquellas personas comenzaban poco a poco recobrar su color natural de piel.
Midoriya sostenía la lacrima con sus dos manos y confundido miraba la esfera, primero cambió de un color blanco a uno celeste, se distorsionó hasta ver una imagen a color de una mujer de cabellera larga oscura. La mujer estaba en la cocina preparando comida.
—E-es —tartamudeó Midoriya emocionado y al mismo tiempo con alegría, sus ojos estaban brillando y comenzó a ver borroso, Hitoshi sonrió genuinamente, —mi madre —un par de lágrimas bajaron por sus mejillas y sonrió, —ella está bien —soltó una pequeña risita y suspiró aliviado.
«Si su madre está bien entonces... ¿Qué es lo que estaban buscando en su aldea? —se preguntó Hitoshi observando al chico de cabellera alborotada quien sonreía mientras sollozaba mirando la lacrima. Hitoshi tenía entre sus brazos a la hechicera, ella simplemente estaba dormida, sin ningún hechizo, miró a la chica y negó. —¿hay una especie de conexión con Midoriya y la espada legendaria?»
—Mi madre no está feliz —dijo preocupado mirando fijamente la esfera, —¿Hitoshi, por qué tiene unos brazaletes dorados en sus manos? —Preguntó frunciendo el ceño mirándolo.
Shinso suspiró cansado. Se acercó a Midoriya para ver qué clase de brazaletes eran y se percató que el mismo diseño de pulsera rectangular coincidía con el de su madre, solo que el color era azul.
—Midoriya toda tu aldea ha sido esclavizada —el chico lo miró asustado, —esos brazaletes color dorado es para que la persona quien lo lleva puesto debe seguir las ordenes que su amo le puso y en grado caso de no seguirla obtendrá una descarga eléctrica, veo que tu madre es una persona sin magia, sino usaría unos de color rojo.
Midoriya arrugó sus cejas molesto.
—Necesito encontrar cuanto antes la cueva de All Might y su espada —al tener sus pensamientos confusos la imagen de su madre desapareció de la lacrima y camino hacia su amiga, —despierta a Ochako —ordenó.
—Midoriya —le llamó en un tono serio y negó lentamente.
—¿Qué ocurre? —Dejo la lacrima en el césped y tomó a su amiga para cargarla, pero frunció el ceño sintiendo dolor en sus brazos, —no lo entiendo, siento un fuerte dolor en mis brazos, como si mis huesos estuvieran rotos y pasó desde —recordó cuando corto la esfera de viento, —los rayos verdes... —vio al mago, —¿Qué significa eso Hitoshi? Cuando usé la espada sentí una inmensa energía recorrer mi cuerpo y se canalizó en mis brazos hasta la espada.
Hitoshi sonrió de lado de forma divertida y después apunto al cielo que poco a poco comenzaba a salir el sol. Midoriya confundido miraba el amanecer y escuchó una risita sincera.
—Agradécele a los dioses por tu bendición, Midoriya. Eres un chico "especial" —el de hebras lo miró perplejo —es una bendición muy extraña que solo con armas se activa —después vio a la hechicera y achico lo ojos, —no sé porque Uraraka no te lo dijo.
—¿Qué?
—Ella sabía que tu tenías esa bendición tan extraña. Hace más de 100 años que no se había vuelto a ver una persona así y ¿sabes quién fue la última persona con esa bendición? —El chico negó aun estando en trance. —El Legendario Caballero Sacro: All Might —sonrió Hitoshi —parece que, las leyendas no son simples cuentos de hadas como creíamos...
Los rayos del sol se filtraban por la ventana lo que hizo que poco a poco la hechicera abriera los ojos. Puso su mano frente a su rostro para evitar la luz molesta del día. Una vez que sus ojos se acostumbraron a la luz natural, miró a su alrededor, se encontraba en una cama, en una habitación muy diferente a lo que recordaba en sus sueños.
Miro sus ropas rasgadas y sus brazos tenían manchas de polvo, se tocó la cabeza cansada y vio que su báculo estaba recargado en la pared.
—¿Es esto —murmuró con voz débil —otro sueño? —Dijo cansada de tener que lidiar con los lavados de cerebro del mago.
Una puerta se abrió y una mujer alta y delgada entro a la habitación con ropa en sus brazos. La hechicera la contempló confundida arqueando una ceja.
—Si que has dormido mucho, niña —dijo con una sonrisa.
La castaña la miró en silencio con un semblante serio, la mujer borró su sonrisa e hizo una mueca incomoda. Fue al closet de ropa y guardó unas prendas, se sentó la mujer en la cama para estar cercas de la hechicera y le entrego una ropa.
Ochako lo recibió y al desdoblarlo vio que era un vestido color mostaza de mangas largas en olanes junto al vuelo de la falda, unas medias negras y una pequeña capa roja que le llegaba hasta la espalda.
—¿Qué te hizo tener un gesto amable conmigo? Cuando antes me atacaste —Preguntó frunciendo el ceño la hechicera dejando el vestido en la cama mirando con desconfianza a la mujer.
—Mi esposo y yo... —hizo una pausa bajando la mirada a las manos de la hechicera y suspiró, su tono de voz calmado era muy diferente a como le había hablado la primera vez que se vieron —estábamos equivocados respecto a las personas que usan magia. Teníamos mucho miedo —su voz temblaba y cerró sus manos —ya hace mucho tiempo nos han atacado, una bruja y dos magos. Después llegó esa mujer a curarnos con métodos extraños, tuvimos miedo de que fuera una bruja y nos estuviera quitando de alguna manera maná para su beneficio propio. —Ochako escuchaba atentamente frunciendo sus labios —juntamos todo el oro del pueblo y contratamos a un caballero sacro de nombre Tensei quien la atrapó y se la llevó al reino de la flama y después nos enteramos que tenía un hijo. Ese joven de cabellos desordenados, nos hacía bromas todo el tiempo y creció alejado de este pueblo.
La hechicera suspiró cansada tocando sus cabellos.
—Comprendo el temor que las brujas pueden causar... no se preocupe señora —le sonrió tocando la mano —no le guardo ningún rencor. Solo hacían lo necesario para vivir —la mujer arrugo sus cejas intentando no romper en llanto. La sonrisa sincera y las dulces palabras de la hechicera la hicieron sentir desolación y le toco sus mejillas con cariño, después froto sus cabellos castaños y con su pulgar acarició su frente donde le habían hecho una herida por el golpe de las piedras.
—En serio lamento mi mal trato. Estoy muy apenada, ahora entiendo que la magia no es mala y ayuda a los demás a progresar. El joven de sonrisa brillante y pecas nos mostró que si trabajamos junto a la magia el pueblo puede prevalecer —le sonrió la mujer levantándose de la cama.
—¿Izuku? —Dijo sorprendida —tengo que verlo ahora mismo —se quitó la sabana y puso los pies en el suelo de madera, pero la mujer la agarró de los hombros.
—Podrás ver a tu novio después de que tomes un baño y cambies tus ropas —el rostro de la hechicera se tiñó de un color rojo e inflo sus mejillas mientras que al mismo tiempo moderaba su acelerada respiración.
La mujer abrió nuevamente el closet y dejo en el suelo a lado de la cama unas botas largas color carmín.
—E-él es mi amigo —dijo la hechicera titubeando tocando sus mejillas.
—Lo que sea, niña. Debes verte bonita para él. Hace rato he preparado el agua para que te bañes.
Midoriya sostenía una tabla de madera con su mano izquierda mientras que con su mano derecha martillaba donde se encontraban los clavos. Soltó un suspiro cansado, llevó su mano izquierda a la cadera y con su mano derecha limpio el sudor de su frente. Colocó el martillo en su cinturón de cuero y apreció con una sonrisa como estaba quedando los cimientos de la casa.
—Midoriya, aquí tienes —le dijo Hitoshi quien se acercó hasta él para dar un vaso de madera con agua.
Mientras ambos bebían en silencio miraban a su alrededor como también algunos miembros del pueblo ayudaban a construir la casa.
—En serio gracias por ayudarme a disculparme con el pueblo —dijo Hitoshi con una media sonrisa mirando a su amigo. Izuku lo miró de reojo, dejo de beber y sonrió negando con sus manos.
—Basta de agradecer, solo hice lo justo y necesario. No es bueno enemistarnos con las personas, Hitoshi —dejo el vaso en una mesa de madera donde estaban algunas frutas, echo un vistazo al plato donde estaban unas uvas y manzanas, en su mente apareció la imagen de la hechicera. —Me gustaría hablar contigo respecto a esa bendición que dijiste en la madrugada.
Midoriya sintió una brisa de viento y cuando se giró vio que el mago estaba sentado en el suelo, recargando su espalda cerca de una pared que hace poco entre ambos habían construido, el de cabellos índigos sonrió de lado soportando el dolor y entreabriendo sus ojos.
—¡¿Hitoshi?! —Preguntó exaltado Midoriya sintiendo nervios de ver de un momento a otro a su amigo herido.
—Estoy bien, Midoriya —dijo con voz ronca cuando vio acercase el chico de hebras verdes a extenderla la mano para ayudarlo a levantar.
—¡Ojos caídos! —Dijo la hechicera en un tono de voz molesta.
Ochako se encontraba sentada en su báculo flotando mientras tenía sus piernas cruzadas, tenía su mano en su regazo y con la otra se tocaba su mejilla apoyando su codo en el muslo de la pierna, mostraba una sonrisa maliciosa al mago. Midoriya la contempló con un semblante sorprendido de ver su nuevo atuendo.
«Se ve muy hermosa —pensó con un sonrojo en sus pómulos y sin darse cuenta deja caer a Hitoshi quien bufo molesto al ver la cara de tonto de Midoriya —, pero le falta su sombrero»
La hechicera dio un brinco bajando a la tierra y se cruzó de brazos caminando hasta al mago, ignorando por completo a Midoriya quien la seguía mirando sin borrar su sonrojo.
—¡Esto es para que aprendas a dejar de jugar con el corazón de las personas! —Gritó molesta frunciendo el ceño. El mago la observo en silencio con un semblante cansado y se limitó asentir.
—Lamento todo lo que te hice —se puso de pie y sacudió sus ropas, —y todo lo que te dije —dijo con voz cansada y miró que la hechicera esta vez usaba unos guantes color carmín, arrugó sus cejas y le toco del hombro a Midoriya —Uraraka, los dejos, me imagino que tienen mucho de qué hablar.
Se alejo el mago de ellos y caminó hasta el grupo de hombres que estaban cargando unas tablas de madera. La hechicera rechistó y aun cruzada de brazos miraba molesta al mago.
—¿Te encuentras mejor, Ochako? —La voz dulce de Midoriya la hizo girar para verlo y se encontró con una sonrisa brillante que la hizo bajar sus brazos, extendió su mano, la piedra de su báculo brillo llegando hacia ella quien lo tomó. —T-te ves muy b-bonita —se rio avergonzado.
La hechicera parpadeó aturdida y ligeramente nerviosa, bajo su mirada para ver su vestido y sonrió.
—G-gracias, Izuku. No es mi color y creí que me vería mal —se rio tocando su nuca.
En medio de la risa la castaña notó que la vestimenta de Midoriya había cambiado, ahora usaba un chaleco café con una hebilla dorada, una camisa de manga larga de botones color negro junto a sus pantalones, el cinturón café hacia juego con su chaleco.
—Cabellos rizados, tú no te quedas atrás, te ves bien —dijo con una sonrisa haciendo sonrojar al chico quien asintió apenado.
La hechicera comenzó a caminar mirando lo poco que estaba construida la casa. Caminaba mostrando curiosidad, sus brazos estabas atrás de su espalda junto a su báculo y el chico sonrió cuando vio que ella también lo hacía. Midoriya se acercó a Ochako y se quedó a su lado en silencio mirando la estructura.
Ninguno hablaba. No parecía un silencio incómodo, pero ambos no sabían cómo iniciar la conversación al tema del que se morían por conocer las respuestas a sus preguntas. Ochako bajo la mirada frunciendo el ceño, movió sus brazos y atrajo el báculo a su pecho.
—¿El mago te dijo algo sobre mí, Izuku? —Preguntó con miedo en sus ojos y se giró para verlo.
Midoriya ladeó su cabeza e hizo una mueca que preocupó a la castaña.
—Su nombre es Hitoshi Shinso —murmuró mirándola y desvió la mirada hasta ver el césped, la hechicera hizo una desinteresada, —pero sí. —La chica se interesó más y apretó su báculo.
—¿Q-qué te dijo? —Balbuceó con temor.
—Ochako, ¿por qué no me dijiste que yo soy una persona bendecida? —Preguntó con tristeza en su voz mirándola arrugando sus cejas.
La hechicera aflojó el agarre de su báculo, lo que había escuchado la sorprendió, no se esperaba que eso fuera lo que el mago, Hitoshi Shinso le había dicho. Dentro de ella quería suspirar de alivio y su corazón se tranquilizó, al menos no era algo peor, como su secreto.
—Así que era eso... —masculló.
—¿Por qué te quedaste callada, Ochako? Si lo sabías tenías que habérmelo dicho. De saberlo podía aprovechar este poder para ser más útil, pero decidiste callar, ¿desde hace cuando lo sabes? —Preguntó frunciendo el ceño.
La hechicera se quedó callada un par de segundos y suspiró rendida.
—Desde que te vi en la taberna —dijo firme mirando al chico. Midoriya cambió su semblante a uno atónito. Parpadeó confundido ante eso, la castaña continuó: —ese día me encontraba yo en la taberna. Vi como unos misteriosos rayos verdes recorrían tu brazo cuando sujetaste ese palo de madera, nadie lo notó, pero yo sí. Era una magia muy misteriosa e interesante para mí. Entonces te seguí. Planee todo para que nos encontramos. Me entusiasmaba el hecho de que eras una persona exclusiva.
Midoriya ante la revelación comenzó a respirar más rápido de lo normal. Ochako lo miraba con tristeza. El de hebras verdes caminaba estresado de un lado a otro tocando sus cabellos
—Estás diciendo que me engañaste todo este tiempo por qué... —movía sus manos como si fuera un monólogo —por qué, ¿Por qué? —Preguntó dolido mirándola. Ochako paso saliva arrugando sus cejas. —Tenías un pedazo del mapa hacia la cueva de la espada, —seguía caminando, pero está vez en círculos —lo que significa que estás buscando la espada, entonces... —Midoriya se detuvo, había tenido su momento eureka, y frunciendo su ceño observo a la chica —si yo soy la persona que ha sido bendecida para poder obtener la espada, esperabas que la tuviera para robarla, ¿cierto, Ochako?
La hechicera miraba con preocupación a Midoriya que estaba molesto. Ella apretó su báculo y nerviosa volvió a pasar saliva, parecía un trago amargo. Todo lo que había dicho el chico de hebras verdes era cierto. La imagen de Midoriya frente a ella se tornaba borrosa; sus ojos contenían las lágrimas que luchaban por salir y perderse entre sus mejillas. Lágrimas silenciosas como el sonido de su corazón al romperse.
—¿Mi primera amiga resultó ser una mentira? —Preguntó triste Midoriya dándole la espalda a la hechicera.
━━━━━━✧ ❀ ✧━━━━━━
>>Pues sí el mago era Shinso por si no lo sabían xdd
No sé preocupen por Ochako e Izuku que aún no terminan de hablar ;)
El siguiente capítulo será el último de este segundo arco. Ya en el capítulo 12 iniciamos con el tercer arco.
Creo que pondré al inicio de la historia los nombres de los arcos jajaja 🤔
En México aún es lunes y yo quería actualizar el lunes. Ya para la siguiente semana entraré a la universidad y bueno por si acaso no ven que no actualizo en un mes o dos es por eso. ¡Pero calmaos! Que el siguiente capítulo saldrá el sábado o el domingo.
Sin nada más que decir está señorita se despide. Y tengan un bonito inicio de semana 💕✨
Gracias por leer.
Eclipsa, fuera.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro