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『 CAPITULO VII 』

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Tanto Izuku como Ochako llegaron al centro del pueblo y cuando aterrizaron en suelo de piedra ninguno de los habitantes tuvo una reacción. Seguían caminando a paso lento siguiendo la fila recta hacia el sur. La hechicera frunció el ceño confundida tratando de comprender que estaba pasando. Se acercó a las personas y al tocar el brazo de una mujer abrió más sus ojos y soltó un grito agudo.

Izuku vino hasta ella y la tocó de sus hombros para después darle unas suaves caricias para tranquilizarla, pero cuando vio que los rostros de los pueblerinos sonreían y mantenían sus ojos cerrados mientras lágrimas de sangre recorrían sus mejillas sintió horror.

—¿Q-qué? —Balbuceó el de hebras verdes sin dejar de mirar como la señora se reincorporaba a la fila. —Ochako, ¿qué les pasó a los pueblerinos? —Preguntó con la esperanza de que la hechicera tuviera idea de que magia o hechizo se tratara.

—N-no tengo idea —dijo parpadeando mientras abrazaba su báculo y ladeó su rostro hasta ver qué las manos de su amigo seguían en sus hombros y sonrió de lado al notar ese gesto amable.

—¡Señorita! ¡Pecas! —Gritó la niña mientras corría hacia ellos. Ambos viajeros rompieron su cercanía y se acercaron a la niña que detuvo su paso para dar una bocanada de aire. —¡Mi mamá salió de la casa y no me hace caso! —Gritó para después correr hacia la hechicera abrazar sus piernas y comenzar a llorar.

—¿Qué viste? —Preguntó Izuku mientras se cruzaba de brazos y mantenía un tono grave. Sabía que la niña no tenía la culpa de ser el cebo para atrapar a la hechicera, pero el recuerdo amargo no se borraba de su mente.

La joven miró a su amigo cuando el tono de voz dulce había cambiado a uno más gélido lo que ocasionó que hiciera una mueca disgustada y triste al mismo tiempo. Ochako daba pequeñas caricias a la cabeza de la niña.

—Mamá me estaba leyendo un cuento sobre un hombre de sonrisa brillante que junto a una espada acababa con toda maldad —comenzó a decir sin mover su rostro de las piernas de la hechicera, —. En ese momento vi unos pétalos de flores color blanco pasar por la ventana y mi mamá camino hacia la ventana para cerrarla, y después se dirigió a la puerta —hizo una pequeña pausa —cuando la seguí todas las personas caminaban hacia el sur.

—¿Pétalos blancos? —Preguntó Izuku mostrando interés y miró a la hechicera, —Ochako, ¿qué dices? —Ella lo miró arrugando las cejas y frunciendo los labios —¿Conoces el hechizo?

—Por desgracia no —dijo para después soltar un suspiro frustrada. Miró a la niña y la tomó de los hombros para ver sus ojos. —Salvaremos a tu mamá y volverán a hacer una familia —le sonrió para tranquilizarla.

Izuku miraba la escena con una sonrisa triste y se tocó el cuello como si de una dolencia muscular fuera, se había visto a él mismo en esa pequeña niña, entendía que la pequeña estaba asustada de no volver a ver a su madre y lo comprendía muy bien, porque era justo como se sentía, pero la diferencia era que la madre de la niña seria rescatada sin pasar horas o días; mientras él vivía y dormía con la preocupación de si su madre estaba bien.

Cerró los ojos al pensar en un hecho terrible, no quería ni siquiera pensarlo, su madre estaba viva, quería estar convencido de eso, porque si no entonces se sentiría vacío, sin un propósito era como persona muerta en vida al no tener alguna meta que realizar. Sintió un golpe en su hombro lo que lo hizo abrir los ojos y encontrarse frente a frente con su amiga.

—No te pierdas en tus propios pensamientos, cabellos rizados —dijo ella en un tono grave reprendiéndolo mientras fruncia el ceño, después miró el brazo del chico que estaba al descubierto por haber roto un pedazo de su manga, toma la mano de chico y levantó la mirada, —a-así c-como me salvaste de caer —dijo en un tono nervioso y el chico sonrió con ternura —yo también lo hare —apretó mas la mano del joven sin ninguno apartar la mirada del otro.

—Tengan cuidado —dijo la niña en un tono triste mientras sollozaba.

Izuku y Ochako la miraron, pero seguían tomados de la mano, el de hebras verdes miraba a la hechicera el como le hablaba con una sonrisa a la niña y su tono de voz cambiaba a uno mas meloso y sonrió ahogando una risa, cada vez encontraba una nueva faceta de la joven y le encantaba.

La hechicera soltó la mano de su amigo para acercarse a la niña y tocar sus mejillas, quizá era su imaginación, pero posiblemente la debilidad de Ochako eran los niños.

—Señorita —dijo apenada la niña jugando con sus dedos y desviaba la mirada, —lamento mucho lo que pasó, yo no quería participar en eso, pero el señor Haku y su esposa me obligaron —después hizo una reverencia, —¡por favor perdóneme, perdone a mi pueblo y salve a mi madre! —Gritó la pequeña mientras sus lágrimas volvían a salir, lo que hizo que ambos viajeros se sorprendieran —yo se que usted no es mala —miro a la hechicera —es una señorita muy hermosa y bondadosa.

La castaña miró con sorpresa a la pequeña y después le sonrió para mostrarle el pulgar en alto y se fue junto a su amigo hasta la salida del pueblo. Estaban ambos hasta atrás caminando en silencio siguiendo a las personas sumidas en ese trance, la hechicera se aferraba a su báculo y el de hebras verdes la miraba de reojo.

—¿Ochako? —Preguntó en un tono serio el chico deteniendo su paso mientras miraba fijamente a su amiga.

—¿Sí? —Preguntó para después pasar un mechón de su cabello detrás de su oreja y mirarlo con un rostro afligido. —¿Qué ocurre, cabellos rizados?

Él se acercó un poco a su amiga suavizo su mirada y la tocó de los hombros, la chica dio un respingo por el contacto.

—Saldrá bien, tranquila —dijo mientras daba suaves caricias a sus hombros, ella soltó un suspiro y asintió.

—Si, lo sé, debe salir así, pero el no tener las cosas bajo control me molesta y angustia. Ya sabes, —ladeó su cabeza —si tan solo conociera el tipo de hechizo podría estar más preparada —soltó nuevamente un suspiro cansada.

—¿No confías en tu propio poder? Eres una de las hechiceras mas fuerte que he conocido —le dijo con una sonrisa haciendo sonrojar a la chica. Después ella sonrió y lo alejo un poco de ella.

—Dices eso porque no has conocido a ninguna otra hechicera, idiota —se cruzo de brazos mientras sonreía de forma juguetona.

—Bien —alzo los hombros, —me atrapaste —rio y después se llevo su mano a su nuca y la miro, —pero yo si confió en tu magia, Ochako. Eres una chica fuerte, valiente y decidida, me das una vibra a que yo también puedo lograrlo.

Las mejillas de la hechicera se tiñeron de color carmín y bajo su sombrero color magenta para ocultar su rostro y se giró, eso confundió a Izuku quien sonreía confundido creyendo que dijo algo malo. La hechicera comenzó a caminar siguiendo a los pueblerinos y el chico iba tras de ella. Ochako Uraraka si confiaba en su magia, pero al mismo tiempo le temía, y era una mezcla de sentimientos que la ofuscaban.

La hechicera detuvo el paso de su amigo, le hizo una señal apuntando en silencio lo que era una gran casa rodeada por una muralla de piedra, la puerta de madera oscura estaba abierta y ahí entraban los pueblerinos, Izuku hizo una mueca desagradable y la chica miraba con el ceño fruncido.

—Es la casa del mago —susurró el chico mirando a su amiga. La hechicera achicó sus ojos y pudo observar que detrás de la puerta había flores de pétalos blancos. —¿Qué hacemos? —Izuku giro su cabeza hasta volver a ver la gran casa. Parecía un gran templo, una casa de al menos tres plantas, no había ninguna luz más que la iluminación de la luna.

—Debemos entrar —dijo la chica apretando la corteza del árbol de roble donde estaban escondidos, luego miro a su amigo quien al sentir la mirada giró su cabeza para verla, —no sabemos qué hará con las personas y debemos actuar rápido —el de hebras verdes asintió.

Vieron como la ultima persona estaba por cruzar la puerta y poco a poco se iba cerrando. La hechicera podría cruzar la muralla usando su magia, pero desconocía si había un hechizo de protección, así que jalo a Izuku quien se lo llevo corriendo y cruzaron la puerta. Cayeron sobre el césped y las flores con pétalos blancos. Estaban solos no había nadie y alcanzaron a ver como la ultima persona subía unos escalones y entraba a la gran casa.

—Ochako —llamó y la hechicera lo miro y él apunto al suelo —¿acaso no serán las flores que dijo la niña?

—Si —se hinco y comenzó a tocarlas e inhaló el polen de estas y estornudo, —tiene una fragancia muy fuerte —su nariz se torno de color rosa y volvió a estornudar.

Izuku la miró preocupado, sacó de su mochila un frasco de vidrio y se lo paso a la hechicera que sonrió al entender lo que estaba por pedir, la de cabellos castaños usando su uña rasco el botón de la planta guardando el polen en el frasco con unos pétalos y puso el corcho el pequeño frasco de vidrio. Y lo guardó en el bolsillo de su vestimenta.

—Ahora con esto p-pue —tartamudeó. Volvió a estornudar y frotó su mano por su nariz.

—Me hubieras dicho que eres alérgica al polen, y sin dudar lo hubiera hecho por ti —la miro haciendo una mueca de lado.

La hechicera volvió a estornudar y negó, para después inclinarse y tocar sus muslos, se comenzaba a sentir cansada, se reincorporo y dio un paso, pero cayó de rodillas.

—¡Ochako! —Grito asustado el de hebras verdes corriendo hasta ella. Y la tomo de los hombros para hacer ella lo viera, la hechicera deja caer su báculo en sus piernas y se abrazo al chico recargando su cabeza en su hombro. Izuku preocupado y sonrojado tenia un marcado sonrojo en sus mofletes. —¿O-ochako, qué ocurre?

—No me sueltes —dijo en un tono dulce, muy diferente a su voz normal y el chico sintió como su corazón se aceleraba, —tengo —bostezo —mucho sueño —ante lo dicho Izuku arrugo sus cejas y su sonrojo se esfumó.

—No —la movió para poder ver su rostro, pero tenia sus ojos cerrados, —¡despierta, Ochako! —La movió un poco haciéndola reaccionar, pero no funcionó —no puedo hacerlo sin ti —dijo preocupado y asustado.

La hechicera se encontraba en un profundo sueño y no importara que Izuku la moviera o le gritara, no la haría volver, la prioridad es salvar a los pueblerinos, pero ahora no sabia si podría hacerlo solo. Él era un simple humano con conocimientos en crear herramientas, no sabia usar magia y estaría por enfrentarse a un mago. Y no era capaz de abandonar a su amiga en el jardín.

Un hoyo se comenzó hacer justo donde estaba sentada la hechicera y las raíces de los árboles comenzaron a sujetar el pequeño y delgado cuerpo de la joven envolviéndolo como un capullo. Izuku usando un hacha comenzaba a cortar las raíces, pero al córtalas volvían a crecer y aumentaban su grosor dándole problemas al chico de hebras verdes, unas raíces lo jalaron de sus botas rojas y lo arrastraron lejos de la hechicera.

—¡No! —Estiró su mano y clavo el hacha en césped para poder tomar impulso y poder llegar a su amiga, las raíces la habían cubierto por completo, —¡basta, la mataran! —Grito con voz aguda. La hechicera desapareció de la vista del chico y el hoyo en el suelo se cerró, las raíces que lo sujetaban a el quedaron inmóviles, —n-no —tartamudeo poniéndose de pie y se acercó al círculo de tierra que no tenia vegetación y se dejo caer de rodillas y golpeo la tierra con sus puños cerrados, —¡Ochako!

El chico comenzó a sollozar, pero dejo de hacerlo al escuchar una risa, limpió sus lágrimas con su antebrazo y miró a todas partes, pero no encontró a nadie. La risa no era infantil, era una risa jovial en un tono grotesco.

—No te preocupes —se escuchó la voz en un tono cansado, —me lleve su báculo así ella no morirá... al menos no pronto —su voz se escuchaba como eco en todo el jardín.

—Al menos no pronto —repitió Izuku en un tono molesto y se puso de pie, mirando hacia las ventanas de la casa —¿Qué planeas hacer con Ochako?

—Dependerá de su respuesta. Si se une a mi destruyendo al pueblo vivirá, si se niega, compartirá el mismo destino que los otros. Morirá en un hermoso sueño de sus recuerdos.

Izuku Midoriya apretó el puño molesto y frunció el ceño.

—Ochako es una increíble hechicera, podrá romper con facilidad tu truco barato de magia —señaló a la nada alzando la voz.

—¡Oh! —exclamó y rio, —pero puedo ver en su corazón que anhela regresar a esos bellos momentos. Sus lágrimas de sangre son la prueba de eso, ella es feliz en sus recuerdos, ¡¿Quién va negar su felicidad?! —Un par de raíces sujetaron las muñecas del chico, —tú también conocerás esa dicha —el viento soplo fuerte y el polvo amarillo de las flores se elevó hasta la altura del chico.

Izuku trataba de zafarse y al mismo tiempo contenía la respiración, si inhalaba el polen estaría en la misma situación que Ochako. Cerró sus ojos, no iba a negar que esas palabras le afectaron, no conocer el pasado de su amiga resulto salir en su contra, no quería entrometerse en asuntos personales, pero ahora sus sospechas de que Ochako Uraraka, la hechicera, sentía mucha tristeza que trataba de disfrazar con un carácter serio o sus sonrisas juguetonas eran completamente ciertas.

—¡Vivirás en tus recuerdos mas felices! —Grito el mago con emoción.

—¡Vivir en recuerdos falsos es como morir en vida! —Grito Izuku cerrando sus ojos y forcejando. El mago que observaba todo desde una lacrima se sorprendió y frunció el ceño. —Las personas que veamos ahí no tendrán el calor de una persona real, ¿Qué caso tiene mentirse? ¡Lo único que tienes que hacer es continuar con tu vida te guste o no! —Exclamó y las raíces se hicieron trizas y el mago lo miro molesto.

—Pero, ¿qué clase de magia usó? —

Miró detalladamente la lacrima, en esa esfera de cristal no veía nada mas que el mismo chico, con sus ropas sucias y un poco rotas, con una mochila, ningún báculo para poder pensar que era un hechicero. 

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>>Lo importante es que el capítulo ya esta aquí.

Me tarde un poco más en actualizar, pero es porque aún sigo en mis clases y escribo de poco a poco. Ojalá me pudiera sentar, enfocarme y escribir en la lap, pero me distraigo y escribo de cachitos a cachitos.

Ojalá ser como esa persona que escribió en tres días más 8 mil palabras. Mis respetos ( ꈍᴗꈍ)

PD: lo diré de una vez, Bakugo no saldrá en esta historia. Podría tener una mención, pero no saldrá.

La siguiente semana publicaré el capítulo 8, no se qué día, pero si les prometo que será la siguiente semana.

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