El frió viento, movía las cortinas blancas y arañadas que colgaban desde el techo hasta llegar a rozar el suelo, cubriendo así, la recientemente rota puerta del balcón de aquella habitación. El ir y venir del cortinaje daba vida a una serie de siluetas oscuras formadas gracias a las sombras provocadas por la luz de las farolas del exterior.

Alex se encontraba en el centro de la destrozada habitación, sentada de rodillas sobre una arrugada alfombra blanca. A su alrededor, los armarios, o lo que quedaba de ellos, estaban esparcidos por toda la sala, su cama, llena de sabanas y almohadas enredadas entre sí, y la pequeña butaca que hasta hace una hora lucía perfecta junto a la cama, ahora estaba descosida y tumbada oculta entre las sombras.

Una fría corriente de aire, sacudía el cabello de Alex que fustigaba su cuerpo tapado por la ropa interior y una gran camisa blanca, y alzaba en el aire miles de hojas que anteriormente había arrancado de su cuaderno.

Aquel proyecto le venía grande. En menos de un año había invertido más de la mitad de sus ahorros y apenas había logrado avances significativos. De seguir así, acabaría arruinándose sin ningún resultado a cambio.

Esta situación hacía que una pregunta le atormentase continuamente: "¿Valía la pena continuar con el proyecto?". Los medios de comunicación habían dejado de hablar de ella y de sus investigaciones, y la silueta perfecta de la mente privilegiada con más futuro del país se había esfumado, convirtiéndose en la de una científica loca que no lograba ir hacia delante.

No tenía fuerzas para continuar. Su sueño, sus objetivos y sus promesas se destrozarían, pero por más que intentaba encontrar la manera de entender aquel túnel y de explicárselo al mundo, no lo lograba.

Salió al balcón y se subió sobre el grueso muro que ejercía de barandilla. El viento helador le encogía los pulmones, envolviendo su cuerpo con una gélida brisa invernal.

Estaba decidida. Por fin resolvería todas sus dudas sobre la muerte, de la misma manera que hicieron sus familiares y el resto de los seres humanos.

Sin embargo, cuando se disponía a saltar, algo la detuvo. El teléfono móvil que tenía tirado por el suelo no paraba de sonar, y a pesar de querer ignorarlo, no pudo.

Entró en la habitación y tras buscarlo entre los papeles desordenados en la sala, consiguió encontradlo. El número era desconocido, lo que la intrigó aún más.

- ¿Quién es? –preguntó Alex confusa.

- Roy Smith.

Estas palabras llegaron directas al interior de Alex. La dejaron paralizada, helada, sin ser capaz de decir dos palabras seguidas sin balbucear. Roy al imaginarse la situación continuó.

- Supongo que sabrás quien soy y creo que tengo una propuesta que podría interesarte -Alex seguía sin responder-. Prefiero que hablemos en persona, por lo que te invito a quedar conmigo mañana. En menos de media hora te mandaré un mensaje con la dirección y la hora. Espero que vengas.

- Lo haré, no lo dude - respondió Alex al ver la gran oportunidad que acababa de conseguir.

- De acuerdo, espero verte. ¡Ah! Y no olvides cerrar la puerta del balcón, podrías resfriarte –se despidió con un tono burlón.

Antes de que pudiera preguntar nada, Roy ya había colgado, de modo que corrió hasta la terraza para comprobar si alguien la observaba, pero tan solo pudo ver coches y pequeñas luces encendidas detrás de los cristales de las ventanas vecinas.

Intrigada y emocionada, sonrío, algo que hacia tiempo que no hacía, y tras cerrar la puerta del balcón, rebuscó su portátil entre las retorcidas sábanas. No había cerrado sesión, por lo que apenas tardó en entrar en el navegador y buscar la biografía de Roy Smith.

Este era uno de los hombres con más fortuna del país, debido a sus magníficos descubrimientos científicos que le habían llevado a formar grandes empresas a nivel mundial. Tras el éxito como inventor y empresario que le llevó a recibir grandes premios, continuó sus investigaciones, que se hacían oír en todos los países. Sin embargo, en 2007 desapareció. Sus empresas seguían en funcionamiento y su riqueza aumentaba cada vez más, pero la prensa no logró averiguar nada de su vida ni de sus trabajos, lo que le llevó a permanecer alejado de la fama y para muchos, incluso muerto.

Al lado de su biografía aparecía una foto en la que se podía apreciar un joven de piel tersa y un cabello largo moreno peinado hacia atrás. Sus ojos grandes y marrones, creaban una mirada penetrante y misteriosa. Era delgado y alto, y llevaba una vestimenta elegante que reafirmaba su silueta. Alex imaginó como estaría a día de hoy, con cuarenta años, trece años después de desaparecer, cuando tan solo tenía veintisiete años.

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Comienza la historia... Gracias por leer ;)