Capítulo 37
A la noche siguiente Alex y Claudia se encontraban en el barrio Polis. A pesar de que fueran las doce, el calor era el protagonista en las calles, y el cielo estaba despejado y mostraba una gran luna blanca menguante.
Alex tenía unas enormes ganas de disfrutar de aquella maravillosa temperatura desde la terraza de casa leyendo alguna novela que la entretuviese. Sin embargo, aquella noche la pasaría con Claudia en la discoteca Goldess, disfrutando y tratando de averiguar algo acerca de la relación entre la persona que la estaba vigilando y aquel lugar.
Claudia había vestido a Alex de tal modo que cualquiera que se cruzase con ella no pudiese evitar mirar su atractivo cuerpo, al cual según su amiga no le solía sacar ningún provecho. Llevaba un vestido azul corto que dejaba las curvas de su torso perfectamente definidas, y unos tacones altos que realzaban aún más su estatura. Claudia sin embargo, a pesar de llevar un vestido rojo pegado, no lograba crear ni la mitad de interés que creaba Alex en aquellos jóvenes que rondaban al rededor de la discoteca.
-¡Alex tu primera noche de fiesta! -le decía Claudia en un tono burlón.
-Así es. A si que no la estropees -le contestó nerviosa.
-¿Te pasa algo?
-No Claudia, perdona. Estoy algo ansiosa por entrar.
-Tranquila, lo vamos a pasar genial -le dijo mientras le guiñaba un ojo intentando relajarla.
-¡Pues vamos, esta es nuestra noche!
Dicho esto, Alex le agarró de la mano y la llevó hasta la entrada de la Goldess.
-Que cambio has pegado. ¿Seguro que estas bien?
Alex no contestó, pero soltó una carcajada y siguió hacia delante. No tardaron en entrar en la discoteca, la cual estaba llena de gente.
-Ahora se por que no había nadie en la calle. ¡Están todos aquí!
Claudia se rió, y la empujó hacia la barra con intención de pedir algo para beber.
-Claudia no pensarás que voy a beber alcohol -le dijo firme ante su amiga.
-¡Dos copas bien fuertes! -dijo ignorandola.
Alex abrió los ojos y remarcó a su amiga, que no pensaba beber, pero al cabo de una hora ya habían acabado con tres copas.
-Has conseguido convencer a Alex Lawson para salir de fiesta y emborracharse -le dijo mientras bailaban entre la gente-. La verdad, es que tiene mucho mérito.
-No tanto. En el fondo eres una rebelde -le contestó a su amiga entre carcajadas y tambaleándose de un lado al otro.
-Creo que no deberíamos beber más.
-Confía en mi Alex. Todavía queda mucha noche.
Las dos chicas siguieron bailando, hasta que Claudia se detuvo de golpe.
-No puede ser...
Alex al ver la reacción de su amiga, se fijó en la persona a la que estaba mirando. Era un chico rubio, de estatura mediana y muy atractivo.
-¿Quien es? -preguntó Alex intrigada.
-Es Urian. Es Francés. Le conozco desde hace dos años, y todavía el no sabe ni quien soy.
Alex se rió y con un tono de optimismo le dijo;
-Hoy lo enamoras.
-¡Ojala! -le contestó sonriente-. Voy a por una copa. Ahora vuelvo.
Alex no tardó en deducir que lo que en realidad quería era ir detrás de aquel joven que se acababa de acercar a la barra, de modo que decidió animar a su amiga:
-¿Vous le vous coucher avec moi? Tal vez te sea útil -le dijo riéndose.
-¿Ahora sabes francés? -le contestó.
-Venga no te entretengas, no valla ser que te lo quiten -le dijo mientras le daba el último empujón.
Al cabo de un rato, Claudia había desaparecido dejándola sola, lo que la llevó a sentirse insegura entre aquellas personas alteradas. Podía sentir la excitación que producía en aquellos jóvenes de su alrededor, entre los cuales alguno de ellos intentaba bailar con ella hasta que esta los rechazaba. Pero aquella sensación de miedo e inseguridad que tan presente llevaba consigo, no tardó en desaparecer por completo cuando las últimas copas bebidas comenzaron a hacer efecto. Al cabo de un tiempo olvidó totalmente sus verdaderos objetivos en aquel lugar. De pronto se habían despertado de lo más profundo de su interior, aquellos instintos salvajes que tan olvidados tenía. Claudia no tardó en llegar con otras dos copas, y Alex comenzó a beber rápidamente con intención de quitarse aquel calor que tanto la alteraba.
-¡Bebe despacio que te vas a ahogar!
Las dos jóvenes comenzaron a reírse, cuando de pronto, Urian paso por delante de ellas. Este miró a Alex y guiño un ojo, lo que aumentó aún más su temperatura.
-¡Me ha guiñado un ojo! -exclamó Claudia emocionada.
Alex estaba segura de que aquel guiño iba dirigido a ella, pero no quiso quitar la ilusión a su amiga. La noche siguió adelante, y Urian cada vez que pasaba por detrás de ella la rozaba o saluda, hasta que cuando Claudia fue al baño se le acercó.
-¿Bebes? -le preguntó ofreciéndole de su bebida.
Alex no sabia que hacer, era nueva en esto y no se sentía a gusto.
-No gracias -le contestó sonriente.
Urian en cambio, siguió insistiendo hasta que esta cedió. Estaba nerviosa, excitada, y su garganta tensa no la permitía pegar trago. Cuando al fin consiguió beber, pensó en que estaría pensando aquel joven de ella, una chica que apenas salía de fiesta y que en cuanto le hablaban no era capaz ni siquiera de beber con normalidad. Tras aquella pequeña conversación, Urian se marchó, pero las ganas de Alex por volverse a juntar con el eran inmensas.
-¿Me he perdido algo? -preguntó Claudia que acababa de llegar del baño.
-No. Nada en absoluto.
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