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Capítulo 32


Todo fue según lo dicho y en menos de veinticuatro horas Alex ya había vuelto a casa. Todo estaba tal cual lo dejaron antes de marchar, y seguía impecable gracias a las magnificas empleadas de Roy, que ahora eran las únicas que le hacían compañía en estos momentos tan duros marcados por la presión que ejercían las amenazas de Matías Castro.

Alex sabía que corría peligro, y más ahora que estaba sola, pero se sentía segura gracias a la vigilancia que Roy había contratado para la casa: un grupo de guardaespaldas que la protegían.

El viaje había sido largo, de modo que con intención de deshacerse del cansancio y estrés con el que venía de la isla Taquimond decidió darse un baño.

El agua estaba templada, más bien caliente, y la espuma del jabón se había hecho con la superficie. A Alex no le solían gustar ese tipo de modos para relajarse, ella solía decir que para que alguien se sintiera cómodo y tranquilo no hacia falta montar ningún tipo de escenario especial, sino que la misma persona debía ser fuerte y tener las cosas claras. Sin embargo tenía que reconocer que con el agua rodeando su cuerpo y el ruido de las pompas de la espuma explotando, se sentía a gusto, algo que hacía tiempo que no lograba.

Cogió una esponja de la esquina de la bañera y en cuanto empezó a frotarla en sus piernas, algo la desconcertó. La tranquilidad no tardó en transformarse en terror, y confusa, decidió incorporarse para observar mejor aquello que acababa de ver. Había algo escrito en una de sus piernas con una tinta de color azul: una dirección.

Entonces la imagen del socio de Roy, Robin Jones, le vino a la mente. El día que le conoció, el mismo día de su muerte, llevaba un bolígrafo dorado en el bolsillo del esmoquin. No tardó en asociarlo con el que Roy le enseñó en el hospital. El bolígrafo que aquel día llevaba el señor Jones, era el diseñado por la empresa de Roy, la cual también le pertenecía a él. Recordó lo que le dijo sobre el bolígrafo Roy: era especial, y su tinta solo se podría ver unos días después. ¿Pero quien escribió aquello con intención de que Alex lo leyera unos días más tarde? Tras pensarlo llegó a la conclusión de que el único que podía haber escrito aquella dirección en su pierna con el bolígrafo de Robin era el señor que la durmió y encerró en el ascensor junto al cadáver, el mismo señor que minutos después voló por los aires en la azotea de aquel edificio.

Salió de la bañera y tras taparse con una suave toalla blanca, comenzó la búsqueda de una agenda o papel en el que apuntar la dirección. Tras identificar aquella dirección con una de las casas del barrio más conflictivo de la ciudad, se vistió con unos pantalones vaqueros y una camisa blanca, y salio de la casa con intención de montar en su coche blanco. Sin embargo, unos jóvenes armados de la entrada la detuvieron.

- Perdone, pero no puede salir de la casa a no ser que sea acompañada por alguno de nosotros. Son ordenes del señor Smith.

- Roy no os dijo que me acosarais, por lo que apartaros y dejarme salir.

- Puede ser peligroso, y más a estas horas de la noche.

Alex observó el reloj. Eran las doce y cuarto, por lo que apenas habría nadie en la ciudad. Sin embargo, debía saber por que aquel hombre antes de morir decidió darle aquella pista, que tal vez fuera una trampa, pero que ella no lo presentía así ya que de haberlo querido la hubiera matado en su momento. De modo que montó en el coche y se marchó, dejando atrás a los guardaespaldas que no sabían que hacer.


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