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Capítulo 15

Los ojos de Alex se abrieron de golpe mientras se incorporaba en la cama, aún sofocada por el sueño que acababa de tener. Las sabanas estaban enredadas entre sí, y el camisón blanco que llevaba puesto, se le pegaba a la piel debido al fresco sudor que mojaba todo su cuerpo.

Excitada y confusa, se levantó, y deshizo por completo la cama dejando las sabanas sobre el sillón, junto con las almohadas y el resto de prendas, para que la señora que se encargaba de las tareas del hogar las cambiara.

Miró el reloj de la mesilla, eran las cuatro de la mañana y el sol aún no había salido, pero por más que lo intentara sabía que en aquel estado, no lograría dormirse, a si que decidió ir al baño para darse una ducha con agua fría y así relajar su alterado cuerpo.

Se quitó la ropa y se paró a mirarse en el espejo. Sus mejillas rojas y enredado pelo, la delataban. ¿Que narices le pasaba por la cabeza acerca de Roy? Esta pregunta la atormentaba constantemente. Eran amigos, y compañeros de trabajo, pero ella no había pensado en ser algo más, y seguramente Roy tampoco.

Se metió en la ducha. El agua fría le recorría el cuerpo, golpeándolo con las pequeñas gotas que la refrescaban, que hacían que el calor fuese desapareciendo. Alex volvió a sentirse cómoda, por lo que cerró el grifo, y decidió prepararse. Se vistió con unos pantalones azules vaqueros y una camiseta completamente blanca, sin ningún tipo de estampado ni nada por el estilo.

En la casa, tan solo estaban Roy y ella, cada uno en plantas distintas. Salió de su cuarto y miró escaleras arriba, con intención de ver la segunda planta, pero lo único que pudo ver fue una puerta de madera cerrada, de modo que se dirigió a la desierta cocina, ya que los empleados no llegarían hasta dentro de tres horas, al igual que los demás científicos que les ayudaban.

Se preparó un café, y se marchó al laboratorio. Nada mas llegar, sentó enfrente de los ordenadores de pantallas tan planas que apenas se podían ver de lado y dejó el café sobre la mesa para comenzar a trabajar.

La maquina que llevaban años construyendo, estaba tras ella, dentro de un cuarto de cristal, que les permitía hacer pruebas de manera segura. Solo se necesitaba un empujón, una pequeña idea, algo que le enseñara el componente o mezcla de químicos que le hacía falta para lograr que funcionase.

La máquina, era una hamaca, similar a las que suelen usar en el dentista, es decir, estaba inclinada hacia atrás, y a una altura bastante elevada del suelo. En el hueco para apoyar la cabeza, había una pequeña almohada azul, que conjuntaba con la tela con la que estaban cosidos los cojines pegados al acero de la hamaca, para hacerte sentir más cómodo.

De detrás de la almohada, salían unos pequeño cables que debían ser conectados a la persona que estaba tumbada, para así poder seguir el rastro de esta en aquel túnel.

Alex miraba atentamente al ordenador, pensativa, concentrada, preguntándose una y otra vez que era lo que necesitaba para que la maquina pudiera funcionar. Y tras unos pocos minutos de desesperación, logró dar con la clave, con el componente necesario, aquella mezcla de químicos que les permitiría ir al túnel de manera segura. No podía creérselo, por fin, aquella mañana del 2024 lo había logrado.

Se levantó emocionada y ansiosa por comunicárselo a Roy. Cogió el café y se dio la vuelta rápidamente, con intención de salir escopetada, pero chocó contra alguien y la taza se le inclinó hacia ella, derramando el café en su camiseta blanca dejándole una mancha marrón sobre su pecho. Era Roy, venía a seguir con el proyecto y Alex, no había logrado verle.

- Perdón, tenía que haber ido con más cuidado –dijo Roy al ver el café caliente sobre Alex.

- No tranquilo, ha sido culpa mía, debía haberme fijado en que estabas aquí.

Roy sacó un pañuelo de su bolsillo y ayudó a Alex a secarse, frotándole suavemente sobre la mancha. El vello del brazo de esta se erizó, y un placentero escalofrío le recorrió todo su cuerpo.

- No, no, tranquilo. Voy a cambiarme, ahora vuelvo –le dijo apartando sus manos de ella.

Pero nada más darse la vuelta se acordó de lo que acababa de conseguir por lo que le miró y le dijo;

- He conseguido encontrar la manera de hacer funcionar la maquina.

Este miró hacia el ordenador, y pudo ver, el componente que tanto tiempo llevaban buscando. Sin pensárselo dos veces, la abrazó eufóricamente y la emoción les invadió por completo, llevándolos a tal punto, que sus labios quedaron a apenas cinco centímetros.

- Ahora tengo que cambiarme pero hoy es el día Roy. Hoy al fin probaremos la maquina –le dijo Alex alejándose de él, dirigiéndose hacia la salida del laboratorio.


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