♟PROLÓGO♟
"Dicen que el arrepentimiento viene después de haber hecho mal las cosas, el arrepentimiento aparece después de haberlo perdido todo por nada"
El sudor perlaba su cuerpo denudo y maltratado bajo el brillo de la luna que ni siquiera se dignaba a verle, la pesadez de su respiración era el reflejo de su miserable deceso, sus últimos respiros siendo arrancados con brusquedad con cada embestida salvaje que su cuerpo apenas podía residir.
No recordaba cuanto tiempo llevaba ahí, ni cuantas veces alguien le había abierto las piernas, de su boca ya no salía ningún sonido, su garganta destrozada y la falta de su lengua se lo hacían imposible.
Sus verdugos no se la habían cortado para continuar con las irrumaciones que disfrutaban practicarle, sin embargo él se la había arrancado y comido en algún momento de su infierno.
Otra arcada de sangre comenzó a brotar de su boca siendo está más larga que las anteriores, y por su puesto más dolorosa.
Violatio.
Un castigo que surgió durante la época de la santa inquisición que consistía en violar a una persona entre una multitud de soldados hasta romperle el estómago.
Esta práctica era utilizada por los emperadores con aquellas mujeres u Omegas que se atrevían a violar su juramento de mantener coito solamente con sus esposos como lo dictaba la religión.
Consideraba irónico que la propia iglesia infringiera e inventara dichos castigos, y dicha sanción se les era infrinja por infidelidad y adulterio ante los ojos de Dios.
Había pasado por tantas penitencias que este ya no le causaba gran dolor, y en gran parte era debido a que ya no sentía la mayor parte de su cuerpo, como sus brazos o piernas.
Ni siquiera su cadera, su ano estaba tan desgarrado y expandido que apenas notaba que había un pene entrando y saliendo de él, el hombre lo sostenía de los muslos por la misma razón, sus piernas se habían rendido hacía tanto tiempo que se preguntó si alguna vez habían sido servibles, sus brazos no estaban mejor, ambas muñecas estaban dislocadas al igual que uno de sus hombros, este casi se le había sido arrancado por una de las torturas, dejó de sentirlo en ese momento, al parecer solo estaba unido por piel, pero su hueso se le había sido desprendido, y al parecer había olvidado lo que le había pasado a su otro brazo pero de igual forma no servía.
Sus ojos se le fueron salpicados con amoniaco y había quedado ciego. Esas y miles más de torturas que no había terminado de sufrir ya que mayormente su cuerpo no lo soportaba y había terminado perdiendo el conocimiento.
Dentro de sus pensamientos no se dio cuenta de que no había parado de vomitar sangre dejando un carcho de sangre bajo él, el hombre que lo sostenía lo lanzó sobre el color carmesí que abrazó su cuerpo como una segunda piel, imaginó que ya había terminaba y era el turno de alguien más.
Y luego otro, y otro y repetidamente así hasta romperlo, su estómago ya estaba lo suficientemente destrozado como para que hubiera algo que hacer, ese fue su última sentencia.
Y lo agradecía.
Se habían encargado de lastimarlo y curarlo lo suficiente para seguir siendo torturado y si no lo recogían o se controlaban para no perder el control era porque finalmente le dejarían morir de una buena vez.
Su pobre alegría no duro lo suficiente cuando escucho un peculiar modo de caminar, uno que venía acompañado de un bastón.
-Retírate -le ordenó al hombre que había terminado con su turno.
Esperó atento a que las pisadas del hombre desaparecieran por completo.
El hombre al que alguna vez llamó padre le miraba en completa inexpresión desde lo alto de su porte.
-Geukyeom -espetó el hombre chasqueando la lengua.
Cualquier palabra que saliera de su boca le valdría una y mil mierdas, jamás le había importado aquel hombre, y no pensaba interesarle ahora.
-El día de hoy he ganado la guerra, pequeño diavoláki, gracias a ti he podido tomar lo que me pertenece.
Si pudiera mover su rostro o si quiera sus parpados estos se habrían abierto por la sorpresa cuando su progenitor se puso de cuchillas y tomó su barbilla con una mano.
-Es por esa razón por la que te permitiré morir ahora.
Redención...
La peor de las humillaciones para alguien que pertenecía a uno de los grandes clanes, el entregarle el poder de tu vida alguien, dejarla a su mano y a merced, nadie rogaba por benevolencia o redención. Era simplemente una bajeza burda.
El hombre tomó el arma de la parte trasera de su pantalón y apuntó a su frente.
-Claro que si así lo deseas te dejaré morir dando pelea como hasta ahora, es tu decisión.
¿Qué podía hacer?, ¿El orgullo valía todo el dolor?, ¿Pasar por mas humillaciones solo para tener una "muerte digna"?, ¿era acaso una broma de mal gusto?
Con todo el dolor de su garganta y cuerpo, su cabeza dio lo que podría tomarse como un asentimiento, aquel movimiento le sacó una carcajada al hombre antes de que este se pusiera de pie.
-Pensé que al menos querrías llevarte la poca dignidad que te quedaba a la tumba pero era tan deshonroso como el primer día que saliste de esa maldita mansión.
Jamás debí salir de ahí.
-A partir de hoy, Park Jimin, dejas de tener nombre y lugar dentro del imperio Mavroz -habló el hombre quitándole el seguro a su arma -Dejas de formar parte de la familia y apellido Park -No hay nada más que crudeza y desprecio absoluto en sus palabras -, es tu castigo por no mantener tu nombre y apellido en alto, tu sentencia será la muerte.
Cada palabra que salía de su boca lograría tener efecto en cualquiera menos en él.
-Haz deshonrado a la familia que te lo dio todo.
Una mierda...
-Esta es tu sentencia.
Tal vez disfrute su muerte más de lo que disfrutó su vida.
-Buenas noches, hijo.
Buenas noches, padre.
Disfruta tú del tiempo que te queda de vida...
Porque si hay un infierno que vivir después de la muerte, recuerda que te estaré esperando solo para verte de la misma manera, solo que seré yo quien tenga el arma en ese entonces.
El arma soltó la bala que le atravesó la cabeza. Una muerte rápida, sin más dolor, pero que conllevaba mayor humillación.
Park Jimin fue un chico que nació bajo el seno de una familia que lo tomaría como el peón perfecto para llevar acabo sus cometidos, no nació para vivir, nació para ser encerrado en una jaula, nació para ser el sello de una alianza que lo llevaría a la muerte.
Pero la historio no debió de ser así.
Nunca debió serlo.
Y por supuesto, este no sería su final.
Así tuviera que cruzar los nueve círculos del infierno para lograrlo, lo haría, porque la venganza era la fuerza más grande que habitaba el mundo.
Y sería la fuerza que lo traería de vuelta.
Y esta vez, será él quien cuente la historia.
Geukyeom
Traducción al español: asco extremo
Si algo te parece repugnante y quieres expresarlo en el argot coreano, puedes decir 극혐 (Geukyeom). Es la versión abreviada de 극한의 혐오 (geukanui hyeomo). La primera palabra 극한 (geukan) significa "extremo o límite" y la segunda palabra 혐오 (hyeomo) significa "odio o asco".
diavoláki : (diablillo en griego)
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