
CAPÍTULO 3
♟ESPERA♟
Cuando era pequeño, a Jimin no le gustaba pasar tiempo solo, porque a pesar de solo ser un niño, esa soledad le recordaba la ausencia de aquellas personas a las que por obligación debía llamar familia.
Aquellas personas que jamás le dieron la cara. Y jamás lo harían.
-Señor -Le llamó la nana a su pequeño yo de apenas cinco años -Su cena está servida.
El niño, con la pequeña taza de té de manzanilla se dio la vuelta para pasar directo al comedor. En él había un plato de carne perfectamente acomodada, otros platos más con tanta comida que incluso para él se le hizo un desperdicio.
Sin embargo, ninguno de esos ostentosos platos llamaba su atención, por unos segundos su vista estuvo posada en el pequeño pastelito que estaba frente suyo.
Sabía que las criadas lo habían hecho con los residuos de pan.
-Así que hoy es ese día -susurró sin apartar la vista del postre.
Las nanas a su espalda no respondieron, porque no podían hacerlo.
No se le tenía permitido saber nada de él, la fecha de su nacimiento tampoco. Por eso no sabía que días eran sus cumpleaños, no había calendarios, apenas un gran reloj en el salón.
Con lentitud, tomó el pequeño pastel antes de caminar a su habitación.
-Señor...
-No tengo apetito -cortó continuando su camino, nada de eso era real, todo era un teatro armado para contentarlo y comprar su inocente amor.
El único acto sincero era ese pequeño pastel, lástima que siempre lo acompañaba con sus lágrimas.
Cuando su padre se enteró de ese pequeño acto de sus cridas, le cortó las manos a su cocinera.
Después de eso jamás dejó que volviera a hacer algo por él, quizá inconscientemente por ello trataba de hacer que lo odiaran a toda costa por sus actos.
No se excusaba, con sinceridad decía que no le gustaba convivir con nadie, entre más humano se mostrara alguien más ilusamente caía en sus palabras.
A tal grado de caer ante cualquiera que le diera una simple muestra de lastima forzada disfrazada de amabilidad.
-Parece que no eres muy hablador.
La voz de su ahora suegro logró sacarlo de sus nefastos recuerdos, abrió los ojos que ni siquiera había notado que había cerrado, evitó poner una mueca de sorna en su rostro, dirigiendo su atención directamente a él.
Ahora que el pastor no está, el lobo le gruñe a las ovejas.
Pero si algo estaba olvidando, es que dentro de esa camioneta, no había ninguna oveja.
-Querido, déjalo, es normal, yo tampoco hable las primeras semanas -defendió su suegra.
Min Hyo-ri, para cualquiera que la viera sería un ejemplo, una mujer que a pesar de ser una Omega logró mantenerse en lo alto junto a su esposo, la anterior Omega del imperio Min.
Quiso reír, esa mujer no era nada más que una falsa sombra a la que nadie prestaba atención, tampoco recibía gran reconocimiento, ni poseía un lugar, no se lo había ganado, le constaba.
Pero eso le serviría, si antes había sido un chiquillo que corrió a sus brazos al hallar una figura materna en ella, ahora no sería más que un personaje de relleno en su historia.
-Es de mala educación no responder cuando se te habla -volvió a reñir su suegro - ¿Qué, eres mudo?
-No.
-Valla, si hablas.
-Hablo ocho idiomas..., señor -respondió firme, si creía que podría intimidarlo necesitaba mucho más que preguntas toscas.
-Pues no parece.
-No le hagas caso -su suegra se atrevió a tomar su mano brindándole una sonrisa -Es normal que no te sientas seguro pero ya te acostumbraras.
Si fuera tan fácil.
Solo pudo devolverle la tensa sonrisa acompañado de un asentimiento. Por la ventanilla del auto pudo ver a varios autos y camionetas unirse a su alrededor. Antes hubiera dicho que era protección innecesaria pero ahora incluso pensaba que era poco.
En todo el camino de regreso solo contesto preguntas de rutina, o las que recordaba, algo que le pareció curioso es que recordaba la mayoría de sus memorias con lujo de detalle, pero sabía que era un punto a favor.
Tampoco miró demasiado a su esposo, en el pasado casi le sacaba una foto cada que respiraba, le daba vergüenza pro era un niño, por lo tanto su lobo también, eran apenas unos cachorros jugando a ser adultos.
Quería llamar la atención de su Alfa en todo momento como cualquier Omega, tristemente era atribuido a su instinto, daba gracias de que a su Omega ya no le interesara en lo más mínimo, aun sentía ese vacío en el pecho por la separación que tenía con el mismo.
Su lobo ya no compartía un lazo fuerte con él ni con nadie, ya ni siquiera lo notaba presente, solo esperaba que eso no interfiriera de alguna manera.
Al llegar a la propiedad, se dio cuenta de que se trataba de la casa mayor, territorio de Min Dae-Huyn.
Se suponía que estaba ahí para ser presentado ante toda su familia y socios.
Expuesto como una nueva adquisición para su colección privada.
Se abstuvo de blanquear los ojos cuando salió de la camioneta mientras el Alfa le entendía la mano. Quiso pasar de largo pero no le convenía faltarle el respeto a su Alfa, y sobre todo no le convenía mostrarse como el chiquillo inmadura que creían que era.
Tomó su mano como si fuera cosa de todos los días y se posicionó a su lado como el buen Omega que estaba dictado a ser. No pudo evitar recorrer todo el lugar como le fue costumbre antes.
-Pensando en escapar -susurró su esposo en su oído.
Una pequeña sonrisa se instaló en sus labios antes de responder.
-Me atraparía.
-Lo haría -concordó ofreciendo su brazo para que el Omega lo tomara.
Sus suegros imitaron su acción y se tomaron de las manos como una pareja feliz, algo que le parecía curioso ya que conociendo al señor Min este no era alguien que se molestaba en aparentar, pero nunca le faltó al respeto con otra mujer o cosas que a los ojos de los demás la dejara en ridículo, aunque claro, a puerta cerrada el cuento de hadas se volvía historia de terror, en ese aspecto sentía lastima y fue una de las razones por lo que conectó con ella, sus Alfas eran criados e instruidos por la maldad hecha persona.
Ambos estaban hechos de lo mismo, solo que su padre sabía cómo esconderlo y Min Yoongi como mostrarlo.
¿Por qué a mí me tenía que tocar el hijo de puta sádico?
-Vamos -habló su suegro jalando del brazo de su esposa.
Los cuatro entraron a la propiedad, la madre de su conyugue le explicaba y comentaba sobre la misma, diciéndole y orientándolo sobre que era cada habitación y todo lo que había en la casa.
Quiso decirle que en realidad él ya conocía esa casa de arriba abajo, Yoongi lo había abandonado allí cuando intentó hacer la estupidez de escapar para "demostrar su libertad", terminó en un amargo recuerdo de los miles que rondaban en su cabeza.
-Ahora vas a ver conocer a toda la familia, no te sientas nervioso -quiso consolar la Omega abrazando el brazo de su esposo.
En repuesta solo asintió.
-El silencio no es respuesta -habló su esposo, ahora que recordaba odiaba cuando no le respondía como quería.
-No. No me siento nervioso -hizo todo su esfuerzo por no escupir esas palabras y hacerlas sonar normales.
-Eso es bueno, querido -sonrió su suegra.
Se tensó cuando el Alfa posó su mano en su espalda baja mientras caminaban al salón, al llegar a la sala de estar pudo ver a toda la familia Min, o al menos la parte importante.
Ya los conocía a todos y cada uno, sabía su futuro, sus acciones y sus pensamientos, en ese lugar él tenía la palabra.
Cada uno de ellos susurrando y murmurando en su propio mundo hasta que la atención se posó en él y solamente él.
Las mujeres estaban reunidas en un lado del salón, algunos hombres igualmente en pequeños grupos y algunos en pareja.
Una enorme mesa de comida en el fondo e incluso música, eso lo hizo ladear la cabeza llamando la atención de Yoongi, sabia de que iba todo pero se suponía que no.
- ¿No entiendo? -murmuró haciéndose el inocente.
-Es su forma de darte la bienvenida -explicó su esposo, Jimin sabía que a él tampoco le gustaba ese tipo de eventos pero estaba ahí por obligación de sus suegros.
-Ya veo.
Ambos se unieron al grupo de personas que les daban toda su atención, en el pasado se había soltado como un chiquillo emocionado por tanta atención, en ese momento no quiso hacer otra cosa más que salir corriendo.
Sintió su cuerpo rígido en los brazos de su conyugue. Si bien ya sabía lo que cada una de esas personas quería y diría no podía evitar sentirse extremadamente incómodo.
Dejó que su esposo se encargara de las charlas, respondiendo mecánicamente y brindando falsas caricias y agradecimientos a sus palabras de "bienvenida"
Son como demonios dándote la bienvenida al infierno.
Clavó su mirada en las manos unidas de él y el Alfa mientras este hablaba con su primo, estaba sonriendo, cosa que antes no había notado, por un momento sus ojos se encontraron. Había la más profana y ardiente reclamación de posesividad sobre él cosa que le hizo tragar duro.
Nunca me acostumbraré a esto.
-Felicidades, cuñado -se abstuvo de rodar los ojos cuando escucha dicha voz femenina.
Ambos voltearon a ver a la mujer que les acababa de saludar, y tal y como lo recordaba el comportamiento de su esposo también cambio ligeramente.
Ya te habías tardado.
-Hee Jin -saludó Yoongi con un asentimiento
Decidió darle no darle su atención a su charla, posando su mirada en los jardines que podía apreciarse a través del ventanal, Hee Jin no le caía bien de ninguna manera, no solo se había metido con su esposo de alguna manera, cosa a la cual le daba completamente igual, sino que la mujer se había empeñado en humillarlo, restregándole ante todo que ella era la Omega que merecía ser del imperio.
Porque de eso se trataba todo, lugar y poder.
Era una mujer hermosa, no iba a negarlo, todo en ella irradiaba belleza y elegancia, también muy inteligente, pero imbécil al mismo tiempo. No eran iguales, y no tenían absolutamente nada en común, eran diferentes en toda forma.
Su atención fue a ella cuando se inclinó hacia el Alfa en un abrazo que lo dejó rígido, sonrió alejándose y dándole un abrazo también al Omega.
No se molestó en responderlo, tampoco lo había tomado de sorpresa, ya sabía que haría aquello, así como también conocía sus próximas palabras.
-Felicidades -susurró dándole palmaditas en su espalda -Y una ligera advertencia, cielo, tu esposo es una bestia en el trabajo y en la cama, también tiene las herramientas para hacerlo. Te dolerá mucho pero trata de no desmayarte, eso le molesta más. Para él no ya no eres una persona y no le importan tus pobres sentimientos, te follara como un objeto, porque a partir de hoy eso eres -se separó con una sonrisa que disfrazaba todo el veneno que acababa de soltar -Y bienvenido a la familia.
-Te agradezco -respondió con una sonrisa igual de creíble.
Ambos sabemos jugar...cielo.
La mano de su esposo volvió apoderarse de su cintura cuando finalmente satanás llegó a su encuentro.
-Hermano -saludó Kyung-hoon tomando a su esposa de la misma forma y dirigiéndose al Omega -Y supongo que tú debes ser mi nuevo cuñado.
-Un placer -Hizo una reverencia -Soy pa-
-Min Jimin -corrigió su conyugue.
Ah, sí cierto.
-Fue la costumbre -se excusó.
-Descuida -tranquilizó su cuñado con una sonrisa y el albino no pudo evitar compáralo con una serpiente -Que ojos tan peculiares.
-Todo en él es peculiar, cariño -habló su esposa ganado su atención -Ya veo porque tu familia fue tan recelosa, una joya así debería ser conservada por lo invaluable que es.
Jimin no pasó por alto el comparativo de su persona hacia un objeto material y manipulable.
-No creo que esa haya sido la razón -comentó Yoongi monótonamente.
Claro que no.
La "fiesta" continúo como cualquier otra, hubo más palabras y bienvenidas llenas de palabras falsas y con diversas interpretaciones.
Ya que no poseía la misma ingenuidad e ilusión que la primera vez podía sentir la tensión entre cada persona, en cada saludo y respiración.
Después de unas cuantas conversaciones terminó aburriéndose y se dirigió al jardín, tenía ojos en todo momento, claro estaba, pero no pensaba hacer ninguna estupidez, solo un momento a solas, cada persona que se acercaba a él traía con sus palabras recuerdos, a pesar de que eran solo eso, memorias, no podía evitar esa presión que se instalaba en el pecho por lo iluso y tonto que había sido.
Pero solo era un niño, uno al que le había tocado vivir la vida incorrecta. Aunque también había hecho de las suyas, aunque lo recordara de esa forma no todo había sido dolor, quizá por eso no terminó desquiciado.
Las flores de ese jardín siempre le habían gustado, eran lindas y ajenas a todo lo que había a su alrededor, una flor significaba muchas cosas, un regalo, cuando un enamorado le da a su pareja, una despedida, cuando una hija deja una rosa sobre el ataúd de su padre, un camino, cuando una novia camina al altar.
Pero la flor jamás sabia el significado que conllevaba, solo era eso, una flor, esperando a marchitarse y morir, no tenía preocupación alguna, una flor solo se mostraba bella, es lo único que tenía que hacer.
A veces le gustaría ser solo una flor.
-No creo que te hable por mucho que la mires -escuchó la voz que le hacía temblar las piernas, mas no volteó, solo continuó en su tarea de contemplar las flores, como si en ellas pudieran obtener respuestas.
- ¿No debería estar adentro? -preguntó alejándose de las flores.
- ¿Y tú no deberías estar junto a mí? -contraatacó siguiéndole a paso lento.
La escena fue cómica dentro de su cabeza, parecían dos chiquillos que se encornaban a media noche para jurarse amor eterno a escondidas de sus padres.
Que diferentes escenas comparadas -pensó con ironía.
- ¿Te parece gracioso? -Acusó al ver la pequeña sonrisa amarga en sus labios.
-No manejo muy bien a la multitud -fue su respuesta.
- ¿Por eso saliste? -preguntó acercándose más a él.
Asintió, en el pasado igual ambos habían terminado en el jardín, pero por diferentes razones, había salido hecha una furia y muerto de celos por su cuñada, patéticamente hizo un berrinche por no tener la atención de su Alfa, su lobo se sintió amenazado por la mujer y quiso salir al jardín para limpiarse las lágrimas de la impotencia.
Dios, ¿Por qué tenía que ser tan patético?
-Te pusiste rojo -señaló cuando estuvo frente al Omega.
Es porque me avergüenzo de mí mismo.
Sus recuerdos pasaron a segundo plano cuando una mano se apoderó de su barbilla, el albino tenía que alzar su cabeza para poder mirar sus ojos.
Yoongi aún no entendía ese sentimiento que remolineaba con furia dentro de esos rubíes, pero eran tan profundos que parecían querer tragase al mundo con ellos.
-No estoy acostumbrado a la cercanía -murmuró, quedándose quieto cuando el Alfa recorrió su mejilla con su pulgar.
En parte era verdad pero también lo atribuía a su vergonzoso pasado.
Sus ojos no se separaron en ningún momento de los del Alfa, se preguntaba si podía ver su alma con esa simple mirada, porque parecía que podía leerlo como un libro abierto.
- ¿Qué escondes? -Preguntó finalmente.
Ah...con que de eso se trata. No te será tan fácil, cariño.
-No le entiendo -murmuró inocente, fingiendo incluso encogerse ante su toque.
Una sonrisa ladina se formó en los labios de su esposo, de ese tipo de sonrisas que lograban tenerlo a sus pies siempre que quisiera.
-No puedes o no quieres -Acusó tomando su barbilla sin ejercer mucha presión -Finges ser un pequeño cachorro pero tus ojos no pueden ocultarte.
-Entonces, debería vendarlos si me delatan -se dejó hacer, dando un paso más cerca del caliente cuerpo de su esposo, podía asentir la temperatura subir fácilmente.
-La pregunta es, ¿Qué es lo que delatan? -se acercó más, pronto sus respiraciones comenzaron a mezclarse.
-Créame, no es algo que quiere saber.
Pronto el agarre fue más brusco, seguramente las marcas de sus manos quedarían pintadas en su cuello.
Pero ante la imponente mirada de su verdugo solo sonrió, porque si algo había jurado fue jamás volver a mostrar dolor y debilidad ante los demás, mucho menos a quien ya le había provocado suficiente sufrimiento.
Yoongi observó la vacía sonrisa de su Omega, una que arremetía con la profundidad de sus ojos.
No sabía cuánto tiempo se habían quedado en aquella posición, solamente observándose, demasiado cerca el uno del otro, y sus ojos puestos en los del otro.
-No creo que esa sea forma de tratar a tu Omega -una tercera voz rompió la silenciosa batalla de miradas.
Yoongi soltó su barbilla pero no se separó de él, y la pequeña presión que estaba ejerciendo sobre su cintura era una indicación de que él tampoco lo hiciera.
-Po krayney mere, na etot raz postaraytes', chtoby igrushka prosluzhila dol'she [Al menos esta vez intenta que el juguete dure más] -Habló su cuñado llegando a ellos.
Juguete tus infértiles bolas, cabrón.
-Dumayu, nazyvat' menya igrushkoy - tozhe ne luchshiy sposob obrashchat'sya s omegoy [Supongo que llamarme juguete tampoco es la mejor manera de tratar a un Omega] -murmuró el albino escondiendo su rostro en el pecho de su esposo.
Yoongi no se sorprendió que hubiera entendido las palabras de su hermano, después de todo el Omega había dicho que conocía varias lenguas.
-No creo que debas ser tu quien me diga qué hacer con mi Omega -respondió el Alfa encarándolo finalmente.
Jimin se mantuvo a su espalda tratando de no reír por lo ridículo que le parecía el comportamiento de los Alfas, ambos soltando feromonas para demostrar su lugar y su poder sobre el otro.
Él sabía que los hermanos habían dejado de serlo desde que eran niños, el poder y la ambición se había encargado de deshacer la hermandad que alguna vez los había hundido.
El primogénito y el heredero de los Min frente a él.
Esto será bueno.
-Creo que no necesito repetir las palabras de nuestro padre de esta mañana, ¿verdad?
Uy...que interesante -fingió interés.
-No, no necesitas recordarlas -respondió el Alfa con dureza en sus palabras. Si algo odiaba es que su hermano le retara y era justo lo que estaba haciendo - ¿Qué quieres?
-Padre te está llamando a su oficina, dice que es urgente -Se miró las uñas.
Con un suspiró el Alfa se separó del albino para adentrarse a la casa, pronto solamente él y su cuñado quedaron en el jardín, pero por supuesto que no era tonto sabía que Yoongi jamás le dejaría en manos de otro que no fuera él, en lo escuro, donde la luz no alcanzaba a tocar, había cientos de hombres cubriendo su espalda.
Un mal movimiento y el hombre frente a él podría perder la vida, pero lo sabía, por eso no haría ningún mal movimiento.
-Deberías volver a dentro -Aconsejó su cuñado antes de darse la vuelta.
Por su puesto que no le haría caso, en ese jardín ya nadie podía acercarse, podía notar las miradas de los invitados desde adentro, sabía que no podían acercarse sino ya lo hubieran hecho, y sinceramente él deseaba disfrutar un poco más de esa pequeña paz antes de la tormenta.
Aunque no pasó mucho para cuando uno de las mucamas se acercara a él para llevarlo a su habitación, agradeció a la mujer antes de que esta desapareciera por la puerta.
-El señor estará de vuelta en un momento, le dejé su ropa sobre la cama -indicó haciendo una reverencia.
Jimin solo fingió creerle, sabía que Yoongi no llegaba a dormir esa noche, por lo que no habría necesidad de esperar a nadie ni preparar nada.
Sonrió hasta que la mujer cerró la puerta, solo entonces soltó un bufido hastiado de todo el teatro que habían armado. Se dirigió a la cama para ver la ropa de lencería que la mujer había pulcramente acomodado para su noche de bodas.
Casi quiso que la tierra se lo tragara cuando el bochornoso recuerdo de esa noche llegó a su mente, si había usado el ridículo vestuario y por supuesto nadie había llegado a verlo, ni siquiera tenía cuerpo para usarlo, la ropa le quedaba ostentosamente grande y horrible.
-Agh, necesito una lobotomía -se lamentó fingiendo soltar un lloriqueo.
Tomó la asquerosa ropa y la tiró al bote de basura junto al tedioso traje blanco que había estado soportando todo el día, entró al baño con la intención de tomar un largo y relajante baño, quitó sus pantalones mandándolos a volar por alguna parte de la habitación.
Preparó el baño justo como recordaba hacerlo, vertió el agua tibia juntó a las lociones y una bomba de lavanda.
Quitó su ropa interior para entrar a la tina, tomó su tiempo mientras se deslizaba por completo.
Las hojas de lavanda comenzaron a esparcirse y el agua comenzó a tintarse de un color lila suave. El olor invadió sus fosas nasales embriagándolo de la dulce esencia.
Jugó un rato con los pequeños pétalos secos nadando en la tina, su cuerpo se sentí tenso aunque realmente no hubiera algo presionándolo, no habían un fuerte peso sobre sus hombros que se empeñaba en hundirlo con insistencia.
Nada de eso.
Solo tenía un motivo, uno que lo había traído de vuelta. Pero ¿Con qué fin?, él ya había decidido que hacer, pero en su interior se preguntaba la verdadera razón, ¿sería acaso que la vida le había dado una oportunidad de tener una vida mejor a la anterior?, pero entonces, ¿Por qué darle una vida que ya vivó?, ¿Qué caso tenia?, ¿escapar? Que mal chiste.
De ese mundo no se puede escapar, solo se puede sobrevivir, siempre alerta, siempre casando, siempre con miedo. Esa no era vida, él ya había pasado por eso, ¿Por qué repetirlo?
Había decidido no darle le mismo rumbo a la historia, claro que no.
Pero entonces ¿Qué se supone que debería hacer?, ¿Cómo debería vivir?
Se encontraba tan sumergido en sus pensamientos que no notó que ya había pasado demasiado tiempo dentro del agua, su piel ya había comenzado a arrugarse por el agua.
Se puso de pie para tomar la toalla y envolverse en ella, cepilló sus dientes y salió a la solitaria habitación, recordaba esa noche de una forma diferente, había llorado, claro. Estaba en un territorio diferente, su lobo se encontraba vulnerable y pequeño ante los demás.
El que se suponía seria su Alfa no había pasado la noche con él para tranquilizarlo. Era un niño en busca de protección, un pequeño cachorro.
Su vista se posó fugazmente sobre el reloj de pared que marcaba las doce de la noche con cincuenta minutos, con razón su cuerpo comenzaba a estropearse.
Soltando un suspiró tomó una bata de seda blanca que había sido lo más decente que había encontrado en el armario.
Se preguntaba ¿Cuál era el afán de intentar vestirlo como una muñeca sexual?
No lo notó antes pero toda su vestimenta era igual, para hacerle lucir apetitoso y atrayente para su Alfa.
Que maldita porquería.
Puso la bata sobre su cuerpo, esta apenas llegaba a la mitad de sus muslos, colocó su ropa interior y tomó asiento frente al gran espejo, su reflejo aun le causaba impresión, se recordaba de manera muy diferente y había quedado ciego por tantos años que sus ojos ya no le servían y se había acostumbrado a no usarlos, era extraño.
Comenzó a probar cremas y uno que otro producto para entretenerse de alguna manera, extrañaba su casa y a las criadas, pero al menos aún tenía el silencio.
Si...silencio.
Era irónico que disfrazara su soledad con silencio, era triste de alguna forma, pero si algo había aprendido fue a disfrutar de ese silencio, era consciente de que era mejor estar solo,
La soledad no tenía por qué ser su enemiga.
Sentía que ese pequeño y solitario espacio donde solo se encontraba él era el limbo perfecto entre la paz y el enigma de que conllevaba tanto silencio, la soledad es bella y brinda la oportunidad de viajar a mundos propios, pero, al igual que la apolínea es macabra porque cuando te acostumbras ella, le brindas la oportunidad de consumirte completamente.
Él no podía dejar que su soledad se apoderara de él. No podía y no dejaría que pasada.
Su vista se posó en el balcón, tuvo un "accidente" en ese lugar hace unos años en la mansión, desde entonces su padre colocó rejas y protecciones en puertas, balcones y ventanas.
Era extraño no ver las rejas puestas en ese lugar, con curiosidad salió al balcón con la espera de así despejar un poco su mente.
La luna estaba a punto de llegar a su punto en lo más alto. El balcón no era pequeño pero tampoco exagerado, se sentó en el sillón de cuero que dejaba a la vista todo el enorme jardín que cubría la mansión, era un lugar hermoso que no había tenido el deseo de admirar debido a las malas situaciones.
En el pasado no había podido conciliar de ninguna manera el sueño, pero sorprendentemente ahora sí que deseaba dormir, sentía sus parpados comenzar a bajarse por sí solos como si sus pestañas de pronto hubieran subido treinta kilos cada una.
Soltando uno que otro bostezo, entró nuevamente a la habitación con la intención de arrojarse contra la enorme y cómoda coma, hizo un revuelo con las sabanas y terminó durmiendo como mejor le plació.
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Yoongi abrió las grandes puertas de la oficina de su padre entrando sin ningún aviso de por medio.
El hombre detrás del gran escritorio de mármol negro despegó su vista de las hojas que sostenía en sus manos para darle total atención al heredero.
El Alfa menor tomó asiento en la silla frente a su padre sin mucho interés, desabotonando su traje para más comodidad. Sacó también la corbata que parecía querer asfixiarlos desde que llegaron.
- ¿Quería verme? -rompió el silencio.
Su padre suspiró antes de ponerse de pie y dirigirse a la pequeña vitrina llena de botellas y tomó una para servir un trago.
-Wang Lion va camino a Daegu en este momento con todo Lóng detrás de él, su destino es La Roja -habló con parsimonia, su tono de voz demasiado apaciguado para la fuerza que esas palabras conllevaban. Y para la amenaza que representaban.
Yoongi solo arrugó el entrecejo con ligereza antes de ladear la cabeza.
-Su hijo apareció en nuestro territorio, la triada no se iba a quedar de brazos cruzados -respondió recibiendo el trago que su progenitor le ofrecía -. Parece demasiado conmocionado para algo que ya se esperaba.
El hombre volvió a tomar asiento frente al escritorio juntando sus manos frente a él.
-Me preocupa la actitud con la que se tome las cosas, Lion es alguien coherente, un hombre sabio que piensa antes de actuar, pero es su hijo quien me preocupa, He-di es impulsivo y arraigado, eso podría causar problemas en caso de que decida romper tratos con el imperio.
-Él no tiene autoridad o poder para hacer tal cosa, sin importar quién sea el muerto.
-En eso te equivocas -repuso su padre -. He-di tiene el poder ya que ahora es el heredero del grupo Lóng.
Ah, mierda.
-He-di no es el segundo hijo -espetó no contento con la reciente noticia.
-El segundo es un Omega, por ende, el poder pasa al tercer hijo -explico su padre.
- ¿Y qué propone?
-Lion sigue siendo la cabeza del grupo, asegúrate de que cuando He-di llegue al poder no tenga ningún motivo para romper los negocios.
- ¿Y cómo se supone que lo convenza de no guardarnos rencor cuando aparentemente asesinamos a su hermano?
-Encuentra la manera de hacerlo entrar en razón, sin nuestro apoyo otros imperios lo consumirán.
-Lion es el líder de una de las triadas -respondió Yoongi.
-Sí, pero Long solo es uno de sus grupos, nuestra alianza le conviene y lo sabe, solo falta recordárselo.
Sin más que decir, el hombre se puso de pie seguido der heredero para salir de la oficina.
-Te necesito de nuevo en Daegu retomando tu lugar otra vez.
Su padre se dio la vuelta para encararlo.
-Lamento que tus días de vacaciones por tus nupcias se hallan terminado demasiado pronto.
-Descuide -respondió sin importancia - saldré en la mañana.
-No. necesito que viajes ahora.
-En ese caso manejare yo -Aceptó de mala gana aunque no lo demostrara - ¿Qué pasará con el cachorro de Park mientras tanto?
-Bueno, el niño ahora es tu responsabilidad-determinó su padre antes de continuar con su camino -Y si algo le pasa, será tu problema.
Genial.
Se encaminó a la habitación donde esperaba, el niño ya estuviera durmiendo tranquilamente.
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