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Capítulo 4 El Abuelo Brujo y los Duendes del Agua.

Ya la joven Rosa y su madre Doña Elena van camino a casa con la pequeña bebé, es un trayecto largo para caminar entre tres o cuatro horas de camino. Desde casa del chamán hasta la vía principal donde esperarán el transporte para llegar a casa.

En el camino, Rosa se muestra muy callada, solo observa la naturaleza que la rodea y el cuidado de atravesar varios riachuelos o quebradas de agua dulce. Pero siente confusión entre lo acontecido con el chamán y sus palabras y la creencia de ella en Dios, Él Todo Poderoso.

Rosa solo observa y escucha el movimiento y el sonido de las ramas de los árboles que se sacuden, por efecto del viento frio y fuerte que sopla, las nubes grises anuncian la caída de la lluvia en cualquier momento, los pájaros cantan, bochinchean y vuelan de un lugar a otro buscando sus nidos y se escucha la armonía de los riachuelos al contacto de las piedras, al chorrear el agua dulce sobre ellas.

Rosa rompe el silencio y pregunta a su madre. — ¡Mamá... háblame de mi abuelo Don Pedro...! ¡Cuéntame sobre ese poder de curar enfermos...!

Y Doña Elena comienza a contarle experiencias dentro de relatos vividos y realmente mágico. Doña Elena, con la voz cargada de nostalgia, comenzó a relatar las antiguas leyendas que rodeaban a su padre. Mi padre era un brujo, mija —susurró Doña Elena, sus ojos brillando—. Dicen que hablaba con los espíritus y curaba con yerbas. Una vez, un niño cayó enfermo y todos creían que iba a morir. Mi padre lo miró a los ojos y dijo: —'No temas, pequeño. El espíritu del bosque te sanará'. —Y así fue. Al día siguiente, el niño estaba jugando en el patio. Sus ojos brillaban con un fervor casi religioso mientras describía los poderes curativos de su padre y los misterios que ocultaba la selva. Era como si estuviera desvelando los secretos de un mundo ancestral, un mundo donde lo mágico y lo real se entrelazaban.

Doña Elena: —Mijita sobre tu abuelo y sus medicinas, podría escribir un libro... una vez, cuando yo era niña, estaba en casa de papa, ya que él no vivía con tu abuela Bárbara, — Le aseguró, — Yo soy la única hija que tuvo con ella, era mujeriego tenía hijos aquí y allá, y con diferentes mujeres... mi mama era de carácter fuerte, no se lo aguanto mucho y lo boto de la casa – Exclamo. —Doña Elena se detuvo un momento, como si estuviera buscando las palabras adecuadas. —"Tu abuelo era un hombre extraordinario, mija. Vivía en una pequeña cabaña al borde del bosque, rodeada de un aura de misterio. Dicen que, por las noches, cuando la luna llena bañaba el valle, se podía ver su silueta caminando entre los árboles, conversando con los espíritus de la naturaleza. Tenía un don especial para sanar a las personas y una conexión profunda con el mundo invisible.

— Jajaja madre, seguro era de buen parecer y un hombre muy apuesto, ... ¿Cómo era mi abuelo? — murmura y a la vez pregunta Rosa.

Doña Elena se quedó pensativa por un momento, como si estuviera reviviendo viejos recuerdos — Apuesto... apuesto, así como así Nooo mija, pero tenía sus encantos..., era un hombre negro, cabello afro, ojos negros y pequeños, delgado y de estatura pequeña; siempre a caballo con su sombrero pelo de guama y sus camisas manga larga, siempre con detalles de colores entre rayas y cuadros. Tu abuelo era como un santo para la gente del pueblo. —Tu abuelo era un enigma, mija. Tenía una mirada penetrante, como si pudiera ver más allá de lo que nuestros ojos pueden percibir. Dicen que en sus ojos brillaban las estrellas y que conocía secretos que otros no podían comprender.

—¿Y qué pasó con él? — preguntó Rosa, sin evitar sentir una punzada de curiosidad. Doña Elena suspiró. —Desapareció una noche, sin dejar rastro. Algunos dicen que se fue a vivir con los espíritus, otros que lo llevaron los dioses. Se dice que, en las noches de luna llena, su espíritu regresa a la cabaña y que aquellos que son dignos pueden escuchar su voz susurrando entre las hojas de los árboles

Años atrás:

Los gritos desesperados de los vecinos rompieron la tranquilidad de mi siesta en el chinchorro. — '¡Don Pedro, por amor a Dios, salga rápido! ... apúrele por dios santo..., —Así, me sorprendieron los gritos y lamentos de unos vecinos de la comunidad, mientras yacía acostao en mi chinchorro, tomando una siesta en horas del mediodía. Muy desesperados, los padres de un joven que vivía en la localidad pedían mi ayuda para encontrar a su hijo perdido en los alrededores de una quebrada, que estaba ubicada a unos kilómetros de su casa. Los padres de Juan, con los ojos llenos de lágrimas, imploraron mi ayuda. '¡Por favor, Don Pedro! ¡Mi hijo está perdido!'. Al ver su desesperación, no dudé un instante en ayudarlos. Al escuchar la noticia y ver la preocupación de los padres, me puse los zapatos y camisa más rápido que de inmediato y pido a los padres del joven que me conduzcan al lugar donde ocurrieron los hechos. Es así como, llegamos a una quebrada o riachuelo de agua muy cristalina, observando una caída de agua o catarata entre los riscos y piedras de montaña, con su agua cristalina, reflejaba los rayos del sol que se filtraban entre los árboles. Las cuevas oscuras albergaban murciélagos que se agitaban al sentir nuestra presencia.

Me adentré en la selva, invocando a los espíritus del agua para que me guiaran, al llegar al lugar, sentí una presencia extraña, como si miles de ojos me observaran desde las sombras. Éste joven, acostumbraba a visitar aquel manantial de agua dulce para bañarse en compañía de otros amigos. De esta forma, pasaban un rato agradable por las tardes. Pero cuentan sus amigos que después de bañarse y salir de la quebrada todos, el joven se sentaba en medio del riachuelo y hacia su necesidad física de ir al baño o defecaba, pero sobre el agua, mientras observaba correr las mismas en medio de la risa. (Jajajaja)

Al caminar hacia el río, en medio de rezos y palabras pedí el permiso a los espíritus del agua para hablar con ellos. Y al cabo de varios minutos, regrese y les cuento a los padres que el joven, ha sido encantado por unos duendes de agua dulce, espíritus de la naturaleza, que son los guardianes para mantener la vida del agua, cielo y tierra en constante equilibrio. El lugar era un edén oculto, un rincón de la selva donde el agua cristalina formaba un espejo que reflejaba la exuberante vegetación. Una neblina ligera se elevaba del agua, creando una atmósfera misteriosa. Al acercarnos, escuché el sonido de risas infantiles, como si decenas de duendes invisibles jugasen entre las rocas. Un escalofrío recorrió mi espalda.

...lo cierto es que, después de tener una conexión mística por medio de una comunicación con estos espíritus protectores, les pregunte a sus padres, que para poder sacarlo del encanto debían ir en busca de sus padrinos de agua o bautizo.

Los padres del joven al escuchar esto, se dirigen al caserío en busca de los padrinos de agua y con ellos llegaron a la quebrada un grupo de curiosos enterados del extraño suceso paranormal.

Pues... al llegar los padrinos, pregunte a sus padres el nombre del joven, contestando los dos casi al mismo tiempo: — Juan... ¡se llama Juan! - Luego, pedí a los padrinos que llamen al joven en voz alta, y ellos comenzaron a gritar su nombre: — ¡Juan...! — ¡En forma repetida...! Los padres de Juan, con el corazón en un puño, llamaban su nombre con desesperación. — '¡Juan, hijo, responde!

De repente, escuchan su voz respondiendo al llamado de sus padrinos: — ¡Aquí estoy... ¡Aquí estoy!

Y de esta forma, todos corren a la dirección de donde se escucha la voz de joven y quedan sorprendidos y llenos de asombró al ver el lugar donde estaba.

—- ...Cuándo llegan al lugar, el joven estaba atrapado dentro de un matorral o bosque muy profundo e impenetrable, porque estaba formado por grandes mogotes o montones de tunas muy filosas, no había forma de entrar a aquel lugar formado por matorrales de tunas.

De inmediatos buscaron machetes, picos y escardillas, herramientas tradicionales para trabajar la tierra y cortar la maleza y comenzaron a cortar los tunales hasta hacer un camino y llegar hasta donde se encontraba el joven.

Al llegar al sitio donde estaba, los padres lo tomaron y lo cargaron hasta sacarlo de ahí. Estaba lleno de tunas de pie a cabeza. Los curiosos le preguntaron a cada instante.

— ¿Qué te paso? ¿Cómo llegaste allí?

Y el joven Juan que, aunque no tenía casi fuerzas para hablar, comenta que:

-— ¡estaba ya saliendo del riachuelo y me disponía a ponerme la ropa para regresar a casa y de repente escuché que me lanzaban pequeñas piedras al agua, pensé eran los amigos que me acompañaban, pero ya ellos habían emprendido caminó adelante.

Y me pregunté: -— ¡seguro están escondidos por algún lugar y me quieren asustar! — terminé de vestirme, pero de repente siento que detrás de mí alguien me observa, y cuándo volteo hacia el riachuelo veo a varias personitas muy pequeñas con barbas blancas y ropa de paja y hojas secas; tenían colgado sobre su cuello, algo así como un bolso o cartera hecho de Tapara.

Quise salir corriendo, pero me atraparon y ataron con cuerdas de material natural y bejucos de esos que se forman en los árboles viejos. Y me llevaron alzado entre varios de ellos hasta este matorral, divirtiéndose con lo que me hacían entre juegos y risas... — Explicaba rápidamente a la multitud que lo escuchaba, mientras sus manos y todo su cuerpo tiembla aun del susto.

Los curiosos llenos de miedo regresaron a sus hogares contando a todo aquel que se encontraban en su camino lo sucedido.

Lo cierto es que el joven manifestó que, tuvo mucho miedo...¡, expresando ya camino a su casa: —... estoy más que seguro que los duendes protectores existen, - debemos tene mucho cuidao al visita el rio... hay algo misterio en sus aguas, si fuera ustedes, ya no me bañaría más este lugar. Mientras caminábamos de regreso, Juan, aun temblando, susurró: —'Los duendes existen, y debemos respetar su hogar. El río guarda secretos que no debemos profanar.'" —Pronunciaba el muchacho con su acento campesino y muy espantado. Al encontrar a Juan, atrapado entre las espinas de un cactus, me di cuenta de que había sido más que un simple juego. Los duendes lo habían llevado hasta allí como una advertencia, un recordatorio de que la naturaleza tiene sus propias leyes. Al liberarlo, prometí a los espíritus que cuidaríamos de la quebrada y respetaríamos su hogar.

De esta forma, recordó la abuela Elena una de las historias contadas por su padre. A medio camino, ahí van las dos mujeres, labrando su destino y escribiendo su vida en cada paso que dan. La joven Rosa aun impresionada le pregunta:

Rosa: — ¡Madre ¿y que son esos duendes, como son?!

—! Tu abuelo los consideraba seres benignos, traviesas y defensoras del medio ambiente, de ahí su nombre de protectores del medio ambiente. Estos duendes reaccionan de forma muy molesta cuando los visitantes de los bosques, montañas y ríos contaminan dejando sus desperdicios. ¡él siempre decía que, eran niños, difuntos que morían sin ser bautizados...!

Rosa comenta: — ¿los podemos ver? — pregunta con una actitud perpleja por lo que acaba de escuchar.

— ¡Sí mija...existe una gran batalla en un mundo espiritual desde que Adán y Eva pecaron!, Así como hace rato nos lo contó el Chamán; existen espíritus o Ángeles visibles e invisibles, los duendes entran en el lugar de las apariciones visibles como muchos otros, ya que existen muchas anécdotas de sus apariciones y personas que los han visto. Pueden estar solas o en grupos, y lo más impresionante es que pueden morir si el lugar donde viven es contaminado. —...Son enamorados de la naturaleza y amantes del agua, ya que consideran que el agua es un elemento sanador, que todo lo cura, lo nutre y lo limpia. Muchos los llaman espíritus de agua, pero también están vinculados con otros elementos de la naturaleza.

Rosa: ¿Madre, pero como son, tienen forma? — Pregunta nuevamente insistiendo en saber cómo son realmente.

Doña Elena: —"Sí, mija, son criaturas mágicas. Dicen que les gusta mucho el aguardiente y el tabaco, así que siempre les dejábamos un poco en un plato junto al río. Y para agradecerles por cuidar de las cosechas, les ofrecíamos los primeros frutos de la tierra."

Rosa: —"¡Madre, ¡qué divertido! ¿Y nunca te has encontrado con uno? ¿Cómo son de cerca?"

Doña Elena: —"Bueno, nunca los he visto con mis propios ojos, pero mi padre sí. Dice que son muy pequeños, con una barba larga y blanca, y que les encanta jugar bromas a los humanos. A veces, si no los tratas bien, pueden esconder tus herramientas o desorientarte en el bosque."

Rosa: —"¿Y qué pasa si los duendes se enojan? ¿Pueden hacer daño a las personas?"

Doña Elena: —"Sí, pueden ser muy traviesos si se sienten molestos. Dicen que pueden causar enfermedades, perderse el ganado o incluso provocar sequías. Por eso es importante tratarlos con respeto y agradecerles por todo lo que hacen.

Rosa: —Madre, no puedo creer que lo que me dices, cualquiera que lo escuche pensaría qué estamos locas inventando cuentos de camino, —Entre risas. (Jajajaja)

Doña Elena conocía mucho de espiritualidad y era supersticiosa ya que, visitaba frecuentemente a su padre y pudo compartir algunas lecturas de los libros de medicina natural y libros sobre magia blanca que pertenecían a su padre y que antes de morir, se los obsequió a ella para que los conservará y los guardará en un sitio seguro.

— ¡Eres muy supersticiosa... — Comenta Rosa... mientras que su madre le responde!

Doña Elena: "—Verdaita o mentira mija, yo si lo creo... y no solo hay duendes protectores de las aguas y la naturaleza, también se han visto apariciones de un tipo de duende o espíritu llamados Seretones, o duendes sobadores y enamorados que persiguen a las mujeres bonitas y se les presentan durante la noche mientras duermen."

Rosa: —"¡Ay, madre! ¡Qué susto me das! ¿Y cómo son esos Seretones? ¿Son feos?"

Doña Elena: —"Dicen que son muy atractivos, con ojos brillantes y una sonrisa encantadora. Pero no te dejes engañar por su apariencia, mija. Son muy peligrosos. Se deslizan por las ventanas en las noches de luna llena y se acercan a las mujeres que duermen, acariciándolas y susurrándoles al oído. Si una mujer se enamora de un Seretón, queda atrapada en su mundo de sueños y puede perder la razón."

Rosa: —"¡Ay, no! ¡Qué miedo!"

Doña Elena: —"Por eso es importante protegerse. Se dice que las ramas de espino blanco pueden ahuyentarlos, y que llevar un amuleto de plata también ayuda. Y nunca duermas con la ventana abierta, mija."

¡Doña Elena estaba encantada de hablar sobre su padre y sus dones de curación!, Sabina la bebé, va dormida y muy callada en brazos de su madre al paso del atardecer, desconociendo totalmente el destino que le espera relacionado a eventos invi-visibles que marcarán su vida. Ya dentro de solo horas llegará a su casa.

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