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Capítulo 3 Hija de la Luna

Al amanecer del mismo día en que Sabina llegó al mundo, un lugar llamado Los Carrizales, a unos cincuenta kilómetros de Churuguara, se preparaba para un ritual ancestral. Una choza de adobe y barro, con un largo corredor de asientos de roble, se alzaba en medio de un paisaje majestuoso. Montañas y araguaneyes, algunos amarillos, otros rosados, enmarcaban el lugar, mientras el suelo se cubría de un manto dorado de hojas caídas. Un riachuelo de aguas cristalinas descendía desde las cumbres más altas, completando la belleza del entorno. La brisa matutina, perfumada con canela y ajonjolí, se mezclaba con la fragancia de un torbellino de tulipanes rosas, blancos y amarillos que alfombraban el lugar. Peonías blancas, símbolo de paz y pureza, completaban este escenario de ensueño, un remanso de libertad y belleza que ofrecía un respiro al alma. Los Carrizales, un lugar mágico donde la mente se relajaba y uno se sumergía en un mundo natural y fantasioso.

El interior de la choza era una estancia amplia, con piso de tierra y dos grandes ventanas que permitían el libre paso de la luz solar y la brisa. Un fogón de leña encendido presidía el ambiente, y sobre él, una olla de agua y hierbas frescas hervía a borbotones. Un anciano chamán, de aspecto indígena, se encontraba allí, preparando pociones con ingredientes naturales. Collares de dientes y piedras, todos ellos regalos de la naturaleza, adornaban su cuello. Mientras entonaba melodías en un dialecto ancestral, similar al de los antiguos indígenas de la región, el chamán fumaba un tabaco que había encendido en las brasas de un leño cercano. El humo, en volutas espesas, danzaba en el aire, llenando el lugar de un aura mística. El sonido de una cascada cercana, cuyas aguas golpeaban contra rocas y peñascos, se sumaba a la melodía del río, creando una atmósfera de paz y tranquilidad, un verdadero baño de naturaleza.

De repente, en medio de la calma aparece una fuerte brisa que, levantó y dejó caer al suelo varias ramas y hojas que había sobre una mesa, mientras un pájaro llamado el Turpial entró por la ventana y voló recorriendo toda la habitación, hasta salir nuevamente al patio. El chamán, sale corriendo al patio de atrás y observa la dirección del viento y escucha su soplar con el choque de las ramas y en instantes, un viento gélido sacudió las ramas del azabache, 'Aiyana', el guardián de los sueños. El chamán, con ojos cerrados, entonó un antiguo canto en lengua ancestral, su voz entretejiéndose con el 'chirp-chirp' de 'Iyana', el pájaro mensajero. Al ritmo de la melodía, sus pies descalzos trazaron círculos en la tierra, una danza sagrada que invocaba a los espíritus de la naturaleza. Con cada giro, el árbol respondía, liberando una lluvia de semillas rojas y negras, como lágrimas de la Pachamama. Una de ellas, más grande y brillante que las demás, cayó a los pies del anciano, una 'Kaia' que contenía el destino de la niña. De inmediato, el curandero entonó una antigua canción en lengua indígena.

Aya, Kaia, semilla de vida,

De los ancestros, regalo sagrado.

Como estrella, brilla en la noche,

Guiará a la niña, en su viaje.

Aiyana, viento, susurra suave,

Lleva la canción, a través de la selva.

Iyana, pájaro, canta y vuela,

Anuncia la llegada, de una nueva estrella.

Kaia, Kaia, en tus entrañas,

Sueños profundos, y esperanzas.

Solo un corazón puro, podrá descifrar,

Los misterios que guardas, para revelar.

Aya, Pachamama, tierra fértil,

Recibe a la niña, con tu amor gentil.

Que crezca fuerte, bajo tu cielo,

Y honre siempre, tu sagrado velo.

Su voz, suave como la brisa que acariciaba las hojas, resonaba en el espacio, fundiéndose con la melodía del agua y el trino de los pájaros. El anciano, sus ojos brillando con una sabiduría ancestral, sostenía entre sus dedos huesudos una semilla, pequeña pero cargada de un poder ancestral. —Esta semilla —murmuró, su voz apenas un susurro—, es un regalo de los espíritus. Un regalo para ti. Será tu guía, tu protectora y tu mayor prueba. Solo aquellos de corazón puro podrán desvelar sus secretos más profundos. Escucha con atención sus palabras: 'Ya nació la niña de los sueños profundos'. —Se volvió hacia el majestuoso roble donde un pájaro, cual mensajero alado, había posado sus plumas. —Preparemos todo para su llegada —dijo, su voz cargada de emoción—. Ella está en camino y debemos recibirla como se merece. ¡Siento su presencia en el aire! —exclamó, cerrando los ojos para conectar con una fuerza superior.

26 de junio, en el pueblo de Churuguara.

Al día siguiente de la visita de Doña María, Rosa nota la pequeña bebé muy callada, solo duerme... Rosa espera a que despierte para alimentarla, pero no es así, cuando la toma en sus brazos para observarla y estimularla se da cuenta de que, presenta una fiebre muy alta.

Era extraño para Rosa, porque había nacido con muy buen peso y mucha vitalidad. Ella de inmediato llama a los médicos de turno para que estén al tanto de lo que sucede, la bebé está muy debilitada y comienza a presentar vómito y deshidratación.

Pero lo más inexplicable de todo, es que comenzó a caerse su bonito cabello negro, cuando Rosa toma su bebé de la cuna donde dormía, notó que parte de su cabello estaba pegado sobre las sábanas de color verde con detalles blanco que la acobijaban, y al pasar las manos por su cabecita pequeña y delicada, observó que su mano estaba llena de restos de este, de tal forma que, la pequeña bebé Sabina, perdió completamente su cabello en solo cuestión de días.

Tal vez presentó fiebre toda la noche; Rosa se había quedado dormida y no lo notó. Él doctor de turno decide hacer todos los exámenes, porque no se explicaba el porqué de la caída del cabello de forma tan rápida y pide las muestras de sangre para los exámenes, solo es de esperar los resultados.

En cuestión de horas los resultados están listos, pero aparentemente todo está muy bien, no había nada en los análisis que explicará la razón de la presencia de la fiebre y la caída del cabello.

Por otro lado, no quería tomar alimento del pecho de su madre, y esto la lleva a bajar de peso, de casi cinco kilogramos a menos de tres. Se queda por varios días en observación, las horas para Rosa en el hospital se hacen más largos, pero esta vez acompañada de una gran preocupación, la bebé que no se recupera.

Los médicos le explican a Rosa que ya han hecho todo lo posible para controlar y recuperar la bebé, pero que ya no pueden hacer más nada. Ellos no se explicaban, porque la niña cada día que pasaba estaba más debilitada y sin fuerzas de hecho, que ya ni lloraba. Los médicos ya no le dan ninguna esperanza a la joven Rosa de que la bebé pueda resistir un día más de vida.

La madre de Rosa, y abuela materna de Sabina llamada por cariño Doña Elena, ya está enterada de que su hija Rosa dio a luz una hermosa niña, pero que se encuentra en delicado estado de salud.

Pero, Doña Elena vive muy lejos en una zona finquera y montañosa y le tocó dos días llegar al hospital, ya que para la época eran muy pocos los carros o el transporte para el traslado de las personas de un lugar a otro, la mayoría lo hacían en Mula o a Caballo.

Doña Elena, era una mujer de carácter muy fuerte con rasgos y creencias de la raza india, criada toda una vida en el campo, en un ambiente silvestre rodeada de la naturaleza y la espiritualidad de lo que la madre tierra representa, por lo tanto, creía fielmente en los espíritus del agua, de la tierra, el viento tanto así, que para tomar los frutos de la tierra o sacrificar una cabra u ovejo para la comida primero, pedía permiso a los espíritus.

Esto también se debía a que su padre bisabuelo de Sabina, llamado Don Pedro, era un médico curandero muy reconocido en la zona, por lo eficaz de sus medicinas naturales y la cura de diferentes enfermedades.

Se contaba por los pobladores de la zona, que Don Pedro había curado a varios habitantes enfermos de tuberculosis, se calcula que más de cincuenta enfermos, con tan solo el sacrificio de un Araguato o primate y dar a beber a los contagiados la sangre del animal, y después de sacar todas las vísceras del mismo y en medio de una serie de rezos místicos rodeados de misterios, colocando el cuero extendido del animal muerto en la espalda del enfermo y atarlo, hasta que el cuero secará en su piel por varios días. Cosa que provocaba muy mal olor a carne descompuesta, pero que era eficaz para levantar infectados de tuberculosis ya en su lecho de muerte.

Entre esta y muchas razones más, como ser descendiente de la raza etnia, la abuela materna de Sabina, creía en la espiritualidad y el poder de la naturaleza para la cura de las enfermedades, aparte de ser muy creyentes y respetuosos con los días santos en tiempos de Semana Santa y los festejos de las creencias y rituales religiosos del día de los Santos o muertos, la Cruz de Mayo entre otras manifestaciones culturales que se practicaban en la región y el país donde residían.

Doña Elena, vivía en una hermosa finca llamada los Verales, ahí estaba rodeada de animales de cría como ovejos, Cerdos, Cabras Gallinas y Ganado, al mismo tiempo, ella y él padre de Rosa Don Jesús, un hombre de color negro de descendencia africana así sus rasgos, se dedicaba a la casa y la siembra.

Esto lleva a la reflexión, de que, ¿porque sí los padres de Rosa tenían una buena situación económica, Rosa pasaba tanta necesidad con sus hijos... había alguna razón por la que la joven Rosa no vivía con ellos?

Está Rosa en el hospital, a la espera de que se le entregue la niña para ser trasladada y llevada a un médico en la Capital, con la esperanza de que se encuentre una salida a la delicada situación de su bebé.

En ese momento llega su madre Doña Elena. Rosa no esperaba verla ya que vivía muy lejos, y la abraza con lágrimas en sus ojos, comentando en voz muy baja entre lágrimas.

— ¿Mamá que haces aquí?... ya llevo días esperando que la bebé mejore, pero, cada día está más deshidratada. La bebé está muriendo... los médicos no me dan una esperanza de vida.

Rosa: — (Con voz quebrada) — Mamá, por favor, algo tiene que hacerse. ¡No puedo perder a mi hija!

Doña Elena: — (Acercándose a Rosa, tomando sus manos con firmeza) — Hija, si eso es así como me lo cuentas... la pequeña Sabina está atravesando una situación muy oscura.

Rosa: — (Confundida) — ¿Qué quieres decir, mamá?

Doña Elena: — (Con voz baja y solemne) — Creo que la pequeña Sabina está bajo un maleficio.

Rosa: (Asustada) — ¡Mamá, no digas eso! ¿Un maleficio? ¡Eso es superstición!

Doña Elena: (Sacudiendo la cabeza) — No, hija, no es superstición. Es una realidad que muchos no quieren aceptar. Recuerda lo que te conté de tu abuelo Pedro y sus conocimientos sobre lo oculto

Rosa: (Insegura) — Pero... ¿cómo puede ser posible?

Doña Elena: (Mirando fijamente a Rosa) — Alguien con mucha envidia o malos deseos puede lanzar un mal de ojo. Y cuando se trata de un bebé, tan inocente y vulnerable, el efecto es devastador.

Rosa: (Aterrorizada) — ¿Y cómo sabes que a Sabina le han hecho algo así?

Doña Elena: (Con voz firme) — Los síntomas lo dicen todo: la pérdida de peso, la fiebre, el vómito... y el hecho de que los médicos no encuentren una explicación médica. Además, me contaste que muchas personas han venido a visitarla, ¿alguna de ellas te pareció extraña o te dio una sensación incómoda?

Rosa: (Pensando) — Es cierto... una señora, Doña María, parecía muy insistente en ver a la bebé. Y me ofreció cosas a cambio de ella...

Doña Elena: — (Asintiendo con la cabeza) — Esa mujer, con su mirada fija y sus palabras llenas de doble sentido, pudo haber lanzado un maleficio sobre la pequeña.

Rosa: (Desesperada) — ¿Y qué podemos hacer, mamá? ¿Cómo podemos salvar a Sabina?

Doña Elena: (Con una mirada esperanzadora) — No te preocupes, hija. Conozco a un chamán muy poderoso que vive en las montañas. Él puede romper este hechizo.

Rosa: (Aferrándose a la esperanza) — ¿De verdad? ¡Llevémosla con él ahora mismo!

Doña Elena: (Tomando la mano de Rosa) — Así lo haremos, hija. No dejaremos que le pase nada malo... te lo prometo mija. Rosa, al escuchar esa asombrosa explicación de su madre, recoge todas sus cosas y se apresura para salir del hospital, en busca de ese médico naturista y curandero, también llamados chamanes, pero sin perder la Fe en Dios, de que él la ayudaría a salir de esa situación tan difícil.

En horas de la mañana de siguiente día, llegan a la casa del chamán quién las atiende muy misteriosamente. Lo más extraño de todo, es que parecía que las estaba esperando. Casimiro era un hombre de estatura mediana, pero su presencia llenaba cualquier espacio. Tenía una barba canosa que le llegaba hasta el pecho y unos ojos oscuros, tan profundos como el universo, que parecían penetrar en el alma de quien lo miraba. Su piel, curtida por el sol y el viento, mostraba las marcas de una vida dedicada a la naturaleza y a sus misterios.

Al llegar a su casa, Rosa y su madre no pudieron evitar sentir una extraña sensación de tranquilidad, mezclada con un profundo respeto. Casimiro las recibió en el umbral de su humilde morada, su voz grave y suave resonando en el aire como un antiguo conjuro. Mientras las conducía al patio, donde la fogata ya ardía con fuerza, sus manos acariciaban las hojas de las plantas medicinales que crecían alrededor de la casa, como si estuviera saludando a viejos amigos. El mismo pide cargar a la niña y procede a desarrollar unos rituales acompañados de oraciones. Preparando baños naturales para la bebé, con hierbas y plantas muy poderosas según él para contrarrestar el Mal de Ojos, como la Ruda y el Cariaquito Morado, hiervas curativas para las malas energías adsorbidas.

Elcurandero llamado Casimiro, un completo desconocido para Rosa, enciende unagran fogata en medio del patio de tierra en su casa y coloca una olla grandecon agua para hervir. Rosaobservaba al chamán con una mezcla de asombro y temor. Sus ojos, de un profundocolor negro, parecían penetrar en su alma. El viejo agitaba la rama sobre lafogata, recitando palabras en un idioma que ella desconocía. El humo se elevabaen espiral, formando formas extrañas en el cielo azul que predominaba aquellamañana. La mezcla hirviente despedía un aroma intenso y embriagador, unacombinación de hierbas y especias que le recordaba a los rituales que habíavisto en casa de su abuelo Don Pedro. Cuando el chamán finalmente levantó laolla del fuego, Rosa pudo ver cómo la luz de las llamas danzaba en lasuperficie de la poción, creando modelos cambiantes y misteriosos.

El chamán, con voz gutural, invocó a los espíritus, sus palabras tejiendo un hechizo ancestral. La habitación se llenó de un humo espeso, cargado de energía, mientras la figura del chamán se erguía, dominante y poderosa., entonó una antigua letanía en lengua pemón. "Otomachima, otomachima", repetía, invocando a los espíritus de la naturaleza. Mientras agitaba la rama de copal sobre las brasas, el humo se elevaba en espiral, formando una columna de luz que parecía tocar el firmamento.

Ama kawa, wakamo (Madre Tierra, te saludo)

Kaipa kamara, wakanaipa (Gracias por el aire, por el agua) Kerepe yekuana, epe yekuana, wakanaipa (Que los niños y niñas estén sanos, te lo pedimos) Kerepe, kerepe (Gracias, gracias)

Dentro, le va agregando diferentes hiervas y hojas haciendo una especie de mezcla algo espesa de color miel y cuándo termina de hervir, se retira hacia dentro de un cuarto oscuro retirado de la casa y trae con sigo algo en su mano... un pedazo de Oro en forma de cadena, y se la agrega a la mezcla ya casi lista. Sus movimientos eran lentos y precisos, cada gesto cargado de un significado oculto. Al preparar la poción, sus dedos danzaban sobre las hierbas, seleccionando cada una con cuidado y añadiéndola al caldero con una reverencia casi religiosa. Conocía el nombre y las propiedades de cada planta, y parecía comunicarse con ellas a un nivel más profundo.

Mientras recitaba las antiguas fórmulas, su voz adquiría una tonalidad hipnótica, transportando a quienes lo escuchaban a un mundo de sueños y misterios. Sus palabras eran como llaves que abrían puertas hacia lo desconocido, revelando los secretos de la naturaleza y las fuerzas que la gobiernan.

Su aura era tan intensa que parecía rodearlo como una niebla, creando una atmósfera cargada de energía y misterio. En ese momento, Rosa comprendió por qué tantas personas buscaban su ayuda, y por qué se le consideraba un hombre sabio y poderoso. El chamán le comenta a Rosa y su madre: —Este trozo de Oro lo conservo para fines medicinales. Mientras la mezcla que ya lista se enfriaba entre las brasas.

El curandero o chamán indica a la joven Rosa, bañar a la bebé y dar de tomar de aquel preparado o poción, conjuntamente de colocarle en su píe derecho una pequeña prenda elaborada de piedras de color rojo y negro llamados Azabaches, como una contra mágica de protección, para que la conservará colocada en su píe derecho por un largo periodo de tiempo. Rosa, con un corazón lleno de esperanza, tomó a su pequeña Sabina en brazos y la llevó hasta un pequeño cuenco de madera lleno de agua tibia y la mezcla preparada por el chamán. El líquido, de un color ámbar oscuro y con un aroma intenso a hierbas, parecía brillar con una luz propia. Sumergió suavemente a la bebé en el agua, sintiendo cómo su cuerpecito se relajaba ante el contacto con el líquido cálido. Con movimientos suaves y delicados, masajeó la piel de Sabina con la mezcla, notando cómo esta se absorbía rápidamente, dejando un aroma suave y fresco.

Al sacar a la bebé del agua, Rosa se sorprendió al sentir la piel de su hija tan suave y tersa como la seda. Era como si una nueva vida hubiera surgido de dentro de ella. Sabina, por su parte, parecía más tranquila y relajada. Sus ojitos, que antes estaban vidriosos y llenos de fiebre, ahora brillaban con una luz nueva. Se acurrucó en los brazos de su madre, buscando su calor y protección.

Una vez seca, Rosa tomó el pequeño azabache, una piedra fría y lisa de color negro y rojo intenso, que el chamán le había entregado. La piedra era pequeña, pero irradiaba una energía poderosa. Con cuidado, la colocó en una pequeña bolsita de tela roja y la ató con un hilo del mismo color alrededor del tobillo derecho de Sabina. Al sentir el frío de la piedra contra su piel, la bebé soltó un pequeño suspiro y se quedó dormida profundamente.

Rosa observó el amuleto con una mezcla de asombro y gratitud. Creía firmemente que aquella piedra protegería a su hija de cualquier mal y le traería buena suerte. Mientras la mecía suavemente, pensaba en las palabras del chamán y en el futuro que le esperaba a Sabina.

Lo más asombroso extraordinario fue que, durante horas de la tarde, la bebé abrió los ojos y tomó del pecho de su madre nuevamente, ya habiendo desaparecido la fiebre por completo.

El chamán, después de bañar a la bebé, le dice:

—Hija de la Luna, escucha con atención. Tu pequeña es un rayo de sol que ha atravesado las nubes más oscuras. Su nacimiento ha roto las cadenas de un hechizo milenario, liberando un espíritu ancestral que ha regresado para iluminar nuestro camino. En sus sueños, ella viajará a través de dimensiones paralelas, desvelando los secretos del universo y ofreciendo mensajes de esperanza para la humanidad. Su corazón es un pozo de sabiduría infinita, y sus palabras, un bálsamo para el alma. Ella es la conexión entre el cielo y la tierra, la que nos guiará hacia un futuro lleno de luz y armonía... —Esto la conducirá a desarrollar capacidades fuera de lo normal... Tu pequeña es fuerte como un roble, y su espíritu brilla como un colibrí. Pero recuerda, la luz atrae a las sombras. Debes protegerla de los ojos envidiosos y de los corazones oscuros, porque estará bendecida con el Don de la Gracia.

— ¿Don de la gracia? — Pregunta Rosa.

— Si... lo que significa nacida para hacer el bien... será motivo de envidia para otras mujeres, todo debido a un encanto que posee y se impregna a través de su piel. Enséñale a hablar con los árboles, a escuchar el susurro del viento y a sentir la fuerza de la tierra. En la naturaleza encontrará su refugio y su poder. La Pachamama la guiará y la protegerá — Responde, mientras toma una manito de la beba. Rosa, con los ojos llenos de asombro, acaricia suavemente la mejilla de su hija.

— ¿Un encanto... que se impregna a través de su piel? — repite, casi en un susurro.

— Así es, Rosa. Es un don especial, un regalo de la Pachamama. Imagina su piel como una flor que despide un perfume único, capaz de atraer a las criaturas más benévolas de la naturaleza.

El chamán toma nuevamente la mano de la bebé y la acerca a una ventana que da al jardín.

— Observa cómo las mariposas se posan en sus dedos. Siente la brisa acariciando su rostro. Nuestra pequeña es un puente entre el mundo de los humanos y el de los espíritus. La Pachamama la ha elegido para ser su mensajera, y la protegerá de todo mal

Rosa mira a su hija con una mezcla de amor y temor. Se pregunta cómo podrá protegerla de un mundo que puede ser cruel y despiadado.

— Pero... ¿no será peligroso para ella tener este don? ¿No la harán daño?

— El poder trae consigo responsabilidades, Rosa. Pero también trae consigo una gran fuerza. La Pachamama la guiará y la protegerá. Y tú, como madre, debes enseñarle a utilizar sus dones con sabiduría y compasión.

El chamán continúa hablando: — La sombra de la serpiente acecha en la oscuridad, disfrazada de luz. Desconfía de aquellos que te ofrecen miel, pues esconden veneno en su corazón. Doña María es solo un nombre, un disfraz. El peligro puede venir de cualquier lado, incluso de aquellos en quienes más confías... (Después de realizar un ritual con hojas y piedras), le comenta a Rosa —"Veo una figura, envuelta en sombras, que se acerca a ti y a tu familia. Esta figura es capaz de cambiar de forma, de hacerse pasar por cualquier persona. Ten cuidado, Rosa, pues esta sombra busca destruir todo lo que amas.

Rosa, no entiende claramente lo que le indica él desconocido chamán, está centrada en la recuperación de la niña y no dejó de pensar en eso en ningún momento, tal vez creía que eran solo cuentos y mitos lo que el hierbatero le decía. Sin embargo, le mostró una gran gratitud.

El chamán, con la voz grave como el rugido de un río, miró a Rosa a los ojos. "La niña es un árbol joven, aún frágil. El hechizo es una plaga que busca secarla. Para crecer fuerte y frondoso, necesita encontrar las ocho gotas de rocío que la alimentarán. Cada gota es un hermano, un rayo de sol que la guiará. Al igual que un árbol necesita agua y luz para crecer, Sabina necesita el amor y el apoyo de sus hermanos para superar la oscuridad que la envuelve. El hechizo que envolvió a tu hija es como una niebla que oscurece su camino. Las ocho llaves son como faros que iluminarán su sendero. Cada hermano representa una faceta de la vida: la alegría, la tristeza, el miedo, la esperanza... Y cada uno guarda una llave que Sabina deberá encontrar en lo más profundo de su ser.

Rosa, aterrada y confundida, preguntó: —"¿Y qué pasará si no encuentra todas las llaves?"

El viejo sabio, con voz grave y resonante, entonó un antiguo conjuro: — Ayari, la estrella polar brilla en lo alto, guiando a los navegantes perdidos. Tú también tienes una estrella interior que te iluminará el camino. No te dejes deslumbrar por las luces engañosas de los demás. Busca en las profundidades de tu ser, en ese lugar donde el tiempo se detiene y el silencio habla. Allí encontrarás las respuestas que necesitas para cumplir tu destino. Mientras enciende una vela, como símbolo poderoso que representa la luz interior, la guía espiritual y la conexión con lo divino. Usado en rituales y prácticas espirituales para facilitar la transformación personal, la sanación y la búsqueda de un sentido más profundo de la vida.

Pero ella aún no entiende que quiere decir, Rosa está muy callada mientras el curandero sigue hablando muy detalladamente.

El chamán, sus ojos brillando intensamente, murmuró dirigiéndose a la pequeña beba como si ella lo entendiera: —'Recuerda, niña, que el camino será largo y lleno de obstáculos. Cada llave es un portal hacia un reino ancestral, donde los espíritus te esperan para compartir su sabiduría. Debes encontrar el valor para atravesar esas puertas y enfrentar los desafíos que te esperan...Pero no estás sola. Los espíritus ancestrales te guiarán, y las llaves te abrirán las puertas hacia un futuro brillante. Sin embargo, ten cuidado con las sombras que acechan en la oscuridad. Ellas buscarán robarte las llaves y mantenerte prisionera.

Terminó de hablar quedando todo en silencio, buscó en el bolsillo de su camisa descolorida y llena de manchas de chimo, una pequeña flauta hecha de caña dura de carrizo y bambú y comenzó a sopar para dar paso a una impecable melodía, cargada de sonidos parecidos a los que hace el viento al soplar. Terminó de tocar ese extraño instrumento, y se fue hacia la cocina a preparar café. La melodía que el chamán tocaba en su flauta era como una canción de cuna para el alma, llenando el corazón de Rosa y Sabina de una profunda paz. Al escucharla, Sabina sintió una conexión especial con el universo, como si la música la estuviera guiando hacia un destino desconocido.

No antes, al terminar, Rosa no opina nada sobre lo narrado por Don Casimiro, y solo le da las gracias por tan valiosa información, aunque no tenía ni idea de lo que significaría para Sabina. Lo más importante para ellas, era ver la recuperación repentina y sorprendente de la bebé y que de esta forma y rodeada de algún misterio, en la naturaleza está la respuesta a muchas afectaciones o enfermedades de salud que padecen los seres humanos. Solo que, lleva un ingrediente secreto que es la FE.

Así, se sientan en unas banquetas de madera de roble que estaban ubicadas frente a un largo camino boscoso lleno de árboles, con la bebé en sus brazos; preparando toda la medicina natural dentro de una mochila sutilmente tejida y de esta forma, retirarse de aquel mágico y misterioso lugar, para continuar una vida llena de aventuras y sorpresas inexplicables pero reales... Rosa se sienta comentándole a su madre que:

—Seguramente fue esa señora Doña María quién quería quitarme mí niña a cambio de tierras y morocotas... si ese mal existe la culpable es ella, más nadie madre... ella es la responsable, — Y entre susurros, se muestran muy contentas con lo sucedido.

Pero, en ese momento, Doña Elena aprovecha la oportunidad y le sugiere a Rosa que le entregue la niña, que con ella estará mejor cuidada y protegida, y de esa forma la ayudaría a criarla en mejores condiciones económicas; pero Rosa no duda en responder que no.

Ya está será la segunda vez que le piden a su hija a cambio de mejorar su vida y la futura crianza de sus hijos en mejores condiciones.

Minutos después, se acerca el Chamán Don Casimiro y pide que le presten mucha atención, quiere contarles algo muy importante...

Don Casimiro, les ofrece una taza de café recién colado a la visita y toma asiento en una silla forrada de cuero de Cabra, enciende un tabaco para fumar y le comienza a contar a Rosa y su madre Elena, la razón de la existencia de dos fuerzas espirituales muy poderosas que viven en una constante batalla desde principios de la creación, todo con la finalidad de que entienda un poco mejor de que se trata todo lo relacionado al misterio de lo visible e invisible y como afecta a algunas personas.

Las dos mujeres se exponen muy calladas y atentas a la fascinante y mágica historia contada, mientras toman un rico y cálido café.

Don Casimiro (el Chamán): —Desde el principio de la creación de la tierra con la magia y la divinidad, cuyo diseñador y creador fue Dios, hubo una conexión entre lo espiritual, los seres vivos y la naturaleza.

Esta idea fascinante, nace de la esperanza que Dios tiene de ofrecer a los seres vivos que habitan la tierra un hermoso lugar llamado hogar, para que sean felices para siempre; rodeado de la naturaleza sana y viva, cuyo nombre es él Paraíso. Dios, primeramente, crea personas espirituales, llamados Ángeles, Arcángeles y Querubines.

Entre ellos, había uno muy especial para Dios, el más hermoso y perfecto de todos. Éste tenía a cargo ayudarlo con la creación de la tierra, pero sucedió lo inesperado, él Ángel más hermoso creado por Dios se revela en su contra por su orgullo y arrogancia de creerse mejor que los demás, logrando convencer a otros Ángeles para que lo sigan.

Esto da paso a una guerra en el cielo, siendo el inició de una gran batalla entre Dios y sus Ángeles contra él y sus seguidores. Debido a los sucesos que acontecían en el cielo, Dios tomó la decisión de desterrarlo y lo envío a la tierra.

Dios sigue trabajando en la creación de un mundo lleno de maravillas, dando vida a un hermoso jardín, el cuál llenó de árboles, flores y animales como Elefantes y leonés para adornarla de una extraordinaria belleza.

Además, la cubrió de árboles frutales para consumir alimentos. Pero Dios observa que falta algo, y toma con su puño polvo del suelo y de forma mágica soplo el polvo e hizo a Adán.

Adán vivía muy feliz con la compañía de sus animales y plantas, pero, Dios lo observaba solo y decide darle como regalo una compañera para que fuera su esposa y tuviera hijos, así crea a Eva. Todo era perfecto para ellos y una gran satisfacción para Dios, quién les dio todo lo necesario para vivir, solo a cambió de no comer una fruta de un árbol prohibido.

Pero un día, Eva paseaba por el jardín en busca de alimentos, y un ángel o espíritu de los que Dios había desterrado del cielo. Tomó el cuerpo de una serpiente y le habló a Eva diciendo que: —... si comes la fruta del árbol serás igual a Dios... Eva escuchando esto, toma la fruta y come desobedeciendo la orden de Dios y pierden todos los privilegios entre ellos su hogar.

Esto muestra, que desde principios de los tiempos, en la tierra existe un mundo lleno de situaciones reales y por otro lado, situaciones y sucesos dentro de un mundo espiritual que no podemos ver, una lucha entre el bien y el mal; la luz y la oscuridad, la vida y la muerte; lo bueno y lo malo representados por medio de espíritus del lado de las fuerzas del bien, que toman forma de animales o criaturas sobre naturales o místicas, protectores y vigilantes de la naturaleza, el nacimiento de una nueva vida, hacedores del bien.

Por otro lado, los espíritus malos, encargados de perturbar personas, tomando diferentes formas de animales o forma humana para llevarlos a hacer el mal, a través del pecado y estar en contra de las normas de Dios.

El chamán, con la mirada fija en las brasas, continuó: —"Así como la serpiente tentó a Eva, una fuerza oscura ha ensombrecido el destino de Sabina. Pero recuerda, joven, que al igual que el bien, el mal también tiene sus límites. Los espíritus ancestrales velan por ti y te guiarán en tu camino. Encamina a esta niña a encontrar las ocho llaves, cada una oculta en un lugar sagrado dentro de su alma. En ella encontrará el poder para romper el hechizo y restaurar la armonía.

EL chamán termina la historia y al mismo tiempo se acaba de fumar su tabaco el cual tira al suelo sólo sus restos y los pisa con su alpargata, calzado típico venezolano elaborado de material de lona y suela de caucho, para apagar las cerillas. Las dos visitantes, luego de escuchar la historia contada por Don Casimiro, se quedaron calladas por unos segundos sin preguntar nada más, sólo se presencia un gran silencio, en medio de aquel extenso patio de tierra rodeado de árboles y frescas flores. Ese medio día, la historia del chamán resonaba en la mente de Rosa. Recordó las palabras del anciano sobre el bien y el mal, sobre la lucha eterna entre las fuerzas de la luz y la oscuridad. Miró a Sabina, que dormía plácidamente en sus brazos. ¿Sería su hija realmente el centro de una batalla espiritual?

Al rato, Rosa fue a buscar al chamán. Lo encontró sentado bajo un árbol, meditando. —"Don Casimiro", — comenzó, —"creo que entiendo ahora por qué mi hija nació con este don tan especial. Pero ¿Cómo podemos protegerla de las fuerzas del mal?"

El chamán sonrió enigmáticamente. —"La protección más grande que puede tener Sabina es el amor de su familia y su fe en Dios. Pero también deberá aprender a utilizar su don para el bien. El camino será difícil, pero no estará sola. Los espíritus que la protegen la guiarán". Al cabo de unos segundos se despiden del Chamán, agradeciendo el rico café y se dirigen a casa donde la están esperando los niños de Rosa. Estas dos mujeres, muy agradecidas con aquel misterioso hierbatero, salieron de ese lugar, dándole gracias primeramente a Dios, por permitirles vivir ese milagro de vida y que seguro, al contarlo al llegar a casa nadie lo creería.

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