Capítulo 8
El sonido de las hojas siendo arrasadas por una brisa fresca me hacen consciente del lugar en donde me encuentro. Al principio estoy confundido, miro alrededor, pero no hay nada más que árboles. No obstante, al percatarme hacia abajo, veo como mis pies están descalzos dejando ver mis talones al tener los jeans remangados hasta las rodillas, están hundidos dentro de una corriente de agua tan cristalina, que se podían ver los peces y las rocas dentro. La brisa acaricia mi piel y me da escalofríos. ¿Dónde estoy? Parece un bosque. ¿Cómo es que estoy en medio de un arroyo y la corriente ni siquiera lucha por llevarme?
—Hola, Dominik —me dice una voz a mis espaldas. Me quedo estático y volteo chapoteando el agua a mis pies. Los peces se mueven inquietos y se esparcen por doquier.
Ash está tan radiante y sonriente como siempre. Sus hoyuelos le dan un aire jovial y sus ojos resaltan en medio de tanto verde alrededor. Esa sonrisa torcida de labios sellados sigue teniendo el mismo efecto perturbador en mí. Sin pensarlo, voy directo hasta él y lo envuelvo en un abrazo tan apretado que casi lo dejo sin respiración. ¿Pero los fantasmas respiran? No importa. De lo único que se debe ocupar mi mente ahora es de nunca volver a despertar.
—Te extrañé tanto —susurro con la cabeza recostada sobre su hombro. Ash levanta una de las manos y acaricia mi cabello. El anhelo por aquel toque es tan grande que siento una opresión familiar en la garganta.
—Yo también, Dominik —añade tras mis palabras, pero siento un poco de titubeo de su parte. A regañadientes, me alejo de él unos centímetros para poder mirarlo de frente.
—¿Dónde has estado? ¿Por qué no has venido conmigo? —pregunto y Ashton me mira como si yo debería de saberlo. Unos momentos después, suspira y coloca sus manos en los bolsillos de sus pantalones. Lo noto algo nervioso, como si quisiera decirme algo y no se animara—. ¿Qué pasa, Ash? —vuelvo a decir tras su silencio. Él me lanza una mirada de resignación.
—Tú deberías saberlo, Dom —responde y al lanzar aquellas palabras lo siento distante. No me gusta verlo así.
—¿A qué te refieres? No sé de qué me hablas —Ash me lanza una sonrisa, pero al contrario de alegre, lo siento triste.
—No fue a causa mía que no pude volver a ti. La respuesta la tienes tú —me dice sin cambiar de expresión, mis manos empiezan a sudar y el viento antes fresco, ahora se siente un poco más frío. Miro al cielo al notar un cambio a mi alrededor y caigo en la cuenta de que el día se ha vuelto noche en un parpadeo—. Pero no te preocupes, tú no has hecho nada malo. Esto debía pasar tarde o temprano.
—Espera, Ash. ¿Qué estás tratando de decir? —pregunto nuevamente más nervioso que antes. Ash saca las manos de sus jeans y las cruza sobre el pecho. Él, al igual que yo, también tiene remangado los pantalones dejando a sus pies mojarse en la corriente.
—Creo que sabes a lo que me refiero —es lo único que responde y luego desvía la mirada hacia los árboles. Mis latidos se aceleran y poco a poco empiezo a entender lo que está tratando de decirme. Sin embargo, antes de que pueda volver a añadir algo, responde: —. No es para mantener esta conversación que vine hoy. Solo quiero decirte que debes tener cuidado. A veces puede parecer que las cosas no tienen solución, pero con un poco de fe en ti mismo y en los que amas, puedes resolver cualquier cosa, Dom. Lo que sea que te propongas, yo estaré ahí, protegiéndote.
—¿De qué me estás hablando? —me siento como un tonto por no parar de decir una pregunta tras otra. Pero la sensación de que Ash está más distante de mí, se niega a desaparecer.
—Solo recuerda lo que te dije —Ashton viene hasta mí para acariciar mi cabeza como si se estuviera despidiendo—, y también que tú no hiciste nada malo —da media vuelta y se marcha caminando entre las rocas dentro del arroyo.
—¡Ash! ¡Espera! ¡No te vayas! —grito una y otra vez.
Intento seguirlo todavía vociferando su nombre, pero él no voltea. Al dar unos pasos a su dirección, el agua cristalina empieza a volverse más espesa y cambia a un color marrón oscuro. Mis piernas empiezan a hundirse como si se tratara de arenas movedizas. Al forcejear para salir de ahí, me doy cuenta de que me encuentro completamente sucio, empapado en barro. De la cabeza a los pies. Doy un grito de terror ante tanta suciedad. Siento como miles de bacterias e insectos empiezan a invadir mi cuerpo y el miedo me paraliza. Cada segundo me voy hundiendo más y más. El arroyo de antes ahora es solo un enorme charco de arenas movedizas lleno de más mugre de lo que ya tengo en el cuerpo.
—¡Auxilio! ¡Auxilio! —digo con desesperación. En la distancia, ya no hay rastros de Ashton. Ahora solo hay oscuridad y suciedad. Y ambos me consumen hasta llegar a mi interior. A cada órgano, cada rincón de mi piel. Incluso mis lágrimas son oscuras y sucias. Cada parte de mí ahora es una pesadilla.
—¡Dominik, despierta! —los zarandeos de mi padre son los que me permiten volver a la realidad.
Me levanto sudado y jadeando con fuerza. Él me mira con preocupación, pero antes de que pueda decir algo, busco algo de ropa y voy rumbo a darme el baño más largo de la historia tratando de que mis débiles piernas no me hagan caer.
Luego de aproximadamente una hora, en donde mi padre tocó la puerta del baño como un millón de veces, salgo de ahí con los dedos arrugados y empapado de vapor. Él me mira con cautela y le doy una sonrisa diciéndole que todo está bien.
—Lo que sea que te está pasando, puedes hablar conmigo —me dice y pone una de sus manos sobre mis hombros. Trato de no pensar en el hecho de que tal vez no se los haya lavado para poder tocarme, pero me controlo. Si bien mi padre sospecha a veces que tengo una manía por tener todo limpio, no sabe qué tan lejos llega a veces. Como hoy. No quiero añadirle una preocupación más a las miles que ya tiene.
Al irse, termino de juntar mis cosas. Se supone que salimos en unos minutos más. Sin embargo, al contrario del día anterior, esta vez coloco dentro de mi bolsa de viaje, mi jabón antibacterial, mi alcohol en gel para limpiar mis manos, mi crema corporal y un montón de cosas más que me da algo de vergüenza admitir que nunca faltan en mi habitación. Intenté no ser exagerado con aquellos productos por lo menos esta vez, pero aquella pesadilla no deja de recrearse en mi mente llenándome de escalofríos.
¿Qué me habrá tratado de decir Ashton con aquella advertencia? ¿Por qué dijo que era a causa mía que no pudo verme todo este tiempo? ¿Por qué sentí una distancia tan enorme como el océano pacífico entre nosotros? La inquietud ronda mi mente y me impide analizar con calma. A este paso, la cabeza empezará a dolerme.
—¡Dominik, apúrate! ¡Ni se te ocurra dormirte de nuevo! —grita mi padre desde el comedor. Solo fue una vez. Una sola vez me venció el sueño antes de ir a clases y él nunca lo va a olvidar. ¿Cómo puede pasar de comprensivo a exasperante en tan poco tiempo?
Me visto lo suficientemente decente para ir a morir en medio de la nada. Al ser tan ordenado, soy muy renuente a dejar las cosas en cualquier lugar, pero el apuro me gana y lanzo una camiseta encima de mi escritorio, pero por error le di a Hansel una sacudida. Él me mira enojado, o eso creo, y saca la lengua como si me estuviera gritando que tuviera más cuidado.
—Lo siento, amiguito —digo rascando su áspera cabeza. Me da un poco de pena dejarlo todos estos días. A pesar de que sabe cuidarse perfectamente solo, tres días es mucho tiempo. ¿Y si...? Antes de arrepentirme, lo pongo en el bolsillo de mi sudadera diciéndole que guarde silencio. Mi padre tal vez no lo apruebe, pero no puedo separarme tanto tiempo de él. ¿Qué haría sin unos ojos de reptil mirándome fijamente cuando hablo solo?
—Ya era hora de que bajaras, Dom. Apúrate a desayunar que no tenemos todo el día —gruñe mi padre.
Por un lado, entiendo su malhumor. No debe ser fácil ir de viaje con unos adolescentes siendo él el responsable por todos ellos. Hasta puedo ver el sudor del estrés anticipado deslizándose sobre su frente. Cada minuto que pasaba, parecía a punto de estallar. Como si fuera un molotov humano.
Ya en el auto, luego de poner todas nuestras cosas listas, él se pone en el asiento del conductor. Luce un poco diferente de lo usual con unos pantalones color caqui y un suéter gris de cuello redondo. Hasta aparenta ser más joven.
—Papá, solo tranquilízate, lo harás bien —le digo tratando de que frene su ansiedad. No es bueno que tenga la frente tan arrugada en medio del tránsito.
—No estoy preocupado -afirma, pero es obvio que miente. Me da algo de pena.
—Como digas.
Nos sumimos en un largo silencio. Después de un rato, vuelve a hablar, pero esta vez, cambia el tema de la conversación.
—¿Tuviste una pesadilla? —pregunta y de tan solo escuchar aquella palabra me vuelve el miedo que tuve en ese momento—. Hey, Dominik. ¿Estás bien? —agrega Dave cuando llevo varios minutos sin responder. Asiento con la cabeza lentamente, pero él no luce conforme. No obstante, al ver que aquel tema me ponía los nervios de punta, decide ir por otro rumbo-. Sabes, hablé con los padres de Greg.
Estuve tratando de evitar ese nombre. Luego de ver a Ash en mis sueños, cada vez que recuerdo al chico de ojos azules me invade un sentimiento de culpa. En especial por lo que dijo. «No fue a causa mía que no pude volver a ti. La respuesta la tienes tú» Algo me dice que la respuesta tiene nombre y apellido y es exactamente el recién nombrado. ¿Significa que fue a causa de mis sentimientos por Greg el distanciamiento de Ash? Me negaba a pensar que pudiera ser así, después de todo, eso significaría que Gregory Foster ha tomado demasiada importancia para mí. Sin embargo, jamás podría llegar a quererlo tanto como a Ashton. Solo lo amo a él, a nadie más. Greg es solo... ¿qué? ¿Qué es?
—No vendrá. Sus padres me negaron el permiso —responde y recién ahí me doy cuenta de que la última pregunta que rondaba mi mente lo dije en voz alta. A pesar de rehusarme un poco a hablar de Greg, el escuchar la decisión de sus padres me da algo de tristeza. Greg amaría ir a aquel viaje. Lo dijo cientos de veces. Imaginármelo acostado en su cama, resignado a pasar el fin de semana solo, me importa más de lo que estoy dispuesto a admitir.
—¿Por qué no le dieron el estúpido permiso? ¿Acaso no piensan en la felicidad de su hijo? —respondo indignado y muy tarde me doy cuenta de que lo dije con demasiada devoción. Pero mi padre no hace ningún comentario, solo se encoje de hombros.
—Ellos solo hacen lo que creen que está bien para su hijo. No te preocupes, podrás verlo pronto —dice y luego acaricia mi cabeza como si fuera un cachorro. Al parecer todos creen que pueden acariciarme como si fuera un perro.
—No me importa pasar el fin de semana solo. Ya te dije que él y yo no somos nada, papá. Deja de crear historias en tu cabeza —digo alejándome de su mano.
—No puedo creer como aún puedes negarlo —comenta como si estuviera resignado.
—Es la verdad, papá. Sabes cuánto amé a Ash. Él siempre será el único para mí —por alguna razón, siento una contradicción en mis palabras. ¿Qué diría Greg si me oyera diciendo esto? ¿Se enojaría? ¿Estaría dolido? Alejo aquella imagen mental de él en estado desilusionado para ya no sentirme como si le hubiera dado la espalda.
—Sabes, Dominik. Sé que esto no te va a gustar, pero tengo que decírtelo. Los muertos están muertos. No volverán, jamás —me quedo estático en mi lugar y miro por la ventana evitando que vea el efecto que sus palabras tienen en mí—. Lo único que podemos hacer, es honrar su memoria. Recordarlos siempre con una sonrisa. Y, sobre todo, seguir adelante. Si dejas que el pasado te envuelva, jamás podrás avanzar.
—¿Así fue como superaste a mamá? ¿Dejando de quererla tan pronto como murió? —mi voz sale temblorosa y enojada. Mi padre mira fijamente la carretera como si su mente hubiera viajado a miles de kilómetros—. No me sorprende, después de todo, jamás la quisiste. Ni a ella ni a mi hermano.
Golpe bajo. Abrir aquella vieja herida desde luego que es un error. Dave ha hecho lo suficiente por mí como para perdonarlo, pero aun así me niego a olvidar y ahora le he sacado en cara lo que tanto evitamos mencionar.
Mi madre y él siempre parecían distanciados. No eran cariñosos entre sí, sino más bien amables. Eso cuando no estaban discutiendo. Como si fueran amigos y no marido y mujer. Desde luego que lo notaba. Los niños son más perceptibles de lo que los adultos piensan. Luego me enteré, mientras ellos dos discutían a puertas cerradas y yo espiaba para saber de qué hablaban, que su matrimonio solo fue debido a que mis abuelos eran muy amigos. Dave y mi madre se conocieron desde niños. La amistad entre ellos fue natural, es por eso que la idea del matrimonio afloró entre aquellos dos adultos y arreglaron la unión entre sus hijos. Mis padres lo aceptaron al creer que el amor nacería entre ambos tarde o temprano. Pero eso, al parecer, nunca pasó. La cordialidad jamás faltó entre ellos, era como la cáscara que envolvía aquel matrimonio, pero por dentro, solo había resentimiento y amargura creciendo a pasos agigantados.
Cuando estuvieron a punto de divorciarse, nací yo. Aparentemente luego de una fugaz reconciliación. Todo iba bien por un tiempo, pero de a poco volvieron a lo mismo de siempre. Hasta que mi madre, anunció que estaba embarazada de nuevo. En vez de alegrarse, Dave se portó tan distante, que parecía otra persona. Mi madre se quedaba horas sentada en la sala de la casa llorando en silencio mientras que él se llenaba de trabajo en el instituto, consiguiendo incluso el título de prefecto. Luego de un tiempo, ellos parecían querer intentarlo de nuevo, pero su relación ya no era la misma. Yo era apenas un niño, aun así, lo entendía perfectamente. Mi padre jamás quiso a mi hermano ni a mi madre. Los hizo sufrir hasta el momento en que los perdí a ambos.
—No hables de cosas que no sabes. No tienes idea de lo que sucedió, Dominik —responde y noto la carga de dolor subyacente. Me quedo momentáneamente aturdido al ver como sus nudillos se blanquean sobre el volante. Sé que no es justo tampoco para mi padre. Pero después de todo este tiempo, aún puedo sentir un poco de resentimiento hacia él—. A veces nos gusta idealizar a la gente que se ha ido, como si nunca hubieran hecho nada malo. Pero no es así. No hay que olvidar tampoco lo que fueron durante su vida, sus errores y aciertos, los malos días que vivimos juntos a ellos, así como también los buenos. Nadie es perfecto, Dominik —continúa diciendo luego de haber hecho una pausa para calmarse.
—¿Estás diciendo que mi madre era una mala persona? —lo cuestiono.
—No. Estoy diciendo que no me eches toda la culpa de algo que no fue enteramente mía. Sé cuánto la hice sufrir, ¿crees que no pienso en eso cada vez que voy a dormir? Pero mientras ella era infeliz, créeme que yo también lo fui.
—Si eran tan infelices juntos, ¿cómo es que yo nací? ¿Cómo es que iba a tener un hermano?
—Hay algunas cosas que es mejor no saberlas —aquella frase me dio un mal presentimiento, como si estuviera caminando en un terreno peligroso—. Aunque hay algo que debes entender, yo jamás odié a tu hermano. Lo amaba como si fuera...lo amaba y punto. Nunca podré superar su pérdida. Así que te pido que no vuelvas a usar aquella arma en contra mía —Al estar en un semáforo en rojo, aprovecha para clavar sus ojos en mí. Me encojo en el asiento, completamente arrepentido y solo asiento con la cabeza ante su pedido. Luego de aquel enfrentamiento, no volvemos a hablar en el camino. Quise pedirle disculpas, pero las palabras se quedaban atoradas en mi garganta. Mi madre no fue la única que la pasó mal, claro que Dave también. Es solo que siento la necesidad de culpar a alguien y mi padre es el más indicado.
Llegamos en un silencio sepulcral. Cada quien baja por su lado y a pesar de que muchas veces abrí la boca para hablar, el rostro serio de mi padre se interpone entre nosotros como un bloque de cemento. Tampoco me mira de nuevo.
Genial, Dominik, has arruinado la relación padre e hijo que tomó años volver a reconstruir. Me siento como un total imbécil.
—Dave, ya era hora de que llegaras. Llevo siglos esperándote —La señora Sanders aparece en nuestro campo de visión, le habla con impaciencia a mi padre y cuando nota que él no está de humor, lo mira extrañada. Después de un rato, voltea la vista hasta mí—. Hola, Dominik. ¿Cómo has estado?
—Bien, señora Sanders. No sabía que vendría —digo sonriendo forzadamente.
—Bueno, le pedí a Dave ser uno de los padres encargados. Tú sabes, por los problemas de Fred y todo eso —dice y noto como mira disimuladamente a mi padre como si intentara adivinar la causa de su malestar sin darse cuenta de que está hablando con ella—. Ah, por cierto, ¿conoces a mi hija Katy? —se hace a un lado y una conocida niña, que parece la réplica exacta de su madre, me sonríe como si fuera dulce e inocente. Sin embargo, sé muy bien que podía parecer una protagonista de alguna película de terror en menos de un segundo.
—Mucho gusto, Katy —añade mi padre hacia la niña. Ella finge timidez y se oculta tras su madre luego de saludarlo. Se merece un Oscar.
—Por cierto, ¿dónde está Fred? —no lo he visto desde el día anterior cuando descubrimos aquel pasatiempo suyo.
—Ya subió al autobús con dos amigos suyos, un chico alto muy guapo y otro de su misma estatura. Me alegra que esté haciendo nuevos amigos —comenta orgullosa. De inmediato sé a quiénes se refiere.
—Mi hermano es el más genial del mundo, claro que tiene amigos, mami —dice la niña. Creo que empiezo a notar un gran complejo de hermano aquí. La miro con una de las cejas levantadas y mientras los dos adultos intercambian un par de palabras, ella aprovecha para sacarme la lengua y hacerme caras. Estoy tan indignado que casi de copio el gesto, aunque eso sería ridículo.
Tanto la madre de Fred, su dulce bendición y mi padre van hasta los demás adultos. Dave me dijo que ellos irían todos en una furgoneta aparte atrás de nosotros para dejar que los chicos se diviertan por el camino. Me pareció una idea excelente. Miro los dos autobuses llenos de alumnos y voy en el que la señora Sanders me indicó que estaba Fred. Por lo tanto, también encontraría a Daniel y Stixx.
—Vaya. No sabía que iríamos todos en un mismo viaje, que coincidencia —Asha se acerca con una sonrisa que no presagia nada bueno. Hasta alguien tan gay como yo puede darse cuenta de que esta chica es realmente bella. No por nada tuvo a Greg dando vueltas alrededor suyo como un maldito perro sabueso. De solo recordar me dan ganas de golpear su cara por haber sido tan tonto.
—¿Qué quieres? —pregunto en un tono nada amigable. Ya casi todos subieron a sus asientos, incluso puedo ver a Zack abordando el segundo autobús. Nuestras miradas se cruzan y me levanta el dedo del medio. Idiota.
—Nada. Solo vine a desear buen viaje. Qué lástima que no tendrás a Greg merodeando a tu alrededor.
—¿Tú cómo sabes eso?
—Él me dijo el otro día que sus padres eran algo estrictos con el tema. Pobre, si es lo que mis suegros quieren... —dice encogiéndose los hombros. Ahora entiendo de qué estaban hablando cuando los vi el día anterior. ¿Qué hace Greg diciéndole ese tipo de cosas a su ex?
—No son tus suegros. Te recuerdo que él cortó contigo —replico.
—¿Eso crees? Digamos que...queremos ver si las cosas entre nosotros mejoran —dice alegre.
—Eso no va a pasar —bufo y la miro como si estuviera loca—. Te recuerdo que lastimaste a su mejor amigo. Greg jamás aceptaría volver con alguien como tú.
—¡Eso es lo que crees! —canturrea como un canario para luego dar media vuelta e irse. ¿Qué diablos pasa con esta chica? Greg no diría algo así. ¿Cierto? Si eso fuera verdad, no me hubiera besado el día anterior. Asha no es más que una manipuladora. Sin embargo, un mal presentimiento se acrecienta en mi estómago, pero me niego a morder el ridículo cebo de aquella chica.
Menos mal la veo subir al mismo autobús que Zack. Será un alivio no tenerla con nosotros. Las patas de Hansel sobre mi cuello me hacen volver de nuevo a la realidad. Creo que a alguien ya no le gusta estar en el bolsillo. Menos mal mi padre ya está en otro lugar así no se da cuenta de su presencia.
—Hey, amigo. ¿Crees que aquella chica tan malvada tenga razón? —digo e inclina la cabeza a un lado como si estuviera pensando la respuesta—. Bah, claro que no. Él no haría eso —Hansel saca la lengua en aprobación.
Me pregunto si él ya se habrá despertado, aunque recién son las cinco y media de la mañana, debe estar aún dormido. De igual forma, tomo mi celular y le envío un mensaje.
«Lamento que no hayas podido venir. De todos modos, no te perderás de nada en la jungla».
Es el primer mensaje que le envío. Daniel me había dado su número de teléfono, pero nunca me animé a escribirle. Al menos sabrá que soy yo por la imagen de perfil. El cual es una foto de Hansel en todo su esplendor. El suyo en cambio, es una selfie en donde sonríe de lado. Debo admitir que se ve muy bien, como si me estuviera sonriendo a mí.
Dominik, deja de pensar en estupideces, me reprendo mentalmente. Mi celular suena de vuelta y veo que es un mensaje de Greg. Lo abro sin esperar un segundo.
«Nunca le des la espalda a nadie, no sabes lo que podría ocurrir».
Me quedo confundido. ¿Estará ebrio de nuevo? De repente, siento unas manos tapándome la visión y me quedo congelado sin saber qué hacer.
—Adivina quién soy —susurra en mi oído izquierdo y a pesar del susto inicial, río como idiota al saber que hay solo una persona que usaría un truco tan infantil como ese.
—¿Woody, eres tú? —digo haciéndole recordar lo que había dicho estando ebrio sobre ser un Woody sin un Andy.
—Ja. Ja. Ja. Muy gracioso, Dominik Rusell —responde sarcásticamente sacando al fin sus manos de mis ojos. Él se mueve hasta quedar frente a mí y con una sonrisa radiante, exclama: —¡Sorpresa! —levantando las manos.
—¿Qué rayos haces aquí? —quiero reprenderlo, pero la sonrisa en mi rostro me delata. Estoy igual de feliz que él. Sin embargo, en un parpadeo, vuelvo a recordar el sueño de anoche y en especial a Ash, así que, recordando aquel sentimiento, mi ánimo decrece.
—¿No te alegra verme? —dice haciendo un puchero con los labios. ¿Cómo se supone que me resista a él si es tan jodidamente lindo?
—Claro que me alegra verte —respondo cediendo un poco—, ¿pero cómo obtuviste el permiso?
—Mis padres me lo dieron al final. Mira, me enviaron un permiso con su firma electrónica ya que están fuera del país —dice mostrándome el papel.
—¿Cómo es eso de la firma electrónica?
—Tú sabes, como el que se usa para firmar certificados y demás para después imprimirlos, así se ahorran el hacerlo como doscientas veces. Les envié el permiso que debían firmar por correo y ayer a la noche me llegó la respuesta. ¿No es genial? —Greg claramente está entusiasmado.
—Claro que lo es —respondo, pero sin el mismo ánimo. Él me mira dubitativo un momento y pierde la sonrisa por un segundo, pero se repone rápidamente—. Vamos, debemos mostrárselo a Dave.
—Tú ve a hacerlo, yo iré a saludar a Fred y los demás. Te espero adentro —digo un poco más frío de lo que me pretendía. Greg se queda un tanto indeciso tratando de entender mi reacción, pero no le doy tiempo a nada y me subo al primer autobús.
Tengo culpa por tratarlo fríamente, pero también cuando lo miro y solo pienso en besarlo. Como si estuviera traicionando a Ashton. El sentimiento ya no era tan intenso los últimos días, pero el verlo de nuevo en mis sueños hizo que volviera con más ímpetu que antes. Me siento acorralado.
—Hey, Dominik. Te tardaste —me saluda Stixx luego de poner mi equipaje y subirme.
Tanto él como Daniel están cerca del fondo, un asiento por detrás de Fred, quien me mira nervioso al notar mi presencia y voltea hasta la ventana. Daniel me saluda con más entusiasmo de lo habitual, lo cual es exagerado. Todos los demás lugares están llenos. Reconozco al grupo de las chicas que siempre suelen seguirme agarrando casi todos los del frente, entre ellas se encuentra Isabella, quien al verme me saluda con la mano, gesto que devuelvo.
—Lo importante es que ya estoy aquí —digo y luego miro a Fred—. ¿Te importa si me siento a tu lado? —Fred asiente dubitativo con la cabeza. Todavía no me mira a los ojos. Estoy seguro que es por lo ocurrido ayer en el parque—. Genial, temía estar al lado de un desconocido. Por cierto, vi a tu mamá y la linda Katy en la entrada.
—Mi mamá es parte del grupo de padres encargados y como Katy no podía quedarse sola, vino con nosotros —responde mirando a la ventana.
—Genial, entonces será como un viaje familiar para ti —comento animado. Él asiente de nuevo con la cabeza. Quiero decirle que no se preocupe por lo que pasó el día anterior, pero temo que los dos tortolitos de atrás nos escuchen.
—Es una lástima que no haya venido Greg. Sin él será aburrido -afirma Daniel en el espacio entre mi asiento y el de Fred.
—Ni que ese chico fuera tan divertido —refunfuña Stixx. Me encojo de hombros sin decirles que Greg si vendrá, supongo que él querría ser quien diera la sorpresa.
El autobús empieza a arrancar y confundido miro la puerta. ¿Por qué no entra? ¿Habrá encontrado a mi papá? ¿Y si no aceptó su permiso? Todas esas dudas vienen a mí, pero son disipadas en el momento en que el chico sube con nosotros. Daniel pega un grito de alegría atrás de mí y puedo asegurar que Stixx hizo una mueca de fastidio.
—¡Greg, viniste! —comenta el castaño completamente eufórico al igual que Greg. Ahora entiendo por qué son mejores amigos.
—¡¿Cómo crees que me iba a perder del viaje?! —contesta y pronto se lanzan más palabras a los gritos. Quiera o no, la escena era muy cómica como para permanecer serio.
—Espera, ¿dónde vas a sentarte? —dice Daniel dándose cuenta de que no hay asientos libres salvo en la última fila donde se sientan un grupo de chicos bastante ruidosos.
—Descuida, estaré a lado de Dominik —Fred palidece a mi lado como si temiera ser enviado al fondo. Yo en cambio, bufo y niego con la cabeza-.—¿Dónde se supone que entrarás? No hay espacio.
—Justo aquí —dice y se sienta en mi regazo. Greg me guiña el ojo mientras lo miro indignado. A mis espaldas, Daniel asiente murmurando algo parecido a «eres mi ídolo, mi ejemplo a seguir» con un tono de aprobación. A pesar de no soportar al chico, Stixx ríe por su atrevimiento y veo como también Fred intenta contener la risa-. Por cierto, hola Fred. Creo que tú, Dominik y yo tenemos una charla pendiente.
Fred de inmediato vuelve a ponerse serio y le doy un codazo en las costillas por insensible.
—¿Disculpa, por qué sigues encima mío? —digo mirándolo y esperando que se pare.
—Te disculpo. Ahora, ponte un poco mejor que siento tus huesos en mis nalgas.
No sé si sea mi imaginación o no, pero siento todos los pares de ojos del autobús examinándonos. Greg, ajeno a todo, saluda a Hansel, que en cuanto lo ve, salta en sus manos.
—Greg, no iré contigo sentado en mi regazo. Pesas mucho más que yo —digo empujándolo y no consiguiendo moverlo ni un solo milímetro. Este tipo de cosas me hacen cuestionarme el cambiar mi estilo de vida por uno en el que haga más ejercicio físico.
—No hay más asientos, Dom. ¿Qué tiene de malo que vaya aquí? —pregunta inocentemente.
—Sí, ¿qué tiene de malo? Quiero hablar con Greg durante el camino —lo apoya Daniel.
—Si tanto quieres hablar con él, ¿por qué no lo llevas tú? —replico.
—Ni hablar. Eso no sucederá —me corta Stixx y lleva una de sus manos alrededor de los hombros de Daniel.
Greg no tiene intenciones de moverse de mi regazo y solo se limita a hablarle quién sabe qué cosas a Hansel mientras yo lo miro fijamente con los brazos cruzados.
—Oye, por cierto —dice cuando al fin me presta atención. Se acerca hasta mi oído de nuevo y me susurra—. ¿Todavía estás enojado conmigo?
—No lo estoy —afirmo después de un momento luego de lanzar un suspiro.
—¿Seguro? Hace un momento, afuera, me pareció que sí -añade con indiferencia, pero su expresión me dice que está siendo serio—. Si quieres te compro más chocolates cuando lleguemos.
Cierro los ojos y recuesto mi cabeza contra el respaldo del asiento. ¿Por qué diablos cuando intento alejarlo para no sentir nada más, él tiene que ser así tan...tan Greg? No quiero que este sentimiento que crece cada vez más, se vuelva incontrolable. No puedo ceder ante él, si lo hago, tengo miedo de que Ashton se aleje cada vez más y más de mí. Yo no podría dejar de verlo. Simplemente me niego a dejarlo ir.
—Ya dije que no lo estoy —respondo cortante. Él se queda algo sorprendido por mi tono, me examina y luego se levanta de mi regazo. Lo miro confundido.
—Creo que al final será mejor que vaya atrás —No me mira a los ojos—. Después de todo, solo serán unas horas.
—¿Seguro? —pregunta Daniel y él lo confirma.
Lo veo irse hasta la parte de atrás y se sienta en una de las esquinas que están vacías. Aquí viene de nuevo, este feo sentimiento que me reprocha el haber actuado así con él. ¿Qué hizo él a parte de portarse bien conmigo? Me siento como la mierda ahora. Al menos, me digo a mi mismo, se llevó a Hansel con él. Y eso que se quejaba de lo feo que era. Bastó una noche para que se encariñara con él.
—Hey, ¿estás bien? —me pregunta Fred rompiendo su voto de no mirarme a los ojos.
—Sí...es solo que...soy un idiota —Ignoro la tos repentina de Daniel y el «lo eres» que dice en medio de ella.
—No lo eres. Él solo te está dando tu espacio —dice en voz baja para que solo yo lo escuche.
—¿Crees que lo haya lastimado? —pregunto de igual forma.
—No lo sé, pero descuida, se nota que le importas, con eso es suficiente para que te perdone.
—Tal vez —murmuro no muy convencido. Miro a Greg una vez más, pero él está muy concentrado con el paisaje.
Soy el mayor idiota de todos, alejando al chico que me dedica sonrisas dulces y besos inolvidables.
Me celular vibra en mis bolsillos ante el sonido de una notificación, extrañado, lo reviso y me encuentro con un mensaje de Greg. Creo que lo invoqué con el pensamiento. Lo leo inmediatamente.
—Tu cosa fea dice que estás amargado y lo tratas mal. Quiere irse a vivir conmigo. Yo le presentaré a muchas lagartijas.
—No le digas así, su nombre es Hansel. Ya te lo dije. Y además, él disfruta de su soltería.
Giro un poco mi cabeza para verlo y está hablando con mi mascota como si fueran grandes amigos.
—También dice que eres una gallina que tiene miedo de que te vean conmigo.
—¡No me digas gallina! No le tengo miedo a nada —respondo con coraje. Por el rabillo del ojo veo como teclea.
—Demuéstralo.
Volteo a mirarlo con coraje, pero se evapora cuando veo a mi pequeño amigo sobre el teléfono de Greg y él le sigue hablando. Omito responder viendo por la ventana para ya no mirarlo y mi teléfono suena de nuevo con una lluvia de emojis con la figura de una gallina y una de largatija. Lo odio.
—Idiota —Le respondo. Es un niño. No tengo por qué demostrar nada. Sobre todo si en partes es verdad, pero no por lo motivos que él cree.
Greg, ¿por qué me importas tanto y me es tan difícil alejarme de ti?
Después de mucho aquí nos vemos 😎 espero que les haya gustado el cap y no se preocupen si no he podido responder sus comentarios últimamente, los leo a todos 👀💁
Hasta muy pronto 💜❤
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