Capítulo 3
No le hablo a mi papá desde hace días cuando me amenazó con dejar de pagar el WiFi. Él parece tan firme como yo en su decisión. Yo no queriendo respirar aire puro y él no dejándome ser un ermitaño.
—No sé por qué te pones de tan malhumor por el viaje. ¿No recuerdas que lo disfrutabas antes? —menciona mi padre en el desayuno.
—No recuerdo mucho de eso —digo algo frustrado porque esa noche tampoco logré soñar con Ashton. No lo he visto desde la vez que me dijo que ya no estaría en mis sueños. ¿En verdad me abandonará así tan simple?
—¿No te acuerdas? Éramos solo los tres, tú, tu madre y yo —continúa el hombre—. Fuimos de campamento hacia la casa de tus abuelos, tú tenías alrededor de…
—De todos modos, las personas cambian —corto sus palabras para que no siga hablando de aquellos recuerdos que de a poco empieza a evocar mi mente. La nostalgia que me invade al pensar en mi madre, en sus manos cálidas, su sonrisa resplandeciente, su lunar en la mejilla, entre otras cosas, siempre me genera un apretón en el pecho.
Me levanto de la mesa para alejarme de aquel ambiente y me dirijo al baño para cepillarme de nuevo los dientes. Mi padre luce incómodo.
—Por cierto, no éramos tres, sino cuatro, no te olvides de mi hermanito —respondo.
Sé que es algo cruel el remarcar aquello pues mi padre siempre evita hablar de él. Después de todo, lo culpa por lo que le pasó a mi madre. O al menos eso pienso y él no ha hecho el mínimo esfuerzo en contradecirlo.
Luego de terminar de lavarme los dientes, me peino el pelo lo más que puedo, aunque siempre vuelve a su desorden natural; y voy de nuevo abajo para agarrar la mochila. Grande fue mi sorpresa al ver que mi padre aún seguía en el mismo lugar, esperándome.
—Vamos, se nos hace tarde.
—Siempre voy en autobús. ¿Te sientes bien? —respondo extrañado por su actitud persistente.
—Sí. ¿Qué no puedo pedir algo de tiempo padre e hijo? —lo miro aún más perturbado que antes—. Deja de verme así y vamos. Estoy atrasado.
Mi padre solía ser un hombre feliz, sonriente, cálido y amable. Pero el tiempo ha hecho que Dave Rusell se convierta en alguien apático que vive para el trabajo y quien no tiene vida social aparte de la relación con otros profesores o autoridades del instituto. El director se pasa visitando países mientras mi papá se lleva toda la carga. A veces me gustaría que no fuera tan cerrado, aunque recientemente y a pesar de aún no puedo acostumbrarme del todo, ha empezado a prestarme más atención.
El tráfico esta abarrotado. Los vehículos no paran de bocinar esperando poder moverse. Todos lucen impacientes menos mi papá, quien está con el rostro estoico. Aunque debo decir que desde que me subí a su lado parece querer decirme algo, pero de inmediato calla de nuevo. Unos minutos después parece recordar algo y busca en su maletín de donde sacar una barra de chocolates que luego me pasa. El envoltorio está frío, lo que me hace suponer que lo tuvo guardado en el refrigerador y recién ahora lo sacó.
Sin esperar más, empiezo a comerlo. Amo el chocolate, es mi mayor debilidad y él lo sabe. Ahora con esto siento un poco de culpa por tratarlo mal en el desayuno.
—Gracias papá, ¿de dónde lo sacaste? —pregunto extrañado porque lo tenga. Solo como un poco más y luego lo guardo. Planeo disfrutarlo el resto del día.
—Unas alumnas me lo trajeron en la oficina —comenta con naturalidad. Lo miro entre aturdido y sorprendido—. ¿Qué? Yo tampoco sé por qué.
¿Mi padre popular entre las chicas? Imposible. Aunque mirándolo bien, no es ni tan feo. ¿A las chicas les gustan los hombres más grandes?
Mi papá luce incómodo con mi escrutinio, pero también parece querer algo más.
—Papá, si quieres decirme algo escúpelo de una vez. Me estás incomodando —digo al ver que suspira y cierra la boca por enésima vez.
—Lo siento, es solo que estuve pensando —contesta y hace una pausa—. Dominik, eres un chico que ha tenido que pasar por mucho a tu corta edad. Muchas veces deseé borrar esos malos recuerdos para que ya no tengas que estar triste cada vez que hables de las personas que perdiste, pero no puedo hacerlo.
—Papá, no es necesario que lo hagas —miro por la ventana para no mirarlo de frente. ¿Por qué menciona eso ahora?—. Jamás quisiera olvidar a las personas que perdí, por más que sus recuerdos duelan, también me hacen feliz.
—Por supuesto, es solo que…me gusta que estés haciendo amigos de nuevo. Antes solo tenías a Stixx y cuando ustedes dos se distanciaron volviste a ser el niño cerrado de antes. Pero ahora recobraste esa amistad, además tienes a Daniel y al otro con el que ahora coqueteas y eso me alegra. Es por eso que…
—¡Papá, yo no coqueteo con Greg! —digo con exasperación y algo de vergüenza, mi papá me mira con escepticismo, parece haber dejado atrás la incomodidad sobre el tema. Lastimosamente, es el único dentro del coche que lo ha hecho.
—Ajá, sí, lo que digas —dice restándole importancia a mis palabras—. A lo que quiero llegar es que me gustaría mucho que vayas a ese viaje escolar con ellos. Te divertirás, quizás hasta conozcas más personas. Creo que eso te hará bien —mi papá lo dice con tal seriedad que me es imposible decir algo en contra.
—Lo pensaré —es lo máximo a lo que accedo y el asiente con la cabeza algo más esperanzado. Me genera cargo de conciencia el hecho de que esté tan preocupado por mí, pero todavía mantengo la idea de que no quiero ir.
Una media hora después, llegamos por fin a nuestro destino, pero no a tiempo. Estamos diez minutos retrasados, podría no ser mucho para algunos, pero para mi padre eso equivale a cinco horas más o menos.
Avanzamos a pasos apresurados hacia la entrada, el encargado de la portería está en una cabina cabeceando y con el gorro sobre la cabeza, por lo que entramos sin problemas. «Ya me encargaré de ese holgazán después» murmura mi papá entredientes.
—¡Alto! —escuchamos una voz femenina a nuestras espaldas.
—Ay no —dice mi papá cuando la figura de una mujer delgada, de cabello rubio y enredado recogido en lo que parecía un torbellino de pelos.
—Contigo quería hablar —dice la misma acercándose a mi papá que trata de no hacer contacto visual con ella. Parece un tanto peligrosa con aquella apariencia desaliñada y anteojos de marco gigantes.
—Buen día, señora Sanders, es un gusto volver a verla —contesta el hombre a lado mío. Me iría adentro, pero la curiosidad me está ganando el juego.
—Pues el gusto no es mío, Dave. Te he dejado muy en claro que si alguien vuelve a molestar a mi hijo de nuevo denunciaré a esta estúpida institución y a ti por irresponsable —contesta la mujer furiosa.
—¿Alguien volvió a molestarlo? No estaba enterado de esto, yo mismo me encargaré personalmente que el agresor sea castigado. Pero necesito escuchar a tu hijo para saber de quién estamos hablando —agrega mi padre con seriedad poniéndose el traje de prefecto de inmediato. La mujer va hasta un coche color rojo y veo que habla con alguien, unos segundos después sale un chico que se me hace sospechosamente conocido y viene con la cabeza agachada hasta nosotros acompañada de su madre.
El chico levanta la mirada y me compruebo que se trata del mismo Sanders que días anteriores estuvo con nosotros en la reunión del salón principal cuando se habló del viaje. Sus ojos se encuentran con los míos y su rostro adopta una expresión de vergüenza.
—Vamos Fred, dile al prefecto quién fue —dice su madre ahora luciendo preocupada por su hijo.
—No creo que sea correcto hablar de esto en la entrada, pasemos a mi oficina.
—No es necesario —habla Sanders, o Fred en todo caso—. No hay nada que decir, nadie me hizo daño. Mamá ya te lo he dicho —dice esto último mirando a su madre.
—Freddy, sé que me estás mintiendo. ¿Cómo esperas que te ayudemos si no dices nada?
—¿Y crees que viniendo aquí y haciendo un escándalo puedes evitar eso? Solo estás haciendo que llame aún más la atención —replica Fred y su madre lo mira sorprendida, como si nunca la hubiera enfrentado.
—Lo mejor en este caso es hablarlo en privado. Escucha Fred, nadie va a hacerte daño —habla mi padre con seriedad.
—¡He dicho que no fue nadie! Solo déjenme en paz —Fred baja la cabeza y pasa entre nosotros a pasos apresurados. La señora Sanders lo llama, pero el chico no escucha, por lo que termina con los brazos cruzados y completamente preocupada.
—Escúchame Sabrina, haré todo lo posible para que nada le pase a tu hijo, así que no te preocupes —me sorprende tanto las palabras de apoyo de mi padre que no puedo hacer más que mirarlo incrédulo. Hoy parece ser un hombre completamente diferente, ¿o yo nunca le presté la debida atención?
—Más te vale, Dave. No me vuelvas a decepcionar —gruñe la mujer con demasiada familiaridad.
—Papá, iré a ver qué pasa con Fred —la señora Sanders me mira como si recién hubiera reparado en mi presencia. No la culpo con el estado de ánimo que estaba hace segundos, pero noto también que hace una evaluación de pies a cabeza de mí.
—Eres un chico muy guapo. No puedo creer que este hombre gruñón y estirado de aquí sea tu padre —comenta la mujer—. Muchas gracias por ofrecerte, te confío a Fred —me dice con una sonrisa. Luego vuelve a mirar a mi papá—. Mejor ni gasto más saliva en ti.
—Tan amable como siempre, fue un placer único hablar contigo —se despide mi padre con una sonrisa tensa.
No me quedo más tiempo en medio de aquella desconcertante señal de rivalidad y me voy en busca del chico. Las aulas se encuentran todas cerradas dando clases y no sé si Fred ya se habrá metido a una de ellas. De igual forma, me pongo a buscar por los pasillos. Después de todo, mi papá siempre me perdona las quejas que hacen los profesores, aunque no son muchos de todos modos, me comporto relativamente responsable. Sé que está mal aprovecharme de la posición de mi papá, ¿pero, quién no lo haría en mi situación? Incluso Stixx tiene permiso para llegar tarde gracias a él.
El camino está vacío y me acuerdo de la barra de chocolates por lo que hurgo en mi mochila y lo saco para poder saborearlo un poco más. El dulce sabor cubre mi boca por completo y o puedo hacer más que sonreír como un bobo mientras me lo como.
No encuentro a Fred por ningún lado. Como último recurso voy al baño de hombres del ala izquierda, el cual está clausurado porque una parte del techo cayó debido a la humedad generada por una gotera enorme. Se hizo la reparación, pero los padres de los estudiantes hicieron un alboroto por el hecho, por lo que decidieron no volver a abrirlo.
En este estrecho pasillo no hay aulas, solo un laboratorio y una sala de informática que a estas horas de la mañana se encuentran vacías.
—¿Fred? —pregunto al entrar y escucho que alguien se mueve, por lo que entro sin pensar.
Mi sorpresa no puede ser mayor, incluso casi se me cae el chocolate al ver a Greg luciendo agitado, tal vez por mi repentina entrada.
—Dominik, ¿qué haces aquí? —pregunta con nerviosismo.
—¿Qué escondes ahí? —respondo analizándolo. Es obvio que está ocultando algo porque ambas manos están en la espalda.
—¿Esconder? ¿Yo? —bufa como si la idea fuera absurda—. Eso es ridículo —asegura más nervioso.
Me acerco a él con sospecha, pero no hace falta avanzar más al oler la nicotina en el aire.
—¿Estás fumando? —pregunto. El hecho de que hasta ahora solo nos estuvimos comunicando por medio de preguntas sería gracioso si no fuera por los evidentes nervios de Greg.
—No se lo digas a nadie, por favor. Mis padres me matarían, mi mamá me hará lavarme los dientes hasta desgastarlos, mi papá trataría de reemplazar mis pulmones y Daniel no va a parar de acosarme hasta que lo deje —dice con exasperación.
—Tranquilo, no le diré a nadie. Pero eso no quiere decir que esté de acuerdo con tu vicio —digo alejándome de nuevo y recostándome sobre el lavadero mientras él vuelve a sentarse en el piso.
—No me siento orgulloso, pero me relaja —se encoje de hombros. Ya más calmado, lleva el cigarrillo a su boca, lo inhala y después de un rato el humo sale por su boca llenando el aire con aquel olor tan característico.
—Así que el chico bueno con cara de santo también tiene sus secretos —lo molesto. Él me mira con el ceño fruncido. No sé por qué nunca puedo dejar de incordiarlo.
—No soy un chico bueno y menos un santo, idiota —replica. Debo admitir que su infantilismo en una de las cosas que más gracia me hace.
Para sacarme el hedor del cigarrillo que entra hasta mis entrañas, vuelvo a comer un poco más de mi chocolate. Por el rabillo del ojo veo como Greg no aparta la mirada de mí y cuando nuestros ojos se conectan, desvía la vista. Pensando que tal vez se le antoje un poco, parto una de las barritas y le ofrezco.
—¿Quieres uno? —digo—. Son deliciosos —agrego con entusiasmo. Greg luce reacio al principio, pero tal vez movido por mi entusiasmo, se levanta y se acerca a mí. Cuando ya está cerca de agarrarlo, llevo el chocolate hacia atrás—, pero si lo quieres, debes sacármelo —digo llevando la pequeña barrita rectangular a la boca.
Oh, Dios. Mi padre tiene razón, estoy coqueteando con Gregory Foster.
Él se queda estático en su lugar, sin poder creer lo que acabo de decir y cuando pienso que me quedaré en ridículo con el chocolate en la boca, tira el cigarrillo al piso, lo pisotea y acerca su rostro al mío con actitud desafiante.
Mi corazón empieza a agitarse por su cercanía y eso se plasma en mi rostro. Greg lo nota y toma impulso abriendo la boca y cerrándola alrededor del chocolate para luego romperlo con el diente y llevarlo a su boca sin siquiera tocar la mía. Trato de no darle importancia a la decepción que siento en estos momentos y procuro recobrar un poco de compostura.
—Delicioso —dice comiéndolo y sonriendo de lado. Sus ojos azules me miran victoriosos. Siempre me sorprende lo claro que los tiene y el color tan hermoso.
—¿Ves? Te lo dije. A propósito —digo para tratar de recobrar un poco de este pequeño desafío—. Tu aliento sigue apestando.
La cara de indignación que pone después me hace recuperar un poco los ánimos, pero de todos modos me largo de ahí para no terminar haciendo algo aún más estúpido. ¿Qué rayos acaba de ocurrir? Quisiera culpar al tonto, infantil e impredecible Greg, pero creo que es bastante obvio que yo fui el que inicio con todo esto.
Creo que tengo un grave problema. Uno con un nombre propio.
Hola a todos, ¿extrañaron a Dominik? Espero que no mucho c':
Les quería agradecer por los 2k a tan solo dos capítulos, ¡no pensé que sería tan pronto! Gracias por el cariño que demuestran a la historia 🙂❤
Trataré de actualizar lo más pronto posible. ¡Hasta la próxima!
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