Capítulo 20 - Final
—¿Dónde está Dominik? —pregunto al ver volver a la señora Sanders. La mujer está pálida y preocupada, lo que me alarma de inmediato.
—Él salió a tomar aire —responde con un hilo de voz.
Fred va a colocarse a lado de su madre ni bien ella toma asiento. Hace un momento me comentó que su hermana, la adorada Katy está en su club de karate por eso no se encuentra con ellos. Mi mamá está sentada a lado mío luego de hablar como una hora al teléfono pidiendo un día libre. Mi papá, en cambio, está haciendo todo lo posible para saber cómo se encuentra Dave.
Me duele ver a Dominik devastado y sin energía. Él no se merece nada lo que le está pasando. Mi dulce Dominik debería de tener en su vida nada más que felicidad. Sin embargo, debido a mí, tuvo que enfrentar varios problemas y ahora se le suma también el accidente de Dave. Es por eso que quiero abrazarlo y decirle que haré todo lo que esté a mi alcance para no verlo llorar nunca más.
—¿A dónde vas? —pregunta mi madre en cuanto me levanto.
—Iré a buscar a Dominik —afirmo completamente resuelto. Mi mamá abre la boca para decirme algo, pero luego se lo piensa mejor y lanza un suspiro.
—No te tardes —dice finalmente. Creo que ya está empezando a entender lo importante que es Dominik para mí. No fue fácil para ella, pero eso solo demuestra que no son tan indiferentes a mí como siempre pensé.
Cuando ya estoy a unos metros del lugar, la señora Sanders me agarra del brazo y me voltea hacia ella.
—Hay algo que no te dije —afirma renuente—, creo que Dominik se fue del hospital.
—¿Qué? ¿Cómo que no está aquí? —digo con más preocupación que antes.
—Él y yo escuchamos una noticia muy… impactante, algo que no me corresponde a mí decirlo —añade en cuanto ve que quiero preguntar a qué se refiere—. Dominik salió corriendo cuando eso sucedió, tal vez buscando estar solo para pensar o algo por el estilo… no lo sé.
—Dominik me necesita, no puedo dejarlo solo y mucho menos ahora —afirmo sin ningún ápice de duda. La señora Sanders se sorprende por mi afirmación, pero luego sonríe y me dedica una mirada cálida.
—Encuéntralo y no lo dejes ir, ¿entiendes? —dice con afecto.
—Por supuesto que jamás lo dejaré ir.
—¡Gregory, espera! —dice mi madre acercándose a mí—. Lamento haber escuchado a escondidas —empieza diciéndonos a nosotros dos, pero sé que no lo siente en absoluto—, ten esto y ve a buscar a Dominik, no debería estar solo, sino aquí con sus seres queridos.
Por segunda vez en el día, abrazo a mi madre con fuerza, ella no es muy afectiva, de hecho, para ser una madre, es bastante fría y arrogante, pero de igual manera, me devuelve el gesto como una total inexperta.
Voy corriendo por los pasillos para comprobar si se encuentra o no adentro del hospital. No sé qué fue aquello que escuchó Dominik ni de quién, pero no necesito hacerlo. Si él me necesita, desde luego que iré sin rechistar.
Los corredores están vacíos salvo por algunos que lucen tan preocupados como nosotros, en uno de ellos, también veo a los abuelos de Dominik, pero en cuanto los saludo con la mano, voltean a mirar a otra dirección.
¿Dónde pudo haber ido Dominik?
Saco las llaves que me dio mi madre del bolsillo y me subo al auto para poder ir a buscar en la posada donde nos instalamos. Menos mal, mi papá me enseñó a conducir a escondidas de mi mamá o estaría en un aprieto. Ahora que lo pienso, ¡mi mamá ni siquiera sabe que sé conducir! ¿Cómo puede darle las llaves del auto a su hijo como si pensara que nací sabiendo hacerlo? ¡Ni siquiera tengo licencia!
Conduzco con precaución o sino terminaré arrestado y pasaré el resto de mi adorada juventud atrás de los barrotes. Dominik va a cortar conmigo si eso llega a pasar. Después de ir a paso tortuga, ganarme unos bocinazos y recibir groserías irreproducibles de parte de algunos conductores, finalmente llego a la posada.
La dueña se encuentra barriendo la entrada con demasiada lentitud. En cuanto me ve, rueda los ojos y bufa como si estuviera harta de mí. Pero creo que la comprendo después del espectáculo que montamos a la mañana.
No espero a que responda el saludo y voy directamente a la habitación, entro con fuerza esperando encontrar acostado a Dominik, pero no hay rastros de él. Sin embargo, en la cama donde Dominik y yo compartimos nuestra primera vez como pareja, se encuentra un chico que nunca antes vi en mi vida recostado como si fuera su casa, con los brazos doblados debajo de su cabeza y los pies cruzados.
—Hola, guapo —me saluda para después guiñarme el ojo.
Ni bien termina de decir aquello, sé de inmediato de quién se trata. Un escalofrío como nunca lo sentí antes, invade cada centímetro de mi cuerpo. El chico, al ver esto, sonríe con picardía.
—Dime que no eres un fantasma o que definitivamente estoy soñado —le respondo a Ashton.
—Soy un fantasma y definitivamente no estás soñando, Gregory Foster —pronuncia mi nombre con una sonrisa que esconde un secreto que solo él conoce. Algo me dice que se está divirtiendo a costa mía.
—¿Qué haces aquí? ¿Acaso tuve un accidente mientras manejaba y ahora estoy tan muerto como tú? —pregunto con alarma.
—¡Hey, un poco más de delicadeza! Soy un hombre sensible —se sienta en la cama y pone una cara triste mientras se lleva la mano al pecho.
—¡No puedo morir o Dominik va a matarme! —exclamo llevando mis manos a mi cabello y caminando dentro de la habitación con desesperación.
—¿Cómo pudo reemplazarme por un tonto como tú? —murmura para sí mismo. Me mira de pies a cabeza y luego parece replantearse la pregunta anterior—. Aunque no niego que eres muy atractivo —comenta acercándose a mí.
—¿Siempre coqueteas con todo el que se te cruce en frente?
—¿A esto llamas coquetear? ¡Eres tan iluso! —me da palmadas en la cabeza. Lo más terrorífico de esto es que puedo sentir su mano fría tocándome—. Tonto, inocente y lindo, ¡Dominik tiene buen gusto!
—No has respondido mi pregunta anterior —me alejo de él por mi propio bien. A nadie le gusta que lo toque un fantasma.
—¿Para qué crees que vine? Es obvio que para ayudarte a encontrar a Dominik —dice como si fuera obvio. Sus ojos verdes y brillantes están expectantes a mi reacción, pero yo solo quiero escapar lejos de él.
—No necesito de tu ayuda, puedo encontrarlo por mí mismo, ¿no tienes que descansar en paz o algo por el estilo? —replico mientras salgo de nuevo del lugar cerrando la puerta a mi salida. Sin embargo, unos segundos después, escucho como la puerta se abre sola.
En la entrada, la encargada ni siquiera me despide. Me pregunto si es así con todos los demás o solamente conmigo.
Vuelvo a meterme en el auto con la casa de Dominik como mi próximo objetivo. Buscaré en cada rincón de la ciudad si es necesario.
—¿A dónde vamos? —pregunta Ashton a lado de mí haciendo que pierda momentáneamente el control sobre el coche.
—¡Puedes tener un poco más de tacto! —exclamo en cuanto vuelvo a tener el volante fijo en la carretera.
—Tú no lo tuviste para tratarme mal hace un momento —reclama cruzándose de brazos.
Suspiro en resignación y miro a mi acompañante. Es difícil pensar que este chico jovial, de expresivos ojos verdes y con un aura traviesa alrededor, sea realmente un fantasma.
—Si me miras mucho, terminarás enamorándote de mí —afirma.
—Yo ya estoy enamorado de Dominik —digo con más confianza de la que pensé expresar. Ashton voltea hacia mí como si el tono que usé también lo hubiera sorprendido a él.
—Lo sé, Gregory Foster —dice y esta vez puedo notar que dejó todo el ambiente juguetón a un lado—. ¿Por qué crees que vine junto a ti?
—Esto es demasiado irreal —murmuro cuando siento su mano acariciarme la parte posterior de mi cabello.
En todo el camino hasta la casa de Dominik, Ashton no para de hacerme bromas pesadas. Desde cuentos de fantasmas que podían erizar la piel de cualquiera hasta coqueteos que rozan el acoso. ¿Siempre fue así? ¿¡Cómo Dominik podía soportarlo!?
—Espero que se encuentre adentro —digo en cuanto estaciono frente a la casa de Dom. Las luces están todas apagadas y no hay rastros de ninguna persona, pero de igual manera, voy para comprobar las cerraduras. Afuera, puedo ver que el día está dando paso a la noche con bastante prontitud a la par que las nubes se acumulan en lo que sería una tormenta improvisada. Eso hace que la preocupación que siento por Dominik aumente progresivamente.
Ashton ve mi estado desesperado y luego de mirar un largo tiempo en el interior de la casa, murmura:
—Él no está aquí.
—¿Estás seguro? —pregunto. Ashton asiente con la cabeza. Por alguna razón, sé que no está mintiendo. Los dos amamos a Dominik y queremos verlo a salvo—. ¿Sabes dónde se encuentra? —lo interrogo esperanzado.
—Pensé que nunca lo preguntarías —sonríe mostrando un hoyuelo en la mejilla.
Ambos subimos de nuevo al auto en un abrir y cerrar de ojos. No me atrevo a preguntar sobre las leyes de la física que se manejan en el otro lado, por lo que solo dejo que abra la puerta y se acomode como mejor le parezca.
A mitad de camino, las gotas de lluvia empiezan a bajar perezosamente, pero poco a poco van haciéndose más estruendosas. Solo espero que Dominik esté bien. Quiero verlo, abrazarlo y hacerle entender que ya no estará solo, que me tiene a mí y a los demás para cuando quiera desahogarse y que puede contar siempre con nosotros. Ashton no dice nada cuando ve que una solitaria lágrima se desliza por mi mejilla y tampoco cuando la limpio con algo de vergüenza por ponerme a llorar en un momento como este. En cambio, se pasa el resto del camino sonriendo como si estuviera contento por algo que desconozco.
—Llegamos —comenta alegre. No es necesario que lo diga en voz alta, después de todo, soy yo quien está conduciendo.
—¿Cómo entraremos? —pregunto mirando el antiguo cementerio. No hay guardias cerca, pero las rejas están bajo candado. Dominik debió haberse quedado encerrado dentro o tal vez, esa fue su verdadera intención.
—No seas tonto, ¡obviamente escalaremos! —exclama con entusiasmo. Miro la muralla gigantesca y no tengo la más remota idea de cómo escalar. Sumado a eso, la lluvia está empapándonos completamente. Sí, también a Ashton.
Para mi sorpresa, se agacha con una de las rodillas pegadas al piso y junta sus manos con las palmas hacia arriba.
—¿Qué haces? —pregunto confundido.
—Haciéndote piecito —dice como si fuera obvio—. ¡Ahora sube sobre mis manos y escala!
¿Quién soy yo para discutir con un fantasma?
No sé de dónde saca tanta fuerza, pero Ash logra mantenerse estable con mi pie encima de sus manos. Ahora que estoy un poco más alto, me doy cuenta de que la muralla no era tan imposible como pensé en un principio. Además, cuenta con extraños huecos en su superficie, como si alguien lo hubiera usado antes para hacer lo mismo. Con un poco de impulso, puedo sostenerme de la cima con mis brazos y hacer subir mi cuerpo por completo.
—¡Lo estás haciendo genial! —me anima Ashton y mi pecho se infla con orgullo.
Al llegar a la cima, miro el lado del cementerio. Saltar desde esta altura es un poco arriesgado, pero en cuanto me imagino a Dominik solo bajo la lluvia, mi resolución vuelve a toda potencia.
—¡Mis huesos! —exclamo en cuanto crujen contra el suelo del cementerio.
—No seas llorón, Gregory Foster —me dice Ashton pasándome la mano para levantarme.
—¡En qué momento saltaste! —exclamo mirando su postura relajada y la muralla una y otra vez.
—No necesito escalar para estar adentro —se encoge de hombros.
No replico nada más y sostengo su mano fría para poder levantarme. Miro alrededor y solo veo un montón de lápidas con diferentes frases y fechas. El ambiente es tétrico y aterrador al punto de querer encogerme y volver a casa. Sin embargo, Ashton luce como si fuera lo más normal del mundo allanar el lugar.
—¿Dónde queda… tú sabes… ? —no sé cómo puedo conseguir la información sin herir sus sentimientos.
—No te entiendo.
—Tú lápida, ¿dónde se encuentra? —pregunto.
—¿Para qué quieres saberlo? —dice confundido.
—¡Para buscar a Dominik! ¿Dónde más estaría? —digo para posteriormente lanzar un fuerte estornudo.
—Dominik no está cerca de mi tumba —dice con sencillez.
—Entonces, ¿por qué me dijiste que viniera aquí? Si no vino a verte a ti, ¿a quién más…? —no termino de hablar al comprenderlo finalmente.
Ashton no responde, pero asiente con la cabeza como si supiera el rumbo de mis pensamientos. Un nudo aún más fuerte se entrelaza en mi garganta al entender la trayectoria de Dominik. Trato de que no se me note lo susceptible que me puse en un segundo, pero Ashton es mucho más perceptible de lo que parece a simple vista.
—Vamos —dice y me conduce hasta el lugar.
La lluvia no cesa en todo el camino y yo empiezo a estornudar con más fuerzas. Ashton se mantiene en silencio mientras recorre el camino como si lo supiera de memoria. Algunas veces, me parece notar una luz hermosa alrededor de él, pero luego se desvanece haciéndome dudar de mi cordura. Finalmente, se detiene en una estructura enorme hecho con paredes de vidrio y porcelana. Un panteón. Sabía que había algunos dentro del cementerio en donde suelen colocarse cenizas de cualquier persona que no pudo ser enterrada de cuerpo completo. En otros casos, lo hacían los familiares a quienes resultaban más cómodos tener un espacio simple, compacto y bien cuidado para orar a sus seres queridos. Me pregunto cuál de las opciones sería el caso de Dominik.
—Está adentro —me dice Ash en cuanto nos quedamos mirando la entrada.
—¿No vendrás? —pregunto. Niega con la cabeza.
—Ya me despedí de él una vez, creo que hasta aquí llega este pequeño recorrido —me sonríe con afecto.
—¿Te volveré a ver?
—No, lo siento —se encoge de hombros—, pero antes de despedirme, quiero decirte que Dominik no pudo tener a una persona mejor a su lado. Cuídalo siempre, no lo alejes nunca, ámalo hasta que tu corazón duela, sonríe con él en los momentos felices y sé su refugio cuando se sienta solo.
—No necesitas decirlo, lo hubiera hecho de todos modos —digo con soberbia, pero mis ojos llorosos no me permiten mentir y hacer como si no me afectara este momento—. Gracias por querer a Dominik y no dejarlo aun cuando el destino los separó de esta manera.
—Siempre lo voy a querer, pero finalmente, puedo estar tranquilo y dejarlo avanzar sin mí —No sabría decir si el rostro compuesto de líquidos cristalinos es debido a las lágrimas o a la lluvia—. ¡Adiós, Gregory Foster!
Doy media vuelta para ir junto a Dominik cuando siento un objeto caer sobre mis hombros. Lo tomo entre mis manos y encuentro una pluma completamente blanca y seca. Sonrío para mis adentros y guardo el preciado material. Ashton, ¿realmente eres un ángel guardián?
Me adentro en el lugar con solo una persona en mente. Mi corazón está ansioso de verlo y volver a abrazarlo de nuevo. ¿Cómo puedo sentirme así si tan solo esta mañana estuvimos haciendo el amor? Pero a medida que pasan los segundos, lo sigo extrañando cada vez más.
—¡Dominik! —exclamo llegando hasta él.
Al ver su postura vulnerable, los ojos cristalizados y bordeados en rojo, supe que jamás volvería a amar a otra persona que no fuera él.
Mamá y papá están discutiendo de nuevo. Siempre se gritan por las noches y se tratan fríamente por las mañanas. Es por eso que suelo acostarme y tapar mis oídos con una almohada, así no escucho nada y puedo dormir tranquilo. Pero justo hoy tuvo que darme un poco de sed y salí a la cocina a buscar un vaso de agua cuando los escuché discutir de nuevo. Me quedo recostado contra la pared esperando a que terminen para poder hacerlo, pero creo que no planean terminar pronto. ¿Qué debo hacer? ¿Quedarme o venir más tarde?
—No puedo creer lo poco que te importa tu familia, Elise —dice papá. Últimamente siempre lo escucho triste y no quiero que esté así.
Antes solíamos irnos juntos al cine y luego a tomar helado, pero eso fue cambiando con el tiempo. ¿Por qué no pueden dejar atrás sus problemas y darse un abrazo? Mi profesora dice que es la mejor manera de reconciliarse con un amigo.
A veces, mi mamá me da un poco de miedo cuando se enoja, como ayer cuando le dije que ya quería que mi hermano saliera de su enorme barriga para jugar con él, me miró enfadada y me cacheteó en la mejilla diciendo que la deje en paz, después, me preparó algo rico para merendar y me prometió que no lo volvería a hacer. No fue la única vez que pasó eso, pero ella tiene razón al decir que todo es mi culpa, lo que pasa es que olvido que no tengo que hacerla enfadar y digo tonterías haciendo que tenga que pegarme de nuevo.
—Solo fue una vez, Dave. ¿Por qué te alteras tanto? Esto que hay entre nosotros ni siquiera es real, ¿acaso planeas tenerme encerrada? —levanta la voz. Si hubiera estado en mi habitación, también la hubiera escuchado.
—No es así, Elise. Por supuesto que puedes hacer lo que quieras, pero si no me respetas a mí, al menos respeta a tus hijos. ¿Traer a otra persona a nuestra casa mientras Dominik va a la escuela y yo trabajo? ¿Creías que nadie iba a darse cuenta? ¡El otro día encontré una camiseta extraña entre mis cosas!
¿Mamá trae otras personas en casa? Yo nunca vi a nadie.
—Exageras como siempre. Él y yo tenemos una relación pasajera, no durará mucho tiempo. Esto ni siquiera te afecta a ti, es mi vida y yo hago lo que quiera con ella. Tengo plena libertad de estar con quien yo desee.
—¿Qué pasa si un día Dominik los ve cuando están juntos? ¿Te has puesto a pensar en ello? ¿Crees que no va a afectarlo?
No entiendo lo que dicen, ¿por qué va a afectarme que mamá tenga amigos? Yo no me voy a enojar por eso. Mi profesora dice que mientras más amigos tengas, podrás divertirte más.
—Dominik ya es grande para aceptar que sus padres tienen una relación abierta.
—¡Tiene ocho años! Además, es un niño muy perceptivo y sensible, debemos tratar este tema con más delicadeza.
—Si se ha vuelto muy sensible es porque lo consientes demasiado. A este paso va a terminar siendo todo un inútil.
A veces ella utiliza la palabra “inútil” para describirme. En especial cuando vamos de paseo al aire libre. A mi mamá le gusta escalar cerros o montañas y pasearse en los lugares donde hay muchos árboles, pero me dijo que dejó de hacerlo cuando nací yo. Es por eso que ahora solo vamos de campamento para que yo no tenga que hacer nada arriesgado. Sin embargo, siempre termino tropezándome o teniendo un accidente, cosa que le molesta mucho. Después de un tiempo, dejamos atrás esos paseos para poder ir más al parque de diversiones o al cine. Ahí sí puedo divertirme mucho.
—¿Te estás escuchando? Te prohíbo hablar con esos términos de cualquiera de mis hijos.
—¿Cualquiera de tus hijos? —mi mamá ríe—. Aquí el que debe guardar silencio eres tú, Dave. Escúchame porque no quiero volver a repetirlo. Ni Dominik ni este niño que está por nacer son tus hijos. No eres más que un hombre patético que se aferra a los demás aun cuando todos demuestran querer estar lejos de ti.
¿Cómo no va a ser mi papá si los dos nos queremos mucho? Además, siempre estoy con él y me lleva a la escuela.
—Es mentira. Lo que me estás diciendo no es cierto.
—Cree lo que quieras. Yo ya te he dicho la verdad. Muy pronto me llevaré a mis dos hijos lejos de aquí a formar una familia que sí valga la pena.
¡No quiero! Voy a mi cama sin tomar el agua. Lo único que puedo hacer es taparme con la cobija hasta la cabeza y olvidarme de lo que dijo mi mamá. Sin poder evitarlo, se me escapan unas cuantas lágrimas de tan solo pensar que ya no voy a tener a mi mamá y mi papá juntos. No quiero que se separen. Quiero que Dave siga siendo mi papá y también, que volvamos a ser una familia como antes. Me tapo la boca para no hacer ruido mientras lloro y se enojen conmigo. Todo esto es mentira. Solo puedo pensar en olvidar…olvidar…olvidar.
Al día siguiente, me levanto para ir a la cocina de nuevo, pero esta vez, para poder desayunar. Mi papá me da los buenos días, pero no me mira a los ojos. ¿Acaso ya no me quiere por lo que mi mamá dijo ayer a la noche?
—Dominik, ¿qué haces todavía con el pijama puesto? ¡Ya deberías estar arreglado para ir a la casa de tus abuelos! —me sermonea mamá en cuanto me ve desayunando. Le quiero decir que estuve hasta tarde tratando de dormir y amanecí con muchísimo sueño, pero me callo al ver que no está en su mejor humor. Por lo general, papá me defiende de sus regaños, pero hoy está muy callado.
—Lo siento, mamá —digo dejando de lado el tazón de cereales para ir a vestirme.
Voy hasta mi habitación y elijo una remera violeta que me gusta mucho junto con unos shorts cómodos de algodón. Al volver, ni uno de los dos repara en mí y solo están concentrados en sus respectivos desayunos. Yo todavía tengo hambre, pero ya no quiero molestarlos.
—Dominik, ven a terminar tu desayuno —me ordena papá y con un poco de alegría hago lo que me dice. Al menos no está tan enojado como para dejar de hablarme.
—Ya ha comido lo suficiente, a este paso va a terminar teniendo sobrepeso —discute mamá—. Aunque no me extrañaría que quieras que se vea igual que tú cuando eras más joven, ¿cómo es que te llamaban en el instituto? ¡Ah, sí! Puerquito Dave —se burla y se tapa la boca para contener la risa.
No entiendo lo que quiere decir, ¿Dave se volvió un puerquito por tomar cereales con leche?
Mi papá no dice nada más, pero veo que agarra con más fuerza la taza de café que está tomando y mira hacia la ventana. Mamá, al no ver reacción de su parte, murmura algo que no puedo llegar a escuchar.
Después de un rato, subimos al auto de mamá, pero mi papá va conduciendo porque ella a veces tiene dolores a causa de mi hermanito. Papá me dijo que era porque ya quería salir a jugar conmigo. ¡Ya quiero verlo!
La casa de mis abuelos es grande y con un enorme patio. Me gusta porque no tiene murallas como en mi casa, sino que el campo se extiende más y más hasta donde no puedo llegar a ver. También tiene un arroyo muy fresco donde el abuelo y la abuela siempre me llevan a jugar. Mi abuelo es un poco serio y no le gustan los chistes que le cuento, pero mi abuela es cariñosa y cada vez que vamos a verla me da un fuerte abrazo y me prepara galletas con chispas de chocolate. Mis otros abuelos, los padres de mi mamá, viajan mucho por eso no suelo verlos tanto, aunque mamá me dice que cuando era más chico solían regalarme muchos juguetes.
—¡Se tardaron mucho! —saluda mi abuela en cuanto llegamos. Me bajo del auto con rapidez y aunque escucho el regaño de mi mamá, no le hago caso y voy a abrazar a mi abuela.
—Dominik, estás muy grande, no puedo creerlo —me dice mientras me da palmadas en la cabeza. Mi abuelo no me abraza, pero sí me mira con cariño.
Me gusta cuando venimos acá porque mis padres no discuten tanto como en casa.
—Mamá, papá, ¿cómo han estado? —saluda papá. Mis abuelos le dicen unas cuantas cosas más que suelen decirse cada vez que se ven.
Como tardamos muchas horas viajando, llegamos justo a la hora del almuerzo. Mis abuelos prepararon la mesa familiar, aquella que tienen a un costado del jardín, con platos y más platos de comida. Voy directo a devorarlos cuando mi mamá me interrumpe:
—No comas tanto, Dominik. Todavía no digeriste bien el desayuno.
—Déjalo comer, mi Dave hacía lo mismo a esa edad. Son tan parecidos, ¡de tal palo tal astilla! —dice la abuela.
—Contradiciéndome como siempre —Escucho que mi mamá bufa por lo bajo y Dave le dice algo en modo de advertencia que no puedo entender. Mi abuela no se da cuenta de lo que dijeron.
—Esto sí que es un festín —dice papá separándose de mamá. Me pone contento saber que mi papá dejó a un lado su malhumor.
—Lo hice pensando en ustedes, por cierto, ¿ya decidieron en un nombre para el niño? —pregunta la abuela—, son tan afortunados de tener dos varones, las niñas suelen ser muy problemáticas, se salvaron de nuevo —añade con orgullo.
—¿Por qué las niñas son problemáticas? —pregunto sin entender.
—No tiene nada de malo, Dominik —añade mi papá—. La abuela no quiso decir eso, ¿verdad mamá?
—Por supuesto —la abuela luce incómoda—. Pero, de todos modos, siempre es mejor tener hombres fuertes dentro de la familia. A las mujeres siempre hay que cuidarlas o sino ya saben como terminan, la hija de mi amiga ahora tiene dos hijos de distintos padres, es realmente una vergüenza, ¡y eso que no han visto como se viste! Como si fuera una verdadera…
—¿Acaso usted no es mujer, señora Rusell? —corta mi madre.
Yo me quedo con las ganas de saber cómo se viste la hija de su amiga. Yo una vez quise vestirme de vaquero, pero mi mamá no me dejó.
—Ya basta, mamá —vuelve a hablar Dave—. No quiero volver a escuchar comentarios de ese tipo.
—Por cierto, Elise, ¿cuándo nacerá nuestro nieto? Imagino que ya tienen fecha —advierte el abuelo.
—Me dieron una fecha para la cesárea dentro de tres meses, pero prefiero tenerlo de manera natural, no quiero secuelas en el cuerpo —responde. Mi mamá se frota la enorme barriga y veo que mi papá la mira con tristeza—. Así que puede que nos tardemos unos días más de lo acordado.
—¡O antes! No puedo esperar a verlo —comenta la abuela.
Yo tampoco puedo esperar a ver a mi hermano. ¡Le enseñaré mi libro de reptiles!
Después del almuerzo, mi abuela nos trae un poco de postre. Mi papá y yo comemos con mucho entusiasmo. Mi mamá declina la oferta y mi abuela la regaña.
—Debes comer más. Quiero que mi nieto crezca saludable. Estás demasiado delgada.
—Como lo necesario, gracias —replica mi mamá. Ella y la abuela siempre discuten sobre cualquier cosa.
—Pero si apenas has tocado la comida, las mujeres cuando están embarazadas…
—¿Ya va a empezar de nuevo con lo mismo? —dice mi mamá con enojo. Conozco ese tono, así me habla antes de pegarme en las mejillas.
—Elise, no es necesario que te pongas de ese modo…
—¿Cómo que no? Desde que llegué es todo, “debes hacer esto” “debes hacer aquello”, ¿y qué hay de lo que yo quiero? Dije que no quiero comer el postre y punto. ¿Acaso me obligarás a hacerlo?
—Elise, no te pongas… —dice papá.
—Sí, Dave. Sí es necesario que me ponga así. Son tus padres y por eso los toleras, pero esta mujer se la pasa haciendo comentarios despectivos siempre.
—Yo jamás diría algo malo de ti, Elise. Es solo que quiero verte saludable, esta es la mejor etapa en la vida de una mujer, ser madre es para lo que…
—¡Ni se te ocurra terminar ese comentario, vieja decrépita! —grita mi mamá y mi abuela suelta el plato de pastel y lleva las manos para taparse la boca—. Sabía que venir aquí fue un error, siempre es lo mismo. ¡Estoy harta!
—No se te ocurra volver a llamarme así frente a mi hijo y mi nieto —amenaza la abuela.
—¡Pues este niño que ves aquí! —mamá viene con rapidez junto a mí y me toma del brazo. No puedo seguirle los pasos por lo que terminó arrastrándome—. ¡Es mi hijo! ¡Solo mío! No es hijo de Dave y desde luego, tampoco es tu nieto. ¡Ninguno de los dos! ¿Entiendes?
—¡Elise, suelta a Dominik! —amenaza papá en cuanto me ve dando pasos agigantados para seguir el ritmo de mi madre.
No sé lo que planea mi mamá, pero estoy asustado, por lo que termino llorando mientras me tironea.
—¡Papá, ayúdame! —grito y él corre hasta mí.
Mamá y yo subimos al auto y luego lo bloquea, haciendo que papá dé varios golpes al vidrio en un vano intento de llegar hasta mí. Mi mamá abre la ventana un poco, lo suficiente para gritar:
—¡Te odio, Dave Rusell, a ti y a toda tu familia! —luego arranca el coche.
—¡Papá, papá! —sigo gritando desde el asiento de copiloto, pero es inútil, mamá acelera el motor y nos alejamos de ahí.
—¡Ya deja de gritar! ¡Tú también me tienes cansada!
—Quiero ir con papá.
—¡Él no es tu papá! Solo yo soy tu madre, ¿entiendes? Él no te quiere. Yo sí.
—No es cierto —digo llorando.
A unos pocos metros del lugar, el coche se queda varado. Mi mamá intenta arrancarlo, pero no enciende. Se pone todavía más furiosa y de tanta impotencia, empieza a llorar y golpear el volante.
—¿Mamá? ¿Estás bien? —pregunto.
—¡Cállate! —grita y mi rostro termina volteado a un lado a causa de su cachetada. Me llevo la mano a la mejilla y el rastro de la mano de mi mamá todavía está tibio. Muy pronto, toda la zona hormiguea como si estuviera en llamas—. ¿No puedes permanecer callado al menos un momento?
—Lo siento, mamá —digo sentándome en mi lugar para que ya no estuviera enojada conmigo.
—Sal del auto, iremos a pie. No pienso quedarme cerca de estas personas nunca más —al decir esto, sale del vehículo y cierra la puerta con fuerza, yo la sigo.
Quiero preguntarle a dónde iremos, pero temo que me pegue de nuevo por lo que solo la sigo silenciosamente. Ella mira su celular y lo levanta a la altura de la cabeza como si estuviera buscando alguna señal. Alrededor solo hay planicies verdes y ocasionales árboles. Mi abuelo una vez me dijo que se necesitaba salir de madrugada si uno quería llegar al pueblo a pie para el mediodía.
—¡Maldita sea! —maldice mamá. Si estuviera papá ya le hubiera dicho que no dijera palabrotas frente a mí—. ¿Cómo es posible que siendo un abogado respetable se tenga que aislar del resto del mundo de esta manera? ¡Habiendo podido vivir cómodamente en la ciudad! —se queja.
Creo que está hablando del abuelo, una vez dijo que era un abogado y trabajaba con mi otro abuelo. Pero que lo dejó cuando llegó a la… ¿cómo era esa palabra que me dijo? ¿áspide de su carrera?
Por otro lado, pensé que iba a estar contenta porque le gusta la naturaleza y los paisajes verdes, pero en vez de eso, se ve muy molesta.
—Bien, pues caminaremos.
Mi mamá me agarra del brazo y como lo hizo en casa de mis abuelos, me tironea para que pueda seguirle los pasos. Después de media hora de camino, la calle se vuelve cada vez más estrecha hasta que llegamos a un camino dividido.
—¿Por dónde demonios habíamos venido? —preguntó mamá.
Yo tampoco lo sé, es papá quien maneja largas horas y se sabe todas las vueltas que necesitamos hacer para salir al camino pavimentado. ¿Cómo íbamos a ir a casa si mamá ni siquiera sabe el camino?
Aunque a veces solíamos irnos de campo y ella me enseñaba cosas de boy scout, por lo que seguramente encontraría la manera de regresar si nos perdíamos. Confío en mi mamá, ella no dejaría que algo malo nos pase.
El camino se va haciendo cada vez más estrecho y los árboles aparecen con más frecuencia hasta empezar a agarrar todo el paisaje. Me da un poco de miedo continuar, pero mamá parece resuelta a seguir, o al menos lo hacía hasta que se llevó la mano en la barriga con una mueca de dolor.
—¿Mami, estás bien? —pregunto cuando la veo sentarse encima de un montón de arbustos.
Ella no responde, pero su cara se llena de sudor y comienza a respirar agitadamente.
—No me siento muy bien, creo que es por el maldito estrés. El doctor me dijo que fuera delicada con el embarazo, pero esta gente no hace más que ponerme nerviosa —reniega una y otra vez mientras se contrae del dolor.
—Mamá, ¿qué hago? —pregunto mientras me arrodillo frente a ella.
—Cálmate, ya se me pasará en unos minutos —responde. Me alegra que al menos ya no me grite.
Un rato después, el dolor parece menguar por lo que logra calmarse. Yo estoy sentado al lado de ella mirándola cada tanto sintiéndome como un inútil. Tal vez aquella palabra sí es la correcta para referirse a mí.
—¿Estás mejor? —pregunto. Ella asiente con la cabeza y eso me pone muy feliz.
Nos levantamos del lugar y continuamos caminando, miro a mi mamá de vez en cuando para ver si ya se encuentra tan bien como dijo, pero creo que solo se está aguantando porque siento que su respiración es pesada y el sudor sigue deslizándose por su rostro. A estas alturas, el cabello que por lo general lo tiene largo y liso, está un poco enmarañado y su maquillaje ya está un poco estropeado, pero no se lo digo porque ella odia cuando soy muy sincero y digo cosas sin sentido.
—¿Escuchas eso, mami? —pregunto con alegría—. ¡Es un arroyo! —ella grita, pero yo la suelto para ir a buscar el origen del sonido, ¡debe ser el mismo arroyo que corre cerca de la casa de los abuelos! No me suelen gustar los lugares muy abiertos, pero los abuelos me hicieron amar este tipo de lugares donde el agua corre haciendo sonar las piedras y logrando refrescarnos. Además, ¡tienen un montón de reptiles!
—¡Dominik, ven aquí! —grita mamá, ¡justo cuando ya puedo verlo!
—¡Mamá, mira qué lindo! —digo admirando el paisaje. El lugar en el que estamos es un poco alto por lo que la distancia con el agua es muy distante, pero eso no impide que yo pueda jugar alrededor.
El sonido del agua me tranquiliza, la temperatura alrededor del lugar disminuye debido a la frescura del arroyo. Me encantaría poder meterme dentro, pero mamá va a enojarse conmigo. Por lo que solo me quedo en el extremo donde termina el camino para mirar abajo y ver como fluye la corriente.
—Dominik, ¡sal de ahí, puedes caerte! —me regaña mamá. Me levanto de inmediato para ir junto a ella, pero tal y como lo predijo, me resbalo y termino cayendo por el barranco—. ¡Dominik! —grita mi mamá y me recuerda a la vez en que accidentalmente tropecé en medio de la calle cerca de la escuela y un auto tuvo que desviarse para que no me hiciera daño. En ese entonces, me abrazó tan fuerte que mis huesos dolieron para después jalarme de las orejas y decirme que no vuelva a hacer nada estúpido como eso.
Mi cabeza dio un golpe fuerte contra una piedra haciendo que sangrase un poco mientras que mi cuerpo rodó como si fuera un costal de papas. Como soy muy pequeño, no puedo sostenerme de nada me sigo arrastrando por lo que me parece una eternidad. La gravedad me recibe con un chapuzón helado cargado con lo que parecían ser mil agujas perforándome el cuerpo. Quiero gritar auxilio, pero siento que la necesidad de tomar aire para respirar es más urgente. Si bien no es muy profundo, la corriente es poderosa y me arrastra con ella. A lo lejos, escucho a mi mamá gritar con desesperación. Mis brazos salen a la superficie y hago movimientos instintivos para no terminar ahogándome. Tengo tanto miedo, pero no puedo darme por vencido.
En mi camino veo un enorme árbol que obstaculiza la mitad de la corriente y se me ocurre la idea de usarlo para poder salir del agua. Sin embargo, a medida que iba llegando, la corriente me arrastraba con más violencia y en vez de sostenerme del árbol, termino chocando contra él haciendo tronar varios de mis huesos. Estoy a punto de ser arrastrado de nuevo, pero en un último intento por sobrevivir me coloco sobre el árbol como si fuera un koala con el dolor de mis huesos perforándome el cuerpo. Estoy temblando tanto que no estoy seguro de cuánto podré soportar. Mis brazos me duelen mucho y mi cabeza también. ¿Dónde está mi mamá?
Mi agarre se va haciendo cada vez más débil y termino llorando por no saber qué hacer.
—¡Dominik! —escucho a alguien gritar mi nombre.
—¡Papá! ¡Estoy aquí! —digo con todas mis fuerzas al reconocer la voz.
Con energías renovadas, me vuelvo a sostener más fuerte. Sin embargo, mi papá está demasiado lejos para poder escucharme y yo no puedo gritar más fuerte. Como si fuera un gatito, uso mis pies para poder rodar sobre el tronco y quedar hacia arriba, de esta manera podré llegar a la orilla. El pedazo de árbol tiene tanto moho en los costados que mis pies se resbalan una y otra vez, pero reuniendo toda la fuerza que tengo por fin puedo ponerme arriba. ¡Lo logre!
Me sigo deslizando con mucho cuidado, primero mis brazos y luego impulso mi cuerpo con las piernas. No es fácil hacerlo porque estoy temblando demasiado, pero poco a poco logro alcanzar el extremo del árbol.
—¡Dominik! ¿Dónde estás? —escucho de nuevo a mi papá. No puedo responder en mi posición, un movimiento en falso y caeré de nuevo, por lo que ignoro el llamado y con sumo cuidado, llego por fin a la orilla. Con delicadeza, deposito el pie sobre la superficie, pero es extremadamente resbaloso. Luego el siguiente hasta quedar parado y apoyado sobre el tronco. No hay otra manera de llegar a la parte de arriba por lo que tengo que arrastrarme en el montón de lodo donde están mis pies.
Voy subiendo por el barranco gateando lentamente, mis manos se hunden en el barro y muy pronto, todo mi cuerpo también lo hace. Estoy completamente sucio a mitad del camino. Incluso puedo llegar a ver lombrices e insectos subiéndose en mis brazos. No aguanto los sollozos que escapan de mí y aún así sigo subiendo, me resbalo una y otra vez, pero continúo. Mis pies están pesados, mi cabeza palpita por el golpe con la piedra, mi cabello, mis orejas, mis uñas y un montón de partes más están marrones por el lodo. Ignoro la sensación de arrastre que me producen las lombrices y me preocupo solo por llegar.
—¡Dominik, por Dios! —nunca escuché a mi papá hablar con ese tono, como si se le hubiera roto el corazón en ese mismo momento.
Desde donde me encuentro, me es imposible verlo desde mi lugar. Yo solo quiero llegar. Quiero volver con mis papás. Sin embargo, mis brazos se estremecen del cansancio y termino desparramando mi cuerpo en el cúmulo de suciedad sin poder moverme ni un solo paso más.
—Papá… —doy un llamado lastimero. El líquido viscoso se desliza por debajo de mi ropa y me traga completamente, pero yo no ya no tengo fuerzas para continuar.
—¡Dominik, papá está aquí! —me dice sacándome del lugar. Él es mucho más grande y fuerte que yo, por lo que puede llegar hasta mí sin empaparse tanto. Estoy tan feliz de que vuelva a hablarme así y no como si estuviera enojado conmigo como esta mañana, que mis brazos renuevan fuerzas para poder rodear su cuello en un frágil intento de un abrazo. Poco después de eso, finalmente pierdo la conciencia.
Mis sueños solo son pesadillas sobre lodo envolviéndome por completo, insectos entrándome por las orejas y la boca y miles de lombrices moviéndose alrededor de mi cuerpo. Cuando me despierto, veo un delgado cable trasparente conectado al dorso de la palma de mi mano y en mis narices. Trato de moverme un poco, pero algo me lo impide. Volteo el rostro y encuentro a mi papá recostando su cuerpo en la camilla donde estoy mientras que el resto de su cuerpo se encuentra en una silla reclinable y roncando con fuerza. Luce increíblemente exhausto. Una de sus manos envuelve completamente la mía y en un fuerte agarre. Eso me pone tan contento, que lo llamo varias veces para poder despertarlo. Después de unos momentos, papá finalmente despierta, pero en vez de estar feliz, luce completamente triste.
Usa pocas palabras para que pudiera entenderlas a pesar de su tono desconsolado. En ese momento, sentí que algo dentro de mí se rompió y que ya nada podía arreglarlo. Lloré con papá hasta que los sollozos se hicieron sonoros en toda la habitación. Simplemente me negaba a aceptar la noticia.
Mi mamá está muerta.
Ahora, casi diez años después, estoy tumbado en el suelo frío viendo como la lluvia y los relámpagos dan un tinte sombrío y turbio a mi alrededor. ¿Habrá sido todo esto un sueño? Se sintió tan real, que levanto las manos para ver si todavía están sucias. Sin embargo, las encuentro intactas. Los sonidos de las gotas repiquetean en el techo, haciendo que el vacío que siento en el pecho, también se perciba a mi alrededor.
Recuerdo las palabras de mi padre explicándome que mamá huyó en cuanto él llegó, como si ya me hubiera dado por muerto y la culpa no la dejara razonar. Mis abuelos se habían quedado en la casa por órdenes de Dave, quien prestó el auto de su padre para poder venir a buscarnos sin imaginarse lo que encontraría, menos mal pudo percibir nuestro rastro a partir de donde dejamos el vehículo. Mi mamá se asustó tanto que luego del regaño de mi padre y bajo la amenaza de terminar presa por haber puesto en peligro a su hijo, tomó la camioneta que todavía estaba con el motor prendido y huyó. Dave no tuvo tiempo de seguirla porque corrió con todas sus fuerzas mientras me buscaba con desesperación hasta finalmente encontrarme casi desmayado en medio de un charco. Mamá, en cambio, no tuvo tanta suerte como yo, pues de tan alterada que estaba, tuvo contracciones en el camino y cuando encontró la ruta principal, sufrió un accidente automovilístico y falleció junto con el otro conductor.
Si buscáramos culpables, todos nos apuntaríamos con el dedo, pero es una rueda de causas y consecuencias sin fin. Perdí a mi mamá y mi hermanito ese día, borré de mi mente la imagen de aquella mujer altanera y abusiva y lo reemplacé por recuerdos distorsionados en donde ella me amó más que a su vida.
La realidad se clava en mi pecho como si fueran cuchillas arañando un frágil cristal que representa mi debilitada fortaleza. Quiero llorar, quiero gritar, arrodillarme y expulsar mi dolor, pero en cambio, estoy acostado contra un frío piso leyendo el nombre de mi madre en un rectángulo de piedra con la fecha en que la perdí por debajo de él.
La desesperación me consume de a poco y cuando estaba por ocupar cada célula de mi cuerpo, escucho una voz que llama mi nombre con tanto anhelo y amor que distorsiona los latidos de mi corazón.
Al escucharlo, sé que no volveré a olvidar lo que más me importa, que ya no estaré solo, que contaré con su amor incondicionalmente. El solo pensar en él, mi llanto se convierte en una sonrisa y con la voz rota por el pasado y esperanzada por el futuro, logro gritar con la misma intensidad que él.
—¡Greg, estoy aquí!
Él me encuentra como siempre. Me abraza como si fuera lo más preciado y me murmura miles de promesas que sé que las cumplirá. Sus labios tocan los míos y supe que jamás me volvería a sentir miserable y triste con él a mi lado.
Y así culmina esta historia, pero todavía faltan algunos cabos sueltos para el epílogo, sobre todo respecto al futuro de Dave, pero prometo no tardarme chicuelos 💕
¿Tienen algunas palabras qué decir luego del final? Me gustaría leerlos :D
Gracias por este bello viaje, mis queridos lectores ❤ nos volveremos a leer muy pronto.
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