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Capítulo 16

Desde el momento en que pegué mi cuerpo a la cama, dormí tan profundamente, que ni siquiera recuerdo haber soñado algo. A pesar de que mi mente amaneció con todas las ganas de ir a fastidiar a los padres de Greg para que me dejen verlo, otra cosa se interpone en mi camino.

—¿Ya estás mejor? —me pregunta Dave luego de que haya vomitado casi todo lo que había en mi estómago.

—Sí, creo que las gotas que me diste de tomar funcionaron —respondo.

Dave deja de lado el desayuno que se está haciendo y voltea hacia mí. No me sorprende su cara de inquietud ya que estoy pálido como un muerto e incluso aún voy en pijama. Cualquiera que me viera desde afuera me confundiría con un alma en pena.

—A lo mejor es por lo que comiste en el bosque —afirma mi padre y creo que tiene razón. Le conté que Greg y yo pescamos un pez y nos lo comimos así sin más.

—No es como si hubiéramos tenido muchas opciones —replico. Dave desvía la vista por unos momentos, sé que está culpándose por lo ocurrido y más teniendo en cuenta que todas las piedras ahora apuntan a su cabeza—. Lo que pasó no fue a causa de nadie, Greg y yo somos algo despistados, tenemos suerte de haber estado perdidos solo una noche.

Aunque ahora que me lo pongo a pensar, si es que yo amanecí vomitando todo lo que comí las últimas horas, Greg debe estar en la misma situación. Más razón para que sus padres me odien.

Cuando estoy por preguntarle a Dave cómo va el tema de la denuncia, escuchamos que alguien toca el timbre de la casa. Extrañados, vamos hasta el lugar y al abrir la puerta, nos encontramos con tres personas.

—Hola, Dave, Dominik —la señora Sanders nos saluda—. Alguien quería hablar con ustedes dos, en especial con Dominik, así que lo traje. ¿No les molestaría escucharlo?

—Sabrina, no creo que sea el momento —añade mi padre, pero lo interrumpo.

—Por supuesto, me gustaría escucharlo. Papá, solo será un rato —solicito ante la evidente renuencia de Dave.

Mi padre abre la puerta para que puedan pasar tanto la señora Sanders y su hija, como también Fred. La niña me mira con especulación y un poco a la defensiva, como si fuera la defensora de su hermano. Fred, en cambio, se rasca el cuello en señal de incomodidad y se niega a mirarme a los ojos.

—Sabrina, Katy, ¿quieren tomar algo? —sugiere Dave y la mujer acepta, ya que eso nos daría un momento a solas con Fred.

A pesar de lo que le dije a mi padre sobre no expulsarlo y que nada de esto es su culpa, en el fondo siento un poco de decepción. Pensaba que las cosas estaban yendo bien, pero volvió a caer ante las amenazas vacías de Zack. Sé que es difícil enfrentarse a los miedos. Sin embargo, pensé ilusamente que con la amistad eso podía resolverse. Un pensamiento bastante idealista teniendo en cuenta la gravedad de la situación.

—No luces muy bien —señala Fred al notar mi estado físico.

—Nada que una buena ducha mañanera no pueda resolver —respondo en broma. Tampoco quiero echarle sal a la herida diciéndole que he agarrado algo desagradable mientras estuve perdido.

—¿Cómo está Gregory? —pregunta.

—No lo sé, espero pronto recibir noticias de él —Lanzo un suspiro de resignación. Ayer a la noche, intenté llamarlo, pero su celular estaba apagado. No quiero satanizar a sus padres, pero probablemente ellos lo confiscaron. Por lo que Greg ahora esta incomunicado. Debo encontrar una forma de llegar a él ¿Qué tal si sus padres le mintieron diciéndole que yo no le he querido ver? Mejor me lo tomo con calma, no debo hacer suposiciones si no lo sé con certeza, eso solo va a enloquecerme.

El timbre sonó de nuevo. ¿Cuántas visitas más tendré hoy? Voy hasta la puerta, ya que estoy más cerca de ella que Dave, y al abrir me encuentro, de nuevo, con otras tres personas.

—¡Dominik, estás bien! —Daniel, desafiando abiertamente las leyes de la física, salta hasta mí para darme un abrazo que casi me rompe el torso. ¿De dónde saca tanta fuerza?—. Estuve muy preocupado.

Ahora me siento mal por no devolver las llamadas perdidas del día de ayer.

—Sácate, enano. Ahora es mi turno —Stixx, con mucho trabajo, logra desprender a Daniel de mí para darme también un abrazo. Yo solo me quedo ahí recibiendo el cariño de mis amigos y devolviendo el gesto, conmovido—. Me alegra mucho que no te haya pasado nada.

—Créeme que a mí también —afirmo—. ¿Les gustaría pasar? —tanto Stixx como Daniel no necesitaron que se los dijera dos veces. Sin embargo, Isabella, quien no mencionó ni una sola palabra desde que llegó, se queda en el umbral y al igual que Fred, duda en mirarme a los ojos—. Tú también Isabella, de hecho, qué bueno que estés aquí, así matamos dos pájaros de un tiro.

Isabella me mira dubitativa, pero al ver que extiendo mi mano para darle paso, ella entra y va con los demás.

—Realmente fuiste un idiota. ¡No puedo creer que te hayas comportado como un maldito imbécil como lo hizo Isabella! —Daniel le reclama a Fred. Ojalá yo tuviera el descaro que el posee.

—Es verdad, se supone que eras su amigo —Fred parecía realmente intimidado por Stixx. Siempre se ponía blanco como el papel cada vez que este le dirigía tan siquiera una mirada.

En ese momento, mi padre entra al vestíbulo con las demás. La señora Sanders y su hija, empiezan a saludar a todo el mundo hasta que su mirada recae en Stixx.

—¡Oh por Dios! ¡Eres tú! —exclama—. Ya decía que te me hacías conocido, pero en el viaje no pude acercarme lo suficiente para darme cuenta.

—Mamá, basta —murmura Fred, ahora completamente rojo. Todos nos miramos con confusión, en especial Stixx que no sabía qué rayos estaba sucediendo.

—¿Cómo que basta, Fred? ¡Pero si este de aquí te prendió fuego en el pelo una vez! —grita alarmada.

Ahí es cuando Stixx mira a Fred, quien desearía estar en cualquier otro lugar, con estupefacción. También lo hacen Daniel, Isabella y desde luego, yo. Escuché aquel rumor de que una vez le prendió fuego al cabello de un chico y este fue llorando a decirle a su madre lo ocurrido y casi suspenden a Stixx por eso, pero no sabía que se trató de Fred. Mi padre, quien por lo visto está al tanto de la situación, lleva la mano en la cara en señal de frustración.

—Sabrina, eso fue hace muchísimo tiempo, ya te dije que el chico fue castigado debidamente —Yo no recuerdo que Dave haya castigado a Stixx, estoy seguro de que lo perdonó aquella vez.

—Eso fue un accidente, yo iba a encender un cigarrillo cuando de repente él choco contra mí y mi encendedor le quemó un poco el cabello.

—¡Tuve que raparle la cabeza!

—Mamá, ¡por favor! —Fred luce abochornado. Isabella, contrario a los demás, se lleva la mano en la boca para tapar la risa, pero no lo suficientemente rápido, por lo que Fred se da cuenta y se pone aún más rojo—. Fue una tontería.

Quien tampoco está contenta, es Katy, pues le lanza a Isabella una mirada nada agradable y luego va y le agarra la mano a su hermano.

—Sabrina, mejor olvidemos lo que pasó y dejemos a los chicos arreglar todos sus asuntos. Mientras tanto, ya que eres decoradora de interiores, ¿qué tal si me das algunos consejos? —Dave agarra a la señora Sanders de los hombros y va con ella. ¿Qué? ¿Mi padre interesado en la decoración? ¿Estará tan interesado en que hable con los demás como para inventarse eso?

—Escucha, Fred. Realmente no quise hacerlo, lo siento —añade Stixx en cuanto los adultos salen del lugar.

—Descuida, aquí el único que debe disculparse soy yo —ante sus palabras, todo guardan silencio—. Dominik, realmente lo siento. Fui yo quien te puso en aquella situación tan peligrosa. No tengo excusas para lo que hice, por más que Zack me haya obligado o amenazado, yo debí haber sido más fuerte —Fred se queda con la cabeza agachada y veo como Isabella va hasta él y la pasa la mano por el hombro. Katy se pone en medio de ellos dos de inmediato.

—Yo también quiero pedirte perdón. No sabía que mis amigas se iban a poner tan molestas, ellas me dijeron que solo querían hablar contigo. Sin embargo, estaba tan preocupada de que me acepten, que no medí mis acciones —explica Isabella. Por el rabillo del ojo, veo a Daniel asentir con orgullo, como si todo hubiera sido idea suya—. Así que me decidí por mí misma a venir hasta aquí para poder solucionar todo esto —fue muy clara con las palabras «mí misma» al percatarse del gesto de su hermano, después de eso, se lanzaron unas cuantas miradas que solo ellos podían entender.

—Oigan, si bien pude haber estado molesto en un principio —capto la atención de todos—, después sentí más bien decepción. No esperaba eso de personas a quienes consideraba mis amigos —tanto Isabella como Fred asienten con la cabeza algo dolidos, pero no puedo ocultar lo que realmente siento—. Sin embargo, no quiero estar molestos con ustedes todo el tiempo. Yo tampoco tengo mucha experiencia en esto de la amistad. Imagínense que su único amigo sea alguien que enciende la cabeza de los demás con un encendedor, eso no es muy prometedor.

—Hey, eso no cuenta. En aquel entonces tu y yo... —empieza diciendo Stixx, pero luego calla al percatarse de que, en ese momento, él y yo ni siquiera nos hablábamos, por lo que prueba mi punto sobre no tener muchos amigos.

—De todas maneras, creo que podemos solucionar esto de la mejor manera.

—¿A qué te refieres? —pregunta Isabella con intriga.

—Todo esto quedará completamente olvidado si me ayudan a ver a Greg —les digo como si no fuera la gran cosa, aunque por dentro, me moría de las ganas de saber si aceptarán o no.

—Creo que eso será difícil, Dominik —Daniel corta la conversación—. Sus padres son un tanto estrictos. Incluso esta misma mañana, mudaron a Greg a la clínica privada donde trabaja su padre.

—¿Lo mudaron? —pregunto consternado—. ¿Cómo lo sabes?

—Porque estaba con él. Fui un poco insistente al querer verlo, si bien a ellos nunca les agradé del todo, al percatarse de que no los dejaría en paz, aceptaron que lo viera por unos pocos minutos.

—¿Cómo está él? ¿Está consiente? —voy hasta Daniel y le agarro de los brazos para que me responda, luego lo suelto al darme cuenta de que perdí un poco los estribos—. Lo siento.

—Él está muy bien, pero su pierna se infectó y por eso no puede caminar mucho. Sin embargo, está furioso con sus padres y me dijo que te dijera que no creas nada de lo que ellos probablemente te dirán—. Un nudo enorme se forma en mi garganta al imaginarme a Greg solo en la habitación y con los padres tirándole cualquier idiotez sobre mí y mi papá—. Luego de eso mudaron a Greg y sus padres me dijeron que ya no podrá recibir visitas de nadie.

Daniel se entristece a medida que va contando la historia y Stixx le pasa la mano sobre el hombro para consolarlo.

—Eso es excesivo —añade para confortar a Daniel, dejando de lado su desagrado hacia Greg—, nadie merece que lo aíslen de esa manera.

—Entonces, ¿qué podemos hacer? —pregunta Isabella y la complementa Fred.

—Déjenme pensar —respondo repasando lo que contó Daniel—, tú dijiste que a ellos nunca les caíste bien, ¿cierto? —interrogo a Daniel.

—Sí. Ellos creen que yo manipulo a Greg a mi antojo y lo obligo a desobedecerlos. Además, sospecho que ellos pensaban que quería algo más que simple amistad con él —En este punto Stixx mira a Daniel como si no hubiera estado informado de ese hecho—. Aunque bueno, el hecho de que me estaba besando con Stixx en el pasillo debió contradecir esa teoría —murmura pensativo. Miro a Stixx como diciendo, ¿qué no podían haberlo hecho en otro sitio? Pero él se encoge de hombros sin ningún remordimiento—, así que no sé cómo podríamos comunicarnos con él porque he arruinado la única salida que nos quedaba.

—Pueden ir Fred o Isabella, a ellos no los conocen, ¿verdad? —Daniel niega con la cabeza ante mi sugerencia.

—No podrán hacerlo porque los señores Foster tienen buena memoria y saben que todos estuvimos en el viaje y me dejaron bien en claro que nadie que estuvo involucrado con el accidente de Greg, pondrá un pie cerca de él.

—Sus padres suenan como unos verdaderos imbéciles —murmura Stixx y no puedo estar más de acuerdo. Ahora entiendo un poco mejor aquella herida que lleva Greg clavada en el pecho a causa de ellos.

—Incluso llamé a Leah para que nos ayude, pero se fue de viaje a casa de su abuela por su cumpleaños y piensa estar ahí todo el fin de semana. No tenemos otra opción que esperar a que todo esto se calme —agrega Daniel, se nota que aquella idea no le gusta en absoluto y que quiere estar cerca de Greg tanto como a mí me gustaría estarlo también.

—Tengo una idea —Fred llama la atención de todos nosotros, luego se lleva la mano al cuello con nerviosismo—, creo que yo puedo hacerlo.

—Ya dije que no puedes, los padres de Greg...

—Puedo hacerlo, pero no como Fred, sino como otra persona —Fred replica antes que Daniel pueda terminar la frase. Ya sé a qué se refiere, pero jamás pensé que se animaría a tanto—. Puedo disfrazarme de chica y decirles a sus padres que soy una amiga suya, inclusive puedo agregar lo mucho que le rogué a Greg que no se vaya a aquel lugar.

Todos se quedan en silencio mirando a Fred, incluso la pequeña Katy que le susurra que no es buena idea. ¿Acaso esa niña es el guardaespaldas de su hermano? Creo que necesita empezar a tener amigos de su edad.

—¡Es una idea fantástica! —exclama Daniel con los ojos brillantes—, yo también podría hacerlo, pero se saben mi cara de memoria y me descubrirían en un abrir y cerrar de ojos.

—A mí también me parece una idea genial, agradezco que quieras hacerlo, Fred —le despeino el pelo con cariño.

—De hecho, puedes agregar que siempre quisiste conocerlos porque algún día te gustaría estudiar medicina y querías algunos consejos —agrega Daniel.

—Yo puedo prestarte mi ropa, parecemos de la misma talla y altura —añade Isabella, quien también se une al plan—. También tengo maquillaje que podría quedarte muy bien.

—No es justo, a mí nunca me quieres prestar nada —se queja Daniel haciendo un puchero con los labios, Stixx lo estudia con detenimiento—. ¿Qué? Me gusta un poco el color rosa, ¿algún problema?

—Para nada —Stixx levanta los brazos con inocencia—, te ves hermoso con cualquier color que vistas —Daniel sonríe con picardía y satisfacción.

—No te los presto porque tú no me lo pides, directamente me lo robas —contesta Isabella.

—¡Ya te devolví tu maldito labial! Ni siquiera lo usé, solo me gustó el color y ya. ¿Cuántas veces tengo que repetírtelo? —insiste a su hermana.

Antes de que ellos continuaran con la discusión, mi padre vuelve con Sabrina hasta donde estamos, por lo visto pensó que ya nos dio tiempo suficiente para la reconciliación. Al encontrarnos a Fred y a mí en una pose muy cercana, la señora Sanders nos sonríe, le devuelvo el gesto.

—Por lo que veo, ya terminaron de hablar —interrumpe mi padre—, oí los gritos de Daniel hasta el jardín.

¿No que iban a ir a mirar la decoración? ¿Qué hacían en el jardín?

—Sí, por suerte ya pudimos hablar sobre lo ocurrido y decidimos que nuestra amistad es más importante —respondo optimista.

—Me alegra mucho escuchar eso, Dominik. No sabes lo terrible que se estaba viendo Fred, parecía un gato mojado y atormentado.

—¡Mamá! ¿Otra vez humillándome? —chilla Fred.

—No es humillación, es la verdad —le corta su madre, Fred ahora está rojo de nuevo—. Bien, si ya pudieron arreglarlo todo, creo que podemos marcharnos. Dave, si en verdad quieres mejorar la decoración de tu casa y no fue una simple excusa para dejarlos solos, te enviaré el presupuesto a la tarde —Dave afirma que no lo fue.

No previmos esto en el plan, Fred no puede marcharse.

—Señora Sanders, si no le molesta, ¿puede ir Fred a mi casa un rato? —pregunta Isabella salvando la situación—. Es que somos compañeros en algunas asignaturas y quería que me ayude con una tarea que debo entregar mañana.

—¿Eso es verdad? —le pregunta a Fred y él asiente—. Está bien. Yo debo llevar a Katy a sus clases de karate ahora, ¿quieren que los lleve?

—Sí, pero antes, ¿podríamos ir por casa? Es que ahí tengo algunas cosas que debo dárselas a Isabella —Supongo que se refiere a la peluca. Lo que no sé es como le va a explicar a los demás que la tiene. ¿Piensa decirles sobre su pasatiempo de vestir de chica? Conmigo todavía no tuvo la oportunidad de hablar al respecto, por lo que no creo que sea correcto mencionárselo a los demás.

—No es necesario que se preocupen por la tarea —interrumpe mi padre con los brazos cruzados, volviendo a su seriedad de siempre—. Mañana a primera hora tendré una reunión con los padres de los involucrados en el accidente de Greg y Dominik para hablar sobre su expulsión.

La cara de Isabella se vuelve blanca como el papel, tanto Daniel como Stixx miran a Dave como si le hubiera crecido una segunda cabeza y Fred, quien por lo visto tampoco sabía de la noticia, mira a su madre con asombro.

—¿Otra vez con lo mismo, Dave? —reclama la señora Sanders—. Pensé que ahora que los chicos ya hablaron entre sí, lo de la expulsión no es necesaria ¿Por qué insistes tanto con ese tema? —Si bien la mujer se mostró menos agresiva en el viaje, ahora que vio que todo se resolvió entre Fred y yo, parece ser que ya no será tan pasiva.

—¿Cómo que expulsados? ¡Mi hermana ni siquiera sabía que eso iba a suceder! —Daniel defendió a su hermana. A pesar de estar peleando siempre, esos dos saben cómo cubrirse las espaldas ante cualquier situación seria.

—Nada de lo que digan podrá hacerme cambiar de decisión —mi padre no se deja intimidar por nadie.

—¡Que te jodan, Dave! —grita la madre de Fred, dejándonos mudos a todos. Mi padre ya parece acostumbrado a que ella lo insulte—. No dejaré que expulses a mi hijo ni a la niña solo porque quieres hacerlo. Si lo hubiera sabido te hubiera dado una cachetada en el mismo momento en que estuvimos a solas.

—Mamá, ¿puedes controlarte? —suplica Fred—, creo que es un castigo justo teniendo en cuenta lo que hice. Pero, de todos modos —se refiere a mi padre—, creo que Isabella no tiene nada que ver con todo esto. Es muy injusto que sea castigada.

—Es verdad, Dave —añade Daniel—, los únicos malvados fueron Asha, Zack y los otros inadaptados a quienes nadie quiere cerca.

Daniel lo llama por su nombre de pila una vez más, a este paso, todos terminarán haciéndolo. Pero mi padre ya les encargó que no lo llamen así cuando estén en el trabajo o podría generar problemas en el instituto.

—Papá, pensé que ya habíamos hablado de esto —corto todas las súplicas de los demás y me pongo más serio—. Sé que te molestó lo que me pasó y eso demuestra lo mucho que te preocupas por mí y lo aprecio —digo con sinceridad—, pero sabes tan bien como yo que todo esto no tiene por qué empeorar.

Dave no dice nada por varios minutos y todos nos miramos con expectación.

—Volveré a pedir el testimonio de cada uno mañana en el instituto. No prometo nada, pero tendré en cuenta la predisposición que tuvieron para arreglar las cosas con Dominik. Sé que no debería mezclar los asuntos personales con mi trabajo, pero me resulta imposible esta vez —termina y da un punto final a la discusión.

Me gustaría agregar que mi padre nunca fue tan ajeno a los asuntos personales cuando se ponía aquel traje de prefecto. Stixx es el ejemplo perfecto, por más que le haya advertido muchas veces no llevar el pelo verde o perforaciones, nunca le dio un castigo fijo, lo mismo ocurría con sus llegadas tardías. Pero tiene razón al decir que esto fue mucho más grave, por lo que tampoco objeto nada en voz alta.

La señora Sanders, ahora molesta con mi padre, se despide de nosotros y va con la pequeña Katy, Isabella y Fred, a su casa para luego dirigirse a la de los hermanos Beltrán. Daniel y Stixx se quedan un momento más.

No por lo que acaba de ocurrir, nuestro plan va a cancelarse. Pero todavía queda un cabo suelto. Mi padre. Él va a querer llevarnos al hospital para poder hablar con los padres de Greg sobre la supuesta demanda. Por lo que la llegada de Fred no debe ser visto por él. No sé si llegue o no a reconocerlo, pero hay que prevenir.

—Isabella me dijo que ya están listos. Pudieron salir sin problemas de casa porque mis padres fueron al cine a revivir las llamas del amor, y no notaron nada sospechoso —dice Daniel al leer el mensaje en un grupo de WhatsApp que acaba de crear. También quería agregar a Greg para que se ría en cuanto nos lea, pero sus padres podrían verlo antes que él, por lo que desistimos.

Todos estamos en mi habitación, Daniel invade mi cama como si fuera el dueño de ella, Stixx fue a saludar a Hansel y yo estoy sentado en una silla cerca de mi escritorio con impaciencia.

—¿No les parece que ellos dos se hicieron un poco más cercanos desde que me perdí? —Pregunto.

—Sí, desde que fueron a buscar a tu padre para decirle lo que había ocurrido, no se despegaron ni un segundo. Creo que se gustan —dice Daniel levantando las cejas reiteradas veces.

—Deberías dejar de recrear romances en tu cabeza —Stixx corta sus palabras. Daniel le muestra la lengua.

—Bien, repasemos el plan. Fred irá en autobús al hospital con Isabella, por lo que llegará mucho antes que nosotros y entrará para ver a Greg mientras que Isabella se esconderá en otro lugar para que no la reconozcan. Mi padre dijo que iríamos por la tarde, así que es casi imposible que nos encontremos y todo esto quedará entre nosotros. ¿Está bien?

En ese mismo momento, mi padre toca la puerta de la habitación y luego entra. Le pregunto qué necesita y mi rostro palidece ante su declaración.

—Dominik, me acaba de llamar el director del instituto, quiere que me reúna con él hoy a la tarde para hablar sobre todo lo ocurrido —me advierte—. Por lo que iremos a ver a Greg antes de lo previsto. Prepárate, saldremos en quince minutos.

Todos nos miramos con shock. Esto no puede estar pasando. Isabella y Fred ya fueron rumbo al hospital. Podría fingir que me siento mal de nuevo, pero eso creo que solo lo conducirá más rápido al hospital.

—Llama a Isabella, rápido —ordeno a Daniel y él la encuentra rápido entre sus contactos y lo hace. Se queda esperando a que responda, pero ella no lo hace, probablemente no escuchen el sonido del teléfono por el ruido del autobús.

¿Qué haremos?

—¿Quieres algo de comer, hijo? —pregunta mi madre al entrar a la habitación.

Al ver la bolsa llena de frutas, jugos y hasta yogures, sé dónde estuvo la última media hora. Mi madre siempre ha destacado por ser una mujer esbelta, delgada y con el cabello extremadamente corto, pues según ella, antes cuando lo llevaba largo, se le hacía difícil trabajar porque se enredaban o caían con mucha frecuencia. Pocas veces ha dejado su seriedad de lado, al no ser que mi padre estuviera cerca. Con él, ella puede relajarse lo suficiente como para sonreír sin problema, pero lastimosamente, el tema de conversación de ellos es siempre el trabajo. Razón por la cual me aburro mucho en cualquier comida familiar.

Si bien yo no odio a mis padres, siempre me ha molestado el hecho de que van de un extremo a otro. O me ignoran, se van a largos seminarios sin contactarse conmigo por días, o bien, me sobreprotegen incluso queriendo tomar todas las decisiones más importantes de mi vida por mí. No hay puntos medios.

—¿Daniel no ha regresado? —Cuando lo vi esta mañana, él me aseguró que volvería, pero mis padres prefieren no hablar de él.

El lugar en el que me encuentro ahora es mucho mejor que el anterior, incluso tengo un espacio privado y enfermeras de mejor humor, pero eso no cambia el hecho de que me siento en cautiverio, como si estuviera en una jaula de oro.

—No lo he visto —afirma mi madre, quien es la que ha estado junto a mí más tiempo, ya que mi padre debe de atender las demás consultas. Como mi madre es odontóloga, sus horarios suelen ser más flexibles que los de mi padre. Sin embargo, ambos fueron cortados por la misma tijera extremista.

Sé que me está mintiendo. Algo debieron haberle dicho a Daniel. Él no es un chico que simplemente da la espalda a sus amigos. Desde que desperté en el hospital el día de ayer, sin siquiera saber cómo salí de aquel bosque donde estuvimos Dominik y yo durante toda una noche, ellos evitan hablar de él o el viaje. Lo más extraño de todo, es que no mencionaron nada sobre un castigo por haberles falsificado la firma. La acusación saldrá tarde o temprano, pero es como si estuvieran distraídos por otra cosa y eso es lo que me preocupa. ¿Qué están planeando? ¿Por qué no he sabido nada de Dominik? ¿Él estará bien? ¿Herido? ¿Qué pasó de mi celular? ¿Por qué no lo encuentro en ningún lado? Mientras más tiempo paso encerrado, mi mente se va llenando de más dudas.

—¿No ha venido nadie más a verme? —insisto.

Mi madre no responde porque en ese preciso momento, alguien entra por la puerta. Entusiasmado, espero que sea alguno de mis amigos, pero resulta ser solo mi padre.

—¿Te sigue doliendo la pierna? —es lo primero que sale de su boca.

—No, creo que ya está mucho mejor. Podríamos simplemente irnos a casa en vez de estar aquí —no quise mencionar el hecho de que odio los hospitales, porque es el segundo hogar de mis padres, pero creo que el mensaje igualmente les llegó de manera clara.

—No podemos aún. Tenemos que quedarnos por lo menos un día más para saber tu evolución —Mi padre se acerca a inspeccionarme la pierna y a decir estadísticas y cosas en lenguaje médico que a mí no me interesan en lo más mínimo. Aunque me sigue doliendo la pierna, no diré nada o no saldré nunca de aquí.

—¿Cómo está Dominik? —Ahora que los tengo a ellos dos en una habitación privada, a solas, aprovecho para poder preguntarles algunas de mis dudas. Ellos se miran a los ojos y luego mi madre compone una sonrisa a la par que mi padre finge verme la herida debajo de la venda.

—Todo estará bien, Greg. Nos inquietaste mucho, casi me desmayo al enterarme de que estabas perdido en un lugar tan lejos —mi madre luce en verdad preocupada y eso hace que un poco del rencor que tengo, disminuya. Pero eso no me detiene.

—¿Quién te avisó que él y yo estábamos perdidos?

—Ese sujeto, no me acuerdo del apellido, ¿Rusell? —dice mi padre con duda y mi madre asiente—, él nos informó de todo y fuimos rumbo al lugar antes de siquiera colgar la llamada.

Ahora al menos entiendo un poco las cosas, pero eso no quieta el hecho de que no tengo ni siquiera un rastro de noticias sobre Dominik. Espero que nada malo le haya sucedido. Daniel no pudo decirme cómo está porque aún no fue a verlo y no le contesta las llamadas, solo deseo que se encuentre mejor. Pero supongo que él, al igual que yo, debe estar bastante preocupado por no saber nada del otro.

—Es el papá de Dominik, él también debió estar muy preocupado por su hijo —comento, pero ellos no responden—. A propósito, ¿dónde está mi celular? Quiero llamar a mis amigos y decirles que estoy bien.

—Lo llevé a casa junto con tus cosas para que no te molesten mientras estás aquí —responde mi madre—. En este momento, tu prioridad debe ser recuperarte, luego podrás hablar con quién quieras.

Quiero enojarme, gritarles por la frustración, pero no puedo. Encontraré la forma de arreglar esto sin tener que recurrir a algo que no quiero. Cuando se trata de ellos, me siento como una hormiga, diminuto y sin poder ser escuchado.

Alguien toca la puerta de la habitación y mi padre va a ver quién es. No sé por qué se molestan en ponerme aquí, con tanto lujo cuando ni siquiera siento tanto dolor, mientras que seguramente, hay miles de personas que probablemente lo necesiten más que yo.

La ansiedad de estar encerrando me da ganas de fumar. No he probado un cigarrillo desde hace tiempo, pero mis padres tendrían un ataque cardiaco si les digo que soy un fumador activo. Solo una persona descubrió aquella faceta mía y ha sabido guardarme el secreto.

Demonios, cómo extraño a Dominik.

Escucho una voz suave desde el otro lado de la puerta y mi padre se cruza de brazos. Por lo visto, no es una enfermera. ¿Habrá venido alguien a visitarme? Mi madre, al notar que mi papá está tardando más de lo necesario, va hasta él para poder ver de qué se trata todo esto. Hablan un poco con esa persona y veo que mi madre asiente con la cabeza en acuerdo. Mira a mi padre y le dice algo en voz baja que no puedo discernir. ¿A qué viene tanto misterio?

—Gregory, una amiga tuya vino a verte.

Espero de todo corazón que no sea Asha o algo así. Solo eso me faltaría. Sin embargo, quien entra por la puerta es una chica bajita, de piel clara y cabello rubio. Sé inmediatamente quién es antes de que siquiera me mire a los ojos para confirmarlo. Admito que no soy buen actor, por eso mis padres siempre terminaban descubriendo mis travesuras cuando era niño, razón por la que le echaba la culpa a Daniel y terminaron por verlo como una molestia, por ese motivo, me quedo muy sorprendido al ver a Fred viniendo hasta mí con una sonrisa encantadora.

—Veo que te has sorprendido de verla, nosotros también, —añade mi padre—. Nunca te hemos visto —esta vez se dirige a Fred.

—Es una lástima, yo siempre quise conocerlos, ya que Greg me contó que son doctores y yo quiero ser una también algún día.

Por la voz de Fred, nadie diría que en realidad es un chico. Mis padres quedaron maravillados con él.

—Pues sería un gusto ayudarte, ¿cómo me dijiste que te llamabas? —pregunta mi madre.

—Soy...

—Es Fiona —agrego rápidamente ya que Fred está en blanco y ese fue el primer nombre que se me vino a la cabeza.

—Así es, soy Fiona Sanders, mucho gusto. ¿Puedo hablar con Greg un momento? —pregunta.

—Por supuesto, saldremos a hablar afuera un rato, pero ya volvemos —dice y padre y ambos adultos salen de la habitación.

—¿En serio, Greg? ¿Fiona?

—¡Es lo que se me ocurrió! Además, te queda como anillo al dedo —Fred me mira confundido—, ya que de día eres una y de noche otra —rio por mis propias palabras, pero Fred no le encuentra el chiste. Que aburrido, Dominik se hubiera reído. Pensándolo bien, tal vez no—. Por cierto, ¿qué haces aquí vestida así? ¿Qué sabes de Dominik? ¿Está bien? ¿Qué le dijeron los doctores?

—Una pregunta a la vez —se sienta al costado de la cama. Me sorprende lo femenina que se ve, nadie diría que debajo de esa ropa se encuentra un chico—. Dominik está bien, cuando fue al hospital solo le hicieron una pequeña revisión y luego fue a su casa. Lo que pasa es que tus padres no lo quieren ver a él ni a Dave cerca, Daniel nos dijo que no dejarían pasar a nadie que estuvo en el accidente, por lo que esta era la única opción.

—Tienes razón, estuve totalmente incomunicado. Háblame más de Dominik, ¿qué tal lo está tomando? ¿No tuvo un poco de vómitos hoy? Porque yo amanecí con mucha indigestión.

—Ahora que lo dices, ha estado un poco pálido, pero no mencionó nada de eso —añade Fred—. Pero de algo estoy seguro, él te extraña mucho y está muy preocupado por ti, todos podemos darnos cuenta de eso.

Yo también siento lo mismo, saber que Dominik está de la misma manera, me reconforta un poco, pero tampoco quiero que sufra. Es una contradicción.

—No tengo la manera de poder hablar con él, lo único que puedo hacer es esperar a que mis padres me lleven a casa y ahí poder escaparme por un momento, pero mi pierna todavía me duele un poco, solo que le digo a mis padres que estoy bien para ya no estar aquí.

—Sobre eso, Isabella y yo tuvimos una idea cuando estábamos en su casa —no pregunto qué tiene que ver Isabella con todo esto para no desviar la conversación—. Te trajimos esto —saca una agenda de la cartera que no me fijé que llevaba puesta y también un bolígrafo—, probablemente sea más fácil que escribas algo en mi móvil y yo se lo paso, pero pensé que esto sería más personal.

Me pasa ambos útiles y yo, como el tipo con corazón frío y desalmado que soy, le doy un abrazo fuerte, completamente conmovido por su gentileza.

—Gracias, Fred, tú e Isabella son los mejores —le digo todavía abrazado.

—¡Para ya! ¡Que no tienes mucho tiempo para escribir! —responde cortando el momento emotivo.

Rápidamente y con una caligrafía horrible, que creo que es el único talento para ser un potencial doctor que tengo, le escribo a Dominik lo mucho que lo quiero ver y que me encuentro bien. También agrego algunos detalles que espero que nadie más que él los vea y se lo paso a Fred.

—Antes de irme, quería decirte que lamento mucho lo que ocurrió y que...

—Hey, con lo que acabas de hacer, te has ganado mi amistad, así que ya no hace falta que te disculpes —Dominik tenía razón al decir que Fred es una buena persona. Ahora ya puedo dejar de lado los estúpidos celos que sentí por la amistad entre él y Dominik.

Fred se levanta para poder irse, pero escuchamos unos ruidos desde afuera. Fred se alerta de inmediato y mucho más cuando la puerta se abre de repente y mis padres empiezan a gritarle a alguien.

—No cambiaremos de opinión y es nuestra última palabra —sentenció mi padre. Fred, quien puede ver algo que yo no desde donde está, se vuelve blanco como un papel.

—Todo esto puede ser resuelto de una manera pacífica, no es necesario llegar hasta estos extremos —¿Dave? Jamás pensé alegrarme tanto por su voz. ¿Significa eso que Dominik está cerca?

—Fred, ayúdame a levantarme —le digo al chico, pero este no responde. Está congelado. Pero que tonto soy, por supuesto que está así, Dave sabrá en un abrir y cerrar de ojos quien es si es que llega a verlo.

—Por lo menos, dejen que mi hijo lo vea —pide Dave ante la negativa de mis padres. Sin importarme mi estúpida pierna, me levanto de la camilla, tomo el trípode donde están mis antibióticos, y voy dando brincos con la ayuda de la camilla hasta poder ver la puerta.

—Dave, ¿eres tú? —pregunto sabiendo la respuesta—, ¿Dominik está contigo?

—Greg, quédate donde estás o puedes lastimarte—ordena mi madre.

—¿Greg? ¿Puedes oírme? —la voz de Dominik me llega amortiguada, pero puedo oírlo de igual forma.

—¡Dominik! —exclamo con fuerzas, pero en mi momento de euforia y al querer verlo desesperadamente, pierdo el equilibrio de mis pisadas y termino recostando mi pierna dolida contra el piso, hecho que envió una dolor agudo y parecido a una corriente eléctrica desde la pierna hasta el resto del cuerpo. Sin poder evitarlo, lanzo un grito por el fuerte daño.

—Greg, ¡por Dios! ¡Te dije que te quedaras en tu lugar! —dice mi madre. Mi padre viene junto a mí de inmediato. Fred también me ayuda cuando me caigo al piso. Genial, acabo de quedar como un debilucho frente a Dominik.

—¿Ya ven lo que ocasionan? Mi hijo necesita reposo total y no puede recibir visitas —afirma mi padre.

—Eso no es verdad, quiero ver a Dominik —insisto. En cuanto me levantan, tengo un pequeño vistazo de Dave, quien ahora está mirando a Fred fijamente mientras que este está completamente rojo, pero no dice nada al respecto. Rayos. Conociendo a Dave, esto no se quedará simplemente así.

Estiro mi cuello, pero no puedo vislumbrar a Dominik.

—No verás a nadie sin nuestra autorización —objeta mi padre llevándome de nuevo hacia la camilla.

—¡No me pueden prohibir verlo! ¡Necesito hacerlo!¡Dominik! —exclamo.

—Pues tendrás que esperar, ¿por qué insistes tanto? ¡Es solo un chico! —dice mi madre con un poco de desesperación.

—¡Porque yo lo amo! —mi madre se queda muda y mi padre me mira asombrado. No escucho nada más desde el otro lado, por lo que supongo que escucharon los gritos. Mierda, esta no era la manera en que se lo diría a Dominik, pero mis padres son unos obstinados y jamás podrán entenderme si yo no soy sincero con ellos—, estoy saliendo con él y escuchen con atención, por más que quieran alejarme de su lado, no lo conseguirán —miro a mi madre directamente a los ojos y luego a mi padre. Ojalá pudiera ver a Dave para que pueda dejarlo también en claro lo serio que estoy siendo.

—¡Escucha, Dominik! —exclamo esperando de que pueda oírme—, no te preocupes por mí, estoy bien. Haré todo lo posible para que estemos juntos, así que no te des por vencido.

—¡Yo también te amo, Greg! —escucho la voz entrecortada de Dominik—, ¿cómo crees que me daría por vencido con un idiota como tú?

—¡Ya basta! —exclama mi madre, ahora está hecha una furia—. No voy a permitir que sigan gritando en el hospital. Señor Rusell, será mejor que controle a su hijo.

—Yo no puedo controlar lo que ellos sienten el uno por el otro, usted tampoco debería hacerlo —replica Dave—. Sin embargo, entiendo que no es el mejor momento para que nos pongamos a gritar. Mañana tendremos una reunión en el instituto sobre lo sucedido así que me gustaría que asistan. Eso es todo. Vámonos, Dominik.

Dave se retira y deduzco que Dominik también. Es como si el fuego que tenía dentro de mí en cuanto lo escuché, se extinguió en su ausencia.

—En cuanto a ti, Gregory Foster. ¿Qué fue lo que acabas de decir? —articula mi madre con enojo.

—Lo escucharon muy bien, estoy saliendo con Dominik y no pienso renunciar a él por ningún motivo. Me importa una mierda si ustedes no lo quieren o si son homofóbicos o bifóbicos, él es la persona más importante para mí.

—No nos tomes como unos ignorantes, Gregory —añade mi padre mientras me siento de nuevo en la camilla y me arregla la vía intravenosa que se me salió—, tu orientación sexual no nos molesta, aunque un aviso previo hubiera sido de gran ayuda. Pero de entre todas las personas. ¿Por qué tenía que ser el hijo de aquel irresponsable? Él es el causante de todo esto, él y los otros que estuvieron involucrados.

—Creo que ya debo irme, si no les molesta —no había reparado en que Fred todavía estaba aquí. Debe sentirse incómodo al escuchar todo lo que mis padres piensan de él y los demás.

—Lamento que hayas tenido que presenciar todo esto, Fiona. Espero que no te hayas hecho una mala impresión de nosotros —se disculpa mi madre. Fiona niega con la cabeza y se despide de nosotros. Espero que pueda entregarle aquella nota a Dominik, aunque eso también signifique enfrentar a Dave.

—Hay muchas personas inocentes en todo este asunto. Además, Dave no pudo evitar nada de lo ocurrido, él no merece que lo traten de esa manera. Ni tampoco Dominik, ustedes no lo conocen, él es...

—Dominik esto, Dominik aquello. Ahora entiendo porque lo nombras a cada rato —contesta mi madre con exasperación.

—No puedo evitarlo.

—Escucha, Greg. Eres muy joven y no sabes lo que realmente significa amar a alguien. A lo mejor piensas que en realidad lo haces, pero no es así. Cuando seas mayor, verás todo esto solo como un capricho tuyo. Yo también llegué a besar varios sapos antes de encontrar a tu padre.

—¡Jamás vuelvas a decir que Dominik es un sapo! Asha tal vez lo haya sido, pero él no.

Acabas de sonar como un completo hombre maduro. Bravo, Greg.

Mi padre me coloca de nuevo la venda y me revisa la pierna que ahora está sangrando un poco de nuevo. Ellos se quedan en completo silencio. Sé que no lograré convencerlos con solo unas pocas palabras, pero les demostraré que lo que siento por Dominik es real. ¿Pero cómo podré hacerlo?

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