Capítulo 14
Unos movimientos en mi espalda me despiertan a la mañana siguiente. Sonriendo, me doy vuelta hacia Greg para poder decirle los buenos días, pero el movimiento continúa hacia mi cabeza. Confundido, miro hasta arriba esperando encontrar las manos de Greg acariciándome el pelo, pero en vez de eso, me encuentro con algo inesperado.
—¡Greg, despierta, hay unos ratones gigantes encima de nosotros! —grito levantándome en el acto.
Los animales, que me parecieron ratones en un principio, se alertan ante mi presencia levantando la cabeza y poniéndose erguidos. Ahí es cuando me doy cuenta de que hay más de ellos. Algunos rodean a Greg, quien aún está dormido, otros se pasean encima de mi ropa que ahora ha de oler a cenizas por haberlas secado en el fuego, otras salen por debajo de las leñas que sobrevivieron a la fogata. No he sido el más atento en clase, por lo que muy tarde me doy cuenta de que en realidad son comadrejas.
Lo que sí recuerdo sobre la clase de fauna, que pensé que sería completamente inútil en mi vida, es que este tipo de mamíferos se alimentan de algunos animales más pequeños, como lagartijas. Toco mi bolsillo para saber si Hansel aún está ahí y al sentir su cuerpo, suspiro de alivio. Lo último que me falta es ver morir a Hansel a manos de un animal que parece mitad gato y mitad ratón.
Las comadrejas empiezan a esparcirse por todos lados en cuanto me pongo de pie. Por lo visto son unas cobardes que quisieron aprovechar la calidez del fuego de la noche anterior. Con cuidado, voy hasta mis ropas y me las pongo. El olor no es tan horrible como cuando estuve empapado de lodo, pero tampoco es tan bueno. Cuando el lugar está por fin despejado, Hansel sale del bolsillo para subirse a mi hombro. Lo coloco un rato sobre un pedazo de madera para que pueda buscar algo que comer también. Al recordar que yo tampoco he comido nada desde hace horas, mi estómago hace un gruñido de reclamo.
En vez de dejarme vencer por el hambre, voy hasta Greg para despertarlo. Lo veo profundamente dormido y con el ceño fruncido. Le zarandeo por los hombros, pero no despierta. Eso me alerta de inmediato. Me fijo en él y veo como el sudor brilla sobre su frente y su rostro está sonrojado de una manera sospechosa. Llevo mi mano hasta su frente para poder sentir su temperatura y mi angustia se acrecienta.
Greg está volando de fiebre. Su cuerpo está ardiendo y lo que es peor, parece no reaccionar a lo que le digo. Trato de no dejarme llevar por el pánico. Doy un respiro profundo y con las manos temblorosas, reviso la herida que tiene costras rojas por los bordes y un ligero rastro de hemorragia. A simple vista se ve horrible y los síntomas de Greg lo avalan.
—Descuida, Greg. Buscaré una forma de que estés mejor. Te lo prometo —le susurro y Greg lanza un gemido lastimero.
Me duele verlo sufriendo de ese modo, Greg no merece todo esto, él solo quería venir, divertirse, disfrutar con sus amigos y por mi culpa, ahora está así.
Mis ojos se cristalizan por la impotencia, pero no me dejo llevar por mis sentimientos. Lo único que debo hacer ahora es concentrarme en ayudar a Greg.
Lo primero que debería buscar es alguna planta medicinal. ¿Pero qué mierda sé yo sobre medicina naturista? Debí haber prestado más atención a esos programas mañaneros donde salen personas que curan enfermedades con cualquier planta rara. Si tan solo tuviera algo frío para poder bajarle la fiebre… ¡El arroyo!
—Greg, escúchame —lo tomo del rostro y trato de que reaccione. Unos segundos después y con mucho esfuerzo de mi parte, Greg abre un poco los ojos—. Te llevaré al arroyo para bajarte la fiebre, pero tienes que ayudarme. ¿Entiendes? —Greg, aunque luzca como si lo único que quisiera hacer es dormir, asiente con la cabeza.
Es tangible el esfuerzo que realiza para que pueda ponerlo de pie y eso solo hace que el nudo que amenaza con cerrarme la garganta, se profundice. Doy unos respiros largos tratando de calmarme. Por el momento, soy el único que puede hacer algo para ponerlo a salvo.
Vamos hasta el arroyo y antes de ponerlo dentro, le saco la remera y el abrigo. Como él está muy débil y yo soy un inútil total, solo eso puedo hacer. Entonces, sin importarme estar mojado de nuevo, me meto con él en el agua. Por la periferia, veo como las comadrejas vuelven hasta donde estábamos durmiendo hace rato y me preocupo por Hansel, pero no puedo dejar a Greg.
—Greg, ¿puedes quedarte parado por unos minutos? El agua no es muy profunda aquí —No sé si el chico de ojos azules está delirando o simplemente no le importa más nada, pero vuelve a asentir. A estas alturas dudo mucho que sea consciente de lo que le digo.
Lo suelto, pero casi se me cae. No puede permanecer de pie. De seguro la herida le duele tanto que no puede ponerse erguido. ¿Qué demonios voy a hacer? Como no quiero dejarlo en un lugar muy profundo, llevo a Greg de nuevo hacia la orilla a pesar del esfuerzo y lo pongo sentado en la parte menos honda para que el agua pueda refrescarlo un poco mientras rescato a Hansel, pero cuando doy un paso lejos de su dirección, este sorpresivamente me agarra de la mano.
—Dominik, no me dejes —me susurra. Su mano caliente me aprieta la muñeca muy fuerte. Miro a la dirección de Hansel y veo que las comadrejas, que son como cuatro hasta donde llego a contar, empiezan a olisquear por todos lados, en cualquier momento encontrarán a mi mascota y eso no lo puedo permitir.
—Greg, solo me iré unos segundos, Hansel está en peligro y si no hago algo, podrían comerlo —le acaricio el rostro para reconfortarlo, pero sus ojos están perdidos, como si no estuviera aquí conmigo en estos momentos.
—Al menos tú no lo hagas. Ellos siempre lo hacen —susurra y me doy cuenta de que está delirando. Esto solo hace que mi corazón duela por él y maldiga a sus padres por dejarlo siempre de lado desde que era un niño. Alguien como Greg merece que lo amen.
—Jamás te dejaría solo. Confía en mí, solo será un momento. Te llevaré a un lugar seguro, sano y salvo. ¿Me oyes? —Lo tomo del rostro y le doy un beso en los labios, los cuales parecen estar aún más calientes que su frente.
Greg finalmente me suelta la muñeca y corriendo, voy junto a Hansel. Las comadrejas se espantan al verme de nuevo, pero ese pronto se convirtió en el menor de mis preocupaciones. De entre los arbustos, sale un zorro y camina lentamente hacia donde estoy sin apartar los ojos de mí. Trago saliva sonoramente. ¿Qué clase de suerte de mierda tengo? Pero de nuevo, se supone que esto es una reserva natural, por lo que es normal que haya animales de todo tipo en él. Hasta el momento, fueron inofensivos, pero no tengo idea si es que un zorro también lo sea.
Armándome de valentía, aparto la vista del animal y voy hasta Hansel. Las comadrejas parecen no ser conscientes del zorro, pero sí de mí, por lo que se apartan de mi dirección, pero no a una distancia que me gustaría. Al principio me cuesta distinguir a Hansel, y veo por qué. Por lo visto, al ver a esos animales horribles, se camufló con el tronco de la madera y permaneció quieto para no ser descubierto, pero en cuanto me ve, salta hasta mis manos y sube por mi brazo hasta ubicarse entre mis cabellos. Las comadrejas se percatan de esto y su atención vuelve directo a ese punto donde ahora esta Hansel. Pero afortunadamente, el zorro no me estaba cazando a mí como creí en un principio, sino a ellas.
Caza a una y cuando la mata, va por otra. Las demás salen disparadas, por lo que el zorro se tendrá que conformar con dos. Contento con su caza, las junta cerca de la fogata y procede a comerlas. No sin antes darme una mirada de advertencia.
—Tranquilo, chico. No tengo hambre en estos momentos —le digo. Pero eso no era exactamente verdad. Estoy famélico, pero comer ratas no está en mi lista de cosas por hacer si me pierdo en el bosque, por lo que voy de nuevo hasta Greg para dejar al zorro disfrutar de su desayuno.
Greg está dormitando en el agua, como si estuviera intentando permanecer despierto, pero su cerebro intentara lograr que sucumba al dolor. Coloco a Hansel encima de la remera de Greg que dejé tirada en un lugar seco junto con su suéter. Sin embargo, el camaleón no quiere despegarse de mí. Por lo que, aprovechando que ahora sí puedo moverme, me saco de nuevo mis ropas para que pueda mojarme sin arrepentimientos y de paso, que Hansel se sienta seguro al estar cerca de ellas.
Solucionado lo anterior, voy de nuevo hasta Greg, lo levanto y escucho que murmura. Al principio no lo entiendo, pero al concentrarme me llegan claras sus palabras.
—Has vuelto. Has vuelto —Una y otra vez.
Conmovido por su reacción, lo acerco más a mí y lo beso de nuevo.
—Por supuesto que volví por ti, tonto —eso logra sacarle una media sonrisa.
Lo llevo a la parte más profunda y veo como muchos peces nadan lejos de mí. No me di cuenta de que había peces ayer, aunque con la oscuridad encima de nosotros, resultaba imposible.
Agarro fuertemente a Greg y nos zambullimos dentro del agua. No está terriblemente fría como la noche anterior, pero tampoco tan cálida como para ser agradable. Repito el ejercicio unas cuantas veces hasta que me siento seguro de que congeló hasta los huesos de Greg. Solo espero que no haya metido agua en sus pulmones, no fui muy cuidadoso que digamos.
Lo llevo de nuevo hasta la orilla donde lo dejo sentado miemtras que con mis manos, junto agua para poder mojarlo más. Es mejor estar seguros.
Unos minutos después, mi método parece haber funcionado, la fiebre de Greg disminuye, aunque sé que no durará mucho tiempo hasta que se ponga mal de nuevo. Debo hallar la forma de ayudarlo antes de que eso suceda. Pero por ahora, disfrutaré de mi pequeña victoria.
Luego de lo que me parecieron horas, Greg empieza a mostrar señales de estar mejor. Su cara ya no está excesivamente roja, sus ojos están más fijos en mí y me lanza una sonrisa que correspondo con felicidad.
—¿Mejor? —le pregunto. En vez de asentir con la cabeza como estuvo haciendo todo este tiempo, me responde:
—Sí, gracias —palabras que parecen sencillas, pero que combinando con la expresión que Greg me dedica, tienen un significado aún más profundo.
Como suele pasarme a veces, me siento avergonzado por mis acciones y en cómo fue muy obvio lo desesperado que estaba por Greg. Pero al verlo lúcido de nuevo, sé que mis esfuerzos valieron la pena.
Lo que también me avergüenza, es el sonido de mi estómago pidiendo algo de comer. Pero no estoy solo, Greg me acompaña.
—No tenemos nada que comer aquí, tal vez debamos empezar nuestro camino de regreso ahora que todavía tenemos fuerza —comento. Aunque creo que Greg no tiene muchas ganas de caminar en estos momentos. Pero es nuestra única opción.
—Podríamos pescar —me sugiere. De inmediato siento unas enormes ganas de darme una palmada contra la cara por mi estupidez.
Me pongo de pie, pues soy el único que puede hacerlo y trato de pensar en una manera de pescar, pero no se me viene ninguna idea. Greg me mira confuso cuando me ve yendo y viniendo de un lado para el otro. Finalmente me resigno y me pongo de cuclillas frente a él.
—¿Cómo lo hago? —Greg se ríe de mí. Me alegra al menos poder hacerlo sonreír y si tiene que ser a costas mías, no importa. Al menos no en estos momentos.
—Tengo una idea —propone. Por suerte, lo veo cada vez mejor, como si estuviera despertando de un sueño profundo lentamente. Eso me reconforta un poco—. Puedes usar eso —añade apuntando a la remera que le saqué antes de mojarlo.
—¿Eso? ¿Cómo? —pregunto.
—Pásamela —Obedezco y se la acerco. Greg ata los lados donde tienen orificios como las mangas y el cuello, dejando el más grande intacto, luego me lo pasa—. Ahora puedes pescar con esto —Lo miro dubitativo, pero agarro la prenda. Al ver que no hay esperanzas de que pueda comprender lo que hizo, me lo explica: —. Debes de meterla al arroyo dejando que el agua ingrese por el agujero. Así, si entra un pez, podrás cazarlo si eres lo suficientemente rápido para sacarlo antes de que vuelva por donde vino.
—¡Eso es imposible! —exclamo. ¿Cómo demonios haré algo como eso?
—Puedes hacerlo, Dominik. Solo debes quedarte completamente quieto —me anima Greg.
Lanzo un suspiro desesperanzador entendiendo que es la única manera de sobrevivir.
—Está bien, lo intentaré —le digo a Greg.
Él me levanta ambos pulgares y no muy seguro de mí mismo, voy hasta el agua. Ni bien pongo un pie dentro, los peces salen despavoridos. Pero no me doy por vencido tan pronto. Me siento dentro del arroyo y dejo que el agua llene la prenda hasta que pasaron horas, o al menos así lo sentí. Cuando estaba dudando de seguir adelante, veo como un pez se acerca hasta mí. Me quedo tan quieto que el pez siente seguridad y nada cada vez más cerca. Pero no dentro de la prenda. Si yo fuera él, tal vez tampoco lo hubiera hecho ya que luce completamente sospechosa. Sin embargo, el animal parece no ser muy listo porque se pone dentro unos segundos después. Tal y como lo dijo Greg, cierro la abertura tan rápido como puedo y levanto la remera, pero esta es más pesada de lo que supuse y casi se me cae de nuevo al agua. Para mi suerte, los nudos de la manga no eran muy apretados y el agua se escapa por ellos dejándola más ligera. O tal vez, Greg lo hizo de esa manera sabiendo que eso podría suceder. Pero lo importante es que pesqué uno.
Sintiéndome como un cavernícola que regresa luego de un arduo trabajo a su cueva, voy hasta Greg sonriendo con orgullo.
—¡Lo logré! —le digo con alegría no fingida.
—¡Sabía que lo harías! —Greg me sonríe mostrándome los dientes. Luce mucho mejor que cuando lo desperté.
—Haré otra fogata para poder cocinar.
Jamás pensé que comería un pez al estilo película de náufragos, pero uno nunca sabe cómo terminará su día. No olvidaré la improvisada fogata, el pez que ni siquiera sé cómo se limpia, como Greg lo atravesó sin piedad con un palo que me pidió que lo consiguiera, ni mucho menos el sabor completamente asqueroso que tenía. Como solo era uno, nos tocaba una porción bastante pequeña. La buena noticia, es que era tan asquerosa que resultaba imposible comer más, la mala, que nos quedamos con hambre otra vez. Aunque ya no tan atroz como antes.
La mala noticia de nuevo es que la fiebre de Greg aumentó otra vez por culpa del contacto cercano con el fuego, motivo por el cual lo llevé de nuevo al arroyo.
—Debemos irnos ahora o anochecerá de nuevo —me dice Greg mientras le derramo agua en la cabeza con mis manos.
—Pero no te sientes bien.
—Tienes razón, pero no podemos quedarnos más tiempo aquí.
Asiento con la cabeza, aunque me encuentre reacio a dejarlo caminar en ese estado, pero, por otro lado, es la única manera de que pueda conseguir ayuda. Así que Greg tendrá que sufrir para estar a salvo.
Nos vestimos de nuevo para poder empezar el camino de regreso. El mismo palo que utilizó para partir el cuerpo del pez para cocinarlo, Greg lo usa de bastón a la par que lo ayudo.
—¿No te duele? —le pregunto inseguro.
—No. Al menos así puedo apoyar un poco el pie y no te esforzará demasiado.
—Me esforzaré lo que haga falta para que estés bien, pero si te duele, debes decírmelo.
—Dominik, sé cuánto estás luchando para que me encuentre mejor, lo único que quiero es aligerar tu carga —me dice Greg con tristeza.
—Se supone que eres mi novio, no una carga. Deja de decir estupideces —lo regaño.
—Oye, espera. ¿Qué quieres decir con “se supone”? —para mi alivio, Greg bromea y ya no objeta nada.
—Bueno, no es como si lo hubiéramos hecho oficial —Mi rostro de inmediato se enciende. Diablos, es como si le estuviera reclamando algo.
—¿Entonces todas las palabras de la noche anterior no fueron suficientes? —me pregunta Greg y mis hombros se hunden—. Mírame, Dominik —obedezco y no lo veo enfadado, sino más bien divertido—. Lo diré de una vez para que estés seguro. Te quiero y cuando dijiste que me darías una oportunidad, yo me llené de alegría. Supuse que con eso bastaba para poder dejar en claro nuestra relación, pero de igual forma, te lo preguntaré. ¿Quieres ser mi novio? —Yo me quedo mudo. No esperaba sus palabras—. Mira, entiendo si luego de verme en mi peor forma lo estés dudando un poco, pero si dices que no…
No dejo que termine su parloteo y le doy un beso deja más que clara mi respuesta. Greg se ríe mientras intenta continuar, pero me contagia su alegría y pronto me encuentro siguiéndole la corriente.
—Si no dices la respuesta tal vez lo malinterprete —me comenta juguetón.
—Por supuesto que quiero, idiota —respondo con obviedad.
—¿En serio? Por un momento me puse nervioso —me guiña el ojo—. Tenía la esperanza de que tú me lo pidieras. Pero yo no te diría que sí sin que antes hubiera una cena romántica, fuegos artificiales y un paseo con globos aerostáticos antes de la propuesta.
—Como que eres un poco exigente, ¿no? —replico sonriendo—. Y eso que yo acepté incluso cuando estás en medio del bosque, perdido y herido.
—Bueno, era de esperarse. Estamos hablando de mí después de todo —Hace un gesto dramático en donde se señala a sí mismo con una de las cejas levantadas.
Seguimos caminando siguiendo el curso del arroyo, tal y como lo propuso Greg. Llevamos un largo rato y en ese trayecto, vemos unos cuantos animales más que no lucen demasiado peligrosos. Greg señala que a lo mejor a los verdaderos depredadores los pusieron en algún lugar más seguro y tal vez tenga razón. Lo más peligroso que vi fue un zorro. Solo espero que no haya serpientes o algo parecido. Pero nuestro camino está un poco alejado de árboles y tiene un poco más de arbustos, por lo que tengo esperanzas.
Hansel se pasea cada tanto sobre mí, pero no puedo hacerle mucho caso porque tengo a Greg por un lado y a sus ropas por el otro. No creo que sea conveniente abrigarlo de nuevo, por lo que llevo sus prendas de invierno en mi mano libre. Tanto la que él vestía como la que me prestó. Aunque tampoco hace mucho frío, no cuando el sol está en su punto máximo.
—Muero de sed —digo con la boca reseca. No estoy seguro de que el agua del río sea buena para beber. Pero estoy tan sediento, que tal vez lo haría. Si yo estoy así, qué será de Greg que tuvo fiebre y probablemente esté deshidratado. Le pregunto a Greg cómo se siente, pero este no me responde. Ahí es cuando caigo en la cuenta de que ha dejado de hablar desde hace ratísimo—. ¿Greg? —lo llamo preocupado.
—Te escucho, Dominik —contesta con un hilo de voz. Con alerta, llevo de nuevo mis manos a su frente y tal y como supuse, la fiebre volvió de nuevo. ¡Mierda! En ese momento me entra una impotencia terrible—. Háblame, así podré distraerme —me pide.
Me muerdo los labios para reprimir mis ganas de llorar, pero si hago eso, solo estaré empeorando la situación y eso no es lo quiero para él. Así que le hablo de algo que lo mantenga despierto.
—¿Sabías que mi madre murió cuando tenía diez años? —Greg abre los ojos y fija su mirada en mí, yo trago saliva, pues no he hablado de la muerte de mi madre con nadie, salvo Stixx, pero cuando eso era un niño y después, nunca más pude hacerlo de nuevo. La tristeza me consumía de tan solo pensar en ella.
—¿Cómo era ella? —me pregunta Greg con interés, puedo sentir el cansancio en su voz por lo que dejé que se recostara más en mí.
—Ella era como cualquier madre, supongo. No recuerdo mucho, es como si después de su muerte, mi cerebro hubiera tratado de suprimir la mayor cantidad posible de ella. Pero, aun así, no pudo hacerlo por completo. Recuerdo su cabello, el cual era largo y de color negro. También su sonrisa, era muy contagiosa y le gustaba mucho ponerse labial rojo sobre los labios, decía que no todas las mujeres podían usarlo con glamour como ella. Su voz era como escuchar una canción, en especial en las noches de tormenta cuando no podía dormir, me contaba historias increíbles que me sacaban una risa de vez en cuando.
—Ella se oye maravillosa —añade Greg, atento a mis palabras.
—Lo era. Pero por alguna razón, ella y mi padre nunca pudieron llevarse bien. Muchas veces los encontraba peleando, yo era un niño, pero podía darme cuenta fácilmente de la tensión entre ambos y de que había días que no se dirigían la palabra el uno al otro. Dave es muy serio y reservado y mi madre tenía un carácter fuerte que contrarrestaba con el de él. Aun así, ellos al menos lo intentaban. Pero eso cambió un día.
—¿Qué pasó? —pregunta.
—Ella se embarazó. En vez de que Dave se sintiera feliz, él se volvió una persona completamente diferente. Se alejó, no solo de ella, sino también de mí. Él nunca fue un padre muy expresivo, pero aun así nos queríamos. Sin embargo, cuando se enteró de que iba a tener un hermanito, tuvo una discusión fuerte con mi madre. No podía evitar escuchar, aunque quisiera, sus gritos eran muy altos. Esa noche Dave durmió en la sala. Después de eso, se volvió aún más reservado. Por unos días, ni siquiera nos dirigió la palabra y en cuanto sus ojos se fijaban en mí, los desviaba. Como si yo también tuviera la culpa de que su vida fuera miserable.
—No creo que haya sido eso. Eso no suena como Dave.
—Lo sé. Pero no estoy mintiendo. Días después de lo ocurrido, nos fuimos en la casa de mis abuelos. Mis abuelos maternos y paternos eran grandes amigos, por eso quisieron tanto que mis padres se casaran. Recuerdo ese día, fue hermoso. Dave dejó a un lado el enojo y volvió a sonreírme. Incluso parecía que volvió a quedar en buenos términos con mi madre.
—¿No te parece un poco extraño?
—En aquel entonces no le prestaba mucha atención a los detalles. Pensé que, tal vez, Dave odió en un principio a mi hermano, pero después de pensarlo mejor, cambió de opinión —Ahora, esos pensamientos que tuve de niño, me parecen tontos y poco creíbles. Pero como nunca me puse a pensar en eso antes debido al dolor que me generaban los recuerdos, no los analicé con detalle. No obstante, ahora sí me daba curiosidad. ¿Qué fue lo que pasó realmente? ¿Por qué Dave cambió su actitud tan de repente?—. Estuvimos contentos por un tiempo, como si fuéramos una familia normal. Sin embargo, nada de esto valió la pena porque mi madre sufrió un accidente de tránsito y los perdimos a ambos, a ella y a mi hermano.
Me centré tanto en mis pensamientos, que no me di cuenta de que Greg estaba cada vez estaba más pegado a mí. Su cuerpo no puede más con la fiebre y cae desmayado. Por suerte, logro estabilizarlo antes de que caiga por completo.
—¡Greg! —grito una y otra vez, pero es inútil. Esta vez, no puedo evitar derramar lágrimas al no poder hacer nada para ayudarlo—. Greg, por favor despierta —repito desesperado, pasando mis manos por su rostro, que está a una temperatura abismal.
En un intento inútil, trato de levantarlo en brazos para poder seguir caminando, pero estoy tan débil, que caigo de rodillas en un segundo. Repito el proceso y el resultado es el mismo. Si lo hago de nuevo, terminaré lastimando a Greg. No puedo permitirme eso, por lo que lo recuesto en el suelo para que al menos él pudiera descansar.
¿Ahora qué hago? Llevo la cabeza de Greg a mis piernas y lo único que puedo hacer es acariciarle el cabello mientras pienso una solución, pero no tengo ninguna. El arroyo ya no podrá funcionar, él necesita un doctor en estos momentos.
No soy mucho de rezar, pero creo que es lo único que puedo hacer en estos momentos.
—Dios, si estás escuchando, por favor, ayúdame a salvarlo —suplico entre sollozos—. Mamá, Ash, ustedes también, hagan algo. No puedo perderlo —agrego desesperado.
¿Por qué todas las personas que quiero terminan sufriendo? Mi quedo ahí con Greg, llorando y repitiéndole una y otra vez que todo estará bien. Pero eso no es verdad. Estoy completamente perdido y finalmente la esperanza me abandona.
—¡Gregory! ¡Dominik! —escucho como alguien grita nuestros nombres desde lejos.
¿Acaso estoy alucinando debido a la desolación? Pero ilusión o no, no me impide volver a retomar fuerzas.
—¡Aquí! ¡Estamos aquí! —grito como nunca antes lo había hecho.
No me importa quedarme sin voz de tanto vociferar, pero Greg necesita ser encontrado y llevado a un lugar donde podrán atenderlo. Unos horribles minutos después y para mi completo alivio, escucho como los pasos de una persona se acercan y en cuanto me doy cuenta de quién es el que nos estaba buscando, me quedo anonadado.
¡Hola a todos!
Espero que les haya gustado el cap y si alguien vio aquel error en el banner (aunque ahora me acabo de dejar en evidencia) no se preocupen, lo arreglaré mañana así como cualquier otro error de tipeo.
A propósito, ¿cómo debería llamarlos? Muchos escritores piensan en nombres únicos para sus lectores, tal vez deba pensar en uno yo también ¿o no?😎
¡Hasta pronto!
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