🌻 flores amarillas.
La primavera había llegado y con ella el cliché de las parejas que se regalaban flores. Shuhua había notado dos detalles este año, el primero, el que más le agradaba, era que no se trataba solo de hombres entregando flores, este año las mujeres también se atrevían a tener tal gesto con su pareja, ignorando los estereotipos de género al fin. El segundo, y que estaba lejos de entender, era que todos parecían haberse puesto de acuerdo para regalarse flores amarillas.
"¿Qué hay con las flores amarillas?", le preguntó a su compañera de banco y mejor amiga, Song Yuqi.
Ambas caminaban por el largo pasillo de la universidad hasta el salón de clases, notando que de diez personas que tenían consigo flores, ocho de ellas tenían alguna de aquel alegre color. Girasoles, tulipanes, orquídeas, lirios, entre otras que la pelinegra no lograba reconocer.
La chinita se encogió de hombros. "Una moda, quizás. Soyeon me regaló rosas rojas, como todos los años". Comentó con una sonrisa.
La pelirosa llevaba cuatro años de relación con su novia; desde la primer primavera que pasaron juntas Soyeon le regaló un ramo de rosas rojas, sabiendo que eran sus favoritas, mientras que ella le regalaba una maceta con un cactus, ya que a la coreana no le gustaba la idea de que le obsequiaran algo muerto; según sus palabras.
Era curioso, porque Shuhua era una enamorada del amor y aún así lograba coincidir con Soyeon. No le gustaría que cortaran una flor, dejándola con una esperanza de vida de una semana, solo para obsequiarsela a ella. Le resultaba triste, no veía lo romántico en ello.
Al entrar al salón las amigas fueron a los asientos de siempre, como si ya tuvieran sus nombres escritos en ellos. Yuqi dejó caer su mochila sobre la mesa de madera a la vez que se sentaba, pero Shuhua se detuvo al notar el obsequio que le habían dejado.
Era ni más ni menos que un girasol de madera, pintado de manera realista. Pegado a él había una pequeña nota en un papel amarillo: "¡Feliz primavera, Yeh Shuhua! Para que la vivas con alegría", decía.
"¿Mmh?", Yuqi llamó su atención al verla con la flor en las manos.
Sonriendo embobada se la mostró a su mejor amiga, cediendole la nota también.
"¡Shuhua!", chilló la menor. "¡Tienes un enamorado!"
"Sí...", muy a su pesar Shuhua sonrió con amplitud, podía notarse que le había gustado aquel presente. "Como sea".
Tomó entre sus manos la flor de madera, se tomó un momento para observarla, como si no la hubiera visto lo suficiente ya.
Era preciosa, quien fuera que se la hubiera dejado debía tratarse de alguien que la conociera bien.
"¿Quién crees que sea?", le preguntó la pelirosa.
Shuhua se encogió de hombros, no teniendo la más pálida idea de quién podía tratarse. Se llevaba bien con varios compañeros, más ninguno de ellos le había dado señales de estar interesados en ella.
Acabó tomando asiento junto a su amiga, guardando la flor dentro de su mochila. Había tenido la intención de tirar la nota, pero algo se lo impidió. Quizás porque el gesto había sido muy tierno y no podía dejar de pensar en el anónimo tomándose el tiempo para escribirle. Y así fue como el papel terminó parando en el bolsillo de su chaqueta en vez de ser tirado al cesto de basura.
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