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Capítulo 2

Nikita POV

Dos años después

Desde mi llegada a la mansión Irina se había portado como una hermana conmigo, tuve médicos, psiquiatras y un entrenamiento riguroso. Lady Akayama me entreno aún más rigurosamente que Irina, sorprendiéndome al demostrar que las mujeres japonesas bien entrenadas eran incluso más útiles que los hombres. Y de un momento a otro pase de cuidar a la pequeña Ana a salir a las misiones con la Zarina. Hasta que ella tomo una decisión, entrenar más chicas, pero para ello necesitaba mujeres que no tuvieran nada que perder, justo unos meses después apareció  el primer grupo y así nacieron las muñecas rojas. Todas de procedencia similar a la mía, todas juraron lealtad a Irina pero ninguna con la fuerza de la menor de ellas.

Karenina Romanof solo tenía seis años cuando las sacamos del prostíbulo en la frontera, un año después de comenzar con las muñecas, pero a sus seis años era la más rota de todas, pensaba que había sufrido hasta que conocí a la pequeña criatura. Pero esa cosa tan pequeña no hizo más que coleccionar la oscuridad en su interior hasta convertirse en una fuerza de la naturaleza e Irina la recompenso por ello de diversas formas, la adopción se concretó rápido y aun con más rapidez se desaparecieron los informes de la misma, eliminando la evidencia de su existencia como hacíamos con todas nuestras chicas, mientras menos se supiera de ellas, más fácil les seria moverse sin ser detectadas.

Dos años después

Tailandia había sido dura para ambas, pero Irina había logrado someter al jefe del triángulo haciéndose pasar por una bailarina exótica, la misión nos tomó dos meses  hasta que logro que nos llevara al triangulo y allí desatamos el infierno, teníamos veinte infiltrados y las mujeres que elaboraban la droga se sometieron sin luchar, así que para cuando mato al jefe la transacción fue rápida, dejamos todo listo para el primer envió a Rusia y estábamos preparadas para regresar. 

No más aterrizar en Moscú su teléfono no paro de sonar, en un principio Nina lo ignoro pensando que se trataba de los trillizos ya que les había comentado que llegaríamos antes del mediodía, pero cuando ya había pasado lo mismo por décima vez  lo saque del bolso rápidamente para avisar que íbamos en camino a la mansión. Pero jamás estuve lista para lo que él me dijo.

-Ya vamos en camino- ironicé a Josef no más contestar.

-Nik- regaño serio- ¿Irina esta junto a ti?

-Si- asegure asustada, normalmente hubiera contestado con alguna broma pesada, pero su voz estaba mortalmente seria.

-Tengo que decirle algo y aun no sé cómo- alego

-Paso algo, ¿cierto?- indague cada vez más nerviosa.

-Vladimir se fue con la familia a Siberia, no me contesto anoche cuando le llame para consultar un tema importante así que deje a Milenka con Clarie y fui con los chicos, llegamos en la mañana pero todos estaban- respira profundamente y se lo que viene detrás de eso

-Están muertos- complete.

-Sí, Vladimir, Anastasia y el noventa por ciento de la guardia, el resto están heridos de gravedad- informo- Y AnaDiosestoy en el hospital con ella, está en coma Nik, esos hijos de puta la violaron- sentí las bilis subir por mi garganta juntos a unas intensas ganas de pegarle a algo, a alguien, como coño había pasado esto, nuestra pequeña- el medico no cree que haya sido solo uno de ellos, voy a encontrarlos y a cortarles la cabeza para colgarlas de adorno en el patio- juro y sabía que lo cumpliría si Irina no encontraba una forma peor de vengarse.

-Tengo que decirle a Irina- asegure, no puedo ocultarle nada lo va a ver en mi cara no más me mire.

-Está bien, no dejes que se descomponga, no donde están, nadie puede verla caer, no creo que vaya a hacerlo de cualquier forma, pero aun así me encargare de que la doctora Lukianova esté disponible y no la dejes conducir por nada del mundo- pidió.

-¿Sabes quienes fueron? indague conocedora que iba a preguntarlo no más le dijera.

-Revise a todos los que no pertenecían a nuestra guardia, son de la triada China, tenían los tatuajes- asevero.

-Íbamos a la mansión, de no ser así, te mantendré informado- afirme.

-Perfecto- contesto simplemente antes de colgar.

Sentí las lágrimas correr por mi rostro pero las limpie justo antes de enfrentarme a la Zarevna. Sus reacciones fueron justo las que esperamos de ella, frías, calculadoras, vengativas, solo mostrando un atisbo de sentimientos que reprimió como le habían enseñado y justo ahí recordé algo muy importante, no explotaría ante nadie que no fuera él.
Solo unos días después Ana había entrado en estado vegetativo y como se esperaba Irina había estallado justo en medio del campo de entrenamiento que gracias a Dios estaba bastante vacío, Josef la había llevado allí, saco a todos los prisioneros que encontró en Siberia y los ato a las dianas de tiro, para luego dejarle un arsenal de armas enfrente y lejos de alejarse de ella se dejó ir al a par de su ira. Fue una carnicería, pero ella apenas se acordó de eso, era como si estuviera en un estado que no le permitía recordar lo que había hecho, pero luego de eso estuvo lista para enfrentar el funeral por lo que no pudo importarme menos que no lo recordara.

No paso siquiera una semana antes de que comenzáramos a reclutar, la guardia estaba diezmada y ella no iba a permitir que el imperio Marcov se fuera abajo, volvió a organizar las cabezas de la bravta, pero esta vez excluyo la herencia de las familias para ocupar los puestos de sus antecesores, quedándose solo con los más fieles, los Komarov se quedaron en sus puestos anteriores, drogas, armas y el mercado negro, las muñecas pasaron a estar bajo mi mando y ella se encargó de lo restante, nadie más entraría hasta que su fidelidad no estuviera probada, la mano derecha de su padre había sido quien les había traicionado y ella no toleraría eso una segunda vez.
Cuando el cuarto grupo de reclutas masculinos fue llevado a la mansión establecimos el punto de reclutamiento en el Bar Electric, la noche había sido intensa, y justo teníamos candidato número doce cuando fue mi turno de ir a guiarle hasta la furgoneta.

Lo que encontré fue más de lo que esperaba, casi dos metros de músculos macizos, tatuajes que comenzaban en las muñecas y se perdían bajo las mangas de la camisa arremangada hasta el codo. Cabello cortado al estilo militar y facciones duras, incluso con estos tacones de quince centímetros mi cabeza no iba más arriba de su mandíbula. Estaba tan perdida en mis apreciaciones de aquel ejemplar que me olvide por un momento para que estaba aquí. Algo que nunca me había pasado, no me acercaba a los hombres por voluntad propia y menos aún a los que parecían que podrían dañarme con solo su dedo meñique, aun sabiendo que podía defenderme de cualquiera, un instinto básico se apoderaba de mi ante la presencia masculina, mi instinto de supervivencia.

- Una belleza asiática, que habré hecho para merecer tal tesoro- susurro en mi oído haciendo que diera dos pasos atrás para alejarme de él.- No voy a hacerte daño, pequeña- aseguro, su voz era profunda y me incitaba a relajarme ante su presencia, a rendirme, pero no estaba aquí para eso.

Sacudí mi cabeza lentamente para salir del trance y luego tome su mano para guiarlo por la puerta trasera hacia la furgoneta, pero justo cuando nos acercábamos a esta recordé algo.

-Bienvenido a los reclutas, la zarina te desea suerte- susurren en su oído antes de dejarlo con John quien se encargaría de transportarlos hasta la mansión.

Dmitri  POV

Mi vida había sido un infierno hasta que me vi obligado a entrar a la mafia o morir, mis padres me abandonaron en la puerta de un orfanato no más nacer y por muy bien que las monjas me trataran el lugar no tenía espacio para mí cuando cumplí los catorce, por lo que termine vagando en las calles de Moscú. Los inviernos eran duros y robar no siempre fue mi primera opción, pero para cuando no había nada en la basura que pudiera al menos hacer que mi estómago dejara de retorcerse del hambre cometí un error de los grandes. Veía a esos chicos que habían salido del mismo lugar que yo permitirse tres comidas al día vendiéndoles porquerías a los adictos, decidí simplemente robar uno de los paquetes y venderlo, con el dinero podría huir, tal vez permitirme un lugar para pasar el invierno y comida, pero me atraparon.

Solo tenía dieciséis cuando entre a este mundo, estaba en los huesos pero aun así ella vio algo de potencial, me dio dos opciones, o trabajaba para ellos o estaba muerto ya que no tenía como pagar lo que había robado. Y lo hice, salía cada día y les vendía mierda a los putos adictos, así que para cuando cumplí los dieciocho tenía mi propia casa y comida para llevarme a la boca, todo gracias a ella, Anastasia Marcov.

Cuando ese mismo año me dijo que mi deuda estaba pagada no dude en dejar de lado mi antigua vida y estudiar, me deje la piel en la universidad pensando siempre en ella como una madre a la cual hacer sentir orgullosa.
Al terminar volví a trabajar con ellos, esta vez como contable de uno de sus casinos hasta que llego a mis oídos aquella puta noticia, estaba muerta, la habían asesinado. Había hablado con ella dos días antes, me confeso el objetivo de tanto entrenamiento, quería que protegiera a sus hijas como un buen soldado, por lo que estuve listo para el reclutamiento con el cuarto grupo, dejando el casino en manos de otro de los hombres de confianza de Vladimir.

Fui la plaza Kitay-górod el día después de dejar mi puesto anterior, sabía exactamente en la trastienda de que almacén estaba ubicado el mercado negro. Y si alguien sabia el próximo lugar de reclutamiento estaría allí. Escuche cada pequeña conversación y comentario mientras buscaba un arma adecuada para mí. Cerca de uno de los vendedores más extremos se encontraba alguien que me resulto extremadamente familiar, pero aun así probé llamarlo primero.

-¡Kobyla!- su cabeza giro localizando de donde lo habían llamado, pero definitivamente no me había equivocado, había aumentado su masa muscular y sus rasgos se habían afilado pero nunca dejaría de ser el mismo hijo de puta que conocí hace tres años.

Se acercó con su característico caminar ligero aun considerando su tamaño que si bien era unos quince centímetros más bajo lo compensaba con la frialdad de su mirada.

-Dmitri, tiempo sin verte hermano- se burló repasándome- nada que ver con lo que eras hace tres años.

-Ni tu flacucho- contraataque a pesar de la ironía del chiste, ninguno era lo que habíamos sido la última vez que nos vimos en aquel entrenamiento con Vladimir.

-¿Lo sabes?- indago.

-Por desgracia, pero, ¿qué haces tú aquí?- cuestione, la última vez que supe de él era el gran verdugo de la bravta en New York

-Mataron a mi tío en el ataque de Siberia, vine a ocupar su lugar como fue su voluntad- admitió.

-Estamos buscando lo mismo entonces- alegue sacando un cigarrillo de mi chaqueta y ofreciéndole otro mientras nos acercábamos a la salida.

-Reclutamiento- bufo- No es una mala idea, hay que darle eso a la chica.

-Supongo que ya sabes el lugar- chinche.

-Sí, pensé en venir antes pero necesitaba dejar todo funcionando, al igual que tu seguramente, ya que si no estarías dentro para esta fecha- dedujo.

-Asertivo, como siempre, así que, ¿Dónde?

-Bar Electric, estarán allí, ya sabes la señal- alego mientras comenzaba a alejarse.

-Ya nos veremos, si lo logras- me burle por última vez haciendo que me mostrara el internacionalmente conocido dedo medio antes de finalmente hacer lo mismo e ir a prepararme, sería una noche larga.

Llegue cuando ya la noche había comenzado, la cola en la puerta era la de siempre, personas desesperadas por entrar en una fila muy larga, pero yo no la hice, todos los empleados de los negocios de los Marcov se conocían, Ben y yo no éramos la excepción, no más verme me dejo pasar causando bastante alboroto lo que no impidió que me diera la información que necesitaba.

-Ya están dentro y Kobyla se marchó no más llegaron, al parecer se aburría ya que fue quien abrió todo hoy, justo el primero- bromeo.

-Sabes que tiende a pecar de excéntrico- contraataque antes de finalmente incorporarme al flujo de gente del local.

Conseguí una mesa entre la barra y la pista desde donde lo veía todo, no me costó mucho hallar a la nueva Zarina, era justo como su madre, cabello rubio y ojos azules perspicaces, que lo diseccionaban todo, cada acción, cada pensamiento. Nunca tuve el gusto de conocerla cuando era la Zarevna pero Anastasia me hablo mucho de ella y su reputación le precedía.

Estaba junto a sus chicas e el VIP de la izquierda, solo seis de ellas, en apariencia eran totalmente inofensivas pero yo estaba claro de que eran letales, armas, totalmente fieles a esa joven. Deje pasar un rato, vi a jóvenes y no tan jóvenes irse de la mano de las muñecas como reclutas, pero cuando llego mi turno me encontré con una jodida bola de demolición.

La vi desde que bajo las escaleras, sabía que venía a por mí, pero no era capaz de imaginarme su impacto. Su cabello negro caía hasta su pequeña cintura, ojos color chocolate si las luces no me jugaban una mala pasada y esos rasgos asiáticos que era incapaz de pasar por alto. Un arma letal en un precioso empaque debe ser un plus como espía, pensé, y por alguna extraña razón ese pensamiento me molesto mucho. Estuvo cerca de dos minutos observándome hasta que me acerque para hablarle muy cerca de su oído, lo suficiente para capturar su aroma a cerezo.

- Una belleza asiática, que habré hecho para merecer tal tesoro- susurre  causando que diera dos pasos atrás para alejarse de mi.- No voy a hacerte daño, pequeña- hable suavemente tratando de que mis palabras se grabaran en su mente, y eran ciertas, no la dañaría más de lo que claramente ya estaba.
Sacudió su cabeza lentamente y luego tomo mi mano para guiarme por la puerta trasera, pero justo cuando nos acercábamos a esta susurro suavemente en mi oído.

-Bienvenido a los reclutas, la zarina te desea suerte

Y quise decirle algo ingenioso pero antes de que pudiera hablar se había ido dejándome frente a una furgoneta con once extraños y Kobyla que fumaba tranquilamente apoyado a una pared de ladrillo.

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