6
Pov Irina
Me levante justo a las seis de la mañana, como cada día y me dirigí al gimnasio, justo en el sótano bajo el salón rojo, luego de pasar con Clarie a por mí dosis de cafeína. Por primera vez en años Josef no se encontraba allí conmigo, esta era parte religiosa de nuestra rutina, que si bien compartíamos dos días a la semana con sus hermanos era en su mayoría nuestra. Mi padre nos había enseñado que la mejor manera de estar en control de nosotros mismos y nuestras mentes enfermas era quemar toda esa energía autodestructiva a primera hora. Y que mejor forma que el boxeo. Por otro lado, había dejado tras insistencia de mi madre de que también podría hacerme cargo de su imperio, que una kunoichi* me entrenara en las artes de espionaje y guerrilla japonesas.
Si bien el entrenamiento comenzó cuando apenas cumplí ocho años fue muy beneficioso, algo más para agradecer a mi madre y enseñar a mis chicas, aunque actualmente Nikita esté a cargo del entrenamiento. Muchos nunca entenderían la importancia de una kunoichi pero mi padre ciertamente lo hacía, no por nada se había casado con una. La seducción fue la base de la enseñanza de estas mujeres que eran maestras del combate en el suelo con armas y sin ellas, geografía, actuación, falsificación, farmacología, explosivos, esoterismo, espionaje e infiltraciones. Lady Akayama se aseguró de que estaba perfectamente entrenada incluyendo las técnicas más dadas a la femineidad, antes de dejarme lista a los catorce años.
Tras pasar treinta minutos golpeando el estúpido saco hasta sudar. Me duche y vestí como otra más de las muñecas, leggins negros y una camiseta blanca, puse una semiautomática sin seguro en la funda colocada a la altura de mi muslo derecho y unas botas de tacón cuadrado. Luego de tomar el desayuno en mi habitación y comprobar por las cámaras que los trillizos se encontraban de vuelta en la mansión, bajo las escaleras para comenzar el día.
Cuando entro al salón todos los reclutas se encontraban esperando mientras conversaban entre ellos, algunas conversaciones pareciéndome más centradas o amigables que otras.
- Buenos días a todos-anuncio, haciendo notar mi presencia.
- Buenos días, Zarina- corresponden casi a la vez.
En ese momento se abren las puertas de caoba del salón aledaño, tras ellas se encuentra nuestro lugar de reunión más común, muebles clásicos, tecnología de punta, armamento oculto y una chimenea le daban vida a la habitación. Las muñecas estaban esperando allí a mi pedido, entran vestidas de manera similar y hacen un ligero gesto de reverencia para luego ubicarse a mis espaldas.
- Reclutas, tengo el placer de presentarles a los principales miembros de las muñecas rojas. De izquierda a derecha Rubí, Zafiro, Esmeralda, Topacio y Nikita, mi mano derecha- digo señalándolas al mencionar sus nombres- sus órdenes serán cumplidas con la misma lealtad que las mías y las de otros miembros que les mencionare más adelante.
- Y yo que creía ser su favorita, madre- recrimino una voz infantil a mis espaldas.
- Disculpa, cariño- acaricio su cabello que aun esta mojado en las puntas, su llegada tardía confirmándome que se encontraba en su entrenamiento matutino - ella es Milenka, mi favorita.
Todos los chicos miran asombrados a la pequeña niña rusa con cara angelical, que se asoma por detrás de mí en un vestido de gasa blanco rodeado en la cintura por un lazo negro y un oso de peluche en su mano. Toda una estampa de la inocencia.
Para Milenka yo soy su madre desde que hace dos años atrás, a mis diecinueve, la saque de un prostíbulo en la frontera con China, la niña solo tenía seis años para ese entonces. Las otras muñecas vienen de lugares parecidos y cuando las libere de ese infierno me juraron lealtad incondicional a cambio de hacerlas fuertes y vengarse de quien las daño.
- Es una niña, es imposible que sea más que un estorbo- se burla uno de los jóvenes un poco insolente con una sonrisa sarcástica en la cara.
Mi pequeña se distrae con el peluche un ligero momento y tras su sonrisa más tierna le apunta a la cabeza con la semiautomática que le regale la semana pasada, es una elección interesante de arma, ya que estoy segura que bajo la esponjosa falda se encuentra algún que otro cuchillo o los kunai* que estaba aprendiendo a usar la semana anterior.
- Ni que supieras usarla princesita mimada- provoca de nuevo ese estúpido a Mile y casi estoy deseando que como de costumbre mi niña se lo tome como un reto hacia su persona y le traspasé el cráneo con una bala.
No soporto la prepotencia en los miembros de la bravta esto fácilmente los haría delatarte o terminar muerto, pero antes de que sean capaces de delatarme yo los tendría a diez pies bajo tierra.
Milenka carga el arma y apunta a una diana para dardos que amaba usar con los trillizos. Esta se encuentra a unos veinticinco metros de nosotros en la sala común, las chicas además se reunían allí para las clases de actuación y geografía. El disparo resuena en la sala, saco de entre mis pechos una pequeña mira telescópica que llevaba colgada a mi cuello y al observar esta ha dado justo en el centro como era de esperarse.
- Tú, el que hablo, ve a revisar la diana y me la traes-le ordeno irritada, este imbécil acaba de hacer que mi entrenamiento matutino no sirviera para nada. Uno de esos ataques de ira por los que comencé a boxear intenta nublar mi mente pero no debo dejar que salga a flote aquí, ya me encargare de no reprimirlo luego.
El joven regresa con la diana sin mirarla. La tomo de sus manos y la elevo en el aire para que todos puedan verla. Las muñecas la felicitan y ella se ubica a mi lado mientras guarda el arma nuevamente en el peluche, una creación mía que le ha sido bastante útil, bolsillo para guardar el arma que esquiva los detectores de metales y escáneres, además de cámaras, micrófonos y GPS integrados. Acaricio su hombro como muestra de mi aprobación y le ofrezco la mejor de mis sonrisas.
- No dejen que su cara de ángel los sorprenda, Milenka a sus ocho años es mi favorita, no por ser tierna, sino por ser una gran asesina y mi mejor francotiradora. La última integrante de los miembros principales de las muñecas rojas a pesar de su edad y mi hija ante la ley, por lo que mejor no se les ocurra meterse con ella o podrían terminar visitando a su compañero-les amenazo haciendo referencia al recluta que me había atacado el primer día.
La niña sonríe y se va junto a sus compañeras. Mis tres gorilas, como oí a algunos llamarlos ayer se dirigen hacia aquí desde la cocina.
-Misión cumplida, reina y buen tiro, princesa, estamos orgullosos- enfatiza Iván mientras toma su lugar un paso detrás de mí a la izquierda.
-Tan certera como siempre, mi pequeña- la elogia Josef y se agacha a besar su mejilla.
-Padre- asiente ella causando la sorpresa y el terror de muchos.
La mayoría de los reclutas lo miran con miedo y es justo cuando me gustaría saber que hizo para causar esa reacción, o si tan siquiera necesito hacer algo. Su presencia de por sí sola no impone ese nivel de respeto, pero su mirada es capaz de generar el pánico de muchos. Cualquiera con buenos instintos se alejaría a una milla de nosotros, somos retorcidos y en tu mente debería de activarse una sirena para advertirte de ello, eso que muchos llaman instinto de preservación.
Finalmente se acerca a mí mostrando esa sonrisa que tanto me excita y de la que pienso disfrutar esta noche.
- Iván, Isaac y Josef Komarov, los conocieron anteayer en el incidente de la tarde- recalco- encargados del mercado negro, tráfico de drogas y tráfico de armas respectivamente- Isaac pasa tras de mí y me susurra al oído Solo eso, pensé que también te acostabas con nosotros, amor
- Tal vez luego repitamos le susurro y los tres sonríen. Dirigiéndome al resto expreso- Las otras personas de las cuales más les vale no rebatir órdenes-Advierto- Ahora me gustaría que se presentaran al resto y me digan cual creen que es su mejor habilidad.
El primero en dar el paso al frente haría que muchos salieran corriendo si lo encontraran en la oscuridad. Sus brazos tatuados hasta donde dejaba ver su camisa remangada por encima del codo, casi dos metros de músculo macizo pero con cierto atractivo en las facciones duras y la seguridad que reflejaba.
-Soy Dmitri Ivánovich, a mi parecer mi mejor habilidad es la lucha cuerpo a cuerpo, vencí a Zafiro ayer- Admite con voz ronca. Increíble, es raro que alguien refrene a mis chicas. Su mirada desde que estas entraron a la sala se dirigió a Nikita, hay tanta intensidad en esta que a ella no le pasa desapercibida pero a mí tampoco.
-Zarina- llama Nikita tocándome el hombro- ¿Me dejas realizarle las pruebas?- susurra en mi oído.
-Como desees, querida, ¿Tu alias?- pido al hombre
- No deseo uno, Zarina- contesta confiado.
- Entonces serás llamado por tu nombre de pila al igual que los trillizos y tus pruebas las llevar a cabo Nikita.- El brillo en sus ojos toma un tinte travieso y le guiña un ojo a la susodicha.
- ¿Son trillizos?- pregunta otro de los chicos
- La verdad, no, pero ella dice lo que le viene en gana, y si ella lo dice, así es- admite Josef haciendo que este no levante la vista del suelo.
Yo sonrió y le guiño un ojo para provocarlo, su instinto protector casi hace que lo maten muchas veces por mi culpa, se achacaba cada fallo durante nuestra niñez y recibía cada castigo que derivaba de estos. Este responde a la provocación propinándome una suave nalgada sin que los reclutas vean, aunque estoy segura de que si no lo ha hecho no demorara mucho en marcar territorio como ha hecho con el resto, pero Milenka lo ve y suelta una risita baja. Él próximo chico se para frente a mí. Tanto su cabello como sus ojos del tono más negro que hubiera visto, pero sin nada físico a destacar, parece bastante fácil de matar.
- Andrey Ivrahimovich, francotirador, alias Ivrahim-habla rápidamente y regresa a su posición, es él que se atrevió a retar a Milenka, el único que preferiría eliminar en este momento si no estuviera corta de personal. Pero dejare a mi hija a cargo de eso, al fin y al cabo es ella la agraviada.
El siguiente en dar el paso al frente tenía una mirada que conocía muy bien, esa que veía en el espejo cada día, solo que del justo color de una tormenta de verano. Los tatuajes que comenzaban en sus dedos venían a terminar por encima del cuello de la camisa y un anillo con un lobo se asentaba en su mano derecha.
- Krai Kobyla, mi especialidad es la tortura, pero he de admitir que usted es un gran rival para mí- alaga sonriente y es justo ahí cuando me doy cuenta el por qué ese lobo me llamaba tanto la atención, Kobyla era el apellido de nuestro último verdugo y llevaba un anillo idéntico a ese, el escudo familiar.
- Es un honor- aseguro en reconocimiento- ¿alias?
- Koby, alteza- anuncia- mi tío hablaba mucho de usted y ya veo el por qué.
- Alekséi Francovich- dice el próximo adelantándose- planificación de ataques, su padre me entreno por años pero nunca me dejo unirme, ahora es mi honor servirla a usted, Alias Franc.- Su rostro ciertamente me parecía familiar pero mi ausencia se hizo notar en los últimos años ya que me encontraba a cargo del entrenamiento de las muñecas en Siberia.
-Confió en que si mi padre te enseño, al menos la mitad de lo que sabía, serás de gran ayuda para la organización- enfatizo.
El siguiente mantiene una distancia prudente de mí antes de hacer una divertida reverencia y presentarse.
- Nicolás Koshkin, falsificador y soy bueno en la lucha cuerpo a cuerpo, Alias Nico, a su servicio alteza.
-Gracias Nico. Por cierto, Ivrahim, la próxima vez yo misma daré la orden para que mi hija te vuele la cabeza, sino lo hace por si sola como de costumbre- comento como algo trivial antes de continuar- ¿Quién le sigue?-Pregunto cuando lo veo palidecer.
- Stephan Mitchell, zarina, hacker informático, luchador de artes marciales mixtas y manejo armas de largo alcance, alias Demon.
La seguridad con la que hablaba me llamo la atención, su rostro de rasgos marcados, los ojos azul cielo que derrochaban chulería, su cuerpo era un espectáculo de músculos bien definidos, pero la forma en que analizaba el mío me daban ganas de azotarlo, si valía la referencia.
- Ya que todos nos presentamos voy a indicarles con quien ir para realizar sus pruebas- indico -Dmitri con Nikita, Ivrahim ira con Milenka y Esmeralda. Por tu bienestar Ibrahim, más te vale ser mejor que mi hija- sentencio- Koby tu iras al sótano con Josef, y cariño- digo refiriéndome a Josef- ya sabes el tipo de tortura que busco.
-Creo recordar bastante bien que pase casi más tiempo que tú en las mazmorras, mi reina- bromea- Se lo que buscamos y eso será lo que obtendrás.
-Perfecto. Frank tu iras con Rubí, Nico con Topacio e Isaac y Damon vendrá conmigo, comenzaremos por los ordenadores.
Kunoichi*: son mujeres ninja. Fueron utilizadas como asesinas y espías en el Japón antiguo.
Kunai*: preferiblemente un arma arrojadiza, aunque también se usaba en combates cuerpo a cuerpo. Es una hoja romboidal más alargada hacia el extremo delantero que suele afilarse en ambas caras, está sujeta a un mango de unos diez centímetro que termina en un anillo, lo que hace más fácil su uso.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro