Ji es mi vida
-¿Porque mataste a mis esclavas-dije molesta
-Eres la mujer del general más despreciado. Sin importar de dónde vienes, nunca dejaré que me estropees.
-El único desprecio eres tú. Maldito ingrato, enfermo y poco hombre.
-¿Quieres que te mate perra?
-...Nunca pensé que el mejor hombre, el más adinerado pueda mandar a sus esclavos a batallar, una guerra que nunca acabará. Una guerra donde usted nunca ganará.
-¡Eres una insolente!
-Y usted, un rey que no merece estar en ese trono. Si usted quiere más joyas, más palacios, valla al frente de las tropas y liderelas. Eso es ganarse las cosas con sangre, pero usted, solo manda, solo reemplaza a los muertos por hombres y mujeres enfermas.
-Soy el gobernante.
-Y nosotras somos madres.
-Baja la espada-ordeno
-Nunca sucumbire ante ti.
-Estas haciendo las cosas más difícil, señorita Xiao-dijo mi hermana
Dang se acercó a mi, sus ojos ardiendo en fuego me lo imploraban, estábamos siendo rodeadas, las armas estaban muy lejos del objetivo.
-¡Nunca!-le corte la cara tal y como el me lo hizo.
Ju lie, salimos corriendo, en cuanto nos dimos a la fuga, las armas ya iban lejos. También habíamos robado suficiente armamento para la guerra.
-¡Me dieron!-Ibamos en el caballo mientras ella trataba de apretarse la herida. No era tan grande, pero incluso una simple cosa puede alterar el destino de todos nosotros.
-¡Ya vamos a llegar!-Solo no me dejes.
En cuanto llegamos, todos estaban trasladandosen, ahora que el principe estaba buscándonos, debíamos de seguir.
-¡Ella estará bien!?-estaba preocupada
-La herida se puede tratar-dijo un doctor.
-Sigamos-me ordenó Mehilen
-¡¿Como hicieron para salir?!
-Somos astutas-nos reímos.
-Necesitamos llegar pronto, nuestra misión no es iniciar una guerra es acabarla, encontremos primero el oro. Ya tenemos el mapa. -dijo Xiao
-¿Y porque ayudarlos?-pregunto ji
-Ellos necesitan ese oro, podemos llegar a un acuerdo.
-¡Y dónde estarán nuestros hijos?!
-Debemos buscar otra ciudad.
-Sera mejor que se apuren, pensaremos mejor cuando estemos a salvo.
-¡El principe no hará nada hoy!-Mañana lo hará, hoy avanzaremos, no dormiremos. Es importante hacer las cosas bien, evitar a nuestro enemigo no nos salvará, algún día tenemos que enfrentarlo en el campo de batalla.
-¡Xiao!-Este mapa dice sobre los planes del principe, con esto no podrán guiarse. El mundo es muy grande.
-Esta debe ser la copia-dije
Los doctores estaban atendiendo a el principe Dang, su voz ruidosa retumbó en las paredes del palacio. El olor a medicina recorrieron los pasillos oscuros.
-¡Vallan por esa maldita!
-¿Se conocían?-dijo Zarina
-¡No!-¿Porque lo preguntas?
-Porque ella te hizo la misma cortada, como si te hubiera hecho una marca.
-No la recuerdo.
-Principe, debemos coser o no parara la sangre.
-¿Cuánto tardará en cicatrizar?
-Unos meses.
-No tenemos tiempo, mañana llegará mi padre, debemos de presentarle los planos de guerra.
-¡Señor!-Puede sufrir de una fiebre, e incluso en situaciones muy graves, puede morir en unos días.
-Ellos tienen razón, su salud es lo primero.
-Listo, pero busquen a esa mujer. Es igual que su esposo.
-¿Y cuando lo haga que hará?
-Eliminare a todas esas mujeres, no debieron estar presentes en el mundo, si solo vinieron a criar hijos.
-¿Lo dices por ella o por todas nosotras?-dijo la joven
-Solo por esa.
-Relajese-1...2...3
El principe no aguanto y se desmayo, dado a unos conflictos externos su padre no pudo asistir al día siguiente. Después de que varios ciudadanos se estuvieran marchando de sus tierras a otras, eran más gastos. La gente estaba muriendo, y el olor a sangre se apreciaba a lo lejos.
-Xiao, no creo salir de esta-dijo Ju
-Sera mejor que no digas nada. -dije
-Llevo meses con mucha fiebre, estamos avanzando cada vez más. Y todos se están turnando para cargarme.
-¡No puedes morir!-¡Menos tu!
-Xiao, eres mi heroína.
-Ju, piensa en tus hijos.
-Me gustaría hacerlo, pero estoy muy cansada, y no quiero que ellos me vean
-Necesito al medico-dijo Xiao
Este llegó rápidamente, reviso los signos vitales colocando sus manos en el cuello.
-¿Y esa cara?-dije molesta.
-Se le infectó la herida, debemos lavarle con sal.
-¿Y no hay sal?
-Por la guerra, no. Hay cosas que los comerciantes vendieron a los príncipes para irse a otras provincias.
-¿Y otra cosa que se pueda hacer?
-Limon, podríamos limpiarle con limón la herida.
-¿Y dónde lo encuentro?-pregunte
-Ve hacia los árboles, si vez algo amarillo o verde es eso.-dijo el hombre
Me fui hacía el bosque, estuve escarbando las profundidad y no encontré nada. Me devolví para tomar algo de agua, y seguí buscando. En cuanto lo encontré empecé a llamar a un oficial. Al principio se escuchaba mucho ruido, pero después todo estaba en silencio.
Se empezaron a escuchar las voces de niños gritando. Me escondí detrás del árbol. Un hombre aparentemente de unos 34 años les había cortado el cuello. Apreté mi espada para no empujarla, pero los otros gritos de ju, me alarmaron.
¡Corre!-dijo ella
-¡No lo haré sin ti!-dije
-Alguien de la tropa se infiltró. Una esclava del principe. Quieren tu cabeza, vete.
-Encontte el limón. No me iré hasta sanarte.
-Xiao...todas las mujeres estaremos a tu lado. Porque siempre estaré en tu corazón. Por eso nos unimos a ti. Xiao, yo quiero que tú seas mi emperatriz.
-Ju, no
El principe venía corriendo. Había pasado 5 meses desde que su cara no había Sido la misma, lo noté en su rostro.
-Ju, se interpuso cuando el principe lanzo su espada. Ella se atravesó, clavándose en su pecho.
-¡No!
-Gracias a ti Xiao, ya no tengo miedo. Sus ojos se cerraron en cuanto mi corazón se quebró. Era la primera vez que una mujer me consideraba su hermana.
Que ilusa fui, me dejé llevar por el bien y olvidé la maldad en los humanos. Maldita sea ser una persona buena, somos a quienes más les va mal. Merezco lo que me pasa, merezco mis castigos. Debieron enseñarme eso mis padres, no ser ilusa. Eso me faltó: sabía tomar decisiones, pero tampoco me las supieron enseñar. Las decisiones correctas son las incorrectas; al final, siempre he sido muy ilusa. Ahora entiendo por qué todos me ven como una niña, porque eso soy: una completa ilusa.
Continuará...
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