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— ¿En qué posición de las prioridades de la sociedad se encuentra el sexo? ¿Cómo afecta el sexo al comportamiento social? ¿Qué importancia tiene hoy en día el coito para la humanidad? — preguntó ella mirando las caras que parecían embrujadas con su charla. Eso
Eso era lo que más amaba Dasha de enseñar. Adoraba ver las caras que ponían sus estudiantes cuando tocaba un tema de interés. A pesar de que prácticamente la mayoría de sus alumnos habían conocido lo que era el sexo de forma práctica y teórica ver que este no sólo era un momento de disfrute sino también una acción que marcaba parte de quien éramos físico, psicológico y socialmente los dejaba abrumados y extasiados a la vez.
» ¿Acaso el sexo es solo una forma de lograr que perdure la especie humana o es acaso un momento de... esparcimiento? — varias risitas se oyeron por el aula. La propia Dasha sonrió con placer. — ¿Puede ser ambos? De eso tratará el proyecto que van a elaborar para el final del semestre. Ya basta de pruebas teóricas necesito saber si como futuros sexólogos, terapeutas sexuales, psicólogos de cualquier especie, psiquiatras, médicos... o arquitectos — dijo mirando con intención a Christopher que parecía admirado a la par que emocionado al fondo de la clase. De cualquier manera había conseguido lo que quería (a ella de todas formas no la había asombrado mucho con su petición que era bastante obvia) y esa noche se lo daría. — saben hacer a un verdadero estudio sobre la importancia del sexo en cualquiera de sus formas en la psiquis de las personas. Como puede dañarlas o afectarlas. Que reacciones genera practicar sexo en las personas. Recuerden no quiero ningún estudio igual a otro. Estoy segura de que de esta clase sacaré al próximo Sigmund Freud o a la próxima Karen Horney.
Dasha le dirigió una mirada significativa a su alumna estrella llamada Luna Geer estudiante de Psicología. La joven sonrió tímidamente y se sonrojó.
— Antes de que se marchen los invito a la próxima semana asistir a una conferencia que dará en el teatro de la universidad una reconocida terapeuta sexual a la que puedo llamar amiga Alabama Enderson. Sí, justo como el estado. Si tienen alguna duda o inquietud sobre el proyecto final pueden verme en cualquier momento que lo deseen. Estaré en mi oficina.
Un coro de gracias y luego todos estaban recogiendo para marcharse a su próxima clase. Dasha apagó el proyector y recogió un par de cosas mientras escuchaba que unos pasos se acercaban. Ya sabía perfectamente quien era. Se volteó a mirarlo indiferente.
— Así que nos veremos esta noche. — dijo él casualmente cuando en realidad quería asegurarse que todo fuera como él siempre lo había querido. “Como si fuese una cita.” pensó ella irónicamente.
— Siempre cumplo mi palabra Christopher. — aseguró ella.
— Eso es bueno. — él acercó su boca al oído de ella y ella se contuvo para no apartarse. — No querría que el decente y moralista Consejo de la universidad vea imágenes que podrían considerarse de sucias sobre una de sus profesoras predilectas.
Dasha quedó estática. En su encuentro anterior él no había dicho nada de unas imágenes y que ahora lo soltara así solo demostraba que no tenía ninguna excusa u objeción a tener sexo con él. Si antes le molestaba que el atractivo de Christopher la excitara cuando el amenazaba con acusarla, ahora que también añadía que tenía fotos íntimas de ella la hacía despreciarlo completamente.
— Dije que iría y lo haré. — dijo fríamente.
— Perfecto. Mi chófer irá a por ti. Se puntual preciosa. — él le dio un beso húmedo en la mejilla más largo de lo que ella estaba dispuesta a soportar sin vomitar y se marchó frescamente.

***

Al llegar la noche Dasha no sabía qué hacer. Sabía que debía ir. No por su bien sino por el de su hermano. La prensa se le iría a la yugular si se enteraban de este escándalo. Dasha sabía que a nadie debía de interesarle como vivía su vida y su sexualidad pero la esfera de la sociedad en la que rondaba su hermano le gustaba presumir de su perfecta e inmaculada vida (a pesar de que a sus espaldas se estuviesen clavando cuchillo) y al saber de la promiscua hermana del intachable empresario Adrik Styles no durarían en darle a él una imagen similar incluso peor. Después de todo Adrik no había nacido en la misma clase social que ellos sino que había escalado hasta ella, no sin esfuerzo, y aunque para muchos era algo admirable para la “élite” era solo un intruso más.
Por otra parte estaba el que Christopher fuera su alumno. Dasha sabía que solo le llevaba un par de años a este y no era cuestión de edad sino de moral. Ella se había prometido nunca cometer una negligencia como mantener una relación íntima con uno de sus estudiantes y esta situación sin duda la ponía entre la espada y la pared. Si hacía esto no sólo cometería un segundo error después de remarcado por Christopher sino que también por mantenerlo callado se acostaría con uno de sus alumnos. En caso de no ser así este les dirías todos su primer error y mostraría las imágenes que decía poseer.
Miró su teléfono deseando encontrar una respuesta en él pero aun nada. Había llamado un par de veces a Luke para disculparse y su número había dado apagado. Ya no había nada que hacer debía irse a su “cita” con Christopher o llegaría tarde.
Efectivamente el chófer de este la estaba esperando y no dijo ni una palabra en lo que le pareció un largo viaje cuando en realidad eran como 20 minutos. Christopher había sido inteligente citándola en su apartamento de soltero y no en la casa familiar. El chófer humildemente la guió por lo que pareció un aparcamiento subterráneo y para su asombro en el que sólo estaba el coche de él propio Christopher, un lindo Porsche, hasta un elevador donde marcó el código del ático. Dasha dejó escapar una pequeña sonrisa sarcástica al pensar si Christopher la estaría esperando como el Sr Grey con una habitación oscura del placer.
Lo próximo que supo es que estaba en un salón increíblemente moderno y masculino y que su alumno estaba frente suyo sonriendo como un perfecto anfitrión.
— Bienvenida a mi casa. — dijo regalándole un rápido beso en los labios que la dejó anonadada. Christopher caminó solemnemente hasta lo que parecía una pequeña cocina perfectamente limpia hasta el punto de ser impersonal hecha de cromo y sacó una botella de champán y dos copas. — Es un chardonnay de lo mejor. Blanc de blancs.
La sonrisa complacida de él la ponía nerviosa por lo que no dudó en aceptar una copa y dar un ligero trago. El sabor espumeante la llenó de un placer no querido.
— Salud. — dijo él mirándola intensamente a los ojos. — Porque finalmente después de cinco largos años te tengo para mí.
“Salud porque no te rompa la cabeza con la botella, creído.” pensó ella y se negó a brindar.
— ¿Cuándo empezaremos? — preguntó ella deseando que todo terminara lo más rápido posible.
— Calma. — rió él guiñándole un ojo. — Primero debo ver la mercancía que he comprado.
En ese momento Dasha deseó cortarle las bolas con un cuchillo de mantequilla plástico. Lo suficiente para que doliera tanto que no se atreviera a denigrarla a ella y a ninguna otra mujer como mercancía nunca más. Al parecer el notó todo esto en su mirada pues la miró con algo parecido a las disculpas y luego sacudió la cabeza y sonrió burlonamente como si nunca antes sus ojos hubieran mostrado una expresión de arrepentimiento.
Él se repantigó en un cómodo sofá y desabrochó los tres primeros botones de su camisa perfectamente planchada.
— Ahora Dasha, desnúdate para mí. Y que sea lento por favor.
Ella decidió que ahora mismo no lo castraría. Ella sí que no había podido obviar la mirada momentánea de perdón y por eso haría lo que le pedía. Posiblemente si disfrutaba desnudándose podría gozar de un poco de placer durante el sexo pues no creía que Christopher fuera de los magnánimos de dar y recibir.
Comenzó desabotonando la suave blusa de seda verde dejando entrever el sujetador de un esmeralda casi eléctrico. La blusa cayó al suelo y le siguió el pantalón. Ahora el juego de ropa interior estaba completamente a la vista. Los pechos llenos se desbordaban sobre el sujetador en un derroche suave piel bronceada. Las pequeñas bragas no dejaban nada a la imaginación.
Christopher no podía estar más excitado. Desde siempre había esperado por ese momento. Solo deseaba más y luego sería completamente suya. De nadie más. No volvería a compartir a su reina con su hermano pensaba él, ni con cualquier otro hombre. O que tortuosa había sido la espera pero finalmente ella estaba allí, radiante y perfecta y completamente suya de ahora en adelante. Él se había preparado para ella. Para satisfacerla... y lo haría.
— Todo. — dijo él señalando la hermosa ropa interior que prefería que estuviese ya sobre el suelo.
Dasha lo obedeció quedando en completa desnudez frente a los ojos hambrientos de Christopher. No sabía si era verdad lo que veía pero casi podía asegurar que la mirada que él le dedicaba era más intensa que cualquiera que alguien le hubiese dedicada nunca y los ojos no sólo mostraban su hambre sino también una adoración infinita.
Muy parecida al amor.

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