18
Dasha no había hablado con Christopher desde hacía días y no era porque el no lo intentara. Todo lo contrario, pero después de haberse desecho del chantaje que caía sobre ella el primer paso que debía de seguir para mejorar su condición era alejarse de Christopher todo lo posible.
Como decían por ahí alejarse de las drogas nunca era fácil, pero lo estaba logrando. Había hablado con Luke sobre todo lo que le había sucedido estos meses y había tenido que evitar que este saliera a la caza de su alumno para vengarse por lo que le había hecho. Tampoco había tenido sexo con él y se sentía estresada e intranquila, pero se estaba esforzando en mantener su mente alejada de ello enfocándose en el trabajo, en su vida social. Había empezado a hacer yoga y meditación, pintaba en su tiempo libre y se tomaba la medicación que le había recetado Alabama y que durante su estallido sexual con Christopher se había convencido de que no necesitaba.
Pero lo más importante de todo: se mantenía lo más lejos posible de Christopher Perkins. Había cambiado su número telefónico y su cuenta de correo había sido eliminada y cada vez que se lo encontraba conseguía alguna manera de esquivarlo. Aunque fuera por los pelos.
Dasha sacudió su cabeza irritada. No quería pensar en Christopher, principalmente en un día tan alegre como ese. Finalmente su hermano se había tomado unos días libres para pasarlos con ella. Eso siempre era una buena noticia para Dasha.
La hacía pensar en noches de cine y conversaciones matutinas delante de un café bien fuerte. Si no fuera porque su madre se les uniría dentro de un par de días su felicidad estaría completa.
Manejó por las calles de Seattle quejándose por el terrible atasco. Se sentía irritada y molesta como si estuviera siendo vigilada, una sensación extraña que debía de aparcar a un lado recordándose que Adrik pronto estaría allí. El tiempo con su hermano mayor siempre era de calidad y ninguna molestia repentina lo arruinaría.
Al llegar al aeropuerto no tuvo que esperar mucho, el atasco la había hecho llegar justo a tiempo para ver a su hermano salir por las puertas del lugar cargado con dos maletas. Dasha sonrió a sabiendas de que una de ellas estaría llena de documentos de trabajo. Su hermano era adicto a lo que hacía así como Dasha era adicta al sexo. "Pero de ningún modo son las mismas cosas" se dijo a sí misma y levantó la mano y lo llamó a gritos con una perenne sonrisa en el rostro. Adrik siempre la hacía sonreír, su hermano era una de las pocas cosas que aliviaban el peso de los pecados que Dasha cargaba.
Cuando él la vio al fin le sonrió con la misma alegría desmedida. Ambos caminaron hacia el otro y se abrazaron de inmediato. Durante unos minutos todo estuvo bien en el mundo de Dasha. Sin sexo, sin chantaje, sin Christopher, podía ser la niña que se lanzó desde la rama de un árbol a los brazos de su hermano mayor.
- Erizo, veo que sigues siendo igual de fea. - bromeó él sonriente contra el cabello de ella.
Dasha sonrió de igual manera con la sonrisa típica de los hermanos menores que no soportan las triquiñuelas de sus hermanos mayores. A ella siempre le había fastidiado el apodo que Adrik le había puesto cuando era pequeña.
- Idiota. - lo golpeó en broma en el hombro sin dejar de reír. - Veo que necesitarás espejuelos nuevos pues toda la belleza de la familia fue a parar a mi, solo que tu envidia no te deja verla.
- Si te llevaste toda la belleza de la familia esta era realmente poca. - le jaló suavemente el pelo a ella y ambos rieron mientras caminaban abrazados por la cintura hacia el coche de Dasha.
- Mete las maletas en el maletero y monta al auto que como está de transitado el centro de Seattle a estas horas tendremos suficiente tiempo para me cuentes buenas nuevas. - Lo avisó ella volviendo a sentirse repentinamente incómoda y observada.
Dasha miró a su alrededor mientras Adrik llevaba a cabo su tarea, pero el exterior del aeropuerto estaba, como siempre, lleno de personas y ninguna parecía en especialmente interesado en ellos así que lo ignoró.
- ¿Nos vamos? - le preguntó su hermano cerrando el maletero y enviándole una mirada preocupada. Se había dado cuenta de la expresión pensativa en el rostro de su hermana menor.
- ¡Vámonos! - sonrió brillantemente Dasha e ignoró su malestar.
Sin parar la cháchara ambos se pusieron en camino a la casa de ellos.
Varios metros más lejos de donde Dasha había aparcado Christopher estaba preguntándose que coño había sucedido. Llevaba días que iban de mal en peor.
Su teléfono celular había muerto al igual que su computadora, su hermano Garret no paraba de darle por el culo para obtener más dinero (que él de ninguna manera iba a darle, como que se llamaba Christopher Perkins), su madre se negaba a hablarle de Garret y Dasha lo evitaba como a la peste.
Había llamado una y mil veces a su teléfono móvil, que sabía de memoria, y siempre daba desconectado. Había asistido a sus clases en la universidad y luego había tratado de atraparla a solas un momento, pero eso nunca ocurría. Tal parecía que Dasha se rodeaba de personas a propósito para no hablar con él.
Y hoy que finalmente se había atrevido a verla costase lo que costase un profesor de la universidad le informó de que ella había pedido unas pequeñas vacaciones por asuntos personales. Sin rendirse, él había conducido hasta el apartamento de ella, dispuesto a hacerle guardia en la puerta si hacía falta. Cuando la vio salir y decidió seguirla.
Y ahora estaba allí, en el aeropuerto, preguntándose quien demonios era el hombre con el que Dasha se abrazó de forma tan cariñosa. Desde la distancia en la que estaba le había sido imposible verle la cara. Debido al tumulto constante en el aparcamiento del aeropuerto y al miedo que sentía a que Dasha lo viera y supiera que la había seguido no se pudo acercar más para ver.
Ahora ambos se habían metido en su coche y se habían marchado. Seguramente al apartamento de su profesora. Pero él no se iba rendir así como así. Vería quien demonios era ese hombre y si ese era una amenaza para él y su relación con Dasha, bueno... Había miles de formas de eliminar a un contrincante.
Con ese último pensamiento Christopher se metió dentro de su auto y se fue a seguir vigilando frente al lugar que Dasha llamaba hogar.
***
Después de una exquisita comida casera, una película de Marilyn Monroe a quien ambos admiraban (Vidas rebeldes) y una botella de vino carísimo que Dasha había encargado precisamente por ser el favorito de su hermano la noche dio por concluida.
Dasha tuvo que despertar a Adrik que se durmió casi al final de la película y por poco también lo tuvo que llevar a la habitación de invitados de lo cansado que se sentía. Dasha también pensaba que mucho de ello tenía que ver con la cantidad de vino que ambos habían bebido pues ella se sentía bastante achispada y adormilada.
Estaba en la cocina tomándose una aspirina ("Es mejor prevenir que curar" pensó ella al ocurrírsele el increíble dolor de cabeza que sufriría al día siguiente) cuando sonaron unos toques en la puerta.
Eran más de las 12 de la madrugada. ¿A quién se le ocurría llamar a esas horas? Esperó unos momentos pensando, en el profundo silencio, que todo podría ser imaginaciones de su cabeza cuando volvieron a repetirse los toques. Esta vez más insistentes y fuertes.
Con un suspiro de cansancio Dasha se masajeó las sienes y trató de enfocarse en el aquí y el ahora y se dirigió a la puerta. No fuera ser que quien quiera que tocara despertara a su hermano mayor, y a este le vendría muy bien una noche entera de sueño y levantarse muy tarde en la mañana después de todo el estrés al que lo sometía su trabajo. Bastante se había tenido ella que esforzar ese día para que se alejara de su laptop y teléfono por unas horas.
A
l abrir la puerta sus ojos se abrieron de sorpresa y desconcierto. De ninguna manera esperaba que él estuviera en su casa a estas horas.
Christopher se apoyaba precariamente a la pared de enfrente. Sus ojos se veían vidriosos por el alcohol. Dasha nerviosa miró hacia la puerta de la habitación de invitados.
- Christopher ¿qué haces aquí a estas horas? - le preguntó ella. Su voz era tan fría que de sus labios en vez de salir sonido pareciese que salía escarcha.
- Yo vine... A hablar contigo. ¿Quién jodidos es ese hombre por el que me dejaste? - respondió él. Su voz aunque innaturalmente pausada por la bebida todavía se entendían sus palabras.
De ninguna manera Dasha iba a permitir que Christopher armara un escándalo en su apartamento y despertara a su hermano. Salió al pasillo y cerró la puerta tras ella. Ahora el horrible dolor de cabeza que sufría se convirtió en un concierto de metálica. Casi podía sentir a los bateristas tocando, pero en vez de ser la batería era su cerebro.
- No sé de qué me hablas Christopher. - Dasha cruzó los brazos bajo sus pechos de forma defensiva. Como si así pudiera mantenerlo más lejos.
- Lo sabes... Perrrrfectamente. Hablo del tipo ese... Ese que metiste hoy a tu casa... Y segurramente también a tu cama. - se acercó tambaleante él a ella. El aliento apestaba a alcohol barato.
Dasha dio un paso atrás, pero la puerta cerrada le impedía alejarse más de lo que quisiera de él. Christopher pegó su cara a la de ella y gruñó furioso a la par que le sujetó fuertemente la muñeca izquierda.
- Eres una... Zorrrra Dasha.
Dasha sin pensarlo dos veces lo abofeteó todo lo fuerte que pudo. Por la confusión y el dolor él se alejó dos pasos de ella.
- No tienes derecho a decirme que hacer Christopher. Me acuesto con quien se me de la gana y ni tu ni nadie me lo va a impedir.
- No me prrrovoques Dasha. Si me da la gana puedo joderte la vida y tu carrrera. - volvió a gruñir él en la bruma etílica en la que se encontraba.
Sus pies se tambaleaban inseguros sobre el suelo y sus pensamientos eran difíciles de comprender. Las palabras que salían de su boca lo hacían con una lentitud pasmosa. Lo único que sabía es que estaba furioso, celoso y sería capaz de golpear a Dasha para que se le metiera de una jodida vez en la cabeza que ella le pertenecía a él. Solo a él.
- ¡Atrévete Christopher! Llevo mucho tiempo esperando que tengas los cojones de hacer públicas esas fotografías con Everett y nunca te has atrevido. - ella tomó la barbilla de él entre sus dedos pulgar e índice y la apretó lo suficientemente para que los ojos de Christopher embobados por el alcohol la miraran a los de ella, sin ni una pizca de miedo.
- Lo haré Dasha. No quieres provocarme. - habló él con los dientes tan apretados que apenas le salió un siseo.
El siseo de una cobra se dijo Dasha. La cobra que él era, siempre preparada para morder.
- Hazlo. O al menos inténtalo. - sonrió ella de forma triunfante. Una sonrisa que ocultaba tanta malicia como maldad.
- ¿Por qué dices eso? - preguntó él viendo en los ojos de ella su respuesta y temiéndola.
- Porque ya no las tienes Christopher. Porque todo desde el comienzo solo fue una mentira condimentada con un poco de verdad. Lo único que quería desde el principio era engatusarte para que en el momento en que confiaras en mi conseguir las fotos y deshacerme de ellas. Y lo logré Christopher. Y tengo que decir que fue un largo y fastidioso camino, pero finalmente logré lo que quería. Adiós chantaje.
Entonces Dasha recordó las palabras dichas hace tantos meses atrás por su amiga Alabama. Palabras que cada día se repetía como un mantra para no dejarse vencer por sus deseos en la totalidad que su cuerpo hubiese querido. Para poder soportar a Christopher sin decirle todo lo que pensaba de él.
" - Te desea Dasha. Posiblemente te haya deseado desde que te vio por primera vez y supo que no podías ser suya porque eras de su hermano. Su patrón psicológico podría mostrar cuán obsesionado está contigo. No dudes que hará cualquier cosa para manipularte y mantenerte con él. Se mostrará cauto al principio, pero luego, si lo trabajas bien confiará en ti lo suficiente para ponerte prácticamente en las manos esas imágenes. Aprovecha tu momento. Se paciente y lo lograrás. Pero sobre todo se astuta."
- No puedes hablar en serio. - argumentó él con lo que parecía que su mundo, la imagen dorada donde él y Dasha aparecían, se derrumbaba.
- Hablo en serio Christopher. ¿Acaso crees que cuando le diste la patada a tu hermano él no decidiría vengarse? De inmediato se acercó a mi pidiendo mi perdón y aunque no se lo di (detesto a Garret casi tanto como te detesto a ti) él me contó todo. Como le pagabas para que te contara sobre nuestra intimidad. Lo que me gustaba y lo que no. Que te hablara de mi familia y mi vida privada. Mis putos secretos Christopher. - lo apuntó con un dedo sintiéndose liberada, un peso que se había quitado de los hombros. - Vete de aquí Christopher. Ahora mismo. Si vuelves a acercarte a mi te juro que te denunciaré por acoso y tengo muchos testigos, como Garret, que pueden atestiguarlo ante un tribunal.
Entró a su departamento y cerró su puerta en el conmocionado rostro de su alumno. No tiró la puerta, aunque había deseado hacerlo con todo su ser, porque no quería que nada perturbara el sueño de su hermano.
Se sentía aliviada, su cabeza dolía, pero no debía de pensar en eso.
Se había librado de Christopher.
Al fin.
***
Christopher manejó como un loco su coche. Iba muy por encima de la velocidad permitida y su nivel de alcohol en sangre podría asombrar a cualquier policía. Suerte tuvo de que nadie lo parase ni que arrollase a alguien y tampoco le importó que las cámaras apostadas en la ciudad lo delatasen.
Que importancia tenía que dentro de unos días llegaran las multas y los policías a tocar a su puerta. Todo había terminado. ¡Maldita sea!
Había hecho de todo para conseguir a Dasha. Un largo plan perfectamente calculado y concebido por años ahora estaba completamente arruinado. Golpeó con saña el volante de su auto.
Recordó como había sido él. Un total fracasado a quien Dasha no había prestado atención y sus padres habían ignorado fijándose solamente en su perfecto hijo primogénito: Garret.
Recordaba como si fuera ayer aquella noche tantos años atrás en que había conocido a Lucy Weasly, profesora adjunta de Biología en el baile de fin de curso. La relación de su hermano con Dasha había empezado a complicarse y en el fin de semana que la pareja y él habían pasado en la casa familiar de los Perkins él había escuchado con todo lujo de detalles el interés creciente de su hermano por esa rama del sexo en el que el dolor y el placer estaban ligados tan firmemente.
Tomó como una señal que cuando huía del baile (al que solo lo habían invitado por ser sus padres patrocinadores de ese colegio) encontrarse con una escena que disfrutó enormemente.
La profesora Lucy Weasly en su despecho tenía atado y amordazado a uno de sus alumnos de último año y disfrutaba castigándolo. Por mucho tiempo aseguró que el destino estaba de su parte aquella noche. Que Dasha sería suya como si se hubiese predestinado. Así que usó su método preferido: el chantaje y conminó a Lucy a trabajar para él.
Averiguó (siendo el chico invisible como siempre) la cita de su hermano y Dasha para un club de sexo y exhortó a Lucy a participar en sus juegos. ¿Quién iba a saber que el imbécil de su hermano mayor se iba a enamorar de aquella mujer? ¿Y qué ella se enamoraría de él? Eso sólo mejoró las cosas para él aunque en su fuero interno reprochaba a su hermano de tener el mal gusto de abandonar a una criatura tan sexual y deseable como Dasha por una bola de arrugas frustrada como Christopher.
Pero para gusto se han hecho las chicas y él demostraba tener un gusto exquisito.
Su hermano dejó plantada a Dasha en el altar y aunque él hubiera deseado consolarla no pudo. Todavía no era el momento se dijo a sí mismo. Se esmeró en mejorar, en ser más guapo, más inteligente y mejor en la cama.
Se acostó por primera vez con una compañera de clase a la que tuvo que pagar. Solo se sintió más hombre que en ese momento cuando hizo el amor por primera vez a Dasha. Porque para él tener sexo con ella era hacer el amor.
Vigiló a Dasha y la mantuvo en su punto de mira. Con satisfacción vio que ella no volvía a tener una relación seria de nuevo con nadie y felicitó al pobre bastardo que fuese por su buena suerte. Él no sería benevolente con el tipo con el que Dasha se metiera en un noviazgo. De vez en cuando estaba aquel Luke, pero tuvo la suerte de que Dasha no lo quisiera más que para un polvo rápido de vez en cuando.
Y como amigo. Sonrió Christopher con maldad y frenó frente al Joy's. Se bajó del auto todavía sumido en los recuerdos.
Saber que a Lucy le habían diagnosticado sífilis pocos años después lo había dejado en shock. Su hermano también había dado positivo y tenía miedo por Dasha. Por suerte ella había dado negativo. Ella no había sido tan tonta de abandonar el uso de los preservativos al menos antes de la boda que nunca se celebró.
Lo demás ya era historia. Como impulsivamente arruinó el plan para acercarse a ella, como se aprovechó de su condición médica para tenerla envuelta alrededor de su dedo, como había creído por estúpido que ella se había estado enamorando de él.
Pero Dasha no sabía con quien se había metido. Él, Christopher Perkins, era una persona de palabra y cumpliría su palabra. Dasha canceló su trato y él ya no tenía aquellas imágenes para chantajearla, pero había algo más que usar contra ella.
Christopher entró en el Joy's y esquivó a la multitud de personas que se encontraban en él, evitó a los que se le acercaron y llegó a la oficina de administración. Entro a las cámaras que tenía apostadas por todo el edificio y buscó una fecha específica.
Sabía que este hecho era poco ético. Si sus clientes sabían la existencia de esas cámaras se marcharían para no volver y después de lo que haría estaba seguro que perdería el local y todos sus patrocinadores.
No lo importaba. Él era el dueño del Joy's y tenía derecho a hacer con todo lo que había dentro de él lo que se le pegara la gana. Podría hacer otro club mejor y más selecto, solo para los VIP, pero ahora debía hacerle a Dasha entender que debía volver con él si no quería verse arruinada.
Que él era el único final posible para ella.
Encontró la imagen perfecta, la encuadró y aumentó la nitidez y con ningún asomo de duda la publicó en Internet.
***
Oh là là ¿Qué ha sucedido aquí?
¿Cómo creen que acabará la historia para Dasha y Christopher?
¿Qué piensan de nuestros protagonistas?
Solo dos capítulos para el final!!
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