CAPÍTULO 1: LA MISIÓN
Natalia Castañeda se ajustó la sobaquera donde colocó su arma de reglamento y encima, se colocó una chaqueta sencilla. A su lado, su compañero Eduardo Santana, asignado recientemente a la misma división que ella, chequeaba el cargador de su arma antes de guardarlo en su respectiva sobaquera, y se colocaba su placa de oficial en el cuello.
- ¿Estás listo, novato? – le dijo Natalia mientras se colgaba su propia placa de la División de Antiextorsión y Secuestros. Él solo se encogió de hombros –Ya sabes que el comisario espera puntualidad absoluta.
- Eso me advirtieron –dijo el mientras se dirigía a la puerta del despacho donde se encontraban. Era la oficina que ambos compartían-. ¿Es verdad que se pone rojo de la histeria si no le llevan el café de la mañana?
- ¿En serio crees en rumores? –dijo Natalia mientras llevaba un mechón de cabello rebelde detrás de la oreja. Adoraba su cabello castaño y rizado, que contrastaba con su piel morena, pero en ocasiones el mechón rebelde le molestaba la vista-. Pues déjame decirte que respecto al comisario, todo lo que escuches es verdad hasta que se demuestre lo contrario.
Natalia abrió la puerta del despacho y apresuró a Eduardo a salir. Él se pasó la mano por su pequeña barba de candado bien afeitado, como si acariciara una larga barba de ermitaño sabio. Natalia no le encontró gracia al gesto.
- Pensaba en todos los rumores que escuché sobre el comisario cuando llegué y me cuesta creer que sea capaz de extraerte las uñas con unos alicates oxidados si le contradices una orden, pero como no tengo ganas de averiguarlo... Mejor me callo.
Eduardo salió por la puerta que Natalia había abierto y ella la cerró de inmediato. Ya estaban listos para reunirse con el comisario, y considerando la urgencia con la que los habían convocado, debía ser un asunto delicado.
En la División, Natalia es considerada una de las mejores. A sus 35 años se había ganado el favor del comisario, y era considerada una excelente líder. Su sagacidad como detective, su inteligencia, y su habilidad en el uso de las armas, la convirtieron en una potencial sucesora del comisario una vez que este pasara a retiro. Su nuevo compañero tampoco era un mal oficial, pero su habilidad no superaba más allá del promedio. Era como uno más de entre los diversos agentes que acababan de ingresar fresco del entrenamiento. Sin embargo, ninguno llegaba allí de casualidad. Solo necesitaba acostumbrarse a cada caso hasta que su experiencia lo curtiera bastante. Lo único que destacaba de él, era su barba de candado y sus ojos verdes, la única cosa inusual en todo su aspecto.
Ambos llegaron a la oficina del comisario Rentería, jefe de la División Técnica de Policía Judicial, una de las instituciones policiales más importantes del país. Natalia tomó aire por un momento, y tocó un par de veces a la puerta, esperando del otro lado el grito de un encolerizado jefe despachando a algún oficial inepto.
- Adelante –se escuchó la voz carrasposa de un hombre mayor. Natalia miró a Eduardo esperando una respuesta de él, pero no notó nada fuera de lo normal. Considerando que su encolerizada voz era algo natural para Natalia, escucharlo tan tranquilo la intranquilizó a ella aún más. Sin dudar un momento más, tiró del picaporte y ambos entraron al despacho.
En la oficina, el comisario Rentería, un hombre que aparentaba no más de 60 años, canoso en su totalidad (producto del estrés prematuro, pensaba Natalia) y corpulento por sus años de entrenamiento les hizo una señal para que cerraran la puerta antes de regresar a una conversación telefónica a la que contestaba con frases cortas y monosílabos. Frente a él, había dos hombres sentados al otro lado del escritorio, esperando que terminara la conversación. Natalia reconoció a uno de ellos: Manuel Salcedo, del departamento de Crímenes Informáticos, con sus lentes grandes, cabello largo hasta los hombros y barba mal afeitada. De no ser porque vestía de traje y corbata como la mayoría de los agentes fuera de campo, hubiera aparentado ser un pirata informático en un apartamento oculto y lleno de basura. El otro hombre, sin embargo, no le era conocido.
Manuel le dedicó un saludo nervioso con una mano y una sonrisa tímida, que Natalia correspondió con un gesto de su mano.
Rentería terminó de hablar por teléfono y les hizo una seña a los oficiales para que se acercaran.
- Castañeda, pasa. Tenemos mucho que hablar –dijo el comisario mientras se aclaraba la garganta. –Creo que ya conoces a Manuel, pero no conoces al señor Letelier. -El segundo hombre se puso de pie, ajustándose su saco y extendiendo su mano de forma cortés.
- Un placer conocerles. Me llamo Baptiste Letelier, de la embajada de Francia –dijo el diplomático inclinando su cabeza. Natalia contestó el saludo mientras lo miraba. Era más bajo que ella, y su cabello negro estaba bien peinado hacia un lado. Tenía un pequeño bigote que le daba una estética delicada, pero su apretón no lo era. -No sé si están enterados del motivo de la junta.
Natalia miró extrañada a Manuel, que solo se limitó a encogerse de hombros. Eduardo se llevó la mano a su mentón, acariciando su barba de candado.
- Aún no sabemos nada. Comisario, ¿de qué reunión hablan?
- Si, a eso voy –continuó Rentería tomando asiento y abriendo una carpeta. Baptiste se sentó una vez más-. Los he convocado porque estoy por asignarles un caso complejo, y se que eres nuestra mejor agente, Castañeda. Creo que tú y tu nuevo compañero podrán encargarse.
- Con todo respeto, comisario, pero aún estoy acostumbrándome al departamento...
Natalia le dio un pisotón a su compañero para que guardara silencio. Eduardo casi se muerde la lengua por la sorpresa.
- Pretenderé que no fui interrumpido, Santana –dijo el comisario mirándolo con severidad sobre la carpeta-. Aquí tengo los informes del caso, pero prefiero que sea el señor Letelier quien explique todo el asunto.
- Muy bien –contestó Baptiste poniéndose de pie una vez más. Le extendió al resto de los presentes otras carpetas que había preparado-. Imagino que recuerdan el anuncio que el presidente de este país hizo hace unos días.
- ¡Ah, sí! Lo de la cumbre, ¿no es así? –Manuel cerró su carpeta y se dirigió a Baptiste-. Creo que tomó por sorpresa a todo el mundo. O sea, está en todos los periódicos actualmente.
- La decisión del presidente de ser el anfitrión de la Vigésima Cumbre de la Liga de las Naciones Aliadas no fue esperada por nadie considerando la crisis política que está afrontando actualmente. Con la deuda externa sin cancelar, la alta tasa de pobreza y el descontento, nadie está contento con que usen sus escasos recursos para albergar la cumbre, pero la votación fue masiva y este país se eligió como la nueva sede.
Natalia revisaba por encima los folios que le habían entregado, mientras que Eduardo leía con una mano mientras volvía acariciarse la barba. "Esa maña me está sacando de quicio", pensó ella mientras leía por encima el informe.
La Liga de las Naciones Aliadas era un grupo que representaba los más importantes gobiernos latinoamericanos y europeos, reuniéndose cada año para discutir asuntos de estado delicados para el equilibrio geopolítico mundial. El presidente no era santo de devoción para nadie, pero la decisión ya estaba tomada, lo que traería repercusiones diplomáticas enormes y quizá, inevitables. Por un lado, su popularidad crecería en el extranjero, pero por el otro, generaría repudio de la población. Una balanza difícil de equilibrar.
- Disculpe, señor François...
- Es Baptiste –replicó dirigiéndose a Manuel, que pareció encogerse un poco en la silla-. ¿Cuál es su pregunta?
- Es que... está muy bonito todo lo que cuenta, pero no entiendo que tenemos que ver nosotros. O al menos yo, que solo me dedico a investigar estafas en línea y esas cosas.
- Si te callas la boca unos minutos, vas a entenderlo. ¿Está claro? –dijo Rentería de forma amenazante, a lo que Manuel contestó haciendo un gesto de cerrar sus labios con una llave.
- El presidente de Francia vendrá a esta cumbre, como anunció hace un tiempo atrás, pero nuestros servicios de inteligencia consideran que su vida correrá peligro. Como verán en el informe, nuestro Jefe de Estado ha recibido múltiples amenazas por su postura antiinmigración. La idea de la cumbre, es aliviar tensiones, pero hay grupos terroristas que no lo ven así, y planean dar un golpe durante la cumbre, con él como objetivo.
Natalia levantó la mirada de su carpeta una vez más.
- Así que nos necesita para impedir el intento de asesinato en su contra. ¿A eso se refiere?
Baptiste asintió de forma cortés.
- Contactamos al comisario Rentería para coordinar un grupo de acción que sirva a su vez de inteligencia. Debemos interceptar cualquier comunicación de infiltrados terroristas con su líder antes de que ocurra el intento de magnicidio –le dirigió una mirada a Manuel-, por lo que el departamento de Crímenes Informáticos también es de vital importancia.
- Ustedes han demostrado ser buenos agentes en sus respectivos campos, así que los pondré a cargo de esta misión para impedir el intento de magnicidio. ¿Alguna pregunta?
Rentería miró los rostros de sus oficiales, esperando si alguno de ellos intervendría. Natalia fue la primera en levantar la mano.
- ¿Tenemos alguna información acerca de la célula terrorista que hará este atentado?
- Así es, Castañeda –dijo Baptiste señalando la carpeta que ella sostenía en sus manos, que ella procedió a hojear una vez más-. Dentro encontrará más información, pero les puedo comentar brevemente contra quien nos estaríamos enfrentando.
Natalia comenzó a pasar los folios hasta observar una serie de fotografías, que comenzó a mirar por detalle. Baptiste siguió hablando, mientras el resto de los presentes continuaban en silencio.
- Nuestros reportes nos indican que se trata de una organización llamada ROGUE, que funciona como una especie de ejercito privado que se vende al mejor postor como mercenarios. Considerando la postura antiinmigración de nuestro presidente, significa que cualquiera puede ser su enemigo. Pueden ser los comunistas, o los islamistas radicales, o quien sea, así que nuestro objetivo es garantizar su seguridad mientras se encuentre de visita oficial, hasta que averigüemos quien es el líder máximo.
- ¿Algún rostro conocido que podamos identificar? – preguntó Eduardo con el ceño fruncido. Baptiste asintió sin hacer ningún gesto.
- Tenemos información que para este atentado, enviaron a uno de sus líderes de escuadrón. ROGUE no tiene una cabeza visible, por lo que el liderazgo recae en múltiples personas. Una de ellas es el hombre que sospechamos, tratará de cumplir el atentado.
Baptiste tomó del escritorio la carpeta que había sostenido Rentería y leyó en voz alta la información que Eduardo había preguntado.
- Sabemos que responde al nombre de "Comadreja", y ha estado involucrado en otros atentados en diversos países. Su último atentado fue un coche bomba en España, y también el secuestro de diversos empresarios en Países Bajos del que se libró con éxito. Pudimos averiguar un nombre de pila, pero no estamos seguros si es real. Es conocido como Marcos. Es todo lo que sabemos.
- La cumbre es en tres días, así que nos dedicaremos a preparar la vigilancia del sitio de reunión y de hospedaje de cada uno de los asistentes –agregó Rentería-. Debemos asegurarnos que el presidente de Francia haga su trabajo y vuelva sin contratiempos, y si podemos atrapar al tal Marcos, será un éxito adicional –se dirigió a Manuel-. Crímenes Informáticos se encargará de centralizar cualquier comunicación que entre o salga de esa cumbre, mientras que Natalia y Eduardo se infiltrarán junto con el resto del equipo en la fiesta de bienvenida para vigilar a cada invitado. ¿Está claro?
Todos contestaron inmediatamente "si señor". Pero Natalia no había dicho nada.
- ¿Castañeda? ¿Hablé claro o estoy interrumpiendo su ensoñación?
Natalia levantó la mirada de las fotos en el informe con expresión de sorpresa, pero de inmediato se compuso.
- Sí señor, prepararé al resto del equipo para comenzar a establecer un perímetro de seguridad donde serán hospedados los mandatarios. Cuente conmigo, comisario.
- No quiero que ninguno de estos líderes derrame una sola gota de sangre. Esta es una misión prioritaria. Ahora retírense y comiencen los preparativos.
Todos salieron a excepción de Baptiste, que se quedó en el despacho de Rentería. Manuel se disculpó y se retiró a su división. Eduardo se dirigió a Natalia.
- Menudo caso para empezar, ¿eh? –dijo mientras reía con un poco de nerviosismo. Natalia no respondió -. ¿Natalia?
- ¡Ah, sí! Lo siento. La magnitud de este caso me abrumó un poco. Iré un momento al baño y adelántate al despacho. Te alcanzo luego.
Natalia se metió en el baño y de inmediato se lavó la cara con el agua fría. Aunque estuvo atenta a la conversación, fueron las imágenes que le habían sacado de su habitual compostura. Tenían una fotografía con el rostro a medio cubrir de Marcos, aparentemente tomada por algún miembro del servicio secreto francés, y no había sido suficiente para establecer un perfil, pero ella si había visto ese rostro, y ahora lo evocaba con una intensidad pasmosa.
Sobre todo, durante su época de universidad, cuando estudiaba criminalística.
Marcos estuvo allí también.
Es su examante.
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