Las emociones recelosas de Claire
Sólo habían pasado días desde que Claire supo que Ethan estaría con ella en la clase de inglés, y se lamentaba de ello, dado a que esa pequeña chispa que sentía por él se dispersaría por todo su cuerpo como fuego.
Claire luchaba contra su voluntad para no llevar la mirada hacia la nuca oscura de Ethan. Deseaba no hacerlo, pero algo en sus adentros le gritaban que lo hiciera, que la viera a detalle y nunca saliera de ese efímero trance en el que se internaba con facilidad y tan frecuentemente cada vez que estaba cerca de él.
Allí estaba él parloteando con Giancarlo, soltando sonoras carcajadas mientras veían los celulares. Por un momento a Claire se le olvidó que era alguien inalcanzable para ella, que estaban en el colegio y que a él le gustaban otras chicas mucho más atractivas. Se veía tan relajado, tan fuera de lugar que ni se notaba todas las malas aptitudes que tenía una vez que te miraba o abría la boca.
—¿A quién miras? —preguntó un chico de cabello castaño claro.
—A nadie —le contestó Claire a Makenzie. Volvió a mirar el libro, el cual estaba sin respuestas todavía—. ¿Ya terminaste los ejercicios?
Claire dejó de escuchar qué le decía su amigo y dirigió con disimulo la mirada hacia el escritorio de su maestra de inglés, justo a unos cuantos espacios de donde se encontraba el pelinegro y su amigo. Su rostro hervía después de ver que Ethan ya se encontraba viéndola. El corazón lo golpeaba con fuerza, no podía respirar bien; y en esas circunstancias deseó que en su lugar se hubiere encontrado con la mirada verde aceituna de Giancarlo.
—¿Mirabas a Giancarlo? —preguntó, con duda, Makenzie. Enarcó una ceja mientras sonreía de lado—. ¿Te gusta Giancarlo? ¡Pensé que esa fiebre ya se te había pasado!
—¡Guarda silencio! —lo amenazó, con los ojos entrecerrados para causar más impacto—. Sólo estaba viéndolo porque no puedo creer lo estúpido que puede llegar a ser...
—No olvides que también son mis amigos... ¡Oye Carlo, ven! —Giancarlo volteó y miró a Makenzie con una sonrisa.
—¡No! ¿Qué estás haciendo? —preguntó Claire, nerviosa. Miró de soslayo y vio al rubio en camino—. ¡Eres un...! —dejó la oración al aire y se internó en su libro, haciendo caso omiso del amigo de Makenzie.
—¡Qué pasó Tyron! ¿Qué hiciste en las vacaciones?
—Nada del otro mundo... Y me disculpo por no ir contigo al club a jugar bádminton... Cosas de familia. ¡Hubieras invitado a Claire! —añadió con entusiasmo—. Ella no tuvo nada que hacer más que molestarme por mensajes... —Volteó a ver a su amiga, sin embargo ella ya le estaba clavando su verdosa mirada.
—Sí, tienes razón Makenzie... —Miró a Claire—. Hacía falta alguien que no nos reconociera e hiciera enojar a mi hermano —Le sonrió—. Ya me contó Jared lo de hace unos días... ¿Quieres que me ponga un gafete?
Ethan veía a Giancarlo de lejos, tratando de enfocándose más en su celular que en saber qué tanto hablaba con Tyron y Claire. Los ojos verdes de Claire no exteriorizaban alegría de tener a Giancarlo junto a ella, sino mostraban fastidio. Pudo reconocer que Claire estaba siendo muy paciente con ambos chicos, quienes empezaban a hacerla enfadar por cualquier cosa que estuvieran hablando.
Ethan se había decidido con pocos segundos de reflexión. Iría hasta allá y le haría un favor a Makenzie y su amiga y les quitaría de encima a Giancarlo. Pero muy en el fondo sólo quería ir para interactuar más con los otros dos chicos que no estaban para nada involucrados en su forma de vida en la preparatoria.
—¿De qué tanto hablan? —preguntó Ethan, con afán de que la chica le contestara.
—¡Son unos idiotas! —Negó con la cabeza. Tomó su libro y lápiz y se fue de ahí tan rápido como pudo.
—¿Ahora qué hice?
—Existir—contestó Makenzie, viendo como su amiga se iba con otros de sus amigos. Intuía que la reacción de Claire al molestarla con que a Ethan podría gustarle en otra vida, le había disgustado solo por la razón de que le empezaba a gustar—. Sólo has hecho una cosa, y no la hiciste bien Ethan.
Al salir de la clase de inglés, Ethan volvió al grupo al que pertenecía. Tenían una última clase y después iría a su casa a descansar, o lo más seguro es que Serena lo llevara a la fuerza a una de sus comidas.
—¡No me puedes decir que no! No fuiste la semana pasada a la parrillada que hizo Charles para iniciar bien el semestre.
—Serena... En serio que no puedo. Le prometí a mi hermano ir con él al trabajo y...
—¡Vas a ir! Mi mamá te quiere ver otra vez, ¿me vas a decir que no a eso?
Ethan soltó un bufido. Nunca había escapatoria con Serena Levinson. Estaría pasando la tarde con Serena, y con algo más que suerte también estarían ahí Jared y Giancarlo, Charles, Giovanna; Adam, Tiffany, Ashley y demás. Hacía mucho que no se le hacía atractiva en lo absoluto ninguna de sus amigas, ninguna chica...
Caminaba hacia la entrada, en donde esperaba el carro para mandarlo de nuevo a casa. En su lugar, esperaría la lujosa camioneta de la familia Levinson. Todos salían de la cafetería con algo en sus manos listo para engullirlo, vio a Lauren a lo lejos y supo que por ahí deberían estar las otras dos locas atolondradas de sus amigas.
Iba tan ensimismado que nunca reparó en la melena color caoba que tenía en frente, justo en sus narices.
Claire había ido a la cafetería junto con Ian, quien le gustaba un poquito a estas alturas del partido. El castaño le había invitado la paleta de hielo sabor grosella a Claire, quien había tomado la tradición de comérsela en cuanto saliera de la clase de deportes los ahora martes y viernes.
—Entonces... ¿Le entendiste al tema de química?
—Sí —le contestó, con una tímida sonrisa—. ¡Es muy fácil! Sólo debes de encontrar los elementos, ver su número atómico, anotarlo y después...
—¡Mucho lío para mí! —Ian soltó una risita—. Prefiero los deportes. Por cierto... ¡Has jugado bien hoy!
—Gracias —Las mejillas de Claire se tornaron rojizas, justo del color de la paleta que casi se terminaba—. A lo mejor yo te podría ayudar en química. —Vio que Ian asentía con la cabeza—. ¿Qué te parece el próximo viernes? Puedo quedarme un rato para explicarte.
—¿El viernes? —Claire chupó la paleta, para que le dejara la lengua más roja de lo que ya la tenía—. Pues estaría bien, pero ese día te iba a... ¡Oye cuidado!
—¡Tú fíjate por donde caminas! —se defendió el pelinegro de Ethan. Claire se le quedó viendo con el ceño fruncido, haciendo que se doblegara ante tal mirada—. ¿Necesitas lentes?
La risa de Serena despertó a Claire de su trance. No se había dado cuenta que la castaña iba agarrada del brazo de Ethan. Por un instante Claire no supo que sentir; tenía ese sentimiento de ira y a la vez de infernales celos devorándola por dentro.
Serena y Ethan dieron media vuelta y se fueron de la vista de Ian, y Claire volvió a ser ella misma, sin sentir recelo de sus propias emociones.
—¿Cómo pueden seguir pensando que todo en la vida se los va a conseguir su cara bonita? —preguntó Ian, después de ver como toda la flota de Charles y Serena se iban en una camioneta color crema—. ¡Cómo si fueran lo suficientemente atractivos para gustarle a alguien fuera de su élite!
—Sí... —bufó Claire, acalorándose—. ¿Quién podría?
Una vez que se subieron a la camioneta de los Levinson, Charles empezó a platicar de su día, cosa que a Giovanna le parecía lo más interesante que jamás hubiera escuchado. Adam, por otro lado hervía en sus propios celos al ver cómo su amiga de gran melena color chocolate le hacía más caso a Charles que al mismo.
Serena se vio interrumpida cuando su celular sonó. Era su madre, la cual estaba en el club deportivo terminando su rutina de ejercicio. Al poner el altavoz se dieron cuenta que acompañando a la señora Levinson estaba también la madre de Charles y de los gemelos Mitman.
—Supongo que tendremos la tarde libre, ¿o a alguien le dejaron deberes? Sino podríamos ir a la plaza a pasar el rato.
—Todos vamos en el mismo grupo Serena... —contestó Jared, con tono burlón—. Y sí, estaría bien ir a la plaza. Quiero ir a ver unos nuevos mocasines...
—¿Tienes algo Ethan? —preguntó Ashley, alborotando su rubio cabello ondulado por el aire, soltando el olor de del shampoo que era de jazmines.
—¡Sí! —continuó Giancarlo—. Te he notado muy distraído esta semana. ¿Qué tienes?
—Nada —negó con la cabeza, no obstante nunca miró a los ojos a ninguno de los presentes—. Sólo estoy cansado —mintió—. Cansado de que no pueda poder saber qué es lo que me pasa cada vez que veo a Claire Everlin.
Sólo estuvieron menos de una hora en la casa de Serena, la cual, era de un poco más grande que las comunes, con un jardín trasero en el que estaban sus grandes perros de raza san Bernardo. Degustaron una exquisita pasta, dejando al final el pay de zarzamora que habían comprado —aunque dijeran que no—.
—No me gustaría ir a la plaza en uniforme... —comentó Adam, acomodándose el cabello pelirrojo con los dedos—. Siento que me veo muy rígido, muy...
—No lo sientas —lo interrumpió Giovanna—, mejor créelo —le guiñó un ojo. Le acomodó la corbata del uniforme en un acto de intimidad.
Era viernes, y la plaza a la que iban los miembros de La Élite de la preparatoria New High era a la misma que iba todo el que quisiera. No había tanta exclusión en ese ámbito de parte de esos chicos. El mar de gente que se veía eran chicos de la preparatoria, todavía con los uniformes. Adam se sentía más cómodo al ver que no eran los únicos que no vestían de civiles en un viernes por la tarde.
—¿Qué quieren hacer? —preguntó Serena, entrelazando su brazo con el de Ethan.
—Carlo y yo vamos a la zapatería, los podemos ver en unos minutos —dijo el otro gemelo.
—Y yo pensaba —Ethan quitaba su brazo del de Serena— ir a la librería.
—Gio y yo vamos a ver la cartelera en la película, les compraremos las entradas chicos —hizo un gesto con la mano y se dejó llevar por la chica que lo traía atontado.
Cuando menos se dieron cuenta, sólo quedaban Serena, Charles, Ashley y Tiffany, quienes se fueron a la pista de hielo a pasar el rato.
La librería no quedaba tan lejos del establecimiento de juegos en donde una increíble multitud se amontonaba para poder ganar y obtener boletos y así poder ganarse algún premio.
Lauren le había ganado a Lily y a Claire en bolos, haciendo que ambas amigas decidieran parar el tormento que vivían cuando Lauren agitaba su cabello ondulado por el aire y gritaba <<victoria>>.
Ethan salía de la librería con la bolsa en mano, caminaba a la par que revisaba que todo estuviera en orden. Al alzar la mirada pudo distinguir que se había parado a unos metros de Lily, y no tuvo que mirar cuando escuchó a Lauren discutir con Claire sobre qué película verían.
—Entonces será la película de acción —confirmó Claire—. ¡No quiero ver algo romántico Lauren! Me repugnan esas cosas...
—¡Bien! Voy por los boletos, mientras pueden ir por las palomitas —comentó Lily—. Iré yo —intervino antes de la apelación de las otras dos— porque si no Lauren escogerá otra película y, tú Claire, la escogerías en español y nosotras no queremos.
Al dar media vuelta Claire chocó con alguien. Examinó a la persona de abajo-arriba, pero sólo pudo ver el lado trasero de ésta. Llevaba puesto el uniforme de la preparatoria.
—¡Puedes fijarte por donde...! —Ethan se volteó—. ¡Ah...! Eres solamente tú Everlin —fingió desinterés, sin dejar pasar la oportunidad de ver el verde penetrante de los ojos de la chica.
—¿Podrías dejar de hacer esto? —preguntó Claire, exasperada.
—¿Hacer qué?
—Esto de aparecerte cuando estoy de lo más feliz...
—No. No quiero dejar de hacerlo —emitió una sonrisa forzada—. Se me hace placentero el molestarte, justo como lo hace Jared y Giancarlo.
Claire estaba sumamente enojada, tanto, que podría sacar humo por las orejas. Quiso replicarle algo a Ethan pero decidió limitarse a contestar e irse de ahí.
Una vez que se puso en marcha al lado de Lauren, giró la cabeza pero Ethan no la veía. Había veces en las que Claire se dejaba enajenar por los ojos de Ethan, otras en las que lo detestaba y ni siquiera sabía el motivo... Algunas otras veces quería tomarlo del suéter y besarlo y unas más soltarle un puñetazo. Sin embargo Ethan seguía sintiendo la necesidad de volver a ver los ojos verdes de Claire y sentir ese cosquilleo en la boca del estómago cada vez que la castaña lo miraba con el ceño fruncido.
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