El fetiche de Claire
Narra Claire:
Los primeros dos años de la preparatoria no había causado un gran impacto entre la multitud a la que me había integrado. Había llegado con diferencias a la sociedad en la que estaría habitando por tres años, y al parecer en el instante en el que me vieron se percataron de que yo no encajaba ahí.
También había querido juntarme con los chicos más conocidos de la generación. Esos a los que todos quisieran frecuentar y llamarlos amigos. Pero eso al parecer no estaba dentro de los planes que tenían para mí. Me hice a un lado de toda la extravagancia que quería en mi vida, de toda esa atención que ellos tenían y yo por dentro anhelaba.
Para mi fortuna, llegué a hacer buenos amigos, de los que primero te hablan, charlan y te juzgan poco a poco, y al hacerlo te dicen tus cosas negativas a la cara. Era toda una suertuda al conseguirlos a ellos.
Con el paso de los días me había dado cuenta que los status quo eran algo de lo que vivían ellos. Algunas querían reírse junto con Serena y su quinteto de amigas; otros más querían ser igual de atractivos que Charles y sus amigos...
La preparatoria apestaba cuando no eres un miembro de la renombrada "Élite de New High". Me hubiera gustado mucho ir a las fiestas que hacían para ellos, salir de compras con Serena, y conseguir algún pretendiente amigo de Adam. Pero las cosas no eran tan malas. Por más raro que sonase, en segundo año me hice amiga de Adam (el mejor amigo de Charles y, por ende, miembro de La Élite), una amistad empezada en las clases de inglés, donde él iba primero en la lista y yo después; y él amaba molestarme con pequeñeces a las que yo también tomaba con gracia.
En el mismo año me había tocado en un salón diferente al de todos mis amigos, dejándome sólo con una de ellas -la cual no era de mi sumo agrado-. Y no podía juntarme con otras chicas, ya que la mayoría pertenecían al famoso grupito de Serena. Recuerdo que en el primer año una de las amigas de Serena, la cual es rubia y de ojos verdes, me confundió con la chica de cabello ondulado muy bien cuidado y sedoso, y unos ojos marrones, que con una mirada te desnudan.
>Decían que me parecía a ella, pero la verdad era otra. Ya que Serena era más segura de sí misma, estaba a gusto con su cuerpo, y era hermosa con su piel apiñonada. Mientras tanto yo, no era más que una chica acomplejada con su cuerpo, que pensaba que cuando escuchaba risas era porque se burlaban de ella, que su cabello no brillaba tanto como el de las otras... En pocas palabras, una abominación.
Narrador Omniciente:
-¡Mira por donde caminas! -le gritó uno de los gemelos Mitman.
-¡Tú fíjate por donde caminas Giancarlo!
-¡Soy Jared, ilusa! -replicó, disgustado. Negó con la cabeza y siguió su camino al salón.
Claire estaba que estallaba de ira. Nunca lograba identificarlos, a pesar de que uno tenía los rasgos faciales más afilados. Quería que Jared le sostuviera la mirada, y en esa ocasión se viera subyugado, pero ese momento se fue interrumpido cuando Lauren llegó a su lado.
-¿Qué fue todo eso? -preguntó, aprensando los libros contra el pecho.
-Jared... Ya sabes cómo es de temperamental cuando lo confunden con su hermano -rodó los ojos-. ¿Crees que nos dejen todavía pasar a la clase?
-Con un retardo, de seguro... -pausó la oración, para seguir con la mirada al pelinegro de pecas que había llegado-. ¡Mira quién viene por allí! -señaló con disimulo por la cafetería.
Ethan caminaba con rapidez. Se le había hecho tarde y se notaba porque de su oscuro cabello caían finas gotas de lo mojado que estaba. Ethan se sintió observado, levantó la mirada, y antes de que empezara a subir las escaleras, miró a Lauren y a Claire. Ambas se quedaron paralizadas, la mirada almendrada llena de certeza de Ethan les provocaba un leve rubor en sus mejillas; pero solo Claire logró sentir esa incómoda sensación de un cosquilleo entre las costillas, y la temperatura subiéndole.
Cuando Claire por fin llevó la mirada a otro lado, Ethan enarcó una ceja, la examinó de arriba abajo y por fin retomó su camino.
-¡Qué gran patán! -afirmó Lauren, sorprendida-. ¡Se dice buenos días, Ethan! -gritó tan fuerte a como la garganta le permitió.
-Lo sé -le contestaron desde el piso de arriba-. Para tu mala suerte, nunca te lo diré a ti Lauren -sonrió, añadiendo una pizca de sarcasmo a su cara, segundos después se adentró en su salón.
-¡Hay veces en las que quisiera tomarlo por el cuello, estrangularlo hasta que esa cara de niño bonito se desvanezca! -gruñó, Lauren, dejando que la caucásica piel se le pusiera roja por el enojo.
-Ya... Cálmate... Aún me sorprende que no estés en su grupito, siendo que los conoces desde el jardín de niños -mencionó Claire, echando un bufido-. ¡Da igual, vayamos a clases!
En el primer piso, en el salón 302, ya habían empezado las clases cuando Ethan apareció por la puerta malhumorado, siguiendo salpicando una brisa desde su cabello. Se sentó sin siquiera mencionar una palabra de disculpa a la profesora.
-¿Por qué llegaste tan tarde? -le preguntó una melodiosa voz desde atrás. Giró un poco la cabeza y visualizó el perfil de Serena-. ¡Llegaste tarde para saber qué haremos el fin de semana...!
-¿Podrías dejarme escuchar lo que está explicando la profesora? No tengo tiempo ni ganas para escucharte hablar, Serena -volvió la mirada al frente.
Serena frunció el ceño a la par que hacía una explícita "o" con su boca. Al tocar el respaldo con la espalda, cayó en la cuenta que se había sentido ofendida. Sus pobladas cejas intentaron unirse más de lo usual para dar énfasis en su estado de humor.
-Creo que por eso le cae mal a media preparatoria -comentaron a las espaldas de Ethan, pero él ya sabía quién lo había hecho.
Ethan quería replicar de una manera educada pero sarcástica a Giovanna, una de las chicas del círculo de amigos que frecuentaba desde el primer año de escuela, justo cuando Giancarlo lo había invitado a juntarse con ellos.
Los ojos color avellana de Ethan paseaban de un lado a otro del pizarrón, pero no podía prestar atención. Sentía tanta emoción atracada en su cuerpo, y una sensación que nunca había experimentado. No podía concentrarse, y lo único que quería era bajar de nuevo para ver de nuevo los ojos verdes de Claire Everlin.
La primera mitad de las clases del día se vieron terminadas cuando el timbre sonó y todos salieron como vil estampida para ir a desayunar. Se les fue tan rápido el tiempo que se enojaron cuando el timbre sonó de nuevo.
Claire tomó un camino diferente al de sus amigas, quienes estaban más avanzadas con el inglés que ella. No estarían tan lejos, al contrario, solo un salón las distanciaba. Pero el miedo cedió por Claire, desde los dedos de los pies hasta la raíz de su cabello color caoba. Tomó aire, para aminorar los nervios. Tal vez y con un poco de suerte le estaría tocando con alguien que conociera.
Se le había hecho tarde por quedarse platicando con Lauren y Lily, y en ese momento no quería hacer enojar en el primer día a su maestra de inglés. Cuando tocó al instante abrieron la puerta, y lo único que pudo ver fue el rostro de Ethan. Pudo observarlo mucho mejor, y distinguió que las pecas no le inundaban toda la cara, sino solo las mejillas y el puente de la nariz.
Claire no se había dado cuenta del gran fetiche que tenía con las pecas hasta que las vio postradas en el caucásico rostro de su compañero Ethan. Estaba cautivada con ellas que en ese momento no le importaría tener que contarlas una a una, y se olvidaba de una, volverlas a contar con lentitud.
-¿Te importa? -habló Ethan, con fastidio, alejando de su trance a Claire.
Claire sólo asintió con la cabeza y se hizo a un lado por inercia. Al adentrarse en el salón quiso que el rubor en sus mejillas se desvaneciera, o que nadie lo notara. No podía darse el lujo de que nadie supiera que se le hacía atractivo Ethan Miller. No era algo malo que le gustaran los chicos, pero sí que se le hiciera seductivo algo en el más patán de toda la preparatoria.
¿Cómo podía siquiera pensar en que Ethan era guapo? Es decir, el chico si era una delicia para el sentido de la vista, pero lo que tenía de encantador lo abrumaba su actitud ególatra, vanidosa, mentirosa y sarcástica.
No. A Claire no le podía gustar Ethan bajo ninguna circunstancia.
O eso ella creía.
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