Capítulo 22
La Luna brillaba especialmente esa noche. Changó limaba su hacha mientras observaba el horizonte. Se encontraba en el tejado de esa casa, en la cual estarían preparándose para la gran batalla.
Dejó de limar su hacha un momento. Había notado una mirada. Ahí estaba el dragón amarillo, observándole. Su mirada era firme. Su rostro, serio.
-Es ella, ¿verdad? – le dijo Changó, con curiosidad
-No, aún no.
-Lo será, entonces – contestó Changó mientras volvía a limar
-Sólo lo será si ella quiere. Por eso, no deberías comentarle nada.
-¿Cómo que si quiere? – le reprochó Changó – Un gran papel le espera, quiera o no.
El dragón amarillo sonrió. No fue una sonrisa dulce, sino una burlona. La sonrisa que esboza alguien al darse cuenta de lo equivocado que está el otro.
-Cuando la conozcas, lo entenderás todo
Tras decir esto, dragón se sentó a su lado y se dispuso a mirar aquel paisaje. Changó sabía que el dragón amarillo podía ser dramático, ruidoso y excéntrico, pero su sabiduría era grandiosa. Aquella conversación hizo que estuviese más intrigada con lo que pasaría a continuación.
Era irónico que lo que pasase justamente después, fuese Poseidón cuidando de una borracha en aquella playa. No sabía qué le llamaba más la atención, lo borracha que estaba Nerea o la cantidad de ingleses que estaban borrachos a pocos metros de ellos.
-¡Poseidón! ¡Mira que hago! – gritó Nerea emocionada, como un niño pequeño que acaba de aprender un nuevo truco
-A ver, ¿qué haces? – le dijo Poseidón, poniendo los ojos en blanco
Entonces, muy emocionada, abrió los ojos de par en par, extendió mucho los brazos e hinchó su boca de aire. Era una posición bastante ridícula. Poseidón esperó a que pasase algo, pero no pasaba nada. Ese era su gran truco.
-¿Qué se supone qué...?
-¡Soy una gaviota como tú antes! – exclamó, emocionada y riendo a carcajada limpia tras hacerlo
Poseidón resopló, al observar quién había elegido para ser su representante. Pensaba en lo tranquilo que se le veía a Eolo, pasando de su elegida, mientras otros se encargaban de entrenarla y protegerla. Se dio cuenta de que había elegido mucho mejor que él. Después de todo, Eolo estaba tranquilamente en el Panteón y él estaba ahí, cuidando a una mujer bastante borracha.
Olaf había vuelto con sus amigos tras decir su gran secreto. Poseidón le había dado la pieza que sacaron del reno para investigarla. Poseidón no se terminaba de fiar del elfo, pero Nerea sí lo hacía. Sabía que ella tenía algo especial, algo que sacaba lo mejor de los demás. Eso era lo que la hacía, según Poseidón, una verdadera heroína. Sonrió al darse cuenta de que tampoco había elegido tan mal.
- ¡Has sonreído! ¡Eso es que me ha salido genial! – exclamó Nerea, ilusionada
Tras ver esa ilusión, Poseidón confirmó que había sido una buena elección, aunque envidiase la tranquilidad de la que disfrutaba Eolo.
Nerea empezó a andar de forma patosa hacia Poseidón. Tan patosa que se resbaló. Poseidón se preparó para socorrerla, pero Nerea utilizó su poder del agua para evitar la caída e incorporarse, siendo innecesaria la ayuda de aquel dios.
-¡No ha pasado nada! – indicó Nerea, orgullosa, poniendo el símbolo de la paz con su mano derecha y llevándosela al rostro. ¡No te preocupes, machista violador!
- ¿Qué? ¿Machista violador? – preguntó Poseidón, sin entender nada
- Sí. Tu historia es lo que concluye. De hecho, me da rabia que me caigas bien y todo. ¿Qué tipo de feminista soy si me caes bien?
Poseidón rio al darse cuenta de como había cambiado el mundo desde que no se asomaba a él.
- ¿Por eso me discutes tanto? – le preguntó, aprovechando su momento de sinceridad por culpa del alcohol
-Claro. Eres uno de los dioses griegos más importantes. Uno de los mayores representantes del hombre "de verdad" a lo largo de la historia – dijo Nerea mientras apretaba sus brazos para que se notase el bíceps- ¿Hay mayor símbolo del machismo que tú? ¿Hay algo más feminista que discutir contigo?
-¿Respetar a los demás?
-Sí, - meditó Nerea sobre la pregunta- teniendo en cuenta que el feminismo busca la igualdad, el respeto a los demás, elijan lo que elijan, debería ser la base, sí... Pero eso no es tan divertido. Además, ¿cuántas violaciones has hecho? ¡Vete a tomar por culo!
Entonces, Poseidón empezó a reírse. La declaración de Nerea había despertado en él una risa que no cesaba. Nerea se picó, y creó una ola que este no vio, empapándolo. Así fue como Poseidón paró de reírse y Nerea, empezó a hacerlo. Mientras pasaba esto, Poseidón se dio cuenta de una cosa. No le gustaría que Nerea muriese, aunque su vida no estuviera en juego.
Mientras tanto, Paula, Nanami y José tomaban el licor de la sobremesa. Estaban ahí, hablando, a la luz de las estrellas, como llevaban haciendo durante más de veinte años cuando se juntaban. José repartió Licor 43 e los vasos con hielo que tenían Paula y Nanami. Paula empezó a mover el vaso en círculos, observando como el hielo asimilaba la bebida.
-Bueno, los niños están tardando mucho – dijo mientras miraba el horizonte
-Se merecen pasarlo bien. – contestó su mujer mientras se disponía a dar un sorbo – Han trabajado mucho. Están cerca de la excelencia.
Paula se giró hacia su hermano, el cual se estaba rellenando su propio vaso. Sonrió al darse cuenta de que era momento idóneo para molestarle.
-¿Qué se siente cuando uno de los niños, es tu novia, querido hermano?
Tras escuchar esto, José sonrió mientras el licor descendía por su garganta.
-Teniendo en cuenta que tiene más oro que yo, un gran conquistador. ¿No crees?
Paula arqueó las cejas al escuchar a su hermano.
-¿Gran conquistador? ¿De qué? ¿De las tierras primitivas?
-Nunca mejor dicho – sonrió José de forma pícara
-Hermano, eso roza el racismo – contestó Paula, seria
-¡Venga ya! Tú eres peor que yo...
-¡Eso no es verdad! – intentó defenderse Paula, pero la mirada de Nanami delató que, en este caso, su hermano tenía razón.
Esto hizo que José riese. En ese momento, una brisa pasó por él, haciendo que le diese frío. Se levantó, indicando con la mano que volvería. Sin embargo, lo que no esperaba José era encontrar a su conquista, con el pijama mal puesto, ocupando toda la cama y roncando tanto que pareciese un taladro a primera hora de la mañana.
José no sabía muy bien que hacer. Eso, junto al alcohol que se encontraba en su organismo, hizo que se asomase por la ventana y avisase a su hermana y a su cuñada que subieran. Cuando estas entraron por la puerta, se asustaron de los ronquitos de Adaego.
-¿Se puede roncar tanto? – preguntó Paula confundida
-Se ve que sí – contestó su mujer, no creyendo lo que escuchaban sus oídos
-Espera un momento, si ella está aquí... ¿Dónde está el resto? – indicó Paula, sin entender nada
Nanami entre cerró los ojos, no fiándose de ninguno de sus dos hijos. Debía saber donde estaban y lo antes posible. Por lo tanto, dejó la humanidad a un lado y se centró en la excelencia de resolver aquel misterio, como buena guerrera de Kuan Kong. Agarró el móvil de Adaego de la mesita y lo aproximó a su rostro, haciendo que este se desbloqueara. Algo que dudó que funcionaría dado el horrible rostro que tenía Adaego cuando dormía.
-¡Oye, respeta su intimidad! – se quejó José cuando lo vio
-Tengo que descubrir donde están mis hijos. Me da igual la intimidad ahora mismo. – respondió Nanami de forma tajante
En ese momento, José se acercó sigilosamente a su hermana, observando con miedo a su cuñada.
-¿Lo tienes todo protegido con muchas contraseñas? – le susurró a su hermana
Nanami le fulminó con la mirada. Tanto que José dio un salto. Paula empezó a reírse a carcajada limpia de su hermano, pero con un mal sabor de boca, al recordar que no tenía tantas contraseñas como debería...
Al rato, Nanami sonrió de oreja a oreja al ver la galería de Adaego. Esas fotos eran de esa noche. Se podía ver perfectamente como su hija, totalmente borracha, su hijo y Sibila estaban en un pub de playa. Había estado allí. Era un pub de Mojácar concurrido principalmente por extranjeros.
-Están en un pub, las únicas claramente borrachas son Nerea y Adaego. Están en ese que le gusta tanto a Nerea... ¿Cómo se llamaba?
La conversación que estaban teniendo se escuchaba desde el tejado. Lugar en el que el dragón amarillo lo estaba escuchando todo. Al haber velado tanto de Rubén, sabía perfectamente a que pub se referían. Debía ir, era tarde y nada bueno podía pasar a esas horas de la noche.
Dirigió su vuelo hacia aquel lugar. Se sorprendió al ver que Nerea no estaba en el pub, sino en la playa con Poseidón. Le pareció interesante ver como Poseidón la cuidaba mientras estaba borracha. Al final, le había tocado su corazoncito y todo. "Interesante": pensó.
Se desplazó cerca de ellos. Ambos lo vieron bajar. Después de todo, pasaban varias horas juntos, había cosas que ya estaban aprendiendo del otro. Nerea sonrió de oreja a oreja al verle, moviendo sus dos manos con gran felicidad y rapidez.
-¡Hola, lagartito!
Sí, estaba borracha, muy borracha. Poseidón se aguantó la risa mientras el dragón amarillo la miró bastante ofendido.
-¿Cómo que lagartito? ¡Soy tu mentor! ¡Tu maestro! ¡Alguien sumamente respetable!
-¡Y un lagarto monísimo! – añadió Nerea mientras intentó agarrarle los mofletes al dragón amarillo. Él se apartó a tiempo, pero estuvo a punto de hacerlo y así, ridiculizarlo de por vida.
-Nerea, tus madres están preocupadas. Deberías volver ya a casa. – le indicó el dragón amarillo
-¿Preocupadas? – exclamó Nerea, de forma dramática - ¡Mis pobres mamis! ¡Voy corriendo al agua para acabar en casa!
Nerea, como si fuera uno de los vigilantes de la playa, corrió de forma dramática a la orilla. Cuando Poseidón y el dragón amarillo esperaban que se transportase por el agua, ella se paró en seco. Vio una bolsa en la orilla. Ella se agachó, llena de curiosidad, como un niño que encuentra algo nuevo. Poseidón resopló, al saber perfectamente que iba a encontrarse.
Nerea abrió la bolsa y de ella salió agua y cadáveres. Cadáveres de cachorros de perro. Tendrían pocos días cuando murieron. Algunos de ellos, tenían incluso el cordón umbilical. Era ahí un ejemplo de la crueldad humana. Poseidón y el dragón amarillo se miraron, preparándose para consolar a una borracha y sensible Nerea.
-¡Pequeños! ¡Yo os salvaré con mi poder del agua y la medicina china! – exclamó Nerea, motivadísima
Ella cogió a todos los bebés en brazos, eran cinco. Cinco pequeños y muertos perros. Cerró los ojos y se concentró, como nunca antes se había concentrado.
-¿Hay algo en la medicina chinca sobre como resucitar a los muertos? – vaciló Poseidón con el dragón amarillo. En cambio, este miraba a Nerea con interés, esperando a una gran acción.
Eso era imposible. Los muertos no resucitaban. Los muertos, muertos estaban. Eso era una de las pocas cosas que estaban claras en aquel planeta. ¿Qué era exactamente lo que esperaba el dragón amarillo? Era imposible que...
Entonces, los llantos de aquellos cachorros buscando a su mamá sonaron. Nerea sonrió de oreja a oreja al ver que estaban vivos, sanos y a salvo en sus brazos. El dragón amarillo sonrió orgulloso mientras Poseidón no se creía que había pasado. Los espíritus de aquellos perros debían de estar hace un buen rato en el limbo... ¿Cómo había hecho Nerea para sanar sus cuerpos y hacer que volvieran a ellos, haciendo que se fueran del limbo y volviesen a la Tierra? Parpadeó varias veces. Escuchar al dragón amarillo susurrar: "Su poder es tan digno como el de su padre" mientras sonreía, no ayudaba. ¿Su padre? ¿No era su padre el hermano de Nanami? ¿No era de Kuan Kong, como le indicó en el Panteón? ¿Qué estaba pasando? ¿Quién era Nerea?
-¡Poseidón! – le llamó Nerea. Él se dio la vuelta, con cierto miedo. - ¿Puedes cuidar a los pequeñitos por mí? Tengo que volver a casa...
Poseidón asintió. Cuando se dio cuenta, tenía a cinco cachorros lloriqueando en sus brazos y Nerea ya se había trasportado a su casa por la forma del agua. El dragón amarillo se preparó para irse, pero Poseidón le interrumpió:
-¿Cómo ha hecho eso, Huanglong? ¿Quién es su padre? ¿No es descendiente de Kuan Kong? – preguntó Poseidón, petrificado
-Claro que no lo es. ¿No te has preguntado porque no ha despertado su poder y su hermano sí? Con todo el entrenamiento, lo hubiera despertado si lo tuviese, ¿no crees? – le indicó el dragón amarillo, extrañado por la reacción de Poseidón. Este se quedó pensando, dándose cuenta de que el dragón amarillo tenía razón.
-Pero... pero...
A Poseidón no le salían las palabras, lo que hacía que el dragón amarillo sonriera de par en par.
- ¿Pero qué?
- ¿Quién es su padre si no?
-Alguien que lo dirá cuando sea su momento...
-¿Qué contestación de mierda es esa, Huanglong? ¿Quién es?
-No puedo decirlo ni debería hacerlo. Lo importante es que, escogiste al ser más poderoso que podías haber escogido.
Dicho esto, el dragón amarillo se fue volando, de vuelta a la casa. Así fue como Poseidón se quedó perplejo, mirando al mar que a él mismo le pertenecía, con unos cachorros llorándole en el oído.
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