
Capítulo 16
Rubén había pedido un descanso en su entrenamiento. A su madre le había dicho que tenía que ir urgentemente al baño, pero no era cierto. Lo que realmente le sucedía era que se acababa de enterar de la excursión de su hermana a Bergen y estaba preocupado por ella. No dejaban de venir a su cabeza imágenes de la noche que vino borracha a su casa, sufriendo por la muerte de su amigo.
Se presentó en la habitación que estaban compartiendo Sibila y Nerea, dejando a un lado la nueva forma que estaba teniendo de ver a Sibila los últimos días. Su única preocupación en ese momento era su hermana. Su triste, borracha y perdida hermana.
Sibila estaba completamente dormida, pero a Rubén le daba igual. Se sentó en su cama como si nada y empezó a darle en el brazo con la mayor delicadeza que puso para hablar con ella. Sibila se despertó por lo molesto que era. Aunque Rubén quisiese hacerlo con delicadeza, se había pasado de fuerte.
— ¿Qué haces? Déjame dormir... — dijo Sibila medio dormida
—Nerea fue anoche a Bergen — le comentó Rubén, estresado
Entonces, Sibila se incorporó por completo. Una frase había sido suficiente para haberla despertado. Más efectivo que el agua fría. Miró a su alrededor y miró las botas de agua. Totalmente usadas. Mierda. ¿Cómo no había visto venir que, lo primero que haría su amiga al poder trasportarse por el agua, era ir a Bergen?
— ¿La has visto? — preguntó Sibila, preocupada
—No, ¿tú?
—Tampoco
Rubén y Sibila respirando hondo al mismo tiempo. No se habían entendido la noche anterior, pero la preocupación por Nerea era una cualidad común. Era más que suficiente por hacerse entender.
— ¿Crees que estará deprimida hoy? — preguntó Sibila
—Obviamente. ¿Qué podemos hacer? Estamos en una situación muy delicada para ahora esto... — resopló Rubén
—Peléate con ella. Pegarte siempre le ha animado— contestó Sibila con una amplia sonrisa
—Espera... ¿Qué? ¿Cómo que me pegue? ¿Por qué me tiene que pegar a mí? — preguntó Rubén, algo victimista
— ¿Y por qué no? Os peleáis a menudo...
—No tanto desde que tiene poderes de agua... — contestó Rubén, temiendo por su vida
— ¡Es por una buena causa! — reprochó Sibila
— ¡Mi vida también es una buena causa! — se quejó Rubén ante aquello
En ese momento, Sibila empezó a reírse a carcajada limpia y Rubén pensó que tenía una risa preciosa. Entonces, Rubén puso su mano sobre el brazo de Sibila, con una postura llena de cariño. Un acto muy distinto al de indiferencia de la noche anterior.
—Gracias, Sibila. Estás siendo de mucha ayuda para todos.
Sibila se ruborizó al escuchar eso. Después, Rubén se levantó, alejándose justamente cuando Sibila no quería que lo hiciese, pero tampoco creía que era el momento de decirlo.
—De nada...— susurró mientras le observaba
La luz que entraba a la habitación le iluminaba, haciendo que el brillo de sus ojos fuera mayor. Sus rasgos parecían obra de los mismísimos dioses, algo que Hacía que Sibila quedase totalmente embelesada.
—Voy a ver cómo puedo provocarla sin que me mate. Voy a volver al entreno antes de que se presente mi madre. Nos vemos ahora — comentó Rubén en modo despedida, mientras se dirigía hacia la puerta y movía su mano
—Nos vemos... — dijo Sibila, observando entusiasmada a Rubén
¿Qué acababa de pasar? ¿Qué le estaba pasando a Sibila? Se quedó pensando después de que Rubén se fuese. Miró por la ventana y respiró hondo, antes de concluir lo siguiente: "Sibila, es el hermano de tu amiga y da pocos orgasmos según el dragón que ha estado velando por él. Olvídalo y duérmete.". Como si fuera una orden, así hizo, quedando frita al poco después.
Al mismo tiempo, en la playa, el dragón amarillo y Poseidón observaban a Nerea desde la distancia, como si así la fueran a entender mejor. Sin embargo, no lo conseguían ni, aun así. Finalmente, Poseidón decidió continuar la conversación.
—He ido a hablar con Hefesto. Quiere que su elegido sea el nuevo héroe. Eso explicaría la parafernalia de ayer en Noruega. Quiere que sea el nuevo adorado por la humanidad.
—Eso explicaría lo que le pasaba a ese reno, que realmente era inofensivo— contestó el dragón amarillo
— ¿Cómo que ese reno? ¿Qué pasó cuando salieron de Bergen? Lo único que conseguí ver después de eso, fue a Nerea en un parque natural dejando a un reno. No la puedo espiar cuando está en la casa...
—Pasó que... Espera un momento... — paró en seco el dragón amarillo — ¡¿Cómo que espiar?! ¡Salido! — le reprochó el dragón amarillo, sacando su gran carácter a relucir
— ¡No la espío para eso! Mi vida depende de la suya, Huanglong. Sólo estoy ahí por si tengo que salvarla, pero su madre no me deja espiar en casa.
— Mejor, así te tomas un descanso — le dijo el dragón amarillo, con total tranquilidad, volviendo a calmarse para analizar mejor la situación — En fin. Pasó que, Nerea llevó a ese ser a casa. Intentó calmarlo, pero no tiene ni poder ni conocimiento suficiente para hacerlo. Por eso, decidí tomar las riendas del asunto y calmar a aquella bestia. Cuando conecté con él, noté que tenía artilugios microscópicos por todas sus vías sanguíneas, haciendo que hubiese evolucionado en una bestia que no era. Lo calmé e hice que todas y cada una de ellas salieran. Tras hacerlo, volvió a su forma natural. Ese animal no se había revolucionado de forma natural.
— ¿Artilugios? Hefesto es el dios herrero, no me dudaría que hubiese hecho algo para revolucionar a aquel reno — añadió Poseidón, asimilando lo que acababa de contar el dragón amarillo
—No era tecnología griega, Poseidón. Había algo más... que no sabría decirte. Después de todo, Nerea está recibiendo apoyo de miembros de la mitología china también. ¿Quién te dice que el resto de los elegidos no lo está recibiendo? El mundo está sumamente globalizado en la actualidad, ya los humanos proceden de demasiados dioses distintos.
—Debemos investigar al elegido de fuego, así podremos descartar mitologías y descubrir quién puede estar detrás de esto. Los humanos creen ya poco en nosotros, no es momentos para crear desastres. ¿Cuántos hubieran muerto si no hubiese estado Nerea ahí?
— Ni idea, pero aquel reno, seguro. Al poder espiar a la gente, creo que deberías empezar a espiar a ese chico y ver que puedes descubrir. Estaría bien descubrir quienes son los otros elegidos, pero eso será más difícil. Lo importante es ir preparando a Nerea, ya que puede ser que este tipo de armas estén en los juegos.
—Sí, aunque Nerea es bastante poderosa, no dudo de que pueda llegar a conseguirlo y vencerles. Sin embargo, eso no quita que pueda haber algo que no esperamos en los juegos... Lo espiaré. Aunque necesitamos que Nerea tenga el humor de siempre para hablar esto con ella...
Poseidón se quedó mirando a Nerea pensativo y preocupado, al mismo tiempo. Cuando el dragón amarillo se dio cuenta, sonrió de oreja a oreja. Había velado suficiente a Rubén para saber que podría animar a Nerea y, de paso, a él también.
—Deberías hablar tú a solas con ella. Después de todo, es tu elegida. Deberíais hablar tú a tú. — comentó el dragón amarillo
— ¿Seguro? ¿A solas? Algo me dice que esa conversación puede acabar mal... Tengo la sensación de que no le caigo muy bien — respondió Poseidón, confundido
— ¡Qué va! ¡Eso son cosas tuyas! — mintió el dragón amarillo, queriendo que Nerea se la liase a Poseidón para así, animarse. — ¡Ve a hablar con ella!
Poseidón creyó las palabras del dragón amarillo, el cual era conocido por su gran sabiduría. Si él decía que eran cosas suyas, seguramente lo fuese, ¿no? Poseidón se levantó decidido a hablar con ella. Después de todo, era su elegida, era crucial que hablase y se entendiesen.
Se acercó a Nerea. Mientras lo hacía, esta le miró con cara de pocos amigos, preguntándose qué se suponía que hacía acercándose a ella con esos aires de superioridad y que no tenía ganas para eso. "Maldito sireno": pensó. El dragón amarillo se estaba preparando con emoción para el espectáculo que se venía.
— ¡Hola, Nerea! ¡Debemos hablar sobre lo de ayer de Bergen! — empezó a decir Poseidón, lo más agradable y animado posible. Esto hacía que Nerea tuviese más ganas de ahogarlo en el fondo del mar. — El chico de ayer era...
— ¿Un inútil? — contestó, deseando que esa conversación acabase
—El elegido de Hefesto — corrigió Poseidón, intentando aguantarse la risa. — Al parecer, Hefesto quiere que sea el héroe que necesita la sociedad para...
—Me importa una mierda lo que los dioses quieran, Poseidón. — le interrumpió Nerea, volviendo su mirada al libro, intentando huir de esa conversación — Si no hubiese hecho nada ayer, hubiese muerto gente y, sobre todo, hubiese muerto ese reno que era un ser inofensivo. ¿Se puede saber quiénes son los dioses para decidir quién vive y quién muere? ¿Se puede saber quiénes son los dioses para elegir el destino de la gente? Bajaos del pedestal de una vez.
— ¡Gracias a mis deseos ahora tienes un gran poder sobre el agua! ¡Deberías estar agradecida! — contestó Poseidón, algo enfadado
— ¡Si quieres te los devuelvo! A lo mejor, así, vuelve a vivir todas esas personas que mataste hasta encontrarme. Espera, no, no puedes revivirlas y te dan igual que hayas matado a cientos hasta dar conmigo. ¡Sois unos cabrones los dioses! — se levantó Nerea, enfrentándose a Poseidón con gran rabia
— ¡Gracias a nosotros existís!
— ¡¿Para qué queremos existir si nos dais tal vida de mierda que hay gente que prefiere suicidarse a seguir viviendo lo que habéis elegido para ellos?!
— ¡Que tu amigo dejase de sentir no significa que tú dejes de hacerlo! — le gritó Poseidón, sabiendo por qué decía eso
Nerea dio un paso atrás al escuchar aquello. Ese día estaba apática, sí, sin alma alguna. Sin embargo, en ese momento, volvió a sentir. Volvió a sentir rabia y odio. Odiaba a los dioses, a todo. Odiaba a la vida por haber sido tan injusta con alguien que no merecía y permitir que seres como Poseidón existieran. Entonces, llamó al agua del mar, llegando a ella la suficiente agua para crear un tridente de hielo a su altura. Con este atacó a Poseidón, el cual lo esquivó con facilidad. Poseidón, como acto reflejo, llamó a su tridente, el cual apareció rápidamente. Empezaron así a enfrentarse. Poco después, Poseidón hizo que Nerea soltase su tridente de hielo y la estampó contra la pared. Después, con su antebrazo apoyado en la clavícula de Nerea, miró fijamente a esta, lo suficientemente cerca para ver con claridad la rabia que rebosaba en sus ojos. En ese momento Poseidón se preguntó si era culpa de los propios dioses que los humanos ya no los adorasen como antes y si debían adaptarse a la evolución que los humanos habían hecho.
—Lo siento
Nerea abrió los ojos, sorprendida. ¿El dios griego del agua le había pedido disculpas?
— ¿Qué sientes? — preguntó a la defensiva
— No haber hecho las cosas mejor.
Nerea se quedó de piedra al escuchar eso. Realmente lo decía de verdad. Lo sentía de verdad. Sin embargo, eso no cambiaba nada. Eso no cambiaba que matase a ese adolescente en esa prueba. Eso no cambiaba que su amigo estuviera muerto. Eso no cambiaba que tuviera que jugarse la vida en aquellos juegos y que su madre y su hermano lo fueran a hacer con ella. Por eso, la respuesta de Nerea a aquella disculpa fue dar una patada en la entrepierna a Poseidón con todas sus fuerzas.
Poseidón se separó por el dolor y ella se separó de él y de la pared. El dragón amarillo volvió entonces a escena, riéndose a carcajada limpia, habiendo disfrutado de aquella pelea. Poseidón se quedó mirando al dragón amarillo, dándose cuenta de que le había liado para que Nerea saltase así.
— Bien, bien. Me alegro de que vuelvas a ser tú de nuevo, querida alumna. — dijo el dragón amarillo, aguantándose la risa como pudo — ¿Empezamos ya el entrenamiento en serio?
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