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Capítulo Tres


La magia ha tenido momentos muy buenos y otros terribles. Aunque casi siempre han existido personas que la rechazan por el simple hecho de no entenderla y asociarla a cuestiones demoníacas y repletas de mala intención. No negaría el hecho de que eso sí existía, pero no todos los que la practicaban hacían daño a otros, por otro lado teníamos a aquellos que con sus habilidades podían sanar y hacer bien a las comunidades.

La sociedad había comenzado nuevamente a rechazar a los practicantes de la magia, a aquellos que poseían dones especiales o incluso a los que lograban canalizar la energía que tenían a su alrededor. Para esas personas simplemente éramos fenómenos que sólo hacían daño al mundo, para ellos no debíamos existir; me incluyo en este grupo porque mi familia y yo pertenecíamos al grupo con habilidades especiales que canalizaban al mismo tiempo la energía cósmica.

Mis padres repetían una y otra vez un mismo sermón, nos enseñaron a que teníamos que cuidarnos mucho y no mostrar a nadie el poder que teníamos. Esto formaba parte del sermón que nos daban a diario a mis hermanos y a mí todos los días antes de ir al colegio. No voy a negarlo, por muchos años pensé que lo que decían era una estupidez, pero tuve la oportunidad de ver (en más de una ocasión) cómo lastimaban a los niños o niñas de mi colegio que manipulaban algún elemento, bien fuese aire, fuego, tierra o agua. Créanme, no fue fácil entenderlo, solía ser muy testaruda de pequeña, pero al final comprendí el motivo por el que mis padres nos daban aquel repetido mensaje a diario, lo hacían por nuestro bienestar, lo hacían simplemente para protegernos de aquel movimiento que comenzaba a exterminar y perseguir a la supuesta “aberración del universo” (como solían decir a los de mi tipo).
-Kathe ¿lista?- Escuché que me dijo Ángel.

Asentí con la cabeza automáticamente saliendo de mis recuerdos.

Por un momento quería creer que lo que vivíamos no era real, aunque cada vez que lo intentaba venía algún viejo recuerdo de mi juventud, y no es que fuese muy vieja, apenas tenía veinticuatro años.

Mi familia estaba en peligro, eso entendí con el mensaje que me dieron los cuatro elegidos en aquel extraño sueño que tuve.

Además, podía ser muy cierto que nuestros padres y mi maestro en este momento estuviesen muertos según aquellas voces que resonaron en mi mente. Por ese motivo es que habíamos decidido huir, para mí lo primordial era proteger a mis hermanos, eran lo más importante que tenía en la vida y desde pequeños fuimos entrenados para sobrevivir en caso de que llegáramos a vivir una situación como esta.

-¿Dónde están las pociones?- Pregunté buscando rápidamente en el contenido de las maletas que tenía frente a mí.
-¿Pensabas que las dejaría en las maletas? – Caitlin me miró con suficiencia señalando unos bolsos de medio lado que llevaba en su hombro.- Hay uno para cada uno con lo necesario para defendernos de cualquier que quiera atacarnos en el camino.
-No fue su idea, fue la mía.- Argumentó Angel con entusiasmo, lo cual hizo que la sonrisa de Caitlin desapareciera.
-Eres un aguafiestas.- Dijo la pelirroja sacándole la lengua.

Caitlin había teñido su rubia melena desde que cumplió quince años, desde entonces el rojo era su mejor aliado no sólo para el cabello sino también para su maquillaje.

-Y tú una adolescente aún.- Angel pasó una de sus manos sobre el lacio cabello de Caitlin para alborotárselo.
-Creo que tenemos un pequeño problema.- Rose acaba de entrar a la sala con el rostro pálido y mirada nerviosa.
-¿Qué sucede?
-No estamos tan solos como creíamos.
-¿A qué te refieres?- Pregunté de nuevo.
-Camile percibió que se aproximaban cuatro energías a la casa desde cuatro puntos diferentes. Si sus cálculos no fallan, estarán aquí en...

Todos mirábamos a Rose con atención mientras hablaba, pero de repente fue interrumpida por un fuerte estruendo en la puerta principal.

-¡Llegaron!- Gritó Camile corriendo desde la habitación contigua.- Están aquí.
-¿Qué energía es esa que dices, Camile?- Preguntaron Dave y Angel al mismo tiempo.
-Vienen... vienen por Kathe.
-¿Por mí?- Traté de recordar quién podría venir por mí. No tenía amigos que supieran de mis habilidades, y enemigos no tenía, o eso creía.- ¿Cómo puedes saber eso?
-Me lo dijeron en sueños, Kathe, vienen por...

Un segundo, tercer y cuarto sonido se escuchó en la casa, el último fue tan fuerte que las paredes y piso vibraron tanto que casi perdíamos el equilibrio.

-Esto no puede ser bueno. Debemos irnos.- Sugirió Caitlin agarrando su morral y repartiendo los pequeños bolsos de medio lado a todos.

Agarré el mío, y tomé mi morral. Cuando íbamos saliendo Camile se detuvo.

-Vamos Camile, no hay tiempo para...- Intentó decir Dave.
-¿Dónde está George?- Dijo ella.
-Él... – Caitlin nos miró a todos con nerviosismo.- Le di permiso que buscara algo en la habitación de papá y mamá. Quería tener algo de ellos con él para recordarlos siempre.
-Yo iré por él, ustedes espérenme en el patio trasero.- Angel caminó con paso firme y antes que nos alejáramos se volteó nuevamente.- Cuiden a Kathe, no dejen que le hagan daño por nada del mundo.
-Soy bastante grandecita para cuidarme.- Murmuré para mis adentros,pero al parecer todos me escucharon.
-Eres la que nos salvará. No sabemos a quienes nos enfrentaremos allá abajo. Se de muchos que quieren tu destrucción.- Angel me dio un beso en la frente.- Ahora vayan con cuidado. Nos vemos dentro de poco.

Corrimos con cuidado hasta el patio trasero. En el camino no vislumbramos la fuente que propició aquellos estruendos. Hasta ahora no conocía a ninguna persona que lograra contralar algún elemente y ser invisible.

Esperamos a Ángel y George, cuando llegaron hasta nuestra posición volvió a escucharse aquel ruido dentro de la casa y acto seguido sentimos cómo nos rodeaba una potente energía. Probablemente habíamos llegado a dónde querían tenernos, éramos vulnerables en el patio, por alguna razón lograron que llegáramos al punto en el que nos atacarían.

Tragué saliva y agarré varias pociones. Mis hermanos hicieron lo mismo. Tomamos una posición defensiva, uno al lado del otro, formando un círculo; ésta parecía ser la posición perfecta para cuidarnos las espaldas entre todos.

En cuestión de segundos la energía comenzó a dividirse. Reconocí varios colores que se iban separando de la capa principal que nos rodeaba formando también un círculo a nuestro alrededor. Luego no era una, sino cuatro. Comencé a marearme, todo me daba vueltas, las manos me temblaban y un fuerte frío se apoderó de mí.

-¿Kathe, estás bien?- Susurró George sin apartar la mirada del frente. Todos estábamos conscientes que aquella energía tomaría forma de persona en cualquier momento, y sería allí cuando debíamos atacar.

-No, pero no te preocupes.- Dije tratando de recuperarme.
-¿Cuándo...?

Camile no había terminado de formular la pregunta que todos nos hacíamos sobre el momento en que atacarían o se mostrarían, cuando en ese instante sonaron cuatro estruendos más que movieron el piso.

La energía dejó de dar vueltas. Ante nosotros aparecieron cuatro figuras, una de agua, otra de aire, fuego, y una de tierra. Cada elemento giraba en torno a la silueta que teníamos frente a nosotros como moldeando la figura de nuestros atacantes. Luego, vimos cómo cada persona fue apareciendo, tres hombres y una mujer nos habían rodeado.

-Kathe, hasta que finalmente te conocemos.- Escuché que dijeron.

Mientras decían aquello los observé, ninguno de ellos había movido sus labios para expresar aquella frase. Apreté   la poción con mis dedos con intención de lanzarla al primero que hiciera algo.

-Deberías atacarnos con tus poderes, no con pociones.- Dijo otra de las voces masculinas.
-Eres más fuerte de lo que crees.- Siguió diciendo la mujer mientras me sonreía.

Enfocaba la mirada tratando de reconocer quién de ellos hablaba. Mis hermanos comenzaron a mirarme con la interrogante en sus rostros. Era obvio que solamente yo podía escuchar lo que estaban diciendo estas personas.

-Es extraño. ¿Por qué no atacan?- Quiso saber Caitlin- ¿Acaso deberíamos atacar primero?
-Kathe... ¿hay algo que no nos estás diciendo?- Dijo Dave, quien se encontraba a mi lado izquierdo.

-No usará sus poderes, es muy buena. Véanla, es tan tierna.- Volvió a decir la mujer.
-Acabemos con esto.- Expresó la tercera voz masculina.
-Esperen, ella va...- Dijo la mujer, esta vez señalándome y hablando con normalidad. Lo último que vi fue sus labios moverse.- Ella va a desmayarse.

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