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El peliplata menor se sentía horrible, su mente era una maraña de pensamiento que no sabía diferir entre reales y mentiras, ¿había estado con Kagome? De eso sabía que si, ¿hacerla llorar? No lo recordaba, ¿lastimarla? ¡joder, esperaba que no!
Se terminó de poner en pie justo en el momento que la puerta era abierta de una patada por un enojado y furioso Sesshomaru, la había cagado, lo sabia.
–Donde está– fue todo lo que preguntó mientras avanzaba lentamente a él, como un depredador a punto de matar una presa-.
–No lo se....– en un rápido y ágil movimiento lo tomó del cuello levantadolo y haciendo que golpee su espalda contra la pared– lo...juro....no re-recuerdo..na-nada.
–Mientes– gruñó una voz que hace años no oía, sus sentidos se alertaron al ver esos ojos rojos que tanto miedo le daban, Sesshomaru no sabía controlar a su bestia cuando se salía de control, lo sabía perfectamente, él mismo sufrió las consecuencias hace años– habla, o no mostraré piedad de ti...híbrido.
Lo dejó caer de golpe esperando diera alguna explicación, lo miraba desde arriba con aires de grandeza, de brazos cruzados y rostro imperturbable, una mezcla perfecta entre elegancia y dar miedo.
–No se que pasó...exactamente– carraspeo Inuyasha haciendo un pequeño masaje en su garganta, pasando sus dedos por la cicatriz que una vez Sesshomaru le provocó– se que estaba en casa con Kikyo y Naraku, bebiendo– cerró los ojos deseando recordar– fui a recostarme y al despertar...ya estaba aquí, en mi departamento.
–Naraku– gruñó Yako enojado y pasó sus garras por sus brazos lastimando la piel, que pocos segundos duró herida antes de sanar, sonrió mostrando sus afilados colmillos y agachandose a la altura del hanyo– Bien híbrido, yo me haré cargo ahora.
Inuyasha dejó salir el aire retenido cuando Sesshomaru/Yako salió del departamento, se quedó allí sentado y luego llamó a alguien para que reparará la puerta, mientras hacían el trabajo se dio un baño de espuma, tratando de buscar en lo recóndito de su mente lo sucedido anoche.
•••
En lo alto de un edificio, Kagura disfrutaba el viento en su rostro, jugaba con un abanico mientras seguía mirando la fotografía de Kagome en sus manos.
Siempre le había parecido una joven formidable, un tanto grosera cuando estaba enojada, era fuerte y también muy hermosa, siempre que la detallaba entendía el porqué Sesshomaru se había enamorado.
–Moriste en el Sengoku– dijo viendo los ojos azules– pero naciste nuevamente en tu época y nosotros avanzamos quinientos años, adaptándonos al entorno.
Se levantó quedando en el borde del edificio, desde allí todo y todos se veían tan pequeños, pero tenían lo que ella no, libertad y un corazón.
–Donde estas niña– susurró al viento, deseando que este le respondiera, su celular mostró al fin la llamada que deseaba– habla, Kanna.
•••
Sesshomaru había entrado nuevamente en la casa de Naraku, esta vez en compañía de Koga, el de ojos rojos se levantó rápidamente enojado y sorprendido de tenerlos ahí.
–¿Que mierda?– preguntó alzando la voz antes de ser golpeado por Koga y caer sentado nuevamente– ¿que hacen aquí?
–Dime que le hiciste a Inuyasha– habló Sesshomaru poniendo un pie en su estómago y acercándose para tomarlo del cuello– y donde está Kagome.
–Taisho...sueltame– exigió tomando el brazo del peliplata y apretando– no le hice nada...a tu...hermano.
–Mientes maldito– esta vez habló Koga– fuiste el último con quien estuvo y no recuerda nada.
Naraku logró zafarse del agarre de Sesshomaru, se levantó caminando hasta el otro extremo y así ponerse a salvo, al menos por ahora.
–Kikyo y Kagura también estaban allí– ¿Kagura? Sesshomaru se quedó pensando unos instantes, la pelinegra no le había mencionado aquello– ¿por qué no le preguntan a ellas? Inuyasha se fue primero, yo llevé a Kikyo a su hogar.
–¡Esta mierda ya no tiene sentido!– gritó Koga pateando un sillón y mandándolo a volar por los aires hasta una pared– ¡puta madre Sesshomaru, esto es culpa tuya!
El youkai se giró enojado, dio solo tres pasos hasta quedar frente al joven lobo que, en lugar de correr le hizo frente, recibiendo el primer golpe y dando el siguiente.
Naraku aprovechó de salir de allí, si esos dos se calmaban y unían lo matarían, y aún debía buscar a Kagome, la necesitaba viva.
–¡Maldito Taisho!– gritaba Koga logrando darle un puñetazo en su perfecto rostro, sacó un poco de sangre, pero la herida se borró segundos después, siguieron haciendo rasguños y profundas heridas hasta el cansancio, o más bien, hasta que el youkai lobo lo empujó lejos– ¡esto no nos lleva a ningún lado!– pasó sus manos por el rostro repetidas veces– de nada sirven los golpes, nos curamos rápidamente.
–Hmp, estoy de acuerdo– respondió respirando hondo y arreglando su ropa– iremos por Kagura, me debe explicaciones.
–¿Que es exactamente lo que decían los papeles?-.
–Naraku quiere el templo Higurashi– respondió tecleando en su movil– restaurará la perla junto a Kikyo.
–Maldito lunático– Koga pateó alto del suelo, al ver que era un cuadro de Kagome se arrepintió y lo levantó– debemos llamar a Bankotsu.
–¿Crees que nosotros no podremos encontrarla?– alzó una ceja elegantemente– ten más confianza en ti.
–Ese idiota tiene más contactos– respondió con un tic en el ojo– no me jodas ¿quieres Taisho? Esto es culpa tuya.
–Deja de repetirlo-.
–¡Jamás!– le gritó apuntándole– tu y tu idea genial de sumar uno más, seguro Inuyasha hizo algo y logró engañarte.
Sesshomaru dejó salir un gruñido de advertencia, Yako estaba deseando tomar el control y se imaginaba mil maneras de herir a Koga, quizá usaría alguna poción para que no sanara rápidamente y así sufriera más.
Respiró hondo para quitar la idea, aun era de ayuda, debía mantenerlo a su lado y así encontraría a Kagome más rápido, los sentidos de ambos eran buenos y juntos hacían maravillas.
–Hablaré con Ginta y Hakkaku– dijo Koga mientras ambos salían del hogar de Naraku– son mis fieles ayudantes y siempre tienen información.
–¿Y que les dirás? ¿Que busquen a la mujer que secuestramos y estamos fallando?– habló con sarcasmo el ojidorado.
–No idiota, preguntaré si saben que hizo Inuyasha ayer– respondió cerrando los ojos unos instantes– me dices que no pudiste ver mentira en sus ojos cuando le preguntaste por Kagome, algo debe haberle pasado que no recuerda nada.
Jaken los esperaba afuera, subieron al auto y cada uno iba sumido en sus propios pensamientos e ideaban un plan para hallar a Kagome.
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